Maradona habilitó vivo o muerto un debate político cultural

 

Diego generaba polémica apasionada mientras vivía, y sigue ahora la discusión después de fallecido. Por un lado, el ídolo deportivo y de millones que se identifican con su derrotero, de la villa al estrellato, de las necesidades insatisfechas hasta el derroche y la satisfacción, de su capacidad para impugnar al poder, al tiempo que comparte espacios con el poder. Por el otro los que resaltan sus ejemplos disruptivos en la droga y la conducta personal desbordada. El 10 supone un conjunto de contradicciones difíciles de sintetizar en la unanimidad. Se lo acepta y entiende o no, así de simple. Es más, muchos de los que lo critican escindiendo sus “cualidades” personales de las deportivas no pasarían la prueba de la “Junta Harper de moral”, o en otro sentido, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

El Diego se murió y mi primera reacción comunicada en las redes fue: “Se nos fue el DIEGO; qué pena, pero nos queda el recuerdo de su mano contra el despojo ingles en Malvinas. Manos que fueron estrechadas con Fidel y Chávez para la emancipación de Nuestramérica, en el No al ALCA y en el recuerdo imborrable del CHE. Diego: ¡estás en nuestro corazón!”. Creo que fue el mensaje que más emoticones favorables obtuve en mi trayectoria en redes. Al día siguiente realicé un comentario sobre Marx, muy importante para mí, pero con 10 veces menos de repercusión respecto de lo mencionado por el deceso de Maradona. Ídem hoy, en el recordatorio del 200 aniversario del nacimiento de Federico Engels, el socio de Marx en la construcción de una teoría y práctica de la revolución. Pero a no confundir, una cosa es una cosa y no la otra. Vale el homenaje a Engels, los recordatorios sobre los aportes y vigencia de Marx y su colega de andanzas, pero Maradona es un ídolo popular de nuestro tiempo.

Un ídolo que alimenta pasiones de nuestros pueblos. Si, “nuestros”, dicho en plural, lo que se confirma por las emociones que nos devuelve la calle en su despedida en la capital porteña, o en Nápoles y muchas ciudades de todo el mundo; o en el homenaje de los All Blacks con una camiseta negra con la imagen de nuestro 10 (que ya es de muchos más) y en miles de demostraciones más o menos anónimas en todo el planeta.

A propósito de los homenajes, comenté ampliamente, más allá de su validez, una columna del Financial Times, titulada “Maradona’s contribution to monetary theory”, escrita por Claire Jones el mismo día de la muerte del Diego, y que recoge el Cronista Comercial[1] como “La contribución de Maradona a la teoría monetaria. En síntesis, lo que la autora señala es una intervención del titular del Banco Central de Inglaterra, Lord Mervyn King, quien en el 2005 utilizó la metáfora de los dos goles del Diego ante Inglaterra en el mundial de México de 1986, la “mano de dios” y el más maravilloso gol de la historia de los mundiales. Sobre el primero destaca el carácter de “inesperado” e “inconsistente”, “contra las reglas”, pero, en definitiva, efectivo. Respecto del segundo destaca que Maradona se fue casi “recto” al gol, desde su propio campo, porque no hizo las fintas a izquierda o derecha que los jugadores británicos imaginaron que haría. El banquero británico está señalando la inventiva, la creatividad y la sorpresa en el accionar de un jugador, que es asociable a lo que puede esperarse de un banquero central o una persona que ejecuta políticas públicas. La lectura me atrapó, porque había estado leyendo el comunicado de prensa de la Reserva Federal de EEUU[2], donde curiosamente se cruza con ese análisis del 2005 del banquero inglés.

Maradona y su muerte permite hacer múltiples lecturas. ¿Qué dice la FED, el Banco Central de EEUU? Que lo mejor es no hacer olas, que la situación a fines de septiembre en EEUU no es tan mala como en marzo o abril cuando se desata la pandemia, ni se volvió a la situación previa. Si el desempleo era 3,5% antes del COVID19 y había superado el 14% hace poco, ahora estaba en el 7,9%. Mejor que el pico, pero peor que en el punto de partida. Si ya se visualiza cierta recuperación económica, dicen, ni las ganancias, ni el empleo sugieren que se deben bajar las acciones preventivas de estímulo fiscal desde el Estado. Que, en definitiva, no se debe esperar movimientos bruscos en materia de alzas o bajas de las tasas de interés, y que hay que seguir con el ritmo de estímulo fiscal hacia la meta de la recuperación, algo que viene escamoteando el Congreso estadounidense y la gestión Trump. Es un mensaje gestado antes del resultado electoral de fines de noviembre, difundido luego de conocida la derrota de Trump, y por ello, con las expectativas de cambio en el gobierno estadounidense.

