La devaluación del peso argentino

Hace un año el dólar se cotizaba a menos de $5. Hoy con la devaluación se necesitan $8 por dólar, convalidando un incremento del 60% en el precio de la divisa.
Hasta hace poco se sostenía que la política oficial no contemplaba devaluar la moneda nacional. Sin embargo, la aceleración de la depreciación monetaria se apresuró durante el 2013 y más aún sobre fines del año, especialmente con el cambio de autoridades en el Gabinete de Ministros y en la Presidencia del Banco Central en noviembre pasado.
El comienzo del 2014 evidenció un mayor nivel de depreciación monetaria, agudizada en esta semana con la deliberada retirada del Banco Central del mercado cambiario el miércoles 22/1, que apenas pudo sostener por un día, y ya el jueves 23/4 tuvo que vender 100 millones de dólares para bajar la cotización de los $8,40 por dólar a $7,75 por unidad de moneda estadounidense. El viernes 24/1 el precio de la divisa osciló por encima de los $8.
Complementariamente, el gobierno dispuso flexibilizar las restricciones a la compra de divisas para atesoramiento, lo que estaba prohibido hasta ahora, lo que podrá realizarse previa autorización de la AFIP, el ente de recaudación, con un adicional de 20% a cuenta del impuesto a las ganancias, que a la cotización del día, cada dólar se obtendrá contra $9,60.
Hasta aquí los hechos. Las incertidumbres a futuro continúan, especialmente el impacto sobre los precios, ya que la devaluación incide en la importación de insumos y bienes intermedios necesarios para la producción en el país, tal el caso de automotores o electrodomésticos entre otros, sin perjuicio de un conjunto de bienes y servicios que ajustan precios sobre costos dolarizados, e incluso expectativas.
Es un dato que las devaluaciones favorecen a los grandes productores y exportadores y de hecho, era la demanda de los sectores hegemónicos de la producción local, buena parte asociada a la transnacionalización capitalista de la economía argentina. La contracara es el perjuicio para quienes perciben ingresos fijos, los trabajadores, regulares e irregulares, activos o pasivos, a tiempo completo, flexibilizados o tercerizados, los que reciben planes sociales e incluso productores y empresarios que asocian sus ventas a este importante sector de la sociedad. Son pocos los beneficiados, el poder económico más concentrado, y son millones los que verán afectados su capacidad de compra. Las devaluaciones no generan equidad, y aun mejorando competitividad, algo que no es seguro, supone la transferencia de recursos de los trabajadores a los propietarios concentrados del capital.
¿Por qué la devaluación? ¿Hay otras posibilidades?
Desde el gobierno se explican maniobras especulativas del titular de Shell en connivencia con bancos extranjeros, el Citi, el Francés y el HSBC. Más allá de las acciones legales que se impulsen bien vale considerar la necesidad de mantener a la banca extranjera en la Argentina y consultarnos, a esta altura, por qué continuar con la legislación financiera de la dictadura genocida. Asociado a ello se requiere un estricto control del comercio exterior, el que se concentra en un puñado de empresas extranjeras y un conjunto reducido de bienes que explican el comercio exterior.
Claro que estamos remitiendo a la nacionalización de la banca y del comercio exterior, y que ello supone un enfrentamiento con el poder económico y político, que se requiere constituir sujeto social y político para sostener la confrontación. Ello necesita asumir un nuevo rumbo modificando la ecuación de beneficiarios y perjudicados del orden económico y social en el país. Lo que ha fallado en la Argentina de este tiempo es la concepción de la posibilidad de un “capitalismo nacional” al que convocó a construir Néstor Kirchner en mayo del 2003. En la era de la transnacionalización es un imposible, como inútil es buscar una “burguesía nacional” que asuma ese proyecto, salvo la gestación de nuevos sectores de burguesía local, los que acumulan en el marco de un proceso continuo de extranjerización y dependencia de la economía local al sistema mundial del capitalismo.
La realidad es que las divisa tienen precio y la pelea por su cotización enfrentó a los sectores hegemónicos privados de la economía argentina con el gobierno, demandante de dólares, principalmente para la cancelación de la deuda pública. Eso explica la perdida de reservas en el último tiempo, solamente 12.000 millones de dólares durante el 2013, entre fuga de capitales y pagos de la deuda, según datos oficiales.
El precio de la divisa, de los bienes y servicios, o de la fuerza de trabajo se dirime en el capitalismo en un mercado monopolizado por grandes capitales altamente concentrados y centralizados. Los Estados pueden convalidar la situación o enfrentarla, lo que supone romper la lógica del capital para intentar organizar un orden diferente, anticapitalista, incluso socialista.
Es un debate que trasciende la realidad nacional y se presenta en toda la región Nuestramericana, ya que el cambio político emergente a comienzos de siglo puede agotarse si no se profundizan políticas independientes y soberanas en la región. Aludo a la soberanía alimentaria, energética, financiera, que contribuya a una modificación del modelo productivo depredador y au nuevo modelo de desarrollo para la región.
Falta poco para la cumbre de la CELAC y se discute un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. ¿Ese es el rumbo de la inserción internacional de Nuestramérica? La inserción subordinada de la región fortalece la dependencia del orden capitalista en las condiciones actuales de transnacionalización, generalización de la especulación y el delito. ¿Hay solución fortaleciendo la inserción en el orden capitalista mundial, ese que gerencia el FMI, el Banco Mundial, la OMC? ¿Por qué libre cambio con Europa, luego de haber rechazado el ALCA? ¿Es mejor el capitalismo europeo que el estadounidense? El interrogante es aún más válido cuando pensamos la hegemonía alemana en Europa y las políticas de austeridad generalizadas en el viejo continente.
