Los objetivos que no se discuten del Proyecto de Presupuesto 2023

Tiene media sanción el presupuesto 2023, ahora el debate se traslada a la Cámara de Senadores. Mucho se discutió en la previa, respecto de algunas partidas y sobre el comportamiento político de las distintas bancadas. El oficialismo tuvo sus disidentes, nada menos que en la figura de Máximo Kirchner; mientras que la oposición se mostró divida sobre otorgar quorum y a la hora de las votaciones. Son todas expresiones de la crisis política actual en el país. De lo que poco se habló y discutió es sobre el mensaje elevado desde el Poder Ejecutivo, en donde se explicitan los objetivos del Presupuesto para el próximo año. Se trata de la orientación de “política económica” pensada por el gobierno para el próximo año, más allá de ciertas partidas e incluso de la veracidad de los “supuestos” contenidos en la legislación a discusión ahora en el Senado de la Nación. Señala el mensaje que el objetivo es el “crecimiento económico con inclusión social”, hasta ahora limitado por la “crisis de la balanza de pagos”, o sea, ausencia de divisas y por la “pandemia y la guerra” en Ucrania. Se destaca que para cumplir con los objetivos hubo que “reestructurar la deuda” con acreedores privados y con el FMI. Es curioso, ya que reconocen que el privilegio no es la “inclusión”, sino cumplir con los acreedores de la deuda pública, en general, producto de la especulación y el fuerte condicionante que supone el endeudamiento externo y su reestructuración. El mensaje pondera el crecimiento del 2021, premisa para cumplir con el objetivo de la “inclusión social”, desmentido por los datos de distribución del ingreso del INDEC , en donde queda claro que se favorece a la ganancia por sobre el salario, y ni hablar del resto de los ingresos populares, jubilaciones y subsidios para sectores sociales desfavorecidos. El propósito explícito del mensaje destaca la necesidad de “estabilizar la economía”, bajando la inflación, para lo que se propone: “orden fiscal”, o sea, ajuste en acuerdo con lo suscripto con el FMI; “superávit comercial” y “fortalecer las reservas”, necesario para juntar divisas que acrecienten las divisas necesarias para cancelar vencimientos de deuda por la reestructuración, tanto con privados como con el FMI; y finalmente “desarrollo con inclusión social”, una meta que siempre queda como una ilusión. Señala el mensaje, que los motores serán la “inversión”, la “producción”, las “exportaciones”, y el “mercado interno”. Muy discutible si se piensan en una preocupante tendencia a la baja de la previsión de inversiones, el mantenimiento de una lógica especulativa y un modelo productivo orientado a las exportaciones de bienes primarios, aceptado en la promoción de las exportaciones, pero dudoso respecto del objetivo del aliento al mercado interno, lo que requiere mejoras de los ingresos populares y de los beneficios de los sectores pequeños y medianos de la economía nacional. Las metas y el contexto La ley de presupuesto contempla un gasto total para el año próximo por 29 billones de pesos; un crecimiento del 2% del Producto Bruto Interno (PBI); un déficit del (-1,9%); una inflación del 60% para 2023, y un dólar a $269 para fin del próximo año. Prevé un aumento en las exportaciones de 7,1% y del 2% para importaciones, lo que resulta en un superávit comercial de más de 12.300 millones de dólares, repitiendo balance positivo como en los años previos, sin capacidad hasta ahora de retener esas divisas como incremento de reservas internacionales. El presupuesto es un supuesto previo, un “dibujo” que cumple con los términos legales. Igual interesa el debate porque hay que ver cuáles son las orientaciones generales que un gobierno plasma en el presupuesto, en lo que imagina que va a ser la economía del año entrante, en los objetivos de “política económica” que se propone. Por supuesto que vivimos un tiempo de muchas incertidumbres, de los imponderables cotidianos en el contexto mundial y local. ¿Quién puede prefigurar que va a pasar en el 2023? El tema de la guerra en Ucrania, en Europa, que escala peligrosamente hacia una conflagración nuclear de impacto global. Es un marco para la expansión del gasto militar de los países, lo que al mismo tiempo estimula políticas de austeridad en otras áreas. La orientación del gasto público hacia armas y la defensa militar, con una predisposición a un futuro de ofensiva para la guerra, alienta la militarización de la economía y desalienta políticas sociales y de distribución progresiva del ingreso. Al mismo tiempo, existen muchos imponderables sobre la economía argentina, especialmente en materia de inflación. Claro que hay crecimiento de la inflación mundial, junto a una tendencia a la recesión, según señalan los principales organismos internacionales. En la reciente reunión del FMI , sus previsiones son de deterioro de las condiciones de funcionamiento de la economía mundial para el 2023 y el 2024, o sea que el horizonte es recesivo en el corto, mediano y largo plazo, algo que también afecta a la Argentina. La Argentina es un país que viene creciendo desde 2021 más que el promedio de América Latina y el Caribe, pero tiene, como toda la región, un horizonte de descenso de la producción. Si se produce menos hay mucho menos para distribuir, o si se quiere, una disputa de cómo se distribuye ese menor crecimiento, sea entre capital y trabajo y al interior de la competencia inter-capitalista. De hecho, las predicciones de crecimiento en el proyecto de presupuesto 2023 verifican un 4% para el 2022 y una reducción al 2% para el 2023. Habrá que ver si la incertidumbre mundial, o la local, supone una cifra menor de crecimiento. El pronóstico de inflación según el presupuesto del 2023 es de 60%. Es incierto el pronóstico, porque si fue difícil bajar la inflación en el 2022 y con una situación agravada en el plano mundial es muy previsible que no se cumpla esa previsión para el 2023. Por lo tanto, en el plano del contexto, sea internacional, global o nacional, hay que imaginar un 2023 de alta inflación y regresividad en la distribución del ingreso, porque si contamos que hay desaceleración de la economía, incluso perspectiva recesiva de la economía mundial y de la argentina, eso impacta en baja de ingresos populares, especialmente salarios, jubilaciones, pensiones y planes sociales. Por eso decimos que habrá regresividad en la distribución del ingreso, que es lo que hasta ahora viene verificando las cuentas del INDEC más allá del crecimiento importante de la economía argentina con la recuperación económica desde 2021. En materia de contexto, un gran condicionante del funcionamiento de la economía argentina para el 2023, y mas adelante, 2024 y mas allá, es el acuerdo con el FMI. Se trata de un acuerdo que incluyó diez auditorías trimestrales, de las cuales ya se han realizado dos, o sea, que en el año 2023 y en 2024 continúan las auditorias trimestrales del FMI. Esas auditorias controlan las pautas suscriptas en marzo pasado entre la Argentina y el FMI y condicionan la “política económica” local, expresadas en las metas presupuestarias. Por ello las metas que apuntan a disminuir el déficit fiscal y a generar condiciones para mejoras de las reservas internacionales, derivadas principalmente del superávit comercial. Respecto del ajuste, destaquemos que éste no se orienta hacia los principales rubros del gasto público, caso de los subsidios a las empresas, con la demora en la aplicación de la eliminación de los subsidios por tarifas de servicios públicos a empresas privatizadas. Es probable que para el año 2023 estén en plena aplicación y habrá que ver la magnitud de esa adecuación tarifaria, e incluso la respuesta de la población a esas facturas incrementadas. El segundo gasto en importancia, por su magnitud, son los intereses de la deuda pública, en donde no están previstos recortes, por lo que inducimos que el ajuste fiscal se aplica sobre el gasto público de contenido social. Por eso destacamos en el contexto, la importancia del acuerdo con el FMI, que condiciona la política macroeconómica en la Argentina, algo que está reflejado en el presupuesto 2023. En concreto, si para este año 2022 el consumo tenía un nivel de expansión del 6,5%, para el 2023 está prevista una expansión solo del 2%. Tiene una predicción de un menor crecimiento del consumo, y en ese sentido es muy importante la disminución del consumo público, del consumo del Estado y más aún, de la inversión pública. Si la inversión en este 2022 había tenido un crecimiento del 10%, y eso se propagandiza con mucha fuerza, la previsión es que la inversión crezca menos del 3% para el 2023. Sabemos que el capitalismo tiene como elemento definitorio a la inversión. Si no hay crecimiento de la inversión, no hay reproducción de la lógica del capital, de la lógica del capitalismo. La importancia de la inversión pública en el régimen económico es muy importante. Ratifica la Argentina con este presupuesto la tendencia al crecimiento de las exportaciones y una fuerte restricción de las importaciones, porque Argentina tiene como objetivo de política económica defender la tenencia de divisas. Argentina necesita de dólares, para pagar la deuda, en primer lugar, para sostener la credibilidad en el plano internacional, y es uno de los compromisos suscriptos con el FMI. Por eso ante la necesidad de dólares, la lógica es acrecentar las ventas al exterior, lo que supone un mayor crecimiento previsto de las exportaciones y una restricción al proceso de importación. Surge así un problema, porque Argentina es un país industrialmente dependiente de las importaciones. No hay crecimiento de la producción industrial de la Argentina sin crecimiento de las importaciones, y como se planifica una merma en las importaciones, no solo habrá un escenario de desaceleración o de recesión, si no de una apuesta restringida al crecimiento industrial. Con ello, se ratifica la tendencia a la proyección de un modelo productivo primario exportador, de aliento a la producción primaria y al estimulo a las exportaciones para generar un excedente de divisas que favorezca el cumplimiento con el FMI y las principales premisas de funcionamiento de la economía argentina. El problema es el modelo productivo y de desarrollo Mucho se discutió en la previa y en la sesión de los diputados sobre algunas metas y propósitos, caso del cobro de impuesto a las ganancias del poder judicial, sin embargo, insistamos que el tema de fondo está en los objetivos que explicita el Proyecto presupuestario para el 2023. Por eso señalamos que el gran condicionante económico para el país resulta del acuerdo con el Fondo. Argentina debe denunciar ese acuerdo por lesivo y derivado de una deuda odiosa. Insistamos que no es el espíritu ni del poder ejecutivo ni de la mayoría de los bloques legislativos, pero es imprescindible para pensar en términos de políticas soberanas en materia económica, que apunten a resolver insatisfechas necesidades de la población. Al mismo tiempo, desde allí es que pueden pensarse cambios al modelo productivo y de desarrollo, lo que supone cambiar la inserción en la economía mundial. Todo un desafío para pensar en políticas alternativa y alternativa política para otro rumbo de la sociedad argentina. Buenos Aires, 26 de octubre de 2022

