La suba del dólar y los precios afecta a la mayoría (Publicado por FM En Tránsito: https://comunicacionsocial.org.ar/subida-del-dolar-blue/)

Asistimos a una corrida cambiaria provocada por sectores minoritarios de la economía, pero con una importante capacidad de intervenir en las modificaciones del tipo de cambio, o sea, el precio de las divisas extranjeras, especialmente el dólar. Para contrarrestar ese accionar está el BCRA que vende divisas de sus (escasísimas) reservas internacionales para evitar o aminorar las presiones alcistas del dólar. Por el contrario, compra divisa para sostener un tipo de cambio según sea la política económica. Por día, se realizan operaciones promedio de entre 150 y 300 millones de dólares, por lo que se trata de operadores con importante capacidad de ahorro en pesos. No se trata de pequeños ahorristas, aun cuando existe la posibilidad de cambiar hasta 200 dólares al mes. No son estas operaciones minoristas las que activan subas como las de las corridas de estos días. Veamos, a inicios de enero el dólar oficial se cotizaba a 185,4 pesos por dólar y el paralelo o ilegal a 342. Al 25 de abril, el oficial registraba un precio de 227,7 pesos por dólar (22,81% de aumento) y el paralelo llegó a 495 (44,73% de suba). La inflación acumuló en el primer trimestre un 21,7%. Si bien falta el dato de la suba de precios del mes de abril, los datos disponibles nos indican que el tipo de cambio oficial acompaña la suba general de precios, en una dinámica de devaluación similar a la inflación, algo muy distinto a lo que ocurre con el ilegal, que duplica la evolución alcista de los precios. El problema es que la referencia para la fijación de los precios cotidianos está en esa cotización del ilegal que los medios difunden minuto a minuto, instalando la “necesidad” de la remarcación. Ningún ingreso popular, salarios, jubilaciones o planes está actualizado por encima de la inflación, con lo que ante cada devaluación son perdedores natos. El problema es que muchos productos son dependientes de insumos importados, pero no todos y, en consecuencia, no es “necesario” que todos los bienes aumenten siguiendo la dinámica del paralelo o blue. Pero es lo que ocurre ante la incertidumbre y el trabajo persistente de los medios de comunicación, que terminan instalando un “sentido común” favorable a la suba. El “sentido común” es lo que las clases dominantes quieren que sea pensamiento normal, es decir, los menos que tienen excedentes de pesos en sus manos y mueven el amperímetro del alza del dólar son los grandes beneficiados con las subas, mientras que la mayoría de la sociedad, que vive de ingresos fijos, en pesos, sin posibilidad de actualizar, sufren las consecuencias del alza general de precios. Vale mencionar que, ante la fuerte suba de ayer, que llegó a 495, se anunciaron y ejecutaron medidas que hizo que hoy bajara la cotización a 475 pesos por dólar, más que los 462 que estaba el precio del dólar ayer, antes de la corrida. ¿Queda claro? El dólar bajó respecto del máximo de su cotización, pero se instaló en un nuevo piso. Puede aún bajar, pero de 342 que era la referencia de inicio del año, antes de la corrida ya estaba ayer antes de la gran suba en 462, un 35% más alto y por encima del promedio de la inflación y sin duda, de los ingresos populares. La devaluación del peso inducida por operaciones ilegales está legalizada con operaciones bursátiles a registros similares (contado con liquidación o dólar MEP), lo que acelera el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial y sostiene un ciclo de subas de precios en toda la economía, no de los ingresos de la mayoría de la sociedad. La devaluación perjudica a la mayoría y beneficia al núcleo concentrado del poder económico. La dolarización sería una exacerbación del proceso devaluatorio, por lo que se requiere otro rumbo del orden económico que ponga por delante la satisfacción de las necesidades populares. Buenos Aires, 26 de abril de 2023

¿Qué decir sobre la dolarización?

