Crece la incertidumbre, la emisión monetaria y el endeudamiento en el mundo

 

El dato relevante es la inyección de 650.000 millones dólares en una pronta emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG), la moneda del FMI, o la fuerte emisión de los principales países capitalistas del mundo[1]. La titular del FMI confirma que sin esa inyección de recursos la situación del 2020 podría haber sido peor y aun hoy existe diversidad de situación, que solo excluye en su mensaje a China y a EEUU. La incertidumbre, especialmente para los países más empobrecidos trasciende el presente y se proyecta hasta mediados de la década, agravando la situación social de la población de menores ingresos. Lo problemático de la situación es que todo lo que se hace apunta a recomponer las condiciones del ciclo del capital, sin proponerse una modificación del modelo productivo y de desarrollo, claro que ello no puede pedirse a los actores hegemónicos del sistema mundial, sean los capitales transnacionales más concentrados, los principales Estados nacionales del orden capitalista, o los organismos internacionales, surgidos para monitorear los intereses de la dominación capitalista.

Mientras se “resuelve” la condición de posibilidad de funcionamiento del orden capitalista mundial, el impacto social regresivo se extiende. Es notorio el problema con la extensión y propagación de la pandemia por el coronavirus con casi 130 millones de contagiados y casi 3 millones de fallecidos, situación que se hace compleja especialmente para los países de América Latina y el Caribe. En todo el mundo recrudece el problema sanitario y económico, aun con las perspectivas “mejoradas” que anuncia el FMI, relativizando la expectativa ante la diversidad de situaciones. Dice la titular del FMI en el discurso mencionado:

“La pérdida acumulada de ingreso per cápita, en comparación con las proyecciones de antes de la crisis, será del 11% en las economías avanzadas de aquí al próximo año. En el caso de los países emergentes y en desarrollo, excepto China, la pérdida será mucho peor y alcanzará el 20%, un recorte de una quinta parte de lo que ya es un ingreso per cápita mucho menor que en los países más ricos. Esta pérdida de ingreso significa que millones de personas caerán en la indigencia, se quedarán sin hogar y padecerán hambre. Esto se ve claramente, pero muchas otras cosas no están tan claras.”

El análisis continúa con tono dramático para señalar que:

“En realidad, uno de los mayores peligros es la extrema incertidumbre que nos acecha.”

Queda claro que aun cuando se destaca el rápido crecimiento de China, incluso de EEUU, aun en menor dimensión, estos serán motor de la economía mundial, pero sin resolver los problemas económicos de los vulnerables de cada país. Incluso con serias dificultades en la potencia hegemónica, que más allá del gigantesco apoyo en efectivo del último plan de gasto y asistencia fiscal por 1,9 billones de dólares de la administración Biden, el impacto regresivo de la COVID19 y el cierre de la economía, afecta al tercio empobrecido de la población de ese país. Ni hablar de América Latina y del Caribe, fuera del radar de las expectativas de ganancia de los inversores externos, salvo aquellos orientados al saqueo de los bienes comunes: la tierra, el agua, los hidrocarburos, el litio, entre muchos de los que la región cuenta en abundancia. Por eso preocupa el endeudamiento creciente del mundo y de la región, que puede resolver problemas financieros en la coyuntura, pero hipoteca el futuro.

El FMI llama la atención sobre el endeudamiento público y privado de los últimos años y si bien señala que ha contribuido en el último año con unos 100.000 millones de dólares en préstamos otorgados por el organismo. A esos fondos hay que sumar los créditos otorgados por países y los provenientes del sistema financiero. Todo ese conjunto constituye una burbuja que atiende en la coyuntura la demanda de liquidez, leyendo la experiencia de la crisis del 2007-09, pero habilitando una siembra de una burbuja que podría estallar a corto plazo. Es más, la recuperación estadounidense podría significar aumento de las tasas de interés, algo que se espera dispare la Reserva Federal. Ello sumará al carácter impagable de las actuales deudas de varios países hipotecados por impagables deudas que condicionan el presente y el futuro de esos países.

Para muestra hay que observar a la Argentina, “beneficiada” en 2018 con un préstamo del FMI por 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 45.000 millones. El BCRA publicó una investigación dando cuenta que esos recursos facilitaron la salida (fuga) de capitales, sea por pago de deudas, remisión de utilidades al exterior o constitución de activos externos de residentes locales. Ahora el Fondo pretende recuperar esos recursos, a sabiendas de la imposibilidad de cancelación hasta el 2024, según lo previsto. Por eso, se abrieron negociaciones con el gobierno argentino, que incluirán en el monto final los intereses punitorios y otras cargas por el impago, extendiendo el pago a 10 años, probablemente, pero sin ninguna posibilidad de cancelar, salvo un gigantesco ajuste fiscal que condenaría a profundizar los actuales problemas sociales con un 40% de la población bajo la línea de la pobreza. Más grave aún es que el préstamo fue en Derechos Especiales de Giro (DEG), condenando vía devaluación de la moneda estadounidense a acrecentar la deuda con el FMI.

La incertidumbre es por la situación sanitaria y económica. No habrá solución si no se modifica el patrón de producción y distribución en cada país, en la región y en el mundo. Por ello es que existen expectativas en la dinámica política crítica en varios países, con elecciones próximas en Perú o Ecuador, incluso las elecciones por la reforma constitucional en Chile, o las recurrentes crisis políticas del gobierno de Brasil. El cambio de clima político se viene proyectando desde los cambios institucionales en México, la Argentina o Bolivia, pero especialmente por la impronta del descontento y la protesta, caso de Haití y diversas movilizaciones desplegadas más allá del “aislamiento” o el “distanciamiento” por la pandemia. Entre la disputa institucional y la organización popular se juega la potencia de un nuevo tiempo que habilite cambios locales y muy especialmente una perspectiva de integración no subordinada.

Es una potencialidad para avanzar en la cooperación productiva de vacunas de origen regional, con Cuba a la cabeza de esos desarrollos, pero también demostrada experiencia de otros procesos nacionales de investigación y producción al respecto. En esa cooperación regional se juega no solo la solución de los pueblos, sino la posibilidad de pensar en otro mundo posible.