El 17 de octubre y la identidad política del movimiento obrero en la Argentina

Puede y debe pensarse el 17 de octubre con una perspectiva de izquierda, y en ese sentido, partir de que el movimiento obrero en argentina nació anarquista, socialista, comunista, y se desarrolló bajo esas identidades políticas desde el último cuarto del siglo XIX. Las luchas por sus reivindicaciones democráticas, como trabajadores y trabajadores encontraron identidad política en esas diferentes opciones de la clase trabajadora por más de medio siglo, hasta 1945. En 1945 emerge el “peronismo” como identidad política mayoritaria del movimiento obrero, y la experiencia de la lucha de clases previa encontró su expresión política en el Peronismo. Las trabajadoras y los trabajadores continuaron su lucha y organización en defensa de sus intereses, mayoritariamente, bajo la identidad política del peronismo. Hay que señalar que ese movimiento obrero, con hegemonía peronista, siempre, aun dentro de los periodos de gobiernos del peronismo, desplegó su lucha en defensa de sus intereses de clase, con autonomía del estado, las patronales, los partidos burgueses e incluso el partido justicialista bajo sus distintas denominaciones y/o frentes. Por ello, se registran huelgas, movilizaciones, en distintos turnos del peronismo: el de 1945, el de 1973, incluso los más recientes desde el 2003. Las luchas del 55 al 76 supone un programa en defensa de los intereses de clase y bajo la identidad política del peronismo, en simultáneo con la unidad de acción con otras expresiones de la identidad política de la clase obrera. Se trata de pensar la historia del movimiento obrero y sus identidades políticas, antes y después de 1945. En ese sentido, constatar la confluencia de la izquierda en el peronismo con la izquierda no peronista, caso de la articulación “Tosco, Salamanca y Atilio López” en el Cordobazo, y con otros nombres propios en el mismo tiempo en el Rosariazo, en el Choconazo y en otros “azos” de los 60s y 70s. La clase obrera luchó y lucha por sus intereses y reivindicaciones desde sus propias identidades políticas. Por eso, hay que pensar en el peronismo y su inserción en el movimiento obrero, en dinámica, en dialogo y en disputa con la izquierda socialista, comunista, anarquista, independiente, de distinta tradición política en la Argentina. El tema importa por las búsquedas de este último tiempo, partiendo si se quiere desde el 2001, y la profunda crisis política de la tradición histórica en la argentina: del radicalismo, del peronismo, del socialismo, del comunismo, de otros grupos políticos de tradición histórica de las organizaciones políticas en la Argentina. La derrota de los 70´ ante el terrorismo de Estado y las reaccionarias reformas estructurales del capitalismo local y mundial imponen una nueva realidad en el último medio siglo, de recomposición del movimiento obrero en su estructuración y en búsqueda de una identidad política que lo represente. Remitimos a la crisis de la política, con radicales y peronistas en el Frente de Todos y en Cambiemos; con socialistas y comunistas dentro del Frente de Todos y por afuera; como socialistas en articulación con el radicalismo y el macrismo en algunos territorios. Por lo cual, hay una crisis política y de identidades que es muy fuerte y el movimiento obrero no está ajeno a esa situación. Es un movimiento obrero que es parte de la tradición de organización sindical pero también territorial a partir de los datos que nos devuelve el capitalismo de época, con crecimiento del desempleo, la pobreza, la extensión de la flexibilidad laboral, la falta de seguridad social, que lleva a una situación de deterioro en términos de ingresos de la población trabajadora y a una rediscusión de sus formas de inserción y organización política-popular. Por eso hoy, 17 de octubre del 2022, y pensando una reflexión desde la izquierda, insistamos en una izquierda diversa, el movimiento obrero de identidad peronista conmemora hoy la fecha en distintos actos, sin unidad política, mostrando la fragmentación al interior del movimiento obrero tal como existe en la Argentina, al interior de la identidad peronista tal como aparece en el país en 2022. Son acciones que se despliegan en un marco de fuerte ofensiva del capital contra el trabajo, un tema que empezó en el caso argentino con la dictadura militar de 1976, incluso con el rodrigazo en 1975 y las Tres A, la Alianza Anticomunista Argentina. Una ofensiva capitalista que no se ha detenido en ningún momento histórico más allá de intentos de recomposición de los ingresos y de la capacidad de organización y lucha del movimiento obrero. Es así como el movimiento obrero en su dinámica de lucha de clases a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX buscaba una perspectiva de emancipación del trabajo en las tradiciones globales de confrontación con el capital, desde el anarquismo, el socialismo y el comunismo, y luego, producto de las circunstancias del desarrollo capitalista mundial y sus especificidades en Argentina, encontró en la identidad del peronismo una forma de canalizar esa conflictividad. Hay que señalar que hoy existe un desafío para los movimientos populares, sociales, los trabajadores y las trabajadoras, que pasa por encontrar una articulación política popular que junto a las luchas por las reivindicaciones democráticas de ingresos, de seguridad social, de condiciones de trabajo, puedan contribuir a la construcción de una identidad política que los represente para una perspectiva emancipadora, que en las condiciones actuales del capitalismo mundial, no puede ser solo una respuesta nacional sino que tiene que ser de carácter regional y global, internacionalista, por la emancipación del trabajo contra el capital. Buenos Aires, 17 de octubre de 2022