Dolarizar es un disparate, que solo beneficia a un sector muy concentrado de la economía, que necesita convertir el excedente económico en divisas para acumular en cualquier territorio del sistema mundial. Vale recordar al respecto los tiempos de la convertibilidad, sobre todo en la parte final, en la cual, los grandes beneficiarios del modelo Cavallo-Menem demandaban un paso adelante bajo la dolarización. Finalmente se impuso en 2001 una salida vía devaluación, favoreciendo al sector productivo. Ni la dolarización ni la devaluación son soluciones para los sectores empobrecidos. Con una u otro solo se consolidan fracciones del poder económico concentrado. La convertibilidad es un ejemplo de lo que puede pasar con la dolarización, ya que cuando se acaba la posibilidad de abonar la demanda con dólares o pesos convertibles a la población, aparecieron las “cuasi-monedas” (patacones entre otros) para resolver el pago de salarios y de ingresos de la población empobrecida. Por eso las graves consecuencias sociales de la convertibilidad, que terminó con un 57% de pobreza y un 21% de desempleo. Desde entonces, se instaló la pobreza y la indigencia como un fenómeno estructural del capitalismo local, que hoy registra un 40% de la población bajo la línea de la pobreza. Pero junto con la dolarización se presiona en el plano ideológico-político con la cotización del tipo de cambio, o sea, con la devaluación. Se actúa sobre el tipo de cambio legal financiero y el ilegal o “blue”. Más allá de lo legal o lo ilegal, esos dólares financieros son operados por sectores que tienen excedentes económicos disponibles. Un trabajador o una trabajadora, un jubilado o jubilada compra 100 o 200 dólares (que es el límite permitido por mes), hasta un pequeño ahorrista o un trabajador que tiene un mínimo excedente económico, pueden demandar divisas, pero eso no mueve el amperímetro del movimiento diario de operaciones. Si verificamos el movimiento en el mercado de divisas, observamos que el Banco Central, para tratar de contener el tipo e cambio vende 100, 200 o 300 millones de dólares diarios, o al revés, cuando compra dólares porque hay liquidación de soja o de exportaciones diversas, compra por 100, 200 o 300 millones. Lo que opera el mercado de cambios cotidianamente en la Argentina no tiene que ver con la compra de pequeños inversores. Tiene que ver con aquellos que tienen excedentes económicos y pueden operar cifras abultadas, por lo que el dólar sube y se traslada a precios en desmedro de la calidad de vida de la mayoría empobrecida. Precios y manipulación de las conciencias El precio de la divisa, del dólar, es uno mas de los precios que interviene en la evolución del conjunto de los precios de la economía, del fenómeno de la inflación. Los medios de comunicación informan a cada hora como esta cotizando el tipo de cambio. No están informando a cada hora el deterioro de las condiciones de vida, sino que concentran la información en la suba del tipo de cambio. Termina actuando en la manipulación de la conciencia social y generando un sentido sobre cuál debiera ser el tipo de cambio, construyendo sentido común en el conjunto de la sociedad. Hemos dicho que el “sentido común” es eso que las clases dominantes instalan como lo “normal”, el “deber ser”. Así, las clases dominantes quieren devaluación o dolarización y en ese sentido, trabajan el consenso mayoritario, aun en perjuicio de las condiciones de vida que supone el aumento de los precios, entre ellos, los de las divisas. La mayoría del pueblo argentino vive de ingresos fijos en moneda nacional y una devaluación del peso significa menor capacidad de compra de los ingresos populares, sean salarios, jubilaciones o planes sociales. Por eso, la campaña por la devaluación o por la dolarización se instala por los medios de comunicación e incluso a partir de la prédica de la mayoría de los “profesionales de la economía”. Los que nos asumimos en el campo de la crítica de la economía política explicamos que el cambio de denominación de la disciplina, desde la Economía Política a la Economía fue una maniobra distorsiva para entregar el discurso sobre los asuntos económicos, o sobre las relaciones socio económicas a “técnicos” al servicio de la dominación capitalista. El cambio se produjo para contrarrestar los avances de la crítica a la economía política de Carlos Marx, y es hacia 1890 que se le quita el apellido “política” a la economía. Así pretendieron transformarla en una “técnica”, de la que solo pueden opinar los que “saben”. La escuela que produjo ese cambio es el antecedente de los actuales libertarios, los que gritan su ortodoxia sistémica en los medios e intentan la manipulación social aprovechando el descontento en las políticas desplegadas por décadas. Dolarización y devaluación consolida beneficiarios y perjudicados Si en 2001 el debate de los sectores hegemónicos era entre devaluación o dolarización, hoy se reitera de nuevas formas, con más convergencia en las posiciones y en coincidencia con el ajuste y la reestructuración definidas por reaccionarias reformas laborales y previsionales. Nunca se propone desde el poder una reforma laboral para mejorar derechos y condiciones de ingreso y de vida de los trabajadores y trabajadoras. Tampoco están pensando en reformas previsionales para mejorar la calidad de la vida de los jubilados y jubiladas. El objetivo apunta a crear mejores condiciones para la obtención de ganancia, la acumulación de capitales y la reproducción de la lógica de dominación del capitalismo. Por eso la devaluación y/o la dolarización, interviene en la generación de la manipulación del consenso de la sociedad para que sectores empobrecidos