Deuda y tipo de cambio para entender la especificidad inflacionaria de la Argentina

La suba generalizada de precios no perjudica al conjunto de la sociedad, ya que, en una sociedad mercantil, donde todo se compra y se vende, lo que interesa es la capacidad de ingresos cotidianos para resolver las necesidades recurrentes. Por ende, el tema no son solo los precios, sino también y especialmente los ingresos. Aquí está el problema, y si discutimos los ingresos: a) salarios, jubilaciones, beneficios sociales; b) ganancias o rentas, confirmaremos que la mayoría de la población de ingresos fijos (a) sufre el deterioro de los mismos, afectando su capacidad de gasto o de compra, con el resultado de empobrecimiento, afirmando una tendencia al crecimiento de la insatisfacción por resolver necesidades y derechos. En una economía mercantil monetaria la cotidianeidad se resuelve en un mercado que responde a condiciones locales y globales. En los últimos años se generalizó el problema inflacionario a escala mundial, especialmente en alimentos y energía, dos rubros esenciales para atender la cotidianeidad. Si consideramos la economía local, nos encontramos con un modelo productivo hasta ahora productor de bienes primarios, especialmente alimentos, con destino a la exportación y un déficit en el abastecimiento energético y, por ende, un país importador de energía. Así, el país se beneficia con la suba del precio internacional de los alimentos (soja, trigo, maíz, carne, etc.) y se perjudica por la importación de energía, especialmente gas. Pero, es bueno interrogarse si quien gana o pierde es el país en su conjunto, ya que la realidad es que el ingreso por la exportación de bienes primarios no se socializa al conjunto de la sociedad, sino que es apropiado por el núcleo concentrado que domina el comercio internacional de bienes primarios, dominado por las transnacionales de la biotecnología y la alimentación, tanto como las mineras y petroleras. Del mismo modo que el mayor gasto en energía se descarga como gasto sobre la mayoría de usuarios empobrecidos, incluso a cargo del Estado vía subsidios y beneficios para un núcleo privado concentrado que gestiona la importación y distribución de esa energía importada. Lo que pretendemos enfatizar es que la inflación internacional genera escasos beneficiarios y muchísimos perjudicados en el mercado local, especialmente quienes viven de ingresos fijos y no cubren la canasta de necesidades básicas, e incluso sectores pequeños y medianos del empresariado vinculados al mercado interno subordinado a los compradores de ingresos fijos deteriorados. A lo señalado debe sumarse lo especifico de la inflación local. En efecto, en un informe reciente de Kristalina Georgieva, titular del FMI (https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2023/07/13/weak-global-economy-high-inflation-and-rising-fragmentation-demand-strong-g20-action) se insiste en el problema de la “alta inflación”, con un listado de países del G20 que oscilan entre el 2 y el 8% de inflación anual, con Turquía en el orden del 38,2% y Argentina del 114,2% (medición a mayo 2023). Es evidente que la argentina, además de la inflación internacional tiene sus propios problemas a la hora de considerar la suba generalizada de los precios. ¿Por qué esa especificidad del alza de precios en el país? Los precios en el capitalismo tienen relación con la ley del valor, una cuestión negada por el paradigma mayoritario de la economía política actuante en la academia y en la toma de decisiones, por lo que las recetas antiinflacionarias no pueden resolver la cuestión de fondo. Existe un problema de diagnóstico, que remite a una cuestión monetaria o incluso, desde voces con base en Keynes o similares, se alude a la multi-causalidad, sin con ello detectar la esencia, que está precisamente en la lógica capitalista de la producción de valor y plusvalor. Convengamos que se trata de un problema global del análisis sobre la realidad inflacionaria en el ámbito mundial, por eso, en general, la respuesta a la alta inflación es de contenido monetarista, que niega la teoría del valor y se apoya en la concepción neoclásica y la lógica subjetiva, por lo que se identifican con soluciones autorreguladas por el propio mercado. Con ese diagnóstico, la política antiinflacionaria transita el camino de la suba de la tasa de interés, una dinámica que se recorre en el planeta en el último año y medio. Una suba de tasas que impactó en la crisis