El problema es el capitalismo y no el clima

Coinciden este fin de semana dos cónclaves mundiales que se concentran en el debate sobre el “calentamiento global”, la COP 26 en Glasgow, Escocia y el G20 en Roma, Italia. La preocupación común es el clima, en un marco de crisis económica evidente, con desigualdad social creciente, precios en alza preocupante y el deterioro ambiental derivado de la emisión de gases de efecto invernadero producido por la forma de producción contemporánea. El impacto sobre el ambiente es un problema acelerado desde tiempos de la revolución industrial (1750), agigantada luego de la segunda posguerra (1945) y de manera descontrolada en las últimas tres décadas (1990-2021). La forma capitalista de producción conlleva estos resultados. Un resumido y didáctico análisis nos presenta Michael Roberts en su blog , graficando las estadísticas de las responsabilidades en la emisión de CO2, con China a la cabeza en la actualidad y EEUU lejos, en el acumulado histórico del desarrollo capitalista. Señala el autor británico que China “es el mayor emisor de CO2 del mundo” desde su lugar de país con mayor población en el planeta y fabricante exportador del mundo. Agrega que “las emisiones acumuladas en la atmósfera en los últimos 100 años provienen de los ricos anteriormente industrializados y ahora consumidores de energía del Norte”. Destaca que EEUU es responsable de acumular la emisión “del “20% del total mundial. China ocupa un segundo lugar relativamente distante, con un 11%, seguida de Rusia (7%), Brasil (5%) e Indonesia (4%).” En esa estadística aparece Argentina en el 14° lugar. El tema es importante y en el blog del FMI se puede leer un análisis relativo al tema y américa Latina y el Caribe. En el texto señalan que “Las emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) de la región concuerdan con su tamaño económico y población, alrededor del 8 por ciento del total mundial. Pero la composición de las emisiones en ALC es muy diferente que la de otras regiones.” Se enfatiza a continuación que “El sector energético contribuye mucho menos a las emisiones totales en ALC (43 por ciento) en comparación con la media mundial (74 por ciento). La agricultura, en cambio, contribuye 25 por ciento, frente a una media mundial de 13 por ciento. El uso de la tierra, el cambio del uso de la tierra y la silvicultura (UTCUTS) contribuyen 19 por ciento, mucho más que la media mundial apenas superior a 1 por ciento.” Ultima oportunidad Pueden utilizarse otras fuentes informativas y queda claro que no se puede ocultar la catástrofe que amenaza a la humanidad, y los Estados nacionales y sus articulaciones globales transitan de cumbres en cumbres para definir compromisos que no cumplen. El resultado es alarmante al punto que el Secretario General de Naciones Unidas sostiene que “Si no se actúa con determinación, nos estamos jugando nuestra última oportunidad, literalmente, de cambiar el rumbo de las cosas”. La alarma es un llamado de atención al orden productivo, sustentado en la explotación creciente de la fuerza de trabajo, con menos seguridad social, y en el recurrente y extendido saqueo de los bienes comunes en el orden global, estimulando un consumo en las élites que afecta las condiciones de vida del conjunto de la sociedad. No hay solución al “calentamiento global” si no se asumen medidas sobre ámbitos estratégicos de la producción mundial, caso de la energía, la agricultura, el transporte, los servicios públicos esenciales, la salud, la educación, tendientes a limitar y reducir la emisión de gases de efecto invernadero, algo que no puede quedar en manos del “mercado”, es decir de los inversores privados, las corporaciones transnacionales, en busca de ganancias y rentabilidad de sus capitales. El cometario apunta tanto hacia el poder de las transnacionales petroleras y gasíferas, de la alimentación y la biotecnología, entre muchas otras, como a la discusión sobre las políticas de los Estados nación y los organismos mundiales relativos al para qué, cómo y cuanta energía y producción, orientada a que necesidades satisfacer. Son comentarios extensivos hacia la alimentación y, por ende, más pensamiento y acción en satisfacer demandas sociales y derechos a la alimentación y a