El No al ALCA dos décadas después. Lecciones de una lucha ganada en tiempos de neoliberalismo restaurado
Publicado en Huellas del Sur, en: https://huelladelsur.ar/2025/11/05/el-no-al-alca-dos-decadas-despues-lecciones-de-una-lucha-ganada-en-tiempos-de-neoliberalismo-restaurado/
Este noviembre se cumplen veinte años de uno de los hitos más importantes en la historia de las luchas populares latinoamericanas: el rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la IV Cumbre de presidentes de las Américas, celebrada en Mar del Plata en noviembre de 2005. Aquellas jornadas no implicaron simplemente la derrota de un tratado comercial. Fue el momento en que un continente entero, articulado en una coalición sin precedentes de movimientos sociales, sindicatos, organizaciones campesinas e indígenas, sectores empresariales y gobiernos progresistas, expresión de un amplio espectro político, le puso un freno a un proyecto de integración económica subordinada a los Estados Unidos. Se trató de una inmensa movilización popular de confrontación con la estrategia de libre mercado de la principal potencia capitalista.
El paralelo con la batalla de Seattle en 1999 es inevitable. Seattle es un punto importante de un conjunto de luchas y movilizaciones contra la globalización capitalista. Si aquella movilización contra la Organización Mundial del Comercio marcó un punto de inflexión en la resistencia al neoliberalismo a escala global, los encuentros en Mar del Plata representaron el momento decisivo para la región latinoamericana y caribeña. La combinación de la III Cumbre de los Pueblos en las calles, con miles de manifestantes, y la nueva correlación de fuerzas políticas al interior de la cumbre presidencial —especialmente con Venezuela y los cuatro países del Mercosur cerrando filas contra el ALCA— logró lo que parecía imposible apenas unos años antes: frenar en seco el proyecto de liberalización más ambicioso que se había intentado en el continente.
Lo que estaba en juego era mucho. El ALCA proponía una integración basada exclusivamente en la libre circulación de mercancías, servicios y capitales, no de personas y no tenía consideración alguna sobre los impactos sociales, ambientales o sobre las cadenas productivas locales y regionales. Para las organizaciones populares que lo resistieron —sindicales, campesinas, indígenas, ambientales, políticas— el tratado representaba la profundización de un modelo que ya había mostrado sus consecuencias devastadoras durante la década neoliberal de los noventa: desindustrialización, precarización laboral y salarial, privatización de servicios y capital públicos, junto a la destrucción de las economías locales.
Pero la oposición al ALCA no provino únicamente del campo popular, incluyendo el debate relativo al alcance de la lucha, contra el neoliberalismo o en confrontación con el orden capitalista. Un dato fundamental, que a menudo se minimiza en los relatos de aquella victoria, es que sectores importantes del empresariado industrial también se opusieron al libre comercio en esa coyuntura. El caso más emblemático fue el del empresariado industrial brasileño, que se coordinó con el gobierno de Lula da Silva para sostener una estrategia mercado-internista de industrialización y fortalecimiento de cadenas de valor locales y regionales, incluso como plataforma de base para las exportaciones.
Resulta interesante verificar que, para estos actores, el ALCA significaba quedar expuestos a la competencia directa con las corporaciones estadounidenses en condiciones profundamente desiguales, lo que amenazaba con desmantelar décadas de desarrollo industrial.
La convergencia estratégica, más allá de matices y contradicciones asociadas a intereses particulares, entre sectores empresariales nacionalistas, gobiernos progresistas y movimientos populares fue uno de los factores clave que hizo posible el triunfo de Mar del Plata.
El debate al interior de esta amplia coalición transitaba por la confrontación con la política neoliberal instalada desde el Consenso de Washington, o si se debía ir más allá en la crítica al capitalismo y la sustentación de un proyecto transformador y emancipador.
Encuentros hemisféricos contra el ALCA y la Alianza Social Continental: una coordinación sin precedentes
Detrás de la resistencia que se materializó en Mar del Plata en 2005 hay una rica historia de articulación popular, recorrida por los Encuentros hemisféricos iniciados en 1998 en La Habana, la Alianza Social Continental emergente en 1999 en México y la saga anual del Foro Social Mundial convocada por redes sociales globales y organizadas desde el 2001 en Porto Alegre, Brasil.
Son tres ámbitos de articulación que sentaron las bases del éxito contra el ALCA, al tiempo que constituyeron un semillero de acumulación de poder popular en la disputa de los gobiernos en la región latinoamericana y caribeña.
