El ajuste en tiempos de Massa

La crisis en la coalición de gobierno viene de lejos, y se visibilizó en estas semanas con cambios en el gabinete ministerial. El trasfondo de la situación se expresa en las remarcaciones de precios que deterioran la capacidad de compra de los ingresos populares y se proyecta a los tres dígitos en el año. También en el ajuste derivado de los acuerdos con el FMI y una corrida cambiaria estimulada desde el poder económico concentrado. El resultado es un creciente descontento popular que abona al descrédito en la “política”, y una ampliación de la resistencia con articulaciones nuevas, entre sectores de la izquierda y de quienes, aun insertos en la pertenencia a la coalición de gobierno, se movilizan en defensa de reivindicaciones a contramano de la política oficial. No alcanzó con el cambio de Matías Kulfas y la entrada de Daniel Scioli al Ministerio de Desarrollo Productivo, como no alcanzó con la salida de Martin Guzmán y el ingreso de Silvina Batakis, que no solo se comprometió a seguir la ruta del acuerdo con el FMI, sino que visitó en Washington, como último acto de su gestión, a las autoridades económicas del gobierno de EEUU, a las del FMI y ratificó todas las metas suscriptas con el Fondo Monetario Internacional en marzo 2022. Ahora se incorpora al Poder Ejecutivo a Sergio Massa, con un operativo clamor de muchos gobernadores alineados con el Frente de Todos, cerrando filas en el oficialismo y con el aval de distintos sectores del poder económico. Aun antes de la designación de Massa se generaron algunos movimientos en el mercado de cambios, haciendo bajar la fortísima presión cambiaria de la corrida. El nuevo funcionario del ejecutivo asumirá la semana próxima y la cotización de la divisa estadounidense bajo desde 350 a 290 pesos por dólar, achicando la breca cambiaria, el “riesgo país” y dejando acciones y bonos en alza. La fusión de tres ministerios: “economía”, “desarrollo productivo” y “agro, ganadearía y pesca” en uno solo, bajo el mando de un personaje amigable con el poder económico local y global, fue garantía suficiente para empezar a frenar la furiosa corrida. Faltan las designaciones de equipo y las primeras medidas para definir las tendencias y los rumbos de los poderosos. Parece haber satisfacción en el poder económico vinculado al modelo productivo de inserción subordinada en la economía mundial; de extractivismo para la exportación; de ensamble industrial y fuertemente vinculado a la especulación financiera. Estos sectores querían una señal más allá de las que dio Guzmán para tranquilizar la economía argentina, pero también, más allá de las señales que dio Silvina Batakis. No alcanzaba con la continuidad de la política de ajuste y cumplimiento con los acuerdos del FMI pronunciados por Batakis, e incluso del renunciado Julián Domínguez, cuyos dichos eran bien receptados por los grandes propietarios de la tierra. El poder reclamaba un interlocutor más afín a los objetivos liberalizadores de la economía. Por todo ello, la designación de Sergio Massa fue receptada con entusiasmo por los principales beneficiarios del modelo productivo y de desarrollo. Habrá que ver si puede congeniar con el área energética, sector apuntado para ejecutar el ajuste suscripto con el FMI, tanto como el vínculo del nuevo funcionario con la AFIP y el BCRA. Hay que registrar que, en simultáneo al anuncio de Massa, el BCRA incrementó las tasas de interés. Una disposición en sintonía con la nueva suba de la tasa de interés dispuesta por Reserva Federal de EEUU, el Banco Central de EEUU, del mismo modo que lo hizo el Banco Central Europeo. Las subas de tasas preanuncian un tiempo de desaceleración y/o recesión de la economía mundial. En ese sentido, el FMI pronostica menores expectativas de crecimiento de la economía mundial para el presente y el próximo año. De hecho, ya existe una recesión técnica en EEUU, con dos trimestres en baja, cerrando un primer semestre del 2022 con caída de la producción, que se suma a una tendencia similar en Europa, e incluso, una desaceleración de la economía en China. Argentina creció en el 2021 respecto a la fortísima caída del 2020, pero el crecimiento del 2022 viene desacelerándose. Es muy probable que con esta suba de la tasa de interés del Banco Central, que con seguridad no será la última, y con las medidas de ajuste que se esperan para el segundo semestre de este 2022, las perspectivas no son halagüeñas, menos para los sectores populares de ingresos fijos. Lo que podemos suponer para los primeros anuncios, apuntados a desarmar la corrida cambiaria y la presión del poder económico, pasarán por acelerar la devaluación del tipo de cambio oficial, acompañado de nuevas subas en las tasas de interés. La intencionalidad será creer en reservas internacionales para atender los acuerdos con el FMI. El sendero de la economía a futuro en tanto y en cuanto se cumple con los acuerdos con el FMI, es de un ajuste que va encaminado a una perspectiva de reformas estructurales en materia previsional y laboral. No hay horizonte de medidas a favor de los más perjudicados, salvo alguna disposición compensatoria, al estilo de los bonos por “única vez” a lo que nos acostumbró la política de distribución regresiva del ingreso. Tampoco resulta esperable políticas antinflacionarias aplicación de la ley de abastecimiento, o controles de precios, ni medidas de reforma tributaria que afecten a los grandes ingresos. Nada de eso es esperable bajo un ministerio con el perfil asociado al poder económico y político local y global del funcionario designado. Este es un tiempo de profundización del ajuste, por lo que resulta esperable un avance la conflictividad social. La novedad de los últimos tiempos presenta a los movimientos sociales populares vinculados a la izquierda articulando con otros que mantienen su adhesión a la coalición gobernante. Esta es la novedad política en la movilización callejera de los últimos tiempos y es de esperar que la protesta social se canalice como conflicto para generar condiciones para una alternativa política, que es la asignatura pendiente para la Argentina de nuestro tiempo. Buenos Aires, 30 de julio de 2022

Tensiones económicas y políticas en torno al dólar

Cuesta explicar fuera del país la situación de la Argentina, incluso al interior, más allá de adhesiones ideológicas y políticas a los sectores en pugna: oficialismo y oposición de derecha. Existe un contraste entre los datos macroeconómicos de crecimiento, incluso del consumo en general y especialmente recreativo, sea por la gastronomía, el turismo, entre otros, y la contracara de la pobreza extendida que involucra a trabajadoras y trabajadores regularizados, más aún quienes protagonizan la precariedad laboral, sin seguridad social, en situación irregular de empleo. La inflación no golpea de igual manera en una u otra de las caras que devuelve la situación argentina. La realidad económica y política es de una enorme complejidad, con tensiones e incertidumbres, especialmente con el tema precios. La inflación es el tema principal que sufre la población más empobrecida de la Argentina. Entre estos precios, uno determinante es el tipo de cambio de la moneda local, el peso, con relación a las divisas, especialmente el dólar. Asistimos en la coyuntura a una fortísima presión política, especulativa, sobre el tipo de cambio. Sobre todo, por los tipos de cambio paralelos, los que inciden para inducir una fortísima devaluación de la moneda local que mejore las ganancias del sector más concentrado de la economía. Existe un tipo de cambio oficial, en torno a los 130 pesos por dólar, que es el más importante. Con esa cotización circula el comercio exterior de la Argentina, exportaciones e importaciones de bienes y servicios. En los últimos años se verifica un crecimiento muy importante de los precios internacionales de los productos de importación y exportación, pero también de los volúmenes de intercambio internacional. Por ese tipo de cambio oficial circula el importantísimo excedente comercial de la exportación primaria de la Argentina, sea soja, trigo, maíz, carne, oro, minerales diversos e incluso productos industriales, pero también la importación, sobre todo de la energía. En el primer semestre de este año 2022, la Argentina ha pagado importaciones de energía en más de 4 mil millones de dólares respecto de las importaciones que para la misma fecha se hicieron el año anterior. Si el año anterior se pagó un poco más de dos mil millones de dólares por importaciones energéticas, este año se han pagado más de seis mil millones de dólares: cuatro mil millones de dólares más. Digamos que ese es el tipo de cambio más importante, que expresa las relaciones económicas de la Argentina con el mundo y desde el gobierno se insiste que es un tipo de cambio competitivo. Es lo que señaló la ministra Silvina Batakis ni bien asumió el ministerio de economía. El gran volumen del comercio internacional, con saldo positivo, explicaría que no resulta necesaria una devaluación y que la falta de divisas en el país se explica por la fuga realizada por distintos mecanismos, el crecimiento del costo de la energía y los recursos afectados a la cancelación de servicios de la deuda. El poder quiere devaluar Señalamos que es un momento de tensión porque los sectores del poder económico concentrado están reclamando la devaluación de la moneda nacional, el peso. Demandan que el tipo de cambio se corrija al nivel de los dólares paralelos. Estos son dólares financieros, como el contado con liquidación, CCL, que cotiza en torno a 330 pesos por dólar, o el dólar bursátil del Mercado electrónico de Pagos, MEP, cotizando a 320 pesos por dólar; incluso el dólar turista cercano a los 240 pesos por dólar. Todas estas cotizaciones remiten a operaciones legales, de mucho menor volumen que las referidas al intercambio de bienes y servicios. El problema es la existencia de llamado dólar blue, o ilegal, de escaso volumen, pero de fuerte referencia en el sentido común desde la importancia asignada a su cotización por los medios de comunicación, con fuerte impacto ideológico político en la consideración de la coyuntura. Su cotización llegó en estos días a 350 pesos por dólar y ahora en baja, en torno a los 317, se encuentra en un nivel muy superior al del comienzo de mes, unos cien pesos