Buenos Aires, 30 de marzo de 2021

La Argentina conmemora una fecha de inflexión

 

Prontos a conmemorar un nuevo 24 de marzo, vale recuperar en el presente que esos problemas que hoy se acumulan y nos laceran, pobreza, indigencia, desempleo, subempleo, violencia social, entre muchos, tienen origen en la historia larga, pero muy especialmente en el tiempo fatídico de profundos cambios estructurales. En efecto, fue en torno al 76, aun antes y desde mediados de 1975, el país comenzó a mutar en lo económico, en lo político y en lo social.

Solo hay que pensar en las representaciones políticas actuales, totalmente disociadas de aquellas organizaciones políticas que protagonizaron el momento constitucional previo al golpe. La jerga cotidiana, no solo de los medios, remite a los nombres de la/os políticas/os y los referentes de las diluidas identidades partidarias actuantes. El presidente es Alberto y la vice es Cristina, los opositores son Mauricio, la Pato o Larreta, solo para mencionar algunas/os. Hacia los 60/70 y antes, claro, si bien existían matices y disputa por la hegemonía en los principales partidos políticos, no había dificultad para caracterizar y asociar a ciertas franjas sociales a esos principales partidos. El radicalismo recogía la impronta de la revolución del parque o la gesta de la reforma universitaria, entre otras muchas gestas empujadas por los sectores medios de la nueva burguesía local. El peronismo irrumpe con la movilización de las “masas populares” y su demanda por derechos sociales y laborales, incluso arrasando la tradición anarquista, socialista y comunista en el movimiento obrero. Antes, el socialismo y el comunismo ligan su tradición, principalmente en la cultura política de la inmigración y un horizonte de revolución social. Existe hoy una individualización y profesionalización de la política.

Antes del 76 se reconocía al tiempo constitucional como el del desarrollo del mercado interno y, por ende, con conflicto, los intentos de “pactos sociales” que asegurarían ganancia y salario, sustento de políticas desarrollistas, con industrialización protegida y consumo de masas. Ese programa e imaginario terminó en el 75/76 y se inició una nueva etapa de “aperturismo”, un remedo del proyecto de la generación del 80 del Siglo XIX, pero ahora en el marco de una creciente mundialización y transnacionalización del capital más concentrado actuante en el país. No solo aconteció durante la genocida dictadura, sino que se proyectó en el tiempo futuro. La liberalización de los 90 concretó el proyecto del 75/76 y tuvo sus rondas de recreación estructural, más allá de atenuaciones temporales, con sucesivas medidas que consolidaron el modelo de inserción subordinada de la Argentina en el sistema mundial.

Todo intento a contramano de esa tendencia estructural desde 1983 solo pudo morigerar esa mutación estructural, no revertirla ni transformarla en un sentido favorable a la mayoría social. Es importante rescatar esos momentos, sin embargo, el límite estuvo en contenerse en la crítica al orden emergente, “neoliberal”, sin cuestionar las premisas estructurales del orden capitalista. Existe similitud esencial con el acontecer regional y por eso el límite de la experiencia de cambio político en Sudamérica en los primeros años del Siglo XXI.

No solo hubo cambios en las relaciones sociales locales, sino que Argentina mutó su relación con el mundo, siendo parte de la ofensiva capitalista contra los derechos laborales y previsionales, modificando el patrón productivo para ofrecerlo al sistema mundial, incluso produciendo sin objeto de consumir localmente, especialmente en el modelo de la producción primaria para la exportación, sea soja, hidrocarburos, oro, o de bienes industriales ensamblados con destino al mercado mundial. Un mecanismo privilegiado para esa transformación provino del endeudamiento externo y la adecuación de la legislación y el régimen financiero y de inversiones externas para favorecer la circulación y movilidad del capital especulativo.

Por eso aludimos a un cambio integral, de modificación de las relaciones sociales de producción para hacer más regresivo al capitalismo local, en sintonía con lo nuevo que se inauguraba en el mundo, especialmente ratificado con la ruptura de la bipolaridad mundial en la última década del Siglo XX. Se sepultaba el sueño de la autonomía para el desarrollo capitalista, siempre irreal e imposible, mucho menos en un tiempo de extensión universal de la dominación del capital en sus manifestaciones transnacionales.

Maia y los millones de empobrecidos

Esos cambios estructurales explican el desempleo elevado del 2001 y el actual; los datos de la pobreza y la indigencia de hace dos décadas y de ahora. La coyuntura nos devuelve la crudeza de la situación de miseria de una menor, Maia, condición de vida de casi 60% de pobres entre los menores en la Argentina. Por eso aludimos a una realidad lacerante, la de Maia, que es la de millones de menores y de personas, de familias, de una situación que no empezó ahora por la pandemia, ni en el último turno de gobierno, sino que se trata de un problema estructural que arrastra casi medio siglo. Las tasas de pobreza de un dígito quedaron allá lejos. El tiempo nuevo construido por casi medio siglo es de creciente desigualdad y de una voluntad hegemónica por exportar (fugar) el excedente económico generado en el país.

¿Qué hacer para que no haya Maia y muchas/os similares? La respuesta hegemónica es invertir, favoreciendo la dinámica de inversión y desde ahí, con crecimiento derramar al conjunto social. Una gran falacia. Solo restaría decir que quienes invierten priorizan el uso del excedente económico en la fuga de capitales. La fuga es el pago de la deuda externa (renta financiera de los inversores de capital), las remesas de utilidades al exterior (renta por capitales invertidos en la producción y los servicios locales) y la constitución de activos en el extranjero (compras de propiedades o de títulos y bonos en el exterior, incluso billetes en el país). Es lo que denunció el BCRA respecto de los recursos ingresados desde el exterior durante el gobierno Macri. Mientras ingresaban los fondos del FMI, por una puerta giratoria se remitían al exterior esos mismos recursos. Esa lógica por ingresar dólares o divisas y favorecer su salida es lo que hace inestable al capitalismo local, con el sello de la inflación que lo diferencia de la mayoría de los países de la región y del mundo. El problema, dicen, es la baja productividad del trabajo que impide la competitividad local en el capitalismo mundial. Claro, si el excedente se fuga resulta imposible un proceso de mejora e innovación tecnológica y de adecuada formación de la fuerza laboral para esa expansión y desarrollo científico tecnológico orientado al incremento de la productividad del trabajo.

