Medio ambiente y capitalismo


Las masivas movilizaciones mundiales en defensa del clima y el medio ambienten evidencian la preocupación social sobre el deterioro del planeta y las condiciones de la vida. Aun cuando se indica el accionar del ser humano para esta depredación de la naturaleza, no se enfatiza lo suficiente en la responsabilidad del modelo productivo del capitalismo. Las protestas debieran concentrarse más en este aspecto esencial que en el fenoménico del impacto ambiental. El responsable del cambio climático es el modo de producción capitalista.
No alcanza con consumir menos, cuidar los cursos de agua, los bosques, los glaciares o la naturaleza en su conjunto, si al mismo tiempo no se atacan las causas que están en las formas de la producción capitalista, asentada por siglos en la explotación de la fuerza de trabajo y la depredación de la naturaleza. El trabajo es el padre de la riqueza, y la tierra la madre, sostenían los clásicos de la Economía Política, una disciplina científica que surgió para fundamentar el moderno modo de producción capitalista.
Por eso la necesidad de criticar al capitalismo, no solo sus efectos. El diagnóstico es fundamental para encarar procesos realistas de solución. De lo contrario, solo deambularemos por senderos marginales que no conducen a resolver el problema. Una vez identificado el problema es que se puede pensar en modificar la realidad, la que no puede hacerse de inmediato, ya que requiere de un complejo proceso social que incluye la asunción de la conciencia colectiva sobre lo que está provocando el problema y los modos de operar para su modificación.
Ese camino de la transición del orden capitalista actual hacia otro modo de producir y distribuir es lo que se discute desde la emergencia de la crítica de la economía política y las variadas experiencias de revolución social desde el Siglo XIX hasta el presente, con mucho de ensayo y error, renovado especialmente desde los procesos de cambio en Nuestramérica de los años recientes. Es un proceso no agotado, en desarrollo y que explica las confrontaciones y debates en curso en nuestros países.
Voces en Nuestramérica
Por eso resulta interesante recoger las voces pronunciadas desde nuestros territorios. Sostuvo en la ONU Evo Morales: “No podemos mantener el silencio cómplice frente a la catástrofe a escala planetaria que se avecina y tampoco podemos hablar de prudencia cuando estamos en el umbral de la destrucción asegurada. El capitalismo ha fomentado, ha introducido y ha impulsado en los últimos dos siglos la fórmula más salvaje y destructiva de nuestra especie, convirtiendo todo en mercancía para beneficio de unos cuantos”[1]
Adicionó en la misma intervención: “La madre tierra está acercándose peligrosamente al crepúsculo de su ciclo vital, cuya causa estructural y responsabilidad corresponde al sistema capitalista. Este sistema ha desencadenado a gran velocidad una fuerza arrolladora y destructiva a nombre de la libertad de mercado, de libre competencia y los derechos humanos”
Hay quienes critican al gobernante de Bolivia por la explotación de los hidrocarburos y otras formas del modelo económico boliviano que favorece la apropiación estatal de rentas para generar un proceso de distribución primaria y secundaria que atiende inmediatas e imperiosas necesidades sociales. ¿Acaso pretenden los críticos negar el diagnóstico formulado induciendo políticas de miseria para el conjunto empobrecido de la sociedad?
Lo que no se entiende es el propio proceso de transición en Bolivia, que incluye los límites de la dependencia y la urgencia de atender necesidades básicas imperiosas de la población más empobrecida. Al tiempo que se critica al orden capitalista mundial, se atienden las imperiosas necesidades de la población y se ensayan formas de la transición, inexploradas hasta ahora en la sociedad que confronta al régimen del capital.
El tema no es nuevo en los dos sentidos, sea la denuncia del capitalismo y las formas de resolver las necesidades de los sectores menos favorecidos por el orden del capital.
Vale recordar en ese sentido la intervención de Fidel Castro en la cumbre de la tierra en 1992 en Río de Janeiro, en cuyo inicio sentenció: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.”
En la brevísima alocución señaló: “Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.”
Refiriéndose al que hacer sostenía: “La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente.”
Agregaba: “Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.”[2]
Al tiempo que criticaba al capitalismo como forma hegemónica en el sistema mundial, en momentos que había desaparecido la bipolaridad, el jefe de la revolución cubana señalaba las dificultades de los países dependientes y atrasados para encontrar sus caminos de solución en confrontación con la lógica dominante.