la energía que estimular mercados, precisamente en un momento donde el alza de precios se concentra en ambas producciones estratégicas para la reproducción de la cotidianeidad social y natural. La solución provendrá más de las luchas y resistencias populares, especialmente de formas alternativas de producción y reproducción socioeconómica que, de decisiones públicas de los Estados Capitalistas, en cumbres como las del G20 en donde se proponen discutir sobre las desigualdades y el aceleramiento de la recuperación económica. Ambas cuestiones son resultado de la forma capitalista de organización de la sociedad. Es lógico que el régimen del capital promueva el restablecimiento de la tasa de ganancia antes que la satisfacción de millones de empobrecidos en los pueblos del mundo. Eso es la desigualdad, producto del orden capitalista. Cambiar el modelo productivo y de desarrollo es la base para organizar un orden económico y social que remedie el daño ecológico y asegure la reproducción metabólica del planeta. Buenos Aires, 30 de octubre de 2021

Los controles y la eficacia en la economía

Ante la escalada de precios minoristas y a menos de un mes de las elecciones legislativas de medio término, el gobierno dispuso controles de precios por 90 días sobre un conjunto de casi 1500 productos. Se trata de una medida que se suma a otros controles o regulaciones sobre el mercado, tal el caso de las divisas y el mercado cambiario, el llamado “cepo”. Todas estas medidas de control económico habilitan un debate sobre aspectos de interés múltiples en la vida cotidiana. ¿A quién benefician o perjudican? Claro que existe mucha opinión interesada e ideológicamente fundada. Entre otros interrogantes se escucha la polémica sobre el alcance, la validez o viabilidad de los controles. Nosotros agregamos más interrogantes. ¿Es posible tranquilizar la economía como sostiene el ministro Martín Guzmán? ¿Pueden pensarse mecanismos para el logro de un economía eficiente, eficaz o sana? Son formas de razonar desde la duda y, admitamos, con visiones alternativas sobre propósitos y logros potenciales. Martín Guzmán alude habitualmente a la expresión “tranquilizar la economía”, y resulta interesante interrogarse al respecto, sobre el alcance y el sentido del dicho. Del mismo modo, es de utilidad pensar sobre la posibilidad de una “economía eficaz, eficiente o sana”. Más aún, en ese marco, pensar el papel de los controles gubernamentales, su efectividad y potencial alcance. Todos interrogantes y posibles respuestas que requieren ciertas consideraciones previas. En principio, debe considerarse la contradicción de intereses en el orden económico, entre vendedores y compradores, entre productores e intermediarios, entre trabajadores/as y empresarios/as. La suba de precios o inflación no perjudica a todos por igual. Es más, existen beneficiarios con la suba de precios, sean alimentos, la energía o las divisas, especialmente el dólar. Los informes de organismos internacionales especializados llaman la atención la suba de alimentos y energía, que en la base suponen la recuperación de la rentabilidad perdida de las corporaciones trasnacionales en la recesión del 2020. Tranquilizar la economía supone “estabilizar” el orden económico, pero tras cartón viene el interrogante: ¿en favor de quién? No todos aceptan los controles de precios, y ya vemos como ciertos empresarios, dirigentes empresarios, anuncian posibles desabastecimientos ante la voluntad de “congelamiento”, lo que lleva a “intranquilizar a la economía”, a contramano de los dichos del funcionario gubernamental. Tranquilizar o estabilizar supone alejar el conflicto, a contramano de intereses que son por definición contrapuestos. Estabilizar la relación entre el capital y el trabajo supone cristalizar la distribución del ingreso en función de la propiedad de los medios de producción. El INDEC destaca información relativa a la pérdida de los ingresos salariales respecto de los de los propietarios/as de medios de producción. El desabastecimiento constituye una dificultad para los consumidores, quitando eficacia y eficiencia a la producción y circulación económica, retroalimentando una lógica recesiva, no justificada ante el rebote económico y la capacidad ociosa