En 2005 el banquero inglés les habla a sus colegas con Maradona como inspiración, y ahora podemos releer esa lección en una coyuntura critica de la economía mundial, especialmente en un momento delicado sobre el presente y el futuro de EEUU. Es algo que hacemos a propósito de lo que desencadena la muerte de Maradona, o su vida, porque en esos goles bien vivo que estaba. No hay dudas que existe mucha incertidumbre en el presente, pero lo mejor es tener claro que se quiere y así como Maradona desde chiquito dijo que quería ganar un mundial y lo hizo, y su vida fue un desenfreno, que desplegó y arrastró multitudes de veneración, bien vale para pensar que es lo que quiere cada quien.

Puede quedar clara la lección para los bancos centrales en el capitalismo y muy especialmente para la FED estadounidense, de no “hacer olas” en este momento de incertidumbre, por nuevos rebrotes del coronavirus, por la inminencia de la vacuna, o por los cambios que se avecinan en EEUU u otros territorios, pero es interesante para interrogarnos sobre nuestro rumbo.

¿Cuál es ese rumbo derecho al objetivo de nuestros pueblos? ¿A quién le queremos hacer el gol? ¿A quién le queremos ganar y para qué? ¿Con qué horizonte?

Por eso, en mi mensaje inmediato a la muerte del Diego me acordé de la mano contra el invasor; de la mano estrechada a los líderes de procesos emancipadores y agobiados por genocidas bloqueos y sanciones unilaterales; de su militancia junto a los pueblos que luchaban contra el ALCA y las múltiples formas de la dominación.

Con todos sus defectos humanos, como los que muchos tenemos, bien vale la recuperación del DIEZ que enarbolan millones de personas en el mundo por su insolencia contra el poder.

Buenos Aires, 28 de noviembre de 2020



[1] https://www.cronista.com/internacionales/Financial-Times-la-contribucion-de-Maradona-a-la-teoria-monetaria-20201126-0014.html Copyright © www.cronista.com

[2] FED. Reserva Federal de EEUU. Acta del Comité Federal de Mercado Abierto, 4-5 de noviembre de 2020, en: https://www.federalreserve.gov/newsevents/pressreleases/monetary20201125a.htm

Distribución del ingreso y de la propiedad

 

El Presupuesto 2021 ya está aprobado y más allá de la probabilidad relativa al cumplimiento de las previsiones establecidas: 29% de inflación, 5,5% de crecimiento del PBI, déficit fiscal a -4,5%, interesa como instrumento de orientación sobre la distribución primaria y secundaria del ingreso.

La distribución primaria se juega en la relación entre empresarios/as y trabajadoras/es, la relación entre el capital y el trabajo y la distribución funcional entre ganancia y salario. La tendencia es que se vino inclinando por décadas a favor de la ganancia, salvo excepcionales momentos de recuperación salarial.

El Estado es también empresario y actúa en la contratación de fuerza de trabajo. De hecho, resulta ser el principal empleador del país y como tal el que mayor flexibiliza la fuerza laboral. En general, el accionar estatal no es diferente del que ejecuta el capital privado, por lo que el ajuste salarial es una constante que habitualmente destacan los trabajadores de municipios, provincias o la Nación y avala la conflictividad de los estatales.

No es menor señalar, que más allá de que los fondos previsionales son por definición de las/os propias/os jubiladas/os y sus organizaciones, desde los noventa del siglo pasado aparecen esos recursos en las cuentas públicas bajo responsabilidad de gestión estatal y se presupuestan como si fueran dineros públicos.

La política fiscal definida es de achique del déficit fiscal, con perspectiva de eliminarlo hacia el 2025, tal como sugieren los comentarios oficiales sobre las negociaciones en curso con el FMI. Todo se resolverá en un Plan Plurianual a considerar en el Congreso, con el objetivo de equilibrar las cuentas fiscales, dicho en el mismo momento en que en todo el mundo se flexibilizan las cuentas fiscales, a sabiendas de la continuidad del COVID19.

El ajuste fiscal también podría venir de mejoras en la recaudación tributaria, pero en el presupuesto 2021, recién aprobado, no aparece ninguna señal en ese sentido. El IVA seguirá siendo la principal fuente de ingresos impositivos, seguido del tributo a las ganancias, donde los ingresos provenientes de la relación de dependencia siguen siendo muy importantes y contribuyen a la regresividad del régimen tributario local. La regresividad se mantiene, aun cuando seguramente impacte en el próximo ejercicio fiscal el impuesto a las grandes fortunas o aporte solidario.

Más allá de cualquier limitación, el “aporte solidario” afecta a la propiedad privada de los sectores que más ingreso y riqueza acumulan. El impuesto a las grandes fortunas, por única vez, impactará sobre menos de 10.000 personas, con patrimonios superiores a los 200 millones de pesos y se pretenden recaudar unos 300.000 millones de pesos, equivalentes a unos 3.600 millones de dólares al tipo de cambio actual.

