El capitalismo que resulta del trio Milei Caputo Sturzenegger
Esto no va más sostienen muchos en un marco de alta inflación y tendencias recesivas en la actividad económica, más allá de la actividad primario exportadora, que encima, no liquida integralmente la cosecha. Opinión contraria sostiene el gobierno de Milei, que alude al piso entre abril y mayo y una recomposición de salarios y actividad que los demás “no ven”. En rigor, ni una, ni otra. La realidad del crecimiento de la pobreza y de la desigualdad es simultánea a la mayor apropiación del excedente económico de los sectores concentrados de la economía local.
¿Quién dijo que el capitalismo es siempre crecimiento y distribución del ingreso y la riqueza? El capitalismo local está en reconstrucción reaccionaria y lo gestiona el tridente del Presidente y sus dos ministros, el de economía y el de desregulación. La reconstrucción es una entre tantas desde el origen del país capitalista, y en cada una de ellas emerge un bloque social en el poder y otro, de mayoría social, subordinado.
La dictadura propuso una reestructuración del poder que con idas y vueltas a través de los años nos devuelve el presente del ajuste, sea la licuadora o la motosierra, como base esencial de la política económica que gestiona Luis Caputo. Como no alcanza con el ajuste licuadora o motosierra, la tarea de reorganizar las relaciones sociales, el cambio estructural, es la tarea encomendada a Federico Sturzenegger. Milei es quien hace políticamente posible el ajuste que gerencia Caputo y la reestructuración que encara Sturzenegger. Un trío imprescindible para la masacre social.
Se trata del trío que gestiona hoy el capitalismo local, más allá de cualquier consideración sobre si hay cepo o se levanta, si hay dólares o no para la disposición de la política pública y el pago de la deuda, si se sale de la recesión en corto o en largo plazo. Milei es el reaseguro de las clases dominantes para el ajuste y la reestructuración, aun cuando no les gusten sus modos o decires. Es quien logró el consenso social ampliado para disciplinar el conflicto social, incluso con la represión del protocolo comandado por Patricia Bullrich, y subordinar a los de abajo, a los sectores de menores ingresos, a las condiciones que hoy impone la búsqueda de ganancias concentradas.
De hecho, ya se hizo bastante con el DNU70/23 y la ley de Bases, especialmente con la facultades delegadas, y puede seguir profundizando su política reaccionaria o quedar en el camino, sea porque se potencie la resistencia social derivada del hartazgo ante las “no solucione” a las expectativas de los votantes empobrecidos, o sea derivado de las inconsistencias internas de la política económica, entre la “devaluación” o la “dolarización”, o entre los políticos de “La Libertad Avanza”, o de sus socios temporarios o permanentes en el macrismo, el radicalismo, el peronismo o variadas tribus subordinadas.
El trabajo sucio de toda reestructuración está en marcha y durará lo que dure para reencauzar la lógica sistémica de la ganancia bajo condiciones de democracia liberal de buenos modales. Es lo que favoreció Domingo Cavallo en sus gestiones durante la dictadura o en tiempos constitucionales. El capitalismo en crisis necesita de experiencias locales que muestren el rumbo de la necesaria reestructuración. Así como el Chile de Pinochet y sus Chicago boys fueron el modelo ensayado para la extensión neoliberal, Argentina pretende mostrar un rumbo de exacerbada liberalización económica.
El futuro cercano
Es una incógnita el futuro, sujeto a las vicisitudes de la “política”. Milei llegó a la presidencia producto de opciones relativas a la gestión del capitalismo local en tiempos de crisis mundial del capitalismo. Una crisis que trasciende las relaciones económicas y se manifiesta en la política con el ascenso de las derechas, en plural, unas más a la derecha que otras, pero todas las opciones de la política con posibilidad de gobernar discuten la gestión del capitalismo.
Hay frenos a las derechas, explicitadas en gobiernos que levantan programas de reformas, sustentados en procesos de distribución del ingreso y reivindicaciones a favor de satisfacer derechos, que no cuestionan el orden capitalista y por ello, se someten al boicot del capital hegemónico, no solo de cada país, sino del sistema mundial. Por eso, el mundo reconoce hoy sanciones unilaterales de todo tipo, económicas, políticas, diplomáticas, militares, intentando subordinar cualquier proyecto que se salga del límite de lo permitido por el régimen de liberalización del orden económico.