La discusión sobre la transición no supone un rumbo sin contradicciones y son las que recogen ambas intervenciones mediadas por casi tres décadas de pronunciadas y que fueron transitadas con experiencias que aun animan el debate contra el orden capitalista.
Actualidad del debate
Es un tema actual y trascendente, porque la responsabilidad está en la hegemonía del capitalismo mundial y aún cuando se aprueben protocolos internacionales, que además EEUU no suscribe, resulta imposible resolver el tema.
No alcanza con discursos o protocolos de denuncia, sino acontece una dinámica social de organización y movilización contra las causas del calentamiento global y el cambio climático. No hay forma de mitigar el efecto devastador mientras subsista el régimen del capital.
Se impone la discusión por el cambio de las relaciones sociales de producción y su efecto depredador sobre la naturaleza, que incluye en su seno a la especia humana. Se trata de un tema sustantivo para Nuestra América, en tanto territorio históricamente condenado a la provisión de materias primas y “recursos naturales”, que, si visibilizáramos como “bienes comunes” de la actual y futuras generaciones, a otras conclusiones se arribarían.
El tema viene de la conquista y colonización, agudizado en años recientes con la suba de los precios de las materias primas, aun con el retroceso actual, donde se recicla el papel subordinado de la región por vía del deterioro secular de los términos de intercambio en el sistema de relaciones internacionales.
Nuestros países generan riqueza y excedente económico vía explotación de estos bienes comunes en beneficio de la reproducción del gran capital transnacional que define el ciclo económico, es decir, la producción, la distribución, el cambio y el consumo. Remito al petróleo, al gas, al cobre, al agua, a la tierra, al oro, al litio, a la biodevresidad, o a diversos materiales que se acumulan en nuestro suelo.
Resulta imprescindible enfatizar en que los “recursos naturales” son bienes comunes, que pertenecen a la humanidad, pero que, al estar asentados en nuestros territorios, la soberanía en su cuidado y gestión es imprescindible, lo que demanda una mirada local, sí, pero sobre todo regional, de una respuesta conjunta e integrada.
Claro que eso suena como una anomalía ante la preeminencia del discurso y las políticas liberalizadoras en la región. Se puede observar a Bolivia en el sostenimiento de un proceso soberano, rodeado por procesos liberalizadores de sus vecinos: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú.
Es una cuestión para discutir en tiempos electorales en Bolivia el próximo 20/10, y en Argentina y Uruguay una semana después, el 27/10; aún más allá de procesos eleccionarios en el destino de la región, gobierne quien gobierne. El modelo productivo asentado en el agro negocios, la mega minería, la explotación de hidrocarburos no convencionales (Argentina), e incluso la industrialización dependiente y los mecanismos de especulación que incluye el fuerte endeudamiento, caso argentino especialmente, exige la discusión sobre la continuidad o no de ese modelo y las posibilidades para intentar cambios y en lo posible, procesos de transición que confronten con el orden capitalista.
Por eso no se trata de una cuestión ambiental lo que está en debate, sino las formas de producir, distribuir, intercambiar y consumir. Cambiar el modelo productivo resulta imprescindible. Es algo que debe encararse como proceso regional.
No alcanza con definiciones nacionales, aunque son imprescindibles. Se requiere la superación de los condicionantes que impone la dependencia de las transnacionales, de los organismos internacionales y de una lógica discursiva hegemónica del pensamiento en Política Económica, relativo a que lo único que se puede hacer deviene de la liberalización de la economía, del libre mercado y la libre competencia, falacia en tiempo de dominación monopolista.
La respuesta es la soberanía nacional y la integración regional, para la crítica al capitalismo como única forma de confrontar contra los efectos del cambio climático y el calentamiento global. En defensa del medio ambiente se impone el cambio del modelo productivo y ensayar los caminos concretos de la transición hacia sociedades que en el centro de sus objetivos se encuentre la defensa de la vida humana y natural.
Tarija, 28 de septiembre de 2019


[1] Naciones unidas Bolivia. Evo Morales plantea en la COP21 eliminar el capitalismo para salvar a la tierra. En: http://www.nu.org.bo/noticias/naciones-unidas-en-linea/evo-morales-plantea-en-la-cop21-eliminar-el-capitalismo-para-salvar-a-la-tierra/
[2] CUBADEBATE. Discurso de Fidel Castro en Conferencia ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1992, en: http://www.cubadebate.cu/opinion/1992/06/12/discurso-de-fidel-castro-en-conferencia-onu-sobre-medio-ambiente-y-desarrollo-1992/#.XY9Z40ZKjIU

La economía golpea a muchos que hoy demandan urgentes cambios


La tasa de desempleo en la Argentina ascendió al 10,6% y la de subocupación al 13,1% para el II° trimestre del 2019, según el INDEC[1].