y perjudicados por devaluaciones y políticas de dolarización breguen, pugnen, peleen y voten por ese proyecto económico que sustenta medidas antipopulares. A veces me consultan si no hace falta un “consenso político” en la Argentina para evitar esta situación. En rigor, lo que hace falta es romper el consenso en torno a la deuda y al FMI. Hay que buscar otro consenso, ya que oposición y oficialismo acordaron la renegociación con el FMI. Ese acuerdo sustenta el ajuste perpetuo y recurrente de la economía argentina y la búsqueda de subordinación y dependencia a la dinámica del endeudamiento público externo. Por eso, sustentamos una campaña popular para la suspensión de pagos de la deuda y una auditoria con participación popular; por la anulación del acuerdo con el FMI. Se trata del punto de partida, en tanto premisa básica para cambiar la política económica en la Argentina. Es el punto de inicio para reestructurar las relaciones económicas y proponer otro modelo productivo y de desarrollo. Se trata de romper los límites de gobiernos constitucionales que en 40 años de gobiernos constitucionales mantiene vigentes instrumentos definitorios de la inserción internacional subordinada, caso de la Ley de Entidades Financieras del año 1977. Esa ley de entidades financieras y la de inversiones externas de la dictadura militar fue la forma de insertar a la Argentina en la división internacional del trabajo que inauguró la concepción neoliberal de la económica, y el endeudamiento fue ese mecanismo de subordinación. “La Argentina esta necesitada de dólares” dicen. Claro, son dólares que se requieren para que el sector concentrado de la economía fugue los capitales pagando la deuda, remitiendo utilidades al exterior y constituyendo activos en el extranjero, sean depósitos en bancos, en acciones, en títulos o en propiedades. Hace falta la voz de los de abajo Por lo cual, el problema de la Argentina es que la voz de los que mandan, del poder concentrado es la que se instala en la disputa del consenso social y en todo caso el desafío es que aparezca otra voz. ¿Qué voz? La voz de los que hoy no están conformes con la situación económica argentina y que ese descontento se transforme en una protesta social, política, ideológica organizada que transforme en programa las reivindicaciones del movimiento popular, de los trabajadores y trabajadoras por salario, condiciones empleo y condiciones de vida; de los jubilados y jubiladas por una jubilación digna acorde a la canasta del adulto mayor. En definitiva, por reivindicaciones en contra del orden capitalista, del imperialismo del patriarcalismo. El programa en la Argentina existe, pero no está articulado en una fuerza política que lo asuma como proyecto por la emancipación. Lo que se requiere es un consenso popular que genere una iniciativa política de confrontación con la lógica mayoritaria que acuerda con este modelo de producción y desarrollo que concentra el excedente económico en muy pocas manos, mayoritariamente extranjeras. Por eso al discurso de la devaluación y la dolarización hay que imponerle otro discurso: por la soberanía, en defensa de los intereses de los trabajadores y trabajadores activos, pasivos y del conjunto del pueblo argentino. Buenos Aires, 26 de abril de 2023

Inflación y dólar en la crisis política

El fenómeno visible es la suba de precios, del 7,7% en marzo y anualizada del 104,3% con perspectiva de escalar. Parte de esos precios se expresa en la presión por la suba del tipo de cambio, sea el oficial que se acelera y trata de no quedar retrasado respecto de la evolución inflacionaria, como los paralelos, los financieros, o incluso el ilegal denominado blue. Es una gran transferencia de ingresos desde la mayoría empobrecida hacia el sector más concentrado de la economía. Lo que existe es una gran especulación financiera, inducida por grandes operadores económicos, que tienen excedentes en pesos y buscan cambiarlos por dólares y transferirlos al exterior, como parte de la fuga de capitales. Pero también es plataforma política de partidos o coaliciones que desde la derecha disputan el gobierno en tiempos electorales como este 2023. La política oficial convalida esta demanda desde el propio reconocimiento de la deuda odiosa con el FMI por el préstamo del 2018 y negociada en el 2022. Detrás de la suba de los precios, incluido el de las divisas, está la lógica del valor marxista, lo que supone la dominación del capital en el proceso de producción y circulación. Por ende, de apropiación del plusvalor vía ganancias. Se trata de un excedente dinerario en pesos, apropiado por una minoría social, de capital local y extranjero, que pretende transformar sus ganancias en divisas para una dinámica global de acumulación. Política del poder La lógica capitalista necesita del consenso político y por eso actúa desde el Estado capitalista y las formas de gobierno del mismo, mediados por los poderes, el ejecutivo, el legislativos y el judicial. El régimen institucional y el sistema de partidos favorece la legitimación de los mecanismos de explotación y saqueo que definen al orden capitalista. Por eso, en este marco institucional, la derecha política actúa en la lucha ideológica desde sus posiciones hegemónicas en el sistema de medios, instalando un “sentido común” favorable a la devaluación, la eliminación de trabas a operar con divisas, e incluso a la dolarización de la economía. La respuesta oficialista es confusa y contradictoria, todo depende de quién sea el que comunica desde la coalición gubernamental. En ese contexto podemos explicar la propagación de un imaginario favorable a la liberalización, al ajuste y a la represión; a la “anti política”, que