Lo que pretendemos señalar es que la civilización contemporánea tiene que retomar un horizonte de crítica al capitalismo, no solo para pensar el país, sino la sociedad mundial. Argentina, como parte del sistema mundial, vive la ofensiva del capital más concentrado y de la ultraderecha política. Mientras esto acontece, los cambios reaccionarios ocurren con saldos socioeconómicos alarmantes en términos de pobreza, desempleo, deterioro de las condiciones de vida de millones de personas, resumidas en la extensión de la brecha de la desigualdad.
¿Estamos condenados a este presente y destino? No necesariamente, si es que otros valores para la convivencia social se instalan, incluso de convivio con la naturaleza, claro que no es solo una cuestión nacional, pero se empieza por casa. Por eso, más allá del debate mediático instalado en la espera de las divisas que traería el Régimen de Incentivos a Grandes Inversores, RIGI; o un nuevo acuerdo con el FMI o algún préstamo con garantía del oro, que para eso se lo traslada a Inglaterra; sostenemos un rumbo alternativo asentado en la des-mercantilización de la vida cotidiana, empujando proyectos solidarios, de autogestión, no lucrativos, de cooperación y comunitarios como propuesta de organización económica social alterativa del orden vigente.
La propuesta remite a la política, ya que ese es el origen del gobierno de la ultraderecha. El tridente Milei, Caputo, Sturzenegger, que gestiona la economía de la reestructuración capitalista avanzará todo lo que se lo deje, mientras no aparezca una propuesta política que entusiasme a la mayoría social para encarnar un ciclo de transformaciones con otros valores. Queda claro que ello requiere confrontar con el poder y los valores que remiten a la construcción del capitalismo en este tiempo.
En otros tiempos se pensaron y actuaron formas de confrontación, en partidos, sindicatos, organizaciones sociales y económicas diversas, que con el tiempo fueron absorbidas por la lógica dominante. Hoy necesitan ser recreadas o reformuladas en las condiciones actuales de la explotación ampliada de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes que agrede las posibilidades de reproducción de la vida. Se trata de pensar más allá del capitalismo, que como vemos, bajo mecanismos de democracia liberal, con idas y vueltas, el programa reaccionario de la restauración conservadora de la dictadura militar del 76/83, ahora se remoza y avanza con consenso electoral.
Existe un futuro distinto si reconocemos que hay vida más allá del régimen del capital, que demanda una etapa de freno y reversión de las medidas en curso y otra de más largo alienta que supone cambiar el conjunto de las relaciones sociales a favor de satisfacer necesidades y derechos de lka sociedad y de la naturaleza.
Buenos Aires, 19 de agosto de 2024
Inflación y recesión en el deterioro de los ingresos populares (publicado en: https://t.co/BK5n5OGmxc)
Existe un consenso generalizado en que la realidad de la economía argentina está definida por la inflación y la caída del nivel de actividad en perspectiva recesiva.
Respecto de la inflación, en tanto suba generalizada de los precios de bienes y servicios, conviene resaltar que éstos, los precios, son el agregado del costo laboral, salarios y aportes a la seguridad social, si los hay; más los insumos en materiales, materias primas, herramientas, maquinarias e instalaciones, por lo menos sus amortizaciones, y claro; la ganancia empresaria.
En terminología usual, el costo de producción más la ganancia, y más precisamente, teóricamente, el valor, en términos de la suma del capital variable invertido en pago de la fuerza de trabajo, la reposición del capital constante y el plusvalor.
Así, el desagregado de valor expresado como precios, explicita la distribución entre salarios y ganancias, más allá de la recomposición del capital fijo invertido. Descomponer los precios nos interesa para discutir la distribución del ingreso, especialmente entre salario y ganancia
Si remitimos a la información oficial, lo que se confirma es una regresiva apropiación de los ingresos a favor de los propietarios de medios de producción y en desmedro de quienes viven de la venta de la fuerza de trabajo, que de un 100% perciben un 45%.