Argentina y la región están urgidas por cambios estructurales, los que deben realizarse integradamente. Existen novedosos mecanismos e instrumentos en funcionamiento, junto a avanzadas ideas que pueden facilitar el proceso. Aludo al ALBA, incluso UNASUR y la CELAC, pese a los matices en su seno. También al sistema múltiple de pagos con monedas locales entre Brasil y Argentina, escasamente usado, o el SUCRE entre los países del ALBA, al que adhirió Uruguay. Mucho se escribió sobre la nueva arquitectura financiera, expresión de ello es el Banco del ALBA. Bolivia acaba de anunciar que dispone de la cuota asignada para hacer funcionar un Banco del Sur que puede ser depositario de las reservas internacionales, cuantiosas entre los países que adhieren a la iniciativa.
No constituye una utopía hacer realidad el otro mundo posible a que nos convocó el Foro Social Mundial a comienzos del presente siglo. El capitalismo no ofrece soluciones a los pueblos de la región y del mundo. Fue en esencia el mensaje de Hugo Chávez cuando a fines del 2004 formuló su proyecto del socialismo del Siglo XXI. Ante la debacle de la URSS y el socialismo en el este de Europa y el rumbo e inserción de China en el capitalismo global, existen voces que nos acusan de anacrónicos y cuando mucho de utópicos. Los utópicos son los que imaginan una salida dentro del capitalismo y aún, aquellos que se contienen en el límite de lo posible, intentando reformar al capitalismo.
Los límites de la heterodoxia, el neo-desarrollismo o neo-keynesianismo, según como se asuma, en la Argentina, da cuenta de los debates, en la región y en el mundo, por superar la crisis del capitalismo, la dependencia, pensando y construyendo un orden económico, social, político y cultural de emancipación, sin explotación y armonioso con la naturaleza.

Buenos Aires, 24 de enero de 2014

La deuda pública se cancela con reservas internacionales. ¿Puede hacerse algo distinto?

Las reservas internacionales bajaron a 29.858 millones de dólares, desde un máximo superior a los 52.000 millones de dólares a comienzos del 2011.
Para entender la clave de la reducción de las reservas, hay que concentrar la mirada en el pago de deuda. Para ello puede recordarse el debate oportunamente realizado en enero del 2010, a la salida de Martín Redrado de la conducción del BCRA.
La discusión entonces era si pagar deuda con recursos corrientes del presupuesto o utilizar las reservas con ese fin. Para la primera posición se anotaba la oposición sistémica, de derecha explícita, siempre dispuesta al ajuste sobre el gasto social. Para la segunda el gobierno, que es lo que finalmente se adoptó y viene impactando en el nivel de reservas, tal como justifican las autoridades.
Ambas posiciones, el gobierno y la oposición sistémica estaban y están por la cancelación puntual de la deuda, unos acudiendo al ajuste fiscal, restringiendo gasto social para cumplir con acreedores de la deuda pública, otros utilizando reservas acumuladas por saldos favorables del comercio exterior y otros ingresos de divisas, sean préstamos o inversiones.
Son discusiones recurrentes en la Argentina, Incluso en enero del 2006 se canceló deuda con el FMI con reservas internacionales y se sostuvo que las reservas se recuperarían con el crecimiento del comercio exterior y el ingreso de divisas por inversiones y créditos.
Si en diciembre del 2005 las reservas alcanzaban los 28.077 millones de dólares, al mes siguiente se redujeron a 19.689 millones, producto de una cancelación anticipada al FMI por 9.500 millones.
Es cierto que hubo recuperación de reservas, las que crecieron desde ese nivel a más de 52.000 millones de dólares a inicios del 2011, cuando comenzaron a bajar producto de la decisión de utilizar reservas para cancelar deuda.
Evolución del nivel de reservas internacionales
Hacia marzo del 2001, en pleno despliegue de la crisis, las reservas cayeron por debajo de los 30.000 millones, registrándose en volumen de 29.812 millones[1] y siguieron cayendo hasta el mínimo de 8.986 millones de dólares en Julio del 2002. El máximo logrado había sido en enero del 2001 con un volumen de 36.153 millones.
La baja de las reservas era expresión de la fuga de capitales para radicar la valorización capitalista fuera del mercado local. La rebelión popular ponía de manifiesto el descontento e indujo la salida de la convertibilidad. El costo sería un fuerte deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población, ya que la devaluación de enero del 2002 indujo un fortísimo ajuste en contra de los trabajadores y sus ingresos y muy favorable a la renta empresaria, la que despuntó con la recuperación desde mediados del 2002. La devaluación fue el mecanismo para esa operación, disimulada con el efecto crecimiento y recuperación del empleo con salarios de miseria.
La recuperación económica, producto de la combinación de la cesación de pagos de diciembre del 2001 y la devaluación de enero del 2002 supuso que los 10.000 millones de dólares de reservas internacionales se superaron desde febrero del 2003; los 20.000 desde enero del 2005; los 30.000 desde noviembre del 2006; los 40.000 desde mayo 2007; los 50.000 desde marzo de 2008, aunque solo por dos meses, luego cayeron y consolidaron un nivel sobre los 50.000 millones desde julio del 2010, hasta los 52.618 millones de enero del 2011.
Es que la devaluación y el crecimiento de los precios internacionales de los productos de exportación, especialmente la soja, consolidaron un saldo comercial positivo que alimentó las reservas internacionales. De ese máximo a comienzos del 2011 la reducción de las reservas fue continuada y acelerada. Se perforó el techo de los 40.000 millones en abril del 2013 y ahora, en enero del 2014 el nivel de los 30.000 millones de dólares.
El fenómeno de la caída de las reservas se consolida desde el 2011 y tiene como eje el pago de la deuda. Es la exigencia de las clases dominantes mundiales, los acreedores externos y el sistema financiero mundial, para habilitar la reinserción de la Argentina en el orden capitalista global, del que fue desplazada parcialmente en 2001 como consecuencia de la declaración de la cesación de pagos.