Hace un año eran del 9,6% y del 11,2% respectivamente. Así, son más los afectados en la evolución de una política económica que agrede a los sectores de menores ingresos de la población.
Sin duda, se agravó la situación del desempleo y el subempleo, como lógica derivada de la recesión de la economía local. En efecto, las estadísticas oficiales señalan que el Producto Interno Bruto acumula en el año 2019 una caída del -2,5% respecto a similar periodo de hace un año[2].
La proyección para todo el 2019 oscilará entre ese -2,5% y un mayor deterioro, afectando la potencialidad de la recuperación del producto y del ingreso.
Resulta lógico asociar la situación recesiva de la producción local con el crecimiento del problema del empleo, al que debe adicionarse una reiterada agudización de la forma irregular de contratación de trabajadoras y trabajadores que transforma en estructural la “precariedad” laboral, que sobre pasa al tercio de la población trabajadora.
Ahora lo “normal” pasa a ser la irregularidad en las formas de contratación, lo que desafía al movimiento sindical y social para ofrecer nuevas formas de agrupamiento en la defensa de los intereses y necesidades de los afectados, más allá de cualquier actitud de protección de los derechos laborales vulnerados.
Ya no se trata solo de defender derechos, sino de agrupar a un gran sector de trabajadoras y trabajadores que se integran en los ámbitos laborales sin derechos ni agremiaciones que los defiendan individual y colectivamente.
Hemos dicho en anteriores ocasiones que esta situación o modalidad del empleo pasa a ser una tendencia mundial del orden capitalista, que se asocia a las nuevas formas que asume el régimen del capital en su búsqueda de renovar la dominación del capital sobre el trabajo, asunto esencial para reproducir los mecanismos de la explotación de la fuerza de trabajo, eje sustantivo de la generación de excedente económico.
La tradición de lucha y organización del movimiento obrero y popular impidió hasta ahora acelerar los tiempos de cumplimiento de los objetivos del gran capital para profundizar la subordinación de los trabajadores y las trabajadoras, pero la realidad impone rediseñar estrategias novedosas, de organización y lucha, para impedir la consolidación y avance de la estrategia de la dominación capitalista.
Cambios estructurales en el orden capitalista
Los cambios en la situación laboral y económica, afectan la aspiración de continuidad en un nuevo periodo del gobierno de Mauricio Macri, pero construyen un nuevo cimiento de las relaciones de explotación en el capitalismo local, que condiciona la relación entre el capital y el trabajo bajo cualquier administración de gobierno.
Son mutaciones largamente buscadas ante el agotamiento de las políticas de industrialización sustitutiva de importaciones, dependientes, construidas por más de medio siglo entre 1910 y 1970.
Estos cambios económicos son los que generaron nuevos reordenamientos en el bloque de poder, bajo nuevas identidades políticas de representación social para la disputa en la apropiación del excedente, de parte de una burguesía industrial local que aspiró a ser socia, del capital externo y de los terratenientes, en los mecanismos de distribución de la renta socialmente generada.
Radicales y peronistas se transforman en las nuevas identidades mayoritarias de la política local, habilitando políticas orientadas al mercado interno para satisfacer aspiraciones de una más compleja y dilatada organización social. Es lo que sedimenta en la memoria histórica el irigoyenismo y el peronismo.
En esta dinámica es que debe entenderse el proceso de elevada inflación que reconoce la Argentina en este largo periodo de casi un siglo. Con el nuevo orden y política se habilitó la disputa del poder, que no es solo de tipo político, sino esencialmente de apropiación del excedente económico, lo que se materializa vía precios.
Son los precios el mecanismo de distribución del excedente en una economía monetaria y mercantil. Es expresión de la hegemonía económica y política.
¿Influye la política monetaria, vía creación de dinero, en la aceleración de los precios y la inflación, tal como sostienen insistentemente desde la ortodoxia monetarista? Sí, pero la inflación es en primera instancia una disputa de poder por el ingreso y la riqueza.
