Pensar y discutir Argentina en un ciclo de dos décadas

Las reflexiones que siguen se inspiran en una intervención realizada el pasado 20 de diciembre en el cierre de la “Escuela José Rigane”, que organiza la FeTERA con participación diversa en todo el país de militancia propia y de la Corriente sindical “Carlos Chile”. En la ocasión, de manera impensada, se conjugaron dos acontecimientos de masas. Uno remite al masivo festejo estimado en 5 millones de protagonistas, feriado nacional mediante, por la “copa mundial” de futbol conquistada por la selección argentina en Qatar 2022. El otro remite a un nuevo aniversario conmemorativo de la pueblada del 19 y 20 de diciembre del 2001. Esta lucha le puso final al régimen de convertibilidad monetaria que operó entre 1991 y 2001, con las gravísimas consecuencias sociales que explican fenómenos estructurales actuales, como la pobreza y, en definitiva, un ciclo de ofensiva del capital en contra del trabajo (desempleo, precariedad, caída de los salarios y otros ingresos populares, etc.). Más allá de la recuperación de ambas movilizaciones y con especificidades propias en 2022 y en 2001, importa la reflexión en torno a que desde el 2001/03, se procesaron cambios políticos en la gestión del capitalismo local, que hoy parecieran tener límites y que convocan a reflexionar sobre los tiempos por venir. Alegría ante la copa y el fútbol La gigantesca movilización de algarabía al término de la final en Qatar, el domingo 18/12/2022 en todos los rincones del país, y una inesperada réplica, especialmente concentrada en la zona metropolitana para saludar a los jugadores y al equipo técnico del 20/12/2022, necesita ser discutida, en sus alcances y potencia como acción de masas. Si bien se trata de la movilización por una gesta deportiva, el hecho nos conmueve y entusiasma, en tanto parte de ese plural social movilizado. Se dice que todas las identidades políticas estaban presentes, pero la masividad y principal protagonismo estuvo expresado por una presencia juvenil proveniente de la amplia zona metropolitana, especialmente de los territorios poblados por sectores populares. Es cierto que cada quien participó como pudo, en su territorio y en comunidad, barrial o laboral. Lo que se vivió es una movilización masiva de contenido popular, que como tal, debe ser considerada y analizada sociológica, política y culturalmente, por la necesidad de “estar en la calle”, en esta ocasión para celebrar el hecho deportivo. Es un tema no cerrado, que permite variadas interpretaciones, incluso la que sugerimos favorable a una movilización en la búsqueda de nuevos horizontes políticos de carácter alternativo a los que propician los defensores del sistema capitalista, en el gobierno o en la oposición. Veinte años no es nada Nos interesa remarcar la simultaneidad histórica de la fecha, con la recuperación del 19 y 20 de diciembre del 2001, hace 21 años, donde hubo una “rebelión popular” que dio por la borda con el gobierno de turno. No es un dato menor que el ministro de economía de ese gobierno que presidia el dirigente de la UCR, Fernando de la Rúa, era Domingo Cavallo. Un funcionario gubernamental emblemático de los años 80/90, ministro en el gobierno del PJ de Carlos Menem, y por supuesto, Presidente del BCRA de la dictadura genocida en 1982. Cavallo es tristemente recordado por la estatización de la deuda privada hace 4 décadas, que aún condiciona el presupuesto y la política en el país, más aún con la sumisión al FMI. Muchos de los problemas que hoy tenemos en la Argentina por la deuda, tienen origen en aquella estatización de la deuda privada. Los capitales privados se habían endeudado y transfirieron su deuda al Estado. Eso quiere decir que vía presupuesto el pueblo argentino viene pagando, hace 40 años, una deuda que fue asumida por el capital privado y que fue utilizada para mejorar sus ganancias, para elevar sus patrimonios, para constituir su posición de poder, de capitales como el caso de Acindar, la transnacional que presidía Martínez de Hoz antes de transformarse en el ministro de la dictadura desde 1976. Estos acontecimientos protagonizados con más de dos décadas de distancia, uno en 2001 y otro en 2022, nos sirven para propiciar una discusión, a modo de balance del año, de lo que venimos considerando en diferentes ámbitos de discusión sobre el “movimiento obrero y popular”, partiendo de los cambios que ha habido, que hay y que sigue habiendo en la clase trabajadora en la Argentina y en el mundo. Son cambios que impactan de manera muy diversa, desde el punto de vista de los ingresos y condiciones de trabajo y vida de las trabajadoras y los trabajadores. Hemos definido en variadas ocasiones a este tiempo histórico desde 1975/76 como la ofensiva del capital contra el trabajo, agudizado en la década del 90 y bajo el gobierno Macri entre 2015 y 2019. Enfatizamos que no es solo desde la dictadura para acá, porque la verdad es que hay una continuidad esencial bajos gobiernos constitucionales, por eso es importante hoy conmemorar el 2001, porque fue una “revuelta popular” donde tuvo a la clase obrera ya reestructurada y modificada, tanto sean trabajadoras y trabajadores en el movimiento sindical, como con trabajadores y trabajadores desocupados que luchaban y luchan desde el territorio. Cuando uno piensa en el origen de las “piqueteras” y los “piqueteros”, aludimos a su carácter de trabajadores y trabajadoras, en muchos casos militantes sindicales, sociales, políticos, en organizaciones populares de los años 60/70 del siglo pasado, y que, al estar fuera del proceso de producción y circulación “formalizado”, por los despidos, llevaron adelante esa inmensa tarea que pasó a la historia, primero como “fogoneros”, porque prendían fuegos en las rutas, especialmente en la Patagonia. Esos fogoneros, después fueron designadas/os, ya en el cordón industrial de las grandes ciudades, en Buenos Aires, Rosario, Córdoba, y otras ciudades del país federal como “piqueteras/os”. Desde la Corrientes sindical recuperamos especialmente a Carlos Chile y la construcción del Movimiento Territorial de Liberación, el MTL, en esa perspectiva de identidad nueva que adquirió el movimiento obrero y popular, que desarrollaba su accionar en el territorio. Se trataba y trata de una expresión político social producto de esos cambios del capitalismo contemporáneo. Importa el accionar de masas Por eso es importante que hoy, junto con celebrar el campeonato mundial de la selección de futbol, junto con disfrutar la alegría y festejar esta tercera copa del mundo, mucho más considerando que fue realizado por un colectivo más allá de cualquier figura, por más emblemática que fuera. No se trata de Messi y 10 más, sino de un colectivo que conquistó la masiva simpatía popular. Para quienes protagonizamos una experiencia de militancia colectiva, en la FeTERA y/o en la Corriente sindical Carlos Chile, que militamos un reagrupamiento del movimiento obrero y popular, pensar en términos de “trabajo grupal”, colectivo, serio, consecuente, permanente, resulta importante y estratégico. Claro que no obviamos las denuncias de las mafias que rodean y condicionan al deporte desde la mercantilización, especialmente al futbol y las organizaciones empresarias que los manejan. En ese sentido resulta emblemático el mundial de Qatar, por el irrespeto a los derechos humanos, especialmente de trabajadores y trabajadoras, inmigrantes del sur empobrecido, que en tiempo récord y bajo una súper explotación construyeron esos estadios desbordantes de tecnología y consumo de energía. Más allá de ello, resalta la corrupción de las autoridades europeas y de la burocracia del sindicalismo mundial que negociaron con el régimen dictatorial qatarí para ocultar la explotación sobre la fuerza de trabajo que hizo realidad la infraestructura del mundial. No es más que una expresión multiplicada de la ofensiva del capital contra el trabajo. Por eso, en esta reflexión sobre el movimiento obrero y sus desafíos en la actualidad, hay que recuperar el 2001 argentino, clara manifestación de resistencia a la ofensiva del capital contra el trabajo. Una resistencia que contribuyó de manera esencial a las luchas en toda la región latinoamericana y caribeña. Una región que vio nacer esto que se llama “neoliberalismo”, surgido desde el ensayo en Chile en 1973, luego del golpe contra Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular. El próximo año se cumplirán 50 años, es decir, medio siglo de una brutal ofensiva del capital contra el trabajo bajo estas experiencias denominadas bajo el rótulo del neoliberalismo. Una ofensiva que desde Nuestra América y las dictaduras terroristas del cono sur se proyectaron a escala global, muy claramente expresado por el régimen autoritario y explotador de Qatar. Son dos las caras del mundial. La alegría del triunfo deportivo, la seriedad del trabajo de jugadores y equipo técnico, son expresión de la sintonía con el pueblo argentino, que, si así no fuera, resultaría imposible la movilización de millones de personas en las calles. La otra cara es la mercantilización del fútbol, de la FIFA y el poder económico y político que rodeó la designación de la sede del mundial 2022. La movilización del 2001 fue un momento de la rebelión popular que se venía acumulando con las luchas de los años 80/90 contra las privatizaciones, como la desplegada por las organizaciones de la FETERA y el liderazgo de José Rigane, en una larga tradición de lucha contra la privatización de YPF, contra la privatización de la energía. José Rigane fue uno de los abanderados en el movimiento obrero para generar ese ciclo de luchas que desembocaron en la pueblada del 2001. Vale entonces la recuperación de estos acontecimientos para pensar los desafíos del movimiento obrero y popular tal como es hoy, sea movimiento sindical, movimiento territorial, o movimiento social en sus distintas dimensiones. Se trata de volver al 2001 porque ese fue el límite que el movimiento popular en lucha generó ante la estrategia de la ofensiva del capital en el país. La ausencia de una alternativa política popular en el 2001 y hasta el 2003 hizo posible la recomposición de los mecanismos de acumulación económica y política del orden capitalista local. Desde nuestro protagonismo en la CTA, desde la fundación en los 90, fuimos parte de la acumulación de poder popular, aun cuando se requiere discutir más a fondo el papel de la Central ante los acontecimientos del 2001 e incluso luego del 2003, que derivaron en las sucesivas divisiones explicitadas desde el 2010 hasta el presente, aun cuando se discutía durante esa primera década del siglo la construcción de un “movimiento de liberación nacional, social y cultural”, definido en Congreso de Mar del Plata en el 2002. Incluso, con las mediaciones posteriores de la conformación de un “movimiento por una constituyente social”, con masivos actos en el 2008 en Jujuy (anfitriona Milagro Salas y su experiencia de organización popular), y en el 2009 en Neuquén donde se pudo compartir la experiencia de la constituyente boliviana sancionada en ese mismo año. Fueron experiencias discontinuadas que aún restan balancear, tanto la actitud de la dirección de la Central ante los acontecimientos del 2001, como el abandono de las estrategias del 2002 por un “movimiento de liberación” y luego por una “constituyente social”, para optar por una experiencia electoral asumida por los principales referentes de la CTA. Vale recuperar la historia para pensar el presente y los próximos desafíos. ¿El 2023, año de renovación electoral para la gestión del capitalismo en la Argentina, será un momento de reconstrucción del sistema de dominación y explotación bajo nuevas expresiones de la política, tal como ocurrió en el 2003? O, por el contrario, ¿la extensión de la protesta social nos llevará nuevamente a un clima social de movilización como en el 2001, desafiando la construcción de alternativa política? Del 2001 emergió la necesidad de un cambio político y ante la ausencia de alternativa al sistema capitalista, lo que emergió fue un nuevo tipo de representación política, donde los partidos tradicionales se reconfiguraron en coaliciones que a ellos contiene y que hace tiempo disputan quien gobierna. El kirchnerismo lidera una de las coaliciones, hoy en crisis. El macrismo, la opositora, también en crisis, incluso con la ultraderecha corriendo la agenda de debate en el gobierno y en la oposición, favoreciendo los intereses de las clases dominantes, incluso la operatoria de la embajada de EEUU. Existe hoy una oportunidad histórica para pensar y discutir el ciclo de dos décadas de lucha y recomposición del sistema capitalista en Argentina, su crisis actual y los desafíos en el corto y mediano plazo. Por eso, la prédica por la reorganización del movimiento obrero sustentada desde la FeTERA y la Carlos Chile, como expresión de la lucha en el movimiento obrero y popular para construir alternativa política y disputar el poder en el país. Buenos Aires, 22 de diciembre de 2022

