Los
gobiernos de derecha de Brasil y Argentina apuraron la firma del acuerdo entre
el Mercosur y la Unión Europea en el marco de la reunión del G20 realizada hace
una semana en Japón. Los países miembros del Mercosur apoyaron sin
observaciones el protocolo que deberán suscribir los parlamentos nacionales de
los países que suscriben el tratado comercial y de inversiones.
Ahora,
ambos mandatarios, Bolsonaro y Macri, aceleran negociaciones para un tratado
comercial con EEUU, para compensar la iniciativa política desplegada con los
gobiernos europeos, y ratificar la cercanía ideológica y política con Donald
Trump. La agenda del ALCA, desechada en 2005 como un todo, está de vuelta en la
región.
En
ambos casos, con Europa y con EEUU, se sostiene propagandísticamente los
beneficios del libre comercio, incluso, señalan que favorecerá a los sectores
pequeños y medianos de la economía, como si hubiese paridad entre estos y los
monopolios más concentrados.
La
realidad es que en materia de producción se confirma el destino de
especialización primario exportador del orden económico para nuestros países,
bajo la dominación del capital trasnacional, mayoritariamente extranjero. Una
lógica especulativa acompaña ese perfil productivo y se asocia a la hipoteca de
crecientes deudas internas y externas, agravado para el caso argentino con la
hipoteca suscripta con el FMI.
Se
trata de la profundización de la dominación de las transnacionales de la
alimentación y la biotecnología, a lo que se suma el complejo petrolero para la
explotación de la energía no convencional, sin descuidar, obvio, la energía
convencional. No en vano, algunos empresarios del poder económico sostienen la necesaria
desaparición de aquellos sectores económicos sin capacidad de competir. El
mecanismo de mediación para este resultado regresivo socialmente resulta ser el
Estado, hipotecado y condicionado por la creciente e impagable deuda pública,
interna y externa.
Esa
lógica que inspira la política oficial en Brasil y Argentina converge con el
rumbo del Paraguay, y salvo por la programática y el discurso del Frente Amplio
en Uruguay, tampoco desagrada entre los principales ejecutores de la política
oriental, tal como lo sostiene recientemente una declaración pública de la
Central sindical, el PIT-CNT.
Así,
el Mercosur, sin la participación ya de Venezuela, excluido por el cambio de la
agenda y las presiones de la política exterior estadounidense, avanza en la
recuperación de sus formulaciones originarias a comienzos de los noventa,
tiempo de fuerte ofensiva liberalizadora en el ámbito regional y mundial.
Vale
interrogarse sobre la respuesta de la sociedad ante el retorno explícito de un
discurso que enarbola las ventajas del libre comercio, la libre competencia y
el libre cambio. Es más, el interrogante es sobre cómo instalar vías de
discusión con la sociedad para imaginar otras posibilidades para la
construcción de la cotidianeidad y la satisfacción de las necesidades de la
población.
¿Libre competencia?
Recordemos
que esas banderas “liberalizadoras” de los noventa del siglo pasado fueron el
grito originario de la emergente burguesía europea y sus intelectuales
forjadores de la nueva ciencia, la Economía Política, entre los Siglos XVI y
XVIII. Fueron concepciones que subsistieron en el sentido común de los que dominaron
históricamente en el capitalismo hasta la crisis mundial de 1930, aun cuando la
presencia de los monopolios negaba cualquier posibilidad de competencia.
El
discurso económico era y es fuertemente ideológico y propagandístico, por lo
que también hace rato existe la crítica de la economía política, que no solo
confronta con la realidad y su impacto regresivo sobre la mayoría de la
sociedad, sino que refuta los preceptos teóricos falaces de la apología liberal
ejercida por la academia y la corriente principal explicativa del orden
económico contemporáneo.
Pero
no alcanza con la crítica, por muy certera que sea si no es patrimonio de una
conciencia social masiva, más aún en tiempos de predominio del accionar
mediático vía internet y las redes sociales.
La
apología del orden vigente define al discurso hegemónico y la única forma de
confrontarlo es con la acción masiva de la sociedad en lucha por otro orden. Es
el aprendizaje que nos deja el 2005, coronando el rechazo al ALCA, vía la
confluencia de los gobiernos y especialmente de las luchas populares previas, en
una larga campaña motorizada por variadas organizaciones y redes sociales y
políticas.
