Milei y la derecha global

Milei cerró una intensa semana de relaciones internacionales, con Giorgia Meloni saludando en el histórico balcón de la Casa Rosada. La gobernante italiana no oculta sus simpatías con el fascismo, un peligro para la humanidad hace un siglo. ¿Ahora con pretensión de retorno? Pese a la derrota histórica de Mussolini y de Hitler, al fin de la segunda guerra mundial, esa concepción política de gestión capitalista, del Estado y la sociedad, reaparece en la escena mundial en diversos territorios, más allá de identificar el fenómeno actual con el fascismo tradicional e histórico. En sintonía con ese clima de época, el presidente de Argentina anunció hace una semana en Miami, en la gala por la elección de Donald Trump a la presidencia de EEUU, la necesidad de conformar una estrategia que incluya a Trump en el Norte, a Meloni en Europa, a Netanyahu en Israel y a él en el sur de América. Una confederación de naciones comprometidas con la causa de la extrema derecha. Toda una entente para liderar un proyecto de “libertad”, de los grandes inversores, del capital más concentrado, en contra del trabajo, la naturaleza y la sociedad. Es el planteo de una nueva derecha, extremista, sin complejos “democráticos” del liberalismo burgués tradicional. No solo Meloni pasó por Buenos Aires. También estuvo Emmanuel Macron, jefe del gobierno francés. Este vino al país antes del encuentro del G20 en Brasil, mientras que la italiana lo hizo de regreso de ese cónclave. Por eso, el periplo internacional semanal de Milei, se transitó con encuentros en EEUU, Brasil y en la Argentina. Por la reunión del G20, tuvo que compartir y saludar, fríamente al anfitrión, el “comunista” Lula Da Silva, más amigablemente a Xi Jinping, jefe comunista de China, la primera potencia fabril del mundo, y, de hecho, el financista de “última instancia”, por ahora, de la endeudada Argentina. Tampoco podía faltar entre los vínculos, el FMI, en donde Milei cifra expectativas para la liberación de recursos frescos que le permitan abandonar las restricciones aun presentes a la salida de divisas, el llamado “cepo”. Por eso, también hubo foto con Kristalina Georgieva. La salida del cepo es una exigencia de eventuales inversores globales, que traerían sus inversiones si es que pueden salir cuando lo consideren necesario. No solo se trata de ganar, sino de disponer de esas ganancias para la acumulación capitalista donde mejor les convenga. Económica y política Resulta de interés pensar esos vínculos “políticos” y “económicos”, imposibles de separar, claro, pero que, desde lo didáctico, conviene considerar con relativa autonomía. Milei privilegió anudar lazos políticos con la derecha, especialmente, esta nueva “ultra”, sin prejuicios liberales tradicionales relativos a la “democracia”. Remitimos al Trump que avaló la invasión al capitolio o desconoció los resultados electorales en los que Biden y los demócratas le ganaron oportunamente la compulsa; como con Narendra Modi, el jefe del gobierno de la India, más amigable, ideológica y políticamente con los gobiernos en Washington y occidente, que con los principales animadores de los BRICS. Eso no impidió concretar la venta de gas a Brasil, en tanto nueva orientación de la dinámica de acumulación del capitalismo local. Antes y hasta ahora era el complejo sojero, la minería, para incorporar recientemente la energía, de la mano de vaca muerta. La transnacionalización de la economía mundial lleva al gobierno libertario a hacer negocios con quien sea. Si no son los socios ideológicos, pues que sean los adversarios, siempre y cuando se favorezca el capitalismo local y global. Por eso, hubo invitaciones mutuas entre el jefe de gobierno de China y el argentino a visitarse y fortalecer una agenda económica valiosa para ambos en tiempos de ralentización de la producción mundial. No solo es el pragmatismo de Milei, sino de la lógica de gestión capitalista actual, económica y política. De hecho, la internacionalización de la producción, más allá de las sanciones unilaterales de occidente sobre China, Rusia, Irán y varios otros países, Cuba o Venezuela en la región, la transnacionalización del capital en tiempos de criminalidad en ascenso, sea por tráfico de droga, armas o trata de personas, articula el proceso de producción y circulación del capital con un trasfondo tecnológico que disimula diferencias ideológicas o de cosmovisiones alternativas al régimen del capital. Por eso Milei firma el documento final del G20, aun cuando verbaliza críticas a los enunciados explícitos y señala que Argentina cumplirá desde la lógica de la libertad de mercado y la irrestricta defensa de la propiedad privada. No hace Milei lo mismo en Naciones Unidas, ni en la cumbre sobre el cambio climático. En estos espacios, construidos bajo la lógica de la “democracia liberal”, donde priman relatos “diplomáticos” que no se cumplen, caso de las “agendas globales”, Milei se anima a desacreditar e incluso abandonar reuniones o votar en soledad desconociendo apelaciones a la defensa de los derechos de los pueblos originarios, o en contra de la violencia digital hacia las mujeres. Nadie lo sanciona, ni le recrimina, por la ineficacia de un organismo en el que solo dos países sostienen el embargo sobre Cuba, o no puede parar el genocidio en Gaza, resultando ineficaz para desandar una escalada de guerra nuclear que animan los principales actores del Consejo de Seguridad. Milei privilegia un espacio global, no democrático, como el G20, autoerigido en el 2008 ante la gran crisis, en ámbito global para el tratamiento de los problemas globales, en desmedro de un acuerdo de países, que emergió en 1945 para evitar nuevas conflagraciones globales. El G20 se armó sobre la base del G7 más China y Rusia, junto a otros actores del capitalismo realmente existente en el mundo contemporáneo. La excusa fue sumar la emergencia, o sea, el nuevo poder en ascenso, especialmente China. No alcanzaba con la hegemonía emergente en 1945 y por eso la ampliación multipolar en un mismo ámbito, más allá de variadas estrategias de renovadas alianzas económicas o políticas en desarrollo, en las que se discute el orden mundial en tiempos de desorden. Está claro que el mundo atraviesa una gran crisis, no solo de base económica, sino también política. En ese desorden, Milei hace negocios con Brasil y China, mientras anuda estrategias discursivas para hacer efectiva la lógica liberal que empuja, con matices, la derecha, ¿nueva?, sin las formas contenidas de una derecha liberal-democrática sometida a la disputa electoral de la gestión pública en el capitalismo contemporáneo. Ese es el marco de la discusión relativa a la unipolaridad o la multipolaridad en el sistema mundial. Consenso político en juego Las relaciones internacionales puestas en juego por Milei en estas horas, intervienen en la consolidación del consenso político al gobierno libertario a un año de haber asumido. Así, lo inesperado de hace un año, puede transformarse en previsible rumbo político de nuevas rondas de reestructuración reaccionaria del orden local. Un símil de la década del 90 del siglo pasado, no solo porque Menem llegó inesperadamente en el proceso electoral de 1988, sino porque consolidó cambios profundos en la representación política tradicional, enterrando un imaginario de décadas, que contenía la identidad peronista o radical, el bipartidismo hegemónico en años de disputa constitucional en el país. Ahora, todo está mezclado en la vida, como la biblia y el calefón, según destaca el poeta en el tango cambalache. Por eso, la crisis política es una realidad en el país. Milei es la nuevo en la discusión de la jefatura política del proyecto reaccionario que en medio siglo reinstaló la dictadura genocida, la década del 90 y recientemente la coalición macrista, arrastrando fracciones radicales y peronistas. Es tiempo de consolidar la restauración conservadora promovida por los golpes entre 1930 y 1976. Es una realidad que convoca a barajar y dar de nuevo, incentivando la emergencia de un nuevo proyecto político, de base popular que no se subordina a la lógica del capital. Suena a desafío para la “izquierda”, que nunca gobernó el país, y claro, más allá de cualquier presencia institucional vigente, de una izquierda con presencia en el Parlamento y más allá, con vida social, económica, cultural. Un desafío de poder, superador de cualquier concepción sectaria o subordinada como furgón de cola de opciones en la gestión capitalista. En rigor, no solo vale lo dicho para la Argentina, sino para pensar una estrategia global de una izquierda con posibilidades de transformación social, promediando la tercera década del Siglo XXI. 20 de noviembre de 2024

Trump y Milei entre el proteccionismo y el librecambio en defensa del capitalismo

En enero de 1848, Carlos Marx (1818/1883) señalaba que el problema no era el debate entre el proteccionismo sustentado por Friedrich List (1789/1843) desde Alemania o el librecambio propiciado por David Ricardo (1772/1823) desde Inglaterra, sino el régimen del capital que sustentaba ambas posiciones según el desarrollo fabril en cada territorio. En ese marco y ante la crisis capitalista global, la confluencia política de la ultraderecha mundial puede sustentar una política proteccionista desde Washington y librecambista desde Buenos Aires. Trump y Milei promueven una política de ultraderecha para favorecer el objetivo de la ganancia y de la acumulación capitalista. Lo hacen con el consenso de los desencantados con la situación económica, y claro, con el soporte del gran poder económico. Estos capitales concentrados buscan liberar la lógica del capital de regulaciones que favorecen derechos sociales, laborales, colectivos o individuales. Por eso sustentan reaccionarias reformas laborales y previsionales. El descontento social deriva de la inflación acelerada en la pos pandemia en EEUU y en una tendencia creciente de suba de precios desde el 2006 en Argentina. La economía estadounidense crece lentamente luego de la crisis del 2007/09, sin caer en un proceso recesivo declarado, y en Argentina existe una tendencia al estancamiento, con subas y bajas en más de una década. En rigor, hay problemas globales del orden capitalista que afectan a todos los países y en cada uno existen especificidades propias, que pueden explicar las perspectivas proteccionistas que instala el “America first” trumpista o el aperturismo del libertarismo mileista. El crecimiento estadounidense o el serrucho de subas y bajas en la Argentina logran el mismo resultado, una mayor concentración del ingreso y de la riqueza y por ende, creciente desigualdad con una pirámide de amplia base en los perjudicados del orden existente. Esa es la base material para confiar en soluciones mágicas proferidas desde un discurso simplista que apuesta al mercado, Propuesta sustentada en premisas ideológicas en defensa de la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad para el capital y la lógica de la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes. Sostenemos que el problema es la alternativa, que de ningún modo supone el retorno a lo conocido, de un liberalismo regulado, de tipo desarrollista o reformista bajo cualquier denominación vigente en el orden capitalista en el último siglo. La propuesta más emblemática en ese sentido fue la propiciada por John Maynard Keynes (1883/1946), cuyas ideas, especialmente en lo relativo a la intervención estatal en la producción y circulación de bienes y servicios, hegemonizó la política económica mundial desde fin de la segunda guerra mundial. Una orientación vigente hasta la crisis de rentabilidad de los 60/70, reemplazada por la nueva oleada “neoliberal”. La izquierda fue impugnada en ese proceso, especialmente con la subordinación de la socialdemocracia europea a la lógica neoliberal en los 80 del siglo pasado y del derrumbe del “socialismo real” entre los 80/90, de Polonia a la URSS. No hay alternativa sostuvo Margaret Thatcher desde Londres y repitió Carlos Menem desde Argentina. Los seguidores de la ultraderecha sostienen “chau al socialismo” con el triunfo de Trump en EEUU, convalidando una prédica de Milei y otros similares en gobiernos de la derecha global. El desafío de la hora es la recreación de un proyecto de confrontación al régimen del capital, que está en los programas que hoy promueven las luchas y organizaciones sociales, en protestas sindicales, sociales, territoriales, de jubilados/as, de mujeres y diversidades, estudiantiles, en defensa del medio ambiente, por los derechos humanos y variadas causas a favor de la vida social y natural. Un problema de la coyuntura es la desarticulación de estos espacios que pueblan la protesta de manera fragmentada. La sociedad está en movimiento, aun cuando no sintetiza en un proyecto político compartido de emancipación, sin explotación ni saqueo. La necesidad es la articulación de la diversidad, desde abajo y a la izquierda del espectro político. No alcanza con la izquierda institucionalizada, ni en ciertos agrupamientos en desarrollo, ya que se requiere mayor densidad social organizada y movilizada articuladamente. La propuesta es sumar los programas como parte unificada de un reclamo por otro rumbo a contramano de la lógica del capital. No hay que ir detrás del mal menor ni promover propuestas idealistas que alimenten sectarismos infructuosos. Resulta imprescindible la unidad para enfrentar la ofensiva del capital y de las derechas, que están envalentonadas para desalojar cualquier posibilidad de crítica o mitigación de los efectos de sus reaccionarias políticas, por eso el mundo asiste a un tiempo de “sanciones unilaterales” empujadas desde Washington que desarticula cualquier perspectiva de cooperación global, incluso en contra de la propia lógica de internacionalización de la producción capitalista. La unidad de lo diverso en la búsqueda de reinstalar una perspectiva de revolución contra el capital es lo que anima la reflexión en momentos de consensos electorales de la derecha. Todos los esfuerzos en ese sentido son parte de un desafío histórico para rescatar un futuro de emancipación, tal como imaginaba el incipiente movimiento revolucionario de 1848 que anticipaba Marx en su discurso a los trabajadores ante mencionado. El triunfo de Trump es celebrado por el gobierno argentino encabezado por Milei y sus asociados, al tiempo que anima a la internacional del poder, a la ofensiva del capital y a las derechas de distinta calaña. La organización y la lucha social en todos los territorios está desafiada a hacer realidad la demanda de la unidad de trabajadores y pueblos para encarar un proyecto en contra y más allá del régimen del capital. Buenos Aires, 6 de noviembre de 2024

