El documento final del G20 explicita los principales
problemas del capitalismo contemporáneo, concentrado en el “cambio climático” y
el “comercio internacional”.
Ambas son expresiones de los límites civilizatorios de
la sociedad capitalista en la actualidad. Los participantes del G20 suscriben
una declaración que no resuelve las disputas, cuando mucho las identifica.
Sobre el primer punto, la cuestión climática, EEUU continúa bajo la presidencia Trump desentendiéndose
de toda iniciativa tendiente a morigerar el impacto sobre el hábitat, el medio
ambiente y la población global. Claro que tiene su lógica desde la dominación
que se ejerce desde Washington sobre la producción de hidrocarburos y el papel
que éstos asumen como insumo estratégico del modelo productivo y de desarrollo
del capitalismo contemporáneo.
Respecto del comercio, es también EEUU en sus
confrontaciones comerciales contra China y varios otros países, quien explicita
los problemas de la disputa por la hegemonía del sistema mundial. Entre otras
cuestiones, desde Buenos Aires se informó de las reformas al NAFTA, con claros
beneficios para EEUU y en contra de sus vecinos en Canadá y México, cuando en
este país se inaugura un nuevo ciclo presidencial desde el 1/12, sustentado en
una voluntad social crítica de los modelos imperantes en el viejo y nuevo
Tratado de Libre Comercio.
La desregulación comercial global, una vieja
aspiración del capitalismo estuvo frenada a la salida de la segunda posguerra,
ya que solo pudo instrumentarse la dirección del sistema financiero con el FMI
y el Banco Mundial. La Organización Mundial de Comercio, OMC, solo pudo
lanzarse hacia 1995 con la ruptura de la bipolaridad y la condición de
posibilidad global para la circulación de mercancías, servicios y capitales.
Después de más dos décadas de OMC (1995-2018), el
desorden mundial capitalista se manifiesta bajo “guerras comerciales y
monetarias”, aunque, claro, se firman documentos finales de las cumbres, tal
como ocurrió en Buenos Aires entre el 30/11 y 1/12. Es más, las delegaciones de
China y de EEUU se sentaron frente a frente en una foto que no resuelve las
contradicciones que sustentan en el ámbito de la economía mundial.
“Construyendo consenso
para un desarrollo justo y sostenible”
Así se titula la Declaración Final del G20 realizado
en Buenos Aires, con un lenguaje profesional y diplomático que difícilmente
puede referenciar la realidad de la concentración de la riqueza y del ingreso
que se explicita en el poder del 1% más enriquecido de la población mundial.
Pero también en los 192 millones de desempleados que acusa la OIT en su Informe
sobre el empleo en 2018; o el 40% de empleo vulnerable en todo el planeta,
denunciado en dicho documento, con 1.400 millones de personas en esa situación;
agravado con la discriminación hacia el trabajo de las mujeres, con menores
salarios y peores condiciones de trabajo.[1]
Conviene llamar a las cosas por su nombre y lo que se
discute en el G20 es el orden mundial capitalista, presidido por la lógica de
la ganancia, la acumulación y la dominación. Cada Estado nacional sustenta en
éstos cónclaves presidenciales los intereses de sus capitales locales dominantes
y por eso convive históricamente el librecambio y el proteccionismo.
Desde el origen del orden capitalista y de la Economía
Política conviven en teoría y práctica el librecambio y el proteccionismo.
El imperio británico promovió el liberalismo económico
al tiempo que sostenía una política proteccionista teorizada desde las ventajas
comparativas sustentadas por la economía política clásica.
Su propia colonia en América sustentó una política
proteccionista en aras de la independencia hacia 1776, convergente con la
aparición de las primeras sistematizaciones teóricas librecambistas de los clásicos.
La historia del capitalismo explicita el pragmatismo
relativo al decir y al hacer, no necesariamente convergente, que viabiliza la
contradicción del liberalismo y el proteccionismo en el comercio internacional.
Por eso en la Declaración del G20 de Buenos Aires se
puede aludir a deseos por resolver conflictos o generar impactos sociales
progresivos, al tiempo que la realidad devuelve tensiones y confrontaciones por
resolver la hegemonía en la dominación del sistema capitalista, y unos efectos
sociales que afectan a millones de sectores sociales empobrecidos.
Aunque se aluda a la cuestión de género, la realidad
de la discriminación femenina es una constante que convoca a redoblar los
esfuerzos de la lucha por la igualdad de los géneros y contra todo tipo de
discriminación.
El modelo productivo y
energético detrás del clima
La crisis del petróleo de los 70´ no fue mundial, sino
de EEUU, evidenciado ante la pérdida de reservas convencionales de
hidrocarburos. La “solución” se construyó económica y militarmente, comprando e
invadiendo, generando un mercado específico no exento de especulación,
contrabando y economía criminal en torno a la energía.
Es un largo recorrido que incluyó la investigación y desarrollo
de tecnología y procesos de extracción de los hidrocarburos no convencionales
que reposicionaron a EEUU como primer productor mundial hacia 2015. El fracking
o fractura hidráulica junto al alza de los precios internacionales del petróleo
permitieron la nueva preeminencia estadounidense en la producción mundial de
hidrocarburos.
