Tiempos globales de incertidumbre y cambios

Crece la incertidumbre en la economía y la política mundial, de la mano de problemas estructurales del capitalismo contemporáneo evidenciados en el comienzo del Siglo XXI y agravados luego de tres años de pandemia y una guerra en Europa que escala y amenaza a la sociedad y al planeta. Por un lado, el estancamiento económico y el retorno preocupante del alza de precios, especialmente de alimentos y energía, afectando sobre todo a la mayoría empobrecida del sistema mundial. Por otro lado, la confrontación bélica exacerba la disputa por la hegemonía del orden capitalista, configurando campos geopolíticos en donde junto al incremento del gasto militar se dirimen sanciones y réplicas que agravan los problemas de la sociedad empobrecida del sistema mundial. La crisis capitalista convocaba en el cambio de siglo, desde las voces de los pueblos, al debate de una agenda alternativa, que remitía a la eliminación de la pobreza, del patriarcalismo y variados derechos conculcados de mujeres, jóvenes, pueblos originarios, trabajadoras y trabajadores, junto a la promoción del empleo, la economía autogestionaria y comunitaria, contra la explotación y a la defensa del medio ambiente ante el cambio climático, contra el saqueo y destrucción de los bienes comunes de la humanidad. Desde la institucionalidad del sistema mundial y con lenguaje diplomático, inefectivo e irrealizable se aludía a incumplibles objetivos para el desarrollo o para el milenio. La realidad devolvía la hipocresía del statu quo, que privilegia la lógica de la ganancia y la acumulación, visible en materia de salud, mientras que la ausencia de una alternativa transformadora resulta evidente como expresión de superación del orden vigente. Hacen falta cambios No hay duda que, en todos los análisis, de izquierda a derecha, la situación es preocupante y que se anticipan modificaciones sustanciales. En jerga futbolística diríamos que hay “movimientos en el banco”, es decir, se vienen cambios, en donde algunos salen y otros ingresan, colocando en juego el lugar de la dominación y la subordinación. Claro que a veces, esos cambios solo suponen modificaciones cosméticas que no transforman a fondo la sociedad. Nuestra preocupación apunta a instalar en la agenda que, junto a la iniciativa de las clases dominantes por restaurar la confianza y el orden capitalista, desde los pueblos debemos generar condiciones para iniciativas en sentido contrario, que gesten las condiciones de posibilidad para cambios revolucionarios. La incertidumbre y el sentido de la iniciativa del poder, es algo que vemos en las discusiones de los cónclaves recientes y a realizar. Las reuniones de primavera de los organismos internacionales anticiparon las malas nuevas para los negocios, con tendencias a ralentizar el crecimiento económico y un horizonte de “estanflación”. ¿Vuelve el fantasma “estanflación” de los 70/80? La respuesta liderada por Paul Volcker desde la Reserva Federal de EEUU (FED) fue entonces monetarista, e impregnó la lógica dominante “liberalizadora” de la política económica de la mayoría de los países. Se generalizó el neoliberalismo que se había ensayado en las dictaduras del cono sur de América. El próximo año se cumplirá medio siglo de aquel experimento que luego colonizó a la civilización e intenta sostenerse en la dominación mundial. Por estas horas, la FED lidera una dinámica de aumento de tasas de interés, que replica la banca central del capitalismo desarrollado, agravando la situación de países con problema de endeudamiento público, no precisamente los más endeudados, que son los hegemónicos del capitalismo global. Pero también afectando la deuda privada de aquellas empresas sin capacidad de disputa en la hegemonía mercantil capitalista, induciendo nuevos procesos de concentración y centralización de capitales sobre la base del quiebre de capitales desechables. Del mismo modo, resulta preocupante el caso de las familias de menores recursos, fuertemente endeudadas para la reproducción de la cotidianeidad. En la misma sintonía que los organismos financieros funcionó el Foro de Davos, el Foro Económico Mundial (FEM), pidiendo restaurar la “confianza” ante la crisis agravada con inflación en alza, tendencias a la baja de la producción, el comercio y las inversiones, más aún con el confinamiento en China ante la permanencia del COVID19. Existe incertidumbre global sobre el presente y el devenir, lo que se manifiesta en los distintos cónclaves convocados para las próximas semanas. ¿Qué horizonte para nuestro tiempo? Por un lado, la lógica de la liberalización, como inducen desde el FMI y el Banco Mundial, o desde el FEM; pero muy especialmente en junio próximo en la Cumbre de Presidentes de las Américas que convoca Joe Biden, el presidente estadounidense, excluyendo a Cuba, Nicaragua y Venezuela, con fuerte rechazo y demandas de inclusión de esos países por varios gobiernos de la región, que anticipan ausencias o reducción de la jerarquía en la presencia. Se reitera la tradicional política imperialista desde Washington que reproduce la lógica de dominación sobre América Latina y el Caribe, olvidando que su poder está desafiado por la perseverancia de un proyecto liberador que hace más de seis décadas sostiene la Cuba revolucionaria. La discusión en contra de las exclusiones pone en debate el rumbo de Nuestramérica, que bien puede recuperar la inventiva de los primeros años del siglo XXI, especialmente la constitución de la CELAC. La cumbre en EE.UU. y la OEA responden a una vieja