existente en el ámbito fabril. Eficacia o eficiencia económica Para muchos, el tema se juega en el crecimiento económico, la libertad de mercado o la seguridad jurídica de los inversores, pero pueden hacerse lecturas alternativas, que coloquen en el centro otros parámetros para medir la eficiencia o eficacia del orden económico. Puede pensarse de modo diferente, por ejemplo, en: a) satisfacer la necesidad básica del conjunto de la población; b) expandir las actividades económicas para incluir a toda la población en un proceso de reproducción de la vida y en armonía con la naturaleza, c) estimular una inserción virtuosa del país con la región y con el mundo. Si observamos con atención, para el primer punto se debe concentrar el accionar de la política económica, sobre la base de un inmenso consenso social, en eliminar el 45% de pobreza, que se eleva al 60% entre los menores y en algunas zonas rebasa el 70%. Todos los recursos disponibles para elevar condiciones de vida desde los sectores sociales más empobrecidos. Para el segundo aspecto se debe planificar la promoción de políticas activas para resolver empleo y medios de producción suficientes, lo que supone redistribuir adecuadamente recursos públicos, no solo dinero, sino también herramientas, máquinas, tierras, infraestructura, en la promoción de ciertas iniciativas orientadas para ese fin. Reorientar recursos supone decir cuales no se afrontarán, caso de los pagos de la deuda pública, especialmente con el FMI, por ejemplo. De nuevo, se necesita gran consenso de la sociedad. Respecto de lo tercero, el problema es en qué mundo se quiere vivir y, por ende, que relaciones económicas privilegiar, si con inversores interesados en potenciar la apropiación de excedentes, caso de la explotación de bienes comunes (gas y petróleo, litio, complejo sojero, etc.), u orientar una producción global que confronte con el modelo productivo y de desarrollo que nos trajo la crisis del cambio climático, saqueo de bienes comunes mediante. Articular regionalmente la satisfacción de las necesidades básicas debiera ser el mecanismo de la integración a promover. Como vemos, no es sencillo “tranquilizar” a la economía, ni fácil definir qué se puede considerar eficaz, eficiente o sano en el proceso económico, contradictorio por definición. Lo que importa es definir qué problemas se pretenden resolver y con ello, más allá de cualquier disposición gubernamental, considerar o construir los consensos sociales, políticos y culturales necesarios para hacer realidad los objetivos a resolver. Buenos Aires, 23 de octubre de 2021

La inflación expresa el conflicto por la apropiación del excedente económico

El INDEC informó un nuevo salto en los precios al consumidor en septiembre 2021 del 3,5%, que medido de manera interanual alcanza al 52,5% y al 37% acumulado en los 9 meses del año, entre enero y septiembre. Siguiendo la ley del valor del Marx, los precios (en términos de valor) reponen la parte proporcional de capital constante (inversión en medios de producción) empleado y el resto lo constituye la renta, es decir, salarios y plusvalía (ganancias o rentas propiamente dicha). Por ello sostenemos, en primera instancia, que los precios constituyen un mecanismo de distribución de la renta entre asalariados/as y propietarios/as del capital. En segunda instancia, la disputa es entre apropiadores de plusvalía, o sea, entre capitalistas, quienes pujan por acrecentar la parte de plusvalía a apropiarse. Vale sostener que la plusvalía (pl) total se distribuye entre toda la clase propietaria de medios de producción en función de la composición orgánica (c/v), que es la relación entre capital constante y variable, o entre la inversión realizada en medios de producción (c) y en la contratación de fuerza de trabajo (v). Por eso es que capitales de menor composición orgánica transfieren plusvalor a los de mayor inversión en capital constante. La disputa es por el excedente, por la plusvalía, que se manifiesta en la disputa entre el capital y el trabajo, en donde para ampliar la plusvalía debe reducirse el salario o al revés, el salario se incrementa si se reduce la porción de plusvalía apropiada por el/la capitalista, o como señalamos, cuanta porción de plusvalía se apropia cada