Iniciativa política y
lucha de clases en la
Argentina
A treinta años de vigencia de la Constitución en la Argentina, queda claro
que existen distintas iniciativas políticas en la disputa del poder, algunas
antagónicas entre sí.
Por un lado, existe la disputa por la gestión del capitalismo. En
términos generales, es un proceso disputado por radicales y peronistas en la
gestión del Estado Nacional, con algunas presencias de otras identidades
políticas en algunos Estados provinciales y/o municipales. Ambos partidos
tradicionales y los terceros que buscan su lugar en el arco de la dominación
política, se disputaron en estos 30 años la hegemonía de la representación
institucional. Se trata de un proceso que reconoce varias fracturas y
divisiones por “derecha” o por “izquierda” de los partidos tradicionales, pero
siempre en el marco del objetivo de lograr “normalidad” en el funcionamiento
del capitalismo local. Capitalismo “serio”, “crecimiento con inclusión”, “país
normal”, son los nombres que suelen asignarse a esa idea.
Por otro lado, existe un variado movimiento político popular que
intenta ir más allá del capitalismo, pretendiendo construir alternativa
anticapitalista y antiimperialista, construyendo identidad por el socialismo
bajo las nuevas condiciones del desarrollo social contemporáneo. Remitimos
especialmente a las novedades en Nuestramérica, que lideran el proceso de
cambio político regional, sea la renovación del modelo socialista en Cuba, la
formulación por el socialismo del Siglo XXI que emerge desde la revolución
bolivariana de Venezuela, o el propósito del Socialismo Comunitario proveniente
desde Bolivia; incluso las formulaciones constitucionales en Bolivia y Ecuador
por el Vivir Bien o el Buen Vivir, así como la asunción de esas sociedades como
“Estados plurinacionales” poniendo en crisis la legitimidad del Estado nacional
vigente desde la época de la independencia. Son estas últimas señales de
crítica y orientación alternativa al modelo productivo y de desarrollo del
capitalismo realmente existente, como expresión de la búsqueda global
experimentada en el laboratorio de cambio en la región latinoamericana y
caribeña. Las proyecciones en nuestro país de estas ideas son, en cierta
medida, débiles e inconexas. Por un lado nos encontramos con rechazos globales
a estas experiencias por no ser “genuinamente” socialistas, sin comprender la
importancia de la reinstalación del debate socialista que supuso la propuesta
del chavismo en momentos en que parecía imposible la disputa del orden social
global por el socialismo. En otras ocasiones se produce la asimilación de la
experiencia boliviana o venezolana con procesos, a lo sumo reformistas, que no
ponen en absoluto en cuestión el carácter capitalista de la sociedad, como el
argentino o el brasileño. Este último comentario genera la confusión de
sectores que imaginan aportar a la construcción del bloque popular, cuando en
realidad son absorbidos por la hegemonía del bloque en el poder.
La experiencia cubana destaca por su historia y aporte como experiencia
viva de la construcción actual del socialismo, y Venezuela aporta la dinámica
del poder popular para a
firmar un nuevo rumbo social en
la región, contribuyendo de una manera especial a la nueva integración y la
dinamización del movimiento popular en la disputa contra el capitalismo y por
el socialismo.
Iniciativas desde el PODER
Las iniciativas políticas se despliegan en varios ámbitos, el más
visible es el institucional. El predominio justicialista y radical es notorio
en los poderes del Estado capitalista argentino. Claro que hay agrupamientos a
izquierda, centro y derecha de las tradicionales identidades políticas locales.
En el peronismo coexisten promotores y cultores de la reestructuración
reaccionaria de los 90, con críticos de aquel discurso, aun sosteniendo los
cambios institucionales que afirmaron la incorporación de los transgénicos en
la producción agraria (soja), las modificaciones al Código minero que explican
las grandes inversiones externas en mega-minería, el conjunto de acuerdos
internacionales en defensa de las inversiones externas, el pago de la deuda, y
claro, la legislación anti terrorista en tiempos del kirchnerismo y más
cercanamente la designación al frente del ejército de Milani.
En el ámbito institucional se desarrollaron batallas interesantes en
las tres décadas. En todos los periodos hubo ambición fundadora de nuevos
ciclos de representación política. Lo intentó el radicalismo con Alfonsín y el
peronismo con Menem y luego la década K. Las identidades mayoritarias conviven
con una fuerte y larga crisis política, que se hizo evidente en la pueblada del
2001.