Fueron ámbito de construcción de una subjetividad creciente de confrontación con la política neoliberal hegemónica, al tiempo que desplegaron en debates masivos una crítica trascendente con perspectiva emancipadora contra el capitalismo. Se recreaba el concepto de Nuestra América que acuñó José Martí y diferenciaba la lucha y objetivo de los pueblos de la propuesta sustentada desde EE. UU., la OEA y los gobiernos de la región, excepto Cuba.
Una concepción que tiño los debates, las luchas y los programas de toda la región en los años que siguieron y que definieron las expectativas de transformación bajo el horizonte del cambio político, de crítica a la hegemonía neoliberal y de aspiraciones por construir otro orden posible. Mirado desde hoy sigue siendo una asignatura pendiente.
Se trató de una articulación transnacional, más amplia y ambiciosa que los países de América Latina y el Caribe hayan conocido en su historia reciente. El logro principal remite a algo extraordinariamente difícil: coordinar a sindicatos, movimientos campesinos, organizaciones indígenas, grupos ambientalistas, colectivos de derechos humanos, movimientos estudiantiles y juveniles, junto a sectores de izquierda de todo el continente en torno a una agenda común de rechazo al ALCA y de construcción de alternativas de integración regional.
Desde las Cumbres de los Pueblos que se realizaron paralelamente a las cumbres presidenciales —primero en Santiago de Chile en 1998, luego en Quebec en 2001, y finalmente en Mar del Plata— hasta las campañas de educación popular sobre los riesgos del ALCA, la articulación continental construyó un tejido organizativo transnacional que permitió que la resistencia estuviera enraizada en las realidades locales.
Un hito central fue el proceso de consultas populares contra el ALCA, que en noviembre de 2003 sumó más de 2 millones de votos en toda la Argentina y cerca de 11 millones en Brasil.
Dos décadas después, resulta difícil imaginar una coordinación de tal magnitud en el presente. El declive del ciclo de luchas que caracterizó las décadas de los noventa y los años 2000, la fragmentación de las organizaciones y los cambios en el escenario político regional hacen que aquella experiencia parezca hoy casi irrepetible.
El No al ALCA y los gobiernos progresistas
El rechazo al ALCA no fue solo una victoria defensiva. Abrió un espacio político fundamental para los experimentos de los gobiernos progresistas que estaban emergiendo en la región.
La derrota del proyecto estadounidense de integración subordinada permitió que florecieran propuestas alternativas de regionalismo: desde el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) impulsada por Venezuela y Cuba, hasta el fortalecimiento de las articulaciones regionales, incluso la creación de UNASUR y posteriormente de la CELAC, primera articulación que excluyó a EEUU y a Canadá.
Estos proyectos, con todas sus limitaciones y contradicciones, compartían un denominador común: la búsqueda de una cooperación entre Estados que no estuviera exclusivamente determinada por la lógica del libre comercio, sino que incorporara dimensiones políticas, sociales, culturales y estratégicas. Se habló de soberanía alimentaria, energética y financiera. Se creó el Banco del Sur, aunque no llegó a funcionar, como alternativa a las instituciones financieras tradicionales, sustentando la necesidad de una Nueva Arquitectura Financiera Regional para la promoción de un modelo productivo y de desarrollo para satisfacer las necesidades populares.
Las propuestas avanzaron en mecanismos de cooperación política que iban más allá del comercio. Incluso, países como Bolivia y Ecuador pusieron en cuestión el sistema de protección de inversiones extranjeras y terminaron todos sus tratados de inversión con las potencias europeas y con Estados Unidos y Canadá. Más aún, en sus nuevas Constituciones incluyeron las concepciones de los pueblos originarios del “vivir bien” o del “buen vivir”.
Sin el movimiento popular del No al ALCA, estos experimentos simplemente no hubieran sido posibles. El tratado habría establecido un marco normativo que limitaría drásticamente las posibilidades de políticas industriales activas, de regulación de inversiones extranjeras, de protección de sectores estratégicos o de priorización de la integración regional sudamericana.
Por eso, el éxito popular logrado hace dos décadas en Mar del Plata, no solo fue una batalla ganada, sino que abrió un horizonte de posibilidad para pensar y construir otro tipo de integración continental.
¿Es pensable hoy otro “No al ALCA”?
