Lecciones que nos dejan las movilizaciones que impugnan la ofensiva capitalista en Nuestramérica.


Acaba de realizarse la elección en Bolivia y estamos a pocas horas de las que se realizan en Argentina y en Uruguay. En los tres casos no da lo mismo uno que otro resultado. La confirmación de un triunfo en primera vuelta de Evo Morales habilita la continuidad y profundización de un rumbo de cambio político en contra de la lógica hegemónica de la ofensiva capitalista a escala mundial. El conteo provisorio confirma el triunfo oficialista en primera vuelta y da para pensar en un tiempo de aliento a la economía comunitaria para el vivir bien. El triunfo del Frente Amplio en Uruguay y la derrota de Macri en Argentina pueden potenciar una articulación regional objetada por la promoción de la “liberalización” sostenida hasta ahora por los gobiernos de Brasil, Argentina, Paraguay y Chile. Bolsonaro amenaza con excluir a la Argentina del Mercosur si no continúa el macrismo en el gobierno.
Por ello es que no sorprende la asociación entre la oposición boliviana y la OEA, o sea, EEUU, quienes pretenden sobrepasar el límite de la legalidad nacional boliviana para convocar a una segunda vuelta electoral, desafiar el rumbo actual de Bolivia y encaminar al país junto a los impugnados regímenes de derecha de la región. No sorprende que ahora la intelectualidad funcional al poder acuse a Bolivia como la nueva dictadura y estigmaticen como lo hacen con Venezuela. Lo de impugnado remite en estas horas a la situación chilena. Luego de casi medio siglo de golpe pinochetista e inauguración de las políticas “neoliberales” en el mundo, y a 30 años de la constitución heredada de la dictadura genocida, el pueblo chileno ganó las calles con sus protestas. Hay paro de 48 horas convocado por el movimiento obrero, en confluencia con las luchas de los estudiantes y pobladores. El conjunto de la protesta social constituye un episodio de acumulación gestado en pocos días, que recupera una histórica gesta de luchas protagonizadas por millones.
Todo se disparó con un aumento del boleto del subterráneo en Santiago de Chile y la inmediata impugnación estudiantil, quienes decidieron saltar los  molinetes para no pagar y demostrar el descontento. La actitud fue masiva y la represión fue la respuesta gubernamental, lo que motivó la indignación social ampliada y la protesta se transformó en pueblada. El gobierno respondió con el Decreto del “estado de emergencia” y con ello, escaló la represión. A la memoria social retornó la Dictadura pinochetista, con miles de policías, gendarmes y militares reprimiendo con saña. Muertos, heridos y detenidos es el saldo, más el toque de queda que se extendió a varios territorios, ya no solo la capital chilena.
Chile, el modelo exitoso
Es curioso destacar que, en el último debate presidencial en la Argentina (20/10/2019), con la movilización chilena como noticia principal en todos los medios, hubo quien, desde el liberalismo ortodoxo, resaltara el ejemplo del modelo trasandino. Paradigma emblemático del liberalismo contemporáneo (neoliberalismo) que hoy está siendo rechazado ampliamente por la movilización social.
¿A qué se debe que Chile sea considerado exitoso? Chile es el territorio de facilitación de ganancias para el capital más concentrado, de ampliación de tratados de libre comercio; con bajos salarios y deterioro deliberado de la respuesta sindical y popular. Es el modelo a seguir para la ofensiva capitalista, que, además, empezó como “neoliberalismo” en Chile de 1973, algo que se extendió a la Dictaduras del Cono Sur. Solo luego de ese éxito a costa de la calidad de vida de la población, el neoliberalismo desembarcó en Inglaterra y EEUU, con Thatcher en 1979 y Reagan en 1980. Ahora ya son política hegemónica más allá de la desaceleración y crisis de la economía mundial.
Las protestas en Chile fueron más allá que el aumento del transporte y se extiende a la ofensiva capitalista contra los ingresos populares: los trabajadores/as; jubilados/as y los perceptores de ingresos derivados de la política social. Una parte considerable de la población se cansó y salió a la calle para intervenir en la fijación de la política. No solo deciden los “mercados”, también lo hace la población movilizada. Resulta muy interesante concentrarse en las lecciones que vienen desde Chile; como hace muy poco seguimos atentamente el levantamiento indígena y popular en Ecuador contra el aumento del combustible y el acuerdo del ajuste fiscal con el FMI.
