La economía más allá de la pandemia y la cuarentena: el problema es el capitalismo


No hay dudas que la pandemia por el coronavirus agravó la situación económica global, pero más allá de cualquier forma de confrontación de la cuestión sanitaria, el mundo presenta un cuadro de recesión con alarmante impacto sobre la sociedad empobrecida, lo que se mide en desempleo, caída del salario, flexibilización salarial, laboral y sobre explotación de la fuerza de trabajo.
El FMI actualizó a junio los datos ofrecidos en abril sobre perspectivas de la economía mundial para el 2020[1]. Si en abril sostenía una caída de -3%, la actualización asume una baja del -4,9% para todo el mundo, con la sola previsión del crecimiento del 1% para China. Recordemos que las autoridades chinas no establecieron meta concreta de expansión de su economía para el presente año, más preocupada por resolver el fuerte impacto en desempleo causado por el receso derivado de la pandemia y que arrastraba la desaceleración económica que venía de antes.
Para esa caída del -4,9%, el principal problema está en los países del capitalismo desarrollado, con EEUU cayendo a un -8% y la zona del euro un -10%, con Alemania en -7,8%; Francia -12,5%; Italia -12,8%; igual que España con -12,8%. El Reino Unido, que nunca integró la zona euro y ahora en proceso Brexit, un -10,2%; Canadá -8,4%; Japón -5,8%. El registro de los países emergentes indica una baja del -3%, donde la peor situación es la de América Latina y el Caribe con una caída de -9,4%, donde México lidera con -10,5%; Argentina -9,9% y Brasil con -9,1%. Rusia bajará a un -6,6%; la India un -4,5% y como mencionamos se indica que China crecerá 1%.
La cuestión se agrava cuando el FMI destaca en el informe la perspectiva de caída del -11,9% para el comercio mundial durante el 2020. Es cierto que existe la guerra comercial entre EEUU y China y cuantiosas sanciones a variados países instrumentadas desde la política exterior estadounidense, pero la realidad es la tendencia al cierre de las fronteras, situación agravada en tiempos de pandemia. Más aún, el Fondo señala que el aumento del gasto público para atender la emergencia dispara una aceleración del déficit fiscal muy por encima de lo acontecido en la gran recesión del 2009. Lo mismo acontece con la deuda pública, muy superior a la consignada hace una década. Eso permite inferir una crisis muy superior a la ya visto hace una década y quizá la asistencia a la mayor crisis capitalista mundial.
El problema es el capitalismo y ¿qué hacer?
Más allá de las respuestas de cada país a la crisis sanitaria, prevención o desaprensión, aislamiento o no, cuarentenas suaves o estrictas, la realidad es que todo el mundo presenta una tendencia a la recesión.
El problema no es la cuarentena, ni la pandemia, sino el capitalismo en crisis.
Las autoridades estadounidenses son el ejemplo de la desatención y del otro lado está el ejemplo de China, su planificación y capacidad de mando y control; sin embargo, de modo diferenciado, la tendencia a la baja de la producción es una realidad en los dos países.
En la región nuestramericana se verifican matices en las políticas contra la emergencia sanitaria por la pandemia asumidas entre los tres más grandes economías, Argentina, Brasil y México. Sin embargo, los tres caerán en su actividad económica entre -9,1 y -10,5%.
No es que resulte igual como se aborde el problema de la pandemia, sino que el trasfondo del problema está más allá de la pandemia y de los modos de aplicación de las cuarentenas.
En todo caso interesa considerar como, más allá de la situación económica, se exacerban los esfuerzas por cuidar la salud de la mayoría de la población.
Lo que debe discutirse es el orden capitalista, su crisis actual y su superación, lo que supone iniciativas contradictorias según el lugar que se ocupe en el proceso de producción y circulación.
Una respuesta proviene del capital más concentrado, que presiona por la vuelta a la “normalidad” de la producción.
Los propietarios de medios de producción necesitan del “trabajo vivo” para poner en funciones el “trabajo pretérito o muerto” expresado en máquinas, herramientas, materias primas o materiales, lo que Marx denominó “capital constante”.
Si lo invertido en “capital variable”, el costo en salarios, no cumple con la función específica de generar ganancias en el proceso de trabajo y valorización del capital, lo que ocurre es que engorda la cuenta de pérdidas en el balance empresario y agudiza la tendencia decreciente de la tasa de ganancia de los capitales.
Por eso la presión para volver a la producción y a la circulación. No es solo una demanda de los fabricantes, sino también del comercio y las actividades de servicios.