La lógica de la dominación y su reproducción es la “fuga” de capitales y por ende la acumulación en el sistema mundial. Esa es la especificidad local respecto de otros territorios, donde la dinámica mundial no anula la reproducción de la acumulación local. De nuevo, el argumento es a favor de las ganancias, ya que se insiste que el problema es el costo laboral elevado, especialmente a la hora de despedir. La solución sería entonces, bajar salarios y el costo asociado a la contratación y despido de trabajadoras y trabajadores. Qué eso lleva a peores condiciones de vida e incluso incrementar la miseria, la pobreza, la indigencia, el desempleo, el subempleo o la precarización laboral, no ingresa en el razonamiento de la “modernidad” de un pensamiento hegemónico. Un pensar estimulado desde los principales medios de comunicación, con argumentos académicos que replican la razón empresaria para ganar en sentido común de la población.

Superar la conmemoración de aquel momento de inflexión en la organización económica de la sociedad argentina y contribuir a la gestación de un proyecto más allá de las fronteras para constituir un imaginario de recuperación de la independencia y la solidaridad entre pueblos hermanados, requiere de una profunda crítica de nuestro presente y la historia reciente en el país y en la región. Es una tarea nacional y de articulación regional por otro mundo y distinto modelo productivo y de desarrollo.

Frenar la tendencia a la fuga de capitales supone denunciar el carácter ocioso de la deuda con el FMI y con ello modificar la gestión del endeudamiento, suspendiendo pagos y auditando con participación popular la deuda externa desde los tiempos del genocidio dictatorial. Empezar por la deuda y reorganizar la economía, los que supone mutaciones esenciales en las relaciones sociales de producción, especialmente en las relaciones de propiedad. El acceso a la tierra está en la primera consideración de cualquier transformación económica y social. La matriz productiva debe asociarse a la satisfacción de las necesidades del conjunto social y no orientadas por la generación de excedente con destino al sistema mundial.

Si en marzo del 76 o en torno a esa fecha se estructuró el tiempo fundacional de estos lacerantes tiempos, es hora de gestar las condiciones de posibilidad para una refundación pensada en la solución de problemas creados por el orden social derivado de aquellos años de fuego, los que ganaron en sentido común y transformaron la economía, la política y la sociedad.

Buenos Aires, 20 de marzo de 2021

Política exterior de EEUU y salud en Nuestramérica

 

El nombre oficial es Estados Unidos de América, USA en inglés. En la jerga mundial se habla de “americanos” para referirse a los ciudadanos de ese país, por lo que José Martí acuñó la designación de “nuestra América” al territorio al sur del Río Bravo, diferenciando el estado de situación de la región americana hacia 1891. La aclaración viene a cuento de quienes se sorprenden por el uso del vocablo “Nuestramérica” o “nuestroamericano/a”, que distingue a la EEUU y a Canadá por un lado y a la América Latina y al Caribe por el otro bajo un apelativo que los unifica en un destino común: la patria grande.

La introducción tiene relación con una consideración generalmente aceptada e incluso inscrita en la política exterior estadounidense de considerar a toda la América como territorio propio y, por ende, sujeta a intromisión. Existe una larga historia de intromisión estadounidense, justificada desde la defensa de los intereses nacionales de ese país imperialista. En ese sentido me llamó la atención el reporte de salud 2020 del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU[1]. Una curiosidad, en el sitio figura como “informe 2019” y al ingresar al documento, aparece el reporte citado con información sobre el 2020[2].

El documento tiene una introducción a cargo de Alex M. Azar II, el Secretario de Salud y Servicios Humanos del gobierno Trump. Entre muchos aspectos interesantes me concentro en el capítulo referido a la protección de la salud de los “americanos” en dónde vivan, estudien, trabajen (objetivo 2). En la página 49 del texto puede leerse que la Oficina de Asuntos Globales (OGA):

“utilizó las relaciones diplomáticas en la región de las Américas para mitigar los esfuerzos de los estados, incluidos Cuba, Venezuela y Rusia, que están trabajando para aumentar su influencia en la región en detrimento de la seguridad de Estados Unidos.”

Para ser enfáticos: la diplomacia estadounidense contrarrestó la iniciativa de otros Estados, especialmente Cuba, Venezuela y Rusia, los que afectan la “seguridad de EEUU”. Una grosería reconocida en un documento oficial de una agencia estadounidense. El mismo informe señala que la Oficina de Asuntos Globales (OGA) coordinó:

“con otras agencias gubernamentales de EE. UU. para fortalecer los lazos diplomáticos y ofrecer servicios técnicos y asistencia humanitaria para disuadir a los países de la región de aceptar ayuda de estos estados mal intencionados. Los ejemplos incluyen el uso de la oficina del Agregado de Salud de OGA para persuadir a Brasil de rechazar la vacuna rusa COVID-19 y ofrecer asistencia técnica a los CDC en lugar de que Panamá acepte una oferta de médicos cubanos.”

Más claro imposible. EEUU boicoteó el acceso de Brasil a la vacuna de origen ruso “Sputnik V”, siendo el país de la región más afectado y el segundo en todo el mundo (luego de EEUU) en cantidad de contagios (11.519.609) y muertes (2.665.749) por el COVID19.[3] La situación de colapso actual está asociado a la afinidad electiva entre la política de Donald Trump y de Jair Bolsonaro. Pero también se explicita la intervención para el rechazo de Panamá a la presencia solidaria de la Misión de Salud de personal cubano, tal como sí ocurrió en varios países, entre otros en Italia. Panamá acusa a la fecha, según la fuente citada 348.155 contagios y 6.005 fallecidos. Vale mencionar que la Misión sanitaria de Cuba está siendo candidata al Premio Nobel de la Paz por un conjunto de organizaciones y personalidades del mundo. Resulta interesante leer al respecto:

“El Consejo de Asuntos Hemisféricos (Council on Hemispheric Affairs, COHA) se complace en anunciar que ha postulado formalmente a la Brigada Médica Internacional Henry Reeve para el Premio Nobel de la Paz 2021, en una presentación formal entregada el pasado 22 de enero, al Comité del Premio Nobel en la ciudad de Estocolmo, Suecia. Por más de 40 años el COHA ha proporcionado un análisis ético y crítico de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, además de estudiar la cultura, políticas y programas sociales de Cuba. Desde sus primeros años, la Brigada Médica Internacional Henry Reeve, patrocinada por el gobierno de Cuba, ha brindado suministros médicos y cuidados de salud de alta calidad a cientos de miles de personas desfavorecidas y desatendidas a través del mundo. Los servicios que ha brindado incluyen tanto la prevención como el tratamiento. A través de la construcción de puentes de entendimiento entre diferentes países, independientemente de sus culturas e ideologías, el mensaje que ha enviado la Brigada Henry Reeve es de solidaridad y paz. Es en este sentido que la Brigada Henry Reeve representa lo mejor de la cooperación internacional por el bien de la humanidad.”[4]

En el mismo reporte del saliente Secretario de Salud de EEUU se lee el beneplácito por el restablecimiento de la cooperación con Bolivia durante el 2020 poniendo de manifiesto que ello contribuye a:

“Fortalecer los lazos en la región, lo que es importante para influir en los foros regionales y multilaterales, incluida la Organización Panamericana de la Salud. Mejorar las relaciones y la colaboración técnica también es importante para la seguridad sanitaria de Estados Unidos y aumentar la capacidad de Bolivia para prevenir, detectar y responder a brotes.”