concepción de subordinación, mientras que la CELAC y otras iniciativas generan expectativas de otros diálogos y articulaciones para discutir un rumbo propio de la región y las formas y modos de inserción mundial. En el mismo sentido liberalizador pretende funcionar en junio el G7 en Alemania, atrayendo como invitados especiales a presidentes en funciones de articulación política y diplomática en diversas regiones, caso de Argentina en la presidencia de la CELAC, o de Senegal al frente de la Unión Africana; pero también a Indonesia, sede de la próxima cumbre presidencial del G20, en un intento por cooptar países a la dinámica de la ofensiva capitalista. De lo que se trata, por otro lado, apunta en la dirección de resolver el desafío que se presenta a la humanidad para definir el fin de la unilateralidad dominante del capitalismo según los acuerdos de fines de la segunda guerra mundial, consolidados a comienzos de los noventa del siglo pasado con la ruptura de la bipolaridad y la debacle de la URSS. El interrogante es si los acomodamientos económicos, políticos, diplomáticos en curso solo servirán para reproducir una lógica de disputa por el gobierno del capitalismo mundial, o si se habilita una perspectiva de transformación en contra y más allá del capitalismo. Vale la pena pensar en esos reacomodamientos ante la reciente cumbre de cancilleres en marzo y próxima de presidentes del BRICS en junio, con invitados con intencionalidad de ampliación. El agrupamiento de países BRICS plus, es decir, con nuevos miembros, puede expresar elevados porcentajes de la población global, en torno al 50%, con fuerte participación en el producto mundial, disputando un tercio de la capacidad económico total. El asunto es si la iniciativa puede ser parte de una lógica que desande el camino de la sociedad monetaria mercantil fuertemente estimulada en el último medio siglo con la liberalización, y proponerse un sentido alternativo pensado en la satisfacción de las necesidades sociales insatisfechas de gran parte de la población mundial. Puede alguien pensar que se trata de elucubraciones utópicas. Sin embargo, el propósito de enunciarlas apunta a desafiar a la imaginación de la humanidad sufriente de las relaciones capitalistas en tiempos de transnacionalización y crisis, para inducir respuestas populares que desafíen el orden vigente y las iniciativas políticas del poder, incluida la próxima cumbre de la OTAN. Si se trata de producir cambios, la imaginación debe ir más allá de lo posible y animar la confrontación en contra de la explotación y el saqueo, pensando más en la cooperación del trabajo social y en la defensa del medio ambiente, abandonando el patriarcalismo y toda forma de discriminación y racismo. Buenos Aires, 27 de mayo de 2022

La crítica de la Economía Política y los desafíos teóricos y políticos contemporáneos

Lo que sigue son algunas reflexiones para una intervención en la inauguración del Instituto de Economía Política en la Universidad Abierta de Recoleta, en Chile. Como lo indica el título del Coloquio, lo que se pretende discutir es el papel de la Economía Política, más aún, de la crítica de la Economía Política en el proceso de trasformación social, nada menos que en contra la corriente principal de política económica contemporánea: el neoliberalismo. No es formal agradecer la invitación a nombre de la SEPLA, una articulación intelectual regional que pretende interactuar con el movimiento popular en una dinámica de transformación social. En ese sentido, Chile, con la acumulación de luchas por años, especialmente los levantamientos del 2019 y la deriva política expresada en el cambio de gobierno y en el proceso constitucional en curso, genera expectativas en la región y en el mundo. Por ello, la SEPLA no debe estar al margen de este presente de creación, lleno de contradicciones y de esperanzadoras perspectivas más allá del territorio nacional chileno. Medio siglo de liberalización Vale destacar que cuando se habla de neoliberalismo se alude a las políticas económicas hegemónicas que se ensayaron bajo las sangrientas dictaduras del Cono Sur, la primera de ellas, la de Chile en 1973. En el próximo año 2023 se cumplirá medio siglo de esos acontecimientos, que luego se generalizaron al mundo capitalista desde las restauraciones conservadoras en 1979 y 1980 en Gran Bretaña y en EEUU. Ni hablar de la ampliación de la liberalización gestada luego de la ruptura de la bipolaridad en 1989/91. Así, el neoliberalismo, desde 1980, define la gran ofensiva del capital contra el trabajo, en réplica a las conquistas sociales derivadas del Estado benefactor (1920/30 en adelante), resultado directo de la amenaza comunista (Revolución rusa de 1917 y de la URSS desde 1922) ante la crisis del 30 del siglo pasado. La ofensiva capitalista se extenderá en nuestros días sobre la naturaleza y el conjunto de la sociedad. El saqueo de los bienes comunes explicita el proceso, tanto como el consumismo exacerbado, estimulado por la obsolescencia programada. Por ello, la subsunción del trabajo en el capital que estudiara Marx se extiende desde el trabajo, a la naturaleza y a la sociedad. Esa ofensiva capitalista neoliberal es la “gran revancha” a la impugnación teórica y política de Marx y el socialismo, tanto como de Keynes y la concepción reformista y desarrollista en el orden capitalista. Marx criticó a la Economía Política y al capitalismo. Los neoclásicos le contestaron con nueva nominación de la disciplina, con Marshall en 1890 y desde entonces se pasó a hablar de “Economía”, como disciplina