Milei tuvo su mini DAVOS en Buenos Aires, aunque el mundo se debatía entre Kazán y Washington

Milei provocó al auditorio del poder global en Davos, a comienzos del 2024, con un agresivo discurso “libertario”. Fue su primera intervención en el Foro Económico Mundial (FEM), cónclave anual privilegiado del poder desde 1971. Hacía poco tiempo que el anarco capitalista estaba al frente del gobierno argentino. Con esa intervención inició una campaña mundial para ofrecer soluciones ultra liberales a los problemas de la economía mundial, en sintonía con otros ultras emergentes en el mundo. Repetía la estrategia nacional de una corta y audaz campaña política hacia la presidencia de la Argentina. La “liberalización” a ultranza sería la salvación de la economía y la política local, según sostenían sus promesas de campaña. Un 30% del electorado lo colocó hace un año en la segunda vuelta, y en noviembre, con el 56% de los votos fue ungido como Presidente. Desde entonces, son variadas las intervenciones de Milei en cumbres globales de la derecha (en ascenso) en la disputa de consensos sobre el rumbo del orden mundial. En enero próximo volverá a Davos para mostrar sus “logros” en Argentina, sustentados en un brutal ajuste fiscal, empobreciendo aún más a millones de personas, y en una regresiva reestructuración económica, abonada en recesión y con desregulaciones y fuerte iniciativa en contra del capital público. Intenta llevar un balance exitoso de la “macro” en el primer año de gestión e insistir que la eliminación del Estado en la producción y circulación de bienes y servicios, es la estrategia para habilitar la lógica sin trabas del orden económico capitalista. En esa dirección organizó el “mini Davos” en Buenos Aires el pasado 23/10. En rigor, toda la estrategia del gobierno se efectiviza si ingresan divisas al país, especialmente vía inversiones o préstamos. Por eso el interés en mostrar el objetivo de la liberalización, para que ingresen y salgan los recursos en función de las necesidades de circulación de capitales de los inversores internacionales. Ahí está el fundamento del Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones, RIGI. Los capitales globales están interesados en ingresar a cualquier territorio siempre y cuando tengan las mismas posibilidades de emigrar o de retirar los excedentes generados en el proceso económico, hoy restringidos en el país por el llamado “cepo”. Una restricción que no se puede levantar sin suficientes reservas internacionales, disminuidas recurrentemente por la fuga de capitales, sea por la cancelación de la deuda, la remisión de utilidades al exterior o la constitución de activos externos de parte de residentes argentinos. El “mini Davos”, organizado en conjunto con el FEM tuvo el propósito de ofrecer a los inversores externos la potencialidad del país primario exportador, sustentado el complejo agrario, base del poder construido en las últimas décadas, más la novedad de la potencialidad energética en materia de hidrocarburos no convencionales (vaca muerta) y en el litio. A ello se asocia el ofrecimiento de todo tipo de ventajas para atraer el interés de las trasnacionales de la tecnología de la información y la comunicación en tiempos de inteligencia artificial y digitalización. Kazán y el desafío en el orden capitalista Mientras Milei inauguraba las sesiones en Buenos Aires, el mundo tenía las neuronas colocadas en dos cónclaves realizados en simultáneo. La reunión de otoño del FMI y el Banco Mundial en Washington y la de los BRICS+ en Kazán. La Argentina envió a EEUU como cabeza de delegación a su ministro de economía. La misión se concentró, por ahora con escaso éxito, en negociaciones para un nuevo acuerdo con el FMI, que suponga el ingreso de fondos frescos. Se estima que se necesitan unos 10.000 millones de dólares para atender la ausencia de divisas que permita superar las restricciones al movimiento internacional de capitales. En el FMI preocupa la desaceleración económica global y las amenazas de la fragmentación de las relaciones internacionales, y claro, le hace guiños a su principal deudor, aunque aún no se ve ni un dólar fresco. A Rusia nadie asistió desde la Argentina, ya que el gobierno Milei, ni bien asumió declinó la invitación a integrarse como miembro pleno al grupo BRICS+, que demuestra está en ascenso. De hecho, en esta cumbre 16°, además de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, la membrecía plena fue materializada con la presencia de Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán, más la presencia de 35 países con pretensión de sumarse y que la cumbre en Rusia los colocará en función de una serie de requisitos como “países asociados”. En esta categoría se sumaron una docena, entre ellos Bolivia y Cuba. Sorprendió la falta de unanimidad para sumar a Venezuela en esa condición, especialmente por la oposición de Brasil. Un tema a seguir de cerca bajo la presidencia del gigante sudamericano desde enero próximo. El gobierno argentino se la juega por la hegemonía estadounidense, aun cuando debió bajar la beligerancia contra China ante la reticencia de “occidente” por favorecer recursos, que sí logró vía renovación del swap con las autoridades de Beiging. La realidad suele ser más compleja que apuradas definiciones de alineamiento ideológico y político. Argentina rechazó ser parte de una diversificación de sus relaciones internacionales en aras de un alineamiento costoso. Es lo que le ocurre por ejemplo a Europa, que, al rechazar el aprovisionamiento energético ruso, resuelve con un mayor costo importando gas desde EEUU. El reciente informe del economista italiano Mario Draghi señala que el viejo continente se debate entre una estrategia de innovación productiva o quedar rezagado en la competencia frente a EEUU y China. La realidad devuelve la existencia de un realineamiento de las relaciones internacionales, motivado en la crisis mundial explicitada entre 2007/09 y que motivara una exacerbación de las sanciones unilaterales impulsadas desde Washington y sus socios occidentales contra países que intentan un camino propio, especialmente China, Rusia, Irán y claro, en la región, muy especialmente Cuba y Venezuela. Detrás de Davos, Kazán o Washington está la crisis del régimen del capital, que en tanto no emerge un imaginario sistémico alternativo, sobrevive en la búsqueda de renovados circuitos de producción y circulación globales, atravesados por “grietas” generadas en una lógica de confrontación que involucra la dimensión militar, nuclear y otras formas del orden criminal, asociado a las drogas, las armas y la trata. Es un proceso con base en una estrategia montada en las nuevas tecnologías, sin afectar la lógica de mercado y valorización de los capitales. La organización y lucha de los pueblos puede otorgar otro horizonte a la disputa civilizatoria, más allá de la producción y circulación de bienes y servicios. Remito a la agenda que instalan las trabajadoras y trabajadores en tanto productores de riqueza social en sus múltiples manifestaciones organizativas por reivindicaciones salariales, de ingresos previsionales, ambientales, de género y diversidades, contra todas las formas que asume la discriminación y el racismo en la actualidad. En rigor, no solo se puede discutir como mejor gestionar el régimen del capital, si no, si es posible pensar construir otro orden de relaciones sociales en defensa de la vida social y natural. Buenos Aires, 25 de octubre de 2024

Reducir el costo salarial es el objetivo del capital (Nota publicada en LA CAUSA LABORAL, Revista de la Asociación de Abogados Laboralistas de Argentina, en: : https://lacausalaboral.ar/reducir-el-costo-salarial-es-el-objetivo-del-capital/