La política discute quien gestiona el ajuste y el rumbo de la economía

La política y la economía, o viceversa, tienen especificidad, pero interactúan de manera dinámica. Es algo visible en estas horas en las que se ventiló el fallo en primera instancia que condena a Cristina Fernández de Kirchner, pero también, hace lo propio la denuncia de la connivencia del poder económico, mediático, político y judicial. Ambas son noticias de fuerte impacto político y, de hecho, el descargo de la “vice” ante el fallo, anunciando el renunciamiento a cualquier cargo tiene fortísimo impacto en vísperas de un año de renovación de la gestión presidencial. Incluso, más allá de la validez jurídica de los diálogos telefónicos divulgados, se evidencia la impunidad del poder articulado de grandes empresarios y medios con instancias de los poderes del Estado. Detrás de estos episodios está en discusión la gestión del capitalismo local. No puede separarse la política de la economía o viceversa. Los casos judiciales a que aludimos tienen impacto político y trasfondo de connivencia del poder económico con quienes definen la política cotidiana, sea en el gobierno o desde la oposición. El fallo contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner establece una condena a 6 años de prisión y la inhabilitación para ejercer cargos políticos de por vida, lo que ha generado un debate en el país, no solo en el oficialismo, sino también en la oposición. ¿Quiénes serán los referentes electorales de las coaliciones que hoy disputan el gobierno del capitalismo local y cómo se designarán? ¿Qué posibilidad se abre para terceros que pretenden colarse en la disputa electoral, especialmente el caso de la ultra derecha? ¿Podrá la izquierda articular una propuesta más amplia que la actual para intervenir efectivamente en la disputa por la representación institucional? Resulta interesante para visibilizar en la sociedad la difusión de la connivencia del poder económico personificado en Joe Lewis, el británico apropiador del “lago escondido” en sus territorios y que asocia gran propiedad territorial y capital externo con políticos de la oposición y del oficialismo, y claro que la enorme complicidad de la prensa hegemónica en la Argentina. En el fondo está el ajuste y la regresiva reestructuración económica Queda claro que se trata de intereses económicos, políticos y judiciales todos atravesados con lo que está por detrás que es el ajuste de la economía, algo que se confirma en estas horas con la tercera auditoria del FMI, según leemos en comunicado de prensa del organismo internacional . Allí se puede leer el avance del acuerdo: “La prudente gestión macroeconómica y los esfuerzos para movilizar financiamiento externo están respaldando la estabilidad macroeconómica—se está restableciendo el orden fiscal, moderando la inflación, mejorando la balanza comercial y fortaleciendo la cobertura de reservas.” Señala el FMI que Argentina está cumpliendo con lo que se comprometió en marzo pasado que es la reducción del déficit fiscal, el control de la emisión monetaria, aunque eso sea a costa de un endeudamiento en pesos fenomenal. Las Letras de liquidez, LELIQ, duplican la base monetaria, que son todos los billetes y monedas que circulan en la Argentina. Se trata, las LELIQ, de un pasivo rentado del BCRA que complica el uso de recursos públicos destinado a resolver necesidades sociales. Ese costo afecta las posibilidades de atender a la población empobrecida de la Argentina y aún restan 7 auditorías trimestrales, según el acurdo con el FMI, por lo que el ajuste es un horizonte continuo en el futuro. El interrogante es si la sociedad afectada por el ajuste y la restructuración regresiva no hace estallar la relativa tranquilidad con la que se llega a este fin del 2022. No es solo ajuste lo que está en discusión, en rigor, es el modelo productivo y económico de la Argentina, donde lo que se afianza es la primarizacion de la producción y las exportaciones por eso todo remite al complejo de la soja, lo que explica la renovación de un tipo de cambio especial en beneficio para los grandes productores y exportadores. Pero también es el caso de los hidrocarburos no convencionales y todo lo vinculado a sacar el petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta. Se pretende producir para exportarlo y ofrecerlo sobre todo a Europa, apurada por sustituir la importación del gas ruso. En ese camino existen expectativas del poder mundial, sobre todo de EEUU, en el litio. Vale recordar que Argentina, junto a Chile y Bolivia son el principal reservorio del litio en el mundo. Por eso las reuniones entre Sergio Massa, el ministro de economía de la Argentina, con los sectores más concentrados de la industria, del agro, de la agroindustria, de las finanzas, para consensuar una política antiinflacionaria que reduzca este casi 100% que de inflación estimada para el 2022 y asegurar un horizonte de estabilización macroeconómica que facilite inversiones en el corto plazo. Temor al descontento y la protesta Hay temor por la escalada inflacionaria en una perspectiva de hiperinflación, que pueda desatar el conflicto social. El ministro de economía dice que “si la inflación continua no ganaremos la elección del 2023”, pero también le está diciendo a los grandes empresarios que contribuyan a morigerar la expectativa de apropiación de ganancias para normalizar la situación y no exacerbar la protesta, el conflicto social. Fue el embajador estadounidense quien alertó en el mismo sentido a las coaliciones políticas que disputan gobierno: “avancen en una coalición desde ahora”, en claro mensaje para acordar cuestiones esenciales que viabilicen la normalización del capitalismo en el país. A no engañarse, más allá delo que sostengan las sentencias judiciales o las connivencias del poder judicial con el poder político, mediático e intelectual, lo que define la política es la lucha social contra el ajuste, especialmente si esta articula un proyecto político para reestructurar el orden económico y político, con otros beneficiarios a los actuales. Es un tema escasamente evidenciado en el debate político y a tener en cuenta, ya que solo se discute la “normalización” del orden existente y se escamotea el desafío para posibilitar rumbos políticos alternativos para otro orden económico y la reproducción de la vida cotidiana. No se trata de la corrupción como pretenden instalar mediática y judicialmente, aun siendo un tema de interés e importancia en la sociedad, no solo en Argentina, un tema que visibiliza la situación de Perú. La cuestión de fondo es el debate sobre el orden económico y político, por lo que la pelea fundamental es contra el ajuste que supone el acuerdo con el FMI y que encabeza las demandas de los sectores más concentrados de la actividad económica local. Otra agenda es posible y se asocia a la organización y lucha popular por otro orden social, económico, político y cultural. Buenos Aires, 13 de diciembre de 2022

