Estamos en tiempo electoral de
renovación presidencial, especialmente luego de finalizada la elección en la
Ciudad de Buenos Aires, el distrito en que hace base Mauricio Macri, el
candidato que se perfila según encuestadores y medios de comunicación con más
chances en la disputa por la presidencia contra el oficialista Daniel Scioli,
en un marco de polarización electoral, que limita las opciones democráticas del
voto popular y condicionan el sentido de la participación política de la
sociedad. Es cierto que también se renueva el Parlamento y eso amplia la
disputa del coto a otras opciones por fuera de la polarización.
La realidad es que se viene instalando
una imagen de polarización entre ambos candidatos presidenciales y éstos se
juegan la disputa del sentido común de la sociedad, especialmente en materia
económica derivado de los problemas que se perciben por la desaceleración y el
impacto en los ingresos más bajos. Es una realidad al mismo tiempo que no se
discutan los temas estructurales de la economía, tales como el modelo
productivo primario exportador concentrado en el monocultivo de la soja, la
mega minería a cielo abierto o las nuevas y fuertes expectativas en la
explotación de los hidrocarburos no convencionales, o sobre la cuestión de la
deuda y el conflicto con la justicia de EEUU. La discusión aparece en materia
de orientación general de la política económica, en el par Mercado y Estado,
pero también en cuáles serán las relaciones externas a privilegiar en la nueva
gestión.
Por eso interesan algunas
señales de tipo simbólico que pretenden dar pistas sobre la cuestión. Muchos de
esos símbolos fueron sorpresas por estas horas y pone de manifiesto el
pragmatismo de los principales candidatos.
Una de las grandes sorpresas se
manifestó en el cambio de discurso del Jefe de Gobierno porteño, quien avaló
las estatizaciones impulsadas desde el gobierno y reivindicó el papel del
Estado, claro que gestionado con eficiencia según dice. Por su parte, en viaje
relámpago a Cuba, el gobernador bonaerense sorprendió al estrechar relaciones
con el gobierno cubano, en un intento por alejar las certidumbres de sus
fuertes vínculos con EEUU y su embajada en la Argentina.
Queda claro que ambos candidatos
necesitan otorgar señales al poder económico y para ello remiten a su
trayectoria, empresarios ambos y con buenas relaciones con diferentes ámbitos
del poder económico, político, mediático y diplomático. Al mismo tiempo buscan ampliar
sus adhesiones con posiciones no tradicionales por ellos sustentadas, pero que
intentan adecuarse a los tiempos que corren, y no solo fronteras adentro, con
una sociedad que aún recuerda el impacto en sus ingresos y condiciones de vida en
la década pro-mercado y que además mira aún con simpatía el acercamiento con la
región latinoamericana y caribeña, aun cuando la articulación productiva y
comercial es muy escasa o relativa.
Señales
hacia el intervencionismo estatal y la distención política
No solo en la Argentina existe
una mayoría relativa en ese sentido, sino que también existen señales externas con
similar orientación. Veamos ambos gestos sorpresivos con datos de la realidad
de la política y la economía mundial.
Por un lado, EEUU y Cuba restablecen
el funcionamiento de sus embajadas luego de más de medio siglo de tensiones,
conflictos y un bloqueo que se mantiene, pero que da cuenta de una situación
novedosa en la región y en el mundo. Las manos tendidas y las embajadas
abiertas recrean condiciones para el dialogo de proyectos antagónicos.
Adicionemos que EEUU fue artífice principal del acuerdo nuclear entre 5 países con
Irán. Tanto con Cuba como con Irán se trata de una cuestión de mercado, y ya
comentamos alguna vez que para el capitalismo no hay mercados chicos, Iran con
80 millones de habitantes y Cuba con 11. Vale por Cuba entonces, con crecientes
relaciones con Brasil, China o Rusia, animadores principales del competidor
bloque BRICS en la hegemonía capitalista. Algo similar ocurre con Irán, pero
también EEUU intenta intervenir de variadas formas en los conflictos políticos
en la arena internacional en tiempos de crisis. La vía militar y la diplomática
se complementan según las posibilidades.