La reivindicación más escuchada de las patronales, grandes, pequeñas o medianas, locales o externas es por reducir el costo laboral. Claro que también reclaman por los costos en general, sean financieros, comerciales o tributarios, más difíciles de reducir porque no pueden doblegar a quienes definen esos montos. No pueden con la inflación, sea porque la atribuyen a políticas públicas o a grandes empresas que pueden definir el costo de insumos estratégicos, algunos de los cuales se definen internacionalmente (commodities, caso del petróleo). Tampoco pueden con el gasto financiero ante el peso de la regulación estatal o el poder de la banca y las finanzas, tanto como la presión impositiva de la Nación, las provincias o los municipios. Es lo que ocurre con los servicios públicos, más en tiempo de elevación de tarifas producto de una tendencia a la reducción de subsidios estatales en aras del equilibrio fiscal. Lo que creen que se puede bajar son los costos laborales, directos o indirectos, en salarios o en contribuciones patronales en relación a la fuerza laboral contratada, afectando derechos individuales o colectivos, sociales, sindicales, entre muchos. Por eso, parte importante de la demanda empresarial apunta a reducir el costo laboral. En el imaginario empresario sobre vuela la noción de ir contra los más debilitados, asentados en una ofensiva capitalista contra los derechos laborales. El planteo patronal apunta a contener las actualizaciones y/o incrementos salariales, tanto como presionar para una reducción de la carga tributaria asociado a la nómina de contrataciones e incluso los aportes por seguridad social, especialmente en materia de jubilaciones y pensiones. Por eso, entre las demandas principales se encuentra la reivindicación por reformas laborales y previsionales, que no suponen una mejora en las condiciones de ingresos de la masa de trabajadoras/es ni en las de jubiladas/os o pensionadas/os, pero si en una mayor apropiación de la ganancia empresaria. Es un tema constante en la demanda por desarmar conquistas históricas de la clase trabajadora desde la máxima acumulación de derechos con la Ley de Contratos de trabajo (1974), temporalmente coincidente con el momento de mejor distribución del ingreso entre salario y ganancias a mediados de los años 70 (distribución por mitades entre salarios y ganancias). Se trata de medio siglo de lucha por disminuir el costo laboral, entre 1974 y 2024. La demanda patronal apunta a disminuir o eliminar el régimen sancionatorio por irregularidades en el empleo, consolidando la impunidad que supone un 45% de empleo irregular, afectando la seguridad social en sentido integral, dificultando la situación previsional de la población mayor sin aportes ni contribuciones. Estas demandas están contenidas en variados proyectos legislativos desde 1983, sumados a restricciones derivadas de la represión instalada desde 1975/6 contra organizaciones sindicales y sociales, junto a presiones favorables a la desafiliación sindical. Es lo que contenía el Decreto 70/2023 y sostiene la Ley Bases. Es cierto que los sectores representativos de pequeñas y medianas empresas explicitan menor capacidad para atender el costo de producción, por lo que enfatizan en demandas para reducir la carga del componente laboral, ante la imposibilidad de intervenir en las condiciones macroeconómicas. La primera intervención es directamente sobre el salario, afectando incluso las condiciones generales de reproducción del ciclo económico, especialmente de empresas que asocian su destino a la reactivación del mercado interno. Es algo que se percibe en la coyuntura de baja del consumo, induciendo una recesión que aumenta la masa de suspensiones y cesantías, reduce la magnitud del salario en la sociedad y recicla una tendencia al menor consumo y producción, afectando también el ingreso empresario. La crítica se extiende a los pagos de la seguridad social y previsional, incluso a las erogaciones por indemnizaciones, estimadas en un tercio del pago de salarios de personal regularizado, entre jubilaciones, salud, asignaciones familiares, seguros, o fondos de empleo. Valor, salario y ganancia La tendencia histórica explicita una contradicción y una confrontación entre salarios y ganancias, una unidad que el alza de una supone la baja relativa de la otra, por lo que se impone el incremento de la producción y especialmente de la productividad. Así pueden crecer ambos valores en términos absolutos, pero con proporciones relativas en donde la expansión de una resulta a costas de la otra. Es una de las razones por las cuales existe una opinión favorable al crecimiento económico, ya que las caídas de la actividad, o recesión, hacen más visible la disputa por la apropiación de ingresos entre el trabajo y el capital. Por su parte, el crecimiento de la productividad constituye una nueva fuente de disputa en la apropiación del producto social del trabajo. Todo es producto de la ley del valor marxista en donde los valores producidos están conformados por la reposición del capital constante invertido en el proceso de producción más salarios y ganancias. En rigor, en la lógica del inversor capitalista, la reposición es del capital constante y del capital variable, este último invertido en contratar la fuerza de trabajo, vía de los salarios, y el remanente, o plusvalor, le pertenece al sujeto propiciador de la inversión original. Una vez producidos los valores (capital constante, más capital variable, más plusvalor; o c+v+pl) y en una dinámica de continuidad del régimen de producción, la prioridad es la reposición del capital constante, es decir, las instalaciones, la maquinaria, las herramientas, en la proporción adecuada según la amortización; los materiales, la materia prima (todo conforma la suma del capital constante), luego la reposición del capital variable (invertido en salarios), que en su conjunto constituyen la inversión inicial o costo de la producción (c+v). El remanente o plusvalía es demandado por el capital como propio y por ello, la plusvalía se transforma en ganancia de los empresarios, la que se reparte en función de la composición orgánica del capital (relación entre c y v, o sea: c/v). Los capitales se apropian de la plusvalía como ganancia, en proporción al mayor capital constante invertido respecto de la contratación de la fuerza de trabajo. Es un proceso derivado de la tasa de ganancia media en el capitalismo, que, además, se distribuye bajo diversas modalidades, como beneficio, interés, renta o ganancia propiamente dicha. Los capitalistas en su conjunto reclaman para sí el total de ese plusvalor, mientras que las/os trabajadoras/es disputan ese nuevo valor creado en el proceso de producción para mejorar sus ingresos. Por esta razón, la lucha entre el capital y el trabajo es por cómo distribuir ese nuevo valor creado por las/os trabajadoras/es. Para el capital, el costo de producción es lo invertido en capital constante y variable, por lo tanto, con “derecho” al excedente generado, el plusvalor. El gran aporte de Marx en la crítica de la economía política fue desentrañar el origen de ese excedente, centrado en el carácter de la mercancía “fuerza de trabajo”, la única mercancía que se intercambia por su valor y que en el proceso de producción genera mayor valor, el excedente, el que reclaman para sí los propietarios del capital original invertido y que se distribuye entre el conjunto de los capitalistas. La plusvalía o nuevo valor agregado en el proceso de producción es disputada para mejorar salarios o ganancias, ingresos de trabajadoras/es y propietarias/os de capital. Estos lo hacen desde su especificidad como industriales, comerciantes, banqueros, o distintas formas de expresión del proceso de producción y circulación en su conjunto. En términos generales remitimos a la contradicción entre el capital y el trabajo, a una relación socioeconómica contradictoria que está en la base del capitalismo. Esa relación social, laboral, es la base del conjunto social que define al capitalismo y su reproducción, no solo en el ámbito de las relaciones económicas, sino en el conjunto sociocultural. Es una relación monetario mercantil, en donde el dinero favorece las relaciones en el mercado laboral o en el de bienes y servicios que definen el consumo del conjunto de la sociedad, sea el de bienes y servicios finales o aquellos destinados a la reproducción del proceso productivo. Las/os trabajadoras/es luchan por una mayor apropiación del valor creado para sus consumos y los de sus familias, en contraposición de las ganancias, utilizadas para el consumo del capitalista y su familia, tanto como para la ampliación de la capacidad de producción. Claro que en este proceso deben diferenciarse distintos niveles de inversores capitalistas, entre grandes, medianos, pequeños, e incluso diferenciar entre capitales externos y locales. Cada uno de esos capitales tiene una mayor o menor composición orgánica de capital (c/v), por lo que intervienen en base a esa proporción en la distribución del plusvalor general producido. Se trata de una disputa al interior de los propietarios del capital, que tiene como ley propia a la ganancia media. Sin embargo, el Estado capitalista interviene para reorientar parate del excedente en un sentido u otro, para compensar el menor poder relativo de capitales de menor composición orgánica, o incluso, de acrecentarlo a favor del capital concentrado. En el mismo sentido, el Estado también actúa en el proceso de distribución del plusvalor en favor o en desmedro del ingreso salarial. El régimen del capital tiene sus propias reglas o leyes y el Estado capitalista intermedia en el conflicto entre trabajo y capital, tanto como en el proceso de competencia inter capitalista, evidenciando el carácter de clase del Estado y del Derecho. La participación del Estado actúa a través de la legislación laboral y los mecanismos de seguridad social, derivados del conflicto social histórico, claro que siempre en el marco de la juridicidad que sustenta la hegemonía del capital sobre el trabajo. La seguridad social y laboral es una categoría asociado al desarrollo histórico del conflicto entre trabajo y capital, tal como explicitan los distintos momentos en que emergen determinados beneficios sociales para unos u otros sujetos de la actividad económica. El derecho protectorio del trabajo, las vacaciones pagas o el aguinaldo, incluso la legislación asociada a las organizaciones sociales o sindicales está vinculada a la capacidad de demandar derechos de la lucha laboral en el capitalismo, en donde el Estado capitalista sustenta en última instancia la lógica del capital. Del mismo modo operan beneficios arrancados al Estado por las patronales en determinados momentos históricos, casos de subsidios económicos de diversa magnitud, tal como ocurre con el Régimen de Inventivos a las Grandes Inversiones (RIGI) contenido en la ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. El conflicto La realidad es conflictiva y contradictoria, el capital y el trabajo pretenden un mayor ingreso, que como se mencionó es a costo de una de las partes y explicita el conflicto social entre capital y trabajo. Se trata de una relación de fuerza por lo que ambas partes organizan su intervención mediante entidades empresariales o sindicales, pero especialmente sobre la base de proyectos políticos. Las patronales argumentan en contra del costo laboral y la clase trabajadora demanda mejores ingresos para disputar el valor creado por el trabajo. En la historia del capitalismo local, el capital hegemónico organizó la sociedad argentina promoviendo la inmigración para dotarse de la fuerza de trabajo suficiente para la producción y circulación de bienes y servicios. Con esa inmigración emergieron organizaciones de trabajadores que objetaban en esencia al régimen del capital. Es la historia de la hegemonía anarquista, comunista, socialista en el movimiento obrero a fines del siglo XIX y a comienzos del XX. Los cambios en el capitalismo local en el cambio del siglo XIX al XX supuso modificaciones en el bloque socio económico en el poder y entre las clases subalternas, motivando una nueva organicidad de las patronales y del sindicalismo, en un marco global de aliento a políticas de “reforma social”, especialmente luego de finalizada la segunda guerra mundial y la constitución de la bipolaridad del sistema mundial. Es un tiempo de generalización de propuestas de reforma social que intentan aminorar el conflicto laboral social con el establecimiento de legislación protectoria del trabajo. Remito al keynesianismo y al Estado benefactor en el ámbito mundial y a la hegemonía peronista en el movimiento popular y una política local sustentada en la conciliación de clases emergente del pacto patronal laboral. Es una historia en proceso de reversión hace medio siglo, desde mediados de 1975 y comienzos de 1976, con matices en gobiernos constitucionales orientados a limitar la reaccionaria reestructuración. Ahora bajo gobierno libertario de ultraderecha se pretende generar las condiciones para avanzar en la restauración de máxima de la dominación del capital contra el trabajo y completar las reformas laborales sugeridas desde el tiempo de la dictadura genocida y desplegada con fuerza en los 90, con Menem y De la Rúa, y luego con Macri. En este momento, a seis meses de gestión Milei, el ajuste salarial es un hecho, más la pretensión de avanzar en la lógica de reformas estructurales, especialmente en materia laboral y previsional. Desde diciembre del 2023, asunción presidencial de Javier Milei, los precios crecieron hasta 300% anualizado, en un contexto de salarios y jubilaciones que no se actualizan, e incluso deterioran, agravando la merma en la capacidad de compra de los ingresos de la mayoría empobrecida de la población. Al mismo tiempo y luego de una devaluación que implica una transferencia de ingresos de la mayoría a la minoría enriquecida, consolidando un brutal ajuste con impacto en la caída de la actividad económica. En ese marco se verifica el gran deterioro es de salarios y jubilaciones, como de beneficios sociales. La caída del salario en el sector privado está por debajo del nivel del 2003, luego de la recuperación de la fuerte caída por la recesión entre 1998 y 2002. En el sector estatal la situación es peor que en el sector público. Peor ocurre con el 45% de la fuerza laboral en situación “irregular”. Las jubilaciones y pensiones han sido los más afectados por el ajuste del gobierno Milei, y empeorará la situación en tanto avancen las reformas estructurales. La reorganización del capitalismo mundial a la salida de la crisis de los 60/70, bajo la consigna de la liberalización, el “neoliberalismo”, encontró sus límites hacia el 2007/09 y se agravó con la recesión derivada de la pandemia en 2020. Ya no alcanza con liberalizar y por eso la ofensiva del capital se incrementa en el ámbito mundial y son sus manifestaciones la militarización y la guerra, el aliento a la criminalidad del narcotráfico, la venta de armas y la trata de personas, la especulación financiera y la disputa por la primacía en el desarrollo tecnológico, base sobre la que se montan un entramado de sanciones unilaterales que dificulta el proceso global de la actividad de producción y circulación. El correlato en política de esa situación es el avance de las ultraderechas en el mundo, con las propias especificidades locales. Pero en todos los casos, lo común es la afirmación de la ofensiva del capital en contra del trabajo, lo que requiere continuar profundizando el desarme de una lógica protectora de derechos socio económicos, entre ellos, los laborales. Por eso el capital hace propaganda respecto a la necesidad de reducir el costo laboral, en una campaña ideológica de único camino posible para la viabilidad del régimen capitalista contemporáneo. La respuesta de resistencia construida en este medio siglo no alcanza y nos convoca a pensar en términos de organización socio económica alternativa en donde el trabajo no esté subordinado a la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista. Eso supone un conflicto mayor, que trasciende la disputa por el ingreso y la riqueza, para constituirse en un debate sobre el orden social necesario para satisfacer necesidades del conjunto de la población, lo que en definitiva constituye un debate civilizatorio. No alcanza entonces con desmitificar la demanda por el costo laboral, sino que se requiere una agenda en contra del régimen del capital y generar las condiciones materiales y subjetivos por otro orden social, sin explotados ni explotación. Buenos Aires, 14 de junio de 2024