El interrogante es si el problema de la producción y la circulación se puede resolver más allá de la pandemia y del aislamiento de cuarentenas, lo que requiere ir más allá y en contra de la organización capitalista, lo que supone otra lógica de pensar y actuar.
Se conocen las dificultades para llevar adelante el aislamiento en los sectores más empobrecidos, lo que llevó a considerar oportunamente las “cuarentenas comunitarias”.
Sobre esa base puede pensarse en políticas públicas que además de acercar alimentos, medicamentos y recursos dinerarios a los más pobres, planificar el acceso a capital de trabajo (constante y variable) para organizar la economía popular en los territorios en aislamiento comunitario.
Organizar de manera alternativa la producción y circulación es algo que puede hacerse desde ahora, siendo a la vez un mecanismo imprescindible para pensar en la transición del modelo productivo y de desarrollo que muestra evidencias ostensibles de crisis.
Articular la demanda social y económica de sectores afectados por el cierre de la actividad con la posibilidad de una producción de bienes y servicios de carácter comunitaria supone una mirada diferenciada sobre la atención de la crisis.
¿Con que recursos hacerlo? Las premisas del cambio
Se impone suspender los pagos de la deuda pública, al tiempo que se audita la misma con participación popular para evidencias el carácter odioso, ilegal e ilegitimo de la misma, liberando recursos públicos para atender el proceso de acumulación bajo nueva modalidad como sugerimos.
Al mismo tiempo es hora de hacer realidad la imposición de un tributo a las grandes fortunas para ampliar la capacidad de inversión comunitaria y autogestionaria para resolver las imperiosas necesidades sociales, ampliadas en tiempos de coronavirus.
Son premisas a completar con reformas estructurales que alienten reformas en el modelo productivo del agro negocio de exportación, no solo el caso Vicentin.
También transformaciones de fondo del modelo industrial para reestructurar el carácter de armaduría vigente para reorientar el sistema fabril en función de las necesidades del modelo comunitario y autogestionario que sugerimos.
Para ello se requiere transformar las formas de intervención productiva del Estado y desandar el camino de las privatizaciones.
No se trata de la “vuelta al Estado”, sino de ensayar mecanismos que involucren a la fuerza laboral y a la sociedad en su conjunto en la elaboración y ejecución de la política económica.
Todo ello implica discutir las formas de producción y circulación en su conjunto, en el ámbito local y en el mundo, recuperando soberanía sobre las finanzas y el comercio exterior.
Nada de los sugerido es sencillo, y constituyendo un programa en sí mismo, demanda la construcción de un sujeto consciente suficiente amplio para hacerlo realidad.
Lo que sustentamos, no es una sugerencia a ningún gobierno, sino una propuesta a ser asumida por una parte importante de la sociedad, que pueda estar en condiciones de disputar la hegemonía política en el país.
Buenos Aires, 28 de junio de 2020


[1] FMI. PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL. Actualización de las perspectivas de la economía mundial, junio de 2020, en:  https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2020/06/24/WEOUpdateJune2020 (consultado el 28/06/2020)

Cuando el debate se hace largo


Una gran novela es la escrita por Gunter Grass en 1995, a propósito de la unidad de Alemania luego de la caída del muro de Berlín. Se trata de una obra fenomenal que discute críticamente la nueva realidad alemana luego de la caída del muro, en un recorrido histórico de la literatura alemana desde mediados del Siglo XIX hasta fines del Siglo XX. De ahí el nombre del exquisito escrito: “Es cuento largo”. La maravilla que nos deja el libro y la pluma del escritor alemán es que no se puede entender el presente y el rumbo potencial, para el caso, de un nuevo país como la Alemania unida, sin pensar en la dinámica social, cultural y política de la sociedad que se pretende entender. Para entender lo que acontece hay que tener una mirada larga, retrospectiva.
Algo de eso me ocurre cuando pienso en la Argentina de mediados del 2020, cuando la pandemia, la negociación de la deuda pública o el fenómeno de la estafa asociada a la empresa Vicentín, derivan de un cuento largo.
No puedo entender la “crisis sanitaria” si no miro el desarme de la salud pública y la mercantilización concomitante; ni el problema del endeudamiento sin el origen odioso, ilegitimo e ilegal de las acreencias asumidas en dictadura y renegociadas en los turnos constitucionales para sostener un modelo productivo de inserción mundial subordinada. Mucho menos entender el proceso actual de Vicentin como aquellos gringos de hace casi un siglo, si no lo asocio a un largo proceso de transformaciones desde los años de plomo. Ello nos remite a la complicidad en la desaparición de trabajadores, o en la estatización de la deuda privada, o en el uso del Estado para la actividad particular en el marco del agro-negocio de exportación.