Las críticas se presentan por izquierda y por derecha. Desde la izquierda se discute que sea por única vez, que no se amplié el horizonte de los afectados y que tiene una alícuota reducida. Incluso, se cuestiona el destino, especialmente la parte del 25% orientada a la producción de gas. Esto supone acuerdos de las empresas de gestión pública con transnacionales petroleras, y no menor, la insistencia en la explotación de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta. Detrás de la opinión crítica está el rechazo a la tecnología de la fractura hidráulica y a la destrucción ambiental. Por derecha se defiende la propiedad privada y la recurrente vocación de rechazar cualquier desviación en la toma de decisiones hacia el Estado.

Resulta evidente la no inclusión del gasto de emergencia sanitaria del 2020 en el Presupuesto del 2021, aun cuando todo hace previsible la continuidad del efecto pandemia, incluso más allá del próximo año. Claro que la cuestión de fondo no debiera ser la emergencia, sanitaria o recesiva, sino la consideración de cambios progresivos en la orientación de la política pública, especialmente en materia fiscal. Existe mora en el tratamiento de la “coparticipación federal”, un tema que la reforma constitucional del 94 resolvió considerar hacia 1996. Nada menos que 24 años de atraso en un tema estratégico, sin perjuicio de un debate en profundidad para una reforma tributaria progresiva.

Acuerdo con el FMI y distribución de la riqueza

La cuestión de la deuda pesa y por eso se siente la presión del FMI para cobrar y condicionar la política económica, no solo con el ajuste fiscal, sino con las reaccionarias reformas estructurales: laboral y previsional.

Son cuestiones que están en las conversaciones con la misión del FMI, quienes se acaban de retirar del país, luego de la visita oficial para inaugurar reuniones formales para un acuerdo.

El Ministro de Economía señaló que lo que se acuerde se discutirá en el Congreso, como reza la Constitución Nacional.

Mientras, una parte del debate previsional está contenido en la nueva fórmula de actualización de haberes presentada al tratamiento legislativo, con el rechazo evidente del movimiento de jubiladas/os. No se incluye a la evolución inflacionaria en la actualización prevista por el gobierno, justo cuando en octubre se quebró la tendencia descendente de la inflación, con preocupación de la evolución sobre fin del año y más allá.

Recesión más inflación son letales para los ingresos previsionales. En rigor, el tema no solo preocupa al FMI, sino al mundo empresario, quienes pretenden menor gasto público, menor carga tributaria y claro, reducir el costo de producción, especialmente en materia de cargas laborales.

En mayo pasado, el BCRA informó que 10 personas habían fugado capitales por casi 8.000 millones de dólares, en el marco de una fuga 10 veces mayor que ese monto. Vale considerar el dato, porque el monto fugado es más del doble de lo que se pretende recaudar con el discutido “aporte solidario”. Este recae sobre casi 10.000 personas y aquella cifra solo fue fugada por una decena de personas de gran capacidad económica.

Por eso sostenemos que no solo se trata de discutir la distribución del ingreso y aminorar el impacto de la línea de pobreza sobre más del 40% de la población, sino que debe discutirse la propiedad de los medios de producción y la concentración de riqueza. ¿Para qué? Para reorganizar el orden económico y social achicando la brecha de desigualdad y propendiendo a una sociedad de mayor equidad distributiva, del ingreso y de la riqueza.

La afectación de la riqueza no solo debe ocurrir por vía tributaria, sino y muy especialmente modificando la política económica y el modelo productivo y de desarrollo.

A modo de ejemplo está lo anunciado sobre la intervención, expropiación y construcción de una empresa testigo sustentado en la soberanía alimentaria para modificar el modelo del agro negocio de exportación en Vicentin.

La defensa de la propiedad privada sobre los medios de producción remitió la propuesta al baúl de los recuerdos, pero marca el camino. Al no avanzar en ese sentido, se consolida la estafa contra el fisco y la banca pública, los productores proveedores de materia prima e incluso acreedores externos estafados por la operatoria delictiva de la empresa.

Convengamos que la afectación de la propiedad privada de los medios de producción genera resistencia, tal como vimos en el rechazo a la intervención sobre Vicentin, o sobre las tomas de tierras y ahora en el cuestionamiento a la imposición sobre las grandes fortunas, con pronóstico de demanda judicial luego de su aprobación legislativa.

Un dato importante para considerar nos lleva a la carta de los senadores del oficialismo donde la reclaman al FMI responsabilidad compartida con el gobierno de Macri por el crédito impagable otorgado en 2018, por el que se desembolsaron más de 44.000 millones de dólares y se adicionarán intereses no pagados.