En ambos casos, Chile y Ecuador, la movilización popular frenó la medida de aumentos e impuso a las autoridades la convocatoria al “dialogo”, aun cuando se mantuvo el despliegue represivo. Un diálogo amañado con los socios del poder y que desafía a resolver si se está del lado de la institucionalidad anti popular o del de la impugnación de la movilización social. Tanto en Ecuador como en Chile se sabe que al dialogo hay que llegar y abonarlo con organización y conciencia movilizada sino se quiere avanzar con las artimañas del poder para hacer realidad el ajuste en contra de la mayoría empobrecida de la sociedad. Al mismo tiempo, el pueblo de Haití, el más empobrecido de toda la región, se levantó en estos días en la demanda por la renuncia del antipopular gobierno.
Chile, Ecuador y Haití muestran el cansancio de los pueblos a las políticas hegemónicas, liberalizadoras (neoliberales), de ajuste perpetuo en sintonía con la ofensiva mundial del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad. El conflicto social evidencia que no todo está dicho en el rumbo que deben seguir los países, que no todo lo que reluce es oro, como señala la sabiduría popular. Todo eso que aparece como “modelo” se desvanece cuando la movilización social es masiva. Si el capital interviene con lobby o presión mediática, Estado mediante, la sociedad popular lo hace desde la protesta social y la organización popular. En lenguaje tradicional remitimos a la “lucha de clases”.
Lecciones en tiempos electorales
Vale la pena desde Bolivia, Argentina o Uruguay, mirarse en el espejo de la realidad chilena, ecuatoriana o haitiana, porque es el destino del discurso de las derechas y el liberalismo (neo). El neoliberalismo parte de un mensaje directo, simplón, que puede resultar atractivo para una parte de la sociedad, incluso de sectores empobrecidos, si no, no se puede entender el traspié de los gobiernos que impugnaron, con más o con menos, el discurso hegemónico de corte neoliberal. La simpleza del mensaje liberal contemporáneo puede ayudarnos a explicar el consenso electoral en los gobiernos de Argentina con Macri, o de Brasil con Bolsonaro, y que intentan hacer pie de cualquier modo en Bolivia o en Uruguay.
La disputa en estas horas en Bolivia es por continuar y profundizar el proceso de cambio iniciado por Evo Morales en 2006 o retomar una senda cuyos resultados ya vimos en nuestros países en la oleada liberalizadora de los 80´ y los 90´, y que no hay duda se rechazan en las calles de Chile, Ecuador o Haití, incluso en Bolivia. Es lo que se discute en Argentina y Uruguay el próximo domingo 27/10, un rumbo de impugnación a la lógica de la mercantilización que sostienen los ideólogos de la apertura económica y las reaccionarias reformas laborales y previsionales, o un rumbo definido por la organización social consciente de construir otra realidad, basada en la lucha por satisfacer necesidades y ampliar derechos.
Algunos me interrogan porque esas movilizaciones tan amplias no se realizan en la Argentina del 35,4% de pobres, de más del 10% de desocupados o del tercio con empleo irregular, con tarifas por ahora congeladas, pero que al estar dolarizadas volverán a congelar los bolsillos de una mayoría con limitaciones severas en la apropiación personal de ingresos suficientes para atender las ampliadas necesidades. La explicación es que en Argentina existen expectativas político electorales, del mismo modo que en Uruguay, algo que no necesariamente ocurre con las luchas comentadas en el resto de la región, pero en uno u otro de estos territorios, la garantía siempre estará en la capacidad de movilización y protesta de la sociedad para hacer realidad la satisfacción de las reivindicaciones democráticas, y mucho más si lo que se pretende es transformar la realidad.
La Habana, 24 de octubre de 2019

Agravamiento de la situación social en la Argentina


A pocos días de la elección presidencial en la Argentina, el domingo 27/10/2019, la información disponible sobre la situación económica, ya sea la ofrecida por el INDEC, el Banco Central, o la que proviene de los organismos internacionales, el FMI o el Banco Mundial, continúa siendo muy preocupante para la mayoría de la sociedad. La inflación combinada con recesión genera impactos sociales alarmantes sin ninguna expectativa de mejora en la coyuntura para la mayoría empobrecida, aun con el discurso electoral optimista de un futuro cercano mejor que sustenta el oficialismo en la persona de Mauricio Macri.
Sin embargo, en sentido contrario, la especulación genera importantes negocios para un sector muy reducido, ya que el dólar oficial se mantiene en torno de los 60 pesos por dólar, mientras que el ilegal (blue) alcanza los 67 pesos y las operaciones de compra de acciones y liquidación en el exterior (contado con liqui) cotizan a casi 75 pesos por dólar. Las operaciones con divisas excluyen a la mayor parte de la población y solo constituyen oportunidades de negocios para inversores concentrados. Recordemos que los bancos pueden optar por inversiones en leliq, que ofrece el BCRA a tasas del 68%, con un diferencial de más de 20 punto con inversores tradicionales del sistema financiero.