Pero aún falta para ese “logro” de reinsertar al país en el sistema financiero mundial, y se requiere cancelar la deuda impaga con el Club de París por unos 10.000 millones de dólares. Además, terminar con las demandas judiciales por la deuda en cesación de pagos (juicios en Nueva York), y bonistas que no ingresaron a los sucesivos canjes, lo que adiciona otros 7.000 millones sin considerar intereses reclamados. Más las demandas en proceso ante el CIADI, estimadas en más de 10.000 millones de dólares.
Pensar en cumplir con esas obligaciones hace un cóctel explosivo, de extorsión a la soberanía y las necesidades insatisfechas de la mayoría de la población, razón por la cual en otra ocasión calificamos a la deuda como un cáncer a extirpar.
¿Existe otra posibilidad?
Se requiere discutir el camino elegido y pensar alternativas. Desde el gobierno se insiste en la cancelación recurrente de la deuda, la que se incrementó desde fines del 2001 al presente, de 145.000 millones a 209.000 millones, mientras se cancelaron en la década 173.000 millones de dólares según publicitó Cristina Fernández antes de las elecciones de octubre pasado.
Insistamos que la deuda es un cáncer, cual barril sin fondo, agotando recursos que bien podrían constituir la base de una acumulación con fines alternativos.
Es necesario frenar la fuga de capitales y para ello se requiere un estricto control de cambios y la nacionalización del comercio exterior y la banca, algo que disgustará al poder, no hay dudas, pero imprescindible para transitar un proceso de reversión del chantaje de las clases dominantes que corren permanentemente los límites de la cancha, y queda claro con la cotización reclamada de la divisa. Las nuevas autoridades económicas y políticas luego de las elecciones de octubre aceleran como nunca la devaluación (de 6 a 6,75) y el dólar ilegal no tiene límites (de 9 a 11,25). Mientras más se devalúa más crece la cotización paralela e incide en la inflación, la que castiga a los sectores de menores ingresos.
El imaginario gubernamental es que asumiendo la agenda del poder se podrá estabilizar la economía. Por eso se apuesta a las inversiones externas para el autoabastecimiento energético, a cualquier costo “ecológico” y sobre cualquier opinión en contra de ciudades y pueblos que se manifiestan en contra del fracking. También se apuesta al saldo positivo del comercio exterior montado en una sojización creciente que consolida un modelo productivo primario exportador, al tiempo que se restringen las importaciones. El crecimiento de la economía es el objetivo, de cualquier modo. Nuestra apelación apunta a discutir el modelo de crecimiento de la producción y de desarrollo, lo que supone renegar de la lógica del pago sin auditar la deuda, de las facilidades para la fuga de capitales y el dispendio de recursos soberanos que debieran utilizarse para otro modelo productivo y de desarrollo.
¿Es un camino sencillo? No, se requiere discutir el propio orden capitalista, pues no hay destino en el marco de una lógica de producción que asegura ganancias monopólicas a escala global sobre la base de la especulación financiera, la militarización y el tráfico de armas; la droga y el delito de todo tipo. Esa es la realidad del capitalismo contemporáneo, no hay otro, es lo que existe, es el capitalismo real y Argentina lo sufre como parte de él. El diagnóstico es clave, sino es imposible transitar un nuevo camino. Hace falta una conciencia anti capitalista, una crítica sustancial al capitalismo de nuestro tiempo y empezar a desafiar el pensamiento y la práctica social por una nueva sociedad, que insisto en llamar socialista, aún con los errores de las experiencias desarrollados, pero con el empecinamiento de la posible construcción de otro mundo con otros beneficiarios, la mayoría de la sociedad.
Chapadmalal, 16 de enero de 2014



[1] Todos los datos son del sitio del BCRA, en: http://www.bcra.gov.ar/ (consultado el 16/01/2014)

Precios y salarios en el debate económico

La preocupación económica es la inflación y por eso, aparece como central la cuestión de los precios, entre ellos el de la fuerza de trabajo.
El fenómeno de la inflación se manifiesta como incremento de los precios, y más allá del INDEC y el viejo o nuevo indicador, la propia política de gobierno reconoce la existencia del flagelo inflacionario. Se discute la magnitud del problema, pero ya no se niega su existencia. Otra discusión es la política económica para frenar o impulsar los precios.
Por ello es que hay acuerdo de precios, por ahora solo en la zona metropolitana y en grandes centros comerciales. Ahora empieza a extenderse a cadenas de comercialización de menor magnitud y progresivamente adquirirá carácter federal, llegando el acuerdo de precios al conjunto del país. En el “mientras tanto”, quien puede aumentar lo hace.
Es importante que se reconozca el problema, paso inicial y pre-condición para intentar confrontarlo. Claro que el problema esencial apunta a reconocer no solo el fenómeno, sino las causas de la inflación. En general se reconoce la complejidad de la cuestión, pero existen teorías y enfoques que privilegian ciertos elementos.
Entre otros existen los que apuntan a la política económica, especialmente la monetaria, y más precisamente la emisión. La respuesta en este caso apunta a la disminución de la emisión de moneda y con ello a la reducción del gasto público. En general, esa reducción apunta a gastos sociales y nunca a aquellos destinos que satisfacen el ingreso de sectores dominantes, por caso el pago puntual de la deuda pública.
Otros señalan la cuestión estructural de la dominación monopolista en el sistema capitalista, es decir, señalan a los fijadores de precios, que no son muchos. Solo pueden establecer precios aquellos que tienen una situación de dominación en el mercado y utilizan esa posibilidad para apropiar una parte de la renta socialmente generada a costa del ingreso de una parte sustancial de la población. La respuesta para intentar contrarrestar esta situación apunta a medidas de control del poder económico, algunas veces de carácter imperativo y otras consensuales, como los actuales “acuerdos”.