menos. Remitimos al momento de cambios en el Ministerio de Economía, renuncia de Guzmán y asunción de Batakis. Por eso es que en estas semanas se habló de “corrida cambiaria”, con una corrección al alza del tipo de cambio, acelerando la devaluación del tipo oficial. La operación con dólares financieros, vía compra de títulos públicos en la argentina, con pesos, títulos valuados en dólares que se los puede vender en el mercado externo, por ejemplo, en Estados Unidos, y dejar los recursos de esa venta, en dólares en el exterior. Es una forma de transformar pesos en la Argentina en dólares depositados en el exterior, una operación típica de fuga de capital. Se trata de una operación permitida, legal. No se trata de una cuestión ilegal. Junto a este tipo de dólar financiero va el dólar ilegal, clandestino, el llamado “blue”, que es más o menos equivalente al contado con liquidación o estos otros dólares financieros, que mueven cifras muy minoritarias respecto del principal, como señalábamos, asociado al elevado volumen del comercio internacional de la Argentina. Pero claro, los medios de comunicación expanden la importancia que tienen estos tipos de cambio paralelos y generan en cualquier sector en condiciones de establecer precios, que su precio esta ligado a esa cotización paralela, y no a la cotización oficial, y por lo tanto se genera un clima de expectativa donde el que puede aumentar los precios los aumenta. Y eso exacerba expectativas en espera de medidas que anuncie el gobierno para calmar a los mercados. En ese sentido hay que aclarar: mercado es el que compra y el que vende, mercado es el que gana y el que sufre con pobreza y miseria. El mercado es el ámbito de intercambio donde entramos absolutamente todos y todas en Argentina y en el mundo. Estamos hablando del capitalismo que es una relación monetario-mercantil. Pero cuando los medios de comunicación dicen que “los mercados esperan medidas” están hablando de los sectores más concentrados, del poder económico y esos sectores esperan medidas que en definitiva lleven a procesos devaluatorios. Lo que se pretende es un dólar cotizado al tipo de cambio más cercano a los dólares financieros, paralelos o ilegales. Por eso hay una fuerte presión en la compra y venta de esos dólares paralelos como en la acción mediática e ideológica que instalan la mayoría de los medios de comunicación y aparece un clima social de que eso beneficiaria al conjunto de la sociedad, cuando cualquier devaluación, aun las que están ocurriendo ahora porque el gobierno ha acelerado la devaluación del tipo de cambio oficial, en una perspectiva para este año 2022, en que la devaluación oficial de la divisa puede superar a la inflación que ya a esta altura ya se estima en torno del 90% o 100%. Ese pronóstico de una inflación de tres dígitos preocupa por el impacto sobre los sectores más empobrecidos. Pero podríamos decir que, del lado del mercado empobrecido, de los trabajadores y trabajadoras, jubilados y jubiladas, se esperan otras medidas, que recompongan la capacidad de compra de los pesos con los que vive la mayoría de la población argentina. Por ello, las inquietudes o demandas son contradictorias: no es lo mismo lo que esperan los sectores del poder económico (minoritarios) de capital externo, como capital local, de lo que espera la mayoría de la sociedad. Por eso, con la ministra Silvina Batakis en Estados Unidos intentando lograr aval y si es posible que se destraben prestamos de los organismos internacionales que están hoy retenidos, los movimientos sociales y centrales sindicales salen a la calle en estos días demandando reivindicaciones muy concretas para mejorar la capacidad de compra, para satisfacer necesidades de la mayoría de la población. En síntesis, la economía como siempre pasa por la política. La presión del poder o la presión de los sectores más perjudicados por el orden económico actual. Buenos Aires, 26 de julio de 2022

Una tesis sobre la lucha de clases en Argentina

Las luchas obreras del último cuatro del siglo XIX en Argentina y el sindicalismo emergente en ese tiempo construyeron las condiciones, junto a otras luchas populares, para habilitar la crítica al orden capitalista consolidado y en apogeo hacia 1880. Así, la lucha de clases se explicitaba entre sujetos y proyectos, inclusos con instrumentos políticos muy específicos, en términos de partidos y organizaciones constituidas en el marco de la iniciativa confrontada del bloque de poder y el alternativo en términos de la relación entre el capital y el trabajo. Esa acumulación de poder popular se expresó en los mítines del primero de mayo, desarrollados en la Argentina desde 1890, en sintonía con otros territorios del “capitalismo desarrollado”, en donde la fecha se constituyó en emblema del movimiento obrero y su lucha en contra del capitalismo. Las relaciones capitalistas de producción en el país se construyeron en consonancia con la expansión monopólica del capital mundial. Recuperar esos antecedentes permite explicar otras luchas democráticas en contra de la dominación capitalista articulada entre el poder oligárquico y el capital externo. En ello inscribimos las luchas