Como siempre sostenemos, no todos pierden con el funcionamiento de la economía, un argumento válido para cualquier país. La Política Económica siempre genera beneficiados y perjudicados, grandes productores y exportadores; grandes industriales transnacionalizados; sectores especulativos asociados a la internacionalización de las finanzas, por lo que no adherimos a las calificaciones de “errores” o “mala praxis” en el establecimiento de las medidas de gobierno.
El problema es que no pudieron sostener en una parte de la sociedad las expectativas esperanzadas para gobernar un segundo periodo y consolidar una propuesta política “conservadora” que recuperara el lugar de dominación cedido a manos de nuevos sectores económico sociales surgidos al influjo de la industrialización en el primer tercio del Siglo XX.
Puede decirse que el engaño o la ilusión se cortó, pero en el intento estaba ajustar y reestructurar el orden económico local para afianzar la inserción de la Argentina en un orden mundial con enormes dificultades para satisfacer necesidades del conjunto social, muy especialmente con el ascenso de Donald Trump al gobierno de EEUU, quien puso en crisis la lógica de la mundialización construida por cuatro décadas de neoliberalismo en el sistema mundial.
Inflación en alza
El INDEC[1] anunció el registro del 5,9% de inflación para el mes de septiembre pasado, con un acumulado anual de 53,5%, mientras el BCRA[2] pronostica, según las consultoras que ofrecen sus estudios al organismo, que para los próximos 12 meses se espera un crecimiento de los precios en torno al 48%.
La carrera por apropiarse de la renta socialmente generada tiene entre los ganadores a los sectores más concentrados de la economía, que vía precios defienden sus posiciones de privilegio y condenan a la sobrevivencia a la mayoría trabajadora de la población.
El dato lo confirma el propio INDEC, que acaba de difundir la “cuenta de generación del ingreso”, lo que antes se llamaba “distribución funcional del ingreso”, que explica cuanto se apropian del total del ingreso, los trabajadores y trabajadoras, por un lado, y los propietarios de los medios de producción por el otro. Los primeros, trabajadores y trabajadoras, perciben un 42,5% del total para el segundo trimestre del 2019[3]. Un año antes habían percibido un 46,4%. Lo que unos y otras perdieron, -3,9%, es lo apropiado por las patronales en sus diversidades de tamaño, lo que nos permite intuir una ganancia de los sectores hegemónicos más concentrados.
La inflación golpea de manera diferente según sea el nivel de ingreso percibido, por lo que el 35,4% de pobres o la mayoría de jubilados y jubiladas que perciben la mínima, o la mayoría de asalariados y perceptores de planes sociales sufren la remarcación regular de precios y se ven imposibilitados de resolver adecuadamente la vida cotidiana. El desagregado de los datos agrava las consideraciones sobre el impacto entre los sectores de menores ingresos, ya que los alimentos crecen por encima de la inflación anualizada, tal como ocurre con la salud y otros rubros de la canasta diaria.
Un problema para destacar es que el gobierno congeló precios de tarifas hasta la celebración de las elecciones el próximo 27 de octubre, lo que hace pensar a futuro en elevación del índice inflacionario, si es que las tarifas retoman su evolución asociada al crecimiento de los precios, e incluso de la variación del tipo de cambio. Recordemos que la presión de las empresas privatizadas de servicios públicos demandó la dolarización de sus tarifas más allá de masivas protestas sociales.
Solo con fines electorales se asumió el congelamiento y regulación de algunos precios, que, de haber mantenido la política originaria, en la que cree firmemente el gobierno de Macri, el PRO-Cambiemos, la inflación sería aún mayor.
Macri le reclama al FMI
En el FMI existe mar de fondo y algunos al interior del organismo pasan factura por el desmedido apoyo financiero a la Argentina y al gobierno de Mauricio Macri. También se queja el gobierno Macri, quien sostiene que cumplió con lo acordado, que era el ajuste fiscal. En ese marco presiona para que le desembolsen 5.400 millones de dólares que debieron ingresar a mediados de septiembre al país. Los necesitan para seguir financiando la salida de capitales.
La interna se procesa en el FMI, aunque un poco inútil, ya que la voz final está en manos de Donald Trump, gobernante del país que tiene la última decisión en el organismo internacional. Trump no dudó en invertir “políticamente” en la Argentina, para asegurarse el acompañamiento en su estrategia de injerencia sobre Venezuela, que Macri ratifica reconociendo sobre el final de su mandato a la embajadora designada por el auto designado “presidente a cargo”. La búlgara Kristalina Giorgieva, recientemente a cargo del Fondo se desentiende de ese debate y espera el resultado electoral para redefinir los marcos del ajuste y la regresiva reestructuración con el ganador del 27/10.