Ambos diagnósticos pueden ser compartidos, siendo discutibles las medidas que se asocian a cada diagnóstico. Puede coincidirse en que se trata de un problema de emisión y que debe reducirse el gasto. La discusión es en todo caso cual es el gasto que se debe afectar. Si se achica el gasto en salud o educación, por ejemplo, o si se asume otra política respecto al privilegio de los acreedores, entre cancelar la deuda pública con inversores locales o externos o satisfacer derechos sociales consagrados por la Constitución Nacional. En el otro sentido, el debate apunta a discutir cómo se evita el accionar de monopolio. En este caso, debe asumirse que el capitalismo hace rato abandonó una época de libre competencia para abrirle paso a la concentración y centralización del capital, habilitando la dominación monopolista de la economía contemporánea, al mismo tiempo que el carácter del Estado, más allá de contradicciones, remite a una institucionalidad gestada por el propio régimen del capital.
Vale mencionar que el acuerdo de precios en curso es voluntario y por lo tanto involucra en el debate al gobierno con grandes operadores económicos, los que consienten en la coyuntura la política de “precios cuidados”. Cada cual atenderá su juego, intentando el sector empresario corregir al alza los acuerdos transitorios en busca de rentabilidad, esencial lógica capitalista. La respuesta gubernamental amenaza con la importación y pretende involucrar a nuevos actores económicos, caso de los productores de alimentos frescos y sus propios instrumentos de comercialización, caso del Mercado Central de abastecimiento.
Queda claro que el diagnóstico necesita incluir la lógica de la ganancia, esencia del capitalismo, para poder entender que la fijación de precios al alza es uno de los mecanismos del capital para lograr su cometido. Es algo que tiene especificidad nacional, pues no ocurre del mismo modo en todos los países del mundo. EEUU es un gran emisor y sin embargo no se manifiesta en una suba descontrolada de los precios, entre otras cuestiones, por su capacidad de trasladar la inflación al resto del mundo. Existen otros países con posición hegemónica en el sistema mundial del capitalismo que actúan del mismo modo.
Por ello, no en todos los países, la respuesta del capital es la misma. En el caso de la Argentina, las restricciones estructurales evidenciadas luego del ciclo inicial de la devaluación del 2002, con efecto hacia el 2006, hizo que se defienda la rentabilidad de la inversión con aumentos de precios. En esas condiciones, los trabajadores intentan defender sus ingresos y acuden a las paritarias, un logro de estos años, aunque solo para un sector minoritario de los trabajadores. De hecho, solo los trabajadores regularizados del sector privado han podido defenderse de la evolución de los precios, algo no logrado por los estatales y ni hablar aquellos que están en situación irregular de empleo, es decir, sin seguridad social. La mayoría de los trabajadores han perdido contra la inflación, insistamos, más allá de cualquier indicador del INDEC, el viejo o el nuevo que empezó a contabilizarse desde el comienzo del 2014.
La realidad augura conflicto a varias puntas, entre fijadores de precios y sociedad; entre los actores económicos y el gobierno, para ver quién puede disciplinar a quien; y claro, entre la mayoría de la población que vive de ingresos fijos, entre ellos los trabajadores en defensa de los salarios, a quienes pretenden disciplinar los patrones y el Estado. Este conflicto tiene a los trabajadores como sujeto esencial y por eso está en la agenda de discusión en las organizaciones de trabajadores, las que preparan las formas de intervención para obtener logros en la disputa por el ingreso nacional, destacándose pese a la fragmentación sindical la unidad de acción insospechada hasta hace muy poco tiempo. Es un juego de intereses económicos que se dirime en la política, en las iniciativas políticas para defender ingresos, es decir, ganancias los propietarios y salarios los trabajadores. El Estado juega para el capital, sí, es verdad, pero es también ámbito de disputa si se pretende construir otra institucionalidad para la transformación social, anticapitalista.

Buenos Aires, 11 de enero de 2014

Primeros anuncios económicos del 2014

Empezó el 2014 con algunas novedades anunciadas por el gobierno en materia de política económica.
Una de ellas remite a un nuevo acuerdo transitorio de precios. Otra a sanciones a las empresas distribuidoras de energía. Finalmente se anunciaron centenares de objetivos y metas para el presente año.
Aumentos y acuerdos de precios
Sobre los precios, vale registrar que el anuncio solo involucra un conjunto de productos y aplicables a la zona metropolitana. El interior profundo del país deberá esperar mejor ocasión.
La antesala del anuncio se presentó con incrementos del boleto del transporte de pasajeros en el Gran Buenos Aires, del precio de boletos de avión, los aumentos de las naftas y los peajes. Todos en cifras muy por encima de los registros oficiales de evolución de los precios, e incluso de lo que indican fuentes privadas, en general opositoras al gobierno.
Más allá del acuerdo de precios, queda claro que el año comienza con aumentos que inciden en la capacidad de gasto de la mayoría de la población, especialmente los perceptores de ingresos fijos. Es una situación que anticipa importantes debates salariales en cuanto se habiliten las negociaciones colectivas, y entre ellas destaca la paritaria docente con la incertidumbre de todos los comienzos de año relativa al inicio de las clases.
El estado y las empresas eléctricas
Respecto de las eléctricas, y aun persistiendo el problema de los cortes de luz y agua para algunos usuarios, el Ministerio de Planificación anunció un conjunto de multas a las empresas y resarcimientos a usuarios afectados, incluyendo sanciones retroactivas a similares episodios de años anteriores.
El anuncio incluye la posibilidad de rescisión de los contratos. Las medidas expresan una clara intención de hacer responsables de los cortes a las empresas.