capitalista. Por eso señalamos a la inflación como un fenómeno que explicita la lucha por la apropiación de la renta (salarios más plusvalía) o del ingreso (salarios, ganancias o renta). Siempre insistimos que no cualquiera puede fijar precios, razón por la cual, el conflicto de intereses se manifiesta en quién está en condiciones o posibilidad de establecer precios en la economía. Quienes aluden a que el mercado establece los precios, esconde la puja de intereses contradictorios, entre el capital y el trabajo o entre los propios capitalistas entre sí. Los capitales pujan por porciones del mercado y uno de los aspectos de esa disputa es vía precios. Insistamos que en el precio está la puja por la apropiación de la renta, entre trabajadores/as perceptores/as de ingreso salarial, los propietarios/as de medios de producción y aquellos propietarios/as de recursos naturales o de dinero que perciben renta, del suelo o dineraria bajo la forma del interés. Se trata de una disputa múltiple, al interior de las empresas, de las ramas de la economía, y del conjunto del orden económico. Claro que más allá de lo esencial que venimos enunciando entre el capital y el trabajo, existe el accionar del Estado capitalista. El Estado y la inflación En efecto, también interviene el Estado en el orden económico, en tanto productor directo de bienes y servicios y muy especialmente cuando ejerce su función de regulación, o de desregulación, de la economía. En uno u otro caso interviene. Además, interviene también el mercado mundial, favoreciendo o no los mecanismos de apertura de la economía, en donde las disputas locales se procesan globalmente. Por eso, la inflación tiene un componente de lucha local, que le otorga especificidad a la disputa por el excedente (plusvalía), pero también tiene un componente global, ya que el orden capitalista es mundial. El Estado nación participa en la disputa global de la plusvalía, en representación de distintas esferas que disputan la plusvalía global, del mismo modo que lo hacen al interior de cada país. El Estado regula las relaciones internacionales por intermedio de su política cambiaria y monetaria, tanto como el tipo de producción que promueve, si la de origen local, condicionada por el desarrollo de sus fuerzas productivas, o la promoción de una apertura, que puede resultar indiscriminada a favor de la producción externa, más competitiva en términos de productividad o desarrollo tecnológico incorporado. La inflación es un problema local, con especificidades del conflicto y la contradictoria lucha de sujetos intervinientes en el proceso económico, entre el capital y el trabajo, entre capitalistas, con mayor o menor intervención estatal. Pero esa dinámica escala regional y globalmente de manera creciente al fenómeno de la internacionalización de la producción y el comercio, junto a la transnacionalización del capital, en donde se juega la hegemonía del capitalismo contemporáneo. Es un tema de interés el ámbito mundial, cuando el informe del FMI, recientemente difundido alerta sobre el crecimiento de los precios, especialmente de los alimentos y la energía. Detrás de estos incrementos están las empresas transnacionales de la alimentación, la biotecnología y del petróleo, responsables, entre otros aspectos, de la crisis alimentaria y de la energética, ambas asociadas a un modelo productivo que provoca los gases de efecto invernadero y por ende la dinámica que hoy preocupa bajo la denominación de cambio climático. La cuestión está vinculada al rebote económico luego de la recesión del 2020, atravesada por la pandemia. Estos precios globales acrecentados están asociados a la búsqueda de recomponer con rapidez la pérdida de rentabilidad durante la recesión. No tiene que sorprender que al mismo tiempo que hay rebote económico, medido en términos de crecimiento del PBI de los países, no hay recomposición proporcional de ingresos entre salarios y réditos (ganancias comerciales o industriales y rentas del suelo o en dinero), como tampoco del empleo. La norma es la expansión de la desigualdad, con mayor concentración del ingreso y la riqueza y por ende la inclusión de nuevas camadas de pobres e indigentes, en tiempos en donde el combate a la pobreza aparece como objetivo