Lo que queda luego del gobierno de Mauricio Macri y que rumbos para la próxima gestión


El INDEC señala que la pobreza por ingresos llegó al 32% de la población, con la indigencia en un registro del 6,7%.
Se verifica el ascenso de la pobreza y se diagnostica desde el gobierno que el problema es la inflación, un guarismo que resulta difícil proyectar para todo el año 2019.
Dicen que será menor al 2018 con su 47%. ¿Cuánto? Vaya uno a saber, con las petroleras o las pre-pagas aumentando, con autorización oficial, por supuesto. Entre todos los precios se distinguen los de los alimentos y las tarifas de servicios públicos, y a no olvidarse, la tasa de interés, que aumenta, por ahora, hasta el 68%, que llegó a estar al 73%, así que aún puede subir más…, solo hay que esperar como continua la carrera entre las tasas de interés y el dólar, cercano a los 45 pesos y en alza.
Los responsables de la pobreza son los aumentos de precios sostienen desde el gobierno. Chocolate por la noticia, puede alguien sostener. Alguna vez se dijo con razón que los precios suben por ascensor y los salarios por las escaleras.
¿Quién determina la fijación/formación de los precios?
El gobierno regula ciertos precios, por ejemplo, las tarifas, al tiempo que condiciona la actualización de los ingresos populares, sean planes sociales, jubilaciones y los salarios estatales.
¡Ahí tenemos un responsable de la inflación, el gobierno y su política económica!
Los economistas libertarios dirán que son responsables los gobernantes porque gastan más de lo que recaudan y convocarán a acelerar el ajuste, a cesantear personal estatal y a disminuir la cobertura de derechos, en salud, educación u otras áreas, agravado con que debe priorizarse el gasto de seguridad y el pago regular de los intereses y el capital de la deuda pública.
Con ello, las deudas por derechos sociales pueden esperar, no los de los acreedores externos.
También son responsables los empresarios que pueden subir sus precios, con autorización o no.
Por lógica mercantil, mientras haya quien compre, los precios podrán subir, claro que hasta un cierto límite. No es verdad lo que dicen los libertarios que los precios pueden subir sin límite en condiciones especiales.
Los precios son relativos y expresan las posiciones de fuerza en una economía monetario-mercantil, forma de funcionamiento del orden capitalista. Los precios expresan poderes de unos sobre otros, de unos contra otros.
Hay quien puede fijar precios y quien tiene recursos para adquirir bienes o servicios (riqueza), o incluso no satisfacer por imposibilidad de compra (pobreza).
El gobierno y los empresarios fijadores de precios son los que pueden aumentar, salvo que la mayoría empobrecida PUEDA imponer sus condiciones para limitar el PODER de los que establecen los precios.
Diremos hasta el cansancio que la inflación es una cuestión de PODER, que expresa la competencia entre los capitales contra trabajadoras y trabajadores; tanto como entre los capitales entre sí, donde se imponen los de mayor composición orgánica del capital, o sea, la capacidad de acumulación de cada capital con relación a los demás.
Combatir la inflación
Me evaluarán por la disminución o crecimiento de la pobreza y la inflación, sostuvo Macri en sus campañas electorales, que persisten ahora para renovar el mandato por unos cuatro años más a partir de diciembre del 2019.
Ahora agrega que no alcanza con un periodo de gestión gubernamental para resolver y, por lo tanto, hace falta otro periodo. Atención al argumento, ya que hay quienes lo aceptan y se amparan en años previos, con gobiernos que no resolvieron un tema estructural, la inflación.
Lo que no resolvieron fue estabilizar el núcleo del poder del capital en el territorio, por eso imaginaron “resolver” con Martínez de Hoz y sus articulaciones con el poder local y mundial.
Se imaginaron que resolvían con funcionarios de Bunge y Born en los 90 o luego con Cavallo, la Fundación Mediterránea y la burguesía local, asociados todos a la lógica de la transnacionalización imperante mundialmente.
La dictadura genocida partió en su diagnóstico en la necesidad de frenar la inflación, para lo cual intentó disciplinar a la sociedad de abajo desde el terrorismo de Estado, al tiempo que edificó las condiciones para reformas profundas, con ley de inversiones externas para la apertura económica y la reforma de la ley de entidades financieras, todavía vigente a más de 36 años de gobiernos constitucionales.
Se buscó insertar a la Argentina en la globalización para protagonizar la transnacionalización de la economía con inclusión en una parte del poder de la cúpula empresarial local, asociada a la estrategia de las corporaciones transnacionales y el poder global, organismos internacionales mediante.
Con la convertibilidad por más de una década (1991-2002) se imaginó una estabilidad monetaria convertida en “valor” más allá de la dimensión económica, tanto que algunos críticos confesaron hacia 1999 su error en no haber comprendido el asunto en origen, por lo que trajeron nuevamente al gobierno a Cavallo.
El costo de esa contención de la paridad cambiaria por vía legal en los 90, lo pagaron desempleados y pobres, incluso pequeños y medianos productores y empresarios, deteriorando las condiciones de vida de una parte importante de la sociedad.
Solo recordemos el 57% de la pobreza medida por el INDEC en mayo del 2002.
El 32% en crecimiento de la pobreza de la última medición puede escalar hasta el máximo histórico a la salida de la convertibilidad, si es que la sociedad de abajo, la perjudicada no decide ponerle fin a la manipulación en curso sobre lo que existe como única posibilidad de acción de la política económica.