Inflación y lucha de clases

La inflación de septiembre en Argentina alcanzó al 6,2%, menos que el 7% de agosto y que el 7,4% de julio, lo que le permite decir a las autoridades económicas que la inflación está bajando. Razonan señalando que la inflación “está bajando poco, no alcanza, queremos que baje más, y para eso estamos tomando medidas para estabilizar la economía”, con expectativa de reducir poco a poco el registro mensual. Nos interesa destacar que la palabra de moda ahora es “estabilizar”, tal como durante la gestión de Martín Guzmán, la palabra de orden era “tranquilizar” la economía. El dato de realidad es la economía no se tranquilizó. Es más, se “intranquilizó” para la mayoría de la población argentina que vive de ingresos fijos. Algo notorio con el 83% anualizado de inflación y un pronóstico del 100% para el 2022, con bajas en los ingresos populares. Se trata de un gran deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población que vive de ingresos fijos, sean salarios, pensiones, jubilaciones o planes sociales. La mayoría en la Argentina vive de ingresos por ser trabajador o trabajadora, muy pocos bajo convenio colectivo de trabajo, la mayoría sin convenio, muchísimos en una situación de irregularidad, por la no realización de aportes correspondientes por parte de las patronales, lo que muestra que en la Argentina hay una gran impunidad en la registración del trabajo. Así, millones de personas no tienen acceso a la seguridad social y ven dificultados sus futuros ingresos previsionales antes las limitaciones que van a tener cuando lleguen a la edad de la jubilación, por aportes no realizados o aportes realizados en la mínima, que no van a permitir condiciones dignas de jubilación. Es lo que se verifica en la actualidad, con la mayoría de las jubilaciones nacionales, incluso provinciales, que están en la mínima, o que están debajo del promedio necesario para satisfacer una canasta del adulto mayor. Resulta algo que ocurre con el ingreso de la mayoría de la población argentina bajo el dato de la “pobreza”, que más allá del registro estadístico, un 40% de la población argentina tiene ingresos por debajo de la pobreza, y para los menores de edad la cifra está por encima del 50%, incluso aún más según sea el territorio. En efecto, las zonas geográficas de mayor concentración de la pobreza en argentina, caso del norte del país, allí los niveles de pobreza infantil y en general son más alarmantes, con escalas que llegan al 60% o 70% de los menores. Por eso la inflación es un tema preocupante. No solo preocupa el dato del 6,2% que aun siendo menor al de agosto o al de julio, porque lo que preocupa es una proyección que según las estadísticas del Banco Central de la República Argentina están por encima del 100% para el año 2022 y augura una dinámica de evolución de precios al alza para el 2023. El ministro de economía Sergio Massa en Washington, reconoce la especificidad de la inflación local, más allá de la disparada mundial de precios. La inflación como fenómeno de época El marco mundial es de crecimiento de los precios, incluso, en estas horas, se conoció también la inflación estadounidense, y contrario a lo que pronosticaban en Estados Unidos, no hay una tendencia a la disminución de los precios sino al alza. La inflación mundial es un problema de la lucha de clases. Ocurre que solo algunos operadores económicos están en condiciones de incrementar los precios, caso de los alimentos y la energía en el mundo. Detrás de ello vemos a las grandes trasnacionales de la alimentación y de la energía intentando recuperar posiciones luego de la crisis del 2007-2008, la desaceleración económica posterior, la gran recesión deliberada que se gestó en el 2020 con la pandemia por el COVID-2019. El repunte de la economía en el 2021 fue una pelea por recuperar niveles de ganancia de manera muy importante, por eso la suba de precios y la inflación mundial se aceleró en el 2021 con la recuperación económica. Ni hablar en este 2022 con la situación de guerra en Europa donde la cuestión de los precios, sanciones mediante de Estados Unidos a Rusia, que se suman a las sanciones a China, a Cuba, a Venezuela, a Nicaragua, a Irak y a cuanto país ose una política diferenciada de la hegemonía del dólar a escala global. Todo eso es parte de la explicación del crecimiento de los precios a escala mundial. Por eso decimos que la inflación es un fenómeno de lucha de clases mundial, y aquí en la Argentina también, porque cuando vemos el resultado de la evolución de precios e ingresos populares, sean salarios, jubilaciones o los llamados beneficios sociales que supone la política social masiva, nos damos cuenta que hay una ganancia de los ingresos de una minoría de la población que concentra lo principal de los medios de producción en la Argentina: grandes propietarios de tierra, de comercios, de industrias, de establecimientos de servicios diversos, que presionan por una política económica favorable a la ganancia en términos generales, a la renta y en desmedro de los ingresos fijos de la mayoría de la población. Insistimos en que la inflación es una expresión de la lucha de clases que se manifiesta en cuanto de la producción social general en la Argentina queda en manos de los propietarios de medios de producción y cuanto para quienes solo tienen para ofrecer la venta de su fuerza de trabajo. En este marco el ministro de economía recibió las noticias del indicador de precios de septiembre estando en Washington, una visita de 3 días, en el marco de la reunión anual del FMI y del Banco Mundial, donde Sergio Massa se reunió con la titular del FMI. En ese marco, el FMI felicito al ministro de economía por los esfuerzos que lleva adelante para cumplir con los acuerdos suscriptos en marzo pasado. Hay que ser claros, los acuerdos con el FMI son de ajuste y de reestructuración regresiva de la economía argentina, lo que llaman “estabilizar” las cuentas macroeconómicas de la Argentina. Se trata de bajar la inflación, y para eso incluso se está llamando desde el ministerio de economía a reuniones de empresarios con dirigentes sindicales para que morigeren la disputa de apropiación del ingreso en la reapertura de paritarias. No será extraño volver a escuchar la letanía que remite a la responsabilidad por la inflación a la demanda de mejoras de los ingresos populares. Algo de esos argumentos estuvieron en el conflicto del sindicato del neumático y ahora se reitera ante la demanda de variadas organizaciones sindicales y territoriales por la mejora del ingreso. La inflación sigue siendo un tema estructural, ya no solo de la coyuntura de la Argentina. Es un tema estratégico, de lucha de clases, y claro, los cambios en el gabinete de ministros del gobierno del Frente de Todos son parte de esta dinámica en vísperas de un proceso electoral de renovación presidencial en 2023 y por ende, de debate político sobre el rumbo del país. Por ello insistimos en que la inflación es una cuestión política, mucho más que una “cuestión económica”. Los técnicos en el gobierno, en las patronales, en los medios de comunicación, insisten en que la solucione es la “estabilización”, y cuando hablan de “estabilización” o de “tranquilizar” la economía argentina, es para satisfacer las demandas de una lógica de producción y distribución que impone el orden capitalista a favor del capital, en contra del trabajo y las condiciones de vida de la mayoría de la población. Salvo que la población más empobrecida ponga límites a esta perspectiva de política económica y genere condiciones para una redistribución progresiva del ingreso y de la riqueza, lo que supone también entramados políticos adecuados para cambiar el orden económico, social y político en el país, como parte de cambios profundis en el orden global. Un orden que parece orientarse políticamente hacia la extrema derecha y que, por ende, convoca a pensar en términos de contraofensiva popular para una perspectiva mundial y local de reestructuración solidaria de las relaciones sociales en la producción. Buenos Aires, 17 de octubre de 2022