por la vivienda en la primera década del Siglo XX en la ciudad de Buenos Aires; las luchas agrarias que levantaron la consigna de “la tierra para quién la trabaje” en el Grito de Alcorta hacia 1912, dando nacimiento a la FAA y la reivindicación de una reforma agraria sustentada por pequeños y medianos agricultores bajo el régimen de arriendos, base del beneficio de los grandes terratenientes locales; pero también a la “reforma universitaria” de 1918, en demanda de la democratización de la Universidad, una reivindicación de la burguesía local en expansión a comienzos del Siglo XX. Proceso eficazmente retratado literaria y teatralmente en “M´hijo el dotor”, dramaturgia de Florencio Sánchez. Son todas luchas que contribuyeron al despliegue de muchas otras a fiens del Siglo XIX y comienzo del Siglo XX, como las de la semana trágica o las de la Patagonia, que instalaron una tradición combativa de la lucha obrera y popular en el país. Es la lucha de la clase obrera argentina, recogiendo la tradición cultural de la Asociación Internacional de los trabajadores (1864), de la Comuna de París (1871), en tanto proceso derivado de las migraciones que contribuyeron a sustentar el desarrollo capitalista local, la que genera las condiciones de posibilidad de la lucha anticapitalista. Con Marx, recordamos que sin “obrero libre” (desposeído de medios de producción: tierra e instrumentos y medios de trabajo) no hay posibilidad de construir la relación social capitalista. La política migratoria entre 1850 y 1925, para “poblar” el país, fue constitutiva del capitalismo local, tanto como las inversiones externas en frigoríficos, ferrocarriles o bancos. Esas inversiones promovieron la extensión de la relación social capitalista en el país. Bajo esas condiciones de lucha se constituirán las nuevas organizaciones sindicales, sociales y políticas, las que con su lucha habilitan la Ley Sáenz Peña en 1912, y el primer gobierno constitucional desde 1916. La negación conservadora Desde ese momento se preparó la “restauración conservadora”, en negación a los derechos conquistados por la nueva situación política, económica y cultural generada desde las luchas obreras y populares, especialmente con la instalación del voto secreto y universal, de los hombres. El voto femenino recién se instalará en 1926 en San Juan, y en 1952 en el país, siendo verdaderamente universal. La restauración conservadora se procesó con el golpe de estado de 1930 e inaugura un tiempo de disputa sobre la gestión del capitalismo local, entre gobiernos de facto y otros electos constitucionalmente hasta 1983. En esta fecha parece cerrarse el papel del “partido militar” para la restauración del poder tradicional en el origen del desarrollo capitalista en la Argentina. La restauración operará desde entonces bajo regímenes constitucionales. Ello no elimina la potencialidad de alguna forma de golpe de Estado, tal como hemos visto en la reciente historia de la región latinoamericana y caribeña, sea Honduras, Paraguay, Brasil, incluso Bolivia, que asumió ciertos visos de recurrencia tradicional de involucramiento de fuerzas armadas y de seguridad. La contradicción en la gestión del capitalismo en este periodo histórico mencionado, entre 1930 y 1983 tiene, por un lado, a quienes pretendían restaurar el orden vigente consolidado hacia 1880 y que gobernaron hasta 1916, retomando vía dictadura el gobierno en 1930 y en otras ocasiones hasta la dictadura genocida de 1976. Por otro lado, la nueva institucionalidad política, de quienes imaginaban la posibilidad de un orden “desarrollista”, con aliento en la hegemonía de la “burguesía local” junto a un proyecto “autónomo” del capitalismo, una tesis discutible en tiempos de dominación imperialista. Una “idea” que persiste en la actualidad. El conflicto de ambos bloques se desplegó en el gobierno local entre 1930 y 1983, con sucesión de gestiones constitucionales y golpes restauradores, expresando la forma política de la contradicción del desarrollo capitalista local. En tiempos constitucionales y en una gran diversidad de identidades políticas, sobresalen la UCR y el PJ en el ejercicio de la presidentica de la Nación, hasta el 2015 en que es electo un referente de otra fuerza política, no tradicional, aun con apoyo de esas proveniencias. Lo que pretendemos señalar es que en esa contradicción entre restauradores y desarrollistas es que se “pudrió” el capitalismo local. No es con el peronismo, como la “derecha” intenta explicar. Es más complejo, sostenemos, y es precisamente la disputa del poder del movimiento obrero y popular la que desordena el poder construido hacia 1880 y habilita una disputa por la hegemonía del capitalismo local sin solución, más allá de ciertos momentos de consolidación de proyectos de inserción virtuosa con el capitalismo global. Por acá es que debe buscarse la especificidad argentina, en su declive relativo con relación a otros desarrollos en la región latinoamericana y caribeña, incluso en el ámbito mundial. Aquella visión de la “Argentina potencia” del centenario (1910) que habría declinado, sugieren, desde 1945 en la hipótesis del bloque de poder, tiene límite en la propia