El viejo orden oligárquico de inserción exportadora en el sistema mundial hegemónico, vigente entre 1860/80 y 1920/30, retomó sus aspiraciones desde los 70 del siglo pasado, reorientando el proceso industrial bajo su mando en la forma del agro negocio (soja y transgénicos; cerealeras y oleaginosas; transnacionales de la alimentación y la biotecnología) y adicionando perspectivas productivas extractivas en mega minería a cielo abierto; gas y petróleo no convencionales.
Se consuma así un orden capitalista que demanda baja de los salarios, las jubilaciones e incluso de la política social, la que se ha transformado en masiva, aun cuando apenas reproduce la miseria y estrechez de la vida cotidiana de millones de familias. Por eso no debe sorprender en la coyuntura la anulación del congelamiento de los combustibles, con el aumento de las naftas que celebran las petroleras y que afecta vía aumentos de precios a la mayoría de la sociedad.
Condicionalidad del presente y del futuro
Muchos señalan la incongruencia del FMI al otorgar un préstamo excesivo e imposible de devolución a la Argentina. Es un error de análisis simplista de la función de un organismo financiero como el Fondo. Este no cumple una función bancaria, de intermediación entre la oferta y la demanda de dinero, sino y esencialmente es un instrumento del poder económico mundial, hoy asociado al disputado poder de EEUU.
El papel del FMI y el acuerdo celebrado con el gobierno Macri convive con el propósito de adecuar al capitalismo local a la demanda del capital más concentrado por reducir el costo de producción, especialmente el laboral, en un país con tanta autodefensa del movimiento sindical, social y popular. Por ello es que en contrato suscripto figuran las reformas laborales y previsionales, con el sentido de disminuir derechos históricamente consagrados a favor de las trabajadoras y los trabajadores.
Con ello, podemos entender el marco y el contexto para que el gobierno argentino incumpla los acuerdos con el FMI y ahora flexibilice las pautas monetarias y emita por encima de los comprometido oportunamente de “cero emisiones” de moneda. Tienen que llegar al final del mandato y para eso hay que emitir, aun cuando su religión monetarista y liberal, como la letra con el Fondo, les indique lo contrario. Son pragmáticos del gobierno y el poder. Tienen que terminar el mandato en diciembre próximo, y ceder su lugar, transitoriamente, para intentar volver al gobierno más adelante, pero con el piso de cambios a consolidar en tramos y etapas no lineales de expresión del poder capitalista.
Incumplen el acuerdo con el FMI, al tiempo que destacan los deberes realizados en materia de ajuste fiscal, con superávit primario de 13.764 millones de pesos para agosto del 2019 y un déficit financiero de -14.798 millones de pesos, poniendo de manifiesto que el privilegio de la política fiscal en el gobierno Macri son los acreedores externos. A éstos, se les cumplen rigurosamente las cancelaciones de los intereses de la deuda pública acrecentada. Ocurre algo totalmente contrario con los estatales de Chubut, quienes cobran sus ingresos de manera atrasada y sin las actualizaciones de una inflación incontenida.
No debe sorprender entonces que continúe la incertidumbre de la cotización del dólar, ahora con ofertas variadas de tipos de cambio, incluso operaciones ilegales (dólar blue), junto a elevadísimas tasas de interés para sostener las condiciones de especulación. Son negocios para unos pocos sectores de la economía, asociados al poder de apropiación del excedente que resulta de la lógica del poder local. Son los mismos que pretenden, junto al poder mundial, condicionar las formas de organización de la producción en el país para continuar concentrando la riqueza y el ingreso.
La larga tradición de organización socio política de la Argentina es la que ha puesto límites a esta estrategia del poder, y es la reserva moral para pensar en la emergencia de nuevas formas de pensamiento y acción para contrarrestar la dinámica del poder y construir nuevos desafíos para el proyecto y la imaginación por la emancipación social.
Buenos Aires, 22 de septiembre de 2019

El capitalismo no está en la discusión y solo aparece la dimensión de lo posible en su seno


En variados debates mediáticos y presenciales en los que participo se analizan propuestas sobre lo que habría que hacer en materia económica, en el país, la región o en el mundo, con un límite estructural e ideológico importante que remite al qué hacer en el marco del capitalismo. Es inimaginable en el sentido común intelectual y profesional pensar en ir más allá y en contra del capitalismo. No existe, en general, el imaginario intelectual de superación del orden capitalista, lo que constituye un freno para pensar y proponer un orden alternativo, o como procesar un rumbo de transición del capitalismo hacia otro orden social productivo, lo que supone otras formas de distribución, cambio y consumo social.