Avance del ajuste acordado con el FMI y discriminación favorable a los más ricos

Resulta evidente la política de ajuste del gobierno nacional, producto del condicionamiento que surge del acuerdo con el FMI. En este último sentido, se confirma el condicionante con la presencia en Washington de los principales funcionarios del ministerio de economía, acordando los últimos aspectos de la tercera revisión del acuerdo con el FMI, o sea, la tercera auditoria. Recordemos que cuando se suscribió a este acuerdo en marzo del 2022 se establecieron diez auditorias trimestrales. Cada auditoria determina si el FMI evalúa que la Argentina cumplió con lo que se había comprometido y si considera que así ocurrió, que se cumplió con las metas fiscales, en ese caso libera los recursos comprometidos. Se consolida la lógica de subordinación a la orientación de política económica de los directivos del organismo internacional, voceros de la dominación económica y política global. Lo que se audita, principalmente, es: a) reducción del déficit fiscal; b) con las metas monetarias, no emitir más allá de lo comprometido con la política monetaria acordada; y por supuesto, c) hacer crecer las reservas internacionales, un reaseguro no solo para el cobro de la deuda de Argentina con el FMI sino como un elemento de estabilización de la política macroeconómica. Cada trimestre el FMI revisa estas metas. Todo indica que la Argentina está cumpliendo, claro, sobre la base de un ajuste gigantesco al gasto social, induciendo una desaceleración de la economía y otorgando concesiones al poder económico para el ingreso de divisas, caso del “dólar-soja”. Bajo esas condiciones, la expectativa es que el FMI libere recursos por unos 5800 millones de dólares. Esos recursos, así como ingresan a las reservas internacionales también sirven para cancelar la deuda que oportunamente tomo el gobierno de Mauricio Macri con el FMI. En rigor, la política termina siendo “pagar deuda acrecentando la deuda”. Aquella deuda del 2018, asumida a cancelar en 5 años (crédito stand by), se transformó en una deuda a 10 años (préstamo de facilidades extendidas), una hipoteca que tendrán que pagar las generaciones actuales y futuras, sin descartar futuras renegociaciones que reanimen la transferencia de riqueza generada por el trabajo argentina hacia los acreedores de la deuda local. La realidad es que el cumplimiento de esas metas fiscales, monetarias y de crecimiento de las reservas internacionales se hacen sobre la base de un fuerte ajuste. El impacto es regresivo y se está generando, con las propias informaciones que surgen del ministerio de economía, quienes reconocen una desaceleración del consumo. Esa desaceleración del consumo está generando la buscada disminución del ritmo de crecimiento de los precios, la baja de la inflación, la tendencia a la desaceleración en las remarcaciones. Estamos transitando el mes de diciembre, y se conocerán en los próximos días el índice de precios de noviembre, con la expectativa de reducción respecto a los elevados indicadores desde el mes de julio pasado. Recordemos que en el mes de octubre hubo un cambio de tendencia: la inflación venia bajando en agosto y septiembre, y volvió a subir en el último mes registrado, que fue octubre. Ahora, en noviembre, debería reaparecer la tendencia decreciente y la expectativa del gobierno es que todo confluya a un 4% de inflación mensual promedio para el 2023. Con ello se cumpliría la meta presupuestaria de inflación del 60%. Lo curioso es que esa política de ajuste también se está manifestando en una merma de la recaudación tributaria, en el IVA. Es que si se desacelera el consumo hay menos impuesto al valor agregado y menor recaudación, sabiendo que el IVA es el principal impuesto en la Argentina, el impuesto que más le permite recaudar al Estado. Así se afecta la potencialidad del gasto público y se cumple la meta con el FMI, la que indica que hay que disminuir el déficit fiscal. En ese marco de baja del gasto público, existe una fuerte presión del poder económico y las derechas para tratar de disminuir los planes sociales. Lo que trascendió y se discute es que se desengancharían los planes sociales del salario mínimo, vital y móvil, que obviamente no alcanza a cubrir la canasta básica, pero al desengancharlo quedaría sujeto a una arbitrariedad de resolución por decreto. Por lo tanto, la respuesta social son movilizaciones para frenar la lógica del desenganche. Al mismo tiempo se empujan otras iniciativas, en donde se involucra al poder judicial y al ejecutivo, investigando los planes sociales y tratando de desafectar algunos de ellos, modificando normas relativas a los ingresos de los beneficiarios. Un perjuicio evidente para trabajadores o trabajadoras que perciben algún plan social y tienen alguna changa que le genera ingresos extras, colocándose por encima de la línea de la pobreza. Con ello, se discute la continuidad en el cobro del subsidio. En el medio de estas protestas y anuncios se sustentó desde el poder ejecutivo el levantamiento del secreto fiscal para los que perciben beneficios sociales. El gran interrogante es: ¿Por qué levantan el secreto fiscal de los pobres de toda pobreza y no se levanta el secreto fiscal de, por ejemplo, 100 grandes empresas compradoras de dólares por casi 25.000 millones de dólares durante el último gobierno de Mauricio Macri? ¿Por qué no levantar el secreto sobre 100 grandes fortunas individuales, denunciadas en un informe por el Banco Central de la República Argentina, que compraron unos 6.500 millones de dólares en ese tiempo histórico? Eso es parte de la fuga de capitales. Queda claro y resulta evidente la política de ajuste y la discriminación a favor de la riqueza y en contra de la pobreza. Buenos Aires, 5 de diciembre de 2022

¿Cooperación estadounidense para normalizar el capitalismo local?

La economía argentina se viene ralentizando, viene creciendo más lento, y es muy probable que se acompañe lo que está aconteciendo internacionalmente, el rumbo hacia una recesión. La recesión implica menos capacidad de producir, por lo tanto, menos para distribuir, agravando la situación de inequidad y desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza. Si ya es un problema la pobreza, la desigualdad, la baja de salarios, el desempleo, la flexibilización, la caída de la producción más la inflación, agudizará todos esos problemas. El horizonte de aumento de la conflictividad social no es un dato menor y cuenta en las perspectivas de objetivos para “normalizar” el orden local. Alejar el conflicto está en el interés de las clases dominantes, por lo que reducir la inflación resulta imperioso. En el marco de estas condiciones internacionales y nacionales, de inflación y recesión, el gobierno está intentando superar lo que consideran el principal problema: la inflación. El Ministro de Economía explicó en estos días que, si no baja la inflación de manera importe, no se ganan las elecciones presidenciales del 2023. En simultáneo, preocupa también el acuerdo con el FMI, que exige reducir el déficit fiscal e incrementar las reservas internacionales para fin de año. Estamos terminando el mes de noviembre y entrando en el último mes del 2022, por lo que existe premura por cumplir con el organismo internacional. Entre la tensión por alejar el conflicto y cumplir con el poder local y global es que se juega la política del oficialismo, por eso, resulta estratégica la función de Sergio Massa, como articulador de los intereses del poder económico para suturar lo esencial de la “grieta” política. Bajar la inflación Por eso, el ministro de economía Sergio Massa viene planteando en estos últimos días que va a inducir políticas para una baja de la inflación, y se propone que, para abril del próximo año, el registro oscile entre el 3% y el 4% mensual. Por ahora, los registros señalan una evolución en torno al 6 o 7% al mes. Si la inflación siguiera en esos valores, el año que viene tendríamos una inflación del 125% y no del 60%, tal como se sostiene en el presupuesto del 2023. Para llegar a ese 60%, la inflación tiene que estar al torno del 4% cada mes. Por eso, la estrategia que se plantea Sergio Massa es que en abril se estabilice esa cifra y tendencialmente empiece a bajar, y así cumplir con la meta presupuestaria del 60%. La intención es que, si no se reduce al 60%, que sea menor al registro de tres dígitos con que amenaza culminar el 2022. La inflación es un tema de gran preocupación, insistamos, de cara a las posibilidades de renovar la gestión presidencial en 2023. La inflación afecta sobre todo a la sociedad empobrecida, a los sectores de menores ingresos, por lo que el objetivo de reducir el ritmo de remarcación de precios tiene base económica, pero, sobre todo, tiene un fuerte sentido político. Ajuste para cumplir acuerdo con el FMI Decíamos que también interesa al gobierno cumplir con el FMI, lo que implica, entre otras cuestiones, reducir el gasto público al -2,5%. Eso explica el profundo ajuste bajo la gestión económica de Sergio Massa. Son más de 100 días de profundización del ajuste programado en la gestión de Martín Guzmán y el escaso tiempo de gestión de Silvina Batakis. También se tienen que acumular reservas en el BCRA. Por eso se anunció una nueva versión del “dólar soja”, con valores actualizados a los que se registraron en septiembre pasado. Entonces, el valor entregado a quienes liquidaron sus retenidas cosechas, estuvo en torno de los 200 pesos por dólar. Se esperaban unos 5 mil millones de dólares y se colectaron unos 8 mil millones. Se calificó como exitosa la política. El gobierno ingresó divisas en su contabilidad, a costa de un gran negocio para el sector gran productor y exportador del complejo sojero. Por cierto, es uno de los sectores económicos de poder concentrado en la Argentina, y confirma que su demanda de mejor tipo de cambio para su producción es satisfecha y con creces. Tienen poder político y capacidad de presión. Los jubilados no pueden presionar del mismo modo, tampoco los pequeños y medianos empresarios, ni las trabajadoras y los trabajadores. Esa es la mentada correlación de fuerzas. La presión es fuerte y por eso, entre otros aspectos, en estos días hubo tendencias al alza del tipo de cambio en el marco de una nueva presión cambiaria, con crecimiento del tipo de cambio ilegal o paralelo, que, en un mes, pasó de 290 a 320 pesos por dólar. Para intentar contener esa presión, el BCRA ofreció más de 1.000 millones de dólares, reduciendo su stock de reservas, por lo que la respuesta gubernamental, ante la perdida de reservas internacionales producto de estas presiones cambiarias, volvió a ofrecer una segunda oportunidad de “dólar soja”, por diciembre, ahora en torno a los 320/330 pesos por dólar. Se trata de una nueva oportunidad para incrementar la rentabilidad de grandes productores y exportadores del complejo sojero. Mientras, el ritmo de la devaluación de la moneda acompaña los registros de la inflación mensual. Todo el mes de diciembre habrá la posibilidad de vender esa soja retenida, que el gobierno estima en unos 3 mil millones de dólares, y tal como en septiembre pensaron en captar unos 5 mil millones y llegaron 8 mil, es probable que estos 3 mil millones puedan escalar a una cifra un poco mas alta. Resulta importante en la coyuntura política, ya que el propio gobierno dice que no es una medida permanente, pero es claramente una concesión al gran poder económico, lo que permitirá mostrarle al FMI a fin de diciembre que el acuerdo de incrementar las reservas cierra. Es una concesión al poder económico, a los grandes exportadores del complejo agroindustrial sojero, que son el sector que mas divisa incorpora a la Argentina. Pero también una señal al poder mundial expresado en el FMI, sobre la orientación de la política económica local. Apoyo de EEUU Además, hay que señalar que en el marco de lo que se está discutiendo y anunciando, es resultado de los acuerdos oportunamente consensuados con la Ministra de Economía de EEUU, Janet Yellen. En efecto, se va a empujar un nuevo blanqueo de capitales para completar aquel que hizo Mauricio Macri en su gobierno. Entonces, no todo lo fugado se blanqueó, y por eso si se habilita este blanqueo de capitales, EEUU va a facilitar la aplicación de un acuerdo de información sobre cuentas de argentinos en EEUU, de quienes no declararon su fuga de capitales. Se trata de especuladores, de grandes fortunas, que ahora están muy preocupados por estas acciones de asociación entre el gobierno argentino con el gobierno estadounidense. Por eso también la corrida cambiaria de estos días, para intentar cierta desestabilización y que el acuerdo se caiga. Al mismo tiempo, los tenedores de esos fondos en EEUU, intentan transferir esos activos líquidos a otros territorios del sistema mundial, y continuar escondiendo el dinero y capitales no declarados. Lo que se ve detrás del apoyo de EEUU, remite a lo que en su momento dijo Stanley, el embajador estadounidense en la Argentina. Este solicitó al gobierno y a la oposición que se pongan de acuerdo en una coalición de gobierno. No que formen un partido para gobernar, pero que haya acuerdos estructurales entre oficialismo y oposición, porque EEUU necesita que se estabilícela la economía argentina. Se trata de lograr la estabilización de la economía argentina y con ello, del poder económico del país, que incluye a las corporaciones transnacionales estadounidenses con intereses en la explotación de los bienes comunes locales. Si en los últimos tiempos adquirió relevancia las inversiones energéticas, especialmente en hidrocarburos no convencionales, o sea en el yacimiento de vaca muerta, el interés, ahora está en el litio. Esa es la lógica de la sintonía del gobierno y la oposición, o si se quiere, de una parte, importante de ambos, para acordar con el FMI en su momento, EEUU mediante, y el papel de Sergio Massa en esta etapa de fuertes contradicciones en las coaliciones que disputan el gobierno local. La gran incógnita transita por la respuesta social ante el ajuste y el constante deterioro de las condiciones de vida. Buenos Aires, 27 de noviembre de 2022