No tienen razón el gobierno ni los economistas libertarios, ya que la inflación no se combate con ajuste, sino con un cambio en la correlación de fuerzas para otra orientación del orden económico, con el horizonte en satisfacer necesidades sociales y no una lógica de la ganancia de los grandes operadores económicos, hoy: grandes productores y exportadores del campo y la industria; las empresas privatizadas de servicios públicos, los especuladores y el poder financiero.
Los dólares del FMI sirven para confirmar la salida de capitales, por cancelación de deuda o fuga para consolidar activos en el exterior. Lo mismo ocurre con las divisas de los grandes exportadores. Ese real y/o potencial ingreso de divisas, no sirve para frenar el alza de los precios ni satisfacer ninguna demanda económica social. Solo son mecanismos de afirmación de la dependencia de fondos externos para sostener la lógica del funcionamiento del capitalismo local en condiciones de alta inflación y recesión.
¿Es posible transitar otro rumbo?
Claro que sí, pero se requiere acumular poder en la sociedad. En primer lugar, desmantelar la manipulación mediática cultural relativa al camino en curso, pero al mismo tiempo discutir la lógica del horizonte civilizatorio, es decir, poner en discusión que se pretende resolver con la política económica.
Si hay que combatir la pobreza, lo principal pasa por resolver el destino de los recursos fiscales, los que deben orientarse con ese fin. Se trata de asegurar derechos de educación, salud, energía y otros al conjunto de la sociedad. Para eso se requiere de sujetos conscientes de que se pretende afectar al PODER y transferir recursos para resolver mayoritarias necesidades sociales.
¿Quién paga? Es el inmediato interrogante de los que no imaginan resignar ingresos a favor de la mayoría empobrecida. Los que así interrogan realizan discursos contra la pobreza, pero no se les ocurre reorientar una distribución progresiva del ingreso y mucho menos de la riqueza.
¿Se puede hacer? Si y solo si hay voluntad de resolver esas necesidades, algo que no puede demandarse a quienes piensan en atraer inversores para dinamizar el capitalismo local. Esos inversores vendrán si se disminuye el costo de producción y se asegura la repatriación de las ganancias por el actuar en nuestro territorio. Sus objeticos no pasan por disminuir o erradicar la pobreza, sino que se concentran en sus motivaciones por las ganancias y la acumulación.
Hay que modificar la lógica del orden económico y no pensar en los inversores, sino en las necesidades a resolver. Me dirán que la ausencia de capitales impide construir una realidad alternativa, pero bien vale recordar que los clásicos de la economía política sostenían que el capital es trabajo acumulado y lo que sobra en nuestra realidad es fuerza de trabajo dispuesta a producir riqueza social para satisfacer necesidades.
El tema es organizar el trabajo en la sociedad sin el privilegio al capital privado y su objetivo de ganancia. ¿Nos animaremos a ir más allá del orden del capital? No lo sé, pero queda claro que son temas muy alejados del debate por la renovación presidencial en este año.
Mientras, podemos afirmar que los cambios estructurales motivarán nuevas rondas de ajuste y de medidas que promueven la regresiva reestructuración social, tales como la reforma laboral y previsional.
Será interesante escuchar que tienen para decir las distintas candidaturas que disputen el gobierno para el próximo periodo desde diciembre 2019. Ya sabemos que Macri imaginará consenso a sus políticas y profundizará el rumbo.
¿Qué rumbos ofrecerán desde la oposición? ¿Cuál será el rumbo que se demande desde la conflictividad social?
No alcanza con rechazar el actual rumbo, aunque en sí es importante, pero necesitamos avanzar en definir nuevos senderos, contrarios a las demandas del acuerdo con el FMI, el condicionante del endeudamiento y la liberalización de la economía.
Buenos Aires, 30 de marzo de 2019


A 43 años del Golpe de 1976


Resulta de interés recuperar los objetivos del poder económico, político, social y cultural para el Golpe del 24 de marzo de 1976, con antecedentes inmediatos en el “rodrigazo”[1] del mes de Julio de 1975; y aún antes, con la instalación del terror parapolicial y paramilitar de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) desde el propio Estado, luego continuado y exacerbado ya como terrorismo de Estado con la asunción de la Junta Militar.
Esos propósitos del Poder solo fueron posibles por el uso de la violencia estatal del golpe genocida, que buscó frenar la acumulación de poder popular, cultural, sindical y territorial del movimiento social en el país. Se buscó con el Golpe “des-acumular el poder popular” conquistado en décadas anteriores con la lucha social, política y cultural en la Argentina. Había que transformar regresivamente a la sociedad para recuperar el proyecto de acumulación capitalista.
Vale mencionar el poder popular acumulado, que era en rigor un clima de época, con extensión planetaria del anticapitalismo, incluso por el socialismo.
Evidencia de lo dicho pasa por el triunfo entre 1973-75 de Vietnam sobre la invasión militar de EEUU; y por cierto la situación latinoamericana y caribeña con la experiencia de Cuba desde 1959 y su objetivo por el socialismo luego de la invasión estadounidense a Playa Girón en 1961, lo que convalidaría la Constitución cubana de 1976.
A mediados de los 70 se verifican un conjunto de crisis simultáneas en el orden capitalista (monetaria, energética, medio ambiental), las que se manifiestan con una fuerte caída de la tasa de ganancia de los capitales más concentrados. Había que revertir esa situación e ir contra las políticas económicas del reformismo capitalista para reinstalar una lógica de libre mercado.