bancaria de marzo y abril pasado, con cierre de bancos en EEUU y Europa seguido de una fortísima intervención estatal, pese a la lógica de mercado imperante en la filosofía política de los gobernantes del capitalismo en el mundo. Es que los liberales y la derecha aprendieron que el Estado “capitalista” es un actor fundamental a la hora de distribuir condiciones para la lógica de la ganancia y la acumulación, la reproducción y la dominación. Ni hablar del impacto regresivo de la suba de intereses en países de alto endeudamiento, caso de la Argentina y del sector privado, especialmente familias empobrecidas y fuertemente endeudadas vía créditos al consumo facilitados por mecanismos electrónicos diversos, entre ellos las tarjetas. Volvamos a la especificidad local, en donde lo financiero, suba de tasas (uno de los precios de la economía) se asocia regresivamente al gran condicionante del endeudamiento, con acreedores privados y el FMI, que exige crecientes fondos públicos para cancelar deuda asumida por el Estado, un fenómeno de arrastre desde la dictadura genocida, recreado con canjes de deuda realizados por todos los turnos constitucionales desde 1983 hasta el presente. Además, debe adicionarse que el Estado “capitalista” local, resulta el proveedor de divisas para que los privados cancelen sus deudas con el exterior, una cuestión no siempre verificable. La deuda y el sector financiero están en el centro de la dependencia del modelo productivo y de desarrollo en la Argentina, por lo que la variable determinante termina siendo el tipo de cambio, un precio de la economía que está en el centro de la atención mediática y en las demandas del poder, entre los cuales destacamos a los grandes productores y exportadores; las grandes industrias asociadas a la integración en cadenas globales de valor; los grandes especuladores asociados a la inversión especulativa. Por eso es que se insiste recurrentemente con la devaluación, e incluso desde los más radicalizados se reclama la dolarización. Vale recuperar el 2001 En plena crisis del 2001 el poder económico debatía si devaluación o dolarización. Para la primera opción se anotaba esencialmente el sector productivo y para la segunda las empresas privatizadas de servicios públicos, que cobraban en pesos y remitían sus utilidades en divisas al exterior. En la pulseada se impuso la devaluación que sostuvo un ciclo de crecimiento económico entre 2002 y 2008, momento de salida parcial de la cesación de pagos por el canje de deudas de Kirchner y Lavagna (2005), que al comienzo no impactó en precios por una situación de inmenso deterioro del ingreso de una población con 57% de pobreza y un 21% de desempleo. La relativa mejora de los ingresos y el empleo disparó la disputa por el excedente económico y la inflación retomó desde el 2006 para ascender en diferentes ciclos a los niveles preocupantes actuales. Es el tiempo final de Lavagna y de una nueva historia en la gestión de la política económica, evidenciando que lo que estaba y está en juego en la Argentina es como se produce la apropiación del producto social del trabajo. Los precios son ese mecanismo de disputa que actúa en la distribución. Eso explica la importante tenencia de activos externos del sector privado de la Argentina. Aludimos a una tenencia, según información oficial, por casi 380.000 millones de dólares, junto a pasivos por 173.000 millones de dólares. Por ende, un saldo positivo en más de 200.000 millones de dólares del sector privado en el exterior, lo que incluye divisas en cajas de seguridad o en el colchón. No faltan divisas en la Argentina, están privatizadas y, por ende, el camino a seguir debiera ser el fortalecimiento de la soberanía monetaria y no los históricos rumbos de devaluación o dolarización, reiterando la discusión del poder en el 2001. Para hacer posible una política antiinflacionaria, que aborde la especificidad local en la disputa por el excedente y asuma un diagnóstico de crítica al orden capitalista desde la teoría del valor, se requiere una fuerte voluntad y consenso político para modificar el modelo productivo, de desarrollo y, por ende, la política económica a seguir. Claro, lamentablemente no es lo que discuten los candidatos con posibilidad de ser gobierno en el país desde diciembre próximo. Ese es el desafío para pensar en alternativa política con otros beneficiarios para resolver la demanda social para satisfacer derechos y en esa búsqueda se define la confrontación socio política e ideológica para resolver necesidades sociales insatisfechas. Buenos Aires, 26 de julio de 2023