Los legisladores reclaman contra las políticas de ajuste que pueden preverse en la demanda del organismo internacional. El tema es sustancial cuando existe una campaña popular denunciando el carácter odioso e ilegitimo de esa operación. Lo senadores imputan incumplimiento de las normas y estatuto del Fondo, por lo que la misiva interpela a dos puntas, al FMI y al poder ejecutivo.

El interrogante apunta al accionar del cuerpo de senadores cuando el poder ejecutivo derive el acuerdo para su consideración en los próximos meses. No es menor el tema, ya que sostenemos que la deuda pública actúa como un gran condicionante de la política y la economía en la Argentina, y en estos críticos tiempos es necesario pensar y actuar cambios que modifiquen la ecuación de beneficiarios y perjudicados del orden económico social. A no dudar, no alcanza con disputar el ingreso, sino que se requiere ir por la distribución de la riqueza.

Se trata de un tema que trasciende la perspectiva nacional, puesto que ronda los debates mundiales, ahora en la cumbre virtual del G20 con Arabia Saudita como anfitrión. Pero claro, aunque los poderosos saben que la deuda no puede pagarse, muy lejos están de promover la cancelación de deudas. Mientras tanto escala la deuda de las familias, de las empresas y de los Estados, como mecanismo de postergación de un colapso que agravará la situación actual de recesión mundial.

Buenos Aires, 21 de noviembre de 2020

Deuda pública e inflación en ascenso afectando ingresos populares

A contramano de lo que se sostenía al comienzo de la gestión gubernamental, que no se acudiría a deuda en divisas, esta semana la emisión de deuda dolarizada volvió a ser noticia, en un marco de aceleración en la suba de los precios (inflación) y deterioro de los ingresos populares, sean salarios, jubilaciones o beneficios sociales. Más aún cuando se anuncian cambios en la fórmula de actualización de los ingresos previsionales, que más allá de los futuros ajustes, el ingreso por jubilación mínima (más del 50 % de beneficiarios) está en un tercio de la canasta necesaria. No hay actualización que satisfaga la demanda de jubiladas y jubilados si no se parte de satisfacer la canasta básica del adulto mayor.

Veamos la información en concreto. Lo primero fue el canje de una deuda en pesos por 43.038 millones de pesos con vencimientos en diciembre, enero y febrero próximos, por bonos de 500 millones de dólares (md) con vencimiento en 2030 y otros por 250 md que vencen en 2035. Unos 750 md en total, con elevada tasa de interés, que sirvió para que grandes fondos de inversión externos con tenencia de bonos en pesos y que presionaban en la suba del tipo de cambio (especulación cambiaria) dejaran de presionar y se resguardaran en una deuda en moneda extranjera.

La explicación fue tirar la pelota hacia adelante, pero claro, no ya en moneda nacional. Existe una lógica de caja, que posterga compromisos hacia adelante. Un tiempo que llegará y será problema de otros gobiernos y otras generaciones. Por eso es preocupante, como horizonte futuro y expectativa de ajuste y condicionante perpetuo.

Otro dato es la inflación de octubre, con 3,8%, pero más grave aún la suba de alimentos de 4,8% y de vestimenta y calzado del 6,2%. El principal gasto de la población con ingresos deprimidos pasa por la alimentación, lo que supone una transferencia de ingresos de la mayoría empobrecida a quienes manejan la cadena de valor alimentaria en la Argentina, sea en la producción o en la circulación.

Interesa destacar, además que se frenó la tendencia decreciente de la inflación anualizada, que del 53,8% a diciembre del 2019 había registrado un 36,6% en septiembre 2020; y ahora en octubre asciende a 37,2%. La preocupación se proyecta sobre el acontecer en los dos últimos meses del año y la proyección de arrastre sobre el 2021.

Son referencias a datos en el mismo momento que el FMI visita al país en misión oficial por la re-negociación de la deuda asumida en 2018 por el gobierno Macri, de la cual se desembolsaron unos 45.000 md, con una estimación de incremento por intereses caídos que podrían ascender a unos 5.000 md derivados de la postergación de los vencimientos, los que caían de manera importante entre 2021 y 2022.

La expectativa gubernamental es cerrar el 2020 con el Presupuesto 2021 aprobado en el Congreso y la negociación con el FMI concluida, transformando el Stand By del 2018 en un préstamo de Facilidades Extendidas, cuyos pagos se procesen luego del 2025. Incluso, si fuera posible, se especula con ingreso de nuevos desembolsos. Ese préstamo debiera ser aprobado por el Congreso, atado a un Plan plurianual, con precisión en metas fiscales, monetarias y financieras con perspectivas de lograr el equilibrio fiscal hacia el 2025.