Es una tendencia recurrente desde 1975/76, más allá de cualquier recomposición temporal en ciertos momentos de la historia reciente y la base para explicar los elevados niveles de pobreza (55%) y de indigencia (20%).
La tendencia es a la baja de los ingresos populares. Por eso, la inflación en sí misma es un mecanismo de distribución regresiva del ingreso, ya que no todos pueden defenderse ante la suba de los precios y, de hecho, los ingresos populares, salarios, jubilaciones o beneficios sociales van muy por detrás de la suba de precios.
Con reactivación o recesión de la economía, tal como alguna vez se señaló, los salarios suben por la escalera y los precios lo hacen por el ascensor.
Recesión
La recesión, por su parte, agudiza la confrontación entre ingresos populares y las ganancias, por lo que, además de la regresiva distribución del ingreso, el gran capital demanda reformas estructurales, entre las que destacan las laborales y previsionales.
Eliminar derechos de trabajadores y trabajadoras, en actividad o jubilados/as es la gran demanda de los capitales más concentrados.
Ambos temas aparecen en la ley de Bases recientemente aprobada por el Congreso Nacional y son parte sustancial de la agenda del poder desde 1975/76.
La actividad económica muestra señales alarmantes de merma en el sector industrial y en el de servicios. La excepción deviene de la producción agropecuaria, fuertemente centralizada en grandes propietarios y exportadores, todos fuertemente transnacionalizados.
Por ello, aun cuando ese sector crezca, no derrama en el conjunto de pequeños y medianos productores, cooperativas y/o emprendimientos autogestionarios o comunitarios; mucho menos en el conjunto de la sociedad.
La baja del consumo popular es un hecho de nuestro tiempo y afecta al mercado interno, agravado con una lógica de política económica que privilegia al sector externo en tanto fuente de ingreso de divisas.
Divisas que tienen destino principal en atender las demandas de los acreedores externos y en la fuga de capitales.
Todo lo dicho apunta a destacar que el deterioro de los ingresos populares es resultado de una estrategia de acumulación de capitales, que más allá de la inflación o la recesión, solo favorece la lógica de la ganancia, de la acumulación y una inserción subordinada en el sistema capitalista mundial.
Vale señalar que solo se le pondrá fin a esta situación si la sociedad afectada se articula detrás de una propuesta que no solo rechace el ajuste y la reaccionaria reestructuración del modelo productivo y de desarrollo en curso, sino que aliente una estrategia productiva y de circulación favorable a la satisfacción de las necesidades sociales, a contramano de la lógica mercantil monetaria vigente.
Buenos Aires, 10 de agosto de 2024
Pánico bursátil de un lunes negro
Sorprendió a los analistas tradicionales de la prensa cotidiana la crisis bursátil del lunes 5 de agosto. Un lunes “negro”, en el que nadie se animó a pronosticar como seguirá. El desplome de la bolsa sacudió fuertemente a Japón, y generó una situación similar en Europa y en Estados Unidos, propagándose a todos los mercados de dinero del mundo. Hubo por horas un diagnóstico de “hecatombe”, aun cuando al final del día todo parecía en calma y nadie entre los especialistas se anima con un pronóstico certero sobre el futuro inmediato.
No todo lo que reluce es oro indica el dicho popular, y por eso, afirmamos que no fue sorpresa, y aun, cuando todo pareciera resuelto, lo que está detrás es la crisis contemporánea de la economía mundial, esa que se hizo visible entre 2007 y 2009 y que persiste con ritmos bajos de crecimiento, la desaceleración económica, que anticipa un futuro de recesión que no termina de cuajar.
El fenómeno pretendió explicarse con las subas de los tipos de interés del Banco Central de Japón, a contramano de la lógica estadounidense, en donde la Reserva Federal venía de anunciar probables bajas de las tasas para septiembre. Muchos demandan a la Reserva Federal que abandone la ortodoxia y baje los tipos de interés para reactivas una economía en donde crece el desempleo más allá de lo que consideran “normal”. Se trata de políticas económicas “nacionales” según las necesidades y lógica de sus respectivas economías locales. Japón necesitaba atraer capitales y por eso ofrece mejores rendimientos, mientras que, en EEUU, la ortodoxia monetarista pretende enfriar la economía y por eso sostiene elevadas tasas.