Mientras, Hernán Lacunza, Ministro de Hacienda y Guido Sandleris, titular del BCRA, presentan las cuentas nacionales con los deberes realizados ante las nuevas autoridades del FMI. Ellos sostienen que cumplieron con el ajuste y poco les importa la hipoteca de una deuda a cancelar en futuras administraciones. Como cumplieron solicitan el desembolso para llegar lo mejor posible a las elecciones y a la entrega del gobierno. Temen que se les agoten las reservas internacionales que hoy administran. El último día hábil previo a las PASO, las reservas internacionales alcanzaban los 66.309 millones de dólares, que al último dato provisto por el BCRA para el 15/10, las mismas se redujeron a 47.780 millones de dólares. La disminución continua.
Se perdieron en tan poco tiempo unos 18.529 millones de dólares, una cifra gigantesca que podría haber tenido destino alternativo y que requiere de una investigación sobre el destino. En rigor, no solo se trata de investigar esta fuga de capitales, sino asumir el proceso completo desde diciembre del 2015, signado por un crecimiento enorme de la deuda pública que hoy alcanza al 100% del PBI, duplicando el registro al comienzo de la gestión. Es la ocasión para avanzar en una asignatura pendiente: la investigación de la deuda iniciada en el ciclo de la dictadura genocida. No es conveniente postergar para el futuro la auditoría integral que pueda definir lo legal de lo ilegal, para no seguir descargando sobre el colectivo social el cáncer del endeudamiento que ha favorecido la concentración de ingresos y riqueza.
Preocupación por la pobreza
En el mundo preocupa la pobreza, tal como mencionamos hace pocos días con relación al informe del Banco Mundial, que avisa sobre una desaceleración en la reducción del indicador de pobreza en todo el mundo, especialmente en los países de menor desarrollo relativo. Por su parte, el Banco de Suecia entregó el premio “Nobel” a tres investigadores sobre la pobreza, una mujer y dos hombres, una francesa, Esther Duflo; un hindú, Abhijit Banerjee y un estadounidense, Michael Kremer; todos radicados en EEUU. Por su parte, Thomas Piketty difunde un nuevo libro “Capital e Ideología”, donde vuelve sobre el tema de la desigualdad, abordado en su “Capital del Siglo XXI”. Lo que retoma es la brecha entre ricos y pobres y el más que interesante análisis del discurso justificados relativo a la acumulación patrimonial de la riqueza.
Vamos a insistir que ni el Banco Mundial, ni el Banco de Suecia, ni el economista francés asumen la responsabilidad del capitalismo como causa de la concentración de la riqueza y la desigualdad en contraposición a la situación de la mayoría de la población empobrecida. Todos ellos proponen paliativos a la hora de atender el problema, pero sin afectar el régimen subordinado a la lógica de la ganancia y la acumulación de capitales, aun cuando el profesor galo se anima a proponer fuertes tributos a los más enriquecidos.
¿Habrá voluntad en nuestros países para avanzar más allá de los condicionantes del orden capitalista o solo puede pensarse en paliativos que morigeren el impacto de la pobreza y la desigualdad?
Es una dimensión para pensar en tiempos electorales en la Argentina, e incluso este próximo domingo en Bolivia y luego en simultáneo con nuestro país en el Uruguay.
Córdoba, 18 de octubre de 2019


[1] Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC Índice de precios al consumidor. Septiembre de 2019, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_10_19FB1348322D.pdf (consultado el 18/10/2019)
[2] Banco Central de la República Argentina, BCRA. Principales Variables, en: http://www.bcra.gov.ar/ (consultado el 18/10/2019)
[3] Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC. Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra. Segundo trimestre de 2019, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/cgi_10_192FDDDA2A2F.pdf (consultado el 18/10/2019)

El contexto de la economía mundial exacerba la ofensiva del capital


La perspectiva de la economía mundial es de desaceleración con posibilidades de transformarse en recesión, exacerbando los objetivos del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad.
El objetivo del capital apunta a resolver la obtención de ganancias y en ese marco sostener el ritmo de la acumulación, intentando escamotear el efecto de la situación económica mundial y descargando el costo sobre la mayoría empobrecida de la sociedad mundial.
Habla el Banco Mundial
Son asuntos que se pueden verificar en cada país en particular, pero resultan alarmantes cuando la síntesis proviene de la cúpula de un organismo internacional como el Banco Mundial, cuya tarea según manifiesta en su portada es la “lucha contra la pobreza”.