Parece una utopía, un “no lugar”, el ir más allá y en contra del régimen del capital. Algunos sostienen que el problema es el capitalismo “financiarizado” y que lo óptimo resultaría retomar un rumbo de capitalismo “productivo”, como si la generación de excedentes no fuera producida por la explotación de la fuerza de trabajo en el proceso de producción. Que ese excedente se apropie principalmente por mecanismos financieros especulativos no niega la esencia de la explotación. La distribución opera en la circulación, por lo que, aquello que se produce en la esfera de la producción se termina realizado en la esfera de la circulación. Por ende, no puede escindirse producción de circulación, son un par dialéctico.
Hay quienes sostienen que el problema reside en que no hay propuesta productiva o industrial, por ejemplo, en el gobierno de la derecha de Mauricio Macri en Argentina, que solo remite a un proyecto de especulación y “financiarización” de la economía. Algunos lo extienden como diagnóstico a lo que ocurre en el ámbito mundial y por eso las propuestas se limitan a la industrialización, como si pudiera pensarse en términos de independencia y desvinculación de cadenas mundiales de producción. La elevada deuda pública y la fuga de capitales que acontece en la Argentina avalaría la teoría. Como si no fuera productivo, incluso competitivo mundialmente, el complejo del agro negocio asentado en la soja, el maíz y otros cultivos, con sus derivados agro industriales de harinas, aceites y producción de agro energía; la manufacturación de alimentos cárnicos, lácteos, etc. Lo mismo ocurre con la producción mega minera a cielo abierta; la producción petrolera, especialmente relativa a hidrocarburos no convencionales (Vaca Muerta), o los complejos exportadores de corte industrial, caso de la industria automotriz y otros asociados a la exportación y la inserción internacional subordinada.
Más allá de los discursos o los saberes profesionales de los gobernantes, o los balances macroeconómicos de los países, el excedente que sigue generándose es producto de la explotación de la fuerza de trabajo, y que se apropia por mecanismos diversos de transformación de la plusvalía en formas transfiguradas de la ganancia, sea renta, beneficio empresario, interés bancario o cualquiera de las formas que asuma la expropiación del trabajo social. Es un diagnóstico a generalizar entre trabajadoras, trabajadores y sus organizaciones sociales y sindicales.
La restringida condición de posibilidad
Existe un consenso sobre el condicionante de lo posible, que remite al orden capitalista, y más precisamente a un capitalismo productivo a contramano del financiero. La fundamentación alude al fracaso del socialismo, como si esa formulación sustentada en fallidas experiencias, caso del “socialismo realmente existente en el Este de Europa” validara el éxito del capitalismo.
¿Es acaso un éxito la desigualdad económica y social avalada por diversidad de organismos nacionales, regionales o mundiales y con ello la magnitud de la pobreza, la indigencia y la marginación social de millones?
¿Resulta un éxito la depredación de la naturaleza, derivada del modelo productivo capitalista extendido? Solo hay que pensar en los recientes incendios del Amazonas, las continuas sequías o inundaciones, entre muchas calamidades de destrucción del hábitat y la vida.
¿Puede considerarse un éxito la expansión del delito económico asentado en la venta de drogas, armas, la trata de personas o la especulación multiplicada con políticas públicas, de Estados que intervienen a favor de la ganancia, la acumulación de capitales y la dominación capitalista?
Las respuestas son en general de crítica al orden existente, es cierto, pero que termina justificándose en el: “es lo que hay”. Se transforma así en el límite civilizatorio aceptado desde el “sentido común” que instalan los mecanismos de acción ideológica en múltiples medios y redes sociales. Solo queda reformar al capitalismo, establecer límites a la apropiación del excedente y encontrar paliativos en la distribución del excedente.
El problema es que el capitalismo se organiza desde la relación de explotación, de la relación entre el trabajo y el capital. Esa relación predetermina el punto de partida en la inversión como el dinamizador de la actividad económica, y no en el trabajo como creador de riqueza. Es desde esa relación que el capital subsume a la naturaleza y la explota y depreda, tanto como subsume a la población vía el consumo inducido, incluso superfluo con mecanismos como la obsolescencia programada o la publicidad.
Se razona que a partir de la inversión surge la capacidad de producir y reproducir la actividad económica, desplazando al trabajo como fuente del valor y del plusvalor. El inversor capitalista resulta así imprescindible, sea el inversor Estado o el inversor privado. Desde ese punto de partida, toda la lógica argumental parte de conseguir inversores, y los actores se limitan al Estado o al sector privado, cuyo sector más dinámico está altamente concentrado y transnacionalizado, por lo que la apuesta remite a la búsqueda de inversores internacionales.