La crisis política, que viene de largo, es una asignatura pendiente de
resolución y que entre las propuestas hegemónicas se pone en disputa en
procesos electorales, especialmente y en el último tiempo en el 2009, bajo la
emergencia de una oposición sistémica (en favor del sistema capitalista) con
masivo apoyo electoral. Es un proceso que vuelve a reiterarse en 2013, en un
nuevo acto eleccionario de medio mandato. También resulta acentuado el
despliegue multiforme del peronismo, con más del 70% de votos colocados bajo
ese signo en la decisiva provincia de Buenos Aires. La respuesta desde el
gobierno, al desafío del
2009, se manifestó en una iniciativa política que consolidó la renovación de
mandato de CFK con aumento de adhesiones electorales (54%). En la coyuntura
actual, a fines del 2013, parece reiterarse el intento de gestar una fuerte
iniciativa política que reinstale al kirchnerismo en el centro de la disputa
política. Es una cuestión de importancia por la disputa de espacios sociales
que generó el kirchnerismo, contribuyendo a la fragmentación social del
movimiento popular. Esa es la primera lectura a realizar del regreso de CFK a
sus funciones en el poder ejecutivo luego de la licencia por salud. ¿Podrá
lograr consenso social con las medidas asumidas en el último tiempo, sea la
designación de Milani o los acuerdos globales con inversores transnacionales?
¿Cómo incide en el consenso la explicitada crisis energética, los nuevos acuerdos
de precios? La inflación en ascenso desde el 2007 es una política de ajuste que
se agudizará con la aplicación de la
“sintonía fina” aplicada en un intento de no perder consenso.
El cambio de gabinete es la primera de las medidas, las que serán
acompañadas con el ejercicio de políticas con condiciones económicas diferentes
de las presentadas entre 2009 y 2011. En ese periodo, el ciclo virtuoso de
crecimiento económico y consenso social facilitó la expansión del gasto y la
transferencia de deuda externa con ámbitos locales de la administración
gubernamental (BCRA, ANSES, etc.). La nueva situación de desaceleración
económica con cambio en el escenario mundial (continuidad de la crisis mundial
y cambio de tendencias en los países no hegemónicos), asociado a la pérdida de
reservas internacionales, escaso ingresos de divisas y fuerte presión de los
capitales hegemónicos, dificultan iniciativas que no culminen en un fuerte
ajuste contra el salario y los ingresos populares. La modificación del elenco
ministerial parece apuntar a recortar “excesos” de intervención estatal y de
política “redistributiva”, y en el caso de la Jefatura de Gabinete a
hacer pie en vértices de poder tales como los gobernadores provinciales, la Iglesia Católica
y la embajada norteamericana.
Transitar el conflicto político institucional entre 2014 y 2015 es el
escenario probable de oficialismo y oposición para gestionar el capitalismo
local. Claro que en un marco de aceleración del ajuste fiscal con impacto
concreto en el deterioro de la capacidad de compra del salario y los ingresos
populares, especialmente desde el recorte anunciado de los subsidios al
transporte y la energía. Por ello es que intentarán contener la demanda
salarial en las negociaciones colectivas a pedido de las patronales y el
proyecto oficial y persistirán en sostener el viejo modelo sindical contra el
que impulsamos desde la CTA.
En ese marco de conflicto institucional actuarán otras instituciones
que configuran la constelación del poder, entre ellas, la Iglesia o los medios de
comunicación masivos. La dimensión militar continúa sumergida por la condena
social de sus incursiones directas en la política desde los golpes de Estado de
1930 y especialmente la genocida dictadura de 1976. La búsqueda del poder por
restaurar la herida con las Fuerzas Armadas está latente y en ese sentido debe
incluirse la designación del nuevo jefe del ejército. Son ámbitos que actúan en
la formación del sentido común, construido como contraofensiva al poder popular
vigente hacia mediados de la década del setenta. No puede entenderse el
consumismo, el individualismo y el descompromiso con la transformación
revolucionaria de la sociedad, si no es desde el trabajo ideológico,
sicológico, comunicativo, desplegado
desde terror del Estado hasta nuestros días. La agresión al sindicalismo
y otras formas de agrupamiento de los trabajadores es parte sustancial de este
proceso.