No hay dudas de los intereses en juego para la política exterior de EEUU, especialmente en su manipulación en los organismos internacionales, caso de la OMS o la OPS. Respecto de la mención a Bolivia, resulta de interés recordar que en estos días fueron capturados para enjuiciamiento a las/os principales responsables del golpe de Estado en Bolivia de fines del 2019, los mismos que restablecieron esas relaciones destacadas por el funcionario de Trump en salud. Lo mejor para Nuestramérica, fuertemente afectada por el COVID19 y la dependencia capitalista es la consolidación de un proyecto de emancipación.

Buenos Aires, 16 de marzo de 2021

 



[1] Reporte anual 2020, en: https://www.hhs.gov/sites/default/files/2020-annual-report.pdf (consultado el 16/03/2021)

[2] Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. (HHS), en: https://www.hhs.gov/about/index.html

[4] Council on Hemispheric Affairs, COHA. COHA tiene el honor de nominar a la Brigada Médica Internacional Henry Reeve para el Premio Nobel de la Paz 2021, en: https://www.coha.org/coha-tiene-el-honor-de-nominar-a-la-brigada-medica-internacional-henry-reeve-para-el-premio-nobel-de-la-paz-2021/

La inflación en el debate teórico

 

A propósito de la elevada inflación en países como Venezuela y en Argentina, incluso la suba de precios en Cuba por el ordenamiento monetario desde enero pasado, la SEPLA, Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, inició una serie de debates de su Junta Directiva con intelectuales marxistas especialmente invitados. El objetivo apunta a considerar teóricamente el fenómeno, incluso en sus variantes deflacionarias. La idea no es solo el análisis teórico, sino considerar las posibilidades de resolver la situación, especialmente para los sectores más perjudicados, lo que supone discutir una perspectiva en contra y más allá del capitalismo. En debates preliminares, la situación venezolana[1] y argentina[2] fueron seguidos con especial interés, promoviendo una instancia de consulta e investigación, iniciada con la presencia del británico Michael Roberts[3] y del español Mario del Rosal[4], en dos sesiones realizadas durante este mes de marzo. Las consultas continuarán con pormenorizados análisis desde Cuba y la atenta mirada en lo que acontece en Venezuela y Argentina, motivo originario de la preocupación.

En Venezuela, el alza de precios disparó la hiperinflación y aún en descenso en los últimos años, los valores se mantienen muy elevados, en situación de hiperinflación. El esclarecimiento del tema en diversos textos de Pasqualina Curcio Curcio intentan actualizar un debate imprescindible para la izquierda y el marxismo. Para la Argentina, con años de una inflación de dos dígitos se aceleró la suba promedio de los precios hasta el 57,3% en 2019, para bajar al 36,1% en 2020 y a febrero del 2021 presenta valores para los últimos 12 meses del 40,7%[5], con incertidumbre sobre la evolución anual, aun conteniendo la disparada de las tarifas y el dólar, epicentro de la política económica en el país. El porqué de la especificidad inflacionaria es motivo de interesantes debates públicos y a puertas cerradas. En rigor, no solo se trata de la región, sino de otros países del mundo con recurrentes ascensos de precios, casos de Irán, Turquía y algunos países africanos. Para noviembre del 2018, el Banco Mundial advertía sobre el impacto global de las tendencias al ascenso inflacionario en el orden mundial, con fuerte impacto regresivo en los países menos desarrollados[6].

La situación tiene sus bemoles, ya que la mayoría de los países presentan datos de un dígito en la evolución de los precios, superando un asunto que resultaba estratégico en los años setenta del siglo pasado, por lo que desde entonces se consideró esencial la lucha contra la inflación. Para aquel momento la novedad era que la suba inusitada de precios estaba acompañada por la recesión, por lo que se habló de “estancamiento + inflación”, usando un nuevo vocabulario: la “estanflación”. Hace poco, en agosto del 2020, el titular de la FED despidió la política monetaria de EEUU que emergió con Reagan presidente y que se sostuvo por 40 años, incluso señalando que para salir de la caída de actividad actual hacía falta un poco de inflación, claro en torno del 2%, muy lejos de los indicadores de los países que nos ocupan. La inflación, lejos de la polémica mundial, puede reaparecer en la coyuntura, incluso su contracara, la deflación.

Resulta aún temprano para ponderar la situación cubana, pero el reciente ordenamiento monetario está impactando en los precios relativos, con especial seguimiento de las autoridades para contener y compensar el impacto social regresivo en la distribución del ingreso[7]. La inflación mensual en Argentina es superior a las mediciones anuales de la mayoría de los países de la región, en algunos de los cuales se discuten los efectos de la deflación, casos de Perú o Colombia.

Inflación deflación en debate

Tanto la inflación o la deflación afectan los ingresos y condiciones de vida de la mayoría de la población, por lo que las cuestiones monetarias deben ser consideradas en su complejidad desde el pensamiento crítico de la Economía Política.

La dinámica inflación-deflación resulta un mecanismo de dominación, por ende, de apropiación del excedente económico por los capitales más concentrados del sistema mundial.

Es importante el estudio sobre las causas de la inflación, ya que las consecuencias son evidentes y remiten a la “función de la inflación para distribuir la plusvalía relativa”, tal como lo describió Mario del Rosal en el debate de la SEPLA.