Universidades públicas y jubilaciones en el debate actual

Las tomas de las facultades son la novedad política en la coyuntura, y con ellas, el debate en torno al financiamiento y la función de la Universidad y de la educación pública. Es lo que ocurrió y ocurre con las jubilaciones y pensiones. Ambas cuestiones ocupan la escena del debate a propósito de los vetos presidenciales avalados por el Congreso. La institucionalidad política en el poder ejecutivo y en el legislativo confronta con dos temas de elevado consenso, el carácter público de la Universidad y el derecho a un régimen previsional que satisfaga las necesidades de la población adulta. Es cierto que no todo lo que acontece en las Universidades públicas está bien, como tampoco ocurre con jubilaciones de “privilegio” que subsisten ante la grave situación de millones de jubiladas y jubilados que apenas alcanzan al tercio de lo necesario para satisfacer necesidades valuados en torno al millón de pesos. Resulta imprescindible defender a la Universidad pública como al régimen de jubilaciones solidario y de reparto, al mismo tiempo que llevar adelante una crítica al histórico deterioro de una función transformadora del orden socioeconómico vigente. En efecto, en el origen está la reforma universitaria de 1918 para terminar con la Universidad de la élite, para la conservación de una sociedad oligárquico imperialista definida en el ciclo de expropiaciones y liberalismo construido hacia 1880. El régimen jubilatorio tiene antecedentes a fines del siglo XIX en Europa y a comienzos del XX en nuestro país. Es un tiempo de reformas y de revolución, o quizá al revés, de revolución, en Rusia en 1917, que aceleró “reformas” preventivas para evitar radicalización de las demandas populares. La reforma universitaria hace parte de la tradición revolucionaria en Cuba, de la reformista en Perú y en definitiva de un debate sobre el rumbo de las sociedades a construir en la región latinoamericana y caribeña. La evolución de esa tradición tiene en la Argentina la impronta desarrollista y privatista en los 60 del siglo pasado, lo que supuso una convivencia de lo público con lo privado, con un prestigio instalado de lo público, que sobrevive aun con limitaciones presupuestarias. El Banco Mundial instaló con fuerza en todo el mundo, con lógica neoliberal, la “necesidad” de la privatización universitaria, vía aranceles o formas de insertar a las universidades en el mercado, vendiendo servicios al capital. La Universidad pública aranceló, casos de los estudios de posgrados, una lógica generalizada desde los 90 al amparo de la ideología hegemónica y el impulso de gobiernos de la tradición política mayoritaria, el peronismo y el radicalismo, claro que, con luchas y confrontaciones diversas, entre las que se rescata la emergencia del sindicalismo docente universitario en los 80. El régimen previsional también sufrió un proceso privatizador propio, incluso, antes de las AFJP, con la apropiación de los Fondos de Pensión para la política oficial del Estado capitalista bajo diversas gestiones. Es un tema que hoy se manifiesta en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) gestionado por el ANSES. En el informe de agosto del 2024 del FGS se destacan tenencias valuadas en 48.300 millones de dólares, de los cuales, el 73,9% está invertido en títulos públicos y 14,5% en acciones de empresas, totalizando entre ambos conceptos un 88,4%. De este modo, los “fondos” acumulados por el régimen previsional se utilizan para financiar al Estado y su privilegio por responder a la demanda de acreedores de la deuda pública (tal como destaca el oficialismo respecto del presupuesto 2025) y empresas de gran porte que definen la hegemonía en el capitalismo local. Lo que es evidente es el proyecto privatizador para la Universidad y la educación en general, como para el régimen jubilatorio. Por eso la defensa de ambos aspectos y que se manifiesta en las acrecidas movilizaciones del movimiento de jubilados, los miércoles y en una campaña que involucra demandas al PAMI, a la ANSES y toda dependencia asociada a los derechos de la población adulta. Lo novedoso ahora es el movimiento estudiantil. La marcha de abril convocó al conjunto de la comunidad universitaria porque estaba en juego el funcionamiento ante las restricciones presupuestarias. A comienzos de octubre, la demanda fue motorizada en defensa de los salarios del personal docente y no docente. Con el veto emergió el estudiantado, las tomas y las clases públicas, instalando un nuevo debate sobre el sentido y destino de la Universidad pública. Contra el proyecto de privatizar Universidades y Régimen Jubilatorio se impone el rechazo al proyecto oficial, al mismo tiempo que una crítica a la funcionalidad del régimen del capital que transitó buena parte de la práctica universitaria y del uso de los fondos previsionales. Se trata de retomar un proyecto de “Universidad para la liberación”, sustentado en tiempos de acumulación de poder popular a comienzos de los años 70 del siglo pasado, coherente con la lógica inclusiva y de inserción social ampliada imaginada en el proyecto reformista de 1918. En el mismo sentido, la lucha por las jubilaciones y pensiones necesita adquirir un carácter en contra del lugar que se le asigna para financiar al capital y al Estado capitalista, y transformar el uso de los fondos recaudados en la organización de otro modelo productivo y de desarrollo que anteponga la satisfacción de necesidades sociales a la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista. Las luchas de jubiladas y jubilados, como la estudiantil que ahora emerge son la base material subjetiva de una densidad social ampliada, que pueda articularse con otras dimensiones de la lucha social, contra el hambre y por el empleo, por los derechos sociales y sindicales, por los derechos de las mujeres y diversidades, por los derechos de la naturaleza y de los pueblos originarios, para conformar una amplia coordinación de demandas hoy fragmentadas. De esa lucha y densidad social puede emerger la propuesta política que las sintetice y exprese un nuevo momento de la ofensiva popular, no solo en contra de la crueldad y agresividad del proyecto libertario, sino también de falsas ilusiones que recrean perspectivas que indujeron la desconfianza por incumplir promesas de mejor vivir. Fueron los pueblos en lucha los que anunciaron novedades en la representación política, en el país y en la historia humana, por lo que esto nuevo de las luchas por la jubilación y las Universidades públicas traen esperanzas y expectativas para resolver la crisis política y de alternativa que explica el gobierno de la ultraderecha en el país. Las cartas están echadas y agudizará la respuesta represiva y violenta del poder, no solo verbal en los discursos oficiales, sino en la presencia creciente de fuerzas de seguridad y el accionar sistémico y antipopular del poder judicial. Como siempre, la incógnita es quien vence a quien. Buenos Aires, 17 de octubre de 2024

“La crisis irresuelta del capital y la ofensiva de la ultraderecha”

Todos los informes sobre la situación contemporánea del capitalismo son de crisis, expresada en la ralentización del crecimiento económico, con amenazas de recesión productiva. Es lo que surge de los informes del FMI, del Banco Mundial o de cualquier organismo internacional, la UNCTAD o la OMC, incluso de consultoras privadas. Es más, la ralentización no es mayor por el crecimiento que presentan China y la India, territorio que en conjunto alberga al tercio de la población mundial. El crecimiento de China y de India es también menor a los ritmos que presentaban antes de la crisis capitalista del 2007/09, pero mantienen un índice superior al promedio de la economía capitalista mundial. El mercado mundial se amplió con la expansión económica de estos países y otros llamados “emergentes”, sosteniendo la ilusión de una superación o postergación de una crisis recesiva en el capitalismo desarrollado. En la base del problema están los límites de las propuestas de liberalización sustentadas a la salida de la crisis de rentabilidad de los 60/70. Por ello, la ofensiva liberalizadora de los 80/90, y más aún con la crisis del 2007/09 reabrió un debate y acciones de un reordenamiento de las relaciones económicos sociales en el ámbito mundial. En primer lugar, se discute la relación entre el capital y el trabajo y si en la ofensiva capitalista a la salida de la crisis de rentabilidad de los 60/70 del siglo pasado el capital instaló como proyecto esencial la eliminación de las conquistas obreras, sindicales de una lucha de más de un siglo del movimiento obrero, con secuelas de baja de ingresos salariales, flexibilización y precarización laboral y salarial, ahora se potencia el objetivo por subordinar a trabajadores y trabajadores en todo el planeta. Todo en aras de restablecer tasas de ganancias y en lo posible relanzar el proceso global de explotación. También se trata de modificar la función del Estado, por eso las reaccionarias reformas estatales que recorren el sistema mundial, con privatizaciones y desregulaciones, en contra de los derechos sociales conquistados en la lucha para colocar al Estado capitalista al servicio de la recomposición de la acumulación de ganancias. Las relaciones internacionales son parte de esos cambios y se manifiestan en la novedad que supone el papel de la acumulación productiva en China y otros países que disputan la organización de la producción mundial y las respuestas agresivas de sanciones unilaterales de EEUU y sus aliados globales, especialmente Europa. Lo que hay es una crisis del orden mundial emergente a la salida de la segunda guerra mundial. Ha mostrado sus límites el orden de 1945 y el conjunto de su institucionales, sea la ONU, el FMI y los organismos internacionales, como la hegemonía del dólar y EEUU, sostenida por el peso de extensión militar con bases en gran parte del territorio mundial. Por eso, lo novedoso es la reorganización de un sistema mundial que, por cuatro décadas, entre 1980 y 2020, funcionó en perspectiva de mundialización, bajo el estímulo a cadenas mundiales de valor dirigidas por el capital transnacional. y que ahora se reorganiza en sistemas de producción y circulación regionales, con pretensión de sustentarse en nuevas articulaciones globales, las que siguen limitadas por las restricciones que impone la hegemonía capitalista. La crítica al capitalismo contemporáneo exige estudiar con precisión estas tendencias y describir las perspectivas de orientaciones a contramano de la lógica mercantil monetaria del capitalismo en el siglo XXI. Una deriva de la nueva situación del capitalismo en el mundo deviene del momento político de emergencia y visibilidad de la ultraderecha en la disputa de la gestión del orden capitalista. Es lo que ocurre con el papel de Trump desde 2016, la orientación inglesa por el Brexit, la presencia de los Bolsonaro, las Meloni o los Milei. La emergencia de la ultraderecha expresa la desesperación del poder global ante la crisis, tal como hace un siglo se manifestó con la emergencia del fascismo. Hoy adquiere formatos en desarrollo, cuyas consecuencias aún resta considerar, pero asociadas a un clima de guerra y militarización, como acontece en Europa o en el genocidio de Israel sobre Gaza o la invasión al Líbano y el involucramiento creciente de potencias nucleares en conflictos con resultados imprevisible. La crisis capitalista está en la base de los problemas de nuestro tiempo. ¿Cómo se supera la crisis? Depende de las iniciativas en juego. Por un lado, está la ultraderecha y en contraposición proyectos políticos que insisten en que el capitalismo es reformable desde su interior. Por otro lado, quizá tenga razón Milei cuando denuncia que el problema es entre el capitalismo y el socialismo, lo que promueve una recreación de la estrategia socialista en momentos de descrédito de la propuesta, derivado de la caída de la URSS y el este de Europa. En definitiva, la creación de una sociedad no sustentada en la explotación o el saqueo de los bienes comunes sigue siendo una asignatura pendiente de la humanidad. Se trata de un debate político cultural que deambula en las discusiones de variados ámbitos del movimiento popular y que convoca a discutir en torno a las alternativas al orden capitalista en crisis. Buenos Aires, 4 de octubre de 2024