Iniciativas desde ABAJO
Junto a la ofensiva del PODER se pueden verificar en simultáneo
iniciativas desde ABAJO. Al terrorismo de Estado se le opuso la resistencia
obrera y popular, contra la represión, por la memoria y la vida. Se resumen en
un conjunto de movilizaciones, organizaciones, campañas e iniciativas con
reivindicaciones democráticas, por los DDHH, la defensa de los ingresos salariales
y populares, todas surgidas al tiempo que se manifestaba la ofensiva de las
clases dominantes.
En ese marco se construyó la
CTA a comienzos de los 90´ y se procesa la experiencia
actual, con fragmentación social y política por el accionar de la iniciativa
kirchnerista. Mencionamos a la CTA
en primer lugar, no solo por sentirnos parte protagonista de su construcción,
sino por ser el principal espacio de agrupamiento de trabajadores organizados
en nuestro país. En la
Argentina es la clase obrera el principal bastión histórico
para el despliegue del sujeto político y social por la revolución. Vale
reconocer que sobre la base del desprestigio de la burocracia sindical se
construyeron miles de agrupamientos de trabajadores que buscan su
sindicalización al margen de las centrales sindicales. Muchas de esas
experiencias tienen orientación clasista y se reconocen en el combate cotidiano
a las clases dominantes y al Estado capitalista, y no se encuentran
necesariamente contenidas en la
CTA. Ese conjunto es parte de la experiencia de aquellos que
nos reconocemos en un nuevo modelo sindical, con democracia y libertad
sindical, en contraposición del viejo modelo sindical que sustenta la
burocracia sindical y política en el gobierno y consensuada por las patronales.
Junto a la organicidad obrera emerge una diversidad de organizaciones
populares, donde se destacan la cuestión de género, de las minorías sexuales y
más reciente y con mucha fuerza reivindicaciones ambientalistas, contra la
mega-minería a cielo abierto, contra la fractura hidráulica (fracking) en la
explotación de hidrocarburos no convencionales, en defensa de los pueblos
fumigados y por las reivindicaciones históricas de los pueblos originarios,
contra el modelo productivo y en pos de la soberanía alimentaria, energética,
financiera para otro orden productivo y de desarrollo.
Del conjunto de acciones sociales populares emergen nuevas experiencias
políticas, entre las que sobresalen aquellas que involucran a compañeros
surgidos de la lucha de la CTA
y que en su accionar legislativo promueven los intereses de los trabajadores e
intentan construir movimiento político de liberación, tal el caso de la Unidad Popular
(UP). Entre lo nuevo en la disputa institucional emerge la potencia de grupos
juveniles, herederos de las luchas del 2001. Son diversos los grupos que
intentan desplegar acción política, algunos en el plano institucional incluso.
Remitimos entre otros a camino de los libres, las diferentes fracciones del
Darío Santillán, el MULCS. Con varios de ellos articulamos experiencias de
resistencia y se acercan a la CTA
o participan del ESNA. Es cierto que algunos no terminan de delimitar su campo
de alianzas y coquetean con la versión nacional y popular, pero participan de
nuestra expectativa por el despliegue de una alternativa política. Nuestra
propuesta es por la amplitud de alianzas y experiencias, muchas de las cuales
se vinculan a una estrategia de articulación regional o global, como el
movimiento de lucha por la inserción de Argentina en el ALBA o la promoción de
mecanismos de integración alternativos, contra la Alianza Pacífico
y los tratados de libre comercio o en defensa de la seguridad jurídica de las
inversiones y las empresas transnacionales. Una mención especial merece el caso
de Marea Popular o el Frente Darío Santillán, ahora en proceso de unificación,
y otros grupos en todo el territorio, protagonistas de una articulación que
involucró a UP en la disputa electoral del 2013.
Todos los grupos mencionados y otros son parte de la expectativa esperanzada
por profundizar la necesaria unidad en la lucha cotidiana e incluso en la
disputa institucional, la que debe ampliarse a otras tradiciones políticas,
especialmente hacia la izquierda.