El viaje a Washington mejora cotizaciones bursátiles y augura más ajuste sobre sectores empobrecidos. Desafío para la izquierda

Con el solo anuncio de la concreción del viaje de funcionarios del Ministerio de Economía a Washington para nuevas flexibilizaciones del impagable acuerdo con el FMI, se dispararon las cotizaciones en bolsa, liderando a todas las negociaciones con títulos y acciones en la región. Según la agencia Bloombrerg se debe al optimismo sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y frente a los resultados electorales de las PASO en Santa Fe. (https://www.bloomberglinea.com/latinoamerica/argentina/). La lectura favorable de parte del “poder económico” local y mundial sobre la coyuntura política y económica del país augura la profundización del ajuste a descargar sobre la mayoría empobrecida del país. Además, la señal de cambio de gestión en diciembre con candidaturas amigables con la agenda del capital más concentrado (oficialismo y oposición) favorece el estímulo a inversionistas, especuladores y variados sectores del poder económico. En ese sentido, las medidas en pro del mercado que supone la adecuación de la política económica al acuerdo con el FMI, sea la aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial y la continuidad en la disminución del déficit fiscal, favorece esa lectura “optimista” de inversores locales o globales. Es cierto que éstos demandan una mega devaluación, ídem el FMI, que en tanto acreedor pretende asegurar la mejora de las reservas internacionales y certificar su cobro. El gobierno se desmarca de esa demanda ultra por la devaluación ante el temor de la protesta social organizada que amenace las expectativas electorales, por lo que opta por un proceso gradual de modificación del tipo de cambio. El conflicto: el temor del poder y el desafío para la izquierda Para los analistas más racionales, la preocupación pasa por indagar si la desconformidad social con la política abandonará un sesgo “abstencionista” o de voto blanco, impugnado, anulado, e incluso el aliento a opciones con propuestas hacia la derecha liberal. El temor es a la organización y movilización de la protesta que devenga en la emergencia de propuestas políticas que disputen consenso social para la confrontación en contra de políticas de ajuste, más allá de los matices de la derecha en el oficialismo y en la oposición. Desde otro ángulo, esa preocupación se constituye en un desafío planteado a sectores críticos al orden vigente y especialmente a la izquierda, que más allá de su discurso impugnador al rumbo y a las perspectivas de las opciones de la derecha, incluso los esfuerzos de organización y movilización, no logra presentar una propuesta electoral de amplia participación de organizaciones y movimientos populares en búsqueda de alternativas al orden vigente. Las movilizaciones populares en Jujuy son parte de esa expresión de desconformidad que habilita a pensar en condiciones para la emergencia de propuestas políticas alternativas. La derecha en boga en la Argentina actual, con un discurso facilista y de alto impacto consigue votos de sectores sociales que sufrirán en su vida cotidiana las reaccionarias políticas que se anuncian. En rigor, sustentan un agravamiento de un rumbo en curso asumido por el oficialismo desde el condicionante que supone el acuerdo con el FMI y la opción por el modelo productivo y de desarrollo asociado a la promoción de exportaciones para acumular divisas con destino privilegiado a la cancelación de la deuda. Esta derecha se asocia a una tendencia global que desafía la creatividad y los esfuerzos de construcción alternativa en la izquierda. Existe decepción entre los votantes del Frente de Todos en 2019 y los datos socioeconómicos, sea la inflación, la pobreza y la indigencia, y por ende los ingresos populares, así lo indican. Esa población insatisfecha sufre un fraude político a manos de políticas que consolidaron un modelo productivo y de desarrollo de producción primaria para la exportación, potenciado con los nuevos negocios asociados a la energía: gas no convencional y litio. Por otro lado, la satisfacción de los poderosos con este rumbo económico se verifica en el informe sobre inversiones externas directas (IED) de la CEPAL, el que reconoce un fuerte crecimiento en 2022 para toda la región, repuntando una tendencia descendente por una