La opción estatal aparece restringida al capital estatal acumulado en algunos territorios, caso de China en la coyuntura actual, o a la capacidad de emisión de moneda local, fenómeno restringido a ciertas circunstancias.
Resulta un callejón sin salida la opción de la emisión monetaria, por las restricciones de los Estados nacionales sin capacidad de licuar regional o mundialmente su posibilidad de emisión monetaria, como si puede hacerlo EEUU con el dólar, u otros Estados nacionales que internacionalizan sus monedas locales. El caso de China es interesante en ese sentido, acrecentando en estos años los esfuerzos por imponer el carácter mundial del yuan, o como promovió, con ciertos límites Europa con el euro.
Los ejemplos de “modelos” a copiar son tentadores, pero se omiten las especificidades nacionales que permiten ciertas coyunturas. El caso de Portugal es sintomático, ya que el repunte de la economía no es solo luego del ajuste de la derecha hasta 2015, sino la realidad de un gobierno socialdemócrata con apoyo de izquierda desde afuera del gobierno y control movilizado del movimiento obrero clasista. Es una ecuación política que podría cambiar en las próximas elecciones nacionales y si el gobierno puede desprenderse del apoyo crítico y movilizado desde la izquierda. No hay modelos sino mecanismos de intervención política donde lo que define es la presión social organizada y movilizada.
Pensar la transición para construir alternativamente
Actuar desde la transición para una producción y circulación alternativa supone retomar el punto de partida de la hipótesis de la Economía Política, en tanto es el trabajo el creador de valor, claro que desplegado con el desarrollo teórico desarrollado por Marx con la “crítica” de la Economía Política al sustentar el origen del excedente económico en la explotación de la fuerza de trabajo.
Dicen los clásicos que el capital es trabajo acumulado, por lo que el inversor de inicio de la lógica productiva actualmente aceptada tiene en origen al trabajo, a la subordinación (subsunción) del trabajo en el capital.
Así, desde el trabajo organizado socialmente es que pueden pensarse alternativas, lo que supone el cambio de la lógica productiva. No se trata de buscar inversores, sino de organizar solidariamente el trabajo social para producir, distribuir, intercambiar y consumir.
Claro que lo primero a realizar supone desmontar el actual modelo productivo, lo que requiere de un periodo de transición, ya que no puede desarmarse el mecanismo de la noche a la mañana.
En Bolivia se alude a la transición del modelo neoliberal (1985-2005) al del Vivir Bien en desarrollo desde el acceso al gobierno de Evo Morales en 2006, explicitado en la Constitución reformada del 2009. El camino fue la instalación de una lógica de Economía Plural plasmada en la Constitución, lo que incluye a la economía privada, la estatal, la cooperativa y la comunitaria. El privilegio por 13 años entre 2006 y 2019 pasó por consolidar el sector estatal de ese Estado plurinacional en transición. El ejemplo boliviano es útil por el efecto demostración regional que supone ser el país de mayor crecimiento en los últimos años, más allá de críticas fundados en la continuidad de un modelo productivo que puede contradecir postulados del Vivir Bien, pero que hace a los límites del subdesarrollo, el atraso y la ausencia de autónomos desarrollos tecnológicos y científicos que aseguren la viabilidad de otro modelo productivo, de distribución, intercambio y consumo.
Para el caso de la Argentina pasa en primer lugar por desarmar el condicionante del acuerdo con el FMI. No se trata de renegociar, sino de auditar vieja y nueva deuda, responsabilizando a personajes de afuera y de adentro en la organización de esta hipoteca imposible de pagar sin el deterioro consecuente y reiterado de la calidad de vida de la población. No se debe pagar ni renegociar sin antes auditar. Al mismo tiempo, se requiere un amplio acuerdo político para debatir la transición del orden actual a otro basado en la satisfacción de las necesidades populares, que incluya los programas construidos por el movimiento popular en reiteradas luchas por sus reivindicaciones. Resulta necesario discutir el punto de partida y de llegada de cualquier pacto o acuerdo social. ¿Desde dónde se parte y adonde se pretende llegar? Responder el interrogante supone evidenciar las correlaciones de fuerzas existentes.