Para entender el presente es necesario remontarse a la lógica de construcción del capitalismo local y sus transformaciones por casi medio siglo, por lo menos, claro que en el marco de mutaciones sustanciales del régimen mundial del capital.
Coronavirus
La pandemia se desarrolla con fuerza en el presente año, aun cuando su denominación es del anterior, pero incluso, tiene antecedentes previos y asociados a una dinámica de apropiación social destructora de la naturaleza. En la coyuntura cercana, el COVID19 parecía algo lejano, que venía de Asia y debía llegar en el invierno nuestro. Sin embargo, se anticipó antes de terminar el verano. Ya estamos finalizando el otoño, los casos de infectados crecen y no sabemos si el “pico” es inminente, o si la llegada del frío invierno recrudecerá la potencial enfermedad y sus peores augurios de muertes.
Los fallecidos son la imagen que nos devuelve un epicentro de la pandemia que recorre el territorio nuestro americano, con Brasil segundo en contagios y muertes; pero con Perú convirtiéndose de manera acelerada en el séptimo país entre los 188 afectados. Chile también preocupa y la incertidumbre está asociada a un bajo contagio de nuestros vecinos: Uruguay y Paraguay.
Entre tanto, en el país se discuten las medidas preventivas y se disocia arbitrariamente una dupla inescindible como salud y economía. Se trata de un debate, a veces agobiante, por irracional, que omite el carácter dialéctico de ambas y muchas otras dimensiones, que involucra a la economía en variados espacios de una totalidad.
¿Acaso no hay una economía política de la salud? ¿O una política económica de la salud? Al primer interrogante se responde analizando el tipo de relaciones sociales que organizan el estado de la salud del conjunto de la población. Quedará claro que esa estructuración será una si la política económica de salud se orientó a concebir a esta como un derecho o como una mercancía.
Incluso, la municipalización de la lógica privatista de los noventa puede dar cuenta de diferenciaciones en la organización de la salud en grandes distritos, que debieran ser comparados para discutir el asunto.
¿Fueron similares las políticas de salud asumidas en los noventa en Rosario, Córdoba o el AMBA? Es un interrogante a responder con investigaciones sobre la especificidad de la lógica política de los gobiernos municipales, incluso con la variante autónoma de la Ciudad de Buenos Aires recién a fines de la última década del siglo pasado.
Un dato relevante para pensar con mirada de lardo aliento el presente de la salud, debiera pensar a la salud y a la economía en el país luego de 4 años de macrismo, en el marco de un ciclo de 44 años de inserción local en el ensayo liberalizador (neoliberal) de la genocida dictadura, que potenciaron los años noventa.
La creciente mercantilización de la salud y el deterioro del cuadro sanitario social tiene historia larga. No debiera ser una novedad, ni sorprender.
Deuda y Vicentin
No se queda atrás el debate de la deuda, con el juicio desplegado por Alejandro Olmos contra el accionar de la dictadura en materia de endeudamiento ilegal, ilegitimo y odioso. Una demanda luchada que tuvo sentencia judicial en el 2000, hace ya dos décadas y que aún duerme el “sueño de los justos”, esperando condiciones políticas para su ejecución.
Vale una acotación: me viene en el recuerdo de este cuento largo la propuesta de Floreal Gorini por la anulación de las leyes de la impunidad, que antes fue de Luis Zamora y siempre con la pluma de Carlos Zamorano. Aquello que parecía imposible fue realidad por la movilización popular entre siglos. Esa fue la condición de posibilidad para su materialización, la que aun continua en los juicios contra la impunidad por el genocidio.
Qué “veinte años no es nada” dicen Carlos Gardel y Alfredo Le Pera en “Volver”, pero en el amor con en la vida y por ende la política, se trata de un cuento largo que empezó en 1976 (por no ir más atrás) y luego de una investigación, la de Alejandro Olmos, se reconocieron 477 ilícitos. Entre otros nombres que aparecen en la denuncia de esos delitos se incluye a Domingo Cavallo y a José Luis Machinea, ambos funcionarios de gobiernos constitucionales luego del fallo de la Justicia. Es solo una muestra de la impunidad del país real, por lo que hay que “volver, con la frente marchita”, sabiendo que “es un soplo la vida” y con nuestras canas (las nieves del tiempo) recuperar la historia para transformarla.