La izquierda partidaria es parte de este proceso, claro que con
contradicciones, ya que algunos agrupamientos fueron parte de la cooptación del
kirchnerismo en este periodo. Los partidos de la izquierda tradicional, desde
una lógica hegemonista intentan ser vanguardia del movimiento popular, con una
concepción que escinde “movimiento social” de “movimiento político”. La
política de izquierda, anti capitalista o antiimperialista no es solo
patrimonio de los partidos tradicionales de la izquierda (que aún sostienen ese
posicionamiento), sino que está integrada en las propuestas de diversos
movimientos sociales, que incluso intentan disputar en el plano electoral, tal
como ocurrió en las recientes elecciones con movimientos estudiantiles,
sindicales y territoriales con diverso éxito electoral. De cualquier manera, el
fuerte crecimiento del FIT en provincias consideradas “conservadoras” como
Mendoza, Salta, y en menor medida Córdoba, tanto como en Buenos Aires, el mayor
distrito electoral del país, nos marca la existencia de sectores que procesan
su hartazgo de los partidos tradicionales y de la política profesionalizada en
búsqueda de una crítica global de la sociedad existente. Lo dicho va más allá
de lo que ocurre y pueda ocurrir en las disputas entre los integrantes de esa
alianza electoral y el conjunto de la izquierda social y política actuante en
el movimiento popular.
El debate ideológico constituye un eje central en la disputa del PODER
desde ABAJO. En ese sentido se requiere reconstruir la capacidad de acción de
la teoría y práctica de la revolución. No alcanza con la crítica al capitalismo
desarrollada por los clásicos, desde Marx hasta ahora, y se requiere de una
intelectualidad orgánica del movimiento obrero y popular, que desentrañe las
formas concretas e históricas de la explotación del hombre por el hombre en la
contemporaneidad, al mismo tiempo que sistematice las experiencias de
construcción de movimiento revolucionario y emancipador en nuestro tiempo. Es
un desafío teórico, educativo, de investigación y de comunicación social para
contribuir a constituir sujeto popular para la revolución.
Articular a la izquierda partidaria, política y social sigue siendo un
desafío para otorgarle mayor densidad y volumen a una propuesta alternativa que
dispute el poder para enfrentar al régimen capitalista y construir la nueva
sociedad socialista. Se trata de refundar una tradición con aportes múltiples,
que no pueden excluir a quiénes procuran sostener posiciones de izquierda desde
el peronismo. Es una necesidad en la lucha de clases nacional y regional,
contra la avanzada de la militarización y el golpismo en Honduras y Paraguay;
la presencia de tropas de la región en Haití y la subordinación al proyecto
neoliberal redivivo en la
Alianza Pacífico, para restablecer el espíritu del ALCA,
contra lo nuevo expresado en el ALBA y aún contradicciones en UNASUR y la CELAC.
Algunas propuestas
En este momento de la lucha de clases, con iniciativas políticas para
disputar el gobierno del capitalismo, se necesita construir una variada
iniciativa política popular para defender los intereses y demandas de los
trabajadores y otros sectores populares. En ese sentido se requiere:
1. Consolidar una articulación popular en
la lucha cotidiana en defensa de los intereses de los trabajadores y el pueblo
argentino. La CTA,
que viene de organizar una jornada nacional de protesta en todo el país el
pasado 20/11/13 y el 19/12/13 necesita potenciar su capacidad articuladora de
la protesta social. Esto necesita consolidarse en la continuidad y extensión de
un Plan de Lucha en el Congreso de marzo del 2014 y especialmente en una masiva
elección para la renovación de la conducción en mayo 2014, desplegando una
fuerte organización de delegados en ámbitos de trabajo y territoriales,
especialmente en el sector privado de la economía y entre el conjunto de
trabajadores (activos, pasivos, formales e informales, desempleados y
subempleados, precarios y tercerizados, etc.). La CTA necesita ampliar sus
relaciones al conjunto de los de ABAJO, de los que luchan día a día en defensa
del medioambiente, los bienes comunes y la vida. La estrategia para llevar
adelante este proceso de ampliación y articulación es impulsar masivamente la
“Campaña Nacional por una Consulta Popular en Defensa de la Soberanía sobre nuestros
Bienes Comunes”. Que no es otra cosa que poner en debate la lógica del actual
modelo productivo, contra la mercantilización y por la des-mercantilización del
agua, la tierra, la educación, la salud, la energía, el transporte. Es decir,
discutir el modo de producción, distribución y consumo capitalista. Todo esto conlleva
activar la iniciativa por una constituyente social, como forma de agrupar al
espacio social y político que pretende discutir el país que tenemos y el que
necesitamos de cara a la confrontación con el capitalismo. En este plano se
destaca el trabajo que se realiza en la consolidación del ESNA y la FSM, tanto en el ámbito
continental y global, pero especialmente en la unidad de acción como espacio
unitario de organización de los trabajadores en la Argentina.