civilizatorio. Para pensar el tema, el único país que muestra indicadores de fin de la pobreza extrema, medidos en términos de ingresos, es China. Resulta de interés entonces pensar polémicamente el tema inflacionario y descubrir que por detrás de los precios está la puja por el poder, global y local. Inflación y lucha de clases ¿Quién maneja los precios internacionales de los alimentos y de la energía en tiempos de problemas alimentarios y energéticos? Tal como señalamos son producciones asociadas a la reproducción de la vida cotidiana y que afectan a la naturaleza en términos de “cambio climático”. ¿Qué papel asumen los Estados nacionales y las propias sociedades ante un fenómeno social como la producción y los precios? Dejarlo en manos del mercado es ceder la decisión a los que tienen poder para incrementar precios, favoreciendo la ley de la selva. Resolver el problema inflacionario supone una cuestión de poder, de correlación de fuerzas, para determinar el contenido y el rumbo de la producción y circulación de bienes y servicios, en el orden local y global. La Argentina modificó su “modelo productivo y de desarrollo” entre 1975/76, definiendo una forma de inserción en la economía mundial, diferente del previo en tiempos de industrialización sustitutiva de importaciones, modificando también el bloque de dominación preexistente. Esas modificaciones en el orden económico y en la dominación promueven el desorden que refleja la evolución de los precios, manifestación de la lucha de clases en el país. Vale mencionar la fecha conmemorativa del día (17/10/1945), recuperando la movilización que da surgimiento al “peronismo”, generó la condición de posibilidad para modificar la correlación de fuerzas sociopolíticas a favor de derechos de las y los trabajadores y trabajadoras, que desde 1955 se intenta revertir. Bajo nuevas condiciones históricas, locales y globales, se necesitan recrear condiciones de posibilidad para intervenir en la disputa por el excedente a favor de quienes lo producen y en contra de su apropiación privada. Buenos Aires, 17 de octubre de 2021

Incertidumbre en la economía mundial

Resulta preocupante confirmar la información provista en la actualización de las perspectivas económicas para el 2021 que presenta en su reunión anual de octubre el FMI. La tendencia descripta para octubre es menos optimista que la medición anterior en julio 2021 y se verifican las divergencias entre los países más avanzados del capitalismo mundial y el resto, especialmente los más empobrecidos. El problema es la continuidad de la pandemia y la inequitativa distribución de las vacunas entre la población mundial. Por eso, comentando el informe, la Consejera Económica y Directora del Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional , destaca que: “La peligrosa divergencia de las perspectivas económicas de los países sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación. Se prevé que el producto agregado del grupo de economías avanzadas recupere la trayectoria de la tendencia previa a la pandemia en 2022 y la supere en un 0,9% en 2024. En cambio, se espera que el producto agregado del grupo de economías de mercados emergentes y en desarrollo (excluida China) se mantenga en 2024 un 5,5% por debajo de las previsiones pre pandémicas, lo cual provocaría un fuerte retroceso de los logros en la mejora del nivel de vida.” No debe sorprender el abismo agigantado entre los países de mayor desarrollo relativo y el resto, incluso, siendo un fenómeno que se traslada al interior de los propios países, ya que en los países más empobrecidos existe una cúpula de poder que repite la inequidad en la distribución del ingreso y de la apropiación concentrada del patrimonio y la renta. Es la regla del orden capitalista que reproduce localmente la dinámica que devuelve el Informe del FMI. Agrega la economista del FMI: “Mientras que casi el 60% de la población de las economías avanzadas ya está completamente vacunada, e incluso se están administrando dosis de refuerzo, aproximadamente el 96% de la población de los países de bajo ingreso sigue sin vacunar.” Por eso y hablando de la concentración económica entre las transnacionales farmacéuticas, sus ganancias y procesos de valorización, al tiempo que