Lo que se omite es hacer un balance crítico del accionar del ENRE, el ente de control, con escasa capacidad de incidir en la prevención de la crisis.
Pero aún más, se requiere apuntar al conjunto de la política energética, lo que requiere discutir desde la producción a la distribución de la energía. Ello no solo es electricidad, sino también petróleo o gas.
Ese fue precisamente el colofón de la exposición de De Vido, resaltando la potencia del yacimiento Vaca Muerta, especialmente en materia de gas. Aun resolviendo el abastecimiento energético del verano y los picos de demanda, la realidad es que la crisis energética ocupará buena parte de las discusiones del presente año.
Objetivos y metas 2014
En cuestión de objetivos y metas resaltan el fuerte crecimiento esperado para la economía, como la consolidación de un importante saldo comercial estimado en 10.124 millones de dólares, con exportaciones por más de 94.000 millones de dólares.
Los anuncios trascienden la economía, pero entre ellos resalta la afirmación de un modelo productivo que tiene epicentro en el extractivismo. En efecto, en materia agrícola se anuncia el objetivo de lograr un incremento del 20% en la producción de trigo con una meta a lograr a 11 millones de toneladas, al mismo tiempo que se sostiene una meta de 115 millones de toneladas para cereales y oleaginosas en la perspectiva del 2015.
Queda clara la continuidad en la soja y sus derivados como producto central del complejo agrícola del país, base esencial de la expansión de las exportaciones. Pero no solo agro en los anuncios, también la minería se presenta con una expectativa de inversiones externas por 3.800 millones de dólares.
La primarización y el extractivismo aparecen en el primer plano. Los anuncios relativos a política social expresa los límites estructurales de la economía argentina.
Entre otros, se aspira a un desempleo del 6,3% muy lejos de los valores históricos.
En materia de trabajo no registrado se aspira a que sea menor a 32,5%, dando cuenta de las dificultades para regularizar el empleo y terminar con la impunidad empresaria en la contratación irregular de la fuerza de trabajo.
La Asignación Universal por Hijo se incrementará para llegar a 4.501.939 beneficiarios, consolidándose como la principal política social y el mantenimiento del problema estructural de la pobreza.
Todos los anuncios denotan preocupación gubernamental ante las protestas y reclamos del fin de año, sea por la carestía de la canasta de consumo cotidiana o los cortes de electricidad y su impacto en zonas urbanas.
Se pretende incidir en la prevención del conflicto social que tiene eje en la disputa por el ingreso. Insistamos, un tema que aparece en el centro de la agenda de política económica a comienzo del 2014.

Buenos Aires, 4 de enero de 2014

Declaración de la Corriente Sindical en la CTA: Iniciativa política y lucha de clases en la Argentina

Iniciativa política y lucha de clases en la Argentina
A treinta años de vigencia de la Constitución en la Argentina, queda claro que existen distintas iniciativas políticas en la disputa del poder, algunas antagónicas entre sí.
Por un lado, existe la disputa por la gestión del capitalismo. En términos generales, es un proceso disputado por radicales y peronistas en la gestión del Estado Nacional, con algunas presencias de otras identidades políticas en algunos Estados provinciales y/o municipales. Ambos partidos tradicionales y los terceros que buscan su lugar en el arco de la dominación política, se disputaron en estos 30 años la hegemonía de la representación institucional. Se trata de un proceso que reconoce varias fracturas y divisiones por “derecha” o por “izquierda” de los partidos tradicionales, pero siempre en el marco del objetivo de lograr “normalidad” en el funcionamiento del capitalismo local. Capitalismo “serio”, “crecimiento con inclusión”, “país normal”, son los nombres que suelen asignarse a esa idea.
Por otro lado, existe un variado movimiento político popular que intenta ir más allá del capitalismo, pretendiendo construir alternativa anticapitalista y antiimperialista, construyendo identidad por el socialismo bajo las nuevas condiciones del desarrollo social contemporáneo. Remitimos especialmente a las novedades en Nuestramérica, que lideran el proceso de cambio político regional, sea la renovación del modelo socialista en Cuba, la formulación por el socialismo del Siglo XXI que emerge desde la revolución bolivariana de Venezuela, o el propósito del Socialismo Comunitario proveniente desde Bolivia; incluso las formulaciones constitucionales en Bolivia y Ecuador por el Vivir Bien o el Buen Vivir, así como la asunción de esas sociedades como “Estados plurinacionales” poniendo en crisis la legitimidad del Estado nacional vigente desde la época de la independencia. Son estas últimas señales de crítica y orientación alternativa al modelo productivo y de desarrollo del capitalismo realmente existente, como expresión de la búsqueda global experimentada en el laboratorio de cambio en la región latinoamericana y caribeña. Las proyecciones en nuestro país de estas ideas son, en cierta medida, débiles e inconexas. Por un lado nos encontramos con rechazos globales a estas experiencias por no ser “genuinamente” socialistas, sin comprender la importancia de la reinstalación del debate socialista que supuso la propuesta del chavismo en momentos en que parecía imposible la disputa del orden social global por el socialismo. En otras ocasiones se produce la asimilación de la experiencia boliviana o venezolana con procesos, a lo sumo reformistas, que no ponen en absoluto en cuestión el carácter capitalista de la sociedad, como el argentino o el brasileño. Este último comentario genera la confusión de sectores que imaginan aportar a la construcción del bloque popular, cuando en realidad son absorbidos por la hegemonía del bloque en el poder.
La experiencia cubana destaca por su historia y aporte como experiencia viva de la construcción actual del socialismo, y Venezuela aporta la dinámica del poder popular para afirmar un nuevo rumbo social en la región, contribuyendo de una manera especial a la nueva integración y la dinamización del movimiento popular en la disputa contra el capitalismo y por el socialismo.