declaración del “estado de sitio” promulgado en los fastos del centenario ante el auge de la organización, lucha y resistencia del movimiento obrero y popular. Vale mencionar, que desde 1945, más allá de los gobiernos de facto, no solo gobernó el peronismo, sino que también conviven periodos gubernamentales dirigidos por el radicalismo. El bipartidismo (radical-peronista) comparte el gobierno constitucional, en disputa con la restauración golpista. La resistencia popular de fines del Siglo XIX y del inicio del XX se constituye como un fenómeno que impugnaba el modelo productivo y de desarrollo; en sintonía con los procesos de revolución que corona octubre de 1917, incluso la década revolucionaria del 10 en México. Por eso, la restauración conservadora inaugurada con el golpe de 1930 es el acontecimiento que visibilizó la disputa de un proyecto para el desarrollo capitalista local, que se mantendrá, esencialmente hasta nuestros días, en lo que muchos señalan como un empate hegemónico, que dificulta el “ordenamiento” de un ciclo de acumulación capitalista normalizado. Ese fenómeno se manifiesta en la elevada y recurrente inflación local, expresión de la disputa por la apropiación del excedente económico socialmente generado por el trabajo (la plusvalía). La constitucionalización de la restauración conservadora Será el menemismo (1989-1999), desde su hegemonía en el peronismo, quien logra la restauración del poder tradicional, oligárquico y transnacional, por su capacidad para disciplinar a la burocracia sindical, política e intelectual de la tradición peronista. El éxito de la restauración se afirma en la tarea desplegada por la dictadura genocida entre 1976 y 1983 desarticulando las expresiones de disputa del poder en contra del orden capitalista, especialmente al movimiento obrero. Algo similar ocurre con el radicalismo bajo el gobierno de la Alianza (1999-2001), más aún con la subordinación al macrismo (2015-2019), cuando por primera vez asume la presidencia un candidato no radical ni peronista, aún con apoyo oficial del radicalismo y parte del peronismo. De ese modo, ya no hacía falta el “partido militar” para restaurar el orden oligárquico transnacional. La restauración operó bajo la Constitución desde 1989 y se ratificó en tiempos macristas (2015/2019). El 2001 puso en discusión el régimen político y su base económica, sin poder constituir un proyecto político que no solo desarme el orden liberalizador, neoliberal, sino que avance en transformaciones en contra y más allá del orden capitalista. La cruda lucha de clases que demanda la construcción de alternativa política. No alcanza con remedar los males del capitalismo asumidos desde las políticas neoliberales sustentadas desde 1976. Ahí estuvo el límite de la pueblada que hizo estallar el régimen de convertibilidad (1991-2001) y desarticuló el bloque de poder construido en la década del ´90 del siglo pasado. Esa es la asignatura pendiente, la construcción de un poder alternativo que supere el empate hegemónico en la disputa del poder local. El 2001 apuntó a ser la negación del orden restaurado hacia 1989, iniciando una transición que lleva más de dos décadas (2001-2022) y se asocia a dos procesos. Uno se disputa en la lucha por la hegemonía de la gestión capitalista y otro en la construcción de poder popular en contra y más allá del capitalismo. Por el primer proceso, constatamos que se mantiene la contradicción en la disputa, ahora mediante dos coaliciones electorales, una con vocación restauradora y otra sustentando el proyecto “desarrollista” bajo nuevas formas. Se disputa la hegemonía de la gestión del capitalismo local, y por eso el desorden derivado de la especificidad local en materia de inflación, de tensiones e incertidumbres que se manifiestan en la actual crisis cambiaria, entre otros aspectos. Vale señalar que ambos bloques se subordinan, con escasas excepciones, a la lógica dependiente del endeudamiento público. En el segundo, la fragmentación política popular es el fenómeno explicativo de una búsqueda por articular sujeto y proyecto para la disputa anticapitalista, conteniendo en su seno expresiones que limitan su objetivo a la crítica del orden neoliberal, debilitando la confrontación contra el orden capitalista. Nuevas tensiones y oportunidades para la emancipación La inflación mundial es el dato nuevo de la realidad del capitalismo contemporáneo en crisis, a lo que suma los efectos de la pandemia y la guerra en Ucrania. Ese fenómeno inflacionario, mundial y local, se suma a un problema histórico de la Argentina, asociado a la disputa por el gobierno del régimen del capital en el país, entre los restauradores del poder tradicional y otros que imaginan la potencialidad de un desarrollo “burgués nacional y autónomo”, en tiempos de transnacionalización, lo que lo hace imposible. Por eso, lo que falta es un proyecto alternativo, que rompa el empate hegemónico por el gobierno del capitalismo, y coloque en el debate una negación de la negación para el desarrollo de una sociedad en contra y más allá del capitalismo. La primera negación al capitalismo local fue la lucha popular y el poder acumulado entre 1880 y 1930, negado