década desde el 2011. Para la Argentina se destaca el crecimiento de la IED entre 2022 y 2021, segunda en los porcentuales más elevados en la región, a contramano de una propaganda de retiro de inversores internacionales. Vale destacar que estos inversores continúan presionando para aumentar rentabilidad y la posibilidad de remitir utilidades al exterior sin restricciones y por eso claman por eliminar obstáculos a la salida de capitales, el llamado “cepo” (https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/48978/11/S2300390_es.pdf) No es fatal el rumbo a la derecha que ofrece la coyuntura electoral, lo que exige la construcción de una estrategia política de unidad en la diversidad de las izquierdas más allá del actual proceso electoral. Una propuesta con capacidad de intervenir en todos los ámbitos de la lucha de clases, con iniciativa ofensiva para la articulación plural en lo social, político e ideológico, sin preconceptos ni prejuicios, con vocación de disputar gobierno y poder. Buenos Aires, 18 de julio de 2023

Tres recetas diferentes

La incertidumbre es la norma de la economía mundial y se visibiliza en tres tipos de respuestas “nacionales” ante la situación económica global. Mientras EEUU congela desde la Reserva Federal (FED) la suba de las tasas de interés, el Banco Central Europeo mantiene la política de subas, y China dispone la disminución. Resulta de interés analizar las opciones diferentes de “política económica nacional” ante un cuadro de fuerte incertidumbre mundial. La economía es mundial y se evidencia en precios internacionales que no tienen en cuenta las distintas productividades, sea el petróleo, la soja, el oro, la tendencia es a fijar precios con indiferencia del costo nacional de producción. La propia tecnología explícita el carácter mundial de la producción, que en la mundialización desplegada en el último medio siglo habilitó un tiempo de apertura económica inusitada, ahora restringido por crecientes sanciones unilaterales, especialmente dispuestas desde Washington. El aumento de los precios de los alimentos y la energía disparó el alza inflacionaria en el mundo y pese a la complejidad del tema, la ideología dominante, monetarista, pontificó que el asunto es la emisión monetaria, por lo que lanzaron en los últimos dos años una política de incremento de las tasas de interés liderada por la Reserva Federal (FED). Entre otros aspectos, eso explica la crisis bancaria de marzo pasado con cierres de bancos estadounidenses y europeos. Una curiosidad, o no, es que frente a una lógica liberalizadora a ultranza, la respuesta fue de una fortísima intervención estatal para que la crisis no se difundiera hacia el conjunto de los depositantes del sistema bancario. Por estas horas, la FED discute si volver al aumento de las tasas, lo que podría acelerar el aterrizaje de la economía y un horizonte de recesión. Las secuelas son evidentes en cierres de empresas, problemas de empleo e ingresos de importantes sectores, con impacto en la caída del consumo yu la inversión, sin perjuicio de los problemas que ello deriva en las relaciones comerciales internacionales. Europa está jugada en una respuesta ortodoxa sustentada en alza de las tasas de interés agravando la desaceleración de su economía, contribuyendo a deteriorar un clima social de protesta que es evidente en la coyuntura francesa y otros países, especialmente de la eurozona. Europa aparece atrapada en la subordinación a la política de sanciones unilaterales ante la guerra en Ucrania. China es consciente que ya no crece a tasas siderales, aun cuando mantiene una evolución de su economía superior al promedio mundial. Su receta es de bajar las tasas de interés para la promoción de la capacidad productiva y su disputa por un lugar mayor en las relaciones internacionales. China pasó del 1% de su participación en la economía mundial a comienzos del siglo al 18% actual, creciendo en la discusión sobre el destino de la economía mundial. De este modo, cada uno de los grandes define su política nacional en función de un escenario mundial de incertidumbre. Lo interesante es discutir que hacer desde cada país para tratar de evitar impactos negativos de la situación global sobre su población. Un tema estratégico para países como la Argentina con elevado nivel de endeudamiento e inflación que condiciona la cotidianeidad, más aún en tiempos de renovación de la gestión de gobierno. Buenos Aires, 6 de julio de 2023

¿Hola yuan chau dólar?