Resulta un tema trascendente que reabre el juego
político y económico global, que pudo visibilizarse en el cordial trato entre el
Príncipe Saudita y el líder Ruso en la confraternidad del G20. Arabia Saudita
sigue siendo el principal productor mundial de petróleo y Rusia un gran
productor de Gas, que además, abastece del mismo a Europa.
Más allá de afinidades ideológicos o políticas, las
alianzas se redefinen en aras de la gestión sobre la producción contemporánea y
como sostenemos, estamos hablando del insumo estratégico de la producción
mundial: petróleo y gas.
En ese tablero pueden entenderse varias alianzas en
torno a los hidrocarburos y la disputa global. Aludo a China y Rusia; a éstos
con Irán y otros países productores de petróleo en medio oriente, pero también
y muy especialmente a Venezuela, primera reserva mundial de petróleo convencional
en el mundo.
Además, Argentina es quien tomó la posta de los hidrocarburos
no convencionales con la tecnología estadounidense del fracking, desde el
acuerdo secreto entre la empresa privada de gestión estatal, YPF y Chevron,
para explotar el yacimiento Vaca Muerta.
Hace 5 años del acuerdo y en el presupuesto 2019
impulsado por la gestión Macri, la expectativa de crecimiento económico se
asienta en las inversiones para la producción y exportación de petróleo y gas
en Vaca Muerta.
Argentina destaca por ser la segunda reserva mundial
de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional.
La energía está en el centro de la discusión, no solo
respecto de quien pueda gestionar el insumo estratégico, sino de cual modelo de
desarrollo social prevalece.
Por un lado está la mercantilización de la energía, lo
que se define en la esfera de la capacidad de compra y por ende de ingresos. La
contrapartida es una concepción de derecho a la energía que supone la des-mercantilización
y una respuesta relativa a la energía como derecho humano, bien común y uso generalizado
para satisfacer necesidades de la población mundial.
La realidad de la disputa económica actual en el debate
del G20 se restringe a la primera concepción y por eso la guerra económica,
comercial o monetaria, la que no se resuelve con buenos modales, foto de
familia o declaración consensuada con lenguaje evasivo y diplomático.
Voces de la crítica con
sus límites para instalar alternativa
Es sabido que donde sesiona el G20 aparece la crítica
y la movilización social, política e ideológica al consenso de la dominación.
Por eso se reiteró en Argentina la denuncia organizada
por la Confluencia NoG20/FMI, vía semana de acción entre el 25 y 30/11, la
Cumbre de los Pueblos del 28 y 29/11, y la gigantesca movilización del 30/11,
pese a las desmedidas medidas de represión preventiva, cercando a las y los
manifestantes durante el trayecto de la demostración crítica.
Más de 50.000 personas, en un abanico diverso de
organicidad y consignas, convergiendo todos en la rechazo al G20 y al FMI
fueron custodiados, sin poder amedrentarlos por un operativo de cerrojo con cientos
y miles de efectivos de seguridad.
Un operativo desplegado por todo el territorio del desplazamiento
de las y los manifestantes. Se estableció un “corralito” a la marcha de protesta
ante la imposibilidad del gobierno por modificar la voluntad popular de ejercer
el derecho a opinar y manifestar. La voluntad de marchar y unificar consignas
es un dato de fortaleza del movimiento social ante el gigantesco operativo de seguridad
y de desinformación social, con complicidad de la prensa hegemónica.
Todo se hizo para aislar la protesta y la crítica. Se
declaró asueto en la ciudad de Buenos Aires, se clausuró el transporte aéreo,
de mar y tierra, restringiendo la circulación de buses y cerrando una amplia
zona aledaña al sector de discusión del G20. El argumento fue la seguridad de
los asistentes al cónclave.
Pese a ello, el objetivo de hacer escuchar otra
opinión fue logrado, aun cuando los criterios sobre el qué hacer a futuro no estén
suficientemente claros. Más aun, no todos los que pudieron manifestar la
crítica se predispusieron para articular un proceso compartido de debate,
movilización y aprendizaje común para pensar otro orden social y civilizatorio
del que se discute en el poder mundial.
Esto último, sigue siendo una asignatura pendiente.
Con matices se sabe lo que no se quiere y hace falta habilitar la condición de
posibilidad de una mayor escucha desde la diversidad para acercar nuevas
síntesis de otro orden social, económico, político y cultural alternativo, a
contramano de la lógica de la ganancia, la acumulación de capitales y la
dominación civilizatoria.
Argentina pasó la posta de la gestión del G20 a Japón,
previa suscripción de un Tratado de protección de inversiones, una lógica
esencial del orden capitalista actual.
La crítica al G20 que ya recorre una década continuará
ahora en la sucesión que asume Japón y desafía al pensamiento crítico de los pueblos
del mundo a continuar proponiendo nuevas articulaciones para la emergencia de
un nuevo tiempo para otro modelo productivo y de desarrollo contra y más allá
del capitalismo.
Buenos Aires, 1 de
diciembre de 2018
[1] OIT. Tendencias del Empleo 2018.
Informe, en: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/multimedia/video/institutional-videos/WCMS_616018/lang--es/index.htm
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