por el golpe del 30 para contener la acumulación de poder del pueblo. Un proceso en continuado en los siguientes golpes hasta la construcción hegemónica del modelo productivo emergente entre 1975, el “rodrigazo”, y el golpe del 76. El 2001 viene a negar esa realidad desarrollada entre 1975 y 2001, en una larga transición de acumulación de poder para transformar la realidad política y económica de la Argentina. Ahora estamos en ese punto, con aceleración de la crisis política y fuertes presiones desde el poder para nuevas y aceleradas devaluaciones, incluso propuestas de dolarización de la economía argentina. Lo que define el momento desde el poder es la ofensiva contra los derechos de las trabajadores/as y la afirmación de un modelo productivo y de desarrollo de primarización de la economía, industrialización subordinada de ensamble en la dinámica de las cadenas globales de valor y una fuerte presencia de la articulación financiera en la lógica especulativa dominante en el capitalismo mundial. Una lógica creciente de inserción en el capitalismo delictivo que asocia la explotación y el saqueo, a la especulación financiera y el delito del narco, el lavado de dinero, el contrabando de armas y la trata de personas. Al mismo tiempo, crece el descontento y la resistencia popular, habilitando nuevas posibilidades de negación del poder y el orden vigente. Es la dinámica recurrente de la lucha de clases sobre la que actúa la potencia de una subjetividad consciente, en lucha, para desplegar la condición de posibilidad de la negación al régimen de la ganancia. Bajo estas contradicciones de despliega la lucha política en la Argentina, contribuyendo a nuevos desafíos que tienen planteado en este Siglo XXI las trabajadoras y trabajadores del mundo. Buenos Aires, 23 de julio de 2022

Crece la deuda pública en pesos

La continuidad de la lógica de endeudamiento por parte de la nueva ministra de economía, Silvina Batakis, se inauguró hoy con la renovación de la deuda en pesos. Es una bola gigantesca que anima las demandas de rentabilidad de los especuladores financieros en el mercado local. Toda una timba, que saltan de las opciones del mercado de compra venta de divisas a las opciones en pesos. El llamado a licitación de nuevos títulos puede leerse en su totalidad en el sitio del ministerio de economía. La oferta trasciende el corto plazo y busca estimular el interés por títulos en moneda nacional hacia el 2023. Los títulos que desde hoy se licitan incluyen próximos vencimientos hasta fines del 2022 por unos 3,6 billones de pesos, un monto similar a los del primer semestre, incluso levemente menor. Claro que, con las tensiones e incertidumbres de los últimos días, los especuladores o inversores miden las opciones de mayor rentabilidad. Por eso, las propuestas de mejores tasas de interés que se cargan a la cuenta del conjunto de la sociedad. Hasta hace poco, la rentabilidad de las opciones financieras se disparó con operaciones en divisas, aprovechando la múltiple oferta de dólares alternativos. Ahora, se desarman las posiciones en divisas y se aprovecha una coyuntura temporal favorable a los pesos, con elevado costo fiscal para el tesoro y lo que aporta el endeudamiento en instrumentos financieros del Banco Central. La autoridad monetaria salió a respaldar al tesoro. El BCRA ofrecerá “la opción de venta (put option) sobre títulos del Gobierno Nacional adjudicados a partir de julio de 2022 y que tengan vencimiento antes del 31 de diciembre de 2023.” Luego dicen que el Banco Central es autónomo, cunado resulta evidente la coordinación con el poder ejecutivo. Es algo corroborado con el trascendido relativo a que la propuesta del nombre de la sucesora de Guzmán provino de la presidencia del BCRA y queda clara con esta medida que se pretende sustentar la iniciativa de financiación en pesos impulsada desde la cartera de economía. Lo que se consolidan son opciones de inversión financiera, la timba especulativa, que agregan costo al fisco en detrimento de otras demandas sociales, especialmente de sectores no favorecidas por la lógica de la ganancia. Son sectores que esperaban algo más que anuncios para los “mercados”, el poder económico, y que esperan iniciativas de política económica que mejoren los ingresos salariales, previsionales e incluso de política social, tal como el mentado “salario universal”, que en principio alcanzaría a más de 5 millones de personas con dificultades para sustentar la cotidianeidad. Existen expectativas de nuevas medidas que consideren la demanda de los más perjudicados por el orden económico vigente, y mientras, crecen los anuncios para transformar el descontento social en movilizaciones y conflictividad creciente. La realidad demanda un programa de transformaciones estructurales que vaya más allá de la lógica de gobierno por llegar al 2023 o del poder económico para reivindicar mayores ganancias. En definitiva, la ausencia de una agenda de transformaciones profundas es parte de la ausencia de alternativa política. Buenos Aires, 13 de julio de 2022

Se fue Guzmán y aseguran continuidad de la política