El diagnóstico de los monetaristas y neoliberales, con Milton Friedman a la cabeza, que fuera Premio del Banco de Suecia de 1976 (Nobel), uno de los padres del neoliberalismo, convocaba a desarmar el Estado del bienestar, a bajar el gasto público social y a dar aliento a la iniciativa privada y retomar la máxima del libre cambio.
Fueron postulados que se conocerán y generalizarán luego en los años 90, bajo la denominación del “Consenso de Washington” para aplicar en la región latinoamericana y caribeña.
Había que desarmar las políticas keynesianas aplicadas a la salida de la segunda posguerra en todo el sistema mundial. Ese era el objetivo del neoliberalismo.
El keynesianismo fue la política hegemónica en el mundo luego de 1945, asumida para contrarrestar la emergencia del socialismo desde 1917 en Rusia, en la URSS desde 1922 y en el campo socialista de Europa desde 1945, acrecido en 1949 en China. Hasta se podría considerar el carácter keynesiano de las políticas en el este de Europa y el llamado sistema socialista.
Por eso, el neoliberalismo hoy vigente como corriente principal de las políticas económicas surge en respuesta y para desarmar la política keynesiana y cualquier sentido de un rumbo socialista, aún de carácter reformista. Trump y Bolsonaro en su reciente encuentro manifestaron su apuesta por el fin del socialismo en la región.
Ofensiva capitalista
El neoliberalismo emergió con las dictaduras del Cono Sur de América entre 1973/76, como ensayo que coronaron Margaret Thatcher y Ronald Reagan en los años 80, más allá de matices actuales con los libertarios (Milei, Espert, Boggiano), liberales a ultranza, enemigos del propio Estado capitalista.
Las políticas de cuño neoliberal se consolidaron en los 90 en la Argentina, y ahora pretenden no solo afirmar el cambio estructural en materia de las relaciones entre el trabajo y el capital, con mayor flexibilidad salarial y laboral; sino también, avanzar con la reforma reaccionaria del Estado vía reformas laborales, previsionales o impositivas; tanto como profundizando la dependencia a la política exterior imperialista, especialmente estadounidense, siendo ese el caso de la agresión e injerencia en Venezuela.
Resulta de interés pensar estos temas de cara a la campaña electoral, con un gobierno que presenta nefastos resultados económicos y sociales para la mayoría empobrecida, combinando inflación con recesión, y una ofensiva ideológica y política, descalificando adversarios como expresión lo viejo, relativo a lo ocurrido entre 1945 y 2015.
Por eso aluden a que los problemas argentinos se remontan a los 70 últimos años, supuestamente hegemonizados por el “populismo”, forma de atacar la orientación keynesiana, hegemónica en el mundo para esos años, por lo menos hasta comienzos de los años 80. Claro que omiten los tiempos neoliberales bajo la genocida dictadura (1976-1983) o la década del noventa (1989-2001) del siglo pasado.
Convengamos que la respuesta no es volver hacia atrás, a repetir cualquier experiencia de orientación keynesiana o populista, aun cuando puedan demostrarse experiencias pretéritas de gobiernos con una progresiva distribución del ingreso, ya que los modelos de industrialización por sustitución de importaciones y sus Estados correspondientes en los 50/70, ya no se compadecen con ciclos productivos encadenados mundialmente bajo cierto desarrollo tecnológico unificado.
Lo que hace falta es gestar un proyecto que supere al orden capitalista, en momento donde los propios consultores del sistema, el FMI por ejemplo, aluden a las dificultades para superar los obstáculos que instaló la crisis del 2007/09, que todavía continua y que provoca el desorden político global con emergencia de gobiernos autoritarios, como Trump o Bolsonaro, o el mismo Macri, con destino para afirmar mecanismos represivos que limiten y superen la resistencia a los cambios que pretenden implementarse en un segundo turno de gobierno, entre 2019 y 2023.
Buenos Aires, 21 de marzo de 2019



[1] Celestino Rodrigo era Ministro de Economía del Gobierno constitucional presidido por María Estela Martínez de Perón, quien en Junio de 1975 impulsó una serie de medidas de política económico de carácter antipopular para desarmar la lucha sindical por mejoras del ingreso. Ese conjunto de medidas de ajuste y shock fueron denominadas: “rodrigazo”.

La política monetarista fracasa para bajar precios y agiganta la desigualdad


La inflación de febrero alcanzó al 3,8%, para sumar 6,8% durante los dos primeros meses del año y proyectarse en torno al 30% en todo 2019. El rubro alimentos está a la cabeza con 5,7% para febrero, sumando 9,3 en dos meses. La inflación anualizada alcanzó al 51,3% y los alimentos lo hicieron al 58,3%.[1]
Hemos sostenido varias veces que los pobres son los que sufren la inflación, ya que la mayoría de sus ingresos se destinan a la alimentación y sustento cotidiano de la familia. La conclusión se valida con estos datos de los incrementos de precios, especialmente de los alimentos, los que, juntos a la suba de las tarifas de los servicios públicos privatizados, dolarizados y extranjerizados, evidencian a los perjudicados directos de la situación económica actual.
La inflación es un mecanismo de transferencia de ingresos hacia el poder económico concentrado. Es un mecanismo de apropiación de plusvalía generada por el trabajo social. Parte de esa plusvalía se transfiere como intereses de la deuda pública, o como renta derivada de inversiones especulativas, lo que incluye la fuga de capitales.
Como si fuera poco, ahora el FMI autorizó a vender hasta fin de año en el mercado de cambios unos 9.600 millones de dólares de los desembolsos del organismo internacional.