La remarcación de precios es una cuestión de poder

No hay duda de que la principal preocupación de la economía argentina, sobre todo para la mayoría de la población de bajos ingresos, es la elevada inflación, resultado del proceso de remarcación de precios, una cuestión de poder. Desconocemos aun el índice de octubre pasado, que puede haber terminado con una suba de precios igual o superior que la de septiembre. La inflación había alcanzado un pico en el mes de julio, con un índice del 7,4%, que descendió al 7% en agosto y al 6,2% en septiembre. Esa curva descendente puede revertirse con el resultado que revele en los próximos días el INDEC. Es un hecho que en la perspectiva del 2022 la inflación anual se acerque al 100%. No hay ingreso popular (salarios, jubilaciones o subsidios personales) que se acerque a ese nivel de evolución, expresión de la depreciación del dinero en la Argentina. Muy pocos trabajadores y trabajadoras en organizaciones gremiales que han tenido capacidad de negociación colectiva para defenderse de la evolución de los precios pueden igualar o superar ese indicador La mayoría de los ingresos populares fijos, sean salarios jubilaciones o planes sociales, no cubrirán de ninguna manera una canasta de precios que en promedio tiende hacia las 3 cifras, en torno al 100%. Claro, sin considerar que en ese promedio hay una cantidad de bienes y servicios que hacen a la reproducción de la vida cotidiana que crecieron por encima. El problema inflacionario, insistiremos hasta el cansancio, lo sufren la mayoría de la población de menores ingresos, siendo en simultáneo un mecanismo de distribución del ingreso y de la riqueza que concentra ganancias y patrimonios en la minoría enriquecida de la población y actores económicos hegemónicos con independencia del origen del capital. El que “puede”, remarca ¿Quién provoca las remarcaciones de precios, el incremento que deriva en elevada inflación? Contestaremos con una tautología: “el que puede”. Cualquiera que este en condiciones de aumentar “puede” hacerlo, aun siendo un pequeño establecimiento comercial o industrial. Si “puede” incrementar el precio, lo hace. Enfatizo él “puede”, porque también insistiremos que la inflación es una cuestión de “poder”. Remarca el que puede. Vale para un pequeño establecimiento, mediano o grande, pero la realidad es que son muy pocos los que tienen la capacidad de originar el fenómeno. Esos son los grandes operadores y fijadores de precios. Ellos son los que en origen instalan una cadena de remarcación que se puede, de algún modo, generalizar al conjunto de la sociedad en condiciones de establecer un precio. Por eso sostenemos que hay que confrontar a la inflación, o sea, al poder, y cada país la confronta en la manera que “puede”. Políticas antiinflacionarias La corriente hegemónica del pensamiento económico (neoliberal, liberal ortodoxa, monetarista ortodoxa, se la denomine como se quiera) actúa como está actuando EEUU en este momento. La Reserva Federal (banco central) viene aumentando la tasa de interés, y anticipa que profundizará esa política monetaria si no logra bajar la tendencia alcista de los precios. De lo que se trata es de enfriar la economía, restringiendo la circulación monetaria. La perspectiva es la desaceleración económica y la tendencia hacia la recesión, con las consabidas consecuencias sociales en materia de cierre de empresas, de cesantías, suspensiones y caídas de los ingresos salariales. Esa es la receta liberal que se extiende en la política monetaria del orden capitalista contemporáneo. Es la receta de la corriente de política económica que gobierna hoy el capitalismo mundial: en EEUU, en Europa, o en Japón, la receta es aumentar la tasa de interés. Curiosamente, o no tanto, en Argentina también viene aumentando la tasa de interés. Si en EEUU apuntan a una tasa del 4%, el Banco Central de la República Argentina ha establecido tasas de política monetaria del 75% (nominal anual) o 107,5% (efectiva anual). Son valores que proyectan imposibilidad de crédito para la expansión de la producción y una mejora en el empleo y la distribución del ingreso. Entre los principales beneficiarios de esas elevadas tasas de interés, están los sectores especulativos, especialmente la banca, destinatarios de las LELIQ, Letras de Liquidez que emite el banco central para intentar secar la plaza y por lo tanto ir a esa política de austeridad financiera. Las LELIQ prácticamente duplican la base monetaria y suponen un costo elevado a costa del conjunto de la sociedad y en beneficio de sus tenedores. Pero claro, EEUU al mismo tiempo establece una legislación compensatoria, caso de la ley antiinflacionaria que apunta cuidar el empleo y la producción local, sobre todo en el sector automotriz y de las autopartes para favorecer la producción local. Eso generó la protesta de la industria de México de fuerte relación productiva y comercial con EEUU, y por supuesto de Europa, donde las automotrices europeas no pueden acompañar lo que acontece con los beneficios de la industria automotriz estadounidense. Eso muestra a un estado estadounidense con poder para enfrentar al fenómeno inflacionario al modo liberal, aun a costa de sus aliados en la geopolítica global. ¿Y en Argentina qué? En Argentina la política inflacionaria esta condicionada por el FMI, que en primer lugar pide eliminar subsidios, lo que supone aumentos de tarifas, o sea, aumento de precios, lo que impacta en la inflación. Al mismo tiempo, el acuerdo sustenta la cancelación de la deuda, que genera intereses cuantiosos a solventar con una acrecida recaudación tributaria. Convengamos que siendo el IVA la principal recaudación tributaria en el país, la inflación termina siendo funcional a los objetivos de captar recursos para hacer frente a los compromisos externos, con acreedores privados y el FMI. Se trata de un acuerdo a contramano de una política antiinflacionaria. ¿Qué debiera hacer el estado argentino? Confrontar con el poder, con los que definen, en origen, el proceso de remarcación. Es una cuestión política que requiere cohesión en el poder ejecutivo, que requiere un debate profundo en el poder legislativo y judicial, que demanda una fuerte articulación de las distintas esferas del poder para confrontar con los que deciden los precios. Para ello se necesita un gran trabajo de consenso en el conjunto de la sociedad, en donde pareciera que ni el oficialismo ni la oposición están en condiciones de hacerlo, puesto que entre ellos se negociaron las reestructuraciones de la deuda desde 1983, recientemente ratificadas, pese a las condiciones excepcionales para denunciar el carácter odioso de la misma, incluso ante el impacto de la pandemia y ahora de la guerra en Ucrania. Hace falta en Argentina una alternativa política que resuelva y decida una confrontación con el “poder”, responsable de las remarcaciones de precios y por ello, de la elevada inflación. Buenos Aires, 7 de noviembre de 2022