de los negocios, la ganancia y la acumulación, la producción y reproducción del capitalismo. También se cambió el objeto de estudio de la disciplina y se abandonó la búsqueda del origen del excedente económico. Ya no importó la teoría del valor trabajo, sino que el subjetivismo colonizó los estudios en la disciplina. Keynes, neoclásico, contestó oportunamente a los neoclásicos, su referencia de origen, ante la crisis del 30 y la amenaza “comunista”. Propuso defender al capitalismo desde la intervención estatal en el proceso productivo, ya que no hacía falta seguir luchando contra la intervención estatal previa a las relaciones capitalistas. Observando el proceso soviético y para confrontarlo, Keynes sostuvo que se debía restablecer la capacidad de funcionamiento del régimen del capital y por ello las concesiones sociales o reformas y la intervención estatal. De ahí el “new deal” o nuevo acuerdo en EEUU y generalizado al mundo capitalista. Los liberales en minoría criticaban a Marx, desde luego, pero también a Keynes, quien los había desplazado en la hegemonía del pensamiento y la formulación de políticas públicas en el sistema mundial entre 1930 y 1980. Incluso algunos neoclásicos que confrontaron con Keynes, morigeraron sus juicios en una dinámica de adaptación a las corrientes mayoritarias en el plano político e ideológico. Fue el caso de Pigou, sucesor de Marshall en la cátedra de Economía, y conocido por sus aportes a la economía del bienestar. En 1952, Arthur Cecil Pigou (1877-1959), sucesor de Alfred Marshall desde 1908 en la cátedra de “Economía”, aludió al pensamiento de su maestro en la nueva tendencia hacia el “socialismo”, denominación que apuntaba al intervencionismo estatal keynesiano, más que al modelo soviético en expansión con la revolución en China. Luego de comentar los aportes de Marshall en el estudio y uso de los métodos matemáticos, la estadística, las elasticidades, la tasa de interés y las utilidades, en su adaptación a las nuevas regularidades del capitalismo de época, pasó a evaluar como leería el “maestro” liberal la realidad sobre temas más de la política cotidiana. Por eso dijo: “Para terminar esta discusión, ahora descenderé del estudio a la tribuna”. Queda claro que no alcanza con el academicismo y que es imprescindible asociar teoría con la práctica, discurso académico con la realidad que viven las personas en concreto. Remitía al debate sobre el pleno al empleo y el socialismo. Sobre el primero se auto limitó, por ausencia de información fuerte, manifestó; pero sobre el “socialismo” intentó actualizar el pensamiento del maestro, adaptado a los tiempos que corrían, aun cuando finalizó señalando que “todo gran paso en el sentido del colectivismo constituye una gran amenaza contra el mantenimiento de nuestra moderada tasa actual de progreso”. Estábamos en un tiempo de hegemonía keynesiana, desplegada entre 1945 y 1980, y un Pigou que ya no era tan crítico de Keynes, por lo que intentaba una síntesis entre Keynes y los neoclásicos, especialmente Marshall. Eran los tiempos políticos de la bipolaridad entre capitalismo y socialismo (1945-1989/91) y, por ende, del único momento “reformista” y concesivo del régimen del capital, entre 1930 y 1980. El único momento de debilidad del capitalismo en más de cinco siglos desde sus orígenes. Por eso es importante ubicar al neoliberalismo como ofensiva del capital, política y teórica, contra Marx y el socialismo, como contra Keynes, las reformas y la socialdemocracia. Se buscaba restablecer la hegemonía “liberal”, de nuevo, por eso: neoliberalismo. Los austríacos de ayer y su presente Resulta de interés ubicar que el antecedente de Marshall y la ECONOMIA está en la Escuela Austríaca y en Carl Menger, con sus publicaciones desde 1871. Corría el tiempo de la COMUNA de París y de la aparición en 1867 del Tomo I de El Capital de Carlos Marx. Había que impugnar la teoría y el ensayo de la práctica trabsfdormnadora. Incluso, ya publicados el Tomo II y el II, en 1885 y 1894 respectivamente, en 1906 von Bawerk intentará descalificar a Marx señalando contradicciones que animarán el debate, incluso hasta el presente. En rigor, con Marx se termina el tiempo de la escuela clásica de la Economía Política y se inaugura el proceso de la Crítica de la Economía Política y, con ello, la impugnación teórica y práctica del orden capitalista. Lo que siguió desde el liberalismo, con la escuela neoclásica, en todas sus tribus, fue apologética. Se convoca desde Marx a repensar la realidad, a criticarla y a transformarla, es algo que sigue constituyendo agenda en el presente y que este COLOQUIO promueve desde su título. Es interesante analizar nuestro tema en un periodo largo, de más de 250 años de discusión, con hegemonía “clásica” por un siglo, entre Adam Smith (1776) y Carl Menger (1871); y neoclásica por siglo y medio (1871-2022), desde los austríacos a los neoliberales actuales. Más aún cuando los “austríacos” disputan hoy la preminencia ideológica de las corrientes liberalizadoras. No existe innovación “esencial”, si no que actualizada se sigue discutiendo sobre el excedente, su origen, su destino y sentido de las relaciones socioeconómicas que explican el orden capitalista. Bajo nuevas condiciones los mismos problemas en esencia. De hecho, crece el predicamento de los “austríacos” en la coyuntura actual, de gran incertidumbre en donde convive la crisis capitalista explicitada en el 2001 estadounidense, el 2007/09 en todo el mundo, y la tendencia a la desaceleración y bajo crecimiento de la productividad es