Si ahora se propone reducir a un -4,5% de déficit fiscal en el Presupuesto del 2021, la intención es lograr el equilibrio hacia el 2025. Un horizonte de ajuste, que podrá ser vía disminución del gasto público, lo más probable, o por incremento de la recaudación.

Junto al ajuste hay que señalar que se incluirán las propuestas de reaccionarias reformas laborales y previsionales como compromisos estructurales en el nuevo acuerdo. Obviamente constituyen amenazas a derechos sociales, sindicales, previsionales y laborales históricamente consagrados.

La suba de precios no afloja

Es común escuchar decir “que impresionante como suben los precios”. Lo sostiene cualquiera que vaya al mercado para el abastecimiento cotidiano, especialmente en alimentos y aquellos bienes y servicios que hacen a la cotidianeidad. Ocurre esta suba de precios al mismo tiempo que se habilitan más actividades económicas por flexibilización de las restricciones derivadas de la pandemia del coronavirus.

Resulta curioso el levantamiento de las restricciones cuando se verifica un crecimiento de los fallecimientos por millón de habitantes, un tema que preocupa seriamente a la región latinoamericana, ya que, entre los 10 países de mayor tasa de mortalidad, siete son de la región: Perú, Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, México y Ecuador. Lo curioso es EEUU en onceno lugar y si extendemos a los 15 países de mayor letalidad, también figuran Panamá y Colombia.

El dato es que Argentina habría pasado en estos días el pico de contagios y por eso la flexibilización en las restricciones que impactan en la economía, y claro, la situación genera movimiento al alza de precios. Los argumentos son tanto preventivos (por lo que pueda suceder a futuro) como defensivo (la suba de las divisas en los últimos días). Es cierto que la política monetaria y financiera del gobierno promovió una reducción sustancial del tipo de cambio (de 195 a 149 pesos por dólar), aun cuando en el cierre de la semana volvieron las subas de las cotizaciones (172 pesos por dólar), con incertidumbre de su evolución en el corto plazo.

Si bien el precio de la divisa es un precio más en la economía, no hay duda que interviene en la lógica de quienes pueden elevar los precios. No es el caso de quienes viven de ingresos fijos (la mayoría de la población), que corren por detrás de los precios, que como en su momento se decía: “los salarios suben por la escalera y los precios por el ascensor”. Ni siquiera los trabajadores bajo convenio colectivo le ganan a la inflación, mucho menos los que están afuera de cualquier discusión paritaria, entre ellos y en peor situación los irregularizados por impunidad empresarial, o aquellos que viven de ingresos ocasionales o de beneficios sociales a valores no actualizados. El tema es más grave cuando unos 8 millones de personas se informan que no habrá cuarto Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) por insuficiencia de fondos públicos.

Preocupa la inflación desde hace años en el país. Argentina es uno de los países que registra valores muy elevados respecto de lo que sucede en la región y en el mundo, salvo Venezuela. La comparación no es ociosa y remite a problemas en la disputa por la apropiación del excedente generado o del potencial. El país arrastra de manera especial y específica la disputa por el excedente económico (expresado como inflación) desde que existen registros estadísticos, y se asocia a un tiempo histórico de discusión por la distribución del ingreso hacia mediados del siglo XX. De ese tiempo proviene el conocido “fifty-fifty” en la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo. Un tema que se agudizó a comienzos de los años setenta y se respondiera con la violencia del terrorismo estatal para contener la demanda de los ingresos populares.

La política antiinflacionaria fue parte sustancial de los objetivos explicitados por la política económica de la dictadura genocida en 1976, que, aunque no fue logrado, si constituyó una base política para el disciplinamiento de la sociedad y especialmente del movimiento sindical y popular. La suba de precios escalaría una y otra vez en distintos momentos de la historia reciente en la Argentina, constituyéndose en un aspecto estructural del orden económico y político, con variados diagnósticos y propuestas sobre cómo resolverlo. Sin dudas que existen problemas teóricos para abordar, que no son fáciles para explicitar, pero que necesitan ser abordados en profundidad.

Un paréntesis teórico y político

La respuesta fue explicada teóricamente desde el monetarismo de la Escuela de Chicago, la que se inspiraba en las concepciones de Milton y Rose Friedman, tal como sucedió en Chile de 1973 con los “Chicago boys”. La misma argumentación justificará las políticas antinflacionarias en Gran Bretaña y en EEUU a comienzos de los años 80 del siglo pasado. Los monetaristas venían a replicar la ineficiencia de los keynesianos en el control de la inflación, que se había desatado en los 60/70, con la novedad de la estanflación, combinando la novedosa asociación entre estancamiento e inflación.