En la presentación del Informe Anual 2019 del Banco Mundial, su presidente inicia señalando:
“Nuestra misión de desarrollo es clara: promover la prosperidad compartida y poner fin a la pobreza extrema. Los problemas siguen siendo acuciantes.”
Continúa afirmando que:
“En muchos países, el ritmo de reducción de la pobreza ha disminuido o, incluso, se ha revertido, y las inversiones y el crecimiento no serán suficientes para mejorar el nivel de vida. Los países más pobres enfrentan numerosos desafíos para lograr avances en el desarrollo básico, lo que incluye graves déficits en materia de agua potable, electricidad, salud, educación, empleo y competitividad del sector privado; obstáculos a la plena inclusión de las mujeres en las economías y las sociedades, así como políticas que con mucha frecuencia benefician a minorías selectas en lugar de crear oportunidades laborales y respaldar a los habitantes más necesitados; la urgencia de los desafíos ambientales y climáticos, y el marcado aumento de la deuda que no reditúa beneficios reales.”[1]
El razonamiento de David Malpass, titular del Banco mundial (BM) reconoce las dificultades del momento actual para cumplir con los objetivos de reducción de la pobreza, pero asienta su diagnóstico en la insuficiencia del crecimiento, obviando toda alusión a lo esencial: el modelo productivo del capitalismo y la exacerbación de los sectores hegemónicos por disminuir derechos sociales en aras de satisfacer la demanda de ganancias y la reproducción del ciclo de acumulación de los capitales.
No se le puede pedir a un organismo que integra la cúpula de decisiones del capitalismo mundial que asuma el problema en su esencia. Lo que hace es reconocer el problema, sí, pero sus soluciones apuntan a intentar morigerar los impactos sociales con las iniciativas relativas al “desarrollo inclusivo”, el aliento al “capital humano” y generar condiciones de “resiliencia” ante los problemas del cambio climático, como si no tuvieran que ver con el orden capitalista de explotación y destrucción de la Naturaleza.
Las propuestas del BM parecen más un manual de autoayuda que unas recomendaciones de modificación sustancial de la política económica, con otra orientación de beneficiarios y perjudicados del orden económico. Lo que buscan es “mejorar el clima de las inversiones”, lo que traducido supone enfocar el rumbo de la política económica contemporánea en el restablecimiento de la lógica de la ganancia y la acumulación de capitales.
En este plano y con claridad destaca la realización a fines del 2018 del:
“Foro de Inversionistas organizado junto con el Gobierno argentino en vísperas de la Cumbre del G-20 celebrada en Buenos Aires, en el que se buscó determinar las medidas necesarias para impulsar la inversión privada sostenible y de largo plazo”
Toda radica en las “inversiones”, incluso “privadas”, asentando la perspectiva de la evolución económica en las posibilidades de la inversión de capitales, olvidando que los clásicos de la Economía Política indicaban que el capital es “trabajo acumulado” y por ende, lo que debiera estimularse es el aliento al trabajo social, que no requiere de la iniciativa privada, sino de la decisión y voluntad de construir otro orden económico y social, sustentado en la cooperación entre trabajadoras y trabajadores, que al mismo tiempo cuiden la lógica reproductiva del hábitat y el medio natural.
Palabra de la nueva titular del FMI
Por su parte, la nueva titular del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, en su primer discurso señaló:
“Se prevé que, en 2019, el crecimiento disminuya en casi el 90% del mundo”[2]
“Esta desaceleración generalizada significa que el crecimiento este año caerá a su tasa más baja desde principios de la década.”
“En Estados Unidos y Alemania, el desempleo se encuentra en mínimos históricos. Aun así, en las economías avanzadas, inclusive Estados Unidos, Japón y, en especial, la zona del euro, se observa una moderación de la actividad económica.”
“En algunas de las principales economías de mercados emergentes, como India y Brasil, la desaceleración es incluso más pronunciada este año.”
“En China, el crecimiento se está reduciendo gradualmente con respecto al rápido ritmo que ha llevado durante muchos años.”
“Las precarias perspectivas plantean desafíos para muchos países que se ven confrontados con dificultades, incluidos algunos de los países que están aplicando programas del FMI.”
En la última aseveración puede entenderse la hipoteca de la Argentina por el acuerdo suscripto en 2018 con un préstamo por 57.000 millones de dólares bajo la condición del ajuste del gasto público (social) y el aliento a reaccionarias reformas laborales, previsionales y tributarias. Pero también remite al papel del FMI en Ecuador, que generó un levantamiento indígena y el rechazo popular en el país, con la solidaridad internacional de los pueblos.