un dato preocupante; junto a la pandemia en su tercer año y sin final concreto a la vista, más la guerra y su escalada como gasto militar en ascenso y peligro de deriva nuclear. Además, necesitamos una mirada desde América Latina y el Caribe. En 1804 tenemos el antecedente de la lucha anti colonial, anti esclavista desatada en Haití que aun explica la revancha de la dominación sobre ese pueblo. También tenemos la convocatoria al mito de la “revolución socialista” realizada por Mariátegui a fines de los 20 del siglo pasado. Más reciente, la revolución cubana instaló la agenda por el socialismo en la región, una tarea pendiente y vigente tras más de 60 años de bloqueo y obstrucción de todo tipo. Pero también se desplegó la lógica “desarrollista” en los 50/70, de la mano del debate impulsado desde CEPAL, con las discusiones del estructuralismo, los dependentistas, especialmente la corriente marxista y claro, la revancha neoliberal, con la influencia de la Escuela de Chicago orientada por Milton Friedman y sus seguidores locales. Desde esa orientación principal la agenda del poder privilegia las reformas a favor de la ganancia, la acumulación y la liberalización económica. Cambios y alternativas En el comienzo del Siglo XXI se habilitaron enormes expectativas de cambio en la región, con discursos impugnadores al neoliberalismo, no necesariamente al capitalismo, precisamente en el territorio de la emergencia del ideario y la práctica de la liberalización. Incluso pudo retomarse la perspectiva por el socialismo, sea del siglo XXI, o el comunitario, como otros paradigmas de re-significación de la tradición originaria indígena: el vivir bien o el buen vivir. No terminó siendo la propuesta mayoritaria y que disputara la conciencia social hegemónica para relanzar un proyecto anti capitalista en la región, pero ante el escenario visible en 1991, era alentador retomar el debate por el rumbo socialista. Ahora, en la tercera década del siglo XXI, con idas y venidas hay que continuar estudiando los procesos políticos, las políticas económicas y el orden económico social resultante para intentar avanzar en la crítica, que es la invariante en la concepción de Carlos Marx. A modo de síntesis programática, de una ruta para pensar debates y profundizar: 1. La creciente desigualdad informada regularmente por organismos internacionales y organizaciones sociales, caso de OXFAM; los estudios de Piketty. La CEPAL alude a una nueva década perdida en el combate a la pobreza. La OIT y los organismos nacionales aluden a la pérdida de empleos, a la caída de los ingresos populares (salarios, jubilaciones, planes sociales) y a la concentración de los ingresos y la riqueza. Ello supone el estudio y síntesis de las nuevas formas de organización y producción en defensa del ingreso popular y la reproducción de la vida cotidiana. 2. Nuevas tendencias al crecimiento de la inflación y al estancamiento en el ámbito mundial, lo que potencia la respuesta neoliberal como en los 80 del siglo pasado, con aumentos de las tasas de interés y desestimulo a políticas activas. Con renovadas reaccionarias reformas laborales, previsionales, tributarias. Son nuevas formas del chantaje de la clase dominante para inducir cambios a favor de la ganancia y la acumulación de capitales, mientras profundizan el saqueo sobre los bienes comunes y la explotación de la fuerza de trabajo y muy especialmente discriminatoria contra las mujeres y diversidades. 3. La ilusión reformista vestida de verde, con el New Green Deal, en un horizonte de espejo a las reformas de los 30 del siglo XX con Roosevelt, pero sin la amenaza comunista, aun cuando se visibilice la disputa por la hegemonía en EEUU y China, cada uno con sus aliados. En el mismo sentido apuntan las propuestas de “reformas” desde el Vaticano, de algunos “nobel de economía”, caso de Stiglitz y otros, incluso desde la izquierda demócrata en EEUU y un variado arco socialdemócrata. La ilusión imagina posible derrotar al neoliberalismo sin confrontar al capitalismo. 4. La crisis y sus impactos sociales, el cambio climático y las luchas ambientales, las luchas feministas contra la discriminación y la doble explotación; junto a los diferentes mecanismos de una diversidad en que se explicita la disputa política de las trabajadoras y trabajadores, los pueblos originarios y todos aquellos sectores sociales subordinados a la lógica del capital. Estudiar los sujetos en lucha en contra del régimen del capital, las distintas formas de racismo y discriminación constituye el desafío del momento. 5. La necesidad de pensar en la crítica y un nuevo orden: con des-mercantilización de la vida cotidiana; integración alternativa desde otro modelo productivo, sustentando el programa de las soberanías, alimentaria, energética, financiera. Un horizonte que haga realidad la crítica y la transformación socioeconómica, lo que supone modificar las relaciones sociales de producción. Son solo algunos aspectos a relevar del necesario debate en el marco de la lucha de clases contemporánea, a más de tres décadas del fin de la bipolaridad y la ausencia de un imaginario alternativo que oriente el proceso de luchas cuantiosas que demandan la articulación de un rumbo político estratégico de cambio civilizatorio, en contra y más del capitalismo. Buenos Aires, 18 de mayo de 2022

FMI y la historia de la subordinación en la región latinoamericana y caribeña