discute las “soluciones” actuales de la crisis económica y sanitaria, Pasqualina Curcio señala: “La verdadera solución a la pandemia no pasa por gotear caridad, sino por intervenir sobre la causa de la desigualdad en el acceso a las vacunas, nos referimos a eliminar el monopolio del complejo médico farmacéutico lo que, a su vez, pasa por levantar uno de los mecanismos más inhumanos que inventó el capitalismo para legalizar y legitimar la mayor concentración de capitales y con ésta dichos monopolios/poderes privados: los derechos de propiedad intelectual y las patentes.” En la apropiación privada del excedente económico es que debe mirarse la situación de inequidad de la economía mundial actual y no tanto en el volumen de recuperación del PBI, ya que aun creciendo al 5,9%, como indica el FMI, más que la caída del -3,1% del 2020, ese mayor volumen de producción no solo no mejora, sino que empeora las condiciones de vida de la población mundial. Además, al tiempo que se posterga la recuperación global para el futuro, de manera muy especial se llama la atención sobre el “cambio climático”, como si este no tuviera nada que ver con el orden económico social capitalista. La explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes son la causa del empobrecimiento de buena parte de la sociedad y del efecto invernadero que destruye el hábitat. Difícil leer conclusiones similares en los organismos internacionales o en las consideraciones que llevan adelante los gobiernos de los principales países del orden capitalista. En ese sentido se puede asumir el conjunto de problemas que identifica el FMI en el marco de la crisis económica y sanitaria, concentrados en: a) problemas del desempleo, b) el cambio climático, c) la inflación y con ella la inseguridad alimentaria, d) el crecimiento de la deuda y e) problemas de educación de la población. ¿Cómo encarar esos problemas sin confrontar con las causas esenciales derivadas de la explotación y el saqueo? Imposible responder desde la lógica del régimen del capital, que continúa apuntando a reaccionarias reformas laborales, previsionales y tributarias. Incluso de aquellos que imaginan que se pueden construir “reformas progresivas”, del estilo restrictivos a la evasión y elusión fiscal, a la economía especulativa y múltiples formas que asume la valorización asociada al delito económico. Hace medio siglo, James Tobin proponía un mínimo impuesto para gravar la compra venta de divisas y frenar la especulación. La idea la asumió una red global de lucha contra la globalización capitalista, ATTAC y el mismo nobel de Economía rechazó que su idea sea asumida por un movimiento popular global. La “tax Tobin” nunca se aplicó, como tampoco las resoluciones del G20 de noviembre del 2008 cuando proponía desarmar los paraísos fiscales, que hoy no solo se extienden en pequeñas islas estados, sino que son propagados in extenso en Dakota del Sur, en Delaware, Florida, Nevada o Texas. Son forma extendida de expansión de la renta, forma transfigurada del plusvalor para sustentar la acumulación capitalista. Algo similar podríamos decir de las propuestas para establecer tributos globales a las grandes transnacionales, sin perjuicio del control de gestión sobre el destino de esa eventual recaudación. Hoy 12 de octubre, recuperando el repudio al genocidio gestado con la conquista, debemos afirmar que, si el problema devino de la inclusión de la región en el orden económico emergente hacia 1492, inspirado en la mercantilización y la explotación. A más de quinientos años, las soluciones no pueden provenir de reiterar el mecanismo de la explotación y el saqueo, ni de morigerarlo, contenerlo o reformarlo. Lo que se necesita es otro orden económico y social, construyendo las transiciones necesarias para hacer realidad la continuidad de la vida social y natural. Buenos Aires, 12 de octubre de 2021

Especulación y globalización financiera del capital