La economista búlgara argumenta que los problemas actuales derivan de las “fracturas” del sistema mundial, especialmente la “guerra comercial” con subas recurrentes de aranceles, que promueven la caída abrupta del comercio mundial y sus consecuencias decisorias en la desaceleración económica actual. Claro que en su diagnóstico no aparece la responsabilidad directa del gobierno de EEUU en la promoción de la confrontación arancelaria, especialmente contra China. Confrontación que desnuda los límites estadounidenses para el ejercicio de la hegemonía del capitalismo, y con ello, la discusión del orden mundial emergente desde 1944, cuando surgieron los organismos financieros internacionales, BM y FMI, para resguardar los intereses del capitalismo mundial.
Ni el capitalismo ni el gobierno de EEUU son indicados como responsables directos. Es más, respecto del capitalismo afirma: “La clave es mejorar el sistema, no abandonarlo.” Es una afirmación que la sostiene por haber crecido “detrás de la Cortina de Hierro.” Dice Georgieva que “la aplicación de políticas correctas, con el apoyo internacional, puede volver a situar a un país y su gente en la senda hacia la prosperidad.” No parece coincidir con ello la movilización actual en Ecuador o el rechazo electoral masivo que se anticipan para las elecciones argentinas del 27/10 próximo.
La directora Gerente del FMI hace la apología del capitalismo. Se puede afirmar que para eso ocupa el lugar de conducción del organismo internacional. Para ella lo correcto son las políticas pro mercado; pro liberalización, de ajuste y reformas estructurales. Todo muy alejado de cualquier posición crítica al orden vigente.
Otro orden es necesario
El asunto es que los pueblos están desafiados a construir otro imaginario social de organización de la economía, que pueda ir en contra y más allá del orden capitalista.
Ni el BM o el FMI aportarán soluciones a los problemas de la pobreza, el desempleo o la baja de los ingresos populares; ni pueden esperarse aportes reales de ellos, más allá de grandilocuentes definiciones por la inclusión social contra la pobreza. Los organismos del sistema mundial solo inducen políticas para hacer sustentable el régimen de la ganancia.
El contexto de la economía mundial no favorece las aspiraciones sociales extendidas por resolver acuciantes problemas de la vida cotidiana. El pensamiento crítico debe hacer más visibles las respuestas concretas que millones de personas llevan adelante en la reproducción de la especie y el planeta. Es algo que no siempre tiene visibilidad en el debate político, especialmente en tiempos electorales trascendentes en el cono sur de América: Bolivia, Argentina y Uruguay.
Córdoba, 11 de octubre de 2019


[1] Introducción del Presidente del Banco Mundial al Informe Anual 2019 del BM; en: file:///C:/Users/jcgam/Downloads/211470SP%20(1).pdf (consultado el 11/10/2019)
[2] Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI. Ante la desaceleración del crecimiento es necesario acelerar la acción, del 8/10/2019, en: https://www.imf.org/es/News/Articles/2019/10/03/sp100819-AMs2019-Curtain-Raiser (consultado el 11/10/2019)


Pobreza en aumento en la Argentina y como superarla


La información a fines de junio 2019 indica que en la Argentina existen 16 millones de pobres para una población de menos de 45 millones de habitantes; entre ellos, unos 3,4 millones de indigentes. Dice el INDEC que el 35,4% de las personas son pobres y los indigentes llegan al 7,7% de las personas. Son datos alarmantes y en ascenso, ya que luego de estas mediciones se produjo la devaluación monetaria en agosto, la que llevó la moneda de 45 a 60 pesos por dólar. Con ello podemos afirmar que el año 2019 terminará con un guarismo mucho más elevado.
Entre los menores de 14 años la pobreza alcanza al 52,6%, hipotecando el futuro de esa parte de la población y afectando el desarrollo posible del conjunto de la sociedad. En el ámbito geográfico también se observa el desigual impacto de la pobreza, ya que en el noreste del país (Corrientes, Formosa, Gran Resistencia y Posadas), aparece como territorio de mayor empobrecimiento de todo el país. Según la Encuesta Permanente de Hogares, esa zona tiene un registro del 42,4% de pobreza, y dentro de ello, el Gran Resistencia alcanza al 46,9%.
Vale mencionar que el máximo registro histórico corresponde al 2002 con el 57% de la población bajo la pobreza, reducido al 29% en el 2015, según la propia estadística oficial. La pobreza por ingreso se ha transformado en un fenómeno estructural y se acarrea como tal desde los profundos cambios operados desde la dictadura genocida en 1976, desde donde se vienen afectando las relaciones sociales con algunos periodos de intento de freno al proceso de regresión generalizada que involucra a la expansión de la indigencia y la pobreza.