Mientras hablaba Cristina Fernández de Kirchner (CFK) en el homenaje al fallecimiento de Juan Domingo Perón el 1 de julio de 1974, el Ministro de Economía Martín Guzmán renunciaba por redes sociales. La carta de despedida, de siete páginas, estaba escrita, pero se difundió luego de haber sido comparado, por CFK, su diagnóstico de inflación, radicado en el déficit fiscal, con el de Carlos Melconian, ex funcionario del gobierno Macri y del BCRA en tiempos de la dictadura genocida, uno de los economistas mediáticos del amplio arco liberal hegemónico en la profesión. Esa comparación fue quizá la gota que rebalsó el vaso de una presión interna de largo aliento, no solo desde la vicepresidencia en el frente oficialista. La imposibilidad de disciplinar a los funcionarios del área energética en la función pública le puso límites al ejercicio de la gestión ministerial, siendo el área de energía uno de los aspectos claves de la coyuntura mundial y local actual, amén de la quita de subsidios empresarios acordada con el FMI, lo que supone incrementos de las tarifas. La difusión de la renuncia aconteció en el momento preciso en que CFK sustentaba su propuesta de “capitalismo de Estado”, en contraposición a una lógica contrapuesta entre la orientación liberal de mercado o un rumbo marxista. Claro que muy rápido acotó que no sustentaría la consigna “ni yanquis ni marxistas”, pero si fundamentando que ese rumbo por el capitalismo de Estado, que no debía confundirse con el modelo chino, pero si ser consciente que se trataba, precisamente, de la tercera posición que encarnó Perón en los orígenes de su gobierno. Algunos en el frente oficialista consideraron la renuncia como una provocación, aunque en rigor, resulta expresión de un fracaso. Toda la expectativa de Guzmán estuvo centrada en el “arreglo” de la deuda, primero con los acreedores privados de títulos y luego con el FMI, con quien se firmó la renegociación en marzo pasado. El diagnóstico en origen fue acompañado por el arco completo de la coalición gobernante, pero al momento de la firma con el FMI aparecieron las primeras disidencias sobre un gran condicionante de la política en el país, la deuda pública. Es más, acababa de el FMI de acordar con las metas de la economía local del primer trimestre, cuando se auguraba un incumplimiento. Hemos sostenido, en crítica con el acuerdo con el FMI, que el mismo era expresión de un cogobierno y de un rumbo de ajuste perpetuo, santificado por auditorias trimestrales. La auditoría supuso el ingreso de casi 4.000 millones de dólares de desembolso del organismo para fortalecer las reservas internacionales, en un momento de corrida cambiaria. Las cuentas macroeconómicas parecían en sintonía con un marco de crecimiento, levantado por el propio presidente en el acto realizado un día antes. Desde el gobierno se discute el reemplazo, incluso la renovación ministerial, pero afirmando el rumbo de privilegiar el condicionante estructural suscripto con el FMI y luego “tranquilizar” la economía, tal como sostenía Guzmán. Por ello, este es el momento para ANULAR el acuerdo con el FMI, sin importar el nombre del nuevo/a ministro/a; sino, discutir que política en materia de economía y política de gobierno, es decir, todo el gabinete ministerial. Lo que se requiere es discutir qué modelo productivo y de desarrollo para el país. La cuestión de fondo es el rumbo del país y que inserción internacional, incluso cuando CFK aludía al problema bimonetario del país, y la necesidad de acordar una política de consenso más allá del gobierno. En el diagnóstico de CFK, el carácter bimonetario de la economía argentina es la causa principal de la inflación. Al mismo tiempo sugería la creación de un ingreso universal para resolver los problemas de esa mayoría empobrecida, lo que supone rediscutir la política asistencial de programas oficiales. Con la renuncia de Guzmán se evidencia que el rumbo no era “resolver” la deuda primero y luego “tranquilizar” la economía; ya que la realidad derivada es que hubo y hay AJUSTE sobre la mayoría social empobrecida y la afirmación de un rumbo de inserción subordinada a la lógica primaria exportadora, sea soja, maíz, o hidrocarburos no convencionales. La inflación, importante en el discurso de CFK y principal efecto de la situación económica local, distribuye regresivamente a favor del capital. El fenómeno sirvió para mejorar la apropiación de excedente económico del capital más concentrado del país, pero también le mejoró la ecuación fiscal al gobierno. El interrogante es político y económico, sobre lo que se viene en el país, algo que atañe al oficialismo y a la oposición, pero sobre todo al conjunto social que sufre el ajuste, la suba de precios y el deterioro de la condición de vida regular. Queda clara la disputa al interior del gobierno y la respuesta de la oposición con capacidad de ser gobierno, que espera su turno de cara al 2023. La duda está en el movimiento popular y la posibilidad de constituir una estrategia de poder para un rumbo alternativo, que articule la experiencia institucional de la izquierda partidaria y el amplio espectro sociopolítico de una izquierda plural. Es lo que se requiere para un rumbo en contra y más allá del capitalismo. Buenos Aires, 3 de julio de 2022