El capitalismo como problema a superar

El titular de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de la Argentina, Horacio Rosattí, sostiene que “La Constitución argentina tiene un modelo que es el capitalismo." Sustenta la afirmación en el orden constitucional consagrado en 1853 y reformado en 1994, lo que define la institucionalidad del “orden socio económico” vigente en el país, en acuerdo con una lógica global capitalista que debe ser discutida. En efecto, ni la Argentina, ni la región, ni el mundo pueden sustentar un orden social que a todas luces empeora las condiciones de vida de millones de personas en el planeta, al tiempo que socaba el propio metabolismo planetaria producto del modelo productivo de explotación, saqueo y devastación. La desigualdad es un dato evidente en variados estudios de organismos internacionales y estudios profesionales y de universidades. El cambio climático es una preocupación discursiva no sustentada en las políticas públicas que agreden y socavan el metabolismo de la naturaleza, Señala el titular de la CSJ que el capitalismo se basa en el "respeto a la propiedad privada, aliento a la iniciativa particular, y competencia." No discute el origen de esa “propiedad privada”, resultado de la desposesión de los originarios y la consagración del "derecho" para legitimar el despojo. La posesión es un fenómeno histórico, como es también la larga historia de la desposesión hacia la consagración de la propiedad privada de los medios de producción. Se trata de un proceso con especificidades en cada territorio y que en los que hoy llamamos América Latina y el Caribe tiene antecedentes en el “descubrimiento, la conquista y la colonización” desde 1492. En Argentina se afianza el proceso de desposesión con las campañas “al desierto” de 1833/34 y 1879/80. Rosattí niega el derecho de los originarios al reclamo actual de territorios de posesión ancestral. Agrega el titular de la CSJ que la Carta Magna “no prevé la lucha de clases sino su complementación, y quienes quieran (estos principios) deben hacer una revolución o modificar la Constitución para lo que se requieren los dos tercios de ambas cámaras”. Acierta el miembro de la Corte Suprema en que la Argentina demanda una REVOLUCIÓN para modificar el orden económico social vigente. Eso, la REVOLUCIÓN, es lo que se evoca cada 25 de mayo desde 1810 y es lo que puede resolver el desastre que sufre la mayoría empobrecida de la Argentina. Incluso, puede ser una "revolución" que conquiste los 2/3 de un Congreso funcional al poder que empobrece a la mayoría. Claro que ello requiere de una propuesta política popular aun ausente en el debate actual. Conclave del poder para ratificar rumbo Las opiniones del cortesano fueron ofrecidas en el coloquio de IDEA, verdadero cónclave del poder local, uno de los cenáculos regulares en donde la clase dominante reflexiona sobre los problemas a resolver, dando por hecho que el problema no es el capitalismo, y que lo que se debe hacer funcionar es el propio capitalismo. Hay un diagnóstico erróneo instalado no solo en IDEA, sino impuesto mediáticamente por periodistas y comentaristas de medios y asesores profesionales de las cámaras empresarias y el poder político, y remite a un “problema de gobierno”, o de varios gobiernos, que hacen mal las tareas necesarias para que el capitalismo funcione adecuadamente. El ambiente generalizado de los participantes en Mar del Plata, sede del coloquio, coinciden en responsabilizar al gobierno actual por la falta de un plan de estabilización y claro, también responsabilizan al gobierno previo, por lo que sus referentes en el cónclave perjuran que en el futuro próximo ya no cometerán los mismos errores del cuatrienio previo y sabrán escuchar el mandato del “mercado”, expresiones recibidas con aplausos. Remiten a la “iniciativa privada” y a la “competencia” que propagandea como un ideal el cortesano Rosattí. Habría que interrogarse sobre el funcionamiento del capitalismo global, no solo en la Argentina, e interrogarnos sobre los problemas contemporáneos, no solo las manifestaciones del problema, como la inflación o la recesión, sino la tendencia política a la confrontación e incluso a la conflagración con amenaza nuclear, que hoy disputan las armas de la OTAN contra Rusia en territorio de Ucrania. Son temas centrales en el debate de la reunión anual del FMI en Washington o en las preocupaciones de la banca central y los gobiernos de los principales Estados del capitalismo mundial, en EEUU, Europa o Asia. El capitalismo funciona así, con una crisis irresuelta en la primera década del siglo XXI y, por ende, con iniciativas políticas para profundizar la liberalización económica, que afectan las relaciones económicas con los resultados a la vista en materia de extensión de la pobreza y concentración de la riqueza, destrucción del medio ambiente y un proceso creciente de devastación que niega el sueño del “progreso” eterno del idealizado “capitalismo”. Argentina es parte del mundo y de ese “progreso” imposible bajo el orden capitalista realmente existente, lo que convoca a discutir el rumbo actual, el del capitalismo, y más allá de cualquier experiencia en nombre del socialismo, el desafío sigue estando en una lógica alternativa de orden social, como soñaron muchos precursores del socialismo local, regional o mundial y avanzar en un rumbo de organización económica, social, política o cultural, que parta de la satisfacción de las más amplias necesidades sociales. Buenos Aires, 15 de octubre de 2022