Brasil y Argentina como expresión de regresividad en el capitalismo A propósito del triunfo de Lula

Es relevante el resultado electoral en Brasil del domingo 30 de octubre. Lula con casi sesenta millones de votantes será nuevamente presidente de Brasil, claro que su rival, el ultraderechista Bolsonaro, obtuvo apenas un par de millones de votos menos, constituyendo así una fuerza política de masas, con importante peso parlamentario y en las principales gobernaciones del país, casos de Río de Janeiro, San Pablo o Río Grande do Sul. Esa diferencia mínima augura un futuro complejo, especialmente en lo relativo a la situación económica y política del gigante del cono sur de América. La regresividad en el capitalismo brasileño será difícil de modificar, salvo que se desarrolle una fuerza política popular organizada y movilizada. Será interesante observar lo que acontecerá a futuro en ese país y considerar cuáles serán los vínculos y potencialidades de la relación de Brasil con la Argentina y el resto de la región latinoamericana y caribeña. No resultaron empáticas las relaciones bilaterales en estos años, entre Bolsonaro y Fernández, con destrato simétricos, más allá de ser ambos socios comerciales de peso entre sí y asociados en una estructura económico social de fortalecimiento de la primarización y la extranjerización. Hay cierto paralelismo entre Brasil y Argentina. desde el punto de vista estructural, de los cambios operados en la esfera de la dominación, desde un predominio industrial al del agro negocio de exportación dirigido por transnacionales de la alimentación y la biotecnología, con secuelas en ambos países en deterioro de los ingresos populares y las condiciones de trabajo y de salud, situación agravada en pandemia, especialmente en Brasil. Convengamos que ambos países sufren las consecuencias de la crisis mundial por el carácter subordinado que ostentan en la dinámica de la economía mundial. Es algo que verificó la CEPAL en su 39° periodo de sesiones realizado en Buenos aires, entre el 24 y 26 de octubre pasado. Allí se destaca el impacto de la situación mundial, de tendencia recesiva, para el conjunto de la región, y Brasil por su peso económico define en buena medida el destino de la evolución productiva de América Latina y el Caribe. El diagnóstico de la Comisión Económica para América Latina es de preocupación, en un marco de creciente desigualdad y bajas perspectivas de recuperación de la economía. La desigualdad es un problema de toda la región latinoamericana y caribeña, pero es gigantesca en el país de mayor población, en especial cuando Lula candidato aludía a los 33 millones de personas empobrecidas con dificultades para su alimentación. En Argentina baja levemente la pobreza, pero se incrementa la indigencia, dando muestra del enorme problema que presenta la insuficiencia de ingresos en millones de personas para ambos países. La desigualdad es un dato relevante de la economía brasileña, de la economía argentina y de la economía latinoamericana y caribeña. Las propuestas de CEPAL, presentadas en el cónclave reciente de Buenos Aires son una generalidad, adaptativa a las tendencias económicas que define el capitalismo desarrollado, que, en rigor, son parte de la adecuación de los países en Nuestra América a la dinámica de acumulación capitalista, que define a la región como proveedora de materias primas. Si se pretende superar la actual situación es necesario apuntar a la radicalización de propuestas de transformación socio económica que coloquen en primer lugar las prioridades que demanda la sociedad empobrecida y superar las condiciones de explotación y saqueo a que son sometidos nuestros pueblos. Tanto Brasil como Argentina vieron una importante recuperación de la economía en el año 2021 con respecto del 2020, pero el 2022 los muestra con tendencia a la desaceleración sobre todo con la proyección del 2023 y más allá, algo en común, según la CEPAL para el conjunto de la región. Si consideramos la evolución de Brasil en los últimos años veremos un retroceso relativo a sus posiciones en el ranking mundial por países y pese a sostener el primer lugar en América Latina y el Caribe por su capacidad de producir bienes y servicios, su posición en el conjunto mundial está en retroceso. De ubicarse entre los primeros siete hace una década, al presente muestra una pérdida de varios lugares, relegando posición entre los primeros 12. Argentina arrastra problemas estructurales por largo tiempo, agravada con sus elevados datos de inflación que la colocan entre los más altos de la región y del mundo. Brasil y Argentina comparten problemas estructurales. Por un lado, hay una tendencia creciente a la primarización de sus exportaciones. Comparten al complejo sojero como el principal sector generador de divisas, del mismo modo que avanzan en los desarrollos productivos de hidrocarburos. Son dos países sin tradición histórico como grandes productores y exportadores de petróleo y gas, algo modificado en los últimos años por importantes reservas de hidrocarburos no convencionales. Ambos países tienen relaciones económicas y políticas de tipo complejo, en el plano económico un fortísimo vinculo tanto de Brasil como Argentina con China, principalmente por las exportaciones de soja y sus derivados. Y en el plano político la complejidad de una tradición histórica vinculado a Europa y a EEUU, matizado en este ultimo tiempo por Jair Bolsonaro que privilegió los vínculos económicos, especialmente con Rusia. Brasil es el país latinoamericano de mayor desarrollo comercial con Rusia, algo que se destaca en tiempos de guerra y búsqueda de aislamiento de Rusia, sujeto de sanciones unilaterales dispuestas por EEUU y sus socios políticos en el mundo. Argentina tiene una dualidad de relaciones con el mundo asiático, China principalmente, y el mundo occidental, especialmente condicionada por el acuerdo con el FMI y el peso decisorio determinante de EEUU en el organismo internacional. Tanto Argentina como Brasil tienen desafíos en términos relativos en cuanto son definitorios en lo que acontece en el Mercosur. Brasil se retiro de la CELAC en tiempos de Bolsonaro. Argentina preside ahora de manera temporal la CELAC, y puede ahora bajo la presidencia de Lula volver Brasil a la CELAC y plantearse un desafío para la integración regional que pueden potenciar Argentina y Brasil. Claro que se trata de una relación económica y política con todas las incertidumbres del cambio político que podría haber en Argentina en el 2023. Es incierto el presente y el futuro, no solo por las inestabilidades políticas, sino por la ausencia de una fuerza política popular movilizada y organizada que defina rumbos en ambos países, en donde las derechas aparecen con importantes grados de consolidación. América Latina y el Caribe vienen en una perspectiva electoral de cambio político en desmedro de las posiciones mas a la derecha que podría ir a contramano de lo que acontezca en Argentina en el 2023 y en el escenario institucional en torno a Bolsonaro. Por eso interesa considerar de manera muy importante las elecciones en Brasil y la no reelección del presidente, augurando ciertas expectativas esperanzadas, con límites estructurales muy fuertes. Lula asumirá la presidencia en enero de 2023 y hasta entonces, un “bolsonarismo” ensoberbecido podrá obstaculizar la dinámica cotidiana, condicionando al próximo gobierno. Interesa también escudriñar como puede evolucionar la relación de Argentina y Brasil para intervenir en el debate de modelo político, que planteo la propia CEPAL y más aún la CELAC, sobre todo en lo económico, no solo para Brasil y para Argentina, si no para toda la región latinoamericana y caribeña. Buenos Aires, 1 de noviembre de 2022