¿Qué indigna a la población? Las deudas se pagan, se sostiene a menudo, pero poco se considera el carácter de estafa que supone el endeudamiento público. ¿Qué característica tiene la deuda?, me consultaron. Es un mecanismo de dominación, para reorientar y condicionar el rumbo económico del país y del sistema mundial. La deuda pública financió a la dictadura genocida en los setenta y la reestructuración de la Economía, el Estado y la Sociedad entre 1976 y el presente.
El endeudamiento privado estatizado sirvió para consolidar conglomerados empresarios que definieron el modelo productivo de inserción subordinado en este casi medio siglo, del cual Vicentin es solo un ejemplo. El grupo Vicentin es parte del recorrido histórico de esas transformaciones gestadas en este tiempo, dónde convive el terrorismo de Estado, la promoción de la inserción mundial sustentada en el apoyo del Estado capitalista, nada menos que con privilegio del financiamiento público, no solo en tiempos del gobierno de Macri, sino desde antes.
Revertir el fenómeno de la deuda y la impunidad empresaria requiere discutir cómo se llegó al presente. Incluso, analizar por qué en cuarentena y aislamiento obligatorio, existen movilizaciones sociales rompiendo toda medida precautoria relativa al contagio del virus. Son movilizaciones en defensa de la propiedad privada, que arrastran el consenso de sectores sociales no necesariamente beneficiados del modelo productivo o de desarrollo. Hay que considerar ese consenso a la política hegemónica de construcción capitalista de este tiempo, de lo contrario no se entiende lo que acontece.
Pensar críticamente nuestro presente
Más allá de todas las consideraciones y como termine el episodio Vicentín o el alargado tiempo de la negociación de la deuda, lo interesante es el debate que se habilitó en el país. Es un partido que está en juego, con ofensivas y defensivas que aún tienen que consolidarse. Se trata de un juego largo, con estrategias e iniciativas en pugna.
Argentina está en default y no podrá cancelar su deuda, ni siquiera con la “mejor” negociación que se lleve adelante, de un objetivo que fue anunciado para fines de marzo y ahora se posterga para fines de julio, y quien sabe hasta cuándo, ya que falta negociar luego con el FMI y otros acreedores. En fin, es cuento largo y será más extendido aún. Es y será un karma que nos acompañará por generaciones hasta que la sociedad diga basta, lo que requiere mucho trabajo de organización y argumentada lucha.
No tengo dudas que estamos en un debate fantástico, sobre el agro negocio y la soberanía alimentaria, una categoría escasamente conocida y discutida, desarrollada desde el movimiento campesino a fines del siglo pasado, que tiene connotaciones profundas sobre la crítica al capitalismo actual y encierra propuestas de futuro civilizatorio insuficientemente asumida por la sociedad contemporánea.
Con el debate por las estafas de la deuda pública y de Vicentín se recupera el debate sobre la genocida dictadura y el estrecho entrelazamiento con poder económico. De ahí al debate sobre la estatización de la deuda externa privada bajo el régimen militar, lo que nos muestra el enraizamiento del bloque de poder y la reorganización reaccionaria del orden económico local, contra los derechos y a favor de la mercantilización, la extranjerización y la concentración del poder en este medio siglo que nos separa de los años de plomo.
Discutir la deuda pública y Vicentin ayuda a desentrañar la transnacionalización de la economía local; el papel del Estado capitalista local, e incluso la defensa de la propiedad privada por sujetos sobre los cuales interviene un trabajo ideológico por décadas de privatización de la comunicación vía multimedios que manipulan la conciencia social.
Es un tiempo complejo e interesante para pensar y actuar la transformación social. Se trata de momento político complejo, con angustia en la militancia social y política diversa, que asume la realidad con el desconcierto por manifestaciones de un “sentido común” afín al proyecto de la dominación, y con inmensas limitaciones para articular el descontento social extendido entre las clases subalternas.
¿Cómo enfrentar este tiempo, cómo generar confianza y esperanza en el accionar colectivo y transformador contra el orden vigente? Queda claro que no alcanza con ganarle elecciones a la derecha y menos conciliar con ese proyecto.
Es tiempo para pensar, discutir, organizar sujetos, programas y proyectos, siendo de interés evaluar que en este cuento largo somos protagonistas. Vale considerar que esta batalla de ideas y por el consenso social, se despliegan experiencias concretas que anticipan la perspectiva des-mercantilizada y por la emancipación social.