Cambios en el gabinete de ministros

Durante el feriado largo pasado (7 al 10/10) se reestructuró el gabinete del gobierno argentino, en un contexto económico, social y político muy complejo. Esa complejidad remite, entre otras cuestiones, al debate concentrado en la represión en Villa Mascardi y su desenlace con la prisión de mujeres mapuches, que entre muchos impactos eyectó del gabinete a la responsable del Ministerio de la Mujer. Mientras se procesaba el impacto político de la represión, la prisión y la renuncia de la ministra, acontecía en simultaneo una masiva concentración de militancia popular en el 35° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries, que se realizó en la provincia de San Luis, que es, como bien dicen las organizadoras, territorio Huarpe, Ranquel y Comechingón, poniendo en evidencia la importancia que adquiere en la contemporaneidad la cuestión de los pueblos originarios, sus demandas, y el tratamiento que en Argentina se les otorga, más allá del reconocimiento constitucional. El remplazo en el gabinete se resolvió con la funcionaria puntana, encargada gubernamental del área de la mujer en la provincia de San Luis, responsable de la gestión institucional del masivo cónclave de los feminismos populares. Así, Ayelén Mazina fue designada al frente del ministerio en el poder ejecutivo nacional. Un interrogante que podemos hacernos es si saldrá al encuentro de las demandas planteadas en los múltiples talleres, movilizaciones, discusiones que hubo en la provincia de San Luis, y que transitaron por temas muy diversos. Entre ellos destacamos los relativos a los derechos de los pueblos originarios, la lucha contra el modelo productivo primario-exportador de subordinación del orden económico local a las demandas de las corporaciones trasnacionales, especialmente lo que tiene que ver con alimentos y biotecnologías, pero que constituye una subordinación del modelo productivo argentino, no solo a esas trasnacionales, sino también a las políticas externas de los principales estados del capitalismo mundial, muy particularmente de EEUU, de Europa, de Japón, en disputa incluso por la dominación de la política alimentaria mundial con China y los bloques que se van desarrollando en la disputa del orden internacional. Un dato relevante es que las luchas de las mujeres originarias de las comunidades puntanas no tuvieron receptividad en la lógica del gobierno local, por lo que se discute que traerá de novedoso la nueva gestión, considerando la causa de la renuncia de la predecesora en el cargo. Las demandas del cónclave plurinacional en la ciudad cuyana incluyeron reclamos contras las políticas que empujan los organismos internacionales, especialmente en Argentina a partir del acuerdo suscripto con el FMI en marzo pasado. Un debate pertinente ya que se acaba de aprobar la segunda auditoria trimestral por parte del FMI, de una decena programada, en donde el reclamo del Fondo apunta a cumplir a rajatabla el ajuste suscripto. Todo apunta a restablecer el clima de negocios y, por ende, a la promoción de la lógica de la ganancia capitalista, en un momento de muchas debilidades del orden económico local, regional y global. Más allá de la especificidad de la inflación local, asistimos a un tiempo de elevación mundial de precios y pronósticos de una recesión mundial, tal como informa el FMI en su reciente informe de perspectivas de la economía mundial. Premios Nobel que legitiman el liberalismo y agendas ministeriales Un dato relevante de la coyuntura se presenta con la premiación del Banco de Suecia, que otorga anualmente el “Nobel de Economía”, y en esta ocasión a tres personajes: Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig, por “sus aportes a entender la importancia de los bancos y las crisis financieras”. Vale recordar que Ben Bernanke ha sido titular de la Reserva Federal estadounidense (FED) entre 2006 y 2014. Fue uno de los presidentes de la banca central estadounidense, no solo en plena crisis del 2007/09, sino uno de una saga iniciada en 1979 que impuso la lógica neoliberal de ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad e intentar ponerle fin a la inflación arrastrada a fines de los setenta del siglo pasado, un tema que ahora vuelve y como las mismas recetas neoliberales, monetaristas y ortodoxas del ajuste fiscal. Bernanke es uno de los responsables en el privilegio a la lógica financiera especulativa de este tiempo. Por eso es importante discutir esta coyuntura con la reestructuración del gabinete nacional, donde no solo se discute la política del ministerio de la mujer, sino que está en discusión la agenda de las nuevas funcionarias en los ministerios de Trabajo y en el de Desarrollo Social. Resulta adecuado interrogarse sobre la agenda para ambos casos. La pregunta es si, , Kelly Olmos en Trabajo o Vitoria Tolosa Paz en Desarrollo Social, apuntarán a resolver las demandas de trabajadores y trabajadoras, ocupadas/os, desocupadas/os, por los ingresos que van perdiendo claramente contra una inflación derivada de la gigantesca remarcación de precios que ya se proyecta por encima del 100% para el 2022, más allá de cualquier discusión paritaria que acerque los ingresos salarios de la minoría de los trabajadores y trabajadoras con convenio colectivo a esos valores de la inflación. La interrogación apunta a si resolverán las demandas a favor de la presión del capital más concentrado, local y extranjero, que vienen presionando por reaccionarias reformas laborales, previsionales e incluso recortes a los planes sociales. Planes sociales que están siendo auditados como no se auditan, por ejemplo, subsidios a grandes empresas que son superiores incluso a los intereses de la deuda que paga la Argentina. No se ha auditado la deuda con el FMI u otras deudas con inversores internacionales y si se auditan los planes sociales a movimientos territoriales de una población que esta entre las más sumergidas de la Argentina. Importan los cambios en el gabinete, que generan discusión, incluso al interior de la coalición de gobierno, expresión del deterioro político de la gestión actual. En rigor, la nueva conformación del gabinete de gobierno augura penurias sociales en ascenso en un momento de elevación de precios y deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Así como las luchas históricas de los feminismos populares prefiguran un programa de crítica y de rumbos alternativos al orden económico, político, social y cultural; la lucha de trabajadoras y trabajadores, tanto como el conjunto de la conflictividad social marcarán la pauta de las contradicciones entre una iniciativa política que pugna por una salida capitalista a la crisis contemporánea o un rumbo alternativo con eje en las demandas de los de abajo. La fecha del 12/10, de conmemoración de la inserción subordinada de los pueblos de nuestros territorios a la expansión mundial del régimen del capital hace más de medio milenio, convoca a retomar y resignificar una perspectiva de emancipación, que incorpore una síntesis de la tradición anticolonial, anticapitalista, antiimperialista y contra el patriarcado y toda forma de discriminación y racismo. Buenos Aires, 12 de octubre de 2022

Nobel de economía 2022 a defensores de la banca transnacional

El Banco de Suecia otorgó el Nobel de Economía 2022 a Ben S. Bernanke, (1953) del “Brookings Institution” de Washington; a Douglas W. Diamond (1953) de la Universidad de Yale y la Universidad de Chicago; y a Philip H. Dybvig (1955), de Yale y la Universidad de Washington. Recordemos que Ben Bernanke fue titular de la Reserva Federal de EEUU (FED) entre 2006 y 2014. Es decir, quien actuó al frente de la banca central estadounidense en plena crisis del 2007/09, con medidas de salvataje a la banca transnacional que opera desde Washington como timón del sistema financiero mundial. Resulta una ironía que se sostenga que lo premian por su aporte al estudio sobre la banca y las crisis financieras. Si no supiéramos que el Banco de Suecia otorga los premios a la corriente hegemónica de la disciplina, parecería una broma del día de los inocentes. Solo en muy pocas excepciones, el banco sueco otorgó premios a referentes de la heterodoxia, caso de Stiglitz en 2001 y de Krugman en 2008, dos momentos de fuerte crisis económica mundial, especialmente en EEUU. Bernanke, desde la FED, promovió una gigantesca emisión monetaria para el salvataje de la banca transnacional de su país, amenazada ante la caída estrepitosa de Lehman Brothers en 2008. Se decía que eran “muy grandes” para caer y, por ende, había que salvarlos para evitar “mayores males” en la economía global. El resultado luego del salvataje devino en mayor concentración del ingreso y de la riqueza, con creciente desigualdad entre la cúpula reducida de población de mayores ingresos y la inmensa mayoría empobrecida de la población mundial. Bernanke es responsable de una lógica de política económica de fuerte emisión para el subsidio y financiamiento al capital concentrado, al tiempo que se restringía el gasto social, denominadas políticas de austeridad. El salvataje grosero de la banca trasnacional en la crisis 2007-09, se hizo en su gestión al frente de la FED para salvar a la banca en crisis y en contra del gasto social en todo el mundo. Fundamentación a los premios Los argumentos de la banca sueca señalan que se trata de una “…investigación fundamental sobre el papel de los bancos en la economía, particularmente durante las crisis financieras”. Así, los banqueros suecos aluden a “como los bancos tradicionales y otras instituciones similares a los bancos facilitan los préstamos entre los prestamistas y prestatarios”, de hecho, se trata de la función tradicional, históricamente estudiada desde los inicios de la función de intermediación financiera. Lo que escamotean estos argumentos es el papel definitorio, no solo en la orientación del crédito en la economía contemporánea, sino, y muy especialmente, en el papel para la promoción del negocio especulativo asociado al delito de la fuga de capitales, la evasión y la elisión fiscal, con múltiples mecanismos asociados al lavado de dinero y el estímulo a formas ilegales facilitadas por los paraísos fiscales. En la fundamentación se detienen en el papel del crédito, en tanto multiplicador de la actividad productiva y económica en general y enfatizan el papel jugado en tiempos de crisis, caso de 1930 y más reciente en 2007-09. Sobre esta última señalan “…que posiblemente comenzó en el sector financiero, y los intermediarios estaban en el centro a medida que se desarrollaba la crisis. Esta crisis condujo a una larga recesión, a veces llamada la Gran Recesión.” Destacan los banqueros suecos, que Ben Bernanke estudió la crisis del 30, contribuyendo a mejor comprender el papel de la banca en situación de crisis, y claro, luego, como banquero central estadounidense pudo aplicar sus estudios para el gran salvataje de la banca en desmedro de la situación socio laboral de millones de personas empobrecidas por una profunda crisis desatada en el corazón del sistema financiero mundial y que aún perdura ya transitando la tercera década del Siglo XXI. Aluden a la importancia de las investigaciones premiadas para la “politica” contemporánea. En ese sentido destacan los “…proyectos de investigación paralelos que se originaron a principios de la década de 1980” y que “…han mejorado significativamente nuestra comprensión del papel que juegan los bancos en la economía” Remiten a las investigaciones de Douglas Diamond y Philip Dybvig, quienes “…desarrollaron modelos teóricos para explorar el papel que juegan los bancos en la economía y por qué son vulnerables a las corridas bancarias.” De este modo, en la fundamentación de la banca sueca se sostiene que “Los hallazgos teóricos y empíricos de Bernanke, Diamond y Dybvig se refuerzan mutuamente.” Enfatizan que “Los hallazgos han demostrado extremadamente valioso para los formuladores de políticas: las acciones tomadas por los bancos centrales y los reguladores financieros en torno a el mundo al enfrentar dos grandes crisis recientes: la Gran Recesión y la recesión económica que fue generado por la pandemia de COVID-19- fueron motivados en gran parte por la investigación de los laureados.” Apología liberal Toda una apología de las políticas hegemónicas asumidas para la liberalización de la economía en las últimas cuatro décadas, las de la ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad, fundamento de la actual crisis climática y deterioro de la condición de vida de millones de personas, afectando el metabolismo social y natural con graves consecuencias en el presente y futuro. Insistamos en el papel ideológico del premio Nobel de Economía, que no tiene otra función que legitimar reaccionarias “bases apologéticas” de políticas económicas que sustentan el orden capitalista contemporáneo. Es una conclusión que afianza nuestra prédica en la tradición crítica de la economía política para contribuir a gestar necesarias síntesis teóricas para procesos de transición en contra y más allá del capitalismo. Buenos Aires, 12 de octubre de 2022