Iniciativas desde el PODER
Las iniciativas políticas se despliegan en varios ámbitos, el más visible es el institucional. El predominio justicialista y radical es notorio en los poderes del Estado capitalista argentino. Claro que hay agrupamientos a izquierda, centro y derecha de las tradicionales identidades políticas locales. En el peronismo coexisten promotores y cultores de la reestructuración reaccionaria de los 90, con críticos de aquel discurso, aun sosteniendo los cambios institucionales que afirmaron la incorporación de los transgénicos en la producción agraria (soja), las modificaciones al Código minero que explican las grandes inversiones externas en mega-minería, el conjunto de acuerdos internacionales en defensa de las inversiones externas, el pago de la deuda, y claro, la legislación anti terrorista en tiempos del kirchnerismo y más cercanamente la designación al frente del ejército de Milani.
En el ámbito institucional se desarrollaron batallas interesantes en las tres décadas. En todos los periodos hubo ambición fundadora de nuevos ciclos de representación política. Lo intentó el radicalismo con Alfonsín y el peronismo con Menem y luego la década K. Las identidades mayoritarias conviven con una fuerte y larga crisis política, que se hizo evidente en la pueblada del 2001.
La crisis política, que viene de largo, es una asignatura pendiente de resolución y que entre las propuestas hegemónicas se pone en disputa en procesos electorales, especialmente y en el último tiempo en el 2009, bajo la emergencia de una oposición sistémica (en favor del sistema capitalista) con masivo apoyo electoral. Es un proceso que vuelve a reiterarse en 2013, en un nuevo acto eleccionario de medio mandato. También resulta acentuado el despliegue multiforme del peronismo, con más del 70% de votos colocados bajo ese signo en la decisiva provincia de Buenos Aires. La respuesta desde el gobierno, al desafío del 2009, se manifestó en una iniciativa política que consolidó la renovación de mandato de CFK con aumento de adhesiones electorales (54%). En la coyuntura actual, a fines del 2013, parece reiterarse el intento de gestar una fuerte iniciativa política que reinstale al kirchnerismo en el centro de la disputa política. Es una cuestión de importancia por la disputa de espacios sociales que generó el kirchnerismo, contribuyendo a la fragmentación social del movimiento popular. Esa es la primera lectura a realizar del regreso de CFK a sus funciones en el poder ejecutivo luego de la licencia por salud. ¿Podrá lograr consenso social con las medidas asumidas en el último tiempo, sea la designación de Milani o los acuerdos globales con inversores transnacionales? ¿Cómo incide en el consenso la explicitada crisis energética, los nuevos acuerdos de precios? La inflación en ascenso desde el 2007 es una política de ajuste que se agudizará con la  aplicación de la “sintonía fina” aplicada en un intento de no perder consenso.
El cambio de gabinete es la primera de las medidas, las que serán acompañadas con el ejercicio de políticas con condiciones económicas diferentes de las presentadas entre 2009 y 2011. En ese periodo, el ciclo virtuoso de crecimiento económico y consenso social facilitó la expansión del gasto y la transferencia de deuda externa con ámbitos locales de la administración gubernamental (BCRA, ANSES, etc.). La nueva situación de desaceleración económica con cambio en el escenario mundial (continuidad de la crisis mundial y cambio de tendencias en los países no hegemónicos), asociado a la pérdida de reservas internacionales, escaso ingresos de divisas y fuerte presión de los capitales hegemónicos, dificultan iniciativas que no culminen en un fuerte ajuste contra el salario y los ingresos populares. La modificación del elenco ministerial parece apuntar a recortar “excesos” de intervención estatal y de política “redistributiva”, y en el caso de la Jefatura de Gabinete a hacer pie en vértices de poder tales como los gobernadores provinciales, la Iglesia Católica y la embajada norteamericana.
Transitar el conflicto político institucional entre 2014 y 2015 es el escenario probable de oficialismo y oposición para gestionar el capitalismo local. Claro que en un marco de aceleración del ajuste fiscal con impacto concreto en el deterioro de la capacidad de compra del salario y los ingresos populares, especialmente desde el recorte anunciado de los subsidios al transporte y la energía. Por ello es que intentarán contener la demanda salarial en las negociaciones colectivas a pedido de las patronales y el proyecto oficial y persistirán en sostener el viejo modelo sindical contra el que impulsamos desde la CTA.
En ese marco de conflicto institucional actuarán otras instituciones que configuran la constelación del poder, entre ellas, la Iglesia o los medios de comunicación masivos. La dimensión militar continúa sumergida por la condena social de sus incursiones directas en la política desde los golpes de Estado de 1930 y especialmente la genocida dictadura de 1976. La búsqueda del poder por restaurar la herida con las Fuerzas Armadas está latente y en ese sentido debe incluirse la designación del nuevo jefe del ejército. Son ámbitos que actúan en la formación del sentido común, construido como contraofensiva al poder popular vigente hacia mediados de la década del setenta. No puede entenderse el consumismo, el individualismo y el descompromiso con la transformación revolucionaria de la sociedad, si no es desde el trabajo ideológico, sicológico, comunicativo, desplegado  desde terror del Estado hasta nuestros días. La agresión al sindicalismo y otras formas de agrupamiento de los trabajadores es parte sustancial de este proceso.
Iniciativas desde ABAJO
Junto a la ofensiva del PODER se pueden verificar en simultáneo iniciativas desde ABAJO. Al terrorismo de Estado se le opuso la resistencia obrera y popular, contra la represión, por la memoria y la vida. Se resumen en un conjunto de movilizaciones, organizaciones, campañas e iniciativas con reivindicaciones democráticas, por los DDHH, la defensa de los ingresos salariales y populares, todas surgidas al tiempo que se manifestaba la ofensiva de las clases dominantes.