Así, el crédito del FMI es funcional a la fuga de capitales, en el camino de los 29.000 millones de dólares cedidos a la especulación y la fuga en tiempos de Sturzenegger y Caputo al frente del BCRA en el 2018. Después, se critica los planes sociales, ínfimos al lado de estas cifras millonaria en dólares.
Para combatir la suba de precios, el gobierno de Macri acude a la receta monetarista, consistente en disminuir la cantidad de pesos en circulación y por eso, junto al déficit primario cero se compromete a un programa monetario durísimo de no emisión durante todo el año.
Así, vía emisión de títulos, el gobierno retira de la circulación todos los pesos posibles y con ello acrecienta peligrosamente el endeudamiento público. Las Leliq, Letras de liquidez que emite el BCRA, ya suman más de 1 billón de pesos (un millón de millones), el equivalente de unos 25.000 millones de dólares a 41 pesos por dólar.[2]  
Esas Letras onerosas, son préstamos asumidos por el BCRA para retirar pesos de circulación y pagan una tasa de interés promedio del 63,3%. Es un costo gigantesco que asume toda la sociedad en beneficio de los tenedores de esos títulos: los bancos.
Con ese nivel de tasa de interés, cualquier traslado al mercado de crédito constituye una usura, especialmente para los sectores de menores ingresos, empresarios o público en general.
Estos sectores de menores ingresos son los que financian los vencimientos de sus tarjetas de crédito o compran en cuotas con tasas elevadísimas que aplican los comercios para favorecer las ventas. Ni hablar del crédito productivo obstruido por este costo financiero.
No solo el país califica en riesgo con 750 puntos, sino que la familia argentina es la que está en default, como señala la campaña de la CTA Autónoma denominada “yo no llego”.
Todo parece encaminado a frenar la cotización del dólar, una variable considerada estratégica de cara a las elecciones de octubre.
Se imaginan en el gobierno que retirando pesos de circulación caerá la demanda de divisas, obviando que las grandes oscilaciones de la cotización están asociadas a movimientos especulativos de inversores externos y locales, los que ante la incertidumbre del resultado electoral ya empezaron a cambiar sus activos en pesos por otros en dólares.
Dolarización y lucha de clases
El camino de la dolarización está en curso y lo que existe es la lógica de la máxima ganancia en funcionamiento, que requiere domesticar cultural y socialmente a la mayoría trabajadora de la sociedad para asumir las nuevas condiciones de vida en la Argentina, muy lejos de estándares de amplia cobertura de necesidades con derechos sociales conquistados en otros tiempos.
Convengamos que eso es lo que pretende el capital mundial en la actualidad, sin distinción de fronteras. Solo puede existir el matiz derivado de la fortaleza del movimiento obrero y popular en la resistencia al objetivo de la ofensiva capitalista.
Es quizá, una de los problemas que puede mostrar la Argentina a inversores ávidos de ganancias, más allá de los triunfos electorales de la derecha en 2015 y 2017 e incluso de cualquier resultado en octubre próximo.
Además de ganar elecciones, las derechas tienen que limitar y/o eliminar el conflicto social, algo difícil en la Argentina, aun con los límites para encarar iniciativas de protesta en profundidad, caso de un Paro Nacional en las condiciones de agresión actual a trabajadores y trabajadoras.
La histórica acumulación de poder popular es la que hasta ahora impide se avance en la reaccionaria reforma laboral con la consecuente pérdida de derechos sindicales, sociales e individuales, objetivo principal de la dominación capitalista en el país. Es consecuencia de las particulares condiciones de la lucha de clases en la Argentina
El monetarismo ortodoxo, aun cuando lo propagandean los “libertarios”, muestra su fracaso para frenar la inflación, que sigue profundizando la regresiva consecuencia de la distribución del ingreso, con aumentos de alimentos y tarifas que los empobrecidos no pueden pagar. Se trata de una cuestión de poder y cuenta con apoyo del FMI.
Por eso, el interrogante es si la errónea estrategia del diagnóstico y la propuesta monetarista, que considera a la inflación como un problema monetario, les habilita el camino de la reelección.
Hasta hace poco no había dudas en el poder sobre un segundo periodo de gobierno de Mauricio Macri, pero con la permanencia de elevados índices inflacionarios y aguda recesión con fuerte incidencia en la producción, el comercio y el empleo, las dudas crecen y con ellas las potencialidades de nuevas postulaciones en la disputa electoral.
Hasta el poder tiene Plan B, que puede incluir candidaturas de crítico discurso al gobierno, aun cuando asumirán gestionar el condicionante fuerte del acuerdo con el FMI, por lo que no extraña que, aunque el FMI apuesta fuerte por Macri y le facilita recursos para su estrategia antiinflacionaria, al mismo tiempo señala que continuará con su brega por el ajuste y la reestructuración reaccionaria gane quien gane en las elecciones de fin de año.
Como siempre hemos sostenido, no solo es cuestión de elecciones, sino de la respuesta generada desde la sociedad y el movimiento popular, no solo para resistir la ofensiva monetarista, sino para instalar otra propuesta de discusión que supere la encerrona del debate actual entre tasas y dólar.
En todo caso, lo que se requiere es considerar otras posibilidades de organización de la economía, con el acento colocado en horizontes de satisfacción de amplias necesidades sociales, más aún cuando crece el desempleo y el empobrecimiento de una parte importante de la sociedad.