La necesidad del debate se impone ante el “sentido común” instalado por la concepción liberal hegemónica que “la inflación es en todo tiempo y lugar un fenómeno monetario”, convocando a restringir la emisión monetaria e incluso de deuda pública y dejar todo a resolución de la libre oferta y demanda en el mercado. Una falacia que se desmiente entre otras cuestiones en la inmensa emisión monetaria y de deuda en los principales países del capitalismo desarrollado, especialmente en un año recesivo como el 2020, agravado por la crisis sanitaria; pero también en la mayoría de los países del mundo, aun en menor medida mientras más débiles sean esos estados del capitalismo mundial. La fortísima emisión no resulta necesariamente en aumento de los precios.

La discusión teórica es con el monetarismo en sus más diversas variantes, pero también con otras expresiones, que siendo críticas de la ortodoxia imaginan que se puede domesticar a las fuerzas del mercado con intervención estatal. Entre estas se destacan las variantes actuales del keynesianismo, sean los “neo”, los “post” o los cultores de la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Desde el marxismo existe un debate en expansión sobre la cuestión monetaria en el ciclo de producción y reproducción de la lógica del capital.

Vale insistir que el debate contemporáneo recupera tesis históricas del pensamiento económico. El liberalismo remite a la primera sistematización de la Escuela Clásica, más allá de matices y destaques de tal o cual autor. El keynesianismo no solo remite a la obra principal del fundador, sino a textos previos sobre el dinero y la moneda, con lo que incluso polemiza el autor inglés. Los difusores de la TMM se inspiran en la escuela alemana de fines del siglo XIX, que a diferencia del enfoque relativo al dinero mercancía (oro o plata) se concentran en el dinero fiduciario (creado por el Estado). La teoría marxista se apoya en los textos de Marx, esencialmente El Capital y su acento en el valor y el plusvalor, o sea en la explotación de la fuerza de trabajo. La primera sección de la obra de Marx lleva por nombre “Mercancía y Dinero”, lo que coloca al dinero en relación con la producción mercantil capitalista.

Ese relato histórico sobre el origen de las fuentes teóricas remite a quienes se apuran a señalar que referir a Marx para considerar problemas contemporáneos resulta antiguo. Bueno, la realidad es que todo el debate teórico actual nos envía a marcos teóricos de los siglos XVIII y XIX. Claro que la dinámica del capitalismo supone actualizaciones, especialmente cuando debido a la evolución técnica y tecnológica, el dinero fiduciario, o creado por los Estados, ocupa un lugar especial relativo a las funciones del dinero como medida de los valores, medio de circulación, o dinero mundial, incluida la capacidad de atesoramiento. Es más, en el marxismo está abierto un debate luego de la crisis monetaria de agosto de 1971, momento en que EEUU rompe los acuerdos de Bretton Woods y se pierde la relación entre el dólar y el oro para la promoción de un sistema múltiple de relaciones monetarias en el ámbito mundial[8].

Tanto Michael Roberts[9], como Mario del Rosal[10] estudian pormenorizadamente las concepciones originarias de los monetaristas, corriente principal de la teoría económica contemporánea, y de sus principales oponentes en la perspectiva de la reforma capitalista desde la regulación estatal, el keynesianismo en sus variantes. Los monetaristas derivan la evolución de los precios del exceso de la oferta monetaria y en el keynesianismo se privilegia la producción y realización de la ganancia, mientras que en Marx interesa la distribución del nuevo valor creado entre salarios y ganancias, que no debiera afectar precios, sino las partes relativas de apropiación de la riqueza socialmente generada. Son puntos de partida diferentes, incluso contradictorios y que conllevan a conclusiones y a políticas económicas no convergentes. Por eso también, a veces, puede parecer un debate de sordos.

Especificidades locales y poder global

En la profunda polémica que sostiene Pasqualina Curcio Curcio con los monetaristas sobre la situación venezolana[11], destaca la irrealidad de los argumentos relativos a la emisión y se concentra en el factor externo, la manipulación del tipo de cambio. Ese factor externo puede asociarse al “poder” mundial y sus vínculos locales, los que se expresan con especificidades en cada país que sufre ataques a sus monedas locales, sea Venezuela, la Argentina, o cualquier país. Existen las especificidades y problemas derivados de la cantidad necesaria de moneda en cada caso, pero no constituyen elementos suficientes para explicar la evolución de los precios. Menos en niveles tan diferenciados de una lógica global de relativa contención de la evolución general de los precios.

La hipótesis que sustento, que necesita ser demostrada, remite a la disputa política por el rumbo de las economías nacionales, sobre todo si estas no aparecen en total sumisión a la lógica más general del orden mundial. Se trata de una cuestión válida incluso para procesos políticos que no se propongan ir más allá del capitalismo, pero que el poder mundial combate en la búsqueda de direcciones políticas gubernamentales más afines a la lógica mundial de acumulación.

Son precisamente países con elevada inflación, aquellos en los que el debate por el poder político en el sentido mencionado está presente. Queda claro que en todos los países existe discusión por el poder e incluso en términos de hegemonía en el gobierno, que no es necesariamente lo mismo que la disputa del poder, subyacente más allá de cualquier gobierno. Dicho de otro modo, ¿cuál es el gobierno más favorable a la lógica de la transnacionalización en los países de elevada inflación? Ello no supone avalar todo lo que se hace en países sancionados por la política exterior de EE.UU. o sometidos a la fiscalización de los organismos internacionales.

Cuba está bloqueada prácticamente desde el triunfo de la revolución y, por lo tanto, la lógica mercantil capitalista (poder subyacente) disputa en la cotidianeidad contra todo intento de superación. En esa contradicción pueden observarse todos los esfuerzos llevados adelante en Cuba para superar al capitalismo, entre ellos y recientes, la actualización del modelo económico en 2011, del que emerge la perspectiva del actual ordenamiento monetario. La fortaleza política de un rumbo alternativo al capitalismo aleja la propensión a la subordinación a la dinámica mundial del orden capitalista, por lo que alguna vez el líder de la revolución cubana sostuvo que la única posibilidad de fracaso se asienta en las propias ineficiencias e ineficacias del proceso revolucionario. Dijo Fidel: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.”[12] La creación del socialismo como tarea inconclusa fue reflejada en esa misma intervención, por lo que el poder global de las relaciones capitalistas están presentes en cualquier país aun cuando formule su perspectiva socialista.

Por ahí debe buscarse la disputa en Venezuela, más allá de cualquier consideración sobre las políticas implementadas bajo la gestión de Hugo Chávez (1999-2013) y de Nicolás Maduro (desde el 2013).