Este interrogante supone un aspecto incómodo para el análisis, pero necesario. Sostenemos que el rechazo al proyecto ALCA correspondió a un momento particular de la historia reciente: la fase de impugnación de masas al proyecto de liberalización. Esa dinámica de luchas fue la condición de posibilidad para la emergencia de gobiernos progresistas o críticos hacia la hegemonía neoliberal en la región.
Ese momento se ha transformado radicalmente con la contraofensiva de las derechas y la ultraderecha, quienes intentan definir el curso reaccionario para la consolidación del proyecto del capital más concentrado que actúa en los países de Nuestra América.
Hoy atravesamos un momento de desarticulación de las luchas populares, a contramano de lo característicos de las últimas tres décadas. La crisis y derrota de muchos gobiernos progresistas y el auge de las derechas (que, paradójicamente, enarbolan banderas contra el libre comercio) es un elemento a destacar, claro que en contraste con otras experiencias que retoman el legado de la impugnación al neoliberalismo, especialmente luego de las luchas populares y juveniles de Chile y de Colombia.
Aludimos a las derechas y remitimos al caso más emblemático de EEUU, con Donald Trump, quien durante su presidencia criticó el TLCAN como “el peor tratado de la historia”, impuso aranceles a China, a Canadá y a México en el marco de una “guerra comercial” generalizada; paralizó la Organización Mundial del Comercio y se retiró del Tratado Transpacífico. Para recuperar la hegemonía estadounidense, levanta una propuesta que pareciera coincidir con el programa de las luchas de los movimientos populares latinoamericanos y caribeños de los últimos años.
Pero: a no confundirse, las apariencias engañan. El objetivo de la administración Trump se orienta a una reconfiguración del capitalismo en crisis para reorganizar el sistema de relaciones capitalistas bajo la hegemonía de EE. UU.
En ese camino se asocia a las ultraderechas en los gobiernos de la región, especialmente con el argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, en tanto vanguardias de varios gobiernos liberalizadores y de derecha, base política de una reorganización liderada por el capital transnacional.
Nuestro interrogante fundamental se sostiene: ¿es pensable hoy un rechazo al libre comercio y al libre cambio tan rotundo por parte del movimiento popular latinoamericano y caribeño como el que se articuló contra el ALCA? Incluso, y más importante aún: ¿sería suficiente para cambiar el camino de la política regional actual?
Por un lado, la apropiación de la retórica anti-libre comercio por parte de figuras como Trump revela una trampa: el discurso contra los tratados comerciales puede servir tanto a proyectos emancipatorios como a nacionalismos corporativos que solo buscan fortalecer a las empresas de su país sin cuestionar las asimetrías fundamentales del capitalismo global.
Trump no critica al TLCAN por solidaridad con las/os trabajadoras/es mexicanos desplazadas/os, sino porque las corporaciones estadounidenses perdieron ventajas competitivas.
Por otro lado, el contexto global se ha transformado profundamente. Las cadenas globales de valor han fragmentado los procesos productivos de tal manera que resulta cada vez más difícil pensar estrategias puramente nacionales o incluso regionales. Además, los tratados bilaterales de libre comercio que varios países latinoamericanos firmaron desde el año 2000 (Chile, Perú, Colombia, Centroamérica) han consolidado un modelo de apertura que coexiste contradictoriamente con discursos de integración regional.
En este periodo, China emergió como un actor fundamental en América Latina, estableciendo relaciones comerciales y financieras que no modifican en esencia las lógicas de producción y circulación primario exportadoras.
En este contexto, las perspectivas para los movimientos populares y sus proyectos de transformación y emancipación son complejas.
No se trata simplemente de repetir la fórmula del No al ALCA, sino que se requiere una actualización profunda de las estrategias de resistencia que reconozca varias cosas: primero, que la crítica al libre comercio debe ir acompañada de una crítica más integral al capitalismo global, entendiendo que el comercio está entrelazado con cuestiones productivas, financieras, ambientales y digitales. Se trata de la producción y la circulación en conjunto.
Debe reconocerse que el nacionalismo económico tiene límites estructurales evidentes en tiempos de internacionalización de la producción, transnacionalización del capital y medidas restrictivas con sanciones unilaterales aplicadas por los principales Estados del orden capitalista para sustentar la hegemonía en discusión. En ese marco, apostar a “recuperar la soberanía estatal” puede terminar fortaleciendo proyectos que no necesariamente apuntan a la emancipación social.