Buenos Aires, 15 de marzo de 2019


[1] INDEC. Índice de Precios al Consumidor (IPC). En: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_03_19.pdf (consultado el 15/3/2019)
[2] BCRA. Informe diario de pases y LELIQS. En: http://www.bcra.gov.ar/Pdfs/PoliticaMonetaria/Infopases.pdf (consultado el 15/3/2019)

Mujeres y Economía. Lo que nos deja el 8M


Impresionante movilización por el 8M y el paro internacional de mujeres en varios territorios del mundo.
Resulta un dato muy importante y de proyección mundial la movilización protagonizada por el movimiento de mujeres, que se apoya en una lucha histórica por el reconocimiento de derechos por la igualdad de género con capacidad de intervenir en la transformación de la sociedad y que vale para pensar críticamente nuestro tiempo.
El 8M constituye crecientemente un acontecer que define una nueva subjetividad transformadora en la sociedad contemporánea, en una dinámica alternativa a otros fenómenos contrarios del presente, como la presencia de nuevos autoritarismos legalizados por procesos electorales, evidentes para el caso Bolsonaro en Brasil; Trump en EEUU, o las nuevas derechas europeas; y en ese marco, la deriva represiva y ajustadora del gobierno Macri y sus aliados en la oposición que estimulan políticas de seguridad y defensa de la propiedad y el individualismo por encima de derechos sociales y la seguridad social.
Ambos fenómenos, contradictorios son parte de nuestra realidad. Uno es el avance de las derechas y los autoritarismos, pero también queremos destacar la presencia de novedades sociales que entusiasman en la emergencia de nuevas subjetividades por la transformación social, del cual el feminismo extendido en su masividad permite dinamizar prácticas sociales tradicionales en el movimiento popular, articulando viejas y nuevas contradicciones entre el capital y el trabajo; entre aquel y la naturaleza o contra la sociedad en su conjunto.
No es cuestión de adornar o edulcorar un movimiento que siendo masivo contiene en su seno lecturas y propuestas contradictorias que aun requieren de síntesis que pretendo revolucionarias. En todo caso es para relativizar las convicciones que quieren naturalizar por un tiempo prolongado las opciones por derecha y avizorar que en el presente también existen pretensiones de un futuro diferenciado por ampliación de derechos e igualdad.
Por ello es necesario estudiar el fenómeno de la lucha feminista en la historia, porque ésta es rica en acontecimientos que modificaron la realidad, desde la movilización de las mujeres en Rusia que dieron la voz de inicio para derrocamiento del régimen zarista en febrero de 1917, a las mujeres trabajadoras de Chicago víctimas de la represión y la crueldad empresarial, que evidenciaron al mundo las diferencias de género para hacer visibles las demandas por el reconocimiento específico de un día internacional de las mujeres. Es una historia larga, con debates y contradicciones que merecen ser revindicadas.
En ese recorrido está el aporte local al movimiento global del “ni una menos” y la instalación del Paro Internacional de Mujeres como forma de movilización y organización del 8M, que a esta altura expresa un cruel diagnóstico de la discriminación y el patriarcalismo.
La dinámica anti-patriarcal crece en todo el mundo, con sus contradicciones, por cierto, y desafía a pensar la realidad con perspectiva de género.
Es muy importante como emerge con enorme visibilidad la cuestión de la desigualdad laboral, de ingresos y de oportunidades de las mujeres; una verdadera discriminación que ofende, en el marco del alarmante feminicidio que constatamos recurrentemente.
Si vamos por los ingresos, las mujeres trabajadoras perciben menos recursos y aunque pueda haber un ejemplo en contrario, la norma es que las mujeres perciben menores ingresos que los varones. Si apuntamos al desempleo, las más afectadas son las mujeres trabajadoras y entre la juventud, donde el desempleo es mayor respecto de los y las mayores, se verifica que son más afectadas las jóvenes trabajadoras.
En este sentido señala un documento de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA, que “En Nuestra América, las mujeres destinamos al trabajo no remunerado un promedio de 37 horas semanales, mientras que los varones sólo 13 horas (CEPAL, Observatorio de igualdad de género). De no ser mercantilizado, este trabajo no entra a la formación del valor de la fuerza de trabajo en general, aunque sea esencial para reproducirla. La explotación del trabajo doméstico femenino es esencial a la reproducción capitalista.”[1]
Agregan también que “A la vez, de no ser siempre mercantilizado, el cuidado y el trabajo femenino crean prácticas solidarias y comunitarias que pueden servir como germen para nuevas construcciones societarias en la lucha anticapitalista.” En esta frase anticipan una perspectiva de organización alternativa a la economía cotidiana del lucro.
Señala la SEPLA que “La explotación de las mujeres en la división social del trabajo es a la vez la base para la apropiación patriarcal sobre nuestros cuerpos, también necesaria a la reproducción capitalista y de ella indisociable en el momento presente. Según la CEPAL, 2.795 mujeres fueron asesinadas por ser mujeres en Nuestra América el 2017. Es la región donde ser mujer es más peligroso fuera de una zona de guerra abierta. Según la ONU Mujeres, el 69% de las mujeres de 15 países de la región que manifestaron ya haber sufrido violencia lo fueron por parte de sus parejas. El 47% han sido víctimas de al menos un ataque sexual durante el transcurso de su vida. La situación es peor mientras menor sea el nivel de renta.”