En el FMI se hacen los distraídos y miran para otro lado

Resulta curioso escuchar a la Directora Gerente del FMI sobre la situación de la economía mundial. Nos dice con sorpresa: “En menos de tres años no hemos hecho sino afrontar un shock tras otro. Primero, la COVID. Luego, la invasión rusa de Ucrania, y catástrofes climáticas en todos los continentes.” Valdría la pena interrogarse si la pandemia nada tiene que ver con el modelo de desarrollo productivo capitalista e incluso con el deliberado deterioro de la salud pública luego de las políticas privatizadoras y de mercantilización de la sanidad en todo el planeta, incluso el creciente peso de las transnacionales farmacéuticas y su facturación en desmedro de la salud de la población empobrecida del sistema mundial. Del mismo modo, preguntar sobre las acciones de incremento del gasto militar de los últimos años, junto a la ampliación territorial y funcional de la OTAN pese al desarme de su par del “Tratado de Varsovia” hacia fines de la bipolaridad; incluso la ampliación de las sanciones unilaterales impuesta desde EEUU y sus socios globales, especialmente Europa, a un conjunto de países, sea China, Rusia, Irán, Cuba o Venezuela, entre otros. ¿No es expresión del desorden mundial la lógica “nacionalista” de Trump o el Brexit, desde 2016, a contramano de una mundialización construida por cuatro décadas? Entre aquellas cuestiones objetivas y estructurales del modelo productivo capitalista y estas, subjetivas, derivadas de iniciativas políticas de gobernantes de potencias imperialistas, caso de EEUU y del Reino Unido, es que deben buscarse las explicaciones de los problemas contemporáneos. Lo cierto es que en el FMI pretenden analizar la realidad con “objetividad”, sin considerar estas causas esenciales de los problemas actuales. Ese desentenderse de lo objetivo y la subjetividad del poder les permite posicionarse como si fueran “técnicos” y sugerir “medidas objetivas” para superar los problemas actuales. Así, Kristalina Georgieva propone “estabilizar” la economía, lo que traducido es “ajustar” en beneficio de la lógica de la producción de ganancias. Reitera la receta monetarista que hoy empuja el alza de las tasas de interés para contener la inflación, cuando ésta es producto de las remarcaciones de precios de los que definen precios a la salida de la pandemia y ante la situación derivada de la guerra en Europa, especialmente alimentos y energía. No son trabajadores y trabajadoras, ni los pobres del mundo los que aumentan los precios y por ende, las medidas fiscales y monetarias asumidas y sugeridas por el FMI reproducen la lógica de explotación y saqueo del capitalismo actual. Sostiene la Directora Gerente del FMI: “Debemos redoblar esfuerzos para hacer frente a la grave inseguridad alimentaria, que actualmente afecta a una cantidad de gente asombrosa: 345 millones de personas” Insistiremos que no es una calamidad, sino resultado directo del orden capitalista, y que eso es lo que debe enfrentarse, encarando una lógica de producción y circulación sustentada en la solución de los problemas de la humanidad y la naturaleza, a contramano de una lógica que aparece preocupada por la pobreza y el “cambio climático”, cuando lo que impulsa es el avance de la contaminación basada en el orden capitalista. Finaliza con optimismo el mensaje señalando: “Para abrirnos camino en este período de fragilidad histórica, debemos hilar un nuevo tejido económico y social, más fuerte y resiliente a las tensiones que enfrenta el mundo hoy en día.” Hay que contestar que ello resulta imposible en el marco del capitalismo. No pretendemos que el FMI tenga un mensaje crítico del régimen del capital, pero si es interesante desnudar un mensaje que aparece como humanista, cuando solo está interesado en el restablecimiento de los negocios para la reproducción de la explotación y el saqueo. El mundo está amenazado, agravando las condiciones de vida de la población y del propio planeta tierra, por lo que necesitamos reflexionar sobre el acontecer cotidiano y las respuestas desde el poder, para así configurar un tipo de respuestas alternativas desde los afectador por el orden capitalista. Los pueblos del mundo demandan de una acción conjunta que en el camino construya otras formas de relaciones económicas para la producidito y circulación de bienes y servicios, poniendo por delante las satisfacciones de la mayoría empobrecida de la población, al tiempo que se promueva la reproducción natural del planeta. Para un metabolismo social y natural con perspectivas de futuro debe criticarse el presente y recrear las condicione para otro mundo posible. Es un rumbo a contramano del que asume el poder global, especialmente el FMI. En estos días funcionará la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, en donde se hace el balance de gestión, con acento en las crisis potenciadas, en donde queda clara la mayor inequidad del sistema mundial. Nada puede esperarse desde los propios ámbitos del poder global, por eso, la crítica es lo primero y las expectativas colocarlas en la propia iniciativa del poder de los pueblos. Un mundo alternativo solo será posible si los pueblos encaminan una iniciativa compartida en un rumbo por la soberanía alimentaria, energética y financiera, en una perspectiva humanitaria y emancipadora. Buenos Aires, 6 de octubre de 2022