La Argentina está en el centro de la atención y el debate por el acuerdo suscripto recientemente con el FMI y que se proyecta hacia el 2034. Un acuerdo que intenta legalizar vicios de origen de un préstamo cuestionable desde varios ángulos (45.000 millones de dólares desembolsados) y otorgado en 2018 con el auspicio deliberado de EEUU (gobierno Trump) y su peso relativo en la toma de decisiones del organismo. Con ese préstamo, la Argentina es hoy el principal deudor del FMI y acaba de suscribir un programa de ajuste fiscal y monetario en un marco de alta inflación y deterioro de las condiciones de vida de la mayoría empobrecida. Un clásico en la lógica del FMI. En la historia reciente podemos encontrar otros casos paradigmáticos, como el de Bolivia en 2019, país receptor de un préstamo del FMI por 327 millones de dólares, otorgado a un gobierno ilegitimo (surgido de un golpe de Estado) y no utilizado, que fuera devuelto por el actual gobierno con actualizaciones por más de 19 millones de dólares, e intereses y comisiones por 4,7 millones de dólares; totalizando un costo de casi 25 millones de dólares. También vale recuperar la histórica resistencia popular ecuatoriana en 2019 ante las exigencias suscriptas entre el FMI y el gobierno del Ecuador, que impactaba en las condiciones de vida de la población. Son dos muestras muy concretas que asocian al FMI con la lógica de la dominación capitalista y, por ende, la extracción de riquezas de nuestras sociedades. Lo concreto es cada vez que interviene el FMI, el sentido es la reactivación del orden capitalista en desmedro de los derechos populares y sociales. Existen antecedentes variados de reaccionarias intervenciones del FMI en toda la región. En estos días hay acuerdos con Chile, Colombia y Costa Rica. Vale recordar, que el FMI es un organismo rector del sistema financiero mundial en el marco del orden económico emergente luego de la segunda guerra mundial. En efecto, EEUU, potencia rectora del sistema mundial, ejerce la hegemonía en los organismos internacionales, el FMI y el Banco Mundial, con lo que estos actúan en sintonía con la lógica de política económica diseñada desde Washington. Fue en los 90 que se definió el llamado “Consenso de Washington” (sede del FMI, del BM y del gobierno de EEUU) para la región latinoamericana y caribeña y con ello el proceso acelerado de liberalización de la economía, con apertura al libre movimiento de capitales internacionales; las privatizaciones de empresas públicas; el desarme de la estrategia de sustitución de importaciones. En rigor, un proceso iniciado en los años setenta del siglo pasado y consolidado en la última década del Siglo XX. El FMI está en el centro de la gestión del “sistema deuda”, mecanismo de dominación y subordinación de nuestros pueblos y países a la lógica de acumulación del capital más concentrado en el ámbito mundial. Se trata de una lógica sustentada en la dinámica articulada de las corporaciones trasnacionales, entre ellos la banca y el mercado financiero, los principales estados del capitalismo mundial y los organismos internacionales. La resistencia al FMI y a la deuda La deuda constituye un mecanismo de fortalecimiento de la dependencia de nuestros países, lo que nos motiva a recuperar los procesos de resistencia y confrontación contra los acreedores externos y el FMI. Vale memorar los antecedentes de la deuda latinoamericana y caribeña, como mecanismo de subordinación de nuestras pueblos y sociedades a la lógica del capitalismo mundial, recreada bajo las condiciones definidas por el gran capital en tiempos de globalización y expansión de las finanzas y la especulación. El FMI intervino en tiempos de la industrialización sustitutiva de importaciones, entre los 50 y 70 del siglo pasado y fue instrumento esencial para contribuir al cambio de modelo hacia la liberalización económica en los 80/90 del Siglo XX. Por eso, entre los antecedentes debe registrarse el impago de la deuda mexicana en 1982, dando lugar a la “crisis de la deuda”, que en la región latinoamericana y caribeña supuso el fin de un modelo productivo y de desarrollo desplegado por medio siglo entre los 20/30 del siglo pasado y la reestructuración neoliberal de los 70/80 que consolidó el Consenso de Washington. Dicho sea de paso, en esa década del 80 se produjo el retroceso que la CEPAL definió como “década perdida”, agravando los problemas estructurales de la organización socio económica en toda la región, con incremento de la desigualdad, concentración del ingreso y la riqueza y expansión del desempleo, la pobreza, la explotación y el saqueo. En respuesta a la agresión de los acreedores bajo la gerencia del FMI, la propuesta surgida desde La Habana en 1985 convocó a construir un “Club de deudores” de la impagable deuda. Desde entonces, son innumerables las campañas populares que en la región levantan las consignas de suspensión de los pagos de la deuda, al tiempo que se demandan exhaustivas investigaciones de la misma para definir la legitimidad, la ilegalidad e incluso el carácter odioso de las deudas. Por eso hoy, la intervención del FMI en la región, no resulta distinta a la tradición, asociada a la promoción de una estrategia de subordinación a la lógica capitalista. Al mismo tiempo, se destaca la extensión de campañas nacionales que denuncian el endeudamiento, tal como se hizo hace pocos días en México en ocasión de realizarse el Foro Social Mundial (FSM). La red mundial CADTM realizó su asamblea regional en el marco del FSM y llevó a cabo diversas reuniones en varias ciudades mexicanas, denunciando al sistema deuda y haciendo conocer la construcción de la promotora por la suspensión de pagos e investigación de la deuda en