Argentina acaba de pagar una cuota de 2700 millones de dólares al FMI, como parte de pago del crédito suscripto con el organismo internacional en 2018 y renegociado en 2022. El vencimiento se canceló con 1700 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo emitido por el FMI y que se asume como la moneda emitida por el Fondo. No es una moneda propiamente dicha, pero funge como activo financiero de circulación mundial. Los DEG están valorizados por cinco monedas: el dólar (EEUU), el euro (la zona euro), la libra esterlina (Gran Bretaña), el yen (Japón) y el yuan (China). Se trata de un activo que emite el FMI y que ofrece liquidez a todos los países. Los DEG son parte de las Reservas Internacionales y Argentina los utilizó para el pago parcial de los vencimientos a comienzos de julio 2023. El resto, por 1000 millones de dólares se cancelaron utilizando el yuan, atesorados por el país luego del acuerdo “swap” suscripto bajo la presidencia de Cristina Fernández y ratificado por los gobiernos de Mauricio Macri y de Alberto Fernández, quien los hizo efectivos. Dicho con toda la letra, el compromiso swap se transformó ahora en un préstamo, lo que supone un interés adicionado a la devolución de la suma de moneda china (yuan) utilizada. El acuerdo entre China y Argentina supone la utilización de la divisa china para cancelar obligaciones comerciales, económicas y financieras, caso de la deuda con el FMI y otros acreedores. Así, Argentina cancelo 2700 millones de dólares de los cuales 1000 millones en moneda china (yuan) y los otros 1700 en DEG. No hay que sorprenderse porque el yuan es una de las 5 monedas que sirven para la valorización de los DEG. Estos DEG, insistimos, son un activo financiero constituido por el FMI cuya cotización surge de una canasta de 5 monedas, entre las cuales está por supuesto el dólar, con mayor ponderación, está el euro, está el yen, la libra esterlina y por supuesto el yuan de China. Crece el peso de China El FMI asumió esa ponderación al comienzo de este siglo en función del nuevo papel del gigante asiático en la economía mundial. Según el blog de Michael Roberts, China pasó de ser el 1,7% del PIB mundial en 1980, al 3,6% en 2000 y al 17,3% del 2020; mientras que EEUU contribuía en 1980 con el 25,2%, el 30% en 2000 y el 24,7% en 2020. Queda clara la evolución desde la marginalidad al comienzo de la modernización de China en 1978. A comienzos del siglo XXI, China fue incorporada en la OMC, la Organización Mundial del Comercio y ha ido creciendo en su participación en los organismos internacionales. En este caso, el FMI reconoce el carácter global de la moneda china y por eso es una de las 5 monedas que intervienen en la valorización del activo financiero que emite el propio FMI. De hecho, China disputa en el plano mundial la hegemonía del orden capitalista global. Todavía no supera a EEUU en su participación económica integral, si lo ha hecho desde el punto de vista de la producción. China es hoy el principal productor fabril del mundo. Pero la economía no es solo fabricación industrial, sino que la economía tiene que ver con producción y circulación, y en esto último la moneda estadounidense lleva un tiempo mayor de presencia en el mercado mundial. Las reservas internacionales de los países del sistema mundial en un porcentaje cercano al 60% están constituidas en dólares. Ante la crisis de hegemonía de la economía estadounidense y del dólar, la tendencia es a la disminución de las reservas en dólares y un crecimiento de otras monedas, entre ellas el yuan de China, pero también por supuesto crecen las reservas internacionales en metales, especialmente el oro. Digamos que la operatoria que ha hecho la Argentina de pagar deuda al Fondo con yuanes no es otra cosa