Hay euforia en el gobierno de
Mauricio Macri y en el poder económico con el resultado electoral del pasado 22
de octubre. Se nota en los festejos luego del escrutinio y en la primera
conferencia de prensa del Presidente, justificando el aumento de combustibles
con un inexplicable análisis sobre futuras bajas del petróleo, ahora que
asciende a 60 dólares el barril.
Luego de los aumentos en los combustibles
vienen las tarifas acrecidas en una escalada que solo tiene límites en la
capacidad de protesta de la sociedad afectada, incluidos los votantes del
gobierno, tal como ocurrió desde el primer incremento en 2016.
El
poder festeja
Pero no solo hay euforia en los
gobernantes, ya que los “mercados” mostraron confianza con alzas de las
cotizaciones y volúmenes negociados, con guiños de consultores y evaluadores de
riesgo que miran con expectativa el avance electoral de la derecha
liberalizadora en la Argentina.
El BCRA decidió a dos días del
triunfo subir las tasas de interés en 150 puntos porcentuales. Las tasas no se
movían desde mayo y el temor era un impacto negativo en la percepción social
antes de los comicios.
Una vez logrado el triunfo
electoral, los ortodoxos dirigidos por Federico Sturzenegger subieron la tasa
al 27,50%, favoreciendo la captura de liquidez financiera e impidiendo
cualquier destino productivo del crédito en la Argentina.
Son tasas de usura en la lógica
productiva que confirma el sentido especulativo de la economía local.
Un informe del Instituto de
Estudios y Formación de la CTA Autónoma, con datos del BCRA señala que “el
77.8% de las inversiones recibidas en los últimos 12 meses se destinaron a la especulación
financiera, generándole al Estado un gigantesco derroche de recursos en
concepto de intereses”.
Por ende, solo el 22,2%
corresponde a inversiones productivas de no residentes.
Convocatoria
para consensuar la ofensiva liberal
Ese es el marco para la
convocatoria a empresarios y sinidcalistas junto a otros sectores para la
próxima semana e informar sobre propuestas legislativas y de política
económica.
Uno de los ejes pasa por lo
laboral, donde se concentra la demanda patronal y gubernamental para reducir el
costo laboral y mejor la perspectiva de la rentabilidad de las empresas.
Como no pueden con el costo financiero,
presionan con el laboral, apuntando al eslabón más débil, claro que con ciertas
complicidades sindicales. A cambio, se ofrece la reducción de la “irregularidad”
en el empleo, que mejor resulta definir como impunidad empresaria que condena a
1 de cada 3 trabajadores a quedar afuera de todo mecanismo de seguridad social.
La presión patronal también actúa
sobre el costo fiscal y trasciende una reducción de la alícuota de ganancias para
las empresas, postergando una vez más la promesa de reducción o eliminación del
impuesto a las ganancias sobre los salarios.
Reforma fiscal, laboral y previsional
asoman para la discusión con los sectores afines del poder económico y los que
están dispuestos a negociar desde el sindicalismo.
La concepción de pacto social y
político se recrea con aquellos que buscan beneficio en la cuenta de resultados
de sus empresas y quienes imaginan una cuota de poder para contener el
conflicto social.
Ajuste
y endeudamiento
El Presupuesto del 2018 de la
Nación y las Provincias entra en etapa de negociación parlamentaria para
consolidar el ajuste del gasto social y la consolidación de un compromiso
creciente en pagos futuros de intereses de una deuda pública en expansión.
A más intereses de la deuda le
corresponden disminuciones del gasto social, lo que se acompaña de una
orientación de reestructuración regresiva de las relaciones socioeconómicas.
Solo la conflictividad social
por la inflación sostenida y la descarga del costo en la mayoría empobrecida podrá
frenar o contener la euforia de una ofensiva reaccionaria en el orden económico.
Es una euforia sustentada en una
votación de medio turno presidencial que inspira una perspectiva de gobierno de
mediano plazo, más allá de la renovación presidencial del 2019, para insertar a
la Argentina en la lógica de la liberalización que empuja el poder económico
mundial.
Aún con Donald Trump “nacionalista”
y una China “globalista”, en la disputa hegemónica del sistema mundial, el
poder económico de las transnacionales puja por la liberalización.
Las campañas locales, continentales
y globales contra la OMC y el G20, con cónclaves en Argentina en 2017 y 2018 pueden
contribuir a obstruir los propósitos de la liberalización.
Buenos
Aires, 28 de octubre de 2017