sustentan emblemáticos personajes que disputan la gestión del capitalismo local, los que se hicieron visibles en el cónclave empresario del “Llao Llao” en estos días. La demanda del poder se resuelve desde el gobierno con “mini devaluaciones” (contempladas en el acurdo con el FMI) que ajustan el dólar oficial, aun cuando no sea suficiente al reclamo de los poderosos productores, exportadores, y especuladores financieros. El gobierno escapa al pedido por la devaluación por temor al desborde social de un descontento por ahora contenido con protestas que no amenazan con rebeliones, caso del 2001. En esa actitud, desde el gobierno se transita el camino de los tipos de cambio especiales, sea el “soja I, II, o III”, o el canje de bonos dolarizados por otros en pesos de los organismos estatales. Son formas de acceso a divisas para fugarlos del país. El gobierno está auto limitado en la confrontación con el poder desde el condicionamiento del modelo productivo y de desarrollo asumido y la propia suscripción del acuerdo con el FMI. Por eso, para cambiar hay que anular ese acuerdo y desde ahí modificar la política económica en términos de beneficiarios y perjudicados. La propuesta por derecha y del gobierno convergen en el ajuste y la subordinación al condicionante de la deuda y muy especialmente al acuerdo con el FMI. El préstamo del 2018 sirvió para acercar divisas a los propietarios de excedentes en pesos y fugarlos. Es lo que dice el informe del 2020 del BCRA, con una concluyente denuncia de un 86% de fuga de capitales respecto del ingreso de fondos externos entre 2015 y 2019. Se requiere profundizar en esa investigación para personalizar a los responsables del enriquecimiento. El poder económico y sus expresiones en la derecha política presionan para acelerar el ajuste y la regresiva reestructuración del capitalismo local, pretendiendo estar en mejores condiciones ante un eventual cambio de gestión hacia fin de año. Quieren un tipo de cambio más alto, tanto como puedan para acrecentar sus ingresos y riquezas, al tiempo que con cada devaluación se deteriora aún más la capacidad de compra de quienes percibimos ingresos en pesos. La devaluación no es solución para la mayoría social empobrecida. Construir poder alternativo La preocupación es la ausencia de una propuesta política alternativa que avance en resolver las demandas populares, por ingresos y acceso a derechos, a la alimentación, a la salud, la educación, la vivienda, por otro orden económico, de cooperación, autogestión y satisfacción de necesidades comunitarias. Una parte de la izquierda construyó un frente electoral y logró relativa visibilidad y representación electoral. No alcanza, y se necesita una articulación mayor, que trascienda el escenario de las elecciones y la institucionalidad actual. Eso requiere de una extensión de la organización y lucha social, desde un reagrupamiento del movimiento obrero y popular, más allá de reivindicaciones democráticas, extendidas a la construcción de un proyecto por la emancipación y transformación profunda de la sociedad, con el horizonte de representación de la mayoría empobrecida por el régimen de explotación y saqueo vigente. Buenos Aires, 20 de abril de 2023

Brasil y China acuerdan intercambios sin dólar

Entrevista de Lorena Guillen, de ABYA YALA TV (Bolivia) a Julio Gambina sobre los acuerdos entre China y Brasil para el intercambio en monedas locales, sin depender del dólar. El acuerdo se realizó el 29/3/2023 y la nota fue realizada en vivo el sábado 1 de abril 2023. Lorena Guillén (LG): ¿Qué opinión te merece el acuerdo entre Brasil y China? Julio Gambina (JG): es una noticia de fines de marzo, muy reciente, y es muy importante porque China ha pasado a ser el socio comercial nº1 de Brasil, y eso tiene consecuencias no solo en la relación bilateral entre China y Brasil, sino que va a tener impacto en la región. Hay que pensar que para el caso argentino Brasil es el socio comercial nº1, China es el socio comercial nº2 y hace ya un tiempo que las relaciones comerciales y monetarias mundiales están complicadas, sobre todo por las sanciones unilaterales de EEUU a varios países, agravado en la situación de guerra en Ucrania. La verdad es que en el último tiempo se ha desordenado el sistema de relaciones internacionales tanto comerciales como monetarias. Por lo tanto, China viene emergiendo como una nueva potencia que abre puertas para multiplicar los lazos comerciales, económicos y monetarios. Tengamos en cuenta que el sistema bancario mundial se mueve históricamente a través del sistema Swift, un sistema de canje, de intercambio, que involucra a más de 3500 entidades financieras del mundo y que con la guerra de Ucrania el año pasado empezaron sanciones muy fuertes contra Rusia, suspendiendo operaciones en el sistema Swift. Venían ya sanciones comerciales de EEUU con China, y China viene, ya hace mas de una década, generando vínculos y lazos para favorecer y sortear de alguna manera las sanciones de EEUU contra China, Rusia y otros países de la región latinoamericana y caribeña (Cuba, Venezuela, etc.) y por lo tanto, este anuncio que tiene que ver con dos países de un peso relativo importante. Hay que aclarar que su implementación requiere de un proceso para su instrumentación El acuerdo se firmó recién el pasado el 29 de marzo. Vale recuperar que Brasil tiene una experiencia de intercambio en monedas locales con Argentina desde 2008, pero no necesariamente eso se transformo en el principal vinculo monetario entre ambo países. Claro que China tiene otro volumen en la relación comercial con Brasil y por lo tanto es de esperar que ese importante volumen de intercambio operado entre