México. La cuestión de las luchas en contra de la deuda y el FMI tuvo protagonismo en la cumbre popular del FSM en territorio azteca. El tema es preocupante y se agrava en las condiciones de crisis actual. En el sitio del FMI puede leerse un artículo reciente suscripto por un colectivo de colaboradores del FMI y encabezado por el Director del Departamento del Hemisferio Occidental, en el que se resalta: “Con las relaciones de deuda pública/PIB por encima de los niveles previos a la pandemia y el aumento de los costos de financiamiento en un contexto de tasas de interés internacionales y locales más altas, los países tendrán que garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas para ayudar a preservar su credibilidad y recomponer el espacio fiscal.” Queda clara la convocatoria tradicional a la “sostenibilidad de la deuda”, para lo cual se inducen reformas fiscales, con más impuestos y menores gastos, claramente identificado en recomendaciones: “como el aumento de los impuestos sobre la renta de las personas físicas” La tradición apunta a la regresividad fiscal de regímenes tributarios que se descargan sobre los sectores con menores posibilidades de enfrentar la dinámica de la crisis. En ese sentido, el FMI se reitera en la demanda por reformas estructurales, del régimen laboral, previsional y tributario. Queda claro que en el horizonte de recomponer la tasa de ganancia debe disminuirse el ingreso popular, en salario, jubilaciones, o planes sociales, incluso el gasto público de orientación hacia las necesidades de la población. Los pueblos necesitan recrear y ampliar las campañas en contra del ajuste y la reestructuración regresiva implícita en los programas del FMI, en un tiempo de expansión de las deudas, no solo la pública, sino de las empresas y las familias. Argentina Insistamos en el carácter condicionante del endeudamiento y del papel del FMI. Es algo que se corrobora en el crédito asignado en 2018 por 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 45.000 millones. Es una cifra que está por encima del doble de la capacidad de asignación de préstamos según los reglamentos del organismo internacional. No solo que el FMI incumplió con sus estatutos y normas, sino que era consciente que Argentina no podía reembolsar. ¿Por qué entonces el FMI hizo el préstamo? Hay varias razones, entre las cuales predominan los argumentos políticos. EEUU necesitaba consolidar gobiernos amigables a su política exterior en el continente, y su apuesta era a la continuidad del gobierno explícitamente de derecha en las elecciones de fines del 2019. Se trató de un objetivo inalcanzado. De igual manera, se proponía condicionar al gobierno entrante, que terminó siendo de otro signo político, pero que, al asumir la negociación con el FMI para reestructurar la devolución del préstamo, se subordinó a la lógica de condicionamiento. También presionó la clase dominante local en Argentina, que incluye al capital externo, necesitado del ingreso de divisas para viabilizar la fuga de capitales, sea por cancelación de deudas anteriores, remesas de utilidades al exterior o constitución de activos en el extranjero. Son mecanismos de fuga de capitales para los que era necesario que ingresaran divisas. Esa fue también la misión del FMI para otorgar el préstamo. En definitiva, el FMI es funcional a la demanda del socio hegemónico, EEUU, y a las necesidades de las clases dominantes en el orden local. Con el acuerdo suscripto en el 2022 se estableció un paréntesis de un par de años para renovar el préstamo al solo efecto de cancelar las deudas con el FMI y con monitoreo (auditoria) del FMI cada tres meses. De hecho, un cogobierno con el FMI. Queda luego de la cancelación del préstamo del 2018, un nuevo crédito de facilidades extendidas por un monto de 44.000 millones de dólares, con vencimientos hasta el 2034. Puede presumirse el impago de ese crédito y, por ende, un horizonte de renovaciones y condicionalidades del FMI para varios gobiernos en el futuro mediato de la Argentina. Toda una gran condicionalidad mientras se asuma la inevitabilidad de legalizar esas acreencias y condenar al país al ajuste perpetuo. El camino alternativo deviene de la campaña popular iniciada al comienzo de la gestión gubernamental actual, con la creación de la Auto convocatoria por la suspensión de los pagos de la deuda y su investigación , que en el trayecto de su acción creció en articulación con otros espacios, especialmente los gestados desde la izquierda parlamentaria, con iniciativas de movilizaciones conjuntas para desplegar una propuesta de rechazo a los acuerdos con el FMI y otros acreedores del endeudamiento público. El rechazo, aun parcial, al acuerdo en la coalición gubernamental, habilita a la ampliación del arco político y social que promueve el rechazo a la deuda y al FMI. La realidad presenta ambas facetas, las del acuerdo con el FMI, que en un marco de elevada inflación y restricciones fiscales y monetarias convoca al ajuste y un mayor sufrimiento de los sectores empobrecidos. Es una situación que agudiza el descontento, la protesta y la potencialidad de ampliar el espectro de la confrontación y del rechazo social y político al acuerdo con el FMI. Está claro, además, que el rechazo a la deuda es el punto de partida de un programa integral que confronte con el régimen del capital y avizore las condiciones de una perspectiva emancipadora. Buenos Aires, 12 de mayo de 2022

Comentarios al libro de Andrew Kliman “Reivindicando El Capital de Carlos Marx. Una impugnación del mito de su incoherencia.”

