Hoy se conmemora el día internacional de lucha de los trabajadores, y se hace en el marco de una crisis de la economía mundial, cuyos principales efectos se sienten en el corazón del capitalismo desarrollado, EEUU, Europa y Japón, pero con impacto en el conjunto de la sociedad.
El principal sector social afectado son los trabajadores, la mayoría de la población mundial. El elevado desempleo es la norma, asociada a la tendencia en crecimiento expresada por la flexibilización laboral y salarial, producto del deterioro consecuente de las condiciones salariales y labores contenidas en los contratos de trabajo, los que resultan de negociaciones colectivas cada vez más limitadas debido a una gigantesca ofensiva del capital sobre los trabajadores en el ámbito mundial. Ello es visible en el porcentual de desempleo que ronda el 10% en los principales países del capitalismo y que prácticamente se duplica en España. Los datos son alarmantes en el sur empobrecido del mundo, donde la superexplotación de la fuerza laboral es parte de la cruda realidad del hambre y la miseria.
En Argentina, según el Indec y para el último trimestre del 2010 (último dato disponible), la desocupación es del 7,3% y la subocupación alcanza al 8,4%; siendo que el 33,7% de los asalariados revistan en situación irregular, sin seguridad social. Aún con tendencia declinante, la tasa de desempleo no logra el registro del año 1990/92, que era del orden del 6 al 7% y mucho menos los indicadores de los años previos, los 80´ y los 70´ con oscilaciones entre el 2 y el 6%.
Los datos confirman que un 40% de los trabajadores ocupados perciben ingresos mensuales inferiores al salario mínimo, vital y móvil, hoy de $1.840 mensuales. Es cierto que en los últimos años creció la tasa de actividad, al 45,8% y la tasa de empleo del 42,4% (IV trimestres 2010), quedando claro que ello se logró con amplios sectores de trabajadores subocupados, bajo el régimen de cuenta propia y en carácter de no registrados (vulgarmente referenciado como trabajo en negro), definiendo el mayor empleo asociado a una fortísima precariedad en el empleo. Lo grave son las denuncias de fraude laboral que involucran incluso al Estado y a los contratados en el propio Ministerio de Trabajo. El Estado es el gran empleador y flexibilizador de las condiciones laborales en el país.
El elemento principal a considerar en la Argentina, no es tanto el crecimiento del empleo, ni siquiera la recomposición salarial de los trabajadores bajo convenio colectivo, un tercio de la población trabajadora, si no que el dato relevante es la precariedad laboral. Recordemos que el asesinato de Mariano Ferreyra en octubre del 2010 se produjo en el marco de una protesta contra los tercerizados del ferrocarril, que entre otras cuestiones denunciaban ingresos de un tercio sobre los trabajadores ferroviarios de planta.
La demanda de los trabajadores cambió con el tiempo, y si para la crisis del 2001 el tema central era el empleo, en la actualidad el reclamo se divide entre formalización laboral (pase a planta) y mejora salarial y de las condiciones de trabajo.
En materia de ingreso salarial se discute cual es la proporción anual de riqueza socialmente generada que debe quedar como ingreso de los trabajadores en desmedro de la ganancia, sugiriéndose que una distribución igualitaria del 50% para cada uno de los sectores sería lo adecuado, el fifty-fifty, un logro solamente obtenido en 1952-54 y en 1974.
Constituyendo esa meta una mejora distribución del ingreso para los trabajadores, no debe ser considerada el punto de llegada, ya que la contrapartida son las ganancias, que como reflejan los datos oficiales están altamente concentradas en un núcleo muy reducido de empresas, la mayoría extranjeras, e incluso las de origen nacional están cada vez más vinculadas al mercado mundial, lo que las define como transnacionales, más interesadas en reducir el costo de producción que en distribuir progresivamente el ingreso nacional. Las mayores ganancias empresarias son producto del crecimiento de la productividad del trabajo, que no se comparte como mayor ingreso para los trabajadores sino que se apropia como ganancia entre las empresas que dominan la economía de la Argentina.
Pero más allá del debate sobre el mercado de trabajo y sus condiciones, los salarios, la seguridad social y la distribución del ingreso, es muy poco lo que se discute respecto del escenario sobre el que esas demandas actúan, es decir, el modelo productivo y el de desarrollo, que en estas horas ha generado debates interesantes. Son polémicas relativas al perfil productivo que se deriva de la cosecha récord de 100 millones de toneladas; del resultado de la producción derivada de la mega minería a cielo abierto, que cada vez incide más en los datos del PBI; o la expansión año a año de la producción automotriz centrada en el mercado mundial.
¿Es la Argentina proveedora de materias primas y bienes industriales ensamblados el modelo requerido para el desarrollo autónomo de la sociedad Argentina?
Nuestro país, en forma similar al resto de nuestramérica es funcional al capitalismo mundial en crisis ofertando sus recursos naturales y fuerza de trabajo calificada y barata.
En este 1º de mayo es bueno pensar más allá del salario, el empleo y las condiciones laborales, para pensar en la crisis mundial en curso, el orden económico y social vigente y la necesidad de hacer realidad otro mundo posible.
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