el gigante asiático y el latinoamericano pueda tener impacto en la región y de alguna manera le da salida a muchas dificultades que existen en e sistema productivo, económico, comercial, monetario. Digamos que la circulación y la producción mundial están afectadas por esta dinámica de sanciones y es interesante e importante que aparezcan señales como esta, que muestran caminos distintos. Quisiera recordar que, a comienzos de este año, en la reunión de la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños, realizada en Buenos Aires cuando Brasil retornó a la CELAC, porque en los últimos años durante el gobierno de Jair Bolsonaro Brasil estuvo afuera de la CELAC. En dicha ocasión, Lula, el presidente de Brasil señaló que “si por mi fuera, impulsaría una moneda única en la región”. Es una voluntad individual y personal, pero me parece que este acuerdo entre China y Brasil marca una tendencia o un rumbo de cierta voluntad expresada por el presidente brasileño de que América Latina y el Caribe transite por otros carriles en la cooperación monetaria y financiera. Por eso hay que verlo con expectativas. China no es solo el primer socio comercial de Brasil, sino que es un importante socio comercial de muchos países de la región, ha crecido mucho el peso de las inversiones chinas en América Latina y el Caribe y crecientemente se ha ido constituyendo en un prestamista de ultima instancia. En este último sentido, por ejemplo, en el caso argentino, necesitado de divisas, el acuerdo swap entre Argentina y China favorece que, en un momento de escasa disponibilidad de divisas para la Argentina, esta acuda a este acuerdo financiero con China y resuelva sus problemas de límites de divisas. Por eso creo que es auspiciosa esta apertura monetaria mercantil donde se asocian dos países de tremenda importancia en el sistema mundial y en la región. LG: ¿Estamos listos los latinoamericanos para el deseo del presidente Lula de una moneda única? JG: Bueno, no es sencillo, hace falta voluntad. Yo siempre recuerdo que el actual presidente de Bolivia cuando era ministro de economía en el gobierno de Evo Morales y tenia a disposición el capital exigido para el Banco del Sur, un banco que se creo en 2007 y nunca pudo funcionar, Luis Arce dijo que Bolivia tiene el capital para aportar al Banco del Sur y sugirió que las reservas internacionales de los países que suscriben al acuerdo Banco del Sur se canalicen hacia el Banco del Sur, lo que le daría a un eventual Banco del Sur un fundamento económico financiero muy importante para pensar en desarrollos productivos alternativos para la región. Fue la voluntad de un ministro de economía de una de las economías mas exitosas en ese tiempo, hoy presidente de Bolivia y un animador del proceso de integración no-subordinada e integración alternativa de la CELAC. La voluntad personal de Lula, mas estos comentarios que estoy haciendo realizados en su momento por el ministro de economía de Bolivia, podrían sumarse a otras voluntades personales como se pusieron de manifiesto cuando se discutió una nueva arquitectura financiera para la región, que fue una política enunciada en UNASUR, en la primera década del siglo XXI. Quiero señalar que hay instrumentos, hay iniciativas, hay propuestas, a veces a título individual, a veces formuladas colectivamente en ámbitos de articulación política en la región latinoamericana y caribeña, que son una base muy importante para generar lo que llamaría un gran debate político, social, cultural, ideológico en la región para que sean los pueblos de América Latina y el Caribe los que presionen para una nueva arquitectura financiera, para terminar de constituir el Banco del Sur, para generar una dinámica donde los recursos generados en Nuestramerica sean orientados para el financiamiento de una producción que resuelva las necesidades de nuestros pueblos. América Latina y el Caribe tiene todo lo que se necesita para producir bienes y servicios que resuelvan las necesidades de nuestros pueblos. Muchas veces se ha dicho que “la riqueza tiene padre y madre: el trabajo y la naturaleza”. Bueno, América Latina y el Caribe tienen una clase trabajadora altamente capacitada, con disposición para llevar adelante la producción de riqueza y tenemos la dotación de unos bienes comunes para un desarrollo soberano en defensa de los intereses de nuestros pueblos, de la reproducción de la naturaleza, la vida y la sociedad. Por lo cual contar con un financiamiento genuino sustentando en procesos de soberanía financiera en la región, seria una muy buena noticia y una posibilidad para intervenir en un momento de desorden de la economía mundial, precisamente por los elementos de descomposición que muestra esta actitud de unilateralidad de las sanciones de EEUU, las que lamentablemente en general acompaña Europa y genera tensiones adicionales que impacta en la inflación y en el crecimiento de la desigualdad, y por lo tanto un impacto en la pobreza, donde América Latina y el Caribe sin ser el territorio mas pobre del mundo si es el territorio donde más crece la desigualdad. LG: Un proceso como ha vivido la unión europea en su momento de integración no solamente a nivel ideológico sino en hechos de tener una misma moneda como es el euro. Las económicas latinoamericanas son muy diversas ¿cómo se tendría que regular esta situación en América Latina? JG: Lo más importante sería una voluntad integradora, yo mencione hace un momento a la CELAC, por que incluye países con gobiernos con orientaciones políticas diferentes, incluso contrarias, pero eso no impide que haya dialogo, capacidad de encarar proyectos compartidos, de desarrollos que sean favorables para todos los