Hace tiempo que se discute la eliminación
de la exención al impuesto a las ganancias de los beneficios derivados de la
intermediación financiera, mientras se mantienen gravados bajo el concepto de
“ganancias” los ingresos salariales.
Así, el Impuesto que por
definición debiera ser progresivo, grabando las rentas o ganancias empresarias, resulta
también regresivo por la contribución que hacen trabajadoras y trabajadores,
más aun cuando el IVA y Ganancias sustentan la mitad de los ingresos tributarios
en la Argentina.
Lo curioso es que en estos días
se había anunciado la reglamentación del impuesto que gravaba la compraventa de
acciones, cuotas y participaciones sociales, incluidas las cuotas partes de
fondos comunes de inversión, títulos, bonos y demás valores, cuando comprador y
vendedor sean sujetos residentes en el exterior.
El solo anuncio de su
reglamentación, aun con lo limitado de la medida, impactó en procesos de desvalorización
de acciones y encendió la luz de alerta en ámbitos de decisión sobre la
política económica.
Como respuesta a la tensión en
el “mercado” y la sensibilidad de los inversores, temerosos a constituirse en
sujetos de tributación, la AFIP con el guiño del ministro de Hacienda postergó
por 6 meses la puesta en práctica del impuesto, argumentando problemas operativos
y de adecuación a las nuevas exigencias por parte de los involucrados en las
operaciones.
La realidad es que la medida
complicaba aún más la llegada de inversores externos, y aun resignando
recaudación, desde el Ministerio de Hacienda continúan con el privilegio y la
seducción de las potenciales inversiones foráneas.
Inversiones
para la especulación
Por ello, la suspensión por un
semestre para hacer efectivo el impuesto podrá reiterarse si continúa la sequía
de inversores que reviertan la escasez de fondos aplicados a la expansión de la
producción.
En ese marco es que no arranca
la reactivación de la economía, aun cuando se pronostica un crecimiento del 3
al 4% del PBI para este 2017. Ese crecimiento no tiene por qué remitir a
producción fabril y menos a creación de empleo, o mejoras en salarios o
ingresos populares.
La percepción social de
debilidad en el funcionamiento de la economía dificulta la disputa del consenso
electoral del oficialismo.
Curiosamente, y a contramano de esa
apreciación, desde el BCRA y con aval del Ministerio de Hacienda se estimula la
especulación financiera y una política monetaria restrictiva ortodoxa para
bajar la inflación a cualquier precio.
Volvieron a subir las tasas de
interés de las LEBAC y Hacienda licitará la próxima semana Letras del Tesoro por
800 millones de dólares.
No solo es festival de deuda de
la Administración central y el banco rector de las finanzas en el país, sino
una señal que continúa privilegiando la política económica de la especulación
ante cualquier planteo de estímulo a la producción.
Previo a la suba de tasas de
interés subieron el dólar, que ya supera el piso de los 17 pesos por dólar, y
las tarifas de los combustibles. Ambos datos relevantes relativos a la
evolución de la inflación y por eso se radicaliza la ortodoxia del jefe de los
banqueros.
Federico Sturzenegger insiste en
su ortodoxo planteo aun cuando se pierdan empleos y se alejen expectativas de
recuperación del consumo popular, algo que puede incidir en la pérdida de votos
oficialistas en las próximas elecciones de medio turno.
A contramano de esa orientación,
el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires insiste en el acuerdo entre el
Banco Provincia y las cadenas de supermercados para resignar rentabilidad a
cambio de descuentos que estimulen compras de ciertos productos en una campaña
para la disputa del consenso electoral.
La ortodoxia económica tiene el
límite de una lectura política que evidencia discusiones al interior del
gobierno y que las propuestas de participación estatal para el estímulo del
consumo no solo pertenecen a la oposición.
Aun así, el consumo se restringe
a una porción de la sociedad con relativa capacidad de consumo, ya que la
canasta para no ser pobre supera los 15.000 pesos mensuales y el ingreso
promedio está muy lejos de esos valores.
El discurso pro inversiones
persiste y por eso en Mendoza se recrearon las condiciones para un acuerdo
entre el Mercosur y la Unión Europea, aunque los subsidios agrícolas del viejo
mundo retrasan la realidad de rápidos acuerdos.
La cumbre del Mercosur anticipa
las dificultades para celebrar acuerdos de libre comercio que la OMC intentará
generalizar en diciembre en Buenos Aires, pero no obstaculiza el compromiso
discursivo del proyecto oficial con la liberalización de la economía.
Ajuste
asegurado
El asunto de las inversiones se
resuelve si avanzan los proyectos de restricción de derechos sociales y
sindicales para favorecer la rentabilidad empresaria, algo que se procesa más
allá de la ortodoxia o la heterodoxia de política económica, que parece convive
al interior del oficialismo y más allá.
Por eso se explican los acuerdos
parlamentarios en el avance de legislación estratégica, tal el caso del
tratamiento del endeudamiento, que cada vez compromete más los recursos
fiscales.
Aun conteniendo el déficit
primario, la suma de intereses de la deuda agrava el déficit fiscal y
compromete recursos públicos y un presente y futuro de ajuste.
Resulta imprescindible superar
la discusión entre ortodoxia y heterodoxia para pensar más allá del régimen del
capital y actuar con el horizonte de resolver necesidades sociales, aun a costa
de los objetivos de los evasivos inversores y sus demandas para escamotear una
tributación progresiva.
Buenos
Aires, 21 de julio de 2017
1 comentario:
Muy bueno Julio. Un gran abrazo
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