Los objetivos que no se discuten del Proyecto de Presupuesto 2023

Tiene media sanción el presupuesto 2023, ahora el debate se traslada a la Cámara de Senadores. Mucho se discutió en la previa, respecto de algunas partidas y sobre el comportamiento político de las distintas bancadas. El oficialismo tuvo sus disidentes, nada menos que en la figura de Máximo Kirchner; mientras que la oposición se mostró divida sobre otorgar quorum y a la hora de las votaciones. Son todas expresiones de la crisis política actual en el país. De lo que poco se habló y discutió es sobre el mensaje elevado desde el Poder Ejecutivo, en donde se explicitan los objetivos del Presupuesto para el próximo año. Se trata de la orientación de “política económica” pensada por el gobierno para el próximo año, más allá de ciertas partidas e incluso de la veracidad de los “supuestos” contenidos en la legislación a discusión ahora en el Senado de la Nación. Señala el mensaje que el objetivo es el “crecimiento económico con inclusión social”, hasta ahora limitado por la “crisis de la balanza de pagos”, o sea, ausencia de divisas y por la “pandemia y la guerra” en Ucrania. Se destaca que para cumplir con los objetivos hubo que “reestructurar la deuda” con acreedores privados y con el FMI. Es curioso, ya que reconocen que el privilegio no es la “inclusión”, sino cumplir con los acreedores de la deuda pública, en general, producto de la especulación y el fuerte condicionante que supone el endeudamiento externo y su reestructuración. El mensaje pondera el crecimiento del 2021, premisa para cumplir con el objetivo de la “inclusión social”, desmentido por los datos de distribución del ingreso del INDEC , en donde queda claro que se favorece a la ganancia por sobre el salario, y ni hablar del resto de los ingresos populares, jubilaciones y subsidios para sectores sociales desfavorecidos. El propósito explícito del mensaje destaca la necesidad de “estabilizar la economía”, bajando la inflación, para lo que se propone: “orden fiscal”, o sea, ajuste en acuerdo con lo suscripto con el FMI; “superávit comercial” y “fortalecer las reservas”, necesario para juntar divisas que acrecienten las divisas necesarias para cancelar vencimientos de deuda por la reestructuración, tanto con privados como con el FMI; y finalmente “desarrollo con inclusión social”, una meta que siempre queda como una ilusión. Señala el mensaje, que los motores serán la “inversión”, la “producción”, las “exportaciones”, y el “mercado interno”. Muy discutible si se piensan en una preocupante tendencia a la baja de la previsión de inversiones, el mantenimiento de una lógica especulativa y un modelo productivo orientado a las exportaciones de bienes primarios, aceptado en la promoción de las exportaciones, pero dudoso respecto del objetivo del aliento al mercado interno, lo que requiere mejoras de los ingresos populares y de los beneficios de los sectores pequeños y medianos de la economía nacional. Las metas y el contexto La ley de presupuesto contempla un gasto total para el año próximo por 29 billones de pesos; un crecimiento del 2% del Producto Bruto Interno (PBI); un déficit del (-1,9%); una inflación del 60% para 2023, y un dólar a $269 para fin del próximo año. Prevé un aumento en las exportaciones de 7,1% y del 2% para importaciones, lo que resulta en un superávit comercial de más de 12.300 millones de dólares, repitiendo balance positivo como en los años previos, sin capacidad hasta ahora de retener esas divisas como incremento de reservas internacionales. El presupuesto es un supuesto previo, un “dibujo” que cumple con los términos legales. Igual interesa el debate porque hay que ver cuáles son las orientaciones generales que un gobierno plasma en el presupuesto, en lo que imagina que va a ser la economía del año entrante, en los objetivos de “política económica” que se propone. Por supuesto que vivimos un tiempo de muchas incertidumbres, de los imponderables cotidianos en el contexto mundial y local. ¿Quién puede prefigurar que va a pasar en el 2023? El tema de la guerra en Ucrania, en Europa, que escala peligrosamente hacia una conflagración nuclear de impacto global. Es un marco para la expansión del gasto militar de los países, lo que al mismo tiempo estimula políticas de austeridad en otras áreas. La orientación del gasto público hacia armas y la defensa militar, con una predisposición a un futuro de ofensiva para la guerra, alienta la militarización de la economía y desalienta políticas sociales y de distribución progresiva del ingreso. Al mismo tiempo, existen muchos imponderables sobre la economía argentina, especialmente en materia de inflación. Claro que hay crecimiento de la inflación mundial, junto a una tendencia a la recesión, según señalan los principales organismos internacionales. En la reciente reunión del FMI , sus previsiones son de deterioro de las condiciones de funcionamiento de la economía mundial para el 2023 y el 2024, o sea que el horizonte es recesivo en el corto, mediano y largo plazo, algo que también afecta a la Argentina. La Argentina es un país que viene creciendo desde 2021 más que el promedio de América Latina y el Caribe, pero tiene, como toda la región, un horizonte de descenso de la producción. Si se produce menos hay mucho menos para distribuir, o si se quiere, una disputa de cómo se distribuye ese menor crecimiento, sea entre capital y trabajo y al interior de la competencia inter-capitalista. De hecho, las predicciones de crecimiento en el proyecto de presupuesto 2023 verifican un 4% para el 2022 y una reducción al 2% para el 2023. Habrá que ver si la incertidumbre mundial, o la local, supone una cifra menor de crecimiento. El pronóstico de inflación según el presupuesto del 2023 es de 60%. Es incierto el pronóstico, porque si fue difícil bajar la inflación en el 2022 y con una situación agravada en el plano mundial es muy previsible que no se cumpla esa previsión para el 2023. Por lo tanto, en el plano del contexto, sea internacional, global o nacional, hay que imaginar un 2023 de alta inflación y regresividad en la distribución del ingreso, porque si contamos que hay desaceleración de la economía, incluso perspectiva recesiva de la economía mundial y de la argentina, eso impacta en baja de ingresos populares, especialmente salarios, jubilaciones, pensiones y planes sociales. Por eso decimos que habrá regresividad en la distribución del ingreso, que es lo que hasta ahora viene verificando las cuentas del INDEC más allá del crecimiento importante de la economía argentina con la recuperación económica desde 2021. En materia de contexto, un gran condicionante del funcionamiento de la economía argentina para el 2023, y mas adelante, 2024 y mas allá, es el acuerdo con el FMI. Se trata de un acuerdo que incluyó diez auditorías trimestrales, de las cuales ya se han realizado dos, o sea, que en el año 2023 y en 2024 continúan las auditorias trimestrales del FMI. Esas auditorias controlan las pautas suscriptas en marzo pasado entre la Argentina y el FMI y condicionan la “política económica” local, expresadas en las metas presupuestarias. Por ello las metas que apuntan a disminuir el déficit fiscal y a generar condiciones para mejoras de las reservas internacionales, derivadas principalmente del superávit comercial. Respecto del ajuste, destaquemos que éste no se orienta hacia los principales rubros del gasto público, caso de los subsidios a las empresas, con la demora en la aplicación de la eliminación de los subsidios por tarifas de servicios públicos a empresas privatizadas. Es probable que para el año 2023 estén en plena aplicación y habrá que ver la magnitud de esa adecuación tarifaria, e incluso la respuesta de la población a esas facturas incrementadas. El segundo gasto en importancia, por su magnitud, son los intereses de la deuda pública, en donde no están previstos recortes, por lo que inducimos que el ajuste fiscal se aplica sobre el gasto público de contenido social. Por eso destacamos en el contexto, la importancia del acuerdo con el FMI, que condiciona la política macroeconómica en la Argentina, algo que está reflejado en el presupuesto 2023. En concreto, si para este año 2022 el consumo tenía un nivel de expansión del 6,5%, para el 2023 está prevista una expansión solo del 2%. Tiene una predicción de un menor crecimiento del consumo, y en ese sentido es muy importante la disminución del consumo público, del consumo del Estado y más aún, de la inversión pública. Si la inversión en este 2022 había tenido un crecimiento del 10%, y eso se propagandiza con mucha fuerza, la previsión es que la inversión crezca menos del 3% para el 2023. Sabemos que el capitalismo tiene como elemento definitorio a la inversión. Si no hay crecimiento de la inversión, no hay reproducción de la lógica del capital, de la lógica del capitalismo. La importancia de la inversión pública en el régimen económico es muy importante. Ratifica la Argentina con este presupuesto la tendencia al crecimiento de las exportaciones y una fuerte restricción de las importaciones, porque Argentina tiene como objetivo de política económica defender la tenencia de divisas. Argentina necesita de dólares, para pagar la deuda, en primer lugar, para sostener la credibilidad en el plano internacional, y es uno de los compromisos suscriptos con el FMI. Por eso ante la necesidad de dólares, la lógica es acrecentar las ventas al exterior, lo que supone un mayor crecimiento previsto de las exportaciones y una restricción al proceso de importación. Surge así un problema, porque Argentina es un país industrialmente dependiente de las importaciones. No hay crecimiento de la producción industrial de la Argentina sin crecimiento de las importaciones, y como se planifica una merma en las importaciones, no solo habrá un escenario de desaceleración o de recesión, si no de una apuesta restringida al crecimiento industrial. Con ello, se ratifica la tendencia a la proyección de un modelo productivo primario exportador, de aliento a la producción primaria y al estimulo a las exportaciones para generar un excedente de divisas que favorezca el cumplimiento con el FMI y las principales premisas de funcionamiento de la economía argentina. El problema es el modelo productivo y de desarrollo Mucho se discutió en la previa y en la sesión de los diputados sobre algunas metas y propósitos, caso del cobro de impuesto a las ganancias del poder judicial, sin embargo, insistamos que el tema de fondo está en los objetivos que explicita el Proyecto presupuestario para el 2023. Por eso señalamos que el gran condicionante económico para el país resulta del acuerdo con el Fondo. Argentina debe denunciar ese acuerdo por lesivo y derivado de una deuda odiosa. Insistamos que no es el espíritu ni del poder ejecutivo ni de la mayoría de los bloques legislativos, pero es imprescindible para pensar en términos de políticas soberanas en materia económica, que apunten a resolver insatisfechas necesidades de la población. Al mismo tiempo, desde allí es que pueden pensarse cambios al modelo productivo y de desarrollo, lo que supone cambiar la inserción en la economía mundial. Todo un desafío para pensar en políticas alternativa y alternativa política para otro rumbo de la sociedad argentina. Buenos Aires, 26 de octubre de 2022