Solo a modo de ejemplo, veamos como en estos días se aprobó la media sanción de la emergencia alimentaria con un costo estimado por 8.000 millones de pesos, al tiempo que se canceló deuda por más de 7.000 millones de pesos, unos 120 millones de dólares, con un núcleo reducido de empresas de energía, cuyos titulares son amigos directos del presidente, caso de Pampa Energía de Marcelo Mindlin, o Central Puerto de Nicolás Caputo. Para el primer caso fue necesaria una amplia movilización social, iniciativas políticas legislativas y un amplio debate mediático. Para la segunda bastó un simple acto administrativo negociado a puertas cerradas y sin difusión suficiente.
¿Cuál es y será la prioridad en la Argentina, la emergencia alimentaria o los subsidios a las petroleras y energéticas, entre otros grupos empresarios favorecidos? ¿Es prioridad la deuda con el FMI y otros acreedores o la que existe en derechos no resueltos del conjunto social? ¿Las propuestas a futuro priorizan la rentabilidad y competitividad del capital o la satisfacción de necesidades ampliadas de la mayoría empobrecida de la población? Son interrogantes para animar la discusión política y económica en tiempos electorales.
Buenos Aires, 14 de septiembre de 2019

Reformas en debate


Hace tiempo que los sectores hegemónicos de la economía y la política claman por la REFORMA laboral, o la previsional, o incluso una tributaria, ya que argumentan sobre esta última que la presión fiscal es muy elevada para el sector inversor y, por ende, dicen, se desestimulan las inversiones, y que curioso, es el mismo argumento para modificar la legislación laboral y previsional.
Respecto de los impuestos, nada explican con relación a la merma de ingresos impositivos y con qué recursos ellos serán reemplazados para sustentar las necesidades presupuestarias y satisfacer derechos consagrados. En rigor, ocultan que, a menor recaudación, la lógica inmediata supone la reducción del gasto público. Dan por sentado que hay que achicar el Estado, es lo que les gusta decir y escuchar, y ojo con que alguien venga con alguna idea diferente.
Claro que podemos imaginar qué tipo de gasto público es el que se apunta para la reducción. Recordemos que es gasto el pago de intereses de la deuda pública, tanto como los salarios abonados por el Estado. Son gastos los subsidios a las empresas, como la afectación de recursos al derecho a la salud o a la educación.
¿Cuáles gastos se recortarían en caso de disminuir la presión impositiva o al reducir la percepción de tributos? Seguro no serán los intereses de la impagable deuda ni los subsidios a los empresarios. Ni siquiera hablamos del carácter regresivo del régimen tributario, en general asentado en impuestos al consumo que afectan a los sectores de menores ingresos de una manera más que proporcional al efecto sobre personas de altos ingresos.
En ese sentido, ni hablar de la aplicación del impuesto a las ganancias a los asalariados, que por definición no perciben ganancias, sino que el salario es la remuneración por la venta de la fuerza de trabajo. La ganancia es la retribución al factor productivo “capital”, es decir, al propietario de los medios de producción. Esas precisiones se omiten a la hora de la discusión.
Reformas
Está legitimado el discurso de la REFORMA, insistamos, laboral, previsional o tributaria. Basta que alguien discuta la necesidad de otras dimensiones de la reforma para que les caigan encima con infinidad de improperios y descalificaciones.
Hace poco, Juan Grabois, dirigente político y social, sostuvo la demanda por la “reforma agraria”, como mecanismo para atender la emergencia alimentaria existente en el país. Del mismo modo, en otros ámbitos del movimiento territorial popular se reclama por una “reforma urbana”, al servicio de las necesidades de vivienda popular, familiar, y en defensa del hábitat en contra del negocio inmobiliario y la especulación.
La agresividad de la respuesta gubernamental y del poder territorial a Grabois no se hizo esperar. No solo del sector agrario (Sociedad Rural Argentina, SRA), sino también industrial, es decir, los dueños más concentrados del poder económico en la Argentina.
El Ministro de agricultura y antes presidente de la SRA, Luis Etchevehere le contestó descalificadoramente y en defensa de la propiedad privada. Se produjo un debate interesante en las redes sociales, pero sin síntesis posible, entre los defensores de la propiedad privada (con voz ampliada en los principales medios de comunicación) y quienes sustentan variantes de reforma agraria.