En ese marco se construyó la CTA a comienzos de los 90´ y se procesa la experiencia actual, con fragmentación social y política por el accionar de la iniciativa kirchnerista. Mencionamos a la CTA en primer lugar, no solo por sentirnos parte protagonista de su construcción, sino por ser el principal espacio de agrupamiento de trabajadores organizados en nuestro país. En la Argentina es la clase obrera el principal bastión histórico para el despliegue del sujeto político y social por la revolución. Vale reconocer que sobre la base del desprestigio de la burocracia sindical se construyeron miles de agrupamientos de trabajadores que buscan su sindicalización al margen de las centrales sindicales. Muchas de esas experiencias tienen orientación clasista y se reconocen en el combate cotidiano a las clases dominantes y al Estado capitalista, y no se encuentran necesariamente contenidas en la CTA. Ese conjunto es parte de la experiencia de aquellos que nos reconocemos en un nuevo modelo sindical, con democracia y libertad sindical, en contraposición del viejo modelo sindical que sustenta la burocracia sindical y política en el gobierno y consensuada por las patronales.
Junto a la organicidad obrera emerge una diversidad de organizaciones populares, donde se destacan la cuestión de género, de las minorías sexuales y más reciente y con mucha fuerza reivindicaciones ambientalistas, contra la mega-minería a cielo abierto, contra la fractura hidráulica (fracking) en la explotación de hidrocarburos no convencionales, en defensa de los pueblos fumigados y por las reivindicaciones históricas de los pueblos originarios, contra el modelo productivo y en pos de la soberanía alimentaria, energética, financiera para otro orden productivo y de desarrollo.
Del conjunto de acciones sociales populares emergen nuevas experiencias políticas, entre las que sobresalen aquellas que involucran a compañeros surgidos de la lucha de la CTA y que en su accionar legislativo promueven los intereses de los trabajadores e intentan construir movimiento político de liberación, tal el caso de la Unidad Popular (UP). Entre lo nuevo en la disputa institucional emerge la potencia de grupos juveniles, herederos de las luchas del 2001. Son diversos los grupos que intentan desplegar acción política, algunos en el plano institucional incluso. Remitimos entre otros a camino de los libres, las diferentes fracciones del Darío Santillán, el MULCS. Con varios de ellos articulamos experiencias de resistencia y se acercan a la CTA o participan del ESNA. Es cierto que algunos no terminan de delimitar su campo de alianzas y coquetean con la versión nacional y popular, pero participan de nuestra expectativa por el despliegue de una alternativa política. Nuestra propuesta es por la amplitud de alianzas y experiencias, muchas de las cuales se vinculan a una estrategia de articulación regional o global, como el movimiento de lucha por la inserción de Argentina en el ALBA o la promoción de mecanismos de integración alternativos, contra la Alianza Pacífico y los tratados de libre comercio o en defensa de la seguridad jurídica de las inversiones y las empresas transnacionales. Una mención especial merece el caso de Marea Popular o el Frente Darío Santillán, ahora en proceso de unificación, y otros grupos en todo el territorio, protagonistas de una articulación que involucró a UP en la disputa electoral del 2013.
Todos los grupos mencionados y otros son parte de la expectativa esperanzada por profundizar la necesaria unidad en la lucha cotidiana e incluso en la disputa institucional, la que debe ampliarse a otras tradiciones políticas, especialmente hacia la izquierda.
La izquierda partidaria es parte de este proceso, claro que con contradicciones, ya que algunos agrupamientos fueron parte de la cooptación del kirchnerismo en este periodo. Los partidos de la izquierda tradicional, desde una lógica hegemonista intentan ser vanguardia del movimiento popular, con una concepción que escinde “movimiento social” de “movimiento político”. La política de izquierda, anti capitalista o antiimperialista no es solo patrimonio de los partidos tradicionales de la izquierda (que aún sostienen ese posicionamiento), sino que está integrada en las propuestas de diversos movimientos sociales, que incluso intentan disputar en el plano electoral, tal como ocurrió en las recientes elecciones con movimientos estudiantiles, sindicales y territoriales con diverso éxito electoral. De cualquier manera, el fuerte crecimiento del FIT en provincias consideradas “conservadoras” como Mendoza, Salta, y en menor medida Córdoba, tanto como en Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, nos marca la existencia de sectores que procesan su hartazgo de los partidos tradicionales y de la política profesionalizada en búsqueda de una crítica global de la sociedad existente. Lo dicho va más allá de lo que ocurre y pueda ocurrir en las disputas entre los integrantes de esa alianza electoral y el conjunto de la izquierda social y política actuante en el movimiento popular.
El debate ideológico constituye un eje central en la disputa del PODER desde ABAJO. En ese sentido se requiere reconstruir la capacidad de acción de la teoría y práctica de la revolución. No alcanza con la crítica al capitalismo desarrollada por los clásicos, desde Marx hasta ahora, y se requiere de una intelectualidad orgánica del movimiento obrero y popular, que desentrañe las formas concretas e históricas de la explotación del hombre por el hombre en la contemporaneidad, al mismo tiempo que sistematice las experiencias de construcción de movimiento revolucionario y emancipador en nuestro tiempo. Es un desafío teórico, educativo, de investigación y de comunicación social para contribuir a constituir sujeto popular para la revolución.
Articular a la izquierda partidaria, política y social sigue siendo un desafío para otorgarle mayor densidad y volumen a una propuesta alternativa que dispute el poder para enfrentar al régimen capitalista y construir la nueva sociedad socialista. Se trata de refundar una tradición con aportes múltiples, que no pueden excluir a quiénes procuran sostener posiciones de izquierda desde el peronismo. Es una necesidad en la lucha de clases nacional y regional, contra la avanzada de la militarización y el golpismo en Honduras y Paraguay; la presencia de tropas de la región en Haití y la subordinación al proyecto neoliberal redivivo en la Alianza Pacífico, para restablecer el espíritu del ALCA, contra lo nuevo expresado en el ALBA y aún contradicciones en UNASUR y la CELAC.
