Una nueva corrida cambiaria llevó la cotización del
dólar a $28,80, lo que supone un traslado, aún parcial, a precios de la
economía, perjudicando a la mayoría social de menores ingresos. Nadie puede
asegurar que ese sea el techo de la cotización, que en este año acumula una
depreciación del 50%. La contracara es la satisfacción de grandes exportadores
agrarios, mineros e industriales que obtienen más pesos por sus ventas al exterior;
operadores de turismo del exterior, que
imaginan mayores contingentes de visitantes al país, tanto como de aquellos
inversores especulativos asociados a operaciones de compra y venta de las
divisas.
Todo ocurrió en el marco de cambios en la gestión
económica del gobierno de Mauricio Macri. La movida supone la fusión del
Ministerio de Hacienda y el de Finanzas bajo la dirección de Nicolás Dujovne,
hace poco designado coordinador de las áreas económicas del Gobierno Nacional y
representante en la negociación con el FMI para el acuerdo stand by por 50.000
millones de dólares. Al mismo tiempo, el ex Ministro de Finanzas, Luis Caputo,
pasa a la Presidencia del BCRA, luego de renunciado Federico Sturzenegger.
El académico monetarista ortodoxo, de derecha, pasa a
ser reemplazado por un operador directo del sistema financiero mundial. Luis
Caputo, hombre con antecedentes importantes en J.P. Morgan sale del Poder
Ejecutivo Nacional para asumir tareas en el “independiente” BCRA. Como nunca,
se evidencia la ausencia de independencia de la entidad monetaria y la política
económica, con lo que coincidimos, pero queremos evidenciar la hipocresía
discursiva de las derechas que regularmente aluden a la necesaria (imposible) independencia
del BCRA respecto del Poder Ejecutivo. Incluso, en el acuerdo con el FMI se
compromete el Gobierno a una reforma de la Carta orgánica del BCRA para una
mayor independencia.
A Caputo lo secunda Gustavo Cañonero como
Vicepresidente del BCRA, con experiencia y antecedentes en la gestión de fondos
de inversión. Caputo es el nexo con el mercado financiero mundial, celebrado en
enero por anticipar el ingreso de 9.000 millones de dólares de las necesidades
de financiamiento del 2018, los que sirvieran para favorecer la fuga de
capitales facilitada por el BCRA en las corridas cambiarias de mayo y junio,
verificadas con pérdidas de reservas internacionales por más de 10.000 millones
de dólares. Un gran negocio para especuladores, quienes aprovecharon el ingreso
de divisas para acreditarlas en sus cuentas ante una política económica y monetaria
que favoreció intereses de especuladores a costa del regresivo impacto inflacionario
sobre la población.
Es Caputo el que negoció con la banca y los tenedores
de LEBAC la reciente renovación total de un vencimiento de 670.000 millones de
pesos y habilitó el mercado de crédito por 4 horas con licitaciones de
operaciones en pesos para dos fondos de inversión internacional. Los BOTE (Bonos
del Tesoro) negociados a esos fondos buitres ofrecen cuantiosas ganancias a
inversores “buitres” que lucran con las miserias que se descargan sobre el
conjunto de la población.
Antes del cambio de función, Caputo anunció que del
primer desembolso de 15.000 millones de dólares que se hará efectivo el próximo
20 de junio, la mitad se destinará a suplir necesidades fiscales y el resto a
favorecer la operatoria del BCRA para iniciar la cancelación de unos 25.000
millones de dólares en LEBAC, en un proceso a ejecutar en el mediano plazo. El
stock de LEBAC, en pesos, se está licuando también con las sucesivas
devaluaciones derivadas de las corridas cambiarias.
Memo con el FMI
El 12 de junio se envió la carta al FMI comprometiendo
las metas del acuerdo stand by por 50.000 millones de dólares. Firman la misiva
Dujovne y el renunciado Sturzenegger. Se dice en el Memorándum que “Reafirmamos
nuestro compromiso con alcanzar el equilibrio fiscal y llevaremos a cero el
resultado primario del gobierno nacional en 2020.” Ello supone un ajuste de
20.000 millones de dólares en ese periodo y una perspectiva de estancamiento,
muy lejos de los prometidos 20 años de crecimiento anunciado hace poco por
Dujovne y Macri.
Se afirma en el Memo que “…esperamos que el
crecimiento se sitúe este año entre 0,4 por ciento y 1,4 por ciento interanual”.
En rigor, el texto confirma una perspectiva de crecimiento económico del 0,4%
para el 2018. No es bueno para las expectativas de empleo de millones de
personas, ni alienta perspectivas de mejoras del mercado interno, el consumo
popular y las condiciones de vida de la población.
