Un
lugar común del análisis político en la Argentina remite a las expectativas
puestas en el cambio de gobierno, lo que aconteció hace ya un mes. Unos, los
que se fueron, pensaban en políticas “populistas”, una categoría difícil de
conceptuar y por eso, desde las PASO, se disparó el “riesgo país” descontando
la cesación de pagos ni bien asumiera el gobierno de los Fernández. Otros, los
que venían, imaginaron una reversión estructural del orden económico para
revertir la ecuación de beneficiarios y perjudicados por las políticas
hegemónicas del último ciclo de gobierno macrista.
La
realidad terminó siendo más compleja durante el primer mes de gobierno y el
balance de las medidas adoptadas permite análisis muy diversos, con sorpresas.
Por un lado, baja el “riesgo país”, que más allá de la crítica que siempre
hicimos a ese indicador, una maniobra de operadores privados del sistema financiero
mundial, lo concreto es que los acreedores y especuladores asociados al
endeudamiento observan que el acontecer financiero se aleja de una cesación de
pagos inmediata y más aún, la voluntad es de pago de las acreencias y de
renegociación de vencimientos de la deuda. Desde otra perspectiva, se constatan
los aumentos de ingresos a las jubilaciones más bajas, a los planes sociales y
la doble indemnización por despido, entre otras medidas, que involucran la
ampliación del programa “precios cuidados”, facilidades a pymes con atrasos
fiscales, renegociaciones crediticias y congelamientos de cuotas, peajes y tarifas,
suponen un alivio a sectores de más bajos ingresos. La política fiscal, entre
ellas la actualización de retenciones y la suba de alícuotas para algunos
impuestos, busca el equilibrio entre ingresos y egresos, con mayores recursos
para el Estado. El control de cambio incrementado favorece la búsqueda del
doble superávit: fiscal y comercial. Es algo que satisface al FMI y a quienes
sostienen la lógica ortodoxa de Política Económica. Es la condición para hacer
frente a la cancelación de una deuda pública, que sostenemos, es impagable.
Entre
los pocos datos a relevar en este primer mes, se verifica la suba de las
reservas internacionales que administra el Banco Central. Es consecuencia
directa del incremento de los depósitos en dólares de privados en el sistema
financiero, una forma de evitar la mayor carga tributaria si esos recursos se
mantenían en el exterior. Claro que entre los activos financieros del BCRA figuran
ahora los documentos del Tesoro Nacional, con vencimiento a diez años, a cambio
de los dólares que fueron utilizados para cancelar vencimientos de la deuda
pública.
Lo que cuenta es la política
Todas
las visiones apocalípticas desde la derecha y el poder no se verificaron, pero
tampoco aquellas que imaginaban una confrontación con los poderes tradicionales,
especialmente con los acreedores externos y el FMI.
En ese
sentido, una batalla de interés se procesó en la Provincia de Buenos Aires,
precisamente con la pretensión de establecer unas modificaciones tributarias de
carácter progresivo impulsadas por el nuevo gobierno bonaerense. El triunfo
electoral animó al Gobernador Axel Kicillof a sustentar una propuesta de
actualización con el objeto de recaudar más recursos fiscales a costo de los
sectores más concentrados del poder territorial rural y urbano. La mediación
parlamentaria lo impidió. Los votos que favorecieron el triunfo electoral no
alcanzan en las condiciones del funcionamiento de la “democracia real”
existente en el país. La oposición política parlamentaria impidió la sanción
legislativa en los términos y condiciones sustentados desde el nuevo gobierno
bonaerense.
Diferente
aconteció en la Provincia de Mendoza, donde el poder legislativo creyó que
sustentaba su poder en la validez obtenida recientemente en las urnas. Sin
embargo, la movilización popular revirtió la voluntad política del poder
ejecutivo y del parlamento provincial. El tema es que los votos conceden “representación”,
pero la política no se agota en ello, sino en la dinámica de la lucha de clases,
que incluye la organización y movilización popular en aras de determinados objetivos.
La lucha en defensa del agua y en contra de la mega minería a cielo abierto reconoce
una larga trayectoria en la mayor de las provincias cuyanas, muy distinto a lo
que ocurre en la vecina San Juan.