Sostenemos que es necesario reconstruir formas de internacionalismo solidario que vayan más allá de las articulaciones anti-tratados, conectando las diversidades de las luchas de comunidades migrantes y pueblos indígenas afectadas por el saqueo de los bienes comunes y la explotación exacerbada con la precariedad laboral y salarial.
Veinte años después de Mar del Plata, la pregunta ya no es solo cómo derrotar tratados de libre comercio, sino cómo construir alternativas concretas que cuestionen la lógica misma de un sistema económico global, el capitalismo, que requiere, estructuralmente, de la exclusión y precarización de amplios sectores sociales.
Reconocemos que se requiere reactivar la masividad de la lucha popular, recreando los programas emergentes de esa dinámica de confrontación sociopolítica, para recrear formas políticas para hacer efectiva la transformación social y llevar adelante el proyecto de emancipación social en contra del régimen del capital y más allá.
Julio César Gambina es Profesor de Economía Política. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (Fisyp). Integrante de la Junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.
Luciana Ghiotto es Investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Investigadora asociada del Transnational Institute (TNI). Integrante de ATTAC Argentina y de la Plataforma América Latina mejor sin TLC.
FacebookXMastodonBlueskyWhatsAppTelegramWeChatEmailCompartir
Mar del Plata 2005: cuando América Latina derrotó al ALCA y abrió un nuevo horizonte político
Publicado en PERFIL: https://www.perfil.com/noticias/opinion/america-latina-derroto-al-alca-y-abrio-un-nuevo-horizonte.phtml
Mar del Plata 2005: cuando América Latina derrotó al ALCA y abrió un nuevo horizonte político
A veinte años de aquella histórica jornada, la victoria contra el Área de Libre Comercio de las Américas sigue siendo un faro para pensar las resistencias continentales. Pero el contexto cambió radicalmente y las estrategias deben actualizarse.
Por Julio César Gambina y Luciana Ghiotto
Noviembre de 2025 marca dos décadas de uno de los hitos políticos más significativos de América Latina y el Caribe en el siglo XXI. En Mar del Plata, durante la IV Cumbre de Presidentes de las Américas de 2005, el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fue definitivamente sepultado. Pero aquella jornada fue mucho más que la derrota de un tratado comercial: representó el momento en que un continente entero, movilizado desde abajo, logró frenar en seco el proyecto de libre mercado que Estados Unidos y las elites locales habían diseñado para la región.
La comparación con Seattle 1999 es inevitable. Si la batalla contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) marcó un punto de inflexión global en la resistencia al neoliberalismo, Mar del Plata fue el momento decisivo para América Latina. Miles de manifestantes en las calles durante la III Cumbre de los Pueblos, combinados con una nueva correlación de fuerzas al interior de la cumbre presidencial —Venezuela y los cuatro países del Mercosur cerrando filas contra el ALCA sumado al apoyo político de Cuba— lograron lo que parecía imposible.
La campaña continental contra el ALCA: articulación sin precedentes
Detrás de aquella victoria estuvieron los Encuentros hemisféricos contra el ALCA y la Alianza Social Continental (ASC), promoviendo la articulación transnacional más amplia que América Latina había conocido. Sindicatos, movimientos campesinos, organizaciones indígenas, grupos ambientalistas y sectores de izquierda de todo el continente coordinaron una agenda común de rechazo al ALCA y construcción de alternativas.
La capacidad de movilización fue verdaderamente continental. Desde las Cumbres de los Pueblos —Santiago 1998, Quebec 2001, Mar del Plata 2005— hasta las campañas de educación popular que llegaron a comunidades rurales y fábricas, la lucha contra el ALCA construyó un tejido organizativo que hizo posible que la resistencia fuera simultáneamente masiva y enraizada localmente. Un momento emblemático fue el proceso de consultas populares, que en noviembre 2003 sumó más de 2 millones de votos solo en Argentina.
Un dato fundamental, a menudo minimizado, es que sectores importantes del empresariado industrial también se opusieron al libre comercio en esa coyuntura. El caso más claro fue el del empresariado brasileño, que se coordinó con el gobierno de Lula para sostener una estrategia de industrialización y fortalecimiento de cadenas de valor regionales. Esta convergencia entre sectores empresariales nacionalistas, gobiernos progresistas y movimientos sociales y políticos fue clave para el triunfo.