Insistiré en que el problema del rumbo del orden económico social es lo que determina la “estabilización de la economía” y, por ende, la inflación tiene causas específicas, propias de las leyes económicas, pero en la que la “política” propiamente dicha, o la disputa del poder político resulta esencial.

En ese sentido, es común escuchar a Martín Guzmán, Ministro de Economía de la Argentina desde diciembre del 2019 destacar que su objetivo es “tranquilizar” a la economía. Tranquilizar es hacer funcionar al capitalismo, con su lógica de producción para la rentabilidad, lo que puede suponer también relativa satisfacción de necesidades sociales vía empleo e ingresos de la población. La intranquilidad deviene de la disputa por el rumbo de la Argentina en el orden mundial. El poder (subyacente) histórico del país fue desafiado con el imaginario de un “capitalismo autónomo” y el proceso de industrialización con la aparición de la burguesía local. Son muchos los autores que derivan desde ese momento el problema de extravío del país, y con ello, el fenómeno irresuelto de la inflación. Resulta simple mirar hacia atrás en el proceso industrializador de hace un siglo, con la emergencia y disputa del gobierno, primero del radicalismo (1916) y luego del peronismo (1946).

La búsqueda por “normalizar” el capitalismo local tiene cita en los años de la dictadura genocida (1976-1983), la década del 90 del siglo pasado (1989-2001) y el gobierno macrista (2015-2019), sin perjuicio de que nunca pudo revertirse en esencia la dinámica regresiva instalada desde 1975/76. No hay solución antinflacionaria bajo el orden capitalista sin subordinación de las clases subalternas a una lógica de producción y acumulación que definen los grandes capitales, aun en procesos en crisis mundiales como los actuales. Por eso es una cuestión sistémica, que se manifiesta en la disputa por el excedente económico, afectado en tiempos recesivos.

Disciplinar a los de abajo para bajar la inflación o disputar el poder

La inflación se redujo en el mundo desde fines de los años 70 y 80 del Siglo XX, especialmente asociado a la hegemonía de las políticas liberalizadoras, llamadas “neoliberales”.

El disciplinamiento social en Gran Bretaña y en EEUU, también en Europa fue clave para universalizar lo que se ensayó previamente bajo dictaduras militares en el Cono Sur de América. Por caso, los momentos de escasa inflación en la Argentina ocurrieron durante tiempos limitados en la dictadura y en los 90. En ambos periodos sobre la base del terror por represión, la propia inflación y el desempleo y miseria generada.

Más que mirar los precios, venimos insistiendo que lo que debe observarse es cuánto del ingreso nacional se apropian los propietarios de medios de producción y cuanto las trabajadoras y los trabajadores.

El problema es el ingreso apropiado por los principales propietarios contra la mayoría social empobrecida.

Si la cuestión es el valor y con él el plusvalor, para evitar la escalada de precios y la apropiación del excedente por pocos, la búsqueda debiera orientarse a la des-mercantilización de la vida cotidiana, un debate que sostuviera Ernesto Guevara en los tempranos 60 cuando se discutía como construir el socialismo en Cuba.

El problema es que mientras resolvemos cuestiones civilizatorias la vida cotidiana transcurre, por lo que se necesita definir políticas antinflacionarias, lo que supone una confrontación con los dueños del poder, con base en la distribución progresiva del ingreso y de la riqueza, algo que el poder no está dispuesto a resignar, tal como se observa cuando se discuten impuestos a las grandes fortunas para atender las emergencias de nuestro tiempo.

La cuestión se define en términos de iniciativa política. Una predica la baja de la inflación con la reducción del gasto social, las regresivas reformas estructurales y una lógica de subordinación con el poder mundial, que en la Argentina significa pronto acuerdo con el FMI, a quien se le debe en Derechos Especiales de Giro (DEG), que con la devaluación estadounidense de su moneda, la Argentina tiene que conseguir cada vez más dólares para cancelar su deuda con el Fondo y así agravar la situación de resignar recursos para atender las necesidades de la población. La otra supone conformar poder político popular para otro rumbo civilizatorio en el país, en contra y más allá del capitalismo. Esa es la grieta de fondo en la Argentina.

Buenos Aires, 12 de marzo de 2021



[5] INDEC. Precios al consumidor, febrero del 2021, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_03_21DBEC742F63.pdf

[6] Banco Mundial. Las economías emergentes y en desarrollo se enfrentarán a desafíos si aumenta la inflación a nivel mundial, en: https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2018/11/07/emerging-developing-economies-to-face-challenges-if-global-inflation-rises

[8] Fred Moseley. “La MELT y el Razonamiento circular en la Nueva Interpretación y en la Interpretación Temporal y de Sistema Único”, en: https://marxismocritico.files.wordpress.com/2016/07/la-melt-y-el-razonamiento-circular.pdf

[9] Anuncia próxima publicación de un texto actualizado en co-autoria con Guglielmo Carchedi.

[10] Mario del Rosal. “La gran revelación. De cómo la Teoría Monetaria “Moderna” pretende salvarnos del capitalismo salvando el capitalismo”. © Ecobook - Editorial del Economista. 2019.

[11] Pasqualina Curcio Curcio. “HIPERINFLACIÓN. ARMA IMPERIAL”, con Prólogo de Judith Valencia. Editorial Nosotros Mismos, 2018.

[12] Fidel Castro Ruz. Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005, en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0253-92762015000100013

América Latina y el Caribe en la búsqueda de un horizonte emancipador

 

La novedad por estas horas es la movilización popular en Paraguay, uno de los territorios habitados con una población empobrecida, sea por la historia corta o la larga. Historia larga remite a la guerra de la triple alianza, desatada por la entente entre Uruguay, Brasil y Argentina entre 1864 y 1871, contra el intento más interesante de desarrollo autónomo en el marco de la lucha contra la “colonialidad” de entonces. La independencia y autonomía como proyecto, más allá de su posibilidad de materialización, devino en subordinación y condicionamiento cultural de la población asentada en territorio de los guaraníes al orden capitalista. Pero también debe sumarse a ese registro la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, que data de 1932-35. Son casi 70 años (1864 a 1935) marcados a fuego por dos guerras devastadoras en términos de vidas y condicionante de las formas de organización económica, social y política.

