Transitamos una semana turbulenta, con muchos asuntos
globales, regionales y locales para considerar.
En el plano global se mezclan la finalización de
dos cónclaves gubernamentales que analizaron la crisis: el G20 en México y Río+20
en Brasil.
A nivel regional destaca el golpe institucional en
Paraguay, con mucho olor a soja.
Localmente creció la tensión entre la CGT y el
gobierno.
El
mundo y su crisis
Del encuentro en México, más allá de declaraciones
por el crecimiento de la economía y el empleo, lo real resultante es la
recapitalización del FMI por 456.000 millones de dólares, sin aportes de EEUU y
compromisos de contribuciones sorprendentes.
Entre otras, las de Europa con 200.000 millones de
dólares, que confirma que el salvataje es a los bancos y empresas en problemas
más que atender las necesidades de desempleados y empobrecidos por la crisis.
Más sorprendente aún resulta el apoyo de los
países emergentes, donde China se anota con 43.000 millones; Brasil y México
con 10.000 millones cada uno, e incluso Colombia con 1.500 millones. Imaginemos
esos recursos aplicados soberanamente al desarrollo alternativo de nuestros
países.
¿En qué piensan aquellos que imaginan un buen
destino de esos cuantiosos recursos en manos del FMI? ¿Cuánto cuesta que emerja
el Banco del Sur y con qué facilidad resurge el FMI desde la existencia del
G20?
En Río+20 no puede disimularse el fracaso, aún con
la colorida propuesta por una “economía verde”, que no es otra cosa que la
mercantilización de la naturaleza.
Pintar de verde la mercantilización de la
producción en curso no esconde los problemas económicos sociales y la crisis
mundial del capitalismo contemporáneo, donde se verifica el crecimiento de la
desigualdad, con millonarios más millonarios, en el mundo y en la región
nuestramericana, según Informe de la Consultora Capgemini – RBC Wealth
Management, y sin sorpresa, estos millonarios en dólares provienen del sector
minero, agrícola y energético, es decir, del negocio de los recursos naturales,
de la llamada “economía verde”.
No hay duda que la apuesta a la industrialización
trasnacionalizada de la producción agraria y minera tiene entre sus
beneficiarios a grandes corporaciones económicas que privilegian sus beneficios
por encima de la calidad de vida de las poblaciones en que asientan sus
inversiones; y aún hablando de “trabajos verdes” la apuesta es a la reducción
de los ingresos de los trabajadores, ya que el salario es concebido como un
costo que debe reducirse para enfrentar la crisis; y ni que hablar de la
depredación de los recursos naturales.
El fracaso de Río+20 era un resultado esperado,
más allá de la magnitud del cónclave con presencias prácticamente de todo el
mundo. El problema es que el modelo productivo capitalista, aún en crisis, es
contaminante, súper explotador, depredador y destructor.
Las cumbres populares desarrolladas en México y
Brasil demandan un debate en la sociedad para modificar el modelo productivo y
de desarrollo, pensando en soluciones alternativas.
En ese sentido sorprende el llamamiento de los
movimientos campesinos que destacan la potencia de la producción alimentaria
indígena, campesina y de agricultura familiar, contra la segmentación
irracional de la industrialización que domina desde el paquete tecnológico
inicial a la comercialización en grandes tiendas y supermercados, que achica la
diversidad de la dieta y la riqueza proteica necesaria para una vida cotidiana.
Pero también destaca las convocatorias realizadas
a investigar el delito económico cotidiano, especialmente con el movimiento de
dinero y principalmente con la deuda pública, gran condicionante de nuestras
economías, y por supuesto rechazar el accionar de los organismos
internacionales y el salvataje de bancos que continúan acumulando grandes
ganancias a costa del empobrecimiento de gran parte d ela población.
El
Paraguay “verde” golpea
Es más, no puede entenderse el fenómeno del golpe
institucional a Lugo, el Presidente paraguayo sin la dominación de la
producción sojera que pinta de verde la agricultura de los países del Mercosur,
la región productora y exportadora por excelencia de la oleaginosa y sus
derivados.