Un miércoles de lucha, de jubilados y universitarios

Hoy estuve en la cita habitual de los “miércoles de los jubilados”, y había muchísima gente, ya que coincidía con la movilización en “defensa de la Universidad Pública”. Un mundo de gente copó las calles de Buenos Aires, como ocurrió en otras ciudades del país, y no podría haber habido operativo anti piquetes, ya que las calles en torno al Congreso estaban colmadas de militancia, organizada y suelta (por su cuenta). Del Congreso hacia la 9 de julio toda la Avenida de Mayo copada, ídem por Callao desde Rivadavia a Corrientes. El operativo policial no estuvo destinado a sacar a la gente de las calles, sino a alejar el tránsito del lugar de convocatoria. Multitud trajinando en uno y otro sentido. Con humor interno me interrogaba por qué unos vamos en un rumbo y otros a contramano entorpeciendo el tránsito de la movilización. Todos bajo el mismo objetivo y cada quién buscando donde estacionarse para expresar colectivamente su descontento. Bandas musicales, transeúntes atrás de carteles, padres y madres explicando a sus hijos o menores acompañantes distintas cuestiones atinentes a los marchantes. Puestos de choripán y alimentación, de banderas y suvenires, como identificación socio popular de un acontecimiento social de masas. Una multitud constituida en sujeto por consignas que reivindican una tradición histórica asociada a la reforma universitaria, la escuela pública y al derecho a la educación, y también solidaria con el reclamo de pensionados y jubilados. Por ahí escuché que éramos más de 500.000, quizá más, o menos, pero inmensa movilización. Una reivindicación muy sentida, como la solidaridad con los jubilados. En medio de la multitud se escuchaba la vos del orador de la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilados y Pensionadas especificando el reclamo en el marco de una protesta que trasciende la demanda previsional y educativa. Se aludía al día internacional de lucha conmemorado ayer, 1 de octubre, en sintonía con una campaña global de la Unión Internacional Sindical de la Federación Sindical Mundial, la UIS-FSM. Un periodista decía que era una movilización legítima, como lo era el gobierno Milei, algo que se pone en duda en este momento, especialmente por los vetos a las leyes del Congreso, la del financiamiento previsional y universitario, aun no vetada, pero si anunciado su materialización para esta semana. La política en debate Más allá de la legitimidad, la discusión es sobre la política, la de la representación expresada en la institucionalidad constitucional, desafiada por los vetos, constitucionales pero autoritarios, del poder ejecutivo. Pero, por otro lado, la política de la organización y movilización social. El país está cambiando y por eso hay un ultra liberal en la presidencia y un reordenamiento de las propuestas políticas. Lo tradicional partidario saltó por el aire. La ultraderecha ya no necesita de un “golpe militar” (cívico, eclesial, militar, etc.). Ahora tiene votos y se constituye como partido nacional para disputar próximos turnos electorales, en 2025 y 2027. Todo el arco político de la tradición partidaria estalló. Es más, si antes la divisoria era gobiernos dictatoriales vs constitucionales, y estos eran un debate entre radicalismo y peronismo (hegemonizando frentes), ya en los últimos años, pos crisis 2001, la lógica de la disputa y el debate fue entre kirchnerismo y macrismo, detrás de quienes se enrolaban distintas vertientes de las principales tradiciones políticas, especialmente radicales y peronistas. La novedad se potencia en la coyuntura política. La derecha tiene su interna y Milei aparece disputando la hegemonía. Quienes debaten a la ultra derecha y disputan la gestión capitalista están en reorganización, para lanzar nuevos liderazgos, con vieja o nueva música. La izquierda también en recomposición, visible en representación institucional por la tradición trotskista y sin articular, aun, con una inmensa expresión crítica al capitalismo de diferentes tradiciones, en el marxismo y más allá en el nacionalismo popular y revolucionario. No solo hay reagrupamientos en los partidos, sino también en el movimiento social, en donde se disputa el proyecto político que los conducirá. ¿Será la ultraderecha en el gobierno la que hegemonizará al movimiento social y a la sociedad? Es lo que quisieran y por eso vemos una estética de movilización en el lanzamiento nacional de La Libertad Avanza (LLA) en Parque Lezama, todo para la disputa electoral. ¿Serán los partidos tradicionales bajo la nueva música o formatos frentistas? La imaginación vuela en variados agrupamientos que pregonan la unidad bajo algún paraguas con perspectiva electoral. ¿Podrá la izquierda con la crítica al capitalismo y la propuesta anticapitalista ser espacio de acumulación para el movimiento popular en su búsqueda de referencia política actual? ¿Podrá articular con sectores aún atrapados en el campo del “posibilismo” o las tradiciones de gestión reformista del régimen del capital? Los interrogantes aluden a un momento de reorganización socio económica del capitalismo contemporáneo y en donde las formas de representación política están siendo discutidas. Muchos imaginan que pueden contener las luchas en viejas expresiones del poder burgués, por lo que también marchan y buscan ser representación de la multitud. En todo caso, la búsqueda tiene que estar en transitar nuevos desafíos para construir una sociedad en contra y más allá del capitalismo. Son reflexiones en el medio del tumulto de una gigantesca movilización, que aúna las reivindicaciones en defensa del movimiento de jubilados y por la Universidad Pública y en donde la acumulación política está en discusión. Buenos Aires, 2 de octubre de 2024

Crisis y pérdida de consenso

Los datos económicos sociales siguen siendo negativos tal como lo venimos anunciado de modo recurrente. Quizás la novedad en esta altura es que empieza a impactar sobre el consenso sociopolítico hacia el gobierno de Javier Milei. Economía y malestar. Empieza a haber referencias en los medios de comunicación, derivadas de análisis y encuestas diversos, de que estaría cambiando el humor de la sociedad. El INDEC informó en estos días que la producción industrial manufacturera al mes de julio tuvo una caída interanual, es decir, desde mediados del año pasado hasta el actual, del 5,4%. Y en lo que va de este año de enero a julio, comparado con enero-julio del año pasado un 14,6% de caída. Por mas que se muestre que la inflación esta en torno del 4% mensual, incluso con alguna perspectiva de baja, impacta en el nivel de actividad, del empleo, por lo tanto, en las perspectivas de crecimiento del desempleo y de la pobreza. Esta semana próxima, el jueves 26, tendremos el dato de pobreza e indigencia del primer semestre, transcurrido por entero en gobierno de Milei. Todo lo que anticipo la UCA, todo lo que se viene señalando que va a ser superior al 41% que dejo la administración de Alberto Fernández. Y, por lo tanto, ese impacto socioeconómico con datos estadísticos oficiales va a señalar una realidad muy dura. También el viernes próximo se va a conocer la situación de la posición internacional de la Argentina, el balance de pagos, especialmente el tema de la deuda que viene creciendo mucho. Deuda en pesos y en dólares, atada a la negociación con el FMI, se está terminando el tema de las diez auditorias trimestrales del FMI y hay una expectativa de que está pautado de que si se cumplía con las 10 revisiones del FMI podía haber una ampliación de recursos. Tengamos en cuenta que el gobierno de Alberto Fernández desistió que el Fondo siguiera liquidando el préstamo acordado, y por lo tanto el gobierno Milei, que necesita de esos recursos, puede seguir pensando en acrecer la deuda externa. Por eso en estas horas tanto el ministro de economía como el presidente, la canciller y otros funcionarios están en EEUU para un discurso previsible en Naciones Unidas. Será de crítica a la agenda medioambiental de las Naciones Unidas y de reivindicación de su programa ultraliberal en tanto pretensión de poner agenda a la derecha mundial, para impulsar la liberalización de la economía en todo el planeta. Vamos a insistir en que estos datos de la realidad (que no modifican lo que venimos señalando en los últimos tiempos respecto de cuál es el resultado de la gestión Milei que es recesión, desempleo y deterioro de las condiciones de vida) empiezan a tener impacto en el consenso. ¿Y la política? El problema es que no alcanza con que disminuya el consenso o que crezca la valoración negativa del gobierno, el tema es siempre qué política se le opone. El plano de la política esta todo muy movido en la Argentina actual, por eso pensar en qué va a pasar en la economía argentina del próximo periodo mucho tiene que ver con qué pasa en la política y ya se está pensando en 2025 en las elecciones de medio tiempo. Hay movimientos por todos lados: hacia la derecha, el gobierno y La libertad Avanza quieren erigirse en nueva hegemonía de la derecha en la Argentina. Aquello que alguna vez fue el partido militar, que alguna vez pretendió Álvaro Alsogaray, que en algún momento Carlos Menem asumió el liderazgo de la derecha argentina, incluso en alianza con los Alsogaray. Mauricio Macri intentó a su vez ser el jefe de la derecha en la Argentina, hoy trata de mantener ese lugar, pero el actual presidente se lo está disputando con mucha fuerza. Y en la derecha hay muchos movimientos para consolidar un proyecto político con consenso social bastante ampliado, que encabeza el actual jefe de Estado. Y en el resto del escenario político hay mucho debate. En el peronismo se está discutiendo la renovación, así como a fines de los 80 Menem y Antonio Cafiero disputaron la renovación del peronismo y termino planteando un proyecto del peronismo encabezando el neoliberalismo, hoy hay una disputa clara de nuevas expresiones de liderazgo. Se da entre sectores mas jóvenes, entre ellos destaca el debate Máximo Kirchner- Axel Kiciloff como dos dirigentes muy importantes. También aparecen otros nombres, como el de Wado de Pedro. La izquierda está desafiada a mantenerse en una dinámica de acumulación tratando de recoger el descontento o de animarse a mucha más amplitud, convocando a sectores de izquierda no representados por los partidos tradicionales con representación electoral. Y por lo tanto generar un bloque político con proyección de izquierda. La dinámica la está dando el movimiento social popular. En el ámbito sindical, parece avanzar la unidad de los sectores sindicales del transporte para frenar en primer lugar la privatización de Aerolíneas. También la novedad de las CTAs que avanzan en procesos de unidad de acción, no necesariamente unidad institucional, pero si una mayor articulación de unidad sindical para confrontar con el proyecto político y económico del gobierno de ultraderecha Por lo tanto hay que ver que junto con la continuidad del deterioro, empiezan a aparecer señales de degaste político y por lo tanto se abren escenarios políticos interesantes para pensar escenarios alternativos. 22 de septiembre del 2024

Un presupuesto para el ajuste

El presidente presentó un presupuesto 2025 para el ajuste. Ratifica lo que ha hecho el gobierno de Javier Milei desde que asumió en diciembre de 2023. Las metas presupuestarias son de relativa y escasa importancia porque dependen de lo que el gobierno imagina en materia de crecimiento. En esa materia predice un rebote del 5% para una caída de este año que puede ser de un nivel similar. Con lo cual en los dos primeros años de gobierno tendríamos crecimiento cero entre la caída del 2024 y el crecimiento de 2025. Por lo demás no hay ninguna evidencia de que habrá un crecimiento este año. Y de haberlo no hay indicios de que implique distribución del ingreso y mejora de las condiciones de vida de la población para el próximo año. En particular cuando se ratifica que la prioridad es el equilibrio fiscal, orientado al pago de la deuda. Se confirma una vez más el carácter de hipoteca del endeudamiento. Se privilegia el pago de los intereses y la renovación de los vencimientos de capital, sobre todo con expectativas que siguen abriéndose respecto de que el Fondo Monetario Internacional pueda liberar nuevos recursos que ampliarían el compromiso de la Argentina a futuro. El ajuste permanente. Eso facilita los objetivos del gobierno, que están asociados al ajuste y que en este caso muy particular se consolida en el tema de jubilados y de los salarios estatales. Se potenciará asimismo la disminución de transferencias a las provincias, pidiendo a los gobernadores que actúen en consecuencia y que repliquen la política de ajuste que está planteada al nivel del estado nacional. Lo que se intenta es que los socios políticos en el parlamento que consolidan los objetivos del ajuste y de la reestructuración reaccionaria del gobierno de Javier Milei repliquen esa política en las provincias. Eso supone deterioro de las condiciones de vida en los ámbitos provinciales, disminución de los salarios de los trabajadores provinciales y municipales y declive del cumplimiento de derechos económicos y sociales en las provincias. Y por lo tanto la consolidación de una línea de ajuste. La disminución de la inflación aparece como un objetivo. Siempre a partir de un diagnóstico que se verifica como erróneo, que es el de que se trata de una cuestión monetaria. Y por lo tanto se refuerza el propósito de no emisión monetaria y una potenciación de la política del ajuste. Lo increíble. Por eso el supuesto que definen las cifras del presupuesto 2025 no es creíble en materia de recuperación de la actividad económica y caída de los precios. Especialmente de uno de los precios que es el de la divisa, el tipo de cambio, donde la apuesta del gobierno es a contener con la “tablita” que supone la pequeña devaluación del 2% mensual, tratando de que converja la devaluación con la caída de los precios en escala global. Claro que no es el único precio que interviene para definir el proceso inflacionario de la economía argentina. Sí es un precio muy importante para definir la inflación, tal como el de las tarifas que hasta ahora vienen relativamente contenidas. Hubo incrementos muy relevantes de las tarifas de servicios públicos pero todavía tienen mucho para seguir creciendo. Y deteriorar en consecuencia las condiciones de vida de la mayoría de la población. Por eso decimos que ya sea por el lado del tipo de cambio, sea por el de las tarifas o el del conjunto de los precios, es difícil que se cumpla con la propuesta de disminución inflacionaria que está planteada en el presupuesto de 2025. El horizonte es de crecimiento de la conflictividad, como se está mostrando respecto a jubilados y jubiladas. Logran una solidaridad muy extendida en el ámbito social y político para confrontar con el veto a la movilidad y la perspectiva que alienta el gobierno de una más profunda y reaccionaria reforma jubilatoria y laboral. Son objetivos estratégicos que están planteados no solo en la ley “bases” sino en la perspectiva y las demandas del capital más concentrado en la Argentina. Y obviamente contenidos en los compromisos suscritos con el FMI. 17 de septiembre de 2024