Más grave aún, cuando en la historia corta, no tan corta, tenemos la dominación de la dictadura de Stroessner entre 1954 y 1989, la que se proyecta en el presente gobierno constitucional del Paraguay. Este presente está asociado al “golpe parlamentario” en junio del 2012 al gobierno de Fernando Lugo (2008 a 2012). El principal objetivo del golpe fue restablecer el poder oligárquico en el gobierno del Estado nacional, y así despejar los obstáculos de un gobierno crítico a las políticas hegemónicas. El gobierno Lugo concentró años de protestas y organización popular, que con sus luchas habilitó la posibilidad de un gobierno que generó expectativas en todo el Cono Sur de la región. Ese intento por articular un proyecto alternativo encontró la respuesta del poder local, mundialmente articulado, para restablecer el orden. Esas fuerzas que dieron sustento a ese breve interregno de búsqueda de alternativa es lo que hoy se manifiesta en las calles, sin un eje articulador de proyecto socioeconómico para el futuro cercano y más allá. Se trata de un abigarrado movimiento sociopolítico con fuerte raíz en la tradición cultural de esa historia larga comentada.

Paraguay importa por su carácter de país empobrecido por su élite y sus vecinos y aquellas confrontaciones de la historia que deben ser cerradas sobre la base de un proyecto compartido y común que recoja la tradición originaria y la emancipadora contra el colonialismo y el imperialismo. Es más, la provincia argentina vecina al Paraguay, Formosa, también se encuentra en estas horas movilizada y en protesta contra el orden económico y político. En la provincia argentina existe menos articulación popular alternativa que en Paraguay, y por eso es la oposición macrista, la que intenta, oportunismo mediante, disputar la representación de la protesta para recuperar esferas de gobierno. No lo logra porque la complicidad política asocia a gobernadores radicales y peronistas en todo tiempo constitucional, siendo alternadamente oposición u oficialismo. En Formosa u otras provincias argentinas, como en Paraguay se juegan dos planos de la discusión. Uno remite a la ofensiva política de las “derechas” y sus dependencias de la estrategia intervencionista, ejemplificada en todos los “golpes”, de viejo o nuevo tipo, financiados y pensados desde la política exterior de EEUU. Otro nos lleva a la estructura económico social asentada en un patrón primario exportador subordinado al agro-negocio dominado por las transaccionales de la alimentación y la biotecnología, que se complementa con negocios ilegales.

No solo es Paraguay, ya que, con su especificidad, Haití experimenta una nueva ola de protestas y demandas contra las nuevas formas del autoritarismo de facto. Es algo que hoy se manifiesta en la extensión temporal autodefinida del gobierno, más allá de cualquier legalidad y sostenido por la represión. La violencia represiva es lo común a considerar ante los levantamientos que pongan en discusión el futuro del orden social, sea en Paraguay, Argentina, Haití o en cualquiera de los territorios de Nuestramérica. Recientemente, las protestas en Chile desafiaron el orden constitucional, legado de la sangrienta dictadura que plantó el tiempo originario de eso que ahora llamamos “neoliberalismo” en todo el planeta y que aún en crisis continúa dando letra del rumbo a seguir, con liberalizaciones diversas y ajustes que golpean a los sectores de menores ingresos.

La búsqueda no es nueva y como sostenemos, tiene historia larga y corta. A lo lejos reaparece cada tanto el proyecto de la “patria grande”, derrotado a manos de burguesías locales que privilegiaron sus negocios asociados al capital externo y al imperialismo emergente a fines del Siglo XIX. Más cerca y a comienzos de este Siglo XXI el objetivo retomó en fuerzas sociales y políticas que imaginaron un nuevo tiempo para un proyecto emancipador de carácter regional. Ese imaginario fue golpeado por los golpes de Honduras, Paraguay, Brasil o Bolivia, pero también por cambios devenidos en las urnas, los que se manifestaron en Argentina (2015) y luego Brasil (2018), incluso ahora, contradictoriamente, en Bolivia (2021). En las elecciones sub-nacionales recientes, la “derecha” boliviana mostró su capacidad de consenso electoral más allá del fracaso del golpe y el consenso para el retorno del MAS al gobierno del país andino. En el medio de este relato largo o corto aparece la demanda por el socialismo, inaugural en el pensamiento y acción del amauta José Carlos Mariátegui y muchos otros en los 20/30 del Siglo XX y materializadas con la revolución cubana a mediados del XX, la que sostiene el proyecto estratégico pese a las dificultades del bloqueo y las sanciones del poder mundial, especialmente desde EEUU.

Entre el proyecto de la patria grande o la aspiración socialista cubana se puede resolver un imaginario de horizonte concreto para el presente y futuro de la región latinoamericana y caribeña. Más allá de los límites de los diversos procesos nacionales en la región, ellos inspiran expectativas esperanzadas para recomponer un proyecto viable de transformaciones del orden económico y social para el “vivir bien” o el “buen vivir” al que nos convocan las constituciones boliviana y ecuatoriana, de reciente factura y que pueden alumbrar un camino en el marco de la oscuridad de la convergencia de la crisis sanitaria y económica en curso.

Buenos Aires, 9 de marzo de 2021

Protestas en FORMOSA, Argentina

 

¿Qué pasa en Formosa-Paraguay?

Formosa (Argentina), epicentro de un proceso histórico profundo y complejo

Por Nicolás Fabri y Ciriaco Buenaventura.

“El Imperio del Brasil, la Confederación Argentina y la República Oriental del Uruguay, fueron los verdugos de un pueblo que se levantaba orgulloso en medio de las selvas entre los milenarios ríos Paraguay y Paraná. Con sus armas cambiaron la disposición del Río de la Plata, rompiendo el equilibrio de la región, de la mano del liberalismo, que se instaló definitivamente en Paraguay como herencia de la desastrosa contienda”. Prólogo de Fernando Lugo en LA BRASA ARDIENTE CONTRA LA CUÁDRUPLE INFAMIA. Los levantamientos de los pueblos de las provincias interiores contra la Guerra del Paraguay. JUAN GODOY.

La provincia de Formosa, ubicada en el noreste de la Argentina, limitando al norte con el río Pilcomayo que la separa de Paraguay, al este con el río Paraguay que la separa de nuevo de Paraguay, al sur con los ríos Bermejo y Teuco que la separan de la provincia del Chaco, y al oeste con Salta, mediante un meridiano, Con 530.162 habs. en el año de 2010.