Buenos Aires, 21 de junio de 2020

Vicentin y la deuda pública en discusión


El Estado capitalista gestionado por Macri facilitó créditos vía Banco de la Nación Argentina (BNA) por más de 18.000 millones de pesos al grupo Vicentin que, en diciembre 2019 con el cambio de gobierno, denunció “estrés financiero” ante deudas acumuladas en el país y en el exterior por más de 99.000 millones de pesos. Traducido en lenguaje sencillo, dificultades del grupo Vicentin para cancelar sus deudas, con bancos locales y extranjeros; con proveedores diversos, especialmente miles de productores que entregan su materia prima para la industrialización y exportación al Grupo; incluso accionistas y agencias de recaudación del Estado, como Aduana y DGI. La estafa empezaba a hacerse pública.
Lo que ocurrió es una cesación de pagos, que no escandaliza a los “privatistas”, tal y como se preocupan cuando es al revés, caso del Estado sustentando un default de su deuda con privados. La gran preocupación del poder económico es que el país no suspenda los pagos de deuda, mucho menos que se la investigue. Por eso ejerce una fuerte presión para ceder y acordar con los acreedores, otorgarles los “endulzantes” que estos solicitan, aún con un gran costo que va en desmedro de insatisfechas necesidades sociales. Al contrario, si el default es privado, para los defensores del mercado, el Estado no debe inmiscuirse, salvo subsidiando, aun cuando un banco oficial haya sido una pieza imprescindible para garantizar la estafa de imposible cancelación. Es más, seguramente agregaran que, ante las dificultades de la entidad financiera, esta debería privatizarse por ineficiencia.
Más curioso aún resulta, cuando los empresarios explican que el tema que complicó la situación fueron las elecciones primarias que anticiparon un cambio de gobierno en la Argentina. Es insólito, pero eso sostienen, con lo que los responsables serían los votantes, que al no elegir lo que la empresa quería, se les dificultaron los negocios. ¿Acaso, de haber continuado Macri no habría habido problemas económicos en Vicentin? Claro, en el imaginario empresario se incluía la canilla financiera abierta de la banca pública y la fantasía del apoyo internacional, en similar situación que la esperada lluvia de inversiones por el macrismo que nunca llegó. El argumento pone de manifiesto el carácter inescindible entre economía y política que siempre hemos sustentado, que para el caso en cuestión hace evidente el sentido del Estado capitalista al servicio del capital. Un Estado que gestiona créditos del mercado mundial para financiar el capitalismo local, a costa de la sociedad y que ahora negocia para pagar el préstamo del FMI y las inversiones especulativas de los Fondos de Inversión.
Resulta evidente que el default de Vicentin tiene un elevado costo para sus trabajadoras y trabajadores con incertidumbre sobre el presente y futuro cercano, para los pequeños y medianos proveedores de la firma, para la banca pública y las agencias de recaudación, que en la lógica del mercado debían esperar que alguna otra empresa (por las dimensiones de los negocios imaginamos extranjera) la absorba y luego, quizá, restablecer los negocios para atender las obligaciones. Son argumentos dentro de una lógica que imagina al mercado resolviendo todo por sí mismo. Claro que esa lógica de mercado incluyó la previa decisión estatal de prestarle al grupo empresario una gigantesca e impagable cifra que, por ahora, de no mediar intervención pública, tenía destino en la cuenta de pérdidas del BNA. Del mismo modo imaginan cumplir, sin investigar, con una deuda pública sospechada de ilegal, ilegitima y odiosa.
El anuncio oficial de expropiación genera debates sustantivos
A seis meses del estrés aducido por Vicentin y la convocatoria de acreedores, el Presidente de la Argentina anunció la “intervención” de la empresa por parte del poder ejecutivo, la “expropiación” por medio de una ley a discutir en el Congreso Nacional, y un nuevo rumbo en política productiva agraria orientado por la “soberanía alimentaria”. Se habilitó entonces un debate trascendente.
La respuesta del sector privado concentrado en empresas y cámaras empresarias fue inmediata y crítica, de desaprobación, con un rotundo no al “estatismo”, incluso desmereciendo la alusión al rumbo soberano de la producción agraria. Resulta interesante el desinterés del “sector privado” por criticar la estafa del grupo empresario, que incluye la evasión y elusión fiscal, muy bien estudiado por el grupo rosarino MATE[1], sin ninguna preocupación por la investigación de esas deudas. Queda pendiente aún la calificación del delito incurrido por los responsables de la gestión empresarial ante los entes de recaudación y las autoridades monetarias y del comercio exterior, e incluso de quienes favorecieron desde la banca pública los incobrables préstamos. ¿Quién y porqué se facilitó el endeudamiento desde el BNA y otros bancos oficiales? ¿Qué destino tuvieron los recursos? ¿Se orientaron esos fondos a la actividad específica de la empresa o se destinaron a otros fines? Son interrogantes similares que nos hacemos ante la estafa de la deuda pública y por eso impulsamos la auditoria de la deuda con participación popular, al tiempo que se demanda se suspendan los pagos.