Crisis mundial y contrapunto entre Petro y Milei en la ONU

La Asamblea General de Naciones Unidas discute la situación mundial en medio de una crisis irresuelta que viene de los acontecimientos del 2007/09 y una posterior desaceleración productiva respecto de tiempos previos. En coincidencia, la directora Gerente del FMI sostiene que “períodos largos de crecimiento económico lento pueden provocar un repunte en la desigualdad”, por lo que afirma: “La economía mundial se ha atascado en un ritmo bajo de crecimiento, lo que podría suponer un serio revés en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.” Un cuadro que se agrava con la contaminación ambiental derivada de un modelo productivista de saqueo de los bienes comunes y de exacerbación de la explotación de la fuerza de trabajo, lo que genera una secuela de deterioro en los ingresos populares y las condiciones laborales y de salud de la población trabajadora. El resultado es la desigualdad, con una brutal concentración del ingreso y de la riqueza en donde, según OXFAM , desde 2020, la fortuna de 5 individuos se ha duplicado mientras decreció la de 5.000 millones de personas. Importa destacar que esa temporalidad involucra a la pandemia por el COVID (2020-23), que supuso inmensas ganancias para laboratorios medicinales y el “negocio” de la salud, en una tendencia privatizadora que se viene desarrollando en el último medio siglo de políticas liberalizadoras. La guerra y el incremento del gasto militar es otra de las características de nuestro tiempo, en territorio de Ucrania o de Palestina, entre muchos en ls que se agudiza la amenaza de conflagración global. Por eso, la ONU discute la agenda del futuro y más allá del lenguaje diplomático de éste y otros cónclaves internacionales, vale destacar el contrapunto generado entre dos presidentes sudamericanos, Javier Milei y Gustavo Petro. Puntos de vista confrontados El argentino expresa a la vanguardia de ultraderecha con sus propuestas ultra liberales, en sintonía con el programa del gran capital, que demanda condiciones de maximización de la tasa de ganancia, afectada por las formas de funcionamiento del orden económico contemporáneo. El colombiano asume la vos de los pueblos ante el fracaso de los gobiernos para resolver la crisis económica, climática, política, asumiendo la defensa de los derechos de la sociedad y de la naturaleza. Sostiene Petro que “Es la hora de los pueblos. Si los gobiernos no pudieron, como aquí se demuestra, y decidieron jugar con bombas y guerras sin sentidos y matar niños y niñas, entonces es la hora de tomar la solución de los grandes problemas de la humanidad en las manos de la misma gente, de la gente sencilla de la humanidad". Milei por su parte criticó el “colectivismo” reinante en la ONU al destacar que “la Agenda 2030, aunque bien intencionada en sus metas, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional, de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados Nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas.” Remitiendo al poder económico y a los dichos de Milei, Petro señala que “… gritan: ¡Viva la libertad, carajo!, pero es solo la libertad del 1% más rico de la población mundial que, en su sentir mercantil y libre, nos lleva a la destrucción de la atmósfera y de la vida.” Agrega que “El libre mercado no era la libertad, como decían, sino la maximización de la muerte. Ese 1% más rico de la humanidad, la poderosa oligarquía global, es la que permite que se tiren bombas a las mujeres, ancianos y niños de Gaza, del Líbano o de Sudán; o se bloqueen económicamente los países rebeldes que no encajan en su dominio, como Cuba o como Venezuela, porque necesitan mostrar su poder de destrucción al 99% restante de la humanidad para que los dejen seguir dirigiendo el poder del mundo y apropiándose y acumulando cada vez más su riqueza.” Milei rechaza la inclusión de la agenda ambiental y de género, por ideológica, como combate toda experiencia nacional que se proponga críticas al capitalismo, caso de Cuba o Venezuela, destacando que la ONU se compromete con proyectos de países que amenazan objetivos originarios de la organización internacional y resta credibilidad ante “los ciudadanos del mundo libre”, por lo que reivindica al Estado de Israel, “único país de Medio Oriente, que defiende la democracia liberal”. El contrapunto se expresa en la propuesta civilizatoria, concentrada en la liberalización, proyecto originario del capitalismo, como respuesta a la crisis mundial en curso y a la re-significación del socialismo en nuestro tiempo. Así como la dictadura de Chile en 1973 y las del cono sur supusieron el inicio de la experiencia “neoliberal”, sustentada en las teoría de Mises, Hayek y Friedman, ahora, en el marco de la violencia de la desigualdad, la flexibilización y precarización laboral, la mayor explotación social, la crisis sanitaria, la guerra en ascenso, la amenaza ambiental, el presidente de Argentina sustenta aquellos valores de los “austríacos” y de la escuela de Chicago para hacer realidad el capitalismo del Siglo XXI. Petro se anima a resignificar al “socialismo” desde que el “saber humano es más colectivo que nunca”. Reivindica la tradición de la bandera roja de la “revolución contra el capital” y proclama en el presente una “de todos los colores, una bandera de toda la humanidad para defender su propia existencia en el planeta.” ¿Qué rumbo asumir? Las crisis convocan a cambios y así, luego de la década del 30 del siglo pasado, el capitalismo mutó en el cambio del hegemón y ante la presencia de la propuesta socialista promovió reformas para contener el conflicto social y la disputa del poder. Esa lógica de “reformas” devino en la crisis de rentabilidad de los 60/70 del siglo pasado y la respuesta “neoliberal” por medio siglo hasta la crisis en curso, por lo que el capital reanuda en esta coyuntura, su proyecto de máxima con la bandera de las ultraderechas. Son en definitiva parte de la ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. El problema es el “capitalismo” y su crisis, que encuentra variadas propuestas de superación, mayoritariamente en el marco del mantenimiento de las relaciones de producción capitalistas. Carlos Marx inspiró la lógica crítica a ese orden económico, social y cultural; y la dinámica de revoluciones desde entonces, sea la “comuna de Paris”, octubre del 17, la revolución en China, Vietnam, Nicaragua o Irán, con sus especificadas, no son más que experiencias por transitar procesos de construcción de un nuevo orden social. La ruptura del orden bipolar hacia fines del siglo XX habilitó la renovada ofensiva del capital, que hoy se manifiesta en los intentos vanguardistas de las ultraderechas para liquidar derechos históricos “democráticos” conquistados en la lucha popular bajo la consigna del anticapitalismo y el socialismo. Ese impulso trae al presente la experiencia de hace un siglo del fascismo, que ahora, bajo formas específicas intenta modelar a la sociedad contemporánea. Variadas son las resistencias que confrontan esas iniciativas y protagonizan nuevas búsquedas de rumbos por el anticapitalismo y el socialismo. Así, el cruce discursivo en la ONU, entre Milei y Petro se inscribe en un debate que protagonizan las clases dominantes, por un lado, para encontrar rumbos a la producción y realización de la plusvalía, y por otro lado, los pueblos para darle carnadura a la crítica del capitalismo y a la revolución. Buenos Aires, 26 de septiembre de 2024