El pasado 6 de mayo, se organizó la presentación del libro de Andrew Kliman (AK), editado por la editorial española El Viejo Topo . Para la discusión fui invitado junto a Juan Pablo Mateo y el autor. La coordinación de la actividad estuvo a cargo de Guillem Murcia, uno de los traductores del texto de Kliman, quien actuó como interprete. Vale señalar que el texto y el debate en torno al libro de AK resulta de gran actualidad en este tiempo de ofensiva capitalista, contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad. Esa ofensiva tiene expresión teórica en la avanzada de la corriente principal del pensamiento económico contemporáneo, especialmente de la “escuela austriaca”, sustentada en el pensamiento de Carl Menger (1840-1921), contemporáneo de Marx y que publicita su tesis hacia 1871, a pocos años de la publicación del Tomo I de El Capital en 1867. Esas ideas expresan hoy la manifestación a ultranza de la concepción liberal en nuestro tiempo. Se trata de un fenómeno de alcance global y que en Argentina se presenta como novedad política (electoral) con la expansión del voto a la derecha autodenominada “anarco-capitalista”. El diario referente de la derecha y el poder económico local, La Nación, publicó el 8/1/2022, una nota del máximo referente del liberalismo ideológico en el país. Este autor defiende la propiedad privada en réplica a la potencial implantación de un impuesto a la herencia. En la nota, con una gran caricatura del fundador de la teoría revolucionaria, despliega una crítica a Marx desde las concepciones sustentadas en el Manifiesto Comunista de 1848. Resalta la crítica del nacido en Tréveris a la “propiedad privada”, resaltando los antecedentes de Robespierre y Hegel, e incluso la influencia sobre los “estatistas” contemporáneos, especialmente el Papa Francisco. En la prédica y orientado a la discusión que anima el texto de AK, el escriba liberal sostiene: “Hasta se conjetura que el propio Marx se percató de su error, en cuanto a que su tesis de la plusvalía y la consiguiente explotación no la reivindicó una vez aparecida la teoría subjetiva del valor expuesta por Carl Menger en 1871, que echaba por tierra con la teoría del valor-trabajo marxista. Por eso es que después de publicado el primer tomo de El capital en 1867 no publicó más sobre el tema, a pesar de que tenía redactados los otros dos tomos de esa obra, tal como nos informa Engels en la introducción al segundo volumen veinte años después de la muerte de Marx y treinta después de la aparición del primer tomo. A pesar de contar con 49 años de edad cuando publicó el inicio de aquella obra, se abstuvo de publicar, salvo dos textos secundarios: sobre el programa Gotha y el folleto sobre la comuna de París.” Más allá de las imprecisiones (errores) sobre las fechas de publicación del Tomo II y el III, a cargo de Federico Engels, interesa lo conceptual . Según el escrito del líder de los liberales locales, el propio Marx no culminó sus escritos ante las incoherencias del razonamiento entre el Tomo I y los dos subsiguientes. Es el argumento del “austríaco” Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914) en 1896, en donde alude al “error” de Marx entre las categorías de Ganancia y los Precios de Producción del Tomo III y la Teoría del valor en el Tomo I. El tema es tratado en detalle en el capítulo 8 del texto de AK y anima un debate entre marxistas en las últimas cuatro décadas. Aun cuando AK no enfatiza la polémica con los austríacos, es un tema relevante en el debate político y teórico por la disputa del consenso social en nuestros días, sea para la liberalización según pregonan los sectores dominantes del capitalismo contemporáneo, o para una réplica con perspectiva revolucionaria, muy necesaria para el desarme del “sentido hegemónico”. En el debate de la presentación del libro de AK, éste sostuvo que esta corriente liberal no escucha argumentos y solo sostiene sus falacias en un clima sociopolítico de descontento social ampliado, que aparece favorable para su prédica. El debate viene de lejos Vale considerar la discusión económica y política dentro de la socialdemocracia europea hacia 1899 a propósito del debate sostenido por Eduard Bernstein (1850-1932), en donde lo que aparece es el cuestionamiento a la teoría del valor de Marx, a la “idea” de trabajo abstracto, que es lo que permite el intercambio, la corporización del doble carácter del trabajo en la mercancía, como trabajo concreto y trabajo abstracto, como valor de uso y valor de cambio. Por ende, el centro en el proceso de producción de mercancías y con ello, la producción de valor y de plusvalor, que en el proceso de circulación reproduce la lógica de acumulación capitalista. Interesa el tema sobre esos viejos debates, porque llevó en su momento a la división de la tradición teórica y política inspirada en la teoría y práctica pregonada desde Marx. Corrían tiempos previos a la primera guerra mundial (1914-18), y una vez desatada la conflagración se hizo evidente el parte aguas de las propuestas políticas en la izquierda de tradición marxista. Un proceso que tuvo impacto y consecuencias sobre la táctica y la estrategia para la revolución. Por eso importa volver sobre la teoría del valor y el plusvalor, de