pueblos. Es cierto que hay diversidad en los desarrollos económicos, políticos, culturales e incluso de lengua: Brasil distinto del resto de la región no habla español, Haití se comunica con el creole (criollo). Pero que importante seria que el conjunto de la región latinoamericana ante una pandemia que continua, potencie los desarrollos que tiene Cuba en materia de vacunas, que la experiencia del Cono Sur en materia de alimentos se propague y difunda para el desarrollo de políticas de soberanía alimentaria en toda la región, que la potencialidad energética que en algún momento Venezuela planteo “construyamos Petroamérica”, en aquel momento la Argentina tenia una petrolera privatizada y por lo tanto no era atractivo para la petrolera privatizada avanzar en una lógica hidrocarburifera de soberanía energética, de carácter regional. Brasil se ha transformado en una potencia de reservas internacionales de petróleo muy fuerte, Argentina también, Bolivia tiene una larga tradición en ese aspecto, ni hablar de Venezuela que es el principal reservorio de hidrocarburos, Ecuador, Colombia. Insistamos que América Latina y el Caribe aun con las diferencias de rumbo, si hay voluntad política podría avanzar en programas de soberanía alimentaria, de soberanía energética y como dijimos hace momentos, de soberanía financiera. Pero me da la impresión e que no solo tiene que ser una voluntad de los gobiernos, sino que debe ser una presión del movimiento social, de las organizaciones sindicales, sociales, territoriales, de mujeres, de jóvenes para que presionen a un rumbo distinto. Tengo la sensación de que las luchas juveniles que animaron el cambio de escenario político en América Latina, estoy pensando en los acontecimientos en Chile, en Colombia, por supuesto toda la movilización social boliviana para confrontar la situación de golpe, y la dinámica popular de lucha que muestra un país empobrecido como Haití, nos muestra que hay una voluntad política social extendida que necesitaría articularse en un proyecto político y popular de integración regional. América Latina y el Caribe tiene que contestar con integración a los problemas que hoy presentan la economía mundial que es un momento de gran desorden y crisis y donde los grandes estados del capitalismo mundial solo atienden a las necesidades de los grandes bancos, de los grandes capitales en un tiempo en que la inflación extiende los problemas de la pobreza en el mundo. CEPAL lo confirma para América Latina y el Caribe: en los últimos 10 años es una nueva década perdida para la región, hemos bajado en todos los indicadores sociales deteriorando un ritmo de mejora a la situación económico social en nuestros países. Por eso América Latina y el Caribe lo que necesitaría es una mayor presión social para que se asuma como propuesta creíble desde el punto de vista de los estados de la región. LG: Volviendo al acuerdo entre Brasil y China ¿Qué repercusiones puede tener en los países, sobre todos los del alrededor como en el caso de Bolivia o Argentina? JG: Va a ser un desafío para toda la región. Hay que pensar que ese acuerdo se suscribió por agencias de China y de Brasil, Lula suspendió un viaje que tenia a China por razones de salud, pero en estos días se esta materializando ese acuerdo, habrá que ver como se potencia este acuerdo bilateral y que curso de acción sigue en la región. No hay ninguna duda de que tanto Bolivia como Argentina, Uruguay o Paraguay con regímenes gubernamentales distintos, con objetivos distintos, pueden potenciar e involucrarse en esta iniciativa. Sin lugar a duda es una noticia muy importante que impacta, yo insisto con la importancia que tiene Brasil en la región y la importancia que ha ido asumiendo China, un tema que preocupa sobremanera a EEUU, que esta ejerciendo presión, por ej., con la Argentina y su relación con el FMI, para que Argentina no potencie las relaciones con China. Pero China es el 2º socio comercial de la Argentina y Brasil es el 1º. No hay ninguna duda de que hay que acercar a los países sudamericanos a una estrategia común y compartida, incluso en el vinculo con China, porque el problema es que las relaciones con China son de carácter bilateral. Que importante sería que estas relaciones bilaterales tengan lazos integrados, que sean un vínculo del Mercosur con China, de una recreada UNASUR con China, de la CELAC con China. Que haya un vinculo mas estrecho, multilateral y que responda a una estrategia compartida, donde no sean los intereses nacionales sino los intereses regionales, porque insisto en que hay mucho para trabajar en conjunto. La mejor prueba fue el abastecimiento histórico de gas de Bolivia a Brasil y a Argentina, del mismo modo que la Argentina completa la soberanía alimentaria de Bolivia con las exportaciones de harina. Por lo tanto, hay muchos puntos en común de necesidades irresueltas de los países que se pueden resolver con procesos de profundización de la confianza, de la articulación productiva, económica y social en beneficio de los pueblos y no de la ganancia o de las trasnacionales, que es la lógica que impone la mercantilización, la privatización, la financiarización con que se ha venido desarrollando el sistema económico a nivel mundial. Creo que es auspicioso el vinculo Brasil-China y que eso puede potenciar relaciones articuladas de nuestra región con China que es indudablemente una potencia emergente que, en lo productivo esta a la cabeza del sistema mundial, y claro que, en una disputa en sentido integral por la hegemonía del sistema mundial, principalmente con EEUU. La región tiene que actuar integrada y articuladamente y no tanto en la relación bilateral que es lo que acontece.