Por otro lado, hay cambios de
funcionarios en el FMI, ante el fracaso de las reiteradas recetas de ajustes,
la última en Grecia, con un informe del Fondo que anticipa que el Estado griego
no podrá cumplir con las condicionalidades que acaban de suscribir. El dato es
que fue designado como nuevo Economista Jefe del FMI, el estadounidense Maurice
Obstfeld, catedrático de la Universidad de California en Berkeley, integrante
del equipo de consejeros sobre economía de Barack Obama y un destacado
neo-keynesiano, como los más conocidos Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Nouriel
Roubini o Kenneth Rogoff, asiduos críticos de las recetas neoliberales
clásicas, que según ellos, no ofrecen soluciones para el salvataje del capitalismo
en crisis. Es algo que expresan con relación a la hegemonía europea y sus
políticas de ajuste, pero también empujando un mayor intervencionismo estatal
en EEUU, reclamando mayor audacia en el gasto al gobierno de Obama.
¿Por
qué la mención a estos acontecimientos?
Es que la posición hegemónica en
la potencia imperialista gobernada por los demócratas, basada en la experiencia
de crisis mundiales anteriores, está fuertemente orientada a sustentar el orden
capitalista con algunas recetas muy concretas, como el gasto público para
estimular obra pública y el empleo, sin la preocupación que tienen los
ortodoxos neoliberales por la emisión monetaria.
Lo que esta corriente
neo-keynesiana defiende es el nivel de actividad económica contra la recesión,
que amenaza a EEUU y a la economía mundial desde el 2007, incluso desde antes
con la crisis estadounidense del 2001, que con Bush en el gobierno, resolvió
con fuerte aumento del gasto público bélico, militarizando la sociedad mundial
y generalizando objetivos que fundamentaran la expansión monetaria y la
intervención del Estado. Esta corriente es crítica del ajuste que impone
Alemania y el Banco Central Europeo sobre Grecia y otros países de la periferia
europea agravando la desaceleración y recesión de la economía mundial.
Es un debate teórico al interior
del orden capitalista sobre cómo superar la crisis. Ese debate también existe
en la Argentina, entre los que quieren volver al discurso y la práctica
pro-mercado de los 90´ y los que imaginan soluciones para la normalización del
capitalismo con la intervención del Estado. La polarización entre el
capitalismo tipo EEUU y el que sostienen los BRICS; como el que sostienen
neoliberales y neo-keynesianos acá y allá, polarizan las opciones e impiden un
debate democrático más allá del capitalismo.
La política actual de EEUU es de
fuerte intervención del Estado para sostener al capitalismo en crisis y recrear
las condiciones para la valorización de los capitales. Al mismo tiempo se
requiere liberar de tensiones, donde pueda, el sistema mundial. Es la doble
vara de la política exterior de EEUU, por eso sus señales son contradictorias,
y sin abandonar su estrategia agresiva en varios territorios del mundo, caso de
Ucrania o medio oriente, disputa mercados y territorios con las armas o la
diplomacia para afirmar su poder global.
Esas tensiones también se
presentan en la Argentina y las autoridades intervienen en la suba de tasas en
beneficio de ahorristas menores a un millón de pesos, comprometiendo seriamente
las posibilidades de crédito barato, salvo intervención estatal para subsidiar
préstamos o producción, una receta conocida en el sistema mundial y por eso
nadie quiere quedarse afuera de un mensaje pro Estado, siempre para el
salvataje del orden capitalista.
En síntesis, lo visible es la
disputa teórica y política de cómo superar la crisis capitalista, entre una
visión ortodoxa neoliberal o la concepción neo-keynesiana o neo-desarrollista;
ocultando otras posibilidades cuestionadoras y críticas del orden capitalista.
Buenos
Aires, 25 de julio de 2015
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