La cámara de Diputados dio media
sanción al Presupuesto 2014 de la Argentina, y sin duda el Senado lo
transformará en Ley en los próximos días.
El cáncer de la deuda pública
ahoga cualquier pronóstico de perspectiva autónoma e independiente para la
evolución económica del país en condiciones soberanas.
En efecto, todo el superávit primario
previsto para el próximo año se esteriliza en la proyección de pagos de los
vencimientos de la deuda pública, agravado si consideramos que los pronósticos
en este sentido nunca se cumplen. A modo de ejemplo señalemos que en el 2013 se
presupuestó un superávit financiero de 587 millones de pesos y la realidad
demostró un déficit final del orden de los 44.612 millones. Para el próximo año
se estima un superávit, luego del pago de deuda de unos 869 millones, que
podemos anticipar será negativo en cifras varias veces superiores.
El tema de la deuda es cuento
largo y viene de arrastre como herencia de la Dictadura, quienes legaron al Estado
nacional una deuda por 44.000 millones dólares. Los turnos constitucionales la
incrementaron gravosamente. Con Alfonsín el legado llegó a 62.000 millones de
dólares, y Menem la elevó a 122.000 millones de dólares. Con De la Rúa creció
hasta los 145.000 millones y la crisis del 2001 gestó la cesación de pagos
(default) por 100.000 millones y el pago riguroso a los acreedores
privilegiados: los organismos internacionales.
Ahora, pese a los canjes del
2005 y del 2010, el monto de deuda llega a los 209.000 millones de dólares,
unos 197.500 en situación regular (performing) y unos 11.500 millones de
aquellos acreedores que no ingresaron a los canjes previos y a los que se está
invitando a ingresar desde que el Parlamento, mayoritariamente, oficialistas y
oposición sistémica reabrieron indefinidamente el canje de deuda en cesación de
pagos.
Por si esto fuera poco, según
información oficial, en esta década se cancelaron más de 173.000 millones de
dólares, usando part de las reservas internacionales, mayoritariamente a acreedores
externos y asumiendo nueva deuda en ámbitos del sector público, sea el BCRA, el
BNA, la ANSES (administra el fondo de jubilaciones). De hecho se canceló deuda
con extranjeros para asumirla el propio Estado, en desmedro de los ahorros de
los trabajadores destinados a cubrir los ingresos previsionales (presentes y
futuros).
Vale aclarar que al mencionar el
monto de deuda pública no incluimos la deuda de Provincias o Municipios, ni los
títulos emitidos por el Banco Central para regular la política monetaria. En
este caso la deuda consolidada superaría los 250.000 millones de dólares,
poniendo en discusión el carácter del des-endeudamiento proclamado por esferas
oficiales.
La deuda pública fue, es y será
un cáncer que requiere ser extirpado, para lo cual se impone una auditoria a
fondo, que investigue la situación integralmente y que defina la legitimidad de
la misma. Claro que mientras tanto, debieran suspenderse los pagos. De este
modo, se liberan importantes recursos para intentar una política soberana.
En el futuro cercano existen varias
amenazas, y no solo de los llamados fondos buitres. Las empresas que demandaron
a la Argentina ante el CIADI, ámbito dependiente del Banco Mundial tienen
sentencias favorables por 500 millones de dólares. El sistema mundial, es
decir, las principales potencias capitalistas y los organismos internacionales
presionan para que la Argentina cancele esa y otras deudas que se reclaman.
El país necesita discutir si
continuará en terapia intensiva por el cáncer de la deuda, o si por el
contrario, extirpa de raíz un problema estructural de la economía local que
condiciona la política y restringe seriamente la democracia y los derechos de
la sociedad y el pueblo argentino.
Buenos
Aires, 27 de septiembre de 2013
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