La meta de inflación para el año se establece en el
27% y se considera una banda con piso de 22% y que puede llegar al 32%. Muy
lejos quedó el 15% establecido en diciembre del 2017 y des-actualizan los acuerdos
paritarios que respetaron ese techo impuesto por la política económica. Queda
claro que el objetivo es descargar los problemas sobre los sectores más
debilitados de la economía, aun cuando se afirma hipócritamente que se tienen
en cuenta los intereses de sectores vulnerables.
Se establece en el Memo que los desembolsos de los
50.000 millones de dólares siguen un cronograma de 15.000 millones de dólares
para el 20/6/2018 y luego de manera trimestral y hasta junio 2021 cuotas de
2.916 millones de dólares, totalizando 35.000 millones de dólares, con
desembolsos los días 15 de marzo, de junio, de septiembre y de diciembre de
cada año.
Todos son datos relativos al Memorándum de
Entendimiento con el FMI suscripto entre el organismo internacional y las
autoridades de la Argentina.[1] Las
condiciones acordados serán evaluadas diaria, mensual y periódicamente por el
organismo internacional, con lo que ocurrirá un monitoreo externo de la política
económica local.
El documento confirma la línea de ajuste fiscal que se
descarga sobre el gasto de personal del Estado y al mismo tiempo confirma las orientaciones
de modificaciones estructurales favorables a la inversión y la ganancia
empresaria, contra derechos laborales, sindicales y sociales.
Se trata de un largo documento explicita la política
oficial de insertar subordinadamente a la Argentina en la lógica de austeridad
que impone el sistema mundial gestionado financieramente por el FMI.
Inadecuada lectura sobre
las tensiones de la mundialización
El acuerdo con el FMI es una línea de acción reiterada
que anima el fracaso de la actividad global del organismo internacional,
especialmente con una mundialización en tensión con disputa de la hegemonía
inter-capitalista.
Lo que ocurre en el mundo es una guerra comercial y
monetaria entre los principales países que definen la hegemonía del sistema
mundial. EEUU y Europa por un lado despliegan una guerra de aranceles que
amenaza el comercio mundial, y China anticipa represalias hacia la política
comercial de EEUU contra la nación asiática. Por su parte, el dólar se discute
desde el euro o el yuan. Sea por los problemas comerciales, monetarios o de
geopolítica, desde Washington se boicotean cumbes globales, recientemente en Canadá
por el G7 y contribuye a desarmar la lógica tradicional de las relaciones
internacionales, entre otras cuestiones, con el diálogo abierto recientemente
con Corea del Norte o la ruptura de los acuerdos con Irán.
Tanto EEUU como Europa suben las tasas de interés y
generan una reorientación de los flujos de inversión hacia el capitalismo
desarrollado. Algo que confirma la CEPAL al destacar que el pico de ingresos de
capitales por inversiones externas ocurrió hacia el 2011, para luego replegarse recurrentemente
ante el cambio de orientación de los inversores internacionales.
Solo marginalmente y por intereses asociados a la
extracción de materias primas y razones especulativas se explican las
inversiones en la región y pone en evidencia la errónea lectura del gobierno argentino
sobre el momento actual del capitalismo mundial. Es una lógica internacional
erróneamente asumida desde el gobierno Macri y que confirma la dependencia del
capitalismo local a un imaginario “ideologizado” del orden mundial contemporáneo,
y claramente en contra de intereses soberanos de la Nación Argentina.
Más que nunca la región latinoamericana y caribeña
debiera mirar hacia una integración regional, de carácter alternativa, que
disponga de una lógica de aliento a un modelo productivo y de desarrollo que
suponga orientaciones soberanas en materia alimentaria, energética o
financiera. No es esa la lógica del gobierno Macri y de quienes en el mundo
imaginan el liderazgo del gobierno argentino para cerrar esa orientación y retomar
un rumbo de liberalización económica a contramano de las nuevas tendencias que
explican la política proteccionista de EEUU o del Brexit.
La novedad proviene del descontento de los votantes
del 2015 y 2017, expresado con el crecimiento de la protesta social que escala con
los paros nacionales del 14/6 y del próximo 25/6. Es la masividad de la
protesta lo que puede hacer emerger una subjetividad consciente para inducir
cambios progresivos en la política, con capacidad de intervenir en el mediano plazo
que supone la elección presidencial del 2019.
Buenos Aires, 16 de junio
de 2018
[1] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/argentina_loi_-_mefm_-_tmou_-_espanol.pdf
(consultado 16/06/2018)
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