El 17 de octubre y la identidad política del movimiento obrero en la Argentina

Puede y debe pensarse el 17 de octubre con una perspectiva de izquierda, y en ese sentido, partir de que el movimiento obrero en argentina nació anarquista, socialista, comunista, y se desarrolló bajo esas identidades políticas desde el último cuarto del siglo XIX. Las luchas por sus reivindicaciones democráticas, como trabajadores y trabajadores encontraron identidad política en esas diferentes opciones de la clase trabajadora por más de medio siglo, hasta 1945. En 1945 emerge el “peronismo” como identidad política mayoritaria del movimiento obrero, y la experiencia de la lucha de clases previa encontró su expresión política en el Peronismo. Las trabajadoras y los trabajadores continuaron su lucha y organización en defensa de sus intereses, mayoritariamente, bajo la identidad política del peronismo. Hay que señalar que ese movimiento obrero, con hegemonía peronista, siempre, aun dentro de los periodos de gobiernos del peronismo, desplegó su lucha en defensa de sus intereses de clase, con autonomía del estado, las patronales, los partidos burgueses e incluso el partido justicialista bajo sus distintas denominaciones y/o frentes. Por ello, se registran huelgas, movilizaciones, en distintos turnos del peronismo: el de 1945, el de 1973, incluso los más recientes desde el 2003. Las luchas del 55 al 76 supone un programa en defensa de los intereses de clase y bajo la identidad política del peronismo, en simultáneo con la unidad de acción con otras expresiones de la identidad política de la clase obrera. Se trata de pensar la historia del movimiento obrero y sus identidades políticas, antes y después de 1945. En ese sentido, constatar la confluencia de la izquierda en el peronismo con la izquierda no peronista, caso de la articulación “Tosco, Salamanca y Atilio López” en el Cordobazo, y con otros nombres propios en el mismo tiempo en el Rosariazo, en el Choconazo y en otros “azos” de los 60s y 70s. La clase obrera luchó y lucha por sus intereses y reivindicaciones desde sus propias identidades políticas. Por eso, hay que pensar en el peronismo y su inserción en el movimiento obrero, en dinámica, en dialogo y en disputa con la izquierda socialista, comunista, anarquista, independiente, de distinta tradición política en la Argentina. El tema importa por las búsquedas de este último tiempo, partiendo si se quiere desde el 2001, y la profunda crisis política de la tradición histórica en la argentina: del radicalismo, del peronismo, del socialismo, del comunismo, de otros grupos políticos de tradición histórica de las organizaciones políticas en la Argentina. La derrota de los 70´ ante el terrorismo de Estado y las reaccionarias reformas estructurales del capitalismo local y mundial imponen una nueva realidad en el último medio siglo, de recomposición del movimiento obrero en su estructuración y en búsqueda de una identidad política que lo represente. Remitimos a la crisis de la política, con radicales y peronistas en el Frente de Todos y en Cambiemos; con socialistas y comunistas dentro del Frente de Todos y por afuera; como socialistas en articulación con el radicalismo y el macrismo en algunos territorios. Por lo cual, hay una crisis política y de identidades que es muy fuerte y el movimiento obrero no está ajeno a esa situación. Es un movimiento obrero que es parte de la tradición de organización sindical pero también territorial a partir de los datos que nos devuelve el capitalismo de época, con crecimiento del desempleo, la pobreza, la extensión de la flexibilidad laboral, la falta de seguridad social, que lleva a una situación de deterioro en términos de ingresos de la población trabajadora y a una rediscusión de sus formas de inserción y organización política-popular. Por eso hoy, 17 de octubre del 2022, y pensando una reflexión desde la izquierda, insistamos en una izquierda diversa, el movimiento obrero de identidad peronista conmemora hoy la fecha en distintos actos, sin unidad política, mostrando la fragmentación al interior del movimiento obrero tal como existe en la Argentina, al interior de la identidad peronista tal como aparece en el país en 2022. Son acciones que se despliegan en un marco de fuerte ofensiva del capital contra el trabajo, un tema que empezó en el caso argentino con la dictadura militar de 1976, incluso con el rodrigazo en 1975 y las Tres A, la Alianza Anticomunista Argentina. Una ofensiva capitalista que no se ha detenido en ningún momento histórico más allá de intentos de recomposición de los ingresos y de la capacidad de organización y lucha del movimiento obrero. Es así como el movimiento obrero en su dinámica de lucha de clases a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX buscaba una perspectiva de emancipación del trabajo en las tradiciones globales de confrontación con el capital, desde el anarquismo, el socialismo y el comunismo, y luego, producto de las circunstancias del desarrollo capitalista mundial y sus especificidades en Argentina, encontró en la identidad del peronismo una forma de canalizar esa conflictividad. Hay que señalar que hoy existe un desafío para los movimientos populares, sociales, los trabajadores y las trabajadoras, que pasa por encontrar una articulación política popular que junto a las luchas por las reivindicaciones democráticas de ingresos, de seguridad social, de condiciones de trabajo, puedan contribuir a la construcción de una identidad política que los represente para una perspectiva emancipadora, que en las condiciones actuales del capitalismo mundial, no puede ser solo una respuesta nacional sino que tiene que ser de carácter regional y global, internacionalista, por la emancipación del trabajo contra el capital. Buenos Aires, 17 de octubre de 2022

Inflación y lucha de clases

La inflación de septiembre en Argentina alcanzó al 6,2%, menos que el 7% de agosto y que el 7,4% de julio, lo que le permite decir a las autoridades económicas que la inflación está bajando. Razonan señalando que la inflación “está bajando poco, no alcanza, queremos que baje más, y para eso estamos tomando medidas para estabilizar la economía”, con expectativa de reducir poco a poco el registro mensual. Nos interesa destacar que la palabra de moda ahora es “estabilizar”, tal como durante la gestión de Martín Guzmán, la palabra de orden era “tranquilizar” la economía. El dato de realidad es la economía no se tranquilizó. Es más, se “intranquilizó” para la mayoría de la población argentina que vive de ingresos fijos. Algo notorio con el 83% anualizado de inflación y un pronóstico del 100% para el 2022, con bajas en los ingresos populares. Se trata de un gran deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población que vive de ingresos fijos, sean salarios, pensiones, jubilaciones o planes sociales. La mayoría en la Argentina vive de ingresos por ser trabajador o trabajadora, muy pocos bajo convenio colectivo de trabajo, la mayoría sin convenio, muchísimos en una situación de irregularidad, por la no realización de aportes correspondientes por parte de las patronales, lo que muestra que en la Argentina hay una gran impunidad en la registración del trabajo. Así, millones de personas no tienen acceso a la seguridad social y ven dificultados sus futuros ingresos previsionales antes las limitaciones que van a tener cuando lleguen a la edad de la jubilación, por aportes no realizados o aportes realizados en la mínima, que no van a permitir condiciones dignas de jubilación. Es lo que se verifica en la actualidad, con la mayoría de las jubilaciones nacionales, incluso provinciales, que están en la mínima, o que están debajo del promedio necesario para satisfacer una canasta del adulto mayor. Resulta algo que ocurre con el ingreso de la mayoría de la población argentina bajo el dato de la “pobreza”, que más allá del registro estadístico, un 40% de la población argentina tiene ingresos por debajo de la pobreza, y para los menores de edad la cifra está por encima del 50%, incluso aún más según sea el territorio. En efecto, las zonas geográficas de mayor concentración de la pobreza en argentina, caso del norte del país, allí los niveles de pobreza infantil y en general son más alarmantes, con escalas que llegan al 60% o 70% de los menores. Por eso la inflación es un tema preocupante. No solo preocupa el dato del 6,2% que aun siendo menor al de agosto o al de julio, porque lo que preocupa es una proyección que según las estadísticas del Banco Central de la República Argentina están por encima del 100% para el año 2022 y augura una dinámica de evolución de precios al alza para el 2023. El ministro de economía Sergio Massa en Washington, reconoce la especificidad de la inflación local, más allá de la disparada mundial de precios. La inflación como fenómeno de época El marco mundial es de crecimiento de los precios, incluso, en estas horas, se conoció también la inflación estadounidense, y contrario a lo que pronosticaban en Estados Unidos, no hay una tendencia a la disminución de los precios sino al alza. La inflación mundial es un problema de la lucha de clases. Ocurre que solo algunos operadores económicos están en condiciones de incrementar los precios, caso de los alimentos y la energía en el mundo. Detrás de ello vemos a las grandes trasnacionales de la alimentación y de la energía intentando recuperar posiciones luego de la crisis del 2007-2008, la desaceleración económica posterior, la gran recesión deliberada que se gestó en el 2020 con la pandemia por el COVID-2019. El repunte de la economía en el 2021 fue una pelea por recuperar niveles de ganancia de manera muy importante, por eso la suba de precios y la inflación mundial se aceleró en el 2021 con la recuperación económica. Ni hablar en este 2022 con la situación de guerra en Europa donde la cuestión de los precios, sanciones mediante de Estados Unidos a Rusia, que se suman a las sanciones a China, a Cuba, a Venezuela, a Nicaragua, a Irak y a cuanto país ose una política diferenciada de la hegemonía del dólar a escala global. Todo eso es parte de la explicación del crecimiento de los precios a escala mundial. Por eso decimos que la inflación es un fenómeno de lucha de clases mundial, y aquí en la Argentina también, porque cuando vemos el resultado de la evolución de precios e ingresos populares, sean salarios, jubilaciones o los llamados beneficios sociales que supone la política social masiva, nos damos cuenta que hay una ganancia de los ingresos de una minoría de la población que concentra lo principal de los medios de producción en la Argentina: grandes propietarios de tierra, de comercios, de industrias, de establecimientos de servicios diversos, que presionan por una política económica favorable a la ganancia en términos generales, a la renta y en desmedro de los ingresos fijos de la mayoría de la población. Insistimos en que la inflación es una expresión de la lucha de clases que se manifiesta en cuanto de la producción social general en la Argentina queda en manos de los propietarios de medios de producción y cuanto para quienes solo tienen para ofrecer la venta de su fuerza de trabajo. En este marco el ministro de economía recibió las noticias del indicador de precios de septiembre estando en Washington, una visita de 3 días, en el marco de la reunión anual del FMI y del Banco Mundial, donde Sergio Massa se reunió con la titular del FMI. En ese marco, el FMI felicito al ministro de economía por los esfuerzos que lleva adelante para cumplir con los acuerdos suscriptos en marzo pasado. Hay que ser claros, los acuerdos con el FMI son de ajuste y de reestructuración regresiva de la economía argentina, lo que llaman “estabilizar” las cuentas macroeconómicas de la Argentina. Se trata de bajar la inflación, y para eso incluso se está llamando desde el ministerio de economía a reuniones de empresarios con dirigentes sindicales para que morigeren la disputa de apropiación del ingreso en la reapertura de paritarias. No será extraño volver a escuchar la letanía que remite a la responsabilidad por la inflación a la demanda de mejoras de los ingresos populares. Algo de esos argumentos estuvieron en el conflicto del sindicato del neumático y ahora se reitera ante la demanda de variadas organizaciones sindicales y territoriales por la mejora del ingreso. La inflación sigue siendo un tema estructural, ya no solo de la coyuntura de la Argentina. Es un tema estratégico, de lucha de clases, y claro, los cambios en el gabinete de ministros del gobierno del Frente de Todos son parte de esta dinámica en vísperas de un proceso electoral de renovación presidencial en 2023 y por ende, de debate político sobre el rumbo del país. Por ello insistimos en que la inflación es una cuestión política, mucho más que una “cuestión económica”. Los técnicos en el gobierno, en las patronales, en los medios de comunicación, insisten en que la solucione es la “estabilización”, y cuando hablan de “estabilización” o de “tranquilizar” la economía argentina, es para satisfacer las demandas de una lógica de producción y distribución que impone el orden capitalista a favor del capital, en contra del trabajo y las condiciones de vida de la mayoría de la población. Salvo que la población más empobrecida ponga límites a esta perspectiva de política económica y genere condiciones para una redistribución progresiva del ingreso y de la riqueza, lo que supone también entramados políticos adecuados para cambiar el orden económico, social y político en el país, como parte de cambios profundis en el orden global. Un orden que parece orientarse políticamente hacia la extrema derecha y que, por ende, convoca a pensar en términos de contraofensiva popular para una perspectiva mundial y local de reestructuración solidaria de las relaciones sociales en la producción. Buenos Aires, 17 de octubre de 2022