CAMPAÑA 2023 en Argentina, con la inspiración de la lucha por la soberanía

Ya se largó la campaña presidencial 2023 y se difunden las candidaturas de las coaliciones que disputan el gobierno del capitalismo local, en un momento de profunda crisis mundial, agravada por la pandemia que no culmina y una guerra que parece recién empezar y que puede escalar con peligro para la sociedad global y la propia naturaleza. ¿Por qué no pensar en candidaturas alternativas, más allá de las coaliciones con posibilidades de ganar? Que exprese una articulación política popular que puedan surgir desde la meca del modelo primario exportador, por ejemplo, desde Rosario, claro que también desde Córdoba, de Cuyo, la Mesopotamia, la Patagonia, el centro o el litoral, de los cuatro puntos cardinales en nuestra extensa geografía. Imagino la gran ciudad del sur santafesino por ser un territorio de grandes contrastes, de acumulación de ganancias, de capitales y de poder, pero también de resistencias variadas, incluso con expresiones públicas en el ámbito institucional y popular. Rosario es la riqueza y la pobreza, expresión del capitalismo de esta época, que incluye el delito del tráfico, de drogas, armas o personas. Alguna vez fue la Chicago local, pero también anticipó y continuó el “Cordobazo”. Los rosariazos son antecedentes y continuidad de la emblemática lucha a fines de los sesenta del siglo pasado, y cuna de históricas luchas de nuestro pueblo. Los “azos” levantaron la vos de alerta de la reacción y produjeron la ofensiva más feroz sobre las y los alzados, las trabajadoras, los trabajadores y el pueblo argentino, con el terrorismo de Estado y la contribución a la ofensiva neoliberal, que aún hoy sufrimos. El eje de ese modelo se sustenta en la concentración y centralización de negocios con epicentro en el puerto y en las vías navegables, especialmente el Rio Paraná y los negocios que por el navegan. Hay que unir el espacio de la denuncia y la movilización para otro país posible y que venga desde el interior profundo, por ejemplo, a trescientos kilómetros de la capital federal, o incluso más lejano, pero con proyección de estimular un proyecto popular que contenga a los habitantes de toda la Nación. A los de abajo en tanto mayoría social en contra de los de arriba, la minoría de la población, que sustenta su poder en la acumulación de capital local y externo. La política parece concentrarse en torno a la General Paz, pero las expresiones populares tienen historia, experiencia y reflexión en todo el territorio nacional. Así lo expresa la historia de lucha indígena, anticolonial y anticapitalista por años. No es distinto en el presente, con las luchas feministas o ambientalistas, como los múltiples auto convocados en defensa de las trabajadoras y los trabajadores, con variadas experiencias de movimientos sociales vilipendiados desde proyectos de gestión del capitalismo local, u organizaciones sindicales y territoriales que no concilian con el proyecto del capital. En el mismo sentido actúa el pensamiento crítico, revolucionario, anti sistémico por la emancipación y la revolución. Existe una experiencia de lucha parlamentaria de la izquierda y una dinámica desarticulada de una izquierda plural que necesita articularse en un proyecto más amplio de identidades por la crítica y las transformaciones profundas, más allá y en contra de la mera gestión del orden capitalista. Si hay lectores atentos a estas líneas, ya se puede ponerle nombre a esa candidatura alternativa, con múltiples aspirantes y aspirantas, que recoja la crítica política del orden existente e imagine un horizonte de transformaciones, con la insignia de la bandera, la soberanía y el internacionalismo popular como emblema. Son muchas y muchos los que pueden expresar esa aspiración, con construcciones de colectivos que despliegan su experiencia en toda la extensión del país. Está muy cerca el 20/6 y el 9/7, lo que puede ayudarnos en la perspectiva de la independencia y la soberanía, abonada con las luchas callejeras, expresamente contra el acuerdo del gobierno y el FMI que intenta 2legitimar” la estafa del macrismo y el FMI del 2018. Una candidatura que vaya por la expropiación de Vicentin y la suspensión de pagos de la deuda, contra el acuerdo del FMI, que hay que anular y sustentar un modelo productivo y de desarrollo pensado en la cooperación, lo autogestionario y lo comunitario. Un proyecto de independencia e integración regional que articule propuestas existentes de organización popular fragmentada. Que sustente la defensa de las reivindicaciones y demandas de los de abajo y con respeto por los bienes comunes y la naturaleza, contra toda forma de discriminación y racismo, contra el patriarcalismo y por la solidaridad y cooperación regional. Con una orientación latinoamericanista y caribeña, con las mejores tradiciones que reivindica la lucha de Nuestra América, por la independencia y el bienestar de nuestro pueblo. ¿Es ello posible? Totalmente, si es que así lo construimos, nos lo proponemos y lo echamos a andar, como tarea colectiva, sin techo a la imaginación transformadora. Buenos Aires, 1 de julio de 2022