En
rigor, esas campañas articuladas, portadoras de diversas reivindicaciones son
las que generaron la condición de posibilidad de los cambios de gobierno en la
década pasada, favoreciendo el accionar estatal en sintonía con la dinámica
reivindicativa del movimiento popular que demandaba otro mundo posible,
consigna generalizada en el cambio del siglo.
Fue
la dinámica de la sociedad la que demandó históricamente la libertad de
circulación mercantil, contra el Estado pre-capitalista europeo, surgiendo de
esa realidad la teorización sobre el funcionamiento del sistema económico,
reproduciendo una forma de producción que favoreció la apropiación privada del
excedente económico.
Ese
mecanismo se internacionalizó por vía del colonialismo, de lo que Nuestramérica
puede dar cuenta con la conquista y el carácter dual de su significado, sea
para las naciones vencedoras y las derrotadas. Estas pagaron con millones de
muertos la explotación humana y la apropiación y depredación de sus
territorios.
Queremos
señalar que la lucha por la libertad de comercio se transformó en política del
Estado capitalista para estimular la expansión global del régimen del capital y
solo ha sido frenado en ocasiones de lucha social y política intentando otro
rumbo del orden económico, aun cuando no fue logrado.
Remito
a las experiencias del socialismo, que más allá de los balances necesarios a
realizar, aun constituyen un horizonte potencial para confrontar la situación
barbárica del presente: especulación financiera, depredación de la naturaleza y
acrecentamiento de los problemas sociales por insuficiencias en el acceso a
derechos en condiciones de resolverse con la capacidad intelectual, productiva,
científico y técnica de la sociedad contemporánea, incluso defendiendo los
derechos de la naturaleza.
El
keynesianismo y el Estado del Bienestar solo fue posible por la existencia de
la experiencia socialista, aun con el resultado conocido de su derrumbe en el
Este de Europa hace tres décadas.
La
caída del socialismo europeo desacreditó la posibilidad de ir más allá del
capitalismo, por lo que sorprendió y entusiasmó el debate reciente en la experiencia
latinoamericana y caribeña por la recreación del horizonte no capitalista, algo
que está todavía en proceso y en disputa con la lógica discursiva del libre
comercio.
Pretendemos
enfatizar que no existe la libre competencia, que solo es un discurso del poder
que manipula la conciencia social. Al mismo tiempo llamamos la atención sobre
la potencialidad de un discurso falaz para generar consensos ideológicos que
soportan el injusto orden de cosas actuales. Discursos falaces posibilitaron
experiencias olvidables de la historia humana. No es solo cuestión de
racionalidad lo que se necesita para explicar ciertos momentos de la historia
social y este es uno de esos momentos, donde discursos falaces generan
consensos políticos para afectar la vida.
Construir nuevos imaginarios populares
Es
cierto que falta un imaginario alternativo, dificultado por los límites de la
experiencia humana por organizar económicamente la sociedad sin la perspectiva
del lucro individual y la apropiación privada del producto social del trabajo.
Contribuir a ese propósito es una dura tarea, siendo consciente que lo
definitorio es el accionar popular.
Se
puede explicar hasta el cansancio los efectos negativos de la apertura
indiscriminada sobre la mayoría de la sociedad, con cierres de empresas,
suspensiones y cesantías, del mismo modo que lo es el cierre de las fronteras
para favorecer a ciertas franjas del capital.
Es
un debate falso el de apertura o cierre de la economía. Lo que se requiere es
una apertura para otro orden económico, social y político, privilegiando la
satisfacción de necesidades ampliadas de la sociedad por encima de la lógica de
la ganancia.
Con
los acuerdos con Europa y con EEUU se privilegia un mecanismo de inserción
subordinada de los países del Mercosur, que demandará reaccionarias reformas
laborales y previsionales, con la consiguiente pérdida de derechas
sociales.
Son
debates que trascienden los procesos electorales en curso en la región, casos
de Argentina, Bolivia y Uruguay y que definen el futuro cercano en nuestros
territorios.
Buenos Aires, 5 de julio de 2019
1 comentario:
Excelente exposición sobre el tema Merco Sur! Felicitaciones Julio!! Siempre es agradable poder leerte .
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