que ratificar una de las tendencias actuales de la economía mundial, que supone una menor presencia relativa del dólar, una tendencia descendente que viene desarrollándose en los últimos tiempos y que se agudiza, al mismo tiempo que crece el papel de la moneda, economía y producción chinas en el sistema mundial. Insistamos, el peso relativo en el producto bruto mundial acerca a China al del país hegemónico que es Estados Unidos. Hay una tendencia descendente de la participación de EEUU y una tendencia ascendente de la economía china, con políticas nacionales diferenciadas. Es un tema que podemos verificar en la política económica actual que es diferenciada; EEUU siguiendo una lógica monetarista tiene una política monetaria restrictiva, por eso en el último año y medio ha venido acrecentando las tasas de interés para de alguna manera enfriar la economía al punto en el que el mes de junio paró con la tendencia a un crecimiento a las tasas de interés. Dispuso no aumentar transitoriamente los tipos de interés, pero los inversores internacionales especulan en estas horas que en las próximas semanas EEUU volver a su lógica de incrementar las tasas de interés para asegurar un aterrizaje atemperado de la economía estadounidense y combatir la inflación. Curiosamente Europa mantuvo la tendencia ascendente de las tasas de interés y eso verifica que Europa va perdiendo peso relativo en la economía mundial mientras que China lo que ha decidido es una disminución de la tasa de interés en una lógica de política económica de promoción de la actividad económica para inducir la inversión y el crecimiento económico y por lo tanto China viene verificando desde hace décadas un crecimiento económico superior al promedio de la economía mundial. Por eso no es sorprendente que la economía china se haya constituido crecientemente en una de las locomotoras de la economía mundial. Ese crecimiento económico es lo que le ha ido dando importancia a la internalización de su moneda nacional. Esa es la razón para que el yuan intervenga crecientemente en relaciones bilaterales, regionales. Es un tema que se ha profundizado con las sanciones estadounidenses por la guerra en Ucrania a Rusia, del mismo modo y por múltiples razones a Irán y a varios países latinoamericanos, el caso del bloqueo a Cuba, a Venezuela, a Nicaragua; lo que ha motorizado que muchos países busquen salir de la esfera del dólar y asociarse a un país que está dispuesto a potenciar su inserción internacional, caso de China. La hegemonía en disputa Ya no solo está la hegemonía estadounidense y el dólar y se habilitan la presencia de nuevos fenómenos, caso de China y el yuan, acelerando la declinación de la moneda estadounidense y la emergencia del yuan de China. En ese marco la Argentina llevo adelante un acuerdo financiero bajo el segundo gobierno de CFK que fue ratificado por el gobierno de Mauricio Macri entre el 2015 y el 2019, y es lo que ahora no solo se ratifica, sino que se pone en ejecución y Argentina está pagando importaciones comerciales desde China, unas relaciones comerciales que son deficitarias, con moneda china. El acuerdo incluye la utilización de la moneda china no solo para resolver deuda comercial sino para intervenir en cualquier necesidad del sector financiero como en este caso vencimientos de la deuda con el FMI. Lo que acaba de hacer la Argentina no es otra cosa que ratificar una tendencia de mayor presencia de China en la economía mundial, donde incluso, producto de las sanciones unilaterales de EEUU, se está agudizando una acelerada presencia de China en la economía, en las inversiones, en los préstamos, en las finanzas, en el sentido integral de la economía consolidando un peso cada vez más importante de China en la economía mundial.