La victoria no fue solo defensiva. Abrió espacio para experimentos como el ALBA, el fortalecimiento del Mercosur, UNASUR y la CELAC. Se habló de soberanía alimentaria, energética y financiera. Se creó el Banco del Sur. Ecuador y Bolivia denunciaron sus tratados de protección de inversiones extranjeras con las potencias europeas y norteamericanas. Sin el No al ALCA, estos experimentos simplemente no hubieran sido posibles.
El presente: un escenario radicalmente transformado
Dos décadas después, el momento histórico es otro. El ciclo de luchas contra la globalización neoliberal que caracterizó los noventa y dos mil entró en declive. Muchas organizaciones que conformaron la ASC se fragmentaron. Los gobiernos progresistas enfrentaron crisis y derrotas. Y surgió una paradoja inquietante: figuras de derecha como Donald Trump apropiaron el discurso contra el libre comercio.
Trump criticó el tratado comercial con México y Canadá (TLCAN) como el peor tratado de la historia, impuso aranceles a prácticamente todos los países del globo, con foco en China y México y paralizó la OMC. Hizo exactamente lo que los movimientos sociales latinoamericanos habían pedido durante décadas. Pero desde una lógica completamente distinta: un nacionalismo corporativo que solo busca fortalecer a las empresas estadounidenses sin cuestionar las asimetrías del capitalismo global.
Mientras tanto, lo que el ALCA pretendía unificar se fragmentó en múltiples tratados bilaterales con resultados igualmente devastadores: desindustrialización, precarización laboral, reprimarización exportadora. China emergió como actor central, pero sus inversiones reproducen frecuentemente lógicas extractivistas. Las cadenas globales de valor fragmentaron los procesos productivos de manera que dificultan estrategias puramente nacionales o regionales.
¿Es pensable hoy otro 'No al ALCA'?
Esta es la pregunta incómoda pero necesaria en la conmemoración. El rechazo al ALCA correspondió a un momento particular: la decadencia del neoliberalismo ortodoxo, el auge de movimientos sociales antiglobalización, y la emergencia de gobiernos progresistas. Ese momento se transformó radicalmente.
La apropiación del discurso anti-libre comercio por Trump y otros nacionalismos de derecha revela una trampa: ese discurso puede servir tanto a proyectos emancipatorios como a nacionalismos corporativos. Trump no critica al TLCAN por solidaridad con trabajadores mexicanos desplazados, sino porque las corporaciones estadounidenses perdieron ventajas.
Por otro lado, el contexto global cambió profundamente. La crisis climática agrava la presión extractivista. Las plataformas digitales transnacionalizaron formas inéditas de precarización laboral. En este escenario, las perspectivas para los movimientos sociales son complejas. No se trata de repetir la fórmula del No al ALCA. Se requiere actualizar las estrategias reconociendo varias cosas: primero, que la crítica al libre comercio debe ir acompañada de una crítica más integral al capitalismo global. Segundo, que el nacionalismo económico tiene límites estructurales evidentes. Tercero, que se necesita reconstruir solidaridades transnacionales que vayan más allá de las articulaciones anti-tratados.
Veinte años después de Mar del Plata, la pregunta ya no es solo cómo derrotar tratados de libre comercio, sino cómo construir alternativas concretas que cuestionen la lógica de un sistema económico que requiere, estructuralmente, de la exclusión y precarización de amplios sectores sociales. Pero el legado de Mar del Plata permanece: demostró que es posible construir poder popular a escala continental. Ese aprendizaje sigue vigente, aunque las formas concretas de resistencia deban reinventarse para este momento histórico.
___
Julio César Gambina
Profesor de Economía Política. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (Fisyp). Integrante de la Junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.
Luciana Ghiotto
Investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Integrante del Transnational Institute (TNI).
¿Éxito o fracaso de la economía en Argentina? Una respuesta a Nouriel Roubini
El resultado electoral de medio término en Argentina del 26 de octubre motiva exultantes augurios relativos a que “Argentina está en camino al éxito económico”, tal como afirma Nouriel Roubini en Project Syndicate , dejando el asunto supeditado al desembarco de millonarias inversiones en el sector productivo.
Se anima el autor a sugerir un pronto arribo al país de 70.000 millones de dólares para lo que se asienta en un anuncio electoral de una inversión de 25.000 millones de dólares de OpenAI, imposible de asegurar su materialización, exagerada en volumen desde ya. Señala que las “enormes dotaciones de recursos naturales del país estaban destinadas a atraer enormes cantidades de inversión extranjera directa (IED).