La crisis bancaria y la respuesta del Estado capitalista

I - La crisis bancaria El fenómeno de la crisis bancaria se hizo visible con las recientes caídas de algunos bancos regionales estadounidenses, caso de Silicon Valley Bank, el Signature Bank y el Silvergate Capital. A ellos se sumó la crisis del Credit Suisse y su absorción por el UBS, extendiendo el problema a Suiza y a Europa, nada menos que con las pérdidas de valorización del Deustche Bank. En ese marco, los Estados del capitalismo desarrollado salieron a sustentar con aportes y préstamos, las necesidades de la banca en problemas. Junto al Estado, la banca privada de más espaldas hizo lo propio, caso del First Republic Bank que fue asistido por un conjunto de bancos como el Bank of America, JPMorgan, Goldman Sachs, entre otros grandes, por la suma de 30 mil millones de dólares. Las principales autoridades de las bancas centrales, de EEUU y de Europa respondieron de inmediato con disposiciones orientadas al salvataje del sistema financiero. Para el caso estadounidense, si bien la legislación contemplaba la devolución de fondos depositados hasta 250.000 dólares, una suma significativa, ante la bancarrota y la corrida bancaria, las autoridades económicas y financiares cambiaron las disposiciones para asegurar que todos los depositantes recibirían sus depósitos. Se trató de una medida excepcional que atiende la demanda de los sectores de mayor concentración de ingresos y de riqueza. No es posible encontrar una medida semejante para atender la vulnerabilidad de la pobreza o la indigencia en los países capitalistas desarrollados, lo que hace evidente el papel del Estado capitalista en tanto sostén de los intereses del capital concentrado. La crisis bancaria evidencia la preocupación del poder político en los principales países del capitalismo mundial. No solo se trata de la banca central, supuestamente autónoma del poder político, sino y especialmente, de los gobiernos, que son la expresión del poder sustancial en el régimen del capital. Política y economía se articulan como un todo en la definición del rumbo del orden socioeconómico capitalista. Es más, la Reserva Federal se asustó y dudó en continuar con su lógica de aumento de las tasas, pero decidió sustentar la ortodoxia liberal, con una tendencia a la disminución del alza de las tasas y augurando una disminución de la perspectiva de crecimiento económico, al 0,4% para el presente año y una perspectiva menos optimista de reducción de la inflación hacia el 2025. II – La crisis del capital En rigor, lo esencial es lo que está detrás del fenómeno que expresan las quiebras bancarias y los salvatajes estatales. En ese sentido, valen consideraciones históricas y de la lógica y dinámica del orden capitalista. II.1 – Una mirada retrospectiva Desde lo histórico, hay que remitir al 2008 y al 2001 estadounidense. En efecto, la crisis de las “punto.com” nos lleva al periodo 1998/2001, cuando el imaginario de la ofensiva liberalizadora auguraba un tiempo renovado con la “nueva economía” en desarrollo desde Seattle. Fue el movimiento popular movilizado en 1999, en la batalla de Seattle, quien impidió la realización de la “cumbre del milenio” de la OMC. Con ese antecedente, se obstaculizó la iniciativa del poder hasta luego de los episodios de septiembre del 2001 en Nueva York. Entonces, si, en noviembre del 2001 se volvió a las rutinas de los cónclaves mundiales para intentar la institucionalización de la liberalización. Era al fin del Siglo XX el momento de máxima acumulación del poder capitalista, que anunciaba un tercer milenio para la liberalización y el dominio in-objetado del capitalismo. Eran tiempos de una década de la debacle del “socialismo real”. Claro que también se iniciaba un tiempo de expectativas de cambio político en la región latinoamericana y caribeña, con restablecimiento de una propuesta socialista y un conjunto de programas derivados de una integración no subordinada que tenían a Cuba como estandarte de la condición de posibilidad de confrontar con el orden capitalista. La región constituía una vidriera de esperanza para el mundo subordinado a la lógica capitalista. Reitero en las consideraciones históricas, porque ante la imaginación de una “nueva economía” en el capitalismo hacia 1999, con la digitalización y la revolución científico técnica detrás, lo que emergía era la resistencia popular y la potencia de una nueva institucionalidad “nuestramericana” que desafiaba la lógica de la hegemonía capitalista. La respuesta de la dominación estadounidense hacia el 2001 se orientó en una fuga hacia adelante, estimulando el crédito público y privado, de los estados, las empresas y las familias, que desembocó en la crisis hipotecaria del 2007, base y fundamento de la crisis bancaria y financiera del 2008 y la caída de Lehman Brothers, episodio que decidió a la Reserva Federal y al Tesoro de EEUU a generalizar el salvataje del sistema financiero sin escatimar costos, o consecuencias según la lógica liberal y monetarista. Si en el 2001 el salvataje fue la emisión gigantesca de deuda, en el 2008, la solución provino de una inmensa emisión monetaria. Contrario a todo predicamento liberal, no hubo freno ni obstáculo a una inmensa emisión de deuda y de dinero para el salvataje del orden capitalista. Al mismo tiempo se extendió la represión y la militarización de la sociedad mundial. Los presupuestos de gastos militares no han dejado de incrementarse en el nuevo siglo, desandando toda prédica emergente de comienzos de los 90 y relativa al final de la historia. No fue la paz la que se extendió luego de la debacle del socialismo