Toda la argumentación del poder económico se concentra críticamente en la intervención estatal, que insistamos, excluye la previa al momento del financiamiento del BNA, el principal banco del sistema financiero local. Es una lógica de poder, sustentada con el aporte de medios de comunicación que actúan en la disputa del consenso social. Puede parecer ilógico que sectores sociales objetivamente perjudicados por el accionar delictivo empresarial actúen en sustento de las posiciones esgrimidas por el poder, sin embargo, es un resultado de la lucha ideológica que afirma un rumbo reaccionario en buena parte de la región y del mundo. No es menor el impacto ideológico de una subjetividad individualista y a contramano de la satisfacción social de necesidades, construida por casi medio siglo. A no sorprenderse por caceroleos a favor de la propiedad privada del núcleo concentrado del poder.
Desde el gobierno se insiste que se trata de “rescatar” la empresa, las fuentes de trabajo directas e indirectas, tanto como asegurar el papel de exportador y receptor de divisas. No queda claro entonces, como sostener el modelo productivo del agro-negocio de exportación al que se asocia la empresa con la propuesta de avanzar en el rumbo de la soberanía alimentaria. Esta última es una categoría sustentada por el movimiento campesino a fines del Siglo XX, en confrontación con el concepto de seguridad alimentaria, que remite a la posibilidad de atender la alimentación de la población sin discutir el modelo productivo. Por el contario, la soberanía alimentaria sustenta un debate relativo a qué producir, cómo producir, distribuir e incluso que tipo de consumo es necesario estimular. Con la seguridad alimentaria no hay problema en un destino mayoritario de exportación de la producción, ni en la subordinación a la lógica de las trasnacionales que definen el paquete tecnológico. Tampoco preocupa el despoblamiento de las zonas rurales o su contaminación vía fumigaciones o difusión de químicos diversos. El privilegio pasa por el rinde y la ganancia, por encima de la salud y el deterioro del suelo, las aguas o el medio ambiente.
Por eso aludimos a la importancia del debate sobre la soberanía alimentaria y el cambio del modelo del agro-negocio. No debe extrañar la estafa empresaria en una lógica de mercado con el Estado a su servicio. ¿Es posible cambiar el modelo productivo y el Estado? Desde luego, lo que supone acudir a objetivos de transformación de las formas de organización de la producción y las relaciones socioeconómicas, base de sustentación del objetivo por la soberanía alimentaria. Se sepa o no, la categoría es antagónica con la lógica del orden capitalista, por lo que en sí misma la propuesta solo funcionará si existe la decisión de confrontar con el poder e iniciar un proceso de transición hacia otra lógica de organización social de la economía.
Ese es el debate que se habilitó en estas horas y que anima la discusión por el presente y el futuro. No es solo el tratamiento de qué hacer con la deuda de una empresa, o si se quiere con la deuda pública, sino de identificar qué tipo de Estado y de Sociedad es la que se pretende construir.
Buenos Aires, 13 de junio de 2020


[1] Cómo funciona la compleja operatoria con la que muchas grandes agroexportadoras evitan el pago de impuestos en el país. Entrevista a Sergio Arelovich, docente de la Universidad Nacional de Rosario, asesor de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso y experto en seguimiento de mecanismos de triangulación. Infobae del 2/05/2020, en: https://www.infobae.com/economia/2020/03/02/como-funciona-la-compleja-operatoria-con-la-que-muchas-grandes-agroexportadoras-evitan-el-pago-de-impuestos-en-el-pais/ (consultado el 13/06/2020)

La economía luego del aislamiento


El epicentro de la pandemia por el coronavirus se traslada crecientemente hacia Nuestramérica, aun cuando sigue preocupando sanitariamente en los focos previos, sea China, Europa y principalmente EEUU.
¿Desde el punto de vista económico, el cierre de la producción empieza a superarse en los territorios que van dejando atrás el foco de preocupación sanitario, más allá de la aparición de la vacuna?
El interrogante apunta a no comerse el amague de “recuperaciones transitorias”, caso del “festejo del 13,3% de desempleo estadounidense de mayo pasado, respecto del 14,7% de abril, pero muy por encima del 3,4% previo a la pandemia.