2. Profundizar la línea programática
sustentada en los últimos años por la
CTA, precisando el carácter anti capitalista y
antiimperialista de la propuesta de la
CTA y discutiendo con el conjunto del movimiento popular que
no existe salida posible para los trabajadores y el pueblo si no es en
confrontación con el capitalismo. No hay salida popular en el capitalismo y por
ello la lucha es por el socialismo. Es necesario habilitar el debate
programático en la sociedad y especialmente en el espacio de los de ABAJO. No
se pueden generar ilusiones de cambios sin confrontar con el orden capitalista.
Argentina necesita potenciar los procesos más radicalizados del cambio político
en Nuestramérica, abonando a las propuestas del socialismo en Cuba, del
socialismo del Siglo XXI pregonadas desde Venezuela o del socialismo
comunitario sostenidas desde Bolivia. A ello debe sumarse un programa para el
“mientras tanto” que marque las líneas de enfrentamiento con el sistema
capitalista en tanto se lucha por la hegemonía desde fuera del poder político.
En ese marco se requiere establecer un conjunto de reivindicaciones a sustentar
local y regionalmente, en la CTA
y en el ESNA.
3. Necesitamos organizar un gran movimiento
político social de liberación, lo que supone construir fuerza política que
actúe en todos los escenarios de la lucha de clases, económica, política,
cultural, social, institucional. Es algo que se debate en todo el mundo y que
requiere pensar la articulación de las construcciones sociales y partidarias en
las nuevas condiciones del desarrollo capitalista y la experiencia del
movimiento popular por la emancipación social contemporánea.
Buenos Aires, Enero 2014
Víctor Mendibil, Judicial; Julio Gambina, Profesor
Universitario; Julio Acosta, Luz y Fuerza La Pampa; Néstor Jeifetz, MOI; Susana Colli, Docente
CABA; Carlos Perusini, MTL Santa Fe; Carmen López, MTL Capital; Ismael Medina,
MTL Capital; Alfredo Grande, Escritor; Fernando Cardozo, ATE-CTA; Mary Muñoz, Judicial
Pcia. Bs. As; Matías Fachal, Judicial CABA; Daniel Campione, Fisyp; Beatriz
Rajland, Fisyp; Fernando Pita, Profesor Universitario; Mariano Randazzo;
Periodista; Enrique Elorza, Profesor Universidad de San Luis; Sergio Papi,
Economista, Mendoza; Julio Bertomeu, Jubilado Judicial L.P; Ester Kandel, Fisyp; Marcos Wolman, Jubilado
Mesa Coordinadora; Pola Monti, Jubilada Mesa Coordinadora y Ademys; Juan Murga,
Jubilado Mesa Coordinadora; José Lualdi, Bancario Bahía Blanca; Gabriel
Martínez, Luz y Fuerza Mar del Plata;
Leandro Del Greco, Metalúrgico Villa Constitución S.F; Elsa Picado, Judicial
Campana; Héctor Manfredo, CTA-Tucumán; Adrián Ruiz, CTA; Javier Echaide, ATTAC;
Maria Elena Saludas, ATTAC; Carlos Oroz, Docente CABA; Néstor Di MIlia, Docente
CABA; Eduardo Smidt, Fisyp; Alejandro Gambina, Comunicador Social; Homero
Ramirez, MOI; Romina Quintas, Luz y Fuerza Mar del Plata.
Adhieren a ésta iniciativa numerosos compañeros que integran la conducción
nacional de la CTA.
Nota:
Todos los compañer@s que compartan este documento y deseen suscribirlo
pueden informarlo a: vmendibiljudiciales@speedy.com.ar/ jcgambina@gmail.com