en Europa. Todo lo contrario, y resulta evidente con la extensión territorial de la OTAN y su compromiso en la asistencia a Ucrania. En Nuestramérica, es evidente el accionar imperialista asociado a las derechas tradicionales y a las nuevas derechas para revertir las dinámicas políticas de cambio de la primera década del siglo, para habilitar la recreación de proyectos políticos comprometidos con la orientación restauradora del poder tradicional capitalista en la región. La crisis actual remite por ende al 2008 y las propuestas de solución entonces asumidas, tanto como a la crisis del 2001 estadounidense y sus rumbos de salida. II.2 La ley del valor actúa en la realidad Pero, más allá de las consideraciones históricas, vale mencionar los límites para la expansión del régimen del capital, o sea, las dificultades en el proceso de valorización y acumulación capitalista. El hecho de la disputa por la hegemonía del orden mundial es expresión de los problemas del imperialismo estadounidense. El dato a tener en cuenta es la transnacionalización del capital, que supone décadas de inversiones más allá de los territorios de origen de esos capitales. Es uno de los ejes considerados por Lenin al estudiar el fenómeno del imperialismo, pero es también la explicación de la respuesta Trump (2026-2020) bajo el lema America First. Era expresión de una pretensión para revertir la dinámica de salida de capitales estadounidenses hacia el exterior, particularmente hacia China, proceso materializado desde la modernización del gigante asiático desde 1978. Una modernización que actuó como fenómeno de mundialización de la ley del valor, de estímulo a la sociedad monetario mercantil. La ley del valor se abre paso más allá de cualquier teorización y política de Estado. Más allá de la voluntad política del gobernante yanqui, la realidad de la transnacionalización del capital, sustentada en la internacionalización de la producción pone de manifiesto nuevos territorios de la expansión del capital. Es lo que algunos denominan la “emergencia capitalista” contemporánea, hacia China, India, incluso Brasil y otros países de Asia u otros territorios del planeta. La crisis del capital está en los problemas de la valorización de capitales y en la ampliación de la productividad en los territorios tradicionales de la acumulación capitalista por siglos. Remito a la acumulación originaria descripta por Marx en territorio europeo, seguida por la dinámica de las “nuevas” potencias del capitalismo mundial, Alemania y EEUU, según Lenin en su estudio sobre el imperialismo, y claro, a la emergencia del desafío a la hegemonía que hoy expresa China. Asistimos a tiempos de mutación de las relaciones económico sociales en el marco del desarrollo capitalista, por lo que existe un relativo desorden y una búsqueda de un nuevo ordenamiento de las relaciones capitalistas. III – Desorden y búsqueda de un nuevo orden En este sentido, la dinámica contemporánea del orden capitalista se presenta como desorden recurrente, con la pandemia desde el 2020 o la amenaza de su continuidad o emergencia de nuevas pandemias, tanto como la realidad de un proceso de guerra desde 2022 que escala con amenazas nucleares. Un desorden que trae aparejados fenómenos con la combinación de inflación con recesión. Precios que suben como resultado de una ley del valor dificultada por trabas a la circulación derivadas de unilaterales sanciones impuestas por EEUU y sus socios globales, pero también obstaculizando las cadenas de valor, encareciendo procesos productivos y de circulación y contribuyendo a una lógica buscada de recesión. El Estado capitalista opera en la solución a la lógica de la valorización y de la ley del valor, ya que lo que importa es la tasa de ganancia y la acumulación. Ante la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y las dificultades para el crecimiento de la productividad del trabajo, el Estado capitalista de cada país intenta sostener políticas monetarias y fiscales que apuntalen la lógica capitalista. Por eso en 2001 se avaló la emisión de deuda, en 2008 la emisión monetaria y en 2023 se amplió la garantía sobre los depósitos ante bancos en quiebra, es decir, todo lo que haga falta para el salvataje de un orden en crisis, en donde la pugna por la dominación resulta evidente. El problema es que se trata de un orden social, contradictorio y, por ende, no solo cuenta la iniciativa del poder, económico, político, militar, ideológico, sino también necesita incluirse la iniciativa de los sectores explotados, excluidos, oprimidos, porque en definitiva, se trata de lucha de clases. Así como el movimiento contra la globalización capitalista se hizo evidente en los tiempos de la crisis entre 1997-2001; la acumulación de las propuestas de cambio político en varias regiones del mundo hacia la primera década del Siglo XXI mostró los límites de la propuesta liberalizadora del poder, evidenciando el carácter histórico y temporal del orden y la hegemonía capitalista. En todo caso, exacerbaron la ofensiva del capital por todos los medios posibles para revertir cualquier tendencia al cambio sustancial del orden vigente. En esta tercera década del Siglo XXI, la crisis bancaria evidencia los límites del capitalismo contemporáneo y desafía al Estado capitalista a nuevas ingenierías de salvataje, que deberán ser confrontadas por la lucha y organización popular. El problema a resolver es la construcción en este tiempo histórico de una alternativa estratégica en contra y más allá del capitalismo, que pueda superar la defensiva luego de medio siglo de ofensiva capitalista. Buenos Aires, 29 de marzo de 2023