Algunas propuestas
En este momento de la lucha de clases, con iniciativas políticas para disputar el gobierno del capitalismo, se necesita construir una variada iniciativa política popular para defender los intereses y demandas de los trabajadores y otros sectores populares. En ese sentido se requiere:
1.       Consolidar una articulación popular en la lucha cotidiana en defensa de los intereses de los trabajadores y el pueblo argentino. La CTA, que viene de organizar una jornada nacional de protesta en todo el país el pasado 20/11/13 y el 19/12/13 necesita potenciar su capacidad articuladora de la protesta social. Esto necesita consolidarse en la continuidad y extensión de un Plan de Lucha en el Congreso de marzo del 2014 y especialmente en una masiva elección para la renovación de la conducción en mayo 2014, desplegando una fuerte organización de delegados en ámbitos de trabajo y territoriales, especialmente en el sector privado de la economía y entre el conjunto de trabajadores (activos, pasivos, formales e informales, desempleados y subempleados, precarios y tercerizados, etc.). La CTA necesita ampliar sus relaciones al conjunto de los de ABAJO, de los que luchan día a día en defensa del medioambiente, los bienes comunes y la vida. La estrategia para llevar adelante este proceso de ampliación y articulación es impulsar masivamente la “Campaña Nacional por una Consulta Popular en Defensa de la Soberanía sobre nuestros Bienes Comunes”. Que no es otra cosa que poner en debate la lógica del actual modelo productivo, contra la mercantilización y por la des-mercantilización del agua, la tierra, la educación, la salud, la energía, el transporte. Es decir, discutir el modo de producción, distribución y consumo capitalista. Todo esto conlleva activar la iniciativa por una constituyente social, como forma de agrupar al espacio social y político que pretende discutir el país que tenemos y el que necesitamos de cara a la confrontación con el capitalismo. En este plano se destaca el trabajo que se realiza en la consolidación del ESNA y la FSM, tanto en el ámbito continental y global, pero especialmente en la unidad de acción como espacio unitario de organización de los trabajadores en la Argentina.
2.       Profundizar la línea programática sustentada en los últimos años por la CTA, precisando el carácter anti capitalista y antiimperialista de la propuesta de la CTA y discutiendo con el conjunto del movimiento popular que no existe salida posible para los trabajadores y el pueblo si no es en confrontación con el capitalismo. No hay salida popular en el capitalismo y por ello la lucha es por el socialismo. Es necesario habilitar el debate programático en la sociedad y especialmente en el espacio de los de ABAJO. No se pueden generar ilusiones de cambios sin confrontar con el orden capitalista. Argentina necesita potenciar los procesos más radicalizados del cambio político en Nuestramérica, abonando a las propuestas del socialismo en Cuba, del socialismo del Siglo XXI pregonadas desde Venezuela o del socialismo comunitario sostenidas desde Bolivia. A ello debe sumarse un programa para el “mientras tanto” que marque las líneas de enfrentamiento con el sistema capitalista en tanto se lucha por la hegemonía desde fuera del poder político. En ese marco se requiere establecer un conjunto de reivindicaciones a sustentar local y regionalmente, en la CTA y en el ESNA.
3.       Necesitamos organizar un gran movimiento político social de liberación, lo que supone construir fuerza política que actúe en todos los escenarios de la lucha de clases, económica, política, cultural, social, institucional. Es algo que se debate en todo el mundo y que requiere pensar la articulación de las construcciones sociales y partidarias en las nuevas condiciones del desarrollo capitalista y la experiencia del movimiento popular por la emancipación social contemporánea.
                                                                                                             Buenos Aires, Enero 2014
Víctor Mendibil, Judicial; Julio Gambina, Profesor Universitario; Julio Acosta, Luz y Fuerza La Pampa; Néstor Jeifetz, MOI; Susana Colli, Docente CABA; Carlos Perusini, MTL Santa Fe; Carmen López, MTL Capital; Ismael Medina, MTL Capital; Alfredo Grande, Escritor; Fernando Cardozo, ATE-CTA; Mary Muñoz, Judicial Pcia. Bs. As; Matías Fachal, Judicial CABA; Daniel Campione, Fisyp; Beatriz Rajland, Fisyp; Fernando Pita, Profesor Universitario; Mariano Randazzo; Periodista; Enrique Elorza, Profesor Universidad de San Luis; Sergio Papi, Economista, Mendoza; Julio Bertomeu, Jubilado Judicial L.P;  Ester Kandel, Fisyp; Marcos Wolman, Jubilado Mesa Coordinadora; Pola Monti, Jubilada Mesa Coordinadora y Ademys; Juan Murga, Jubilado Mesa Coordinadora; José Lualdi, Bancario Bahía Blanca; Gabriel Martínez, Luz y Fuerza  Mar del Plata; Leandro Del Greco, Metalúrgico Villa Constitución S.F; Elsa Picado, Judicial Campana; Héctor Manfredo, CTA-Tucumán; Adrián Ruiz, CTA; Javier Echaide, ATTAC; Maria Elena Saludas, ATTAC; Carlos Oroz, Docente CABA; Néstor Di MIlia, Docente CABA; Eduardo Smidt, Fisyp; Alejandro Gambina, Comunicador Social; Homero Ramirez, MOI; Romina Quintas, Luz y Fuerza Mar del Plata.
                                                     Adhieren a ésta iniciativa numerosos compañeros que integran la conducción nacional de la CTA.
Nota: Todos los  compañer@s que  compartan este documento y deseen suscribirlo pueden informarlo a: vmendibiljudiciales@speedy.com.ar/     jcgambina@gmail.com