Consideraciones sobre el avance de la derecha Una mirada desde la Argentina

Consideraciones sobre el avance de la derecha Una mirada desde la Argentina (Versión corregida por el autor de una exposición realizada en México ) El avance de las derechas políticas, unas más que agresivas y desafiantes que otras, nos promueven a la discusión sobre la crisis de alternativa política desde las izquierdas. El problema por lo tanto es como asumir e instalar en la sociedad una propuesta anticapitalista, antimperialista, anticolonial, contra el patriarcalismo y toda forma de discriminación, en defensa de la vida y de la naturaleza. Ese es el tema central que nos preocupa y por eso la respuesta popular a la ofensiva derechista es lo más importante. Las reflexiones que siguen tienen un anclaje territorial, más precisamente desde la Argentina, con un gobierno de ultraderecha como el de Javier Milei que pretende ser un líder del capitalismo global. Milei no se conforma con aplicar su política antipopular, de ajuste fiscal y regresiva reestructuración de las relaciones sociales capitalistas en la Argentina, sino que, en todos los foros internacionales, principalmente aquellos que tienen que ver con el capitalismo desarrollado y hegemónico, en Estados Unidos y en Europa, ahí lo veremos intentando difundir la receta del ajuste y la restructuración reaccionaria de las relaciones económicas sociales y políticas. Algunos se interrogan si se puede pretender desde la Argentina, un país atrasado y dependiente del sur del mundo, construir un imaginario para el capitalismo mundial. La pregunta es interesante, porque hace 50 años desde Chile, un país pequeño, atrasado y dependiente, bajo imperio de la dictadura militar de Pinochet se ensayó lo que hoy es conocido en todo el mundo como las “políticas neoliberales”. No hay tamaño de país para pensar la proyección que tiene un proyecto estratégico. Veamos un contraejemplo: ¿Qué importante ha sido y es para la revolución mundial la experiencia de un pequeño país como Cuba? Pese a ser una isla asediada y bloqueada por el imperialismo, Cuba sigue mostrando que la experiencia por la revolución tiene validez en pleno siglo XXI. Incluso, pesa tanto Cuba, que la agresión imperialista se extiende a los países de la región que articulan productiva y socialmente con la tierra de Martí, de Fidel y el Che, caso de Venezuela, apetecida por sus reservas internacionales de petróleo. Cuba es la gran batalla de la región latinoamericana. Lo que acontece en Argentina es una avanzada de lo que el poder económico mundial y los reaccionarios del capitalismo global aspiran para el mundo, por eso es una experiencia a prestarle atención. Hubo y hay sorpresa en la argentina con el triunfo electoral de Milei. En rigor, es parte de una tendencia de estos años con relación al avance de la ultraderecha en todo el planeta. En el año 2016 muchos se sorprendieron con la emergencia de Donald Trump en el gobierno de EEUU. No constituía parte de la tradición política estadounidense y sus políticas lo trascendieron pese a la derrota electoral en el intento de renovar mandato. Cuba sufre actualmente las políticas de agravamiento del bloqueo impulsadas por Trump y no desarmadas por Biden. Pocos dieron crédito en inicio al Brexit, contemporáneo y en sintonía con el fenómeno de Trump. En Brasil era impensado en 2018 el triunfo de Bolsonaro. Pese a no lograr la reelección, el “bolsonarismo” mantiene adhesión importante en la sociedad brasileña e incluso, para que Lula retome el gobierno debió conciliar con fuerzas del espectro de la derecha política de Brasil. La ultraderecha esta en varados países de la región, más allá de ls ejemplos mencionados. Si Trump, Bolsonaro y Milei han sido sorpresas en los respectivos países y en la política mundial, hay que dejar de sorprenderse y constatar que estamos en un momento de brutal ofensiva no solo económica, sino política y cultural del capital contra el trabajo, contra la naturaleza y contra la sociedad. El fenómeno contemporáneo es la presencia de la ultraderecha en ascenso en la política de variados países, expresando el proyecto más agresivo del capital hegemónico. Aun cuando en Francia hubo capacidad para confrontar a la ultraderecha, fue posible con la estrategia de coalición que involucro a la izquierda con la derecha, mediante el acuerdo de Mélenchon y Macron. En efecto, en aquellos territorios donde el que tenia mas fuerza para confrontar al frente nacionalista de Le Pen, era la opción a ser votada. Por lo tanto, no se trata solo de el peso de la izquierda en unidad, liderada por la “izquierda insumisa”, sino, la existencia de un acuerdo entre izquierda y derecha para confrontar al fascismo y a la ultraderecha. Lo esencial Ya no hay sorpresas, estamos asistiendo a una amenaza sobre América Latina y el Caribe, sobre el mundo, sobre la vida, que exacerba lo más reaccionario que tiene el capitalismo actual a escala mundial. Pero eso es el fenómeno, y lo que hay que considerar es la esencia. ¿Cuál es la razón de la emergencia de la ultraderecha como opción política con consenso electoral? Interrogante que nos remonta al consenso electoral de hace un siglo en Benito Mussolini, o ten Adolfo Hitler. No hay sorpresa en el ascenso electoral de las ultraderechas. La esencia es la crisis del capitalismo, una crisis que viene del 2007-2009 y que se exacerbó con la pandemia desde el 2020. La pandemia provocó el aislamiento obligatorio de quienes podían, ya que los sectores marginados y empobrecidos no tenían condiciones materiales de aislamiento. Son sectores sociales sin acceso a la vivienda, ni a internet o a la electricidad, ni a la salud o a la educación, ni al agua potable, por lo que debieron encontrar “soluciones” o sucumbir a un mayor deterioro de su condición de vida. Ese aislamiento y abandono relativo desde el –Estado y la política se constituyó en demanda de “libertad”, en el sentido que utiliza la ultraderecha para disputar consenso. Una libertad vinculada al libre comercio y a la propiedad privada de los medios de producción, libertad de mercado que ejercen los capitales mas concentrados, La crisis capitalista es la que convoca a una ofensiva y a una iniciativa política muy fuerte de las ultraderechas. A la crisis del 2007-2009 y la pandemia, debemos incorporar el escenario de guerra desde el 2022. No es solo en Europa, sino también la ofensiva genocida sobre Gaza y el pueblo palestino por el colonialismo impulsado por el estado de Israel y su principal apoyo mundial que es EEUU y los capitales más concentrados. Es una ofensiva militarista a escala global. Tengamos en cuenta que la producción de armas es una producción improductiva en los términos de la vida, porque la producción de armas, la producción militar, que sirve para destruir vidas y fuerzas productivas sociales de la humanidad no aportan más allá de un gasto que compite con los necesarios para la alimentación, la salud, la educación y muchos otros temas. Pero claro, en el capitalismo tiene objeto en la maximización de la ganancia, la acumulación y la dominación. Iniciativa política y estrategia Lo esencial a discutir es que ante la crisis del capitalismo los que nos hemos quedado sin respuesta para interpelar a la sociedad es la izquierda, el movimiento popular y revolucionario. No quiere eso decir que los que leen esto no están participando o asumiendo propuestas individuales o colectivas por transformaciones profundas y revolucionarias, pero la realidad es que no hemos ganado o conquistado la batalla por la conciencia y los corazones de nuestros pueblos. Porque son los mismos empobrecidos, los explotados, los excluidos, los que terminan optando por estas opciones de las ultraderechas. Por eso hay que ver que el problema esencial en la crisis del capitalismo. Claro, en otras crisis del capitalismo la respuesta alternativa era el socialismo, era la sociedad emancipada, sin explotación. Por eso la revolución rusa pudo abrirse camino en 1917, la revolución china, la revolución cubana, la revolución vietnamita, incluso la revolución sandinista del 1979 y la revolución iraní, ultimas expresiones revolucionarias desplegadas bajo esa lógica de lucha de clases mundial en un tiempo bipolar (1945-1991) que se terminó con la desarticulación de la URSS. El imaginario que se construyo a escala mundial en el último medio siglo fue progresivamente sobre la base de la liberalización de la economía, junto a una subjetividad individualista, potenciada con cambios en la estructura del trabajo, estimulando lo que se llama la “uberización”, que se expresa en múltiples formas de trabajo, especialmente desplegadas luego de la crisis de la pandemia y la digitalización de la economía mundial. La ultraderecha encontró ahí sus territorios de propaganda, de debate ideológico político y cultural y ustedes pueden ver ahora tenemos que recurrir a las plataformas como Netflix, que disputan horas diarias de la población mundial para ganar en conciencia. En estas horas, por ejemplo, las elecciones de Venezuela llevan un libreto que estuvo planteado en la campaña electoral, durante el día de la votación, y por supuesto desde ahí en adelante, por lo que hoy tenemos un nuevo “Guaidó” proclamado desde EEUU y las derechas globales compitiendo y disputando con la realidad de una lucha popular muy concreta que se desarrolla en Venezuela y en todos nuestros países. Iniciativa política Si el fenómeno es la ultraderecha y la esencia de la crisis del capital, lo que tenemos que ver nosotros es la dinámica de la iniciativa política confrontada. Por un lado, la iniciativa política de las derechas sustentadas en el poder económico. Se dice que Milei surge de afuera de la política, es un “outsider”, pero sin embargo fue un profesional de grupos económicos altamente concentrados y transnacionalizados en la Argentina. Ni hablar de que Trump, otro “outsider” es un multimillonario neoyorkino vinculado al poder económico de los EEUU y la lógica global. Detrás de Milei esta Elon Musk, por ejemplo, el multimillonario número 1 y sustenta su poder asociado a la economía de plataformas, en la digitalización, en la vanguardia del desarrollo tecnológico vinculado a la producción contemporánea, al cambio de matriz energética y por lo tanto hay una respuesta del gran capital ante los problemas del capitalismo contemporáneo. La iniciativa política de la derecha está buscando la coordinación, por lo tanto, la internacional de la ultraderecha funciona. Nosotros tenemos que apuntar a la construcción de un nuevo internacionalismo popular, un nuevo internacionalismo de las trabajadoras y los trabajadores, un internacionalismo de las luchas feministas, de las luchas ambientales, de las luchas sindicales, de las luchas territoriales, populares, por la soberanía alimentaria, energética y financiera, por las articulaciones globales que confronten contra la estrategia del poder. Por eso digo que viendo la dinámica de la lucha de clases contemporáneas lo que hay es una fuerte iniciativa de las ultraderechas por unificarse y nosotros necesitamos articular una estrategia compartida, aunque tengamos opiniones distintas. Este es un problema: no toda la ultraderecha piensa lo mismo. Por ejemplo, Bolsonaro y Trump son nacionalistas, Milei no lo es. Milei no es un nacionalista que defiende a la Argentina y al capitalismo argentino, sino que es un universalista, es un promotor capitalista del capitalismo global. Pero eso no les quita capacidad de articular, de reunirse y promover cumbres de la ultraderecha e intercambios bilaterales y multilaterales para conformar un programa común a escala global. Nosotros en nuestros territorios nos vivimos “contando las costillas”, tratando de mirar donde está el error del compañero/a de otro grupo de izquierda, de otro grupo del movimiento popular, en vez de pensar que a lo que debemos apostar es a múltiples tácticas con un objetivo de vencer a la ofensiva del capital en este tiempo histórico. Por eso la unidad y el internacionalismo son una prioridad, y no hago mas que recuperar a Carlos Marx en la Asociación Internacional de Trabajadores, AIT. Ahí estaba Marx y sus seguidores, los que hoy llamaríamos los marxistas, pero también estaban los socialistas a los que calificaba de utópicos, con quienes polemizó teóricamente. También estaban los anarquistas con los cuales Marx discutía teoría y política, sin impedir una articulación necesaria en la AIT, la primera internacional, que fue considerada autora ideológica de la Comuna de París, el primer intento de gobierno obrero en el mundo en 1871, y por lo tanto, pensar que es posible la unidad de acción aunque haya diferencias teóricas, concepciones disimiles sobre lo que es la sociedad anticapitalista, lo que es el socialismo, lo que es un futuro sin explotación, un tema que necesitamos debatir. El principal desafío es promover una respuesta popular articulada, algo que se intentó y se fue desvaneciendo en el camino, por ejemplo, con el Foro Social Mundial, FSM en el 2001. Habrá que ensayar múltiples formas de articulación como esta que se está haciendo ahora acá, intentando promover nuevos diálogos y escuchas de diversas propuestas desde la izquierda y el movimiento popular. Se trata de abrir nuestras cabezas, corazones a las propuestas múltiples que hay en la diversidad de las formas de lucha y organización del movimiento popular; de los pueblos originarios que tratan de traer sus cosmovisiones históricas a la disputa contemporánea; a los feminismos populares que han abierto un nuevo camino en la disputa contra el patriarcalismo evidenciando temas históricos de discriminación a la mujer y disidencias sexuales, pero resignificados en este momento. O el ambientalismo que nos pone a discutir el modelo productivo y de desarrollo contemporáneo. Por lo tanto, debemos discutir el programa, que está en las luchas del movimiento popular en su diversidad y que debe convocar a la síntesis. El programa tiene que ir en el mismo sentido de la formulación genérica contra el capitalismo. Si el capitalismo es una relación monetaria y mercantil, entonces, una propuesta programática tiene que desarmar todo lo que tenga que ver con la dominación mercantil-monetaria. Hay que recordar que el Che sostuvo en la década del 60 en Cuba, planteando la lucha por los derechos en contra de la mercantilización, en un desafío a la ley del valor. Hay que ir en contra de la mercantilización, algo que sustentó Hugo Chávez antes de morir, que no es lo que se ha desarrollado principalmente en Venezuela, pero que hay que retomar el camino por lo comunitario, por lo que va en contra de la lógica mercantil, de la lógica monetaria, de la lógica del lucro y de la ganancia, de la acumulación. Los términos de las soberanías, como la soberanía alimentaria, que no son soberanías nacionales, sino que son soberanías populares, por los alimentos, por el derecho a la energía, un tema que los compañeros y las compañeras de los sindicatos de la energía, como el Sindicato Mexicano de electricistas, SME, vienen planteando desde hace mucho tiempo con otros sindicatos y organizaciones de la energía en todo el territorio regional y mundial. El tema de la soberanía financiera para que encontremos mecanismos de financiamiento de formas de organización y de reproducción de la vida cotidiana que no tengan la lógica del mercado. Por eso la desmercantilización en primer lugar. Quiero terminar señalando que, si el fenómeno es el avance de la ultraderecha que, si la esencia del problema es la crisis del capitalismo y que en tercer lugar hay que ver la dinámica confrontada de la lucha de clases y las iniciativas del poder e iniciativas del movimiento popular, lo que hay que discutir finalmente es el tema de la respuesta popular. Nosotros estamos convocados a reconstruir un ciclo global para que se reinstale el imaginario por la revolución. Hace 100 años Mariátegui desde Perú discutía con los marxistas, los comunistas de América Latina que el “mito” del movimiento obrero latinoamericano y caribeño era la revolución socialista, a contramano de la tesis de los comunistas de época de hace un siglo era que había que ir por la revolución democrática burguesa para crear las condiciones de desarrollo del capitalismo y recién ahí el socialismo. Tenía razón Mariátegui entonces y ahora, como tenían razón los revolucionarios haitianos en 1804, que promovieron la primera revolución triunfante contra la esclavitud en el mundo. Por eso el poder jamás le perdono al pueblo de Haití esa revolución triunfante contra el esclavismo, que ya en EEUU generaba las condiciones de la acumulación originaria del capitalismo, en esa potencia única en el mundo que de colonia llego a imperio. Hay que reinstalar el debate por la revolución. Es un desafío para nosotros, porque la crisis capitalista no es solo un problema económico, la crisis del capitalismo, pensando en el capitalismo como un todo, es crisis económica, crisis política y crisis cultural, y por lo tanto, nosotros estamos desafiados a reinstalar una alternativa contra el capitalismo, para alentar y llevar un proceso de emancipación social, como creatividad del movimiento popular para ponerle freno a la ofensiva de la ultraderecha y generar las condiciones para otro mundo posible, que resuelva las necesidades de la mayoría de nuestros pueblos, especialmente, cuando el mundo está amenazado por la destrucción de la vida tal como promueve el militarismo actual y del metabolismo natural del planeta con un modelo productivo contaminante que destruye la vida humana. Presentación realizada en México, por plataforma, el 6/08/2024