El optimismo del profesor neoyorkino se asocia al swap facilitado por la gestión Trump por 20.000 millones de dólares, lo que acercará a Milei al mercado financiera mundial y renovar los imposibles pagos de deuda que se acumulan en el corto plazo. En definitiva, asistencia financiera estadounidense para postergar vencimientos renovando una deuda pública que es a todas luces impagables, con la “imaginación” de futuras inversiones productivas para consolidar el saqueo de los bienes comunes de la Argentina.
¿Qué destaca Roubini en el plan Milei?
La baja de la inflación y la contención del tipo de cambio, junto a un ajuste fiscal del 5% del PBI. ¿A qué costo profesor?
No le importa la pérdida bajo gestión Milei de 169.240 empleos en el sector privado, los 101.051 en el sector público y los 21.645 de casas particulares, totalizando 291.936 empleos formales; ni los 87,8 billones de pesos de recortes fiscales, entre los que destacan 22,1 billones de obra pública, 16,2 billones de jubilaciones o 13 billones de programas sociales.
Lo suyo parece ser la matemática, sin indagar en los límites de la estadística oficial, cuestionada profesionalmente hasta por organismos internacionales, o el “pecado original” de una devaluación en el origen de la gestión llevando la cotización de 360 pesos por dólar a 800 pesos como medida de arranque, base del 25,5% de inflación en diciembre del 2023.
Por otra parte, la represión del conflicto social es parte sustancial de la estrategia de los libertarios para contener la protesta social, visibilizada todos los miércoles en las concentraciones de jubilados y jubiladas frente al Congreso Nacional, entre otras masivas movilizaciones en defensa de la educación o la salud pública, contra el desempleo y en defensa de conculcados derechos sociales.
El profesional neoyorquino coincide en definitiva con el emprendedor millonario de la gran manzana que habita la Casa Blanca. El capitalismo estadounidense necesita del éxito de la gestión Milei para asegurar un “modelo” exitoso para el capitalismo en crisis, cueste lo que cueste. Por eso, Roubini alude al rumbo que debieran seguir Brasil, Chile o Colombia. Qué casualidad que Trump amenaza y confronta a Colombia y a Brasil y empuja una salida por derecha en las elecciones próximas de Chile.
El poder se inclina por derecha
La realidad es que el poder global expresado en la iniciativa del Estado estadounidense, más el desembarco ostensible de JP Morgan a nombre de la banca transnacional asentada en Wall Street y la propaganda de profesionales sistémicos manifestadas en medios y redes de comunicación que modelan las conciencias sociales favorecen la consolidación de procesos antipopulares como el argentino.
Claro que al mismo tiempo debe señalarse la ausencia de una alternativa creíble y asumida por la población local para disputar gobierno y poder en el camino de la satisfacción de necesidades sociales y no de la rentabilidad del capital.
Argentina, la región y el mundo habilitan un debate a contramano del horizonte de derecha de los gurúes internacionales, y quizá, en el propio Nueva York esté la respuesta luego de la elección de alcalde. El programa sustentado por Zohran Mamdani, de financiar con impuestos a los ricos la resolución de las demandas populares, pueda mostrarse como otro rumbo al sustentado por el poder.
Buenos Aires, 6 de noviembre de 2025
Argentina y el saqueo de los Bienes comunes. El papel del FMI, del tesoro y el gobierno de EEUU
Intervención leída el 7/11/2025 en inglés en la reunión de economistas y ecologistas por una revolución en la financiación internacional del clima, en la PRE COOP30, Belem, Brasil.
Argentina and the plundering of common resources: The role of the IMF, the Treasury, and the US government (primero en inglés y luego en español)
Good morning. It’s a pleasure to share this debate with you. Thank you very much for the invitation, Frederic, and for bringing together this group of intellectuals and professionals for a discussion that is strategic at this moment in time.
We have little time, so I want to make a very concrete presentation, thinking about my country, Argentina, and the current moment. Here we are discussing the issue of financial needs and climate change, and well, Argentina is currently facing a historical problem that has been developing for half a century: public debt. A public debt that has become a mortgage on Argentine society as a whole — one that generates interest payments which, year after year, compete with the needs of social spending, such as health, education, and many other areas.
