Las estadísticas oficiales dan
cuenta de la insatisfacción social mayoritaria producto de la recesión y la
inflación.
El INDEC acaba de informar que “la
actividad industrial de junio de 2016 presenta una caída de 6,4% con respecto
al mismo mes del año 2015” y que “En el primer semestre del año 2016 con
respecto a igual acumulado del año anterior, la producción manufacturera
muestra una disminución del 3,3%.”[1]
Preocupa el tema ya que la
recuperación económica y del empleo luego de la recesión 1998-2002 tuvo
epicentro en el sector industrial, por lo menos hasta el 2007 y luego en el
2008/09 la recesión fue convergente con la situación mundial de crisis. Entre
2010 y 2012 hubo relativa recuperación y luego un proceso creciente de
desaceleración, ahora transformado en recesión.
Las proyecciones del organismo
hacia el trimestre en curso, julio a septiembre, no son muy alentadoras según
consultas a los empresarios involucrados en la actividad industrial,
anticipando una opinión mayoritaria al sostenimiento de los indicadores
actuales. Esa consulta confirma las previsiones de organismos internacionales
que anticipan un año recesivo para la economía argentina, con impacto socialmente
negativo en materia de empleo.
En ese sentido, el Ministerio de
Trabajo informa de la pérdida de casi 60.000 empleos a mayo del presente año,
donde casi 10.000 son de la actividad económica en el campo, precisamente el
único sector que presenta indicadores contra cíclicos en la macroeconomía, lo
que no significa que a todos los productores del sector los beneficie.
Vale comentar las críticas por
la situación económica de los productores de fruta, de lácteos o de variados
cultivos tradicionales, que soportan la situación de manera diferenciada de los
sectores hegemónicos, especialmente la soja.
Es algo que se verifica en el
ámbito agroindustrial, ya que en materia de industria alimenticia el mayor
déficit lo presenta la industria láctea con una caída (–22,3) muy importante
respecto del mismo mes del año anterior e importante para el semestre (–14,0);
mientras que para molienda de cereales y oleaginosas, la comparación con el mes
del año anterior es también negativa (– 7,4), pero positiva en el acumulado del
primer semestre (16,2).
Entre los rubros que más impacta
la recesión está la construcción y la emblemática industria automotriz.
La industria del cemento acumula
una caída (-14) para el primer semestre respecto del mismo periodo del año
anterior.
Para la industria del automotor
los indicadores señalan una caída en comparación con mayo del año pasado (–21,6)
y sostenida para este primer semestre del 2016 (–13,7) respecto del mismo
periodo del 2015.
Los datos se completan con
caídas de las industrias metálicas básicas (-12,4%), la metalmecánica excluida
la industria automotriz (-4,8%), la industria del tabaco (-4,1%), la refinación
del petróleo (-3,8%), los productos minerales no metálicos (-3,5%), la
industria química (-0,9%) y la industria alimenticia (-0,4%).
Quienes crecen para la misma
comparación temporal son la industria textil (10,2%), los productos de caucho y
plástico (3,8%), la industria de papel y cartón (2,8%) y la edición e impresión
(0,4%).
Son datos que explican la caída
del empleo, que más allá de los datos del INDEC, involucran cifras muy superiores
y que convalidan suspensiones como la reciente anunciada por ACINDAR y otras
empresas del complejo siderometalúrgico.
Cruda
realidad de ajuste
El cuadro presentado muestra la
cruda realidad del ajuste. La política económica del gobierno Macri está dando
sus frutos en materia de recesión, ya que el enfriamiento de la economía es
producto de una concepción deliberada que se sustenta para confrontar con la
inflación.
Por ese camino se abrieron las
puertas a las importaciones y junto al crecimiento de los problemas del
comercio exterior y una tendencia creciente hacia el déficit, lo que se hace es
la promoción de la producción externa, muy lejos del estímulo a un proceso de
radicación de inversiones en la Argentina.
Las falencias fiscales derivadas
de la recesión, verificadas en la menor recaudación, inducen mayor ajuste en el
gasto público, ralentización del ritmo de las inversiones públicas y agrava la
ausencia de inversiones privadas o del Estado en la perspectiva de activar el
orden económico. Es grave el mantenimiento estructural del déficit fiscal que
renueva las condiciones para profundizar el endeudamiento público del país como
solución a corto plazo e hipoteca las finanzas públicas en el mediano y en el
largo plazo.
Hay quienes insisten en que el
gobierno necesita más tiempo para mostrar resultados que satisfagan las
expectativas sembradas desde la lógica de Cambiemos. La cruda realidad devuelve
el conflicto creciente, evidente en el caso de la protesta contra el aumento de
las tarifas y en ebullición la demanda por un paro nacional que impulsen las
centrales sindicales.
Más allá de las protestas en
curso o las que se generen, lo que hace falta es profundizar un debate sobre la
realidad económica, política y social y la imposibilidad de soluciones para la
mayoría social sin cambios estructurales que confronten con el poder económico
local y mundial,
Buenos
Aires, 29 de julio de 2016
[1]
INDEC. Estimador Mensual Industrial (EMI). En: http://www.indec.gov.ar/uploads/informesdeprensa/emi_07_16.pdf
(consultado el 29/07/2016)