La cuestión inflacionaria sigue siendo un problema en la
Argentina y afecta a los sectores sociales más empobrecidos. Uno de los precios
con más impacto social en la canasta de consumo cotidiano en estos días es el
del pan, que viene en alza producto del creciente precio de la principal
materia prima: el trigo.
El trigo aumenta por ley de oferta y demanda ante la menor
producción y también por razones especulativas denunciadas por el gobierno y
que anima la aplicación de la ley de abastecimiento. Son dos causas que remiten
al funcionamiento del capitalismo.
Por un lado el fenómeno de la escasez en el mercado derivado
de la menor producción de trigo. En ello existe responsabilidad de la
orientación seguida por la producción agraria de Argentina, de privilegio a la
soja en los últimos tiempos. Si a mediados de los años noventa eran
equiparables la producción sojera y triguera, con la autorización para producir
transgénicos, la soja se expandió de los 6 millones de toneladas a más de 20
millones en tres lustros, y el trigo se redujo a 3 millones. La soja es
producto de exportación y el trigo comparte la demanda tanto en el mercado
interno como del externo. El modelo productivo argentino favorece desde hace
tiempo la demanda del mercado mundial, sea para su producción agraria, minera e
incluso de las principales industrias, especialmente la de los automotores.
Por el otro, la especulación es favorecida por la tendencia
al alza del precio del trigo que motiva la retención de la producción triguera
todo lo que sea posible. Aunque se pretenda buscar motivaciones políticas en el
hecho, que pueden existir, lo real es que la lógica capitalista sustentada en
la maximización de la ganancia lleva a los propietarios de la cosecha de trigo
a postergar todo lo posible la liquidación de existencias del grano. Es sabida
la existencia de límites para la inversión rentable de capitales ociosos, con
lo cual, esos propietarios de granos optan por la especulación con la cosecha
ante la imposibilidad de compra de divisas al precio oficial u otras opciones
de valorización de sus capitales. Son las reglas del capitalismo normal.
Sea por una u otra razón, se verifica un impacto social
regresivo vía incremento del precio de la harina y del pan. No se trata del
único precio en discusión, pero sobresale por tratarse de un componente cotidiano
en la dieta de los argentinos.
La discusión se concentra desde el gobierno en la aplicación
de la ley de abastecimiento para inducir la venta de las existencias de trigo
en manos de los productores. También se actúa sobre los molinos harineros y se
promueven acuerdos de precios para contener el precio de la manufactura de harina
y pan. Desde los actores económicos del sector agrícola se demandan
modificaciones en la política de retenciones y otras medidas tendientes a
mejorar la rentabilidad de su actividad. Lo que no se discute desde ambas
posiciones es el modelo productivo y de desarrollo que resulta el motivo de las
tensiones actuales. ¿Qué debe producir la Argentina, cómo, con quién, de qué
manera y para qué mercado?
La
soberanía en discusión
Está claro que el pan es producto esencial a la hora de
pensar en términos de soberanía alimentaria, que constituye pieza fundamental
para organizar el modelo productivo local y de otros países de la región.
La cuestión de la soberanía tiene que destacarse en momentos
en que está puesta en el orden del día ante la agresión ejercida por algunos
países europeos al Presidente de Bolivia y que motiva el rechazo de los
gobiernos en la región.
Queremos introducir la idea que no solo debe rechazarse
políticamente el accionar imperialista contra EVO y Nuestramérica, sino bucear
en la esencialidad económica de la dominación colonial e imperial.
El imperialismo actúa del modo que lo hace sobre la base de
su dominación económica, política, militar y cultural. En la base está la
dominación del dólar y el euro, que imponen las transnacionales de la
alimentación y la biotecnología, estadounidenses y europeas, que son aquellas
que definen la orientación de la producción en nuestros países.
No hay expansión de la soja en Argentina y los países del
Mercosur, sin el paquete productivo que proveen Monsanto, Syngenta, Cargill,
Dreyfus y otros, del mismo modo que ocurre con la minería, en el petróleo, o en
las tendencias de ensamble que presenta el sector industrial más dinámico en el
país, especialmente las automotrices.
Por eso es que no alcanza con la ley de abastecimiento, más
allá de su juridicidad o constitucionalidad, o de los acuerdos de precios para
frenar el alza del precio del trigo, la harina y del pan.
Lo que tiene que discutirse y modificarse es el modelo
productivo y de desarrollo.
Europa discute con nuestra región un tratado de libre
comercio, del mismo modo que lo hace Europa con EEUU. Este último espía a
Europa y a todo el mundo. Aquellos hacen lo propio y ambos afectan los derechos
soberanos.
La respuesta que exige nuestro tiempo es por la soberanía en
toda su dimensión.
Es en defensa de la soberanía nacional, económica, política, cultural,
y con relación a la cuestión del pan, se trata de afirmar la voluntad por
ejercer la soberanía alimentaria evitando el manejo comercial.
Tal como venimos insistiendo se impone la
des-mercantilización, de la salud y la educación, del transporte y de la
energía, y claro, también del pan y los alimentos de la canasta popular.
5
de julio de 2013
2 comentarios:
Julio
Buenas tardes,sigo tus columnas de opinión con mucha atención desde los tiempos en que participabas del programa de radio con Enrique Vázquez.
Quería consultarte si es posible qué Argentina pueda determinar por si misma ¿Qué debe producir, cómo, con quién, de qué manera y para qué mercado? pienso esto en relación con el equilibrio de la balanza comercial (exportaciones e importaciones).
Es una respuesta a definir en el conjunto de la sociedad, lo que requeriría un gran debate nacional y popular. Lo primero es constituir el sujeto que discute ello, y lo segundo organizar el programa respectivo, si producir alimentos para el mundo o para satisfacer las necesidades alimentarias del país, de la región y del mundo. _Es algo a resolver integradamente. Es solo un ejemplo que debe extenderse al resto de la producción y circulación de bienes y servicios. Gracias por la opinión y consulta, saludos.
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