At this moment, Argentina is being directly financed by the U.S. Treasury, and even indirectly — through the Treasury and the U.S. government — by the International Monetary Fund. In this dynamic involving the Treasury, the government, and the IMF, there is also a decision by transnational banking to assist Argentina, currently managed by JP Morgan.
The question many people around the world, including in the United States, are asking — at a time when the U.S. government is facing shutdown threats — is: why this willingness to finance Argentina amid a global crisis? Why is Argentina being financially supported? There are both political and economic reasons.
Among the political reasons, we can mention how the global far right — or a faction of it, led by Donald Trump — needs Argentina’s far-right government, headed by Javier Milei, to become a spearhead for U.S. foreign policy across the region. Mainly in Chile, where elections are just days away, the powerful United States would like Chile to become as functionally subordinate to U.S. foreign policy as Argentina currently is. But the same applies to Colombia, where strong political pressure is being exerted so that, in next year’s presidential transition, Colombia returns to the fold of U.S. hegemonic influence — the same influence that allowed multiple U.S. military bases to be established on Colombian soil.
Argentina is the only one among the five relatively more developed countries that is completely subordinated to the logic of the U.S. government. Brazil and Mexico, the two largest, are not fully aligned; nor are Chile and Colombia, which follow Argentina in relative size. The political or geopolitical reasons have to do with this U.S. intention to reaffirm its power in the region against its main global competitor, China — whose commercial, economic, and financial presence has grown throughout Latin America.
But there are also economic reasons. Those reasons underlie, for example, the military siege over Venezuela. The economic issue is that the United States seeks to dominate and appropriate Argentina’s and the region’s common goods — its natural resources, in traditional terms.
Of course, we’re talking about Argentina and the United States being governed by presidents who are climate change deniers. Therefore, they have no qualms about advancing the exploitation of natural resources — the plundering of common goods. Historically, Argentina and the U.S. have been competitors, not complementary economies. Yet, in this third decade of the 21st century, they have become complementary — because the U.S. needs to loot Argentina’s common goods, to appropriate Patagonia’s abundant water, which is essential for developing new technologies, for data centers needed by emerging technologies such as blockchain and digital currencies. The U.S. needs Patagonia — its cold climate, its water, uranium, energy, and land.
That is why financial support is necessary: to ensure the far right remains in control of Argentina’s capitalist management. These are political and economic reasons explaining U.S. government intervention to reinforce Argentina’s dependency — and that of the region as a whole — as a way to reaffirm the dominant role the United States plays as the most powerful state in global capitalism, and its influence within international organizations, especially financial ones.
Just as the U.S. defined in 1944 a financial system functional to its domination — through its national currency, the dollar — today, in 2025, it seeks to restructure international relations. To do so, it breaks traditional norms, acts unilaterally by applying sanctions, and tries to reorganize its “backyard,” Latin America and the Caribbean, for a global dispute.
First, it disciplined Europe and subordinated it to its logic; it has just reached agreements with Japan to bring it under the same dynamic; and now it seeks to do the same with Latin America and the Caribbean, in order to secure better economic and political conditions for its global contest for hegemonic leadership against China.
That is why, in the lead-up to COP 30, this discussion is so important — because it is essential that the peoples themselves define their own priorities for restructuring the world’s economy and society according to their needs and interests.
Thank you.
Argentina y el saqueo de los Bienes comunes. El papel del FMI, del tesoro y el gobierno de EEUU
Por Julio Gambina
Buenos días. Un gusto compartir con ustedes este debate. Muchas gracias por la invitación, Frederic, y por reunir a este conjunto de intelectuales, profesionales, para un debate que resulta estratégico en este tiempo. Tenemos poco tiempo y quiero hacer una presentación muy concreta pensando en mi país, en la Argentina y en el momento actual. Aquí estamos discutiendo el tema de necesidades financieras y cambio climático y bueno, Argentina, en este momento está insistiendo en un problema histórico que viene desarrollando desde hace medio siglo que es el endeudamiento público. Un endeudamiento público que constituye una hipoteca para el conjunto de la sociedad argentina. y es una hipoteca que genera unos intereses que año a año compiten con las necesidades del gasto social, entre otros en salud, educación y muchos otros rubros.