Igual, el impacto social es desastroso e inmenso en términos de caída del empleo e ingresos de la mayoría de la sociedad mundial.
¿Qué ocurre en Nuestramérica, territorio de atraso y dependencia económica, con menor capacidad de contención de los problemas sanitarios y económicos?
La pandemia golpea muy fuerte en la región, y la baja de la producción afecta más gravemente a millones de personas empobrecidas en décadas de políticas pro-mercado.
En rigor, la forma de desarrollo contemporáneo del capitalismo, ya casi por medio siglo, deteriora todos los indicadores sociales de la región y del mundo, lo que amerita cambios a contramano de la normalidad construida por las políticas de liberalización, hegemónicas en el sistema mundial a la salida de la crisis de los 70.
Con más de 7 millones de personas infectadas y más de 400.000 muertes en todo el mundo, la región latinoamericana y caribeña comienza a ser noticia por cantidad de infectados y muertes por el COVID19.
La pandemia se extiende en Nuestramérica
Entre los 50 países que acusan más infecciones hay registros para 10 de Nuestramérica.
Por infectados encabeza Brasil con casi 700.000 casos, ubicado como segundo en el ranking total de 188 países, ocupando con 36.000 muertos el tercer lugar, luego de EEUU y el Reino Unido. La tendencia es a ocupar el segundo lugar, afectando en mayor medida a los más empobrecidos.
Luego de Brasil, en la lista de la región sigue Perú con más de 196.000 infectados, octavo en el listado general; Chile con más de 134.000 ocupa el lugar 13; México con más de 117.000 el orden 14; y los que siguen con guarismos entre 43.120 y 13.643 son Ecuador, ubicado 26; Colombia en lugar 27; Argentina es 38; República Dominicana 42; Panamá 47 y Bolivia 49.
La economía de la región está siendo fuertemente afectada por las condiciones previas de evolución económica y exacerbada por el COVID19, más allá del debate que se instaló sobre el mayor o menor cierre de la producción y circulación de bienes y servicios.
Es prematuro el balance sobre la respuesta estatal, pero más allá de matices, la orientación general ha sido similar a la respuesta de fuerte intervención de los focos previos en países de mayor desarrollo relativo, China, Europa y EEUU.
Lo real es que estos países tienen capacidad de ejercicio soberano, relativo es cierto (salvo EEUU), para fuertes intervenciones en la emisión monetaria y de deuda.
Un detallado informe sobre las medidas adoptadas puede encontrarse en el sitio de la CEPAL[1]. En todos los casos el Estado nacional interviene para sostener ciertos niveles de actividad económica y orientando fondos de compensación para los más vulnerables.
La presión por retomar la “normalidad” es muy importante desde los sectores hegemónicos, que no quieren perder renta por las restricciones adoptadas.
Nuestramérica es el territorio más desigual del mundo y se encuentra subordinado a la lógica de la transnacionalización de la economía mundial, en su carácter de proveedor de recursos primarios, cuyos precios internacionales se encuentran con una tendencia a la baja desde el piso del 2009[2].
Leve ha sido la recuperación posterior al 2010, apenas rebotando por un par de años y luego se sostuvo el declive para ubicarse en una situación similar a las de principio de siglo.[3]
Es una cuestión convergente con la conclusión de la CEPAL relativa a que Nuestramérica no aparece como territorio privilegiado para la inversión externa directa, por lo menos desde el 2011, hace más de una década.
De nuevo, la realidad impone un cambio sobre el modelo productivo y de desarrollo liberalizador de este casi medio siglo.
El mito de la inversión
La información es elocuente. Nuestramérica sufre la pandemia y resulta una obviedad detectar las falencias sanitarias por políticas deliberadas de desinversión sanitaria, con la única excepción de Cuba, cuyas dificultades son más por la agresión del bloqueo estadounidense que por decisión soberana del país.
No hay duda que las políticas hegemónicas implementadas en la región desde comienzos de los años setenta fueron de deterioro de la satisfacción de derechos sociales, entre ellos, los de educación y salud. Esos derechos se transformaron en mercancías en una sociedad monetario mercantil.
La creciente economía privada de la salud demostró la imposibilidad de atender las pandemias, algo que se verifica en la actualidad. Además, el deterioro fiscal para atender derechos sociales se extendió, especialmente con la mayor demanda de recursos fiscales para atender los compromisos financieros de una deuda pública incrementada, especialmente ahora, en tiempos de coronavirus.