Incertidumbres de la coyuntura en Argentina

La incertidumbre es lo que permea la coyuntura económica de la Argentina en varios sentidos. Por un lado, el resultado del conflicto del neumático, la semana pasada, habilitó un proceso de negociaciones y actualizaciones en las negociaciones colectivas de una buena parte de los trabajadores y trabajadoras de la argentina. Son negociaciones que legitiman demandas de incrementos en los ingresos populares en general, es decir, aquellos trabajadores y trabajadoras asalariados que no están bajo convenio colectivo de trabajo, por supuesto presión sobre las jubilaciones y pensiones, expresado en las expectativas enunciadas para percibir un bono para las jubilaciones menores, e incluso para los planes sociales. He aquí una primera incertidumbre, respecto de la disputa por el ingreso, en principio entre el capital y el trabajo, es decir, ¿cuánto del ingreso va para ingresos populares (salarios, jubilaciones, planes sociales) y cuánto va como renta, ganancia e intereses es decir retribución a los propietarios de las fuerzas de trabajo? Existen otras incertidumbres, en lo que se plantea como la distribución del excedente económico entre los propios propietarios de medios de producción, en donde talla, entre otros aspectos, el tipo de cambio. Ya se conoce el balance de liquidaciones de la cosecha sojera ante la cotización especial otorgada para comercializar la soja durante septiembre (200 pesos por dólar). Puede considerarse un éxito macroeconómico según los datos ofrecidos desde el ministerio de economía, que “superó altamente las expectativas, al alcanzar los 8.123 millones de dólares de ingresos” , una parte de lo cual fortaleció la acumulación de reservas internacionales, una de las exigentes metas acordadas con el FMI. El tema tranquiliza “políticamente” la relación con el FMI, ya que esta semana, el Directorio del organismo internacional debe considerar y aprobar el segundo tramo de auditoria trimestral (ya aprobado técnicamente pero que falta ratificar por el Directorio) y junto con ello un desembolso. Hay que señalar el “éxito” del dólar soja a un costo financiero gigantesco, porque para comprar esos dólares a 200 pesos por dólar hubo que hacer una importante emisión de dinero y al tiempo, retirarla del mercado, con el crecimiento de las Letras de Liquidez, las LELIQS. Las LELIQS vienen creciendo a un nivel abismal con un stock que supera los 7 billones de pesos, muy por encima de una base monetaria arriba de 4 billones de pesos. El stock de letras a comienzos del 2022 era de 1,8 billones de pesos, evidenciando un problema adicional de deuda a la contraída con el FMI y los acreedores externos. Esa emisión de títulos resulta una operación altamente onerosa, que tiene costos, y ese costo presiona a la disminución de otros tipos de gastos, sobretodo el gasto social. Por eso hay una doble tenaza: por un lado, el compromiso con el FMI para reducir el déficit fiscal, que venía de arrastre y ahora con este incremento del costo financiero por sacar de circulación la emisión monetaria, por sacar del mercado de dinero, presiona para profundizar aún más la disminución del gasto fiscal y por lo tanto proveer un mayor ajuste. Incertidumbre a varias puntas La incertidumbre tiene que ver con la disputa entre el capital y el trabajo, por un lado, pero también una disputa entre distintos capitales en función de su fortaleza para apropiarse de la ganancia de una manera o de otra. Es decir, que sector de la producción y circulación de bienes y servicios se apropia del excedente económico, la plusvalía. Está claro que hay un gran sector ganador, claramente demostrado en el mes de septiembre, el complejo oleaginoso, constituido por grandes productores y exportadores de materia prima, y la disputa que hay con el sector agro-industrial especialmente, incluso, el propio sector industrial. Para este caso, se evidenció en el conflicto del neumático, con impacto en la industria automotriz y el sector siderometalúrgico, un complejo que intentó contener la suba de los ingresos salariales y mejorar su capacidad de competencia, de competitividad y de disputa en la apropiación de la ganancia. Todo lo comentado ocurre en un marco de inflación que septiembre mantendrá en torno al 7% y una proyección de tres dígitos para el 2022, algo que dificulta sobremanera al 60% proyectado del presupuesto 2023, un proyecto de presupuesto que claramente sigue siendo un dibujo muy lejano de superar la incertidumbre que hay en la economía nacional en un marco de grandes incógnitas sobre la evolución económica regional y mundial. Las propias elecciones de Brasil agregan incertidumbre económica, porque incluso aun ganando Lula en segunda vuelta, la importantísima votación de Bolsonaro, que quedaría como opositor, con un congreso de primera minoría de sus seguidores y segunda minoría del PT, y una importante presencia de parlamentarios de derecha y centroderecha, genera condiciones muy complicadas, no solo en Brasil sino también en la relación Brasil-Argentina y en la región. En rigor, genera dificultades para pensar cómo encarar un momento de la economía regional y mundial que tiende a la desaceleración, cuando no a la recesión en los principales mercados del mundo. Por eso no es un pequeño detalle que Argentina más allá de datos macroeconómicos que aparecen “auspiciosos” para el gobierno y/o para el poder, tenga un horizonte de incertidumbre del presente y del futuro cercano y mediano. La conflictividad presente y latente induce interrogantes sobre el corto y mediano plazo, evidenciando problemas políticos más allá de cualquier índice relativo al orden económico. Buenos Aires, 4 de octubre de 2022

La lucha económica sindical y social aporta a la construcción de alternativa política

