Son
seis páginas de buenos deseos, aprobadas de apuro bajo la denominación de “acuerdo
estratégico”. Habrá que considerar a fondo los textos completos de la
negociación cerrada en Japón en el marco de la Cumbre del G20.
¿Porqué
de apuro si se inició el proceso en 1995, interrumpido varios años y retomado en
2016 y en cámara lenta?
La
respuesta está en la situación mundial de lento crecimiento económico y un
relativo fuera de juego de los actores que suscriben el compromiso.
Ni
la Unión Europea (UE), ni el Mercosur (MS) son protagonistas de las principales
ligas contemporáneas de la economía mundial. El juego determinante está entre
EEUU y China, ejemplificado por la guerra comercial y monetaria, parte de la disputa
por la hegemonía económica entre ambas potencias.
Europa
está condenada desde hace años a ser un parque temático, aun cuando intenta
sostener algunas posiciones en la dominación productiva y financiera.
Solo
basta transitar por sus principales capitales e identificar que el movimiento de
turistas explica la especificidad europea, contra el desarrollo fabril y tecnológico
de China y la carrera de Trump para evitar quedar atrás en esa disputa.
Ni
hablar del Mercosur a la espera de inversiones, las que están más tentadas por
la seguridad ofrecida, aún con bajas tasas de interés, en los principales
mercados de capitales del mundo desarrollado.
Corren
desde atrás los suscriptores del acuerdo, la UE y el MS, con formulaciones propagandísticas
de soluciones mágicas desde el libre comercio, que más que comercio sustenta el
libre movimiento de capitales internacionales.
Esta
cuestión central de las inversiones define a los beneficiarios principales del acuerdo
político. Se trata de la búsqueda de rentabilidad del gran capital
transnacional, bajo el paraguas ilusorio del empleo y el cuidado del medio
ambiente.
Esas
ilusorias inversiones sustentan el apuro de los gobernantes del Mercosur, que
tratarán de generar las condiciones de posibilidad en sus territorios para la
disputa de esas inversiones externas, lo que supone reaccionarias reformas
laborales, previsionales o tributarias favorables a mejorar el costo de producción
de los grandes inversores externos.
Se
trata de profundizar el perfil primario exportador de nuestros países,
agudizando el rumbo del agro negocio de la soja transgénica con la
incorporación de la producción de agro energía, derivada de los combustibles no
convencionales.
Integración subordinada versus alternativa
Este
acuerdo entre la UE y el MS resulta de una larga historia de negociaciones.
Desde
los noventa se despliega con fuerza la estrategia aperturista de la
liberalización, resultando una competencia entre EEUU y Europa para disputar el
mercado latinoamericano y caribeño. Son los tiempos de las Cumbres
presidenciales de las Américas, por un lado, y las Iberoamericanas por el otro.
El
cambio del siglo modifica la situación en la región, especialmente por la situación
generada desde el movimiento popular contra los tratados de libre comercio, la
globalización neoliberal y capitalista, creando las condiciones de posibilidad
para unas relaciones internacionales de contenido alternativo, con la
pretensión de superar la subordinación de la lógica capitalista.
Remitimos
al proceso de cambio político en Nuestramérica, con las modificaciones de
gobiernos y una experiencia por una integración alternativa desplegada con
mucha fuerza en la década transitada desde la creación del ALBA (2004) a la
presidencia cubana de la CELAC (2013).
Con
el nuevo clima político en la región, muy especialmente con el ascenso a la
presidencia de la Argentina de Mauricio Macri en 2016 se retoman las
negociaciones, las que se aceleran con los gobiernos Temer y Bolsonaro en
Brasil.
La
agenda por el libre comercio retoma un lugar estratégico en la ideología de los
gobiernos en buena parte de Sudamérica, intentando desmontar los consensos
sociales para rumbos de inserción internacional no dependientes ensayados en el
escaso tiempo mencionado.
Se
destaca en esta Cumbre del G20 el papel desplegado por el mandatario argentino
para acercar posiciones del gobierno de Brasil con otros europeos, para
privilegiar una institucionalidad asociada al orden liberalizador del
capitalismo contemporáneo, como forma de atraer inversiones a la región.
Al
tiempo que se buscó consensos internacionales para posicionar a la Argentina
como promotor del camino único del orden liberalizador, se pretende trascender
en la política local con mensajes del tipo: Argentina abierta al mundo.
Vale
insistir que más que abierta al mundo, lo que se induce es una apertura a los
negocios de transnacionales que no encuentran rentabilidad adecuada en los
tiempos que corren.
Los
pueblos nada pueden esperar del libre comercio, la libre competencia o el
librecambio, todos mecanismos de las economías monetario-mercantiles desde el
origen del capitalismo, que solo sirven para un desarrollo que asegura la
lógica de las ganancias acumuladas para la dominación y reproducción del orden
capitalista.
Claro
que el acuerdo suscripto en Japón, aún tiene que respaldarse en los cuerpos
legislativos de los países que suscribieron el compromiso, lo que supone la
habilitación para campañas populares de rechazo a la institucionalidad
liberalizadora en el ámbito mundial.
¿Es posible transitar otro rumbo?
Sí,
pero supone la confrontación con el poder económico, que como vemos en la
historia no se las hace fácil a los procesos socio políticos que intentan un
desarrollo no capitalista.
Cuba
es un ejemplo por seis décadas. Venezuela está en el centro del acoso imperialista
y en cuanto puedan, la mirada será sobre Bolivia. No importa el éxito o fracaso
de la macroeconomía de cada país, sino que los territorios y sus poblaciones
sean parte de la lógica reproductiva del capital. Es una historia con
antecedentes desde 1917 en Rusia, y si se quiere desde 1871 con la Comuna de
París.
El
anticapitalismo tiene historia en la crítica a la Economía Política y al orden
económico del modelo productivo y de desarrollo capitalista, con la
insuficiente cultura masiva por la transformación social y una decisión de
transitar un rumbo contra el sentido común instalado del capitalismo.
Nuestramérica,
mejor aún, los pueblos de la región, necesitan discutir el rumbo liberalizador
que empuja la hegemonía política de las derechas en los gobiernos y retomar una
senda de amplio consenso para el cambio del modelo productivo y de desarrollo
en contra y más allá del orden del capital.
Si
los gobernantes del MS, especialmente de Argentina y de Brasil, definieron como
estratégico el acuerdo con la UE, el desafío ideológico y político supone
instalar una lógica por otra estrategia económica, política y cultural, la que
debe enfrentar a la hegemonía construida en estos años desde la derecha en
nuestros países. Lo que planteamos trasciende el proceso electoral y se
inscribe en una estrategia de largo aliento.
Si
los pueblos crearon las condiciones de posibilidad de los gobiernos del cambio
político hace pocos años, más allá de las diferencias entre ellos, serán los
propios pueblos en sus luchas actuales contra la hegemonía liberalizadora, los
que definan nuevas situaciones para la transición hacia un orden no capitalista.
Buenos Aires, 29 de junio de 2019
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