La especulación es que como subió más de lo previsto el desempleo en EEUU y pese a que no bajan lo suficiente los precios, la ansiada baja de intereses puedo producirse antes de lo anunciado por la Reserva Federal. En rigor, al capitalismo en EEUU le cuesta volver a la estabilidad de precios previa a la crisis del 2007/09 (bajar la inflación) y sostener el empleo y el ingreso de los trabajadores para evitar escaladas de descontento social y conflicto.
Esa contradicción en las decisiones de dos países de la dominación capitalista es expresión de la anarquía del capitalismo, un orden mundial sustentado en una producción global pero atravesado por políticas nacionales, no necesariamente convergentes. Ejemplificamos con Japón y EEUU, pero podríamos colocar otros ejemplos y ver lógicas diferenciadas, al punto que las autoridades argentinas, ultra liberales, elogiaron las restricciones imperantes a la circulación de divisas, el CEPO, para explicar el bajo impacto de la crisis bursátil y las incertidumbres del mercado mundial en el país. La intervención estatal les vino bien, curiosamente, a los liberales anti estado.
Crisis no resuelta
Lo de fondo es la crisis mundial no resuelta, que se manifiesta como “desaceleración” de la economía, un tema que viene de lejos, de la recesión del 2009, de la pandemia y la situación de guerra y aliento al gasto militar por conflictos estallados en el último tiempo, en Ucrania, Palestina y otros territorios.
El 2007 se presentó como una crisis “hipotecaria”, que derivó en “financiera” y cierre de bancos en el 2008, para expandirse como gran recesión en el 2009. La realidad es que el conjunto de problemas del 2007 al 2009 constituyó una recidiva de la crisis de rentabilidad de los capitales. Por lo tanto, el capitalismo mundial desde el 2007/09 viene respondiendo con una tasa de crecimiento ralentizada. El orden mundial ya no crece a los ritmos del periodo 1945 a 1975, los llamados “30 años gloriosos” del capitalismo que definía al “estado de bienestar”.
La respuesta desde entonces es una fortísima ofensiva del capital para retomar la tasa de rentabilidad, y por eso las políticas neoliberales que se ensayaron en Sudamérica bajo dictaduras, que luego se instalaron en EEUU y en Gran Bretaña como restauración conservadora. Un proceso que se asentó en el desarrollo del capital ficticio que alimentó la burbuja especulativa que domina el mercado mundial contemporáneo.
De hecho, una ofensiva del capital contra el trabajo en toda la línea y por eso en prácticamente todos los países hay un mandato actual del capital para reaccionarias reformas laborales y previsionales y así mejorar la rentabilidad del capital. Ese es el marco de la presencia de las ultraderechas y la liberalización en nuestro tiempo y que se manifiesta en las expectativas de excedentes en los mercados de dinero y capital.
Lo que aconteció en el lunes negro es parte de las incertidumbres del orden mundial, en disputa desde la multipolaridad que empuja China y varios países empujados a esas alianzas ante las sanciones unilaterales emanadas desde EEUU y que acompañan sus socios globales. El episodio bursátil japonés del 5/8 es una manifestación más de la crisis mundial del capitalismo, que empujan respuestas más agresivas para la ofensiva liberalizadora. La agresión es la militarización y la avanzada de una estrategia de mercantilización para el desarme de la institucionalidad sustentada en derechos.
Se discute como responden los bancos centrales de cada país, incluso sus contradicciones, pero se omite y no se considera la potencia de unas políticas que contemplen superar los problemas de una mayoría social empobrecida, en tanto constante del momento actual de la civilización contemporánea. La esencia y lo que oculta el “lunes negro” es una crisis general del capitalismo, sin horizontes alternativos de un proyecto político que sustente una reorganización económica de la sociedad con un imaginario civilizatorio no subordinado a la lógica monetario mercantil de la ganancia del capital concentrado.
Buenos Aires, 6 de agosto de 2024
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