Recuperar el mensaje del Che a los pueblos

Resulta imprescindible volver sobre el legado del Che, que poco antes de ser capturado y asesinado en Bolivia realiza un diagnóstico de la situación mundial, con una mirada desde el sur del mundo. Junto a la denuncia al capitalismo de época evidencia el papel de vanguardia del Estado estadounidense en las relaciones de dominación del sistema mundial. Bajo esas premisas sustenta una propuesta de lucha armada con base en su experiencia histórica en la revolución cubana, las luchas internacionalistas y expectativas de su experiencia en Bolivia y el compromiso de extender a su terruño de origen. El mensaje a los pueblos por medio de la Tricontinental es un grito de rebeldía y convocatoria a la lucha por el socialismo. Son los años sesenta de un siglo de revoluciones que hasta entonces, con Rusia, China o Cuba, pero especialmente la revolución vietnamita, en proceso junto a otros similares en Indochina, daban la nota del camino revolucionario. Pocos años después, en 1971, con el triunfo electoral de la Unidad Popular en Chile se habilitó un debate sobre las “vías de la revolución”, armada o pacífica. En rigor, en 1973, el golpe pinochetista cerró la discusión para ambas propuestas y habilitó la ofensiva capitalista con las desastrosas consecuencias que hoy sufren los pueblos del continente y del mundo. Nicaragua e Irán serán las últimas versiones de procesos revolucionarios de un tiempo iniciado en 1848, ensayado y abortado tempranamente en 1871 y “exitoso”, en tanto “modelo” entre 1917 y 1979. La descripción del Che sobre las consecuencias sociales del capitalismo en su desarrollo imperialista se acrecentó desde entonces a la luz de los datos que hoy devuelve la explotación global de la fuerza de trabajo, el saqueo gigantesco sobre los bienes comunes, especialmente en el sur del mundo y la dinámica de la dominación derivada de la innovación tecnológica y la digitalización. Son procesos que intervienen en la subjetividad de la sociedad contemporánea y habilitó recientemente la emergencia de la ultraderecha en la dirección de las políticas públicas para superar la crisis capitalista, evidenciada entre 2007/09 e insuperada, acrecentando la crueldad y agresividad de la dominación en la apropiación global del plusvalor. Es que como hace un siglo, bajo novedosas condiciones, el acceso al poder de Mussolini o de Hitler se sustentó en el consenso electoral. Nuestro tiempo retoma el fenómeno de la guerra que explicita el Che, ahora en Europa, Palestina u otros territorios, agravado con el acceso a los gobiernos de propuestas ultra liberales, casos emblemáticos de Trump, Bolsonaro o Milei. La derrota del proyecto estratégico de la izquierda, en el mundo, a manos de la ofensiva capitalista desde hace ya medio siglo, nos exige reflexionar sobre el mensaje del Che. Un texto escrito en momentos de auge de la iniciativa política popular de izquierda y revolucionaria, en los años sesenta del siglo pasado. Era un tiempo de entusiasmo en la perspectiva anticapitalista, anticolonial y antiimperialista, de horizonte socialista, que más allá de las críticas, que el propio texto recoge a las desavenencias entre la URSS y China, ofrecía un futuro posible por la revolución socialista. Se trataba de un objetivo que tres décadas antes había formulado el amauta José Carlos Mariátegui para la revolución latinoamericana y caribeña. Nuestro tiempo, en esta tercera década del Siglo XXI, nos enfrenta a un desafío por reconstruir subjetividad masiva consciente de la crítica al capitalismo actual, junto a la construcción de un programa sustentado en las reivindicaciones de los sujetos en lucha, entre las trabajadoras y los trabajadores y sus nuevas experiencias en el sindicalismo de nuevo cuño, en confrontación con la burocracia sindical y la lucha por reivindicaciones de un reformismo que no alcanza propósitos por la revolución; tanto como de otros sujetos fuertemente visibilizados en la coyuntura, sean los pueblos originarios, los feminismos populares y los colectivos de lucha en defensa del medio ambiente y en contra del modelo productivo y de desarrollo depredador de la vida social y natural. Resulta vital construir los instrumentos políticos necesarios para esa batalla integral que necesita de la unidad, demandada enfáticamente por el Che en su mensaje a los pueblos. Un logro de la ofensiva capitalista es la fragmentación del sujeto popular para la lucha por la revolución. Se manifiesta objetivamente en reorganización de las relaciones capitalistas en la esfera económica, con tendencias crecientes a la “uberización” y con ello al individualismo y al sálvese quien pueda bajo la lógica ideológica del liberalismo a ultranza, expresión del “éxito” electoral de las derechas. Son muchas las luchas populares, incluso los logros en evidenciar nuevas agendas de confrontación con la lógica del capital, no solo en el ámbito laboral de concentración de la relación capital trabajo, sino también en hacer explícitos los derechos de los pueblos originarios, de las mujeres, las disidencias y diversidades sexuales, las luchas ambientales, entre variadas formas de articulación de la protesta contra el régimen del capital. La articulación de ese conjunto de manifestaciones diversas de la lucha de clases, en un proyecto político que dispute el poder y construya el imaginario popular por la nueva sociedad. Se trata de construir un horizonte de posibilidad socialista o comunista para canalizar descontentos y protestas sociales. Recuperar al Che y con él, la teoría de la revolución, supone, como como con Carlos Marx, hacer la crítica situada al capitalismo de época. Con Marx podemos pensar la hegemonía del “capital ficticio” en tiempos de internacionalización de la producción, transnacionalización del capital y la vanguardia de las plataformas, la nube, la innovación, la robotización, la inteligencia artificial y la digitalización; junto a las nuevas formas que asume la explotación y el saqueo para la apropiación del plusvalor bajo distintas formas actualizadas de la renta, sea del suelo o del dinero. El Che nos convoca a pensar los caminos de construcción de la subjetividad popular consciente por la revolución, asumiendo el programa que hoy construyen los pueblos en la demanda de soberanía alimentaria, energética o financiera. En el estímulo a las formas comunitarias de organización social, a la autogestión y la cooperación, a la producción de bienes de consumo y no de valor, tal como sostuvo en sus debates teóricos en los años 60 desde sus funciones de gobierno en la organización de la producción en Cuba. La unidad sustentada por el Che recoge la consigna levantada por Marx sobre el internacionalismo proletario en tiempos de constitución de la clase obrera como clase para sí, para la revolución y la emancipación. La complejidad del desarrollo capitalista contemporáneo nos impone recuperar la esencia de la crítica al régimen del capital, incluyendo el objetivo unitario de las luchas y organizaciones obreras y populares en contra de la dominación colonial, imperial, capitalista, del patriarcado y de toda forma de discriminación y racismo, en tanto condiciones de posibilidad para hacer realidad la perspectiva socialista por la que luchó el Che. Buenos Aires, 21 de agosto de 2024

El capitalismo que resulta del trio Milei Caputo Sturzenegger

Esto no va más sostienen muchos en un marco de alta inflación y tendencias recesivas en la actividad económica, más allá de la actividad primario exportadora, que encima, no liquida integralmente la cosecha. Opinión contraria sostiene el gobierno de Milei, que alude al piso entre abril y mayo y una recomposición de salarios y actividad que los demás “no ven”. En rigor, ni una, ni otra. La realidad del crecimiento de la pobreza y de la desigualdad es simultánea a la mayor apropiación del excedente económico de los sectores concentrados de la economía local. ¿Quién dijo que el capitalismo es siempre crecimiento y distribución del ingreso y la riqueza? El capitalismo local está en reconstrucción reaccionaria y lo gestiona el tridente del Presidente y sus dos ministros, el de economía y el de desregulación. La reconstrucción es una entre tantas desde el origen del país capitalista, y en cada una de ellas emerge un bloque social en el poder y otro, de mayoría social, subordinado. La dictadura propuso una reestructuración del poder que con idas y vueltas a través de los años nos devuelve el presente del ajuste, sea la licuadora o la motosierra, como base esencial de la política económica que gestiona Luis Caputo. Como no alcanza con el ajuste licuadora o motosierra, la tarea de reorganizar las relaciones sociales, el cambio estructural, es la tarea encomendada a Federico Sturzenegger. Milei es quien hace políticamente posible el ajuste que gerencia Caputo y la reestructuración que encara Sturzenegger. Un trío imprescindible para la masacre social. Se trata del trío que gestiona hoy el capitalismo local, más allá de cualquier consideración sobre si hay cepo o se levanta, si hay dólares o no para la disposición de la política pública y el pago de la deuda, si se sale de la recesión en corto o en largo plazo. Milei es el reaseguro de las clases dominantes para el ajuste y la reestructuración, aun cuando no les gusten sus modos o decires. Es quien logró el consenso social ampliado para disciplinar el conflicto social, incluso con la represión del protocolo comandado por Patricia Bullrich, y subordinar a los de abajo, a los sectores de menores ingresos, a las condiciones que hoy impone la búsqueda de ganancias concentradas. De hecho, ya se hizo bastante con el DNU70/23 y la ley de Bases, especialmente con la facultades delegadas, y puede seguir profundizando su política reaccionaria o quedar en el camino, sea porque se potencie la resistencia social derivada del hartazgo ante las “no solucione” a las expectativas de los votantes empobrecidos, o sea derivado de las inconsistencias internas de la política económica, entre la “devaluación” o la “dolarización”, o entre los políticos de “La Libertad Avanza”, o de sus socios temporarios o permanentes en el macrismo, el radicalismo, el peronismo o variadas tribus subordinadas. El trabajo sucio de toda reestructuración está en marcha y durará lo que dure para reencauzar la lógica sistémica de la ganancia bajo condiciones de democracia liberal de buenos modales. Es lo que favoreció Domingo Cavallo en sus gestiones durante la dictadura o en tiempos constitucionales. El capitalismo en crisis necesita de experiencias locales que muestren el rumbo de la necesaria reestructuración. Así como el Chile de Pinochet y sus Chicago boys fueron el modelo ensayado para la extensión neoliberal, Argentina pretende mostrar un rumbo de exacerbada liberalización económica. El futuro cercano Es una incógnita el futuro, sujeto a las vicisitudes de la “política”. Milei llegó a la presidencia producto de opciones relativas a la gestión del capitalismo local en tiempos de crisis mundial del capitalismo. Una crisis que trasciende las relaciones económicas y se manifiesta en la política con el ascenso de las derechas, en plural, unas más a la derecha que otras, pero todas las opciones de la política con posibilidad de gobernar discuten la gestión del capitalismo. Hay frenos a las derechas, explicitadas en gobiernos que levantan programas de reformas, sustentados en procesos de distribución del ingreso y reivindicaciones a favor de satisfacer derechos, que no cuestionan el orden capitalista y por ello, se someten al boicot del capital hegemónico, no solo de cada país, sino del sistema mundial. Por eso, el mundo reconoce hoy sanciones unilaterales de todo tipo, económicas, políticas, diplomáticas, militares, intentando subordinar cualquier proyecto que se salga del límite de lo permitido por el régimen de liberalización del orden económico. Lo que pretendemos señalar es que la civilización contemporánea tiene que retomar un horizonte de crítica al capitalismo, no solo para pensar el país, sino la sociedad mundial. Argentina, como parte del sistema mundial, vive la ofensiva del capital más concentrado y de la ultraderecha política. Mientras esto acontece, los cambios reaccionarios ocurren con saldos socioeconómicos alarmantes en términos de pobreza, desempleo, deterioro de las condiciones de vida de millones de personas, resumidas en la extensión de la brecha de la desigualdad. ¿Estamos condenados a este presente y destino? No necesariamente, si es que otros valores para la convivencia social se instalan, incluso de convivio con la naturaleza, claro que no es solo una cuestión nacional, pero se empieza por casa. Por eso, más allá del debate mediático instalado en la espera de las divisas que traería el Régimen de Incentivos a Grandes Inversores, RIGI; o un nuevo acuerdo con el FMI o algún préstamo con garantía del oro, que para eso se lo traslada a Inglaterra; sostenemos un rumbo alternativo asentado en la des-mercantilización de la vida cotidiana, empujando proyectos solidarios, de autogestión, no lucrativos, de cooperación y comunitarios como propuesta de organización económica social alterativa del orden vigente. La propuesta remite a la política, ya que ese es el origen del gobierno de la ultraderecha. El tridente Milei, Caputo, Sturzenegger, que gestiona la economía de la reestructuración capitalista avanzará todo lo que se lo deje, mientras no aparezca una propuesta política que entusiasme a la mayoría social para encarnar un ciclo de transformaciones con otros valores. Queda claro que ello requiere confrontar con el poder y los valores que remiten a la construcción del capitalismo en este tiempo. En otros tiempos se pensaron y actuaron formas de confrontación, en partidos, sindicatos, organizaciones sociales y económicas diversas, que con el tiempo fueron absorbidas por la lógica dominante. Hoy necesitan ser recreadas o reformuladas en las condiciones actuales de la explotación ampliada de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes que agrede las posibilidades de reproducción de la vida. Se trata de pensar más allá del capitalismo, que como vemos, bajo mecanismos de democracia liberal, con idas y vueltas, el programa reaccionario de la restauración conservadora de la dictadura militar del 76/83, ahora se remoza y avanza con consenso electoral. Existe un futuro distinto si reconocemos que hay vida más allá del régimen del capital, que demanda una etapa de freno y reversión de las medidas en curso y otra de más largo alienta que supone cambiar el conjunto de las relaciones sociales a favor de satisfacer necesidades y derechos de lka sociedad y de la naturaleza. Buenos Aires, 19 de agosto de 2024