Hay que señalar que el INDEC ha comenzado un seguimiento por ahora parcial, según señala sobre los casos de violencia de género en la Argentina, recogiendo información parcial entre 2013 y 2018.[2] Resulta imprescindible formalizar los estudios y cuantificaciones que den cuenta de la cruel realidad de la discriminación de género en el país y en el mundo. Conocer y fundamentar la realidad resulta imprescindible para modificarla.
Queda claro que el 8M se consolida como un día de lucha contra la explotación, el patriarcado, el racismo y la discriminación y que es un tema que nos atañe a todas y todos, mujeres y hombres.
Reivindicaciones económicas con perspectiva de género
Las reivindicaciones económicas por derechos están largamente contenidas en los documentos que circularon en torno al 8M, los que ponen el foco más allá de las especificidades de género en la política económica en curso, acordada y monitoreada con el FMI y que en esta semana pareció concentrarse en la polaridad contradictoria del dólar y las tasas de intereses pagadas por el BCRA.
Es más, algunos festejaron que la cotización del dólar bajó del jueves pasado al viernes, de $43,5 a $42,20 por unidad de moneda estadounidense, obviando que el saldo es una nueva devaluación que impacta en la disminución de la capacidad de compra de la mayoría empobrecida y en el aumento de los precios. Además, el BCRA llegó a pagar tasas de interés del 59,06% por las leliq (letras de liquidez), un título al que acceden solo entidades financieras que gestionan el mercado especulativo de inversores externos y locales. Sigue el festival del endeudamiento público que hipoteca las cuentas del fisco, agravando las condiciones del ajuste fiscal.
Se trata de una carrera entre la cotización del dólar y el nivel de la tasa de interés de referencia, la que se traslada con valores usurarios a cualquier crédito destinado a ampliar la producción o a satisfacer necesidades personales. El dólar aparece como una de las claves en la estrategia del gobierno para intentar controlar esa variable de alto impacto en la precepción social de la realidad económica. El instrumento de control es la política monetaria restrictiva y la elevación de la tasa de interés, favoreciendo así la dinámica especulativa y recesiva de la economía local.
La cuestión preocupa, porque más allá de la especulación y las cuentas macroeconómicas, la realidad material de la economía se deteriora en el marco de la creciente inflación que ya se proyecta por encima del 30% en las propias consultoras que hacen al Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) de BCRA[3]. Pero también de una recesión que según el REM escala al -1,9% para este año, alejado del -0,5% previsto en el presupuesto aprobado por el Parlamento hace apenas un par de meses.
En ese marco, según el INDEC, la producción industrial argentina anualizada cayó a enero 2019 el -10,8%[4]. Más grave es que automotores cayó -28,2%; Equipos, Aparatos e Instrumentos un -26,3%; Productos metálicos, Máquinas y Equipos un -22,3% y Minerales no metálicos y metales básicos un -16,8%. Destacamos al sector automotor por el peso en la cadena de valor que involucra a muchas medianas y pequeñas empresas proveedoras, además del impacto laboral directo e indirecto que supone sobre autopartes, siderurgia y metalurgia, pero muy especialmente a la producción de medios de producción que es la más afectada por la recesión productiva del sector fabril.
Remitimos a un sector que es estratégico en la producción, aun cuando la población consume de manera directa bienes de consumo, los que requieren previamente de esa generación de medios de producción. Los bienes de consumo también disminuyeron, pero queremos enfatizar la gravedad que reviste el deterioro de la capacidad productiva de las fábricas de medios de producción. Es una cuestión que no solo impacta en mercado interno y el empleo, sino que profundiza la dependencia industrial y productiva de la Argentina.
Además de la caída industrial sobresale en los datos aportados por el INDEC en la baja de la construcción en un 15,7% para los últimos 12 meses.[5]
Por todo ello es que insistimos en que existen problemas estructurales en el proceso de producción y sin perspectivas de resolución por ausencia de inversiones del sector privado o del público.
La estrategia oficial, con complicidad en parte importante de la oposición política se concentra en los intereses de los sectores hegemónicos de la clase dominante, destacando los grandes productores y empresarios de la exportación junto al sector especulativo asociado al mercado financiero mundial.
Desde nuestro lado importa una agenda alternativa para satisfacer las demandas sociales de la mayoría de la población, que necesariamente necesita incluir una perspectiva de género para superar no solo el capitalismo, sino el patriarcalismo.
En ese sentido, la SEPLA demanda que “Hoy día, las mujeres luchamos en todos los espacios de la vida. Luchamos a diario para nutrir y hacer sobrevivir a la humanidad, en momentos de ofensiva burguesa contra la clase trabajadora y profundización capitalista-neoliberal. El rasgo neoconservador necesario a la reconfiguración capitalista profundiza la división sexual del trabajo y la división racial del trabajo.”
Por ello, la SEPLA recupera el 8M y “…se suma a las protestas organizadas por mujeres en todas las regiones de Nuestra América, a la lucha por la legalización del aborto y a la huelga internacional de mujeres. La lucha feminista debe ser anticapitalista. Mujeres y hombres debemos reconocer que la lucha anticapitalista que a diario construimos debe ser antirracista y anti-patriarcal, o no será.”
Una clave para pensar alternativas de orden económico requiere en primer lugar la construcción de una subjetividad consciente para la experiencia de un nuevo orden. En ese sentido, la visibilidad del movimiento del 8M y sus reivindicaciones habilitan a la construcción colectiva de un programa de transformaciones más allá de la coyuntura y que se proyecte con perspectiva de género por la emancipación social.