El objetivo de “pobreza cero” solo fue una consigna electoral para acceder al gobierno en 2015, y las políticas aplicadas contribuyeron al empobrecimiento de la mayoría de la sociedad, retomando los procesos de la dictadura y la década del 90 del siglo pasado. La contracara es la concentración del ingreso y la riqueza en una parte menor de la población, aquellos que están asociados a la lógica dominante de la acumulación de ganancias, capitales y poder. Entre estos, grandes productores y exportadores del agro negocio, la mega minería, los hidrocarburos, la gran industria asociada al mercado mundial y la especulación, la banca, seguros y otros sectores vinculados a la circulación de capitales, incluido la cuantiosa fuga.
Son datos relativos a la pobreza por ingresos, que consolida el fenómeno de la pobreza en términos de necesidades básicas insatisfechas (NBI), medidas oportunamente en las consultas censales.
Disputa por el excedente
Muchos observadores externos se sorprenden sobre los alcances de la pobreza en un país que se presume ser rico en potencialidad, sin asumir la realidad de una desigual estructura económica y social que arrastra una antigua disputa del poder por la apropiación del excedente económico.
En efecto, las disputas remiten al fin de la dominación del bloque en el poder construido en tiempos de la inserción internacional subordinada entre 1870/80 y 1930. Con el golpe de Estado de 1930 se intentó continuar el poder oligárquico asociado al capital externo, principalmente de origen británico, que había surgido en la constitución de la Argentina según la conocemos en la actualidad: integración territorial y capitalización de la Ciudad de Buenos Aires hacia 1880. El Golpe del 30 fue un movimiento preventivo que se sostuvo reiterada y continuamente con golpes protagonizados por las Fuerzas Armadas, siempre con apoyo y trastienda civil, entre ese momento fundacional y el golpe de 1976. La realidad es que no pudieron lograr su objetivo, que apuntaba a una lógica política de dominación coincidente con el poder económico asociado de la burguesía con origen en el monopolio de la propiedad territorial y el capital externo.
¿Cuál fue el problema? La emergencia de una burguesía local, con asiento en la producción industrial por sustitución de importaciones, la que disputó su propio lugar en el bloque en el poder, al tiempo que favoreció un proceso de distribución del ingreso y acceso a diversos derechos económicos sociales de la clase trabajadora. Hubo desarrollo del mercado interno y habilitó el objetivo por un “capitalismo nacional” nunca efectivizado por la ausencia e imposibilidad histórica del sujeto burgués nacional en condiciones de liderar un proyecto de liberación del capital hegemónico, como señalamos, asentado en el poder territorial y el capital externo. Quien sostuvo el proyecto de disputa del excedente fue el “Estado Nacional”. Hay que recordar en ese sentido el papel del Estado capitalista en la Argentina con el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, IAPI, un mecanismo de trasferencia vía política de Estado, para transferir renta agraria para la construcción de la política industrial en la década entre 1946 y 1955. Pero también la construcción del Banco Central en 1935 y luego las nacionalizaciones de los depósitos en los años 1946 y 1973, mecanismos de orientación del crédito vía redescuentos estatales para una estrategia de desarrollo. Aludimos al Estado como espacio de disputa del poder, por ende, del excedente económico.
Un dato socio político remite a la expansión de la clase trabajadora, su lucha y su organización en ese tiempo, poniendo límites al bloque de clases en el poder, incluso animando procesos de lucha más allá del capitalismo. Se destaca en ese sentido la fuerte acumulación de poder popular, anticapitalista y antiimperialista entre 1969 y 1975, lo que motiva la reacción de 1975/6 con terrorismo para militar y para-policial, y luego el golpe genocida en 1976.
Por eso, los golpes de Estado intentaron ser mecanismos de restauración del orden tradicional previamente existente a la emergencia de la burguesía local surgida a principios del Siglo XX.
Desde un enfoque estructural, con el gobierno Macri (2015-2019) se intentó recuperar un proceso de dominación de ese bloque en el poder de viejo cuño, antes de los cambios políticos que supuso el ascenso al gobierno del radicalismo (1916) y más aún, luego del peronismo (1945). El Partido Militar tuvo como función histórica restaurar el tradicional “orden normal”, y por eso con Macri se generalizó que el problema de la Argentina remite a los últimos 70 años, es decir, el tiempo que media entre el primer peronismo (1945) y el acceso al gobierno del PRO-Cambiemos (2015). Por primera vez se restauraba el orden con consenso social electoral. Vale mencionar que la resistencia popular en estos años generó las condiciones de la acumulación política para el masivo voto de rechazo el 11/08/2019 en las PASO al gobierno macrista.