En rigor, el debate entre monetaristas y keynesianos proviene desde mediados de los años 50 del siglo XX. Vale mencionar que Keynes escribió para responder a la crisis de 1930, más preocupado por el desempleo y la recesión. La inflación no era un problema de discusión en ese tiempo, es más, la demanda para superar la recesión se asoció al crecimiento del gasto militar generado en la segunda Guerra Mundial, un gasto que EEUU se encargará de no reducir hasta el presente. Keynes murió en 1946 y la inflación emerge como gran problema luego de la posguerra y más precisamente a fines de los 60 e inicios de los 70.

No se trata de justificar al economista británico que cambió el paradigma de la política económica luego de la crisis del 30 e incluso en la posguerra, pero si señalar que las respuestas teóricas o políticas deben juzgarse en su tiempo histórico. Más allá de Keynes, ni el keynesianismo que le sucedió, ni el monetarismo en sus manifestaciones concretas resolvieron el tema inflacionario, por lo menos en la Argentina. Cuando los monetaristas parecían acercarse al control inflacionario en el país, caso del 2001, con larga estabilidad de precios luego de la convertibilidad desde 1991, la revuelta popular los volvió a la realidad.

Resulta interesante escuchar ahora a Domingo Cavallo, uno de los padres de la convertibilidad y el ministro por excelencia de los años del ajuste y la reestructuración regresiva en los 90, con Menem y De la Rúa, cuando sostiene: “si quieren salir adelante, Alberto Fernández tiene que buscar la forma de transformarse en una especia de Menem, es decir, tener liderazgo y controlar las fuerzas que lo han apoyado”.[1] El ex funcionario de la Dictadura genocida y de los nefastos 90 confirma que la inflación se contiene desde el disciplinamiento político, con la subordinación al “mercado”, al “libre mercado” dirigido por los concentrados capitales que dominan. Es una coincidencia absoluta con los economistas ultra liberales que colonizan los medios de comunicación en el país.

Convengamos que mientras se subestime la ley del valor, que está detrás de los precios y de cualquier fundamento del orden capitalista, no hay posibilidad de control inflacionario, salvo la capacidad disciplinaria de los que dominan. El interrogante es si es posible contener a la ley del valor, algo que está en los debates marxistas que sostuvo el Che Guevara en los años sesenta en Cuba, en polémica con destacados intelectuales locales y extranjeros. Es un tema pendiente. Recordemos que el valor contiene en su seno la puja distributiva entre salarios y ganancias, como conflicto esencial en la disputa de la renta nacional.

El control inflacionario en el mundo, suscitado a comienzos de los 80, solo se puede explicar por el triunfo político del capitalismo (políticas neoliberales), con medidas de disciplinamiento al interior de los países, especialmente en Gran Bretaña[2] y en EEUU, pero más en general con el proceso de la debacle del “socialismo real” iniciado en Polonia de 1980 y concluido con la caída del muro de Berlín en 1989 y la desarticulación de la URSS y el campo socialista en 1991.

La excepcionalidad local

Argentina es un caso especial, asociado a la subsistencia de mecanismos de organización y defensa de los derechos individuales y colectivos, sociales y sindicales de trabajadoras y trabajadores, lo que explica, que aun con desprestigio, la CGT puede todavía concentrar reclamos sindicales ante la política oficial de ajuste. Puede leerse en ese sentido una crónica que recoge un texto emitido desde la CGT con la preocupación de la Central sindical ante las medidas del gobierno "que exteriorizarían restricciones presupuestarias en relación a los programas sociales, ayudas económicas a los sectores productivos afectados por la crisis sanitaria y el apoyo al sostenimiento de los ingresos laborales".[3] La crónica periodística continua con el texto de la CGT, que ante la continuidad de la pandemia se afirma que "no es posible desarmar el andamiaje socio-económico construido con tanto esfuerzo, y hay que garantizar que el cambio de fórmula de actualización jubilatoria no perjudique a los beneficiarios previsionales".

La organización sindical y social en la Argentina es un freno a cualquier estrategia de dominación y constituye un obstáculo a la pretensión de acelerar la regresiva distribución del ingreso, a favor de la ganancia y en contra de los ingresos populares. Por eso, la reforma laboral y previsional, son reformas estructurales demandadas por el poder económico desde hace tiempo, y sin cambiar la legislación, los logros se imponen desde la realidad recurrente de debilitar la capacidad de resistencia defensiva del movimiento popular.