Horas
previas al golpe, en una potente denuncia, el periodista paraguayo Idilio
Méndez anticipaba el “duro revés a la
izquierda, a las organizaciones sociales y campesinas, acusadas por la
oligarquía terrateniente de instigar a los campesinos; avance del agronegocio
extractivista de manos de las transnacionales como Monsanto, mediante la
persecución a los campesinos y el arrebato de sus tierras y, finalmente, la
instalación de una cómoda platea para la los oligarcas y los partidos de
derecha para su retorno triunfal en las elecciones de 2013 al Poder Ejecutivo.”[1]
Todavía no se había producido el golpe, pero había
claridad sobre quienes había provocado la maniobra que terminó con la muerte de
18 personas, policías y campesinos, y que el poder endilgó a Lugo para
destituirlo en pocas horas, poniendo en discusión la debilidad de las democracias
en nuestra región.
Los campesinos ocupan tierras ante la creciente
ocupación terrateniente, de paraguayos, y vecinos, especialmente brasileños (brasiguayos),
todos sustentados en el paquete tecnológico de las transnacionales de la
alimentación y la biotecnología con Monsanto a la cabeza. Es algo para pensar
en el conjunto de los países del Mercosur.
Queda el interrogante si Paraguay se sumará a la
experiencia de Honduras, que luego de fuertes declaraciones críticas de los
gobiernos, el golpe institucional finalmente se abrió camino. El gran
interrogante será la movilización popular que eludió el presidente destituido.
El cambio político en la región tiene el límite del
poder económico, lo que supone una lección a considerar, que si no se afecta estructuralmente
ese poder, enfrentándolo con otro poder (anti capitalista), para otra ecuación
de beneficiarios y perjudicados, el sistema capitalista retoma la iniciativa y el
rumbo de la acumulación.
No solo se trata de derechas, izquierdas o centro
izquierdas, sino de orientación del rumbo económico; si afirmando las
tendencias de la acumulación capitalista en curso más allá de la crisis
mundial, o promoviendo rumbos alternativos al capitalismo.
Queda claro por la experiencia reciente que el poder
económico no solo recurre a las armas en su iniciativa política, aunque tenga
el apoyo de las crecientes bases militares en la región, la aplicación
generalizada de leyes antiterroristas y otros mecanismos de intromisión e
incidencia; pues con los medios de comunicación y las formas que asume la
democracia representativa (poder ejecutivo, legislativo y judicial) mantiene la
hegemonía del régimen del capital.
El conflicto es por la apropiación de la riqueza
social
La discusión es por las riquezas. Es lo que se
discute en la coyuntura de la Argentina. Es un debate sobre la riqueza y la
pobreza.
Un reciente estudio de Flacso da cuenta que en la
última década la tasa de ganancia es altamente superior a la de la década
anterior, la del menemismo.[2]
El promedio de la tasa de ganancia durante el 2002-2010
alcanzó al 37,2%, mientras que entre 1993-2001 fue del 24,8%. En los últimos
años se verifica un porcentual de ganancia mayor al 50% que en tiempos del
menemismo.
¿Cómo se explica ello? En economía no hay magia,
en todo caso la riqueza cambia de bolsillo. El documento lo explica con la
disminución de los salarios y el incremento de la productividad.
Esa es la razón de la recurrencia en el debate
sobre distribución del ingreso, porque aún bajando el desempleo del 22 al 7% en
una década, no solo se está por encima de la media de los años previos, los 80´,
y ni hablar de los 70´, sino que se trata de una recuperación del empleo sobre
la base de ingresos disminuidos históricamente, y ganancias en alza.
La turbulencia de la semana, con opiniones políticas
muy diversas, sobre quien juega el partido que pretende la derecha, el
conflicto continuará ante la convocatoria a movilización de la CGT, con un tema
sensible para el debate: el aporte de los trabajadores al financiamiento del
Estado vía impuesto a las ganancias.
Tal como señalamos para el caso paraguayo, si no
se afectan los intereses del poder económico, este retoma la iniciativa
política para asegurar su utilidad, y con ella el modelo de acumulación.
Sea por las cumbres globales o la experiencia
paraguaya, en la Argentina se abre paso la discusión sobre el modelo económico
y el rumbo político, es decir, sobre el modelo productivo y de desarrollo,
tanto como sobre el gobierno del capitalismo local, incluso, una perspectiva
alternativa.
No es una cuestión de apoyo o crítica al gobierno,
sino de la orientación de la política económica y la estructura de dominación
que surge de allí, con el interrogante de si es posible consolidar un rumbo por
transformaciones profundas, estructurales, contra la ganancia y por los
ingresos populares.
Buenos
Aires, 23 de junio de 2012