Argentina está siendo financiada en estas horas directamente por el Tesoro de Estados Unidos e incluso por intermedio del Tesoro y el Gobierno de Estados Unidos por el Fondo Monetario Internacional. E incluso con esta dinámica de Tesoro, Gobierno, Fondo Monetario Internacional, hay una decisión de la banca transnacional de asistir a la Argentina gerenciada en estas horas por JP Morgan. La pregunta que muchos se hacen en el mundo, e incluso en Estados Unidos, en un tiempo de cierre del gobierno, de shutdown, es por qué esta vocación financiadora en la coyuntura argentina y mundial de crisis, porque se asiste financieramente a la Argentina. Y hay razones políticas y razones económicas.
Entre las políticas podemos mencionar como la ultraderecha global, o una fracción de la ultraderecha global, liderada por Donald Trump, necesita que la ultraderecha gobernante en la Argentina, encabeza de Javier Milei, se constituya una punta de lanza para intervenir con la política exterior estadounidense en toda la región. Principalmente en Chile, que estamos a días de un proceso electoral y el todopoderoso Estados Unidos quisiera que Chile sea totalmente funcional y subordinado, como es la Argentina, a la política exterior estadounidense. Pero también lo hace sobre Colombia, ejerce una fuerte presión política en Colombia para que en el proceso de renovación presidencial del próximo año Colombia vuelva al redil de la influencia hegemónica de Estados Unidos que es lo que permitió que una cantidad de bases militares estadounidenses se asentaran en territorio colombiano.
La Argentina es el único país de los cinco de mayor desarrollo relativo que es totalmente subordinado a la lógica del gobierno estadounidense, ya que Brasil y México, los dos más grandes, no son totalmente funcionales, ni los que le siguen en tamaño relativo a la Argentina como Chile y Colombia. Las razones políticas o geopolíticas tienen que ver con esa intencionalidad de reafirmación del poder político de Estados Unidos en la región con su principal competidor, en el ámbito mundial que es China, que ha crecido en su peso comercial, económico, financiero, en toda la región. Pero también hay razones económicas, que las razones económicas están, por ejemplo, en la base del asedio militar sobre Venezuela. El problema económico es que Estados Unidos necesita dominar y hacerse de los bienes comunes de Argentina y de la región, de los recursos naturales en la jerga tradicional.
Y claro, estamos hablando de Argentina y Estados Unidos que están gobernadas presidentes que son negacionistas del cambio climático y por lo tanto no tienen ningún problema en avanzar en la explotación de recursos naturales, en el saqueo de los bienes comunes, porque si históricamente Argentina, por ejemplo, y Estados Unidos han sido competidores, economías no complementarias. Bueno, en la coyuntura de esta tercera década del siglo XXI, hay complementariedad porque Estados Unidos necesita del saqueo de los bienes comunes en Argentina porque necesita la apropiación de la Patagonia de la abundante agua que se requiere para el desarrollo de las nuevas tecnologías, de los centros de datos imprescindibles para la aplicación de las nuevas tecnologías del blockchain en que se asientan las monedas en desarrollo. Las cibermonedas. Requiere Estados Unidos de la Patagonia, del clima frío, del agua, del uranio, de la energía, de la tierra.
Por eso la necesidad del apoyo financiero para asegurar la permanencia en la gestión del capitalismo argentino de la ultraderecha. Son razones políticas y razones económicas que explican la intervención del gobierno de Estados Unidos para afirmar la dependencia de la Argentina, la dependencia del conjunto de países de la región, y es una forma de afirmar el papel que tiene Estados Unidos en la dominación que ejerce como Estado más poderoso del capitalismo mundial, y el papel que Estados Unidos despliega en las organizaciones internacionales, especialmente las financieras. Y así como definió en 1944 un sistema financiero funcional a la dominación de Estados Unidos desde su moneda nacional, el dólar, hoy, en el 2025, necesita reestructurar el sistema de relaciones internacionales y por eso rompe las normas tradicionales, ejerce el rol unilateral de aplicar sanciones e intenta reorganizar en primer lugar su patio trasero, América Latina y el Caribe, para una disputa global.
Claro, primero, disciplinó a Europa y ha subordinado a Europa a su lógica, acaba de hacer acuerdos con Japón para subordinar también a Japón a su dinámica y en la etapa actual intenta hacerlo con América Latina y el Caribe para generarse mejores condiciones económicas y políticas para su disputa global por el gobierno hegemónico del sistema mundial con China. Por eso la discusión previo a la COP 30 tiene la importancia de que los pueblos definan sus propias prioridades. para la reestructuración de la economía y la sociedad mundial en función de las necesidades y los intereses de los pueblos.
Muchas gracias.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)