Se insiste de modo genérico que todo se resuelve con ingreso de capitales, que la inversión externa suplirá la ausencia de capital local suficiente para el despliegue de un ciclo de expansión de la producción, sea capital privado o público.
La fuerte emisión monetaria actual o la disposición de recursos de reservas internacionales para sostener la actividad económica desmiente la imposibilidad señalada. Ni hablar si se aplicará una reforma tributaria progresiva.
Cuando la economía necesita emisión para sostener la actividad económica, aun cuando el pensamiento gobernante hegemónico es crítico, los ejecutivos gubernamentales autorizan empapelar con aumento de la circulación monetaria. Emisión para lubricar la lógica de reproducción del capital.
Argumentan que ante la recesión no hay peligro de inflación, de traslado a precios.
Un debate adicional es el destino de esos recursos, que solo en parte tienen destino compensatorio en la mayoría social empobrecida.
Más aún, esos flujos orientados hacia los pobres se gastan en la oferta comercial de grandes empresas que abastecen el consumo cotidiano. El canal de las tarjetas mantiene cautivo en grandes centros comerciales y supermercados el consumo de los pobres.
El asunto es que se potencia la dependencia y subordinación económica en la concentración de ingresos y de la riqueza, con fuerte intervención del Estado.
¿Por qué no modificar los usos de los recursos públicos? ¿Por qué esperar que la economía se reactive desde las Inversiones Externas que nunca llegan, salvo en su propio beneficio?
Es un mito la espera en los inversores externos, que siguen privilegiando la rentabilidad fácil de la especulación, o los beneficios diversificados que pueden ofrecer los Estados para radicarse en nuestros países.
Ocurre que cuando cambia la situación política o jurídica, esos capitales externos demandan a nuestros países en tribunales foráneos, caso de la demanda actual contra YPF en los tribunales de Nueva York. La demanda escala como mínimo por 3.000 millones de dólares.
¿Qué harán ahora los socios de Vicentín ante la intervención y expropiación? ¿Demandarán en tribunales externos?
Agreguemos que la subordinación a tribunales externos es una concesión de la política local desde los tiempos de la genocida dictadura, que reitera la apología de la inversión externa y concede garantías de seguridad jurídica a los inversores.
Son verdaderas hipotecas insustentables que afirman la pérdida de soberanía. Actuar soberanamente es un imperativo del momento.
Hacer otra cosa
La emisión monetaria y los recursos fiscales y de reservas deben utilizarse para salir de la recesión, la previa y la actual derivada de la pandemia, al tiempo que se resuelvan los problemas en la coyuntura y aquellos estructurales derivados de la dependencia.
Por un lado, atender la emergencia, pero no orientando recursos al consumo para recrear la dominación monopólica de la producción y la circulación, sino privilegiando la producción organizada desde la autogestión planificada con participación social ampliada y la intervención pública (gobierno, universidades, instituciones científicas, profesionales, etc.).
Son variados los planes que se difunden desde organizaciones populares con tradición y experiencia en la organización de la cotidianeidad, que involucran a millones de personas afectadas por la lógica capitalista.
El orden monetario mercantil supone la exclusión social para una pobreza que alcanza entre un tercio y la mitad de la población en buena parte de los países en la región.
Hay que reconocer que una vez que se modifique el rumbo de la política pública como demandamos, el poder local y global desplegará su estrategia de boicot y deslegitimación, tal como lo hizo históricamente en la región, no solo con la Cuba autónoma desde su revolución en 1959.
De hecho, el boicot se extendió al proceso de industrialización sustitutiva encarado a fines de los 50, los 60 y 70 del siglo pasado, que el propio Prebisch reconociera como expectativa incumplida por los límites en el despliegue consecuente de la estrategia.
El capitalismo es el límite y, por lo tanto, es lo que debe discutirse y superarse, ya que no hay capitalismo independiente.
Un rumbo soberano supone la superación del orden capitalista, la transformación del orden económico social en conjunto.
Buenos Aires, 8 de junio de 2020


[1] CEPAL, Observatorio COVID-19 en América Latina y el Caribe. Impacto económico y social, en: https://docs.google.com/spreadsheets/d/124X7D_rItbkFMLoRnaEIYv0BoVZNAVd6/edit#gid=1415348931 (consultado el 8/06/2020)
[2] Banco Mundial. A medida que empeoró la pandemia del coronavirus, los precios de los productos básicos bajaron, en: https://www.bancomundial.org/ (consultado el 8/06/2020)
[3] FMI. Índices de commodities, precios primarios, en: file:///C:/Users/jcgam/Downloads/Charts.pdf (consultado el 8/06/2020)