Buenos Aires, 9 de marzo de 2019


[1] SEPLA: ¡QUE VIVA LA LUCHA DE LAS MUJERES!!! En: https://sepla21.org/comunicado-de-sepla-por-el-8m/ (consultado el 9/3/2019)
[2] INDEC. RUCVM, registro único de casos de violencia contra las mujeres, resultados 2013 – 2018, en https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/rucvm_03_19.pdf (consultado el 9/3/2019)
[3] BCRA. Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/rucvm_03_19.pdf http://www.bcra.gov.ar/PublicacionesEstadisticas/Relevamiento_Expectativas_de_Mercado.asp (consultado el 9/3/2019)
[4] INDEC. Índice de producción industrial manufacturero. Enero de 2019, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipi_manufacturero_03_19.pdf (consultado el 9/3/2019)
[5] INDEC. Indicadores de coyuntura de la actividad de la construcción. Enero de 2019, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/isac_03_19.pdf (consultado el 9/3/2019)

Macri inauguró el año parlamentario


La primera impresión que me surgió escuchando al presidente argentino Mauricio Macri, inaugurando el año parlamentario con su discurso[1], fue que su mensaje estaba dirigido a sus votantes, a su 30% de apoyo electoral, consolidando un voto en la renovación presidencial de octubre próximo, al mismo tiempo que elegía contrastar y confrontar con los gobiernos “kirchneristas” (2003-2015), e incluso más allá, orientando una crítica a la hegemonía política peronista ejercida desde 1945 y por más de 70 años.
Por eso, más allá de cualquier crítica al discurso, su mensaje sugiere un tiempo refundacional para el país, de rumbo liberal y de apertura liberalizadora al mundo. Ello supone un diagnóstico critico al rumbo asumido por el país desde la segunda posguerra e incluso más lejano hacia la salida de la crisis de 1930. Existe una reminiscencia al país oligárquico gestado por la generación del 80 del Siglo XIX, concepción que recoge el espíritu de los economistas, políticos e ideólogos autodefinidos “libertarios”, quienes critican por derecha al propio Macri.
Estos ideólogos de la derecha local sentirán un dejo de satisfacción al escuchar el diagnóstico relativo a las causas de la inflación y la promoción de la pobreza: el gasto y el déficit público. Desde allí emerge la realidad del ajuste permanente y la contracción monetaria de elevadas tasas de interés que genera negocios y ganancias para especuladores y aleja cualquier posibilidad de recuperación productiva con base en créditos.
Desde el diagnóstico crítico contra el kirchnerismo y el peronismo se inscribe la previsible crítica en el discurso presidencial a Nicolás Maduro y a Venezuela, con un reconocimiento explícito a Juan Guaidó, pese al evidente fracaso del nuevo intento golpista en la tierra de Bolívar. Con ello puso de manifiesto la decisión en política exterior del gobierno de Cambiemos por asociarse a EEUU en la edificación de un proyecto reaccionario para la América Latina y el Caribe, asociando al país a la estrategia del “Grupo de Lima”. Un cónclave de líderes reaccionarios para modificar el rumbo discutido en la primera década del siglo en la región, tiempo en el que se ensayaran novedosos mecanismos de integración regional.
Macri se proclamó en su mensaje como líder del proyecto de ajuste y reestructuración reaccionario del país en una perspectiva hacia el 2050, aludiendo a treinta años a futuro. El mensaje se inscribe en una lógica refundacional de la Argentina y como parte de la campaña electoral de renovación presidencial en curso para retener los votos propios y si fuera posible ampliar los consensos. Así, vendríamos de décadas de un proyecto fallido, construido entre 1930 y 1945, causa del fracaso argentino y, por ende, desde 2015 se asiste a un nuevo tiempo de superación de problemas estructurales que requieren de renovados esfuerzos de transformación, aun aceptando la regresividad del balance económico social del 2018.
No hay que subestimar el mensaje presidencial. No es solo una pieza de campaña, ni un conjunto de vaguedades e incluso mentiras sobre la realidad. Se trata de un ensayo a la ofensiva, en condiciones adversas sobre la situación económica que sufren los sectores de menores ingresos y que representa cuantiosas ganancias para muy pocos. En curso está una reestructuración reaccionaria de la sociedad argentina para adecuar al capitalismo local a las mutaciones que en el orden internacional supone la ofensiva del capital contra el Trabajo, la Naturaleza y la Sociedad.
Veníamos bien y se nos cruzó el 2018
La lógica del discurso es que la Argentina venía creciendo y se nos cruzaron problemas ajenos a la propia política del Gobierno.
Señala Macri:
“Cuando empezábamos a crecer y a asomar la cabeza como país tuvimos tres shocks imprevistos: la salida de capitales de mercados emergentes, la sequía que afectó como nunca en cincuenta años al campo argentino y la causa de los cuadernos. Todo nos agarró a mitad de camino porque recién estábamos saliendo, porque no estábamos llegando a ese momento de terminar cambios en los cimientos podridos y descuidados por décadas.”
Según el presidente Macri los problemas de la Argentina se derivan: a) de la situación mundial; b) de los fenómenos naturales y; c) de la corrupción del gobierno anterior. No hay autocrítica sobre la inflación del 47,6% o de la recesión y caída del -2,6% del PBI para el 2018 y sus casi 200.000 puestos de trabajo perdidos.