No es menor la campaña ideológica de desprestigio sobre las organizaciones sindicales, avalada por la propia conducta de las principales y tradicionales referencias gremiales, por lo que las búsquedas de nuevos modelos sindicales estimulan intentos de reorganización del movimiento obrero y popular. Son intentos que, si fructifican, pueden permitan hacer visible una estrategia alternativa de las trabajadoras y trabajadores contra la ofensiva del capital. En definitiva, es una lucha por la apropiación del excedente económico, donde el poder económico no termina de desarmar el poder defensivo de organizaciones populares y estas no terminan de definir una reconfiguración que incluya una estrategia alternativa de poder. Una estrategia que vuelque el fiel de la balanza para una salida a la crisis inflacionaria a favor de las y los creadores de valor en contra y más allá del régimen del capital.

Buenos Aires, 15 de noviembre de 2020



[2] Margaret Thatcher incluyó como estrategia de disciplina interna la guerra de la Malvinas durante 1982. Victoria que la Dictadura argentina le entregó en bandeja para ganar en popularidad y disciplinar a la clase obrera inglesa.

[3] Página12, miércoles 11/11/2020. “Malhumor y una lista de reclamos de la CGT al gobierno nacional”, en: https://www.pagina12.com.ar/305069-malhumor-y-una-lista-de-reclamos-de-la-cgt-al-gobierno-nacio

Entra Biden, sale Trump

 

Queda claro que Donald Trump era y es impresentable, impredecible y peligroso, pero a no hacerse ilusiones, que los Demócratas que ahora gobernaran tienen historia de guerras, invasiones e injerencias varias que afirmar el carácter imperialista de EEUU.

Solo hay que recordar la historia larga en Nuestramérica, aunque alcanzaría con los acontecimientos recientes, ayer nomás en el 1973 chileno, como ejemplo muy concreto, por lo que representó como gran ensayo de lo que hoy se llaman políticas neoliberales.

Pero antes y después en Vietnam o en Libia, en Cuba, Venezuela y cualquier territorio que osara confrontarlos para intentar, aun con errores, caminos propios, de autonomía e independencia.

Igual vale rescatar una de las elecciones con mayor participación de la historia estadounidense, aun cuando los que no votaron son más que los que votaron por los Demócratas.

Preocupan los millones que votaron para que Trump siguiera, pero aparentemente entre las mujeres, los jóvenes, las minorías de origen externo[1], en todos y en cada uno de ellos se presentó una mayoría en contra del negador de la pandemia, la que sigue golpeando muy fuerte en EEUU y en varios países.

En otro sentido, preocupa el legado de Trump, sea la guerra “comercial” con China, o las sanciones planteadas a diestra y siniestra, contra Beijing obviamente, pero especialmente contra Cuba y Venezuela, contra Irán e incluso contra socios privilegiados como el Brasil o la Argentina en tiempos de gobiernos de derecha. En estos casos por el acero, el aluminio, los limones o la miel.

¿Trae el resultado electoral estadounidense mayor tranquilidad a la región y al mundo?

No será fácil responder, ya que la beligerancia de la política exterior estadounidense es consustancial a su papel como potencia hegemónica del capitalismo mundial, mucho más en tiempos en que se le disputa su lugar, muy especialmente desde la producción.

Si EEUU era dominante hacia 1980, cuando Ronald Reagan instala y universaliza las políticas neo-liberales, sustentaba un cuarto de la producción mundial. Su competidor actual, cuya modernización se inició en 1978, mostraba hacia 1980 guarismos por debajo del 2%. La realidad en este comienzo de la tercera década del Siglo XXI es que China le disputa la preeminencia en la producción y muy destacadamente en el sector de vanguardia, caso de las comunicaciones de la quinta generación (5G).

En rigor, no solo en lo productivo opera la competencia, sino que se acrecienta la disputa en lo militar, con China consolidada como el segundo gasto mundial en el rubro. El límite de la disputa es el ámbito cultural e ideológico, el último resguardo de la “democracia” occidental y capitalista, que hoy aparece herida ante la situación de descrédito propiciada desde el habitante de la Casa Blanca.

Con el resultado electoral se modifica el inquilino de la casa de gobierno en EEUU, pero el poder seguirá entre las petroleras, las automotrices, Wall Street, el complejo militar industrial, las empresas de tecnología de Silicon Valley e incluso, el negocio inmobiliario de los Trump y similares, las casas de retail y el comercio electrónico. Casi que sin novedad en el frente, más allá de los nuevos nombres que poblaran el gabinete demócrata en tiempos de crisis económica y continuidad de la pandemia.

¿Qué se puede esperar desde la Argentina?

Hay expectativas económicas y políticas. Entre las primeras el acuerdo en negociación con el FMI, donde EEUU es socio mayoritario. Desde Washington salió la orden para financiar la campaña electoral de Macri con el préstamo en 2018 por 57.000 millones de dólares (md) de los que solo se desembolsaron 45.000 md.