El experimento de restauración del orden liberal histórico por vía electoral fracasó, pero deja un saldo lamentable en las condiciones socio económicas de la mayoría de la población. La inflación y la recesión empujan a más personas a la pobreza, al desempleo y a peores condiciones de vida. Si se quiere buscar el objetivo buscado, la respuesta está en la pretensión de subordinar y disciplinar al movimiento obrero y popular. Se trata de un objetivo que buscaron los golpes de Estado y que ahora pretendieron por vía electoral, como en los años 90 del siglo pasado. La organización y lucha del pueblo argentino, aun con debilidades y fragmentaciones resulta un escollo infranqueable para las clases dominantes en el poder. Lo que se sostiene es la disputa del excedente y renovadas búsquedas políticas de entronización en el gobierno del poder económico, un proceso que habilita una nueva etapa desde diciembre próximo.
El problema es el capitalismo
Se trata de un problema irresoluble en el marco del capitalismo. Mientras el objetivo siga siendo la búsqueda del imposible aliento al “capitalismo nacional”, la disputa por el excedente tendrá por un lado a los restauradores del “orden tradicional”, que ya no acuden a los tradicionales golpes, sino a mecanismos de manipulación de la conciencia social, medios de comunicación y redes sociales como instrumentos privilegiados, pero sobre todo a una cultura neoliberal sustentada en el individualismo y el consumismo. Lo que existe es una disputa en el poder, entre quienes disputan la dominación del bloque en el poder, tarea mediatizada en la política por los instrumentos que otorguen estabilidad al régimen económico y político. En estos tiempos, sin viabilidad del Partido Militar, lo que se disputa es cual partido se transforma en el instrumento adecuado del orden capitalista, que coloque en coincidencia al poder económico con el político y por eso, recrean el discurso del ajuste y las reformas estructurales contenidas en el acuerdo con el FMI.
Resulta imprescindible para el bloque socio político popular disputar el orden del capital y transitar con otra perspectiva, como señalan en Bolivia: “un tránsito desde el capitalismo a la sociedad del vivir bien”, o como intentan en Cuba hacia el socialismo, incluso con sus formulaciones especificas desde Venezuela por el “socialismo del Siglo XXI” y que la dominación capitalista desde Washington intenta ahogar con bloqueos muy agresivos y genocidas contra ambos procesos.
La pobreza argentina solo podrá ser superada si el rumbo económico, social, político y cultural trasciende la crítica al neoliberalismo explícito del macrismo y sus acuerdos con el FMI y se propone ir más allá y en contra del capitalismo. De lo contrario asistiremos a políticas compensatorias, tal como viene ocurriendo desde el Plan Jefes y Jefas de Hogar desde 2002, siempre en expansión, sin resolver la cuestión de fondo, al tiempo que intentan contener la conflictividad.
El gobierno no logra la reelección porque las protestas sociales generaron la masa social suficiente para la derrota electoral, lograda sobre la base de una recomposición de la hegemonía lograda desde la unidad del peronismo en una alianza más amplia, que ahora intenta trasladarse a unidades orgánicas del movimiento de trabajadores, entre quienes protagonizaron la unidad de acción contra las políticas de ajuste y el sindicalismo tradicional. No resulta mecánico que la unidad política para vencer electoralmente a Macri resulte ejemplo de unidad sindical o social detrás de la CGT, que fue desafiada desde los comienzos de los 90 por la experiencia de la CTA, que más allá de sus divisiones en el presente, sus postulados por un nuevo sindicalismo siguen en pie. Se sustenta la propuesta junto a una dinámica política de pacto social, luego de años de retroceso relativo entre los ingresos de las trabajadoras y los trabajadores con relación a los ingresos del capital concentrado. El punto de partida consolida las diferencias acumuladas en este periodo de transferencias regresivas desde la mayoría de la población a una minoría altamente concentrada y extranjerizada.
Sin afectar intereses de la dominación estructural del funcionamiento del capitalismo en la Argentina no hay solución en la coyuntura al tema de la pobreza, ni se resuelven las contradicciones históricamente acumuladas en el capitalismo local y que se manifiestan en la disputa del excedente. La inflación, además de otros fenómenos, como el monetario, es una manifestación de la disputa del poder económico entre los pocos en capacidad de establecer precios, mediados por el Estado y su política, claro está; y entre ellos y el conjunto de la sociedad. Las soluciones no ocurrirán mientras el límite sea la gobernabilidad del orden del capital y resulta imprescindible apuntar a una unidad popular que pueda disputar el excedente y el poder, en contra y más allá del capitalismo.
Buenos Aires, 6 de octubre de 2019