Esas consecuencias en el tercer año de gobierno proyectan y definen todo el periodo de gobierno entre 2015 y 2019, e incluso nada se menciona en el mensaje inaugural del periodo de sesiones parlamentarias sobre la expansión de la deuda pública, una verdadera hipoteca de unos 150.000 millones de dólares en la Gestión Macri, y el acuerdo con el FMI por 57.000 millones de dólares para inducir un brutal ajuste, acompañado de reaccionarias reformas estructurales, caso de las pretendidas reformas laboral y previsional, no mencionadas en el mensaje. Es que en su ofensiva dialéctica elude toda expresión directa que anime reacciones críticas del movimiento social, caso de los sindicatos, las organizaciones de jubilados o del movimiento popular en su conjunto. El destinatario del mensaje es la sociedad despolitizada, con clara intención de atraerla a un supuesto futuro que los contiene.
La tradición del inicio de sesiones supone un balance de la gestión de gobierno y las líneas principales del accionar futuro e inmediato. La realidad en el mensaje fueron generalidades e imprecaciones relativas al rumbo de la gestión, con formulaciones sobre expectativas al cambio esperado a futuro si se mantiene el rumbo ideológico de la política en curso. Se trató de una épica esperanzadora de un futuro mejor luego de décadas de descalabros, los que explican los propios resultados negativos en materia de inflación, recesión, pobreza o desempleo.
Así, se escamotean los problemas actuales derivados de la inflación y la recesión para señalar que estábamos haciendo bien las cosas y se presentaron fenómenos ajenos a la política oficial, lo que retrasa objetivos como eliminar la pobreza y un crecimiento sostenido para satisfacer demandas de la sociedad. Claro que en evidente disputa del voto se enuncia el anticipo de la actualización del 46% de los ingresos de la Asignación Universal por Hijo (AUH) que afecta a 4 millones de personas. Sin mencionar el impacto de la política oficial se reconoce el atraso de los ingresos de buena parte de la sociedad empobrecida.
Claro que no faltó la invocación a soluciones futuras derivadas de la explotación del yacimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, como apuesta a la producción energética para vender en el mundo sobre la base de inversores externos que ya pueblan el territorio con sus métodos destructivos de los bienes comunes. En el mismo sentido se aludió al turismo y al transporte aéreo de bajo costo, ámbito de cuantiosas ganancias para operadores transnacionales. Energía, agro-negocios, turismo y finanzas son reiterados como ámbito de construcción del orden económico hegemónico
Política más allá de la economía
El discurso presidencial enuncia que la disputa del consenso recorre un sendero más allá de la cuestión económica y se centra en dimensiones políticas, como la seguridad individual y de la propiedad privada, la corrupción de la oposición y la inserción subordinada con el poder mundial, puesto de manifiesto en sus diálogos con los líderes del mundo capitalista consagrado en la cumbre porteña del G20.
Por eso las menciones a trabajo futuro en ordenamiento penal o legislación de baja de la edad punible a los 15 años con argumentos falaces de preocupación por los menores. Todo dicho cuando existe complicidad estatal contra la pasividad ante la violación de niñas menores. Una ratificación del rumbo de la Justicia en función del orden esperado a favor de la ganancia y la dominación capitalista.
Ese es el sentido de las denuncias de la corrupción, fomentando una crítica a la política de los demás, poniendo al oficialismo no solo fuera de la política corrupta, sino de la propia dimensión política. Es una jugada funcional a tiempos asociados a la despolitización o desinterés en una política de programas, de partidos políticos con proyectos, tradición y convicciones por transformar la realidad.
La seguridad y el papel de las fuerzas de seguridad y defensa es jerarquizado en el mensaje presidencial, en una clara definición que escamotea el impacto regresivo de una economía que resulta en peores condiciones de vida de la sociedad. Se trata de la fundamentación de la represión asociada a la demanda de la sociedad y en contra del movimiento social organizado políticamente por sus reivindicaciones democráticas.
El intento apunta a mostrar otra dimensión de la pobreza y destacar, más allá de los indicadores oficiales del INDEC, supuestas mejoras derivadas de obras de infraestructura en materia de saneamiento, ejemplificado con relatos individualizados y sin corroborar con estudios fundados. Al tiempo que destaca al INDEC, sugiere cambios metodológicos que encubran el dato lacerante del creciente empobrecimiento de nuestra sociedad.
Puede calificarse el discurso en el marco de las “fake news” o noticias falsas, sin embargo, mejor me parece sugerir que se asienta en una estrategia electoral para asegurar la continuidad de un proyecto político que remite a la tradición del centenario (1910), de la Argentina floreciente económicamente para el poder, con estado de sitio, represión y miseria extendida para los de abajo. Es la situación ideal que recorre el argumento de los ideólogos difundidos en los medios de comunicación hegemónicos.
Si esto es así, se agiganta el desafío de construir la subjetividad consciente necesaria, no solo para confrontar la ofensiva del macrismo, el oficialismo y la oposición cómplice en estos momentos, sino para construir nuevos rumbos de un imaginario con sentido alternativo sobre el orden económico, político y social. Solo una mayoría social movilizada y organizada podrá revertir la iniciativa política reaccionaria que pretende un nuevo periodo de gestión presidencial. Impedirlo es el imperativo del momento, al tiempo que se gestan condiciones de ir más allá de la crítica a la hegemonía capitalista actual y proponerse la construcción de un imaginario socio político y económico más allá del régimen de explotación y saqueo que devuelve el orden capitalista.
Buenos Aires, 2 de marzo de 2019


[1] El presidente Mauricio Macri inauguró el 137° período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. En: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/44899-el-presidente-mauricio-macri-inauguro-el-137-periodo-de-sesiones-ordinarias-del-congreso-nacional (consultado el 2/3/2019)