Sensaciones cruzadas

Son contradictorias las sensaciones sobre la situación económica presente y futura. De un lado la vuelta al crecimiento de la economía, tal como lo muestran los cuestionados indicadores oficiales, pero no se duda de un mayor nivel de actividad económica. Al mismo tiempo, el crecimiento económico es acompañado por un alza de los precios, ralentizado respecto de lo que aparecía hacia marzo, pero convengamos que la discusión salarial se movió de ajustes entre el 20 y 25% al 35 y 40% tal como mostró el reciente acuerdo con el gremio de la alimentación y destacan otros conflictos y negociaciones de actualización de ingresos.


El dato es que se vuelve al crecimiento, seguramente mayor al 2,5% indicado en el presupuesto, aunque con inflación, lo que afecta la capacidad de compra y consumo de los sectores de menores ingresos, que estructuralmente dan cuenta del mantenimiento de la desigualdad en la Argentina. Entre otras cuestiones destacables, pudo verificarse como la ciudad de Buenos Aires tuvo un doble movimiento de población. Por un lado se vació durante el fin de semana, feriado largo, del 25 de mayo, con parte de su población de capacidad económica y de consumo, que aprovechó la ocasión para el mini turismo, y por otro lado, como contrapartida de turismo económico, una parte muy importante del conurbano bonaerense y población de todo el país colmó el paseo del bicentenario asumiendo la apropiación de una oferta pública de calidad, discutiendo el argumento de una demanda social por espectáculos basura, como el caso de buena parte de la programación privada de la televisión argentina.

La contradicción sobre la economía aparece en escala global, puesto que los datos de crecimiento de la economía mundial del 2010 respecto del 2009 son coincidentes con la aguda crisis de Grecia, España y otros varios países europeos, entre los que se encuentran Inglaterra, fuera del euro, pero con el mayor déficit fiscal del conjunto de esa región, y un elevado nivel de deuda pública. Del mismo modo que aparecen Francia y Alemania con importantes déficit fiscales y elevados niveles de deuda pública, agravados con Bancos comprometidos ante el colapso de las finanzas estatales y los posibles incumplimientos que afectarían a la banca francesa y alemana. La reducción de la nota a España por parte de una calificadora de riesgo, que eleva el “riesgo país”, nos recuerda a la crisis Argentina, o de otros países de nuestra región, y es una señal de que la crisis de la economía mundial no terminó y ahora transita principalmente por Europa, cuando aún no se retiró de EEUU, por lo menos en cuestión social, desempleo y empobrecimiento mediante, pero que también amenaza con reiterar la crisis en Dubai u otros territorios de inversión especulativa y burbujas financieras o inmobiliarias.

Por todo ello sorprende la oportunidad escogida por el gobierno argentino para encarar el canje de la deuda en cesación de pagos y el escaso rédito obtenido hasta ahora en el marco de la expectativa generada por las autoridades económicas. Es una reiteración del error que supuso en su momento el anuncio de la cancelación al Club de París en momentos de caída de la gran banca de inversión de EEUU en 2008. Era entonces y ahora también, más un tiempo de denuncia e investigación de la deuda que de esterilización y malgasto de recursos públicos y reservas internacionales para un retorno, que debiera ser indeseado, al mercado financiero internacional.

En este marco de sensaciones cruzadas en la economía y con la expectativa que genera la masiva movilización popular en la celebración del bicentenario, se agigantan los desafíos para pensar en términos de emancipación, solidaridad e integración regional. Es quizá el tiempo para convocar a una subjetividad consciente por el cambio y que en materia de economía supone afirmar una concepción de soberanía alimentaria en momentos que se discute un plan integral para la producción agropecuaria con participación de la sociedad. Un plan estratégico no puede dejar de discutir la subordinación de la economía argentina a un producto estrella como la soja, que desplaza cultivos, ganadería y especialmente formas de la agricultura familiar que una vez destruidas cuesta reinstalar.

En ese mismo terreno urge transitar el camino de la soberanía energética, con la recuperación de una política autónoma en materia petrolera y especialmente la soberanía financiera en el camino del sistema múltiple de pagos instrumentado desde 2008 con Brasil y más aún la experiencia del Sucre, moneda regional para el intercambio comercial entre los países del Alba, la Alianza Bolivariana para las Américas. Por eso, más que el esfuerzo por utilizar reservas para el pago de la deuda pública, esos recursos podrían aceitar una articulación financiera regional acelerando el surgimiento del Banco del Sur, en el camino del Banco del ALBA, o de un fondo de financiamiento del Sur, largamente discutido y en momentos donde la apelación y la práctica de la unidad regional aparece como privilegiada.



La discusión de estas horas tiene dos opciones. Una pasa por la recreación de las políticas de ajuste y liberalización que transitan los consejos del FMI, el Banco Central europeo y los gobiernos del viejo continente ante la crisis. La otra supone la perspectiva de consolidar el cambio político experimentado en la región latinoamericana en la primera década del Siglo XXI con modificaciones estructurales que objeten y transformen la lógica del capital, de la ganancia empresaria, la acumulación y la dominación capitalista.

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