lo que AK nos explica en 12 capítulos, que solo se concentra en el tema de las “inconsistentes acusaciones de incoherencias” en El Capital. En efecto, el texto de AK aborda la cuestión de las supuestas incoherencias en Marx, para desentrañar los límites de una objeción más que centenaria, desde las críticas del economista ruso, radicado y profesor en Alemania, Ladislaus Bortkiewicz (1868-1931), quien, en 1906 presentó un enfoque sobre las incoherencias en los mecanismos de reproducción y la transformación de los valores en precios de producción. Fueron tesis para que en sucesivas interpretaciones se objetara no solo la teoría marxista del valor, sino las formas de expresión en el mercado vía precios de producción y la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancias. El carácter tendencial de la ley supone la búsqueda de las contra tendencias para viabilizar el objetivo del capital en la ganancia y la reproducción del capitalismo. Ese enfoque se difundirá por el estadounidense Paul Sweezy (1910-2004) en su texto de 1942 sobre “Teoría del desarrollo capitalista. El “mito de las incoherencias” que deslegitima AK, adquirió fuerza en el debate académico y político hasta el presente, especialmente con las discusiones aportadas por Piero Sraffa (1898-1983) y los llamados “neo-ricardianos”, a propósito del problema de la transformación de los valores en precios de producción, ya en los años sesenta del siglo XX. Por eso importa destacar el debate entre marxistas desde los ochenta del siglo pasado. Se trata de más de un siglo de debates contra los críticos de Marx, y casi medio siglo de estudios y debates entre marxistas. Resulta muy destacable la reflexión de AK a propósito del contexto histórico de la discusión, muy especialmente por la parálisis de los estudios de la crítica teórica provocada por el estancamiento y la vulgarización del marxismo en los procesos de gobierno a nombre del socialismo. Por eso interesa verificar la renovación del debate teórico que emerge con la dinámica de la ofensiva popular de los 60/70 y el surgimiento de una nueva izquierda. Ese ascenso de la lucha popular reabrió las discusiones sobre Marx y su legado, incluso, favorecido por la divulgación de varios trabajos inéditos del autor de El Capital. AK relata la fábula de la estatua y el león, como expresión de la dominación humana sobre el resto de los animales, concluyendo que la recreación teórica de una crítica revolucionaria del capitalismo contemporáneo permitirá que los leones (las clases subalternas) dispongan del martillo y el cincel para explicitar desde el arte la perspectiva por la revolución. En el debate, AK destacó que el escrito fue realizado previo a la gran crisis del 2007/09 y que imaginó la generalización de la protesta social, algo que no se vislumbra en este 2022. En rigor, el interés en el estudio sobre la totalidad de la obra de Carlos Marx contrasta con la hostilidad desde la hegemonía académica y mediática, convocando a potenciar la difusión de los aportes de una obra que solo puede entenderse en vastedad y con las novedades que el tiempo histórico impuso al autor de El Capital. Vamos a insistir que la polémica incluye a autores que se asumen en la tradición marxista, lo que exige aún más la lectura y el estudio de la inconclusa obra de Marx. Volver a Marx Hoy resulta imprescindible volver a Marx, no para una exégesis ni una repetición a-histórica de la letra en los textos, sino para aportar a la profundización de la comprensión de la totalidad (economía y política, cultura y sociedad) en Marx para la revolución, una categoría que hoy aparece lejana en el debate teórico y político. Las denuncias de “incoherencias”, sostiene AK, deslegitiman la teoría del valor y del plusvalor, el propio tomo I (el más leído, en general) socavando un elemento central del análisis: el trabajo social como productor de riqueza, por ende, de excedente y base de sustentación de la clase propietaria de medios de producción y del capitalismo. Si no es el trabajo, puede ser la energía o cualquier otra cosa, sostienen los liberales, sustentando su teoría subjetiva del valor. En rigor, la pandemia hizo evidente la importancia del trabajo, ya que ante el cierre deliberado de la economía aparecieron como imprescindibles los trabajos, incluso aquellos que figuran entre los peores remunerados. A propósito de ello, Marx, en defensa del “valor” escribe a Kugelman el 11 de julio de 1868: “Cada niño sabe que cualquier nación moriría de hambre, y no digo en un año, sino en unas semanas, si dejara de trabajar.” Traer a Marx a nuestros días supone actualizar la crítica al capitalismo, a la lógica de explotación y saqueo. Por ende, nos desafía a pensar en términos alternativos, en el trabajo emancipado, en la des-mercantilización y la organización social del trabajo sustentada en la autogestión, la cooperación comunitaria y toda forma de eliminación de la explotación del trabajo, al tiempo que se sustente la reproducción de la naturaleza. Por eso la importancia del texto de AK, que estimula un debate antiguo de gran utilidad para el presente, que interviene en la discusión sobre la construcción de alternativa política ante la ofensiva capitalista. Buenos Aires, 9 de mayo de 2022