¿Se
puede impulsar una reforma tributaria progresiva confiando en la racionalidad
de los Parlamentos, o primero debe encararse una campaña social que instale la
posibilidad de la transformación contra y más allá del poder? No es un
interrogante menor, ya que no solo se trata de pensar en tal o cual correlación
de fuerzas en cada una de las provincias de la Argentina, sino y muy especialmente
para pensar la dimensión de la Nación. Es una cuestión que nos convoca a
construir sujetos y programas que configuren una fuerza socio-política que
pueda disputar el poder, que como sabemos está más allá de la disputa del
gobierno. ¿Es posible confrontar con el FMI y los acreedores externos sin una
importante campaña sobre el condicionante que supone el endeudamiento público y
sus responsables directos? ¿Qué derechos tienen primacía, el de los acreedores
de la deuda pública o el de los acreedores de derechos constitucionales, entre
otros los de educación, salud o trabajo?
Lecciones de la historia
La
historia avala la tesis que abona la complejidad de la acción política, que
trasciende a los procesos electorales y consensuales de las formas democráticas
consagradas y generalizadas en el capitalismo.
Margaret
Thatcher pudo avanzar con sus políticas neoliberales sobre la derrota del
movimiento de los mineros y de los trabajadores y trabajadoras en general. No
le alcanzó con los votos que la posicionaron como Jefe del Gobierno británico,
y necesitó derrotar al movimiento sindical para hacer realidad sus propósitos
de reestructuración reaccionaria de la economía, el Estado y la Sociedad, más
el inesperado “regalo” de consentimiento derivado de la reconquista de
Malvinas.
Lo
mismo puede decirse de Ronald Reagan, que para legitimar su política de
liberalización debió derrotar al sindicato de los controladores aéreos y con
ello definió la política más allá de los votos que lo ungieron Presidente. Ahora,
Emmanuel Macron no puede ejercer su potestad presidencial en Francia, aun con
la legitimación electoral que lo depositó en el Palacio del Eliseo, ya que acontece
la movilización popular en confrontación con su reaccionaria propuesta de modificación
del régimen previsional. La dinámica social en lucha evidencia que la lucha de
clases en Francia trasciende la voluntad electoral oportunamente manifestada.
En
su momento, en Gran Bretaña y en EEUU, la “política” en sentido integral consolidó
el poder desde las urnas y en la lucha cotidiana para instalar el neoliberalismo
como política hegemónica que se extendería en todo el mundo desde la dominación
de la vieja y la nueva potencia imperialista.
Más
allá del resultado electoral en la Argentina de 1973, la lucha popular aseguró
la libertad a los presos de la Dictadura, antes de la resolución de “amnistía”
adoptada por el Parlamento. La lucha por los Derechos Humanos, en las
condiciones políticas del 2003, arrancó la “nulidad” de las leyes de la
impunidad aun cuando el Parlamento del ciclo previo había definido la “derogación”,
con el argumento que no era posible anular actos anteriores.
¿Era
posible la revolución en Cuba en 1959? Muchos creyeron que solo se trataba de
un acontecimiento pasajero. ¿Podía subsistir esa revolución en las condiciones
de derrota del “socialismo” entre 1989/91? Ya pasaron 60 años que responden el
primer interrogante y la mitad del tiempo para contestar el segundo. Lo que
parece imposible se hace posible sobre la base de la iniciativa y la acción
política.
Podría
pensarse en estos pocos ejemplos locales y globales para discutir la coyuntura
de la lucha de clases contemporánea y en qué sentido pueden definirse las
encrucijadas de un tiempo que incluye el peligro de guerra (de escalada militar
entre EEUU e Irán, o comercial entre EEUU y China), de afectación del medio
ambiente (incendios en Australia, entre muchas agresiones a la Naturaleza y por
ende a la vida), pero al mismo tiempo de emergencia de una subjetividad del
descontento que crece mundialmente y habilita a soñar nuevamente en clave de
emancipación social.
Buenos Aires, 10 de enero de 2020
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