Tiene una profunda relación con Paraguay, pues muchas oleadas de inmigrantes de ese país poblaron gran parte de Formosa, trayendo su cultura e historia, temores y esperanzas. Esa historia viviente tiene que ver con dos guerras: La triple Alianza y la contienda con Bolivia, ambas guerras provocaron inmigración a Formosa, Misiones y Buenos Aires.

Antropológicamente el formoseño actual es el resultado de una cultura que tiene que ver con el miedo, la mansedumbre, la paciencia, producto de la enseñanza de padres temerosos de que sus hijos “se metan en política” que es “una actividad peligrosa y controlada” por el stronismo y sus nexos dentro de la provincia, muchos años antes del Plan Cóndor.

Parte de esa cultura está extendida en el” norte argentino” e incluso en buena parte del país, muy especialmente por el trabajo ideológico del miedo, emergente desde los años de la dictadura genocida.

El “no te metas” es una consigna que ganó fuerza y que ahora se azuza para comprometer una participación “en contra de la política”, asumiendo a esta como una actividad rentada de “profesionales” y no como una actividad de la población para discutir el rumbo económico y social.

1983 Vuelta a la democracia

Tres actores políticos se destacarían en Formosa con un claro y contundente plan político de gobernanza: Vicente Joga, Floro Bogado y Samudio Godoy, quienes se apoderaron del PJ e inmediatamente produjeron un pacto de gobernabilidad con los dueños de la UCR, que básicamente consistió en “nosotros gobernamos y ustedes acompañan, colaboramos con aportes para sus campañas electorales y excelentes dietas legislativas y todo en orden”.

Ese pacto de gobernabilidad de los tres actores-Joga, Bogado y Godoy- lo rompe Gildo Insfrán e inmediatamente profundiza el Estado policiaco-stronista. Recordemos que el Dr. Floro Bogado fue también gobernador y luego embajador en Paraguay, profundizando acuerdos con el mismísimo Gral. Stroessner.

Estos son los elementos estructurales del gobierno llamado Gildismo-stronista, que como todo proceso sufrirá los embates del tiempo y la entropía organizacional, sumado ahora a su ataque a los medianos productores y comerciantes, antiguos sostenedores del régimen, pequeña burguesía que se siente traicionada y en consecuencia contra ataca.

Los acuerdos con el sector de dominación paraguayas y los componentes del gobierno formoseño lo ligan en la suerte del estallido social de ambos.

Pero también la UCR-PRO formoseño acompañó el régimen y si sale a la calle es porque no quiere quedar al descubierto, trata, por tanto, de frenar o desviar el proceso a una salida “elegante” políticamente hablando y no empujar un proceso de democratización y desmantelamiento del Estado policiaco y neoliberal formoseño.

Paraguay con Stroessner en el gobierno, no tan sólo fue un gobierno tiránico sino que cumplió un rol de polea de transmisión de Brasil, del llamado Sub-imperio en el Cono Sur, cuya estructura de su Estado nunca fue desmantelado, es más, sigue funcionando, por eso el golpe parlamentario contra el gobierno de Fernando Lugo, progresista, que no se atrevió a desarticular el Estado stronista que prosigue en su faz más perversa: cultural.

El hartazgo y consecuente estallido social en pandemia desnuda a Formosa y Paraguay como “globos de ensayo del nuevo capitalismo”, pues ambos territorios aplican políticas de desatención sanitaria razonables y ruinas de medianos comerciantes y su consabida concentración y monopolización, llevando penurias crecientes al pueblo.

La diferencia entre los países hermanos es que la izquierda paraguaya tiene un mayor nivel de articulación, aun fragmentada, e incluso una tradición sindical y social en la búsqueda de un proyecto político que la represente adecuadamente. El gobierno Lugo implicó parcialmente la visibilidad de una dinámica social más allá de la gestión del capitalismo. La lucha actual en el Paraguay bajo la consigna de “que se vayan todos” expresa un mayor nivel de organización popular y disputa de la izquierda por representar al movimiento social.

En Formosa, la expresión organizada del movimiento popular expresa niveles de debilidad y fragmentación mayor, con ausencia de un proyecto político articulador.

Dos cuestiones esenciales

Una cuestión remite a la política y a la ofensiva de las clases dominantes por asegurar el poder en toda la región nuestramericana. En ese plano están los golpes en Honduras, Paraguay, Brasil y Bolivia; pero también los consensos electorales logrados en los últimos tiempos en Argentina, Brasil, incluso en Bolivia, que se suman a los más tradicionales de Colombia, Perú e incluso en Chile, ahora confrontada por la movilización popular. El hartazgo con esa derecha cómplice con el imperialismo es que la que habilitó la votación mexicana para una nueva experiencia y una dinámica de búsqueda electoral en Bolivia o Ecuador.

La continuidad y agresividad del bloqueo sobre Cuba y Venezuela, tanto como las iniciativas de movilización a favor de las derechas locales se expresan crudamente en Formosa, Argentina. La lucha del pueblo de Paraguay favorece los intentos por estimular la movilización y organización popular en Formosa y el norte argentino en la construcción de alternativa política popular.

No escondemos que una tarea central de la etapa es frenar la ofensiva política del poder mundial, la que se viene construyendo desde las dictaduras del Cono Sur en los 70 del siglo pasado y que hoy adquiere nuevas formas con golpes de nuevo tipo y una asociación de las empresas de medios de comunicación e incluso la capacidad de incidencia desde las redes sociales, gestionadas también por grandes empresas concentradas de capital trasnacional.

Otra cuestión trascendente remite a lo estructural del modelo de producción y de desarrollo, concentrado en la primarización de la producción, con el epicentro en la Soja, producto central del modelo agrario exportador bajo dominación de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología.

Ese modelo está en el centro de la acumulación de capitales dependiente de nuestro tiempo, condicionada por el endeudamiento externo que hipoteca los recursos públicos y posterga las soluciones sociales que demanda nuestro pueblo.

El problema es el capitalismo y la dominación transnacional, que estimula y promueve la dependencia económica, financiera, tecnológica y cultural de nuestros países y al que están asociados las burocracias nacionales y en cada una de las provincias del país.

Formosa concentra hoy este doble carácter de la ofensiva política de la derecha y las contradicciones de un modelo productivo en tiempos de crisis sanitaria y recesión.

Existe la necesidad de estimular la movilización y organización popular, al tiempo que rechazar toda forma de represión y denunciar los intentos de apropiación de la movilización para un rumbo de consolidación de políticas antipopulares. La solución está en la movilización y organización popular.

9/93/2021