El gobierno de la derecha explícita (Macri) era funcional a la política exterior de Washington, contra Cuba y Venezuela especialmente. Ahora se pretende plazo para cancelar la deuda asumida, y si fuera posible, la ampliación del crédito, algo que desaconsejamos totalmente, casi con la misma fuerza que sostenemos la necesidad de rechazar el acuerdo odioso de 2018, pero esa es otra historia.

No solo interesa el vínculo por el FMI, sino también por el BID. Recordemos que la Argentina confrontó con la designación del actual titular, impuesto por EEUU, Mauricio Claver-Carone. Un personaje que representó al gobierno de Trump en la asunción de Alberto Fernández y que se retiró en protesta a la presencia de los delegados del gobierno venezolano. Argentina no pudo lograr la postergación de la elección del titular del BID, pero si tuvo éxito en estos días para posponer la designación del cuerpo directivo del organismo de crédito, donde se espera que el peso accionario argentino pueda pesar, más aún con los límites actuales para el acceso al mercado de dinero, algo que por supuesto también desalentamos.

Pero aun, más allá de lo financiero está lo económico y comercial. En materia de inversiones, la Argentina no es destino principal de las inversiones estadounidenses en los últimos años, más parece ser de aquellas que provienen del gran competidor mundial de EEUU, el gigante asiático. En lo comercial, el tema es delicado ante el recurrente déficit del intercambio entre la potencia del capitalismo mundial y la Argentina, algo en común con China.

Segú el INDEC, el Intercambio comercial con Estados Unidos en septiembre 2020 resultó con exportaciones por 261 millones de dólares (md), -28,8% que el mes anterior, e importaciones por 345 md, un -35,6% que el mes previo; con un saldo negativo de -84 md., en un mes donde el saldo comercial global fue positivo en 584 md. En los 9 meses del 2020, desde enero a septiembre, los datos son en exportaciones hacia EEUU por 2.526 md, una merma del -19,9% en periodo similar del año anterior; e importaciones por 3.206 md, con una baja respecto de igual lapso del 2019 de -36,4%, con un saldo negativo de -680 md.

Señala textualmente el INDEC:

“En los primeros nueve meses de 2020, los principales socios comerciales (tomando en cuenta la suma de exportaciones e importaciones) fueron Brasil, China y Estados Unidos, en ese orden. Las exportaciones a Brasil alcanzaron 5.479 millones de dólares y las importaciones, 6.086 millones de dólares. El saldo comercial fue deficitario en 607 millones de dólares. Las exportaciones a China sumaron 4.318 millones de dólares y las importaciones, 5.939 millones de dólares. El déficit comercial en este caso fue de 1.621 millones de dólares. Las exportaciones a Estados Unidos sumaron 2.526 millones de dólares y las importaciones alcanzaron 3.206 millones de dólares. El déficit con Estados Unidos fue de 680 millones de dólares. Estos tres países en conjunto absorbieron 29,4% de las exportaciones de la Argentina y abastecieron 50,1% de las importaciones.”[2]

No hay duda que Argentina tiene problemas con sus principales socios comerciales, entre ellos EEUU.

Resulta muy difícil imaginar que estos temas, los financieros, los económicos o los comerciales puedan resolverse en la nueva gestión demócrata. Mucho menos las diferencias relativas a la política externa, no solo por los intereses estratégicos de EEUU, que no imagino muy diferentes aun con el cambio del gobierno, sino por las dificultades de lecturas dentro del gobierno argentino. Aún con la presencia de Alberto Fernández en la asunción de Luis Arce en Bolivia, que muchos auguran como un nuevo tiempo en el aliento a la integración alternativa, la realidad es que existe presión dentro de la alianza en el gobierno (Frente de Todos) para sustentar una política externa subordinada a la estrategia internacional de EEUU.

Son temas a considerar en el corto plazo que media hacia el cambio del gobierno en el norte y cuando la Argentina empieza a salir del “aislamiento” pandémico, para procesar un tiempo de “distanciamiento”, con recuperación de la economía y expectativas por aplicación de vacunas que atemperen la emergencia sanitaria. Claro que la relajación en las medidas de contacto social puede hacer visible nuevas formas de expresión del conflicto social, motivadas en el descontento de millones de personas sin resto para compensar los problemas derivados del coronavirus y menos aún de la recesión inflacionario subsistente en la Argentina.

Buenos Aires, 8 de noviembre de 2020



[1] Michael Roberts. “Elecciones en Estados Unidos: las mujeres, los jóvenes, la clase trabajadora, las ciudades y las minorías étnicas se deshacen de Trump”, en: https://thenextrecession.wordpress.com/2020/11/08/us-election-women-the-young-the-working-class-the-cities-and-ethnic-minorities-get-rid-of-trump/

[2] INDEC. Intercambio comercial argentino, septiembre 2020, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ica_10_20CB18BC3A59.pdf