No sorprende la nueva denuncia de investigación periodística sobre la evasión, el lavado de dinero y el delito financiero explicitado en “paraísos fiscales” . Estos paraísos fueron mencionados en cuantiosos documentos a propósito de “soluciones” nunca implementadas en las crisis 2008. En los documentos de los organismos internacionales, especialmente del G20, a la cabeza de los reclamos aparecía la necesidad de limitar y controlar los paraísos fiscales, en tanto espacios visibles de la especulación financiera mundial. Solo fueron palabras, sin ninguna posibilidad de hacerse efectivas, ya que la libre circulación internacional de capitales y el resguardo de la fiscalidad estatal es parte esencial de la lógica mundial del capital desde hace medio siglo. En rigor, responde a la lógica de la liberalización y la libre circulación y movilización de los capitales internacionales. Más aún como mecanismo de escape a las tendencias recurrentes de la crisis mundial capitalista. Una crisis que se manifiesta en las dificultades para la valorización productiva del capital y, por ende, lleva a la disputa por la apropiación de la renta generada socialmente mediante mecanismos especulativos, lo que explica la tendencia a la creciente desigualdad, tal como se explica en diversos medios, entre otros y recientemente por el Credit Suisse. Pero también y tal como señala la Directora Gerente del FMI, que junto a la suba de los ´precios de los alimentos y de la energía, destaca una expansión del 100% de la deuda, explicitada por los problemas de la pandemia y la recesión inducida . Queda claro que las transnacionales de la alimentación, de la biogenética, de la energía, especialmente las petroleras y el negocio bancario, entre otros, son los que inducen el mecanismo de apropiación privada del trabajo social, mediante la suba de los precios, la inflación, que retomó al escenario mundial, incrementando las inequidades del orden capitalista. Los paraísos fiscales constituyen ámbitos de concentración territorial de enjuagues contables de circulación mundial de dinero asociada al delito, la corrupción y el enriquecimiento concentrado en pocas manos, de quienes deciden en la sociedad capitalista contemporánea. Por eso es que aparecen políticos, empresarios y personalidades enriquecidas sobre la base de la expansión de negocios, donde lo legal y lo ilegal se conjugan para escamotear el fenómeno de la explotación y el saqueo de los bienes comunes a manos del poder concentrado del capital transnacional. Son visibles gobernantes, empresarios y personalidades de la cultura o del deporte, que eluden y evaden impuestos en los paraísos diseminados en todo el mundo, incluso en EEUU, caso del Estado de Delaware. La riqueza concentrada en el 1% más rico, que incluye a multimillonarios y a grandes corporaciones transnacionales, se escamotea con una pléyade numerosa, pero no masiva, de intermediarios que favorecen el “circo” de una élite enriquecida y que pueblan las investigaciones periodísticas. A no equivocarse, lo de fondo es el mecanismo de la explotación, disimulado con el escándalo de personajes de la farándula política, cultural o deportiva. La discusión es por personajes asociados a la corrupción, advenedizos de los Estados capitalistas y de una farándula espectacular, que omite los grandes negocios de la banca y de las trasnacionales que dominan la economía mundial, la producción y la circulación del capital global. En rigor, lo que indigna en el debate social es el origen de fondos, no solo evadidos al fisco, sino producto del delito, sea de la venta de armas o de drogas, de la trata de personas, o directamente del juego y la especulación financiera. Se trata del enjuague de una multiplicidad de operaciones por donde circula el plusvalor producto de la explotación. Por eso, de lo que no se habla es precisamente de la explotación de la fuerza de trabajo, que, a la luz de la distribución regresiva del ingreso, la apropiación disminuida de renta en salarios e ingresos populares para la mayoría de la población mundial, contrasta con la acumulación de ganancias, base del mecanismo de reproducción, vía inversión, de la lógica mundial del capital. La ocasión sirve para la denuncia de la inmoralidad del régimen de la propiedad privada de los medios de producción y la necesidad de avanzar en formas alternativas de organización de la producción y la circulación de bienes y servicios, sobre bases de cooperación y solidaridad, de derechos sociales y no de mercantilización y destrucción de la vida y la naturaleza. Buenos Aires, 5 de octubre de 2021