La lucha del neumático y otras similares, junto a las renovadas movilizaciones de organizaciones sociales y estudiantiles aportan a la dinámica de acumulación de fuerzas en la perspectiva de hacer visible para una parte de la sociedad un contrasentido al “común” instalado desde el poder. En efecto, resulta suficiente considerar el clima ideológico creado en el país en contra de las luchas por reivindicaciones económicas, proferidas desde el poder articulado de los capitales más concentrados, asociados a ellos desde el mensaje gubernamental, los profesionales del sistema y especialmente del poder mediático y comentaristas diversos. Muy pocas voces acompañaron desde el inicio las medidas decididas por colectivos organizados de trabajadores y trabajadoras en sindicatos y organizaciones populares. Son medidas que impactan sobre el conjunto de la sociedad, en dos sentidos. Para los de abajo estimula la lucha por una distribución progresiva de la renta socialmente producida. Desde el “sentido común” instalado por el poder, se ejercía presión ideológica propagandística ante el avasallamiento de “derechos” a la compra de autos o a la libre circulación por el centro porteño, por ejemplo. Nada, claro está, sobre los derechos de ingresos y condiciones de empleo o vida de los demandantes en conflicto contra las patronales, incluido el Estado y su política social y económica. Asistimos, con matices en algunos breves periodos, a casi medio siglo de distribución regresiva del ingreso y de la riqueza en el país. Empobrecimiento versus enriquecimiento El orden económico social expulsa la pobreza de los grandes centros urbanos hacia las periferias, lo que define el Gran Buenos Aires, la Capital y el conurbano bonaerense, en extensiones de contención de la pobreza con innumerables insuficiencias en las condiciones de vida de la población empobrecida en asentamientos carentes de mínimas posibilidades de alimentación, salud, educación, o energía, entre varis carencias. Sin embargo, los empobrecidos pueblan la ciudad Capital con sus movilizaciones y demandas. Les muestran a sus habitantes y al país sus carencias, con frío o calor. Los acampes son la cara de contraste con la ciudad de la opulencia y el mayor índice de apropiación de ingreso geográfico en la Argentina. Movilizaciones y piquetes son la cara de la pobreza en contraste con la riqueza concentrada en la metrópoli porteña, ahora gobernada por la derecha explicita desde 2007. No toda la población de la capital argentina, ni del conjunto del país es la beneficiaria de la apropiación privada concentrada de la riqueza generada en el país, pero si son objeto de la manipulación ideológica de los mecanismos del poder que actúan para ganar “consensos sociales” a la situación existente de una pobreza del 36,5%, una indigencia en alza con el 8,8% para el cierre del primer semestre del 2022; del mismo modo que se reconoce un 40% de población trabajadora en situación irregular en el empleo, sin seguridad social e incierto futuro jubilatorio. La lucha sindical empuja la disputa por la renta Emblemático resultó en estas horas la negociación de la paritaria del neumático, con un sindicato que ganó la solidaridad mayoritaria de organizaciones populares diversas, a contramano del poder integrado, incluidas burocracias sindicales, sociales y comunicacionales que acompañaron la victimización de la lucha sindical, incluso convocando a la represión violenta, “meter balas” mediante desde la ultra derecha. La lógica del inversor capitalista “dador de trabajo” y “única” salida a los problemas de la Argentina, inflación mediante, recorre el discurso hegemónico. En este caso, desde la industria del neumático, estratégica en la cadena industrial del automotor, que asocia a las principales empresas industriales en la argentina con capitales altamente concentrados y fuertemente inserta en la transnacionalización capitalista. Insistiremos hasta el cansancio que “el capital” es trabajo acumulado, una conclusión que se arrastra desde los clásicos de la economía política. Que el trabajo en el capitalismo, por ende, en sociedades mercantiles y monetarias, es quien produce, bienes y servicios, que, bajo la modalidad capitalista, produce plusvalía y con su apropiación privada por los inversores, produce y reproduce al capital. Por eso la lucha sindical interviene en la disputa entre el capital y el trabajo para la apropiación del excedente socialmente generado, es una lucha por la plusvalía, forma de acumular poder en la disputa por el poder. Son trabajadores y trabajadores los creadores de la riqueza social, no el capital, tal como sustenta el mensaje hegemónico en la sociedad capitalista, en Argentina y en el mundo. La inflación, es de paso, una forma de accionar del poder para apropiarse de la plusvalía socialmente generada por el trabajo. Por eso el empobrecimiento estructural creciente y su contracara, el enriquecimiento de unos pocos, propietarios concentrados del gran capital. Inflación y poder La inflación argentina es producto de la lucha entre el trabajo y el capital, en donde pierden recurrentemente la fuerza de trabajo; pero también es un mecanismo de lucha entre capitalistas de distinta composición orgánica del capital (mayor peso del capital constante, o sea, capital fijo, las inversiones en maquinarias, materiales, materias primas, etc.). Es un tema de poder económico y político que atraviesa la disputa de la gestión del capitalismo local. ¿Quién manda sobre el conjunto? ¿El agro negocio de exportación, que incluye el complejo agroindustrial dominado por el capital concentrado de la alimentación y los transgénicos? ¿La financiarización del capital productivo y la banca transnacional asociada a los mecanismos especulativos, de endeudamiento y fuga? Los interrogantes involucran a las cámaras empresariales y a sus demandas, a las tradicionales como la Sociedad Rural y su arrastre sobre la Mesa de Enlace, como a la UIA y a la emergencia de la Asociación Empresaria que nuclea a los jefes de las grandes trasnacionales y nuevos emergentes del poder económico local, tanto como al complejo agroindustrial que negocia con el gobierno la promoción de la argentina exportadora. Esa interna empresarial interviene en el debate político por la gestión gubernamental desde adentro de ambas coaliciones que disputan la gestión capitalista local y por eso promueven sus relaciones con el poder mundial, especialmente en EEUU y en el FMI. Son debates y disputas hacia adentro del poder económico y político sobre la apropiación privada del plusvalor generado socialmente por el trabajo, bajo las distintas modalidades, por convenio o no, de manera regular o irregular. Todo el trabajo produce plusvalor, por eso, el capital no cede territorio en el mundo y explota hasta las poblaciones más empobrecidas del planeta, estén radicados en África o en nuestra América, caso de Haití, hoy nuevamente en revuelta popular, que demanda nuestra más activa y extendida solidaridad. ¿Por qué hay más inflación en Argentina que en otros territorios? Porque la disputa viene irresuelta, por lo menos desde el 2001. Argentina resolvió la ecuación del poder político, con consenso electoral ampliado en los 90, con convertibilidad extendida bajo gobierno peronista (1991-1999) y radical (1999-2001), un consenso capitalista estallado con la rebelión popular del 2001. Desde entonces pretende recomponerse a fuerza de lucha por la apropiación del ingreso, entre el capital y el trabajo y entre los propios capitales en función del poder relativo de los mismos, quienes lo hacen, entre otras formas, desde los precios, base de apropiación de las ganancias. El tema es creciente desde el 2006, motivo de la salida de Lavagna que no podía contener la escalada de precios y que se sostiene e incrementa desde entonces. En el mundo ocurre parecido, aunque la estabilidad de precios fuera contenida por el triunfo “político” del monetarismo ejercido desde los principales estados del capitalismo mundial, desde los 80 del siglo pasado, con Thatcher o Reagan, la caída del socialismo del este entre los 80/90, la subordinación de la socialdemocracia europea a esa dinámica de acumulación, y la fortísima ofensiva liberalizadora bajo la nominación “neoliberal”. La pandemia obligó a políticas recesivas en todo el mundo hacia el 2020, agravando la ralentización de la economía mundial al comienzo del siglo XXI y evidenciada con fuerza entre 2007 y 2009. El imaginario del fin pandémico hacia 2021 aceleró la carrera de precios para recuperar lo perdido y junto a las contradicciones explicitas en la disputa del poder mundial, la estabilidad de precios estalló y escaló la inflación en los principales países del capitalismo mundial. Ahora, con la guerra en Europa, las sanciones unilaterales y el desorden en el “orden” mundial (post 1945, post 1991) con peligro de guerra nuclear, en donde se disputa la hegemonía capitalista, los precios se disparan, especialmente de alimentos, energía y fármacos. Lo que se discute es la política, el poder, quién se apropia del plusvalor mundial, esencia del orden capitalista. Lecciones sobre el conflicto del neumático Por ello, la disputa del neumático constituye un ejemplo de la condición de posibilidad por transformar la realidad económica, si existe consecuencia en la asunción democratiza del mandato de base, a la que se suma la solidaridad social, sindical, popular, a contramano de un sentido elaborado desde el poder. Es posible derrotar la inflexibilidad de las empresas y la complicidad del poder integrado, con consecuencia y solidaridad social ampliada. Claro que no alcanza. Esta lucha económica demanda conclusiones políticas que suponen reorganizar al movimiento popular, bajo distintas tradiciones e identidades populares históricas y construir nuevas subjetividades en lucha, del que emergen programas de transformación y formas de organización articuladoras de una propuesta superadora de la sola gestión del capitalismo para intentar los que parece imposible: cambiar el mundo. Parecía imposible ganar la lucha del neumático, ante el coro de voces cómplices de los objetivos asociados a la demanda de las empresas del neumático y de todas las ramas asociadas y que definen el perfil productivo del país en tiempos de transnacionalización y crisis. La condición de posibilidad para el triunfo es la consciencia, la solidaridad la articulación popular y la lucha por un objetivo de transformación en contra del capitalismo y más allá. Buenos Aires, 2 de octubre de 2022