Los argumentos anticomunistas brotaron a flor de piel para defender el modelo del agro negocio en curso, en tanto mecanismo de atracción de divisas en la coyuntura, las que se apropian privadamente. Nada por cierto sobre los “pueblos fumigados” o los cambios culturales en el modo de vida cotidiano por el despoblamiento rural que conlleva las nuevas formas de producción bajo dominio de las transnacionales de la alimentación y la biogenética.
El titular de la Fiat Chrysler Argentina (FCA), Cristiano Ratazzi descalificó la propuesta por decirse desde un lugar “lejano al poder”, o sea impensable e irrealizable. Habrá que hacerle caso y acumular más poder popular para hacer efectivas reformas en el sentido que demanda la sociedad excluida y explotada.
No se concibe la realidad si no es desde la propiedad privada y el orden capitalista. Señalan que esas ideas “comunistas” atrasan, que eso fracasó, como si el capitalismo fuera un “éxito”, o incluso las ideas liberales no fueran más antiguas que el ideario marxista. El ideario clásico sustentado en escuelas de pensamiento anteriores, datan del Siglo XVII y XVIII, y los neo-clásicos son contemporáneos a la “crítica de la economía política” formulada por Carlos Marx.
¿Qué dirán si la propuesta fuera una reforma financiera? Una reforma que termine con el régimen financiero inaugurado en 1977 y vigente en el presente con la Ley de Entidades Financiera impulsada por Martínez de Hoz en tiempos de la genocida dictadura. Una medida “revolucionaria”, la más revolucionara dijo el terrateniente devenido en Ministro de la Dictadura y homenajeado en un salón de la SRA en Palermo.
No solo hay que modificar la legislación, sino la política financiera, la de las tasas actuales al 85%, o todos los mecanismos de la especulación en curso, que no es nueva y remite a una cultura de especulación sembrada en los 70´, abonada en los 90´ y recreada con fuerza en el cuatrienio macrista.
En rigor, la dimensión de la reforma financiera remite al crucial problema del endeudamiento público y el acuerdo con el FMI. Algunos hablan de renegociar y es bueno interrogarse sobre las posibilidades de rechazar el acuerdo con el Fondo, exigiendo una investigación en profundidad sobre la deuda en su conjunto, la nueva desde fines del 2015, pero también la histórica desde mediados de 1975.
¿Por qué habrá que dejar sentada la legalidad de un acuerdo que no contempla ni las formas del organismo internacional, ni respeta las normas bancarias relativas a no exponer a una entidad de préstamos ante un acreedor con imposibilidad de cancelación de deudas?
Reivindicar las reformas con perspectivas de revolución
Dirán que atrasamos quienes sustentamos ese punto de vista por “otras reformas”, y los críticos aconsejarán desmentir y/o alejarse de estas posiciones a quienes disputan el gobierno, ya que no pueden sostener a los actuales “liberales” y, por ende, pretenden disciplinar al gobierno por llegar. Quieren dictarle el cómo pensar y cuáles son los límites de las reformas posibles o funcionales al poder.
Es triste que algunos convencidos del cambio de gobierno, no los que abandonan el barco (esos son oportunistas), clamen en el mismo sentido y descrean de las viejas reformas: la universitaria, la agraria, entre otras muchas de contenido progresista, e incluso en aquella vieja dinámica de reforma y revolución.
La reforma agraria fue consigna y bandera de organizaciones rurales y populares, que ahora se asocian a la demanda por soberanía alimentaria, lo que podría converger con la reforma energética para la soberanía y el derecho a la energía; o con la reforma financiera para la soberanía en el manejo de los dineros de la sociedad.
No se trata de pianta votos, sino de quienes sustentamos una perspectiva reformista ´para hacer avanzar un orden de cambios profundos, la forma de mentar a la revolución.
Algunos interrogan si es posible razonar en este sentido y bien vale consultar sobre el contenido del reciente voto en las PASO, impensado hasta hace muy poco. Lo que parece imposible proponer deviene de un razonamiento estrecho que establece los límites de lo posible en coincidencia con las expectativas del poder.
Con tal de no hacer olas solo imaginan que se puede hacer lo que te dejan hacer, lo que se instala como sentido común desde las clases dominantes, y por eso, no se termina de debatir en términos de lo que hay que hacer. Por eso queremos debatir sobre la REFORMA.
En definitiva, todo queda en solo proponer aquello que se piensa que puede ser aceptado por los que mandan, salvo quienes se animan a ir más allá en la crítica y la propuesta de un imaginario que realmente apunte a resolver la insatisfecha demanda social.
Buenos Aires, 6 de septiembre de 2019