El capitalismo como problema a superar

El titular de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de la Argentina, Horacio Rosattí, sostiene que “La Constitución argentina tiene un modelo que es el capitalismo." Sustenta la afirmación en el orden constitucional consagrado en 1853 y reformado en 1994, lo que define la institucionalidad del “orden socio económico” vigente en el país, en acuerdo con una lógica global capitalista que debe ser discutida. En efecto, ni la Argentina, ni la región, ni el mundo pueden sustentar un orden social que a todas luces empeora las condiciones de vida de millones de personas en el planeta, al tiempo que socaba el propio metabolismo planetaria producto del modelo productivo de explotación, saqueo y devastación. La desigualdad es un dato evidente en variados estudios de organismos internacionales y estudios profesionales y de universidades. El cambio climático es una preocupación discursiva no sustentada en las políticas públicas que agreden y socavan el metabolismo de la naturaleza, Señala el titular de la CSJ que el capitalismo se basa en el "respeto a la propiedad privada, aliento a la iniciativa particular, y competencia." No discute el origen de esa “propiedad privada”, resultado de la desposesión de los originarios y la consagración del "derecho" para legitimar el despojo. La posesión es un fenómeno histórico, como es también la larga historia de la desposesión hacia la consagración de la propiedad privada de los medios de producción. Se trata de un proceso con especificidades en cada territorio y que en los que hoy llamamos América Latina y el Caribe tiene antecedentes en el “descubrimiento, la conquista y la colonización” desde 1492. En Argentina se afianza el proceso de desposesión con las campañas “al desierto” de 1833/34 y 1879/80. Rosattí niega el derecho de los originarios al reclamo actual de territorios de posesión ancestral. Agrega el titular de la CSJ que la Carta Magna “no prevé la lucha de clases sino su complementación, y quienes quieran (estos principios) deben hacer una revolución o modificar la Constitución para lo que se requieren los dos tercios de ambas cámaras”. Acierta el miembro de la Corte Suprema en que la Argentina demanda una REVOLUCIÓN para modificar el orden económico social vigente. Eso, la REVOLUCIÓN, es lo que se evoca cada 25 de mayo desde 1810 y es lo que puede resolver el desastre que sufre la mayoría empobrecida de la Argentina. Incluso, puede ser una "revolución" que conquiste los 2/3 de un Congreso funcional al poder que empobrece a la mayoría. Claro que ello requiere de una propuesta política popular aun ausente en el debate actual. Conclave del poder para ratificar rumbo Las opiniones del cortesano fueron ofrecidas en el coloquio de IDEA, verdadero cónclave del poder local, uno de los cenáculos regulares en donde la clase dominante reflexiona sobre los problemas a resolver, dando por hecho que el problema no es el capitalismo, y que lo que se debe hacer funcionar es el propio capitalismo. Hay un diagnóstico erróneo instalado no solo en IDEA, sino impuesto mediáticamente por periodistas y comentaristas de medios y asesores profesionales de las cámaras empresarias y el poder político, y remite a un “problema de gobierno”, o de varios gobiernos, que hacen mal las tareas necesarias para que el capitalismo funcione adecuadamente. El ambiente generalizado de los participantes en Mar del Plata, sede del coloquio, coinciden en responsabilizar al gobierno actual por la falta de un plan de estabilización y claro, también responsabilizan al gobierno previo, por lo que sus referentes en el cónclave perjuran que en el futuro próximo ya no cometerán los mismos errores del cuatrienio previo y sabrán escuchar el mandato del “mercado”, expresiones recibidas con aplausos. Remiten a la “iniciativa privada” y a la “competencia” que propagandea como un ideal el cortesano Rosattí. Habría que interrogarse sobre el funcionamiento del capitalismo global, no solo en la Argentina, e interrogarnos sobre los problemas contemporáneos, no solo las manifestaciones del problema, como la inflación o la recesión, sino la tendencia política a la confrontación e incluso a la conflagración con amenaza nuclear, que hoy disputan las armas de la OTAN contra Rusia en territorio de Ucrania. Son temas centrales en el debate de la reunión anual del FMI en Washington o en las preocupaciones de la banca central y los gobiernos de los principales Estados del capitalismo mundial, en EEUU, Europa o Asia. El capitalismo funciona así, con una crisis irresuelta en la primera década del siglo XXI y, por ende, con iniciativas políticas para profundizar la liberalización económica, que afectan las relaciones económicas con los resultados a la vista en materia de extensión de la pobreza y concentración de la riqueza, destrucción del medio ambiente y un proceso creciente de devastación que niega el sueño del “progreso” eterno del idealizado “capitalismo”. Argentina es parte del mundo y de ese “progreso” imposible bajo el orden capitalista realmente existente, lo que convoca a discutir el rumbo actual, el del capitalismo, y más allá de cualquier experiencia en nombre del socialismo, el desafío sigue estando en una lógica alternativa de orden social, como soñaron muchos precursores del socialismo local, regional o mundial y avanzar en un rumbo de organización económica, social, política o cultural, que parta de la satisfacción de las más amplias necesidades sociales. Buenos Aires, 15 de octubre de 2022

Cambios en el gabinete de ministros

Durante el feriado largo pasado (7 al 10/10) se reestructuró el gabinete del gobierno argentino, en un contexto económico, social y político muy complejo. Esa complejidad remite, entre otras cuestiones, al debate concentrado en la represión en Villa Mascardi y su desenlace con la prisión de mujeres mapuches, que entre muchos impactos eyectó del gabinete a la responsable del Ministerio de la Mujer. Mientras se procesaba el impacto político de la represión, la prisión y la renuncia de la ministra, acontecía en simultaneo una masiva concentración de militancia popular en el 35° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries, que se realizó en la provincia de San Luis, que es, como bien dicen las organizadoras, territorio Huarpe, Ranquel y Comechingón, poniendo en evidencia la importancia que adquiere en la contemporaneidad la cuestión de los pueblos originarios, sus demandas, y el tratamiento que en Argentina se les otorga, más allá del reconocimiento constitucional. El remplazo en el gabinete se resolvió con la funcionaria puntana, encargada gubernamental del área de la mujer en la provincia de San Luis, responsable de la gestión institucional del masivo cónclave de los feminismos populares. Así, Ayelén Mazina fue designada al frente del ministerio en el poder ejecutivo nacional. Un interrogante que podemos hacernos es si saldrá al encuentro de las demandas planteadas en los múltiples talleres, movilizaciones, discusiones que hubo en la provincia de San Luis, y que transitaron por temas muy diversos. Entre ellos destacamos los relativos a los derechos de los pueblos originarios, la lucha contra el modelo productivo primario-exportador de subordinación del orden económico local a las demandas de las corporaciones trasnacionales, especialmente lo que tiene que ver con alimentos y biotecnologías, pero que constituye una subordinación del modelo productivo argentino, no solo a esas trasnacionales, sino también a las políticas externas de los principales estados del capitalismo mundial, muy particularmente de EEUU, de Europa, de Japón, en disputa incluso por la dominación de la política alimentaria mundial con China y los bloques que se van desarrollando en la disputa del orden internacional. Un dato relevante es que las luchas de las mujeres originarias de las comunidades puntanas no tuvieron receptividad en la lógica del gobierno local, por lo que se discute que traerá de novedoso la nueva gestión, considerando la causa de la renuncia de la predecesora en el cargo. Las demandas del cónclave plurinacional en la ciudad cuyana incluyeron reclamos contras las políticas que empujan los organismos internacionales, especialmente en Argentina a partir del acuerdo suscripto con el FMI en marzo pasado. Un debate pertinente ya que se acaba de aprobar la segunda auditoria trimestral por parte del FMI, de una decena programada, en donde el reclamo del Fondo apunta a cumplir a rajatabla el ajuste suscripto. Todo apunta a restablecer el clima de negocios y, por ende, a la promoción de la lógica de la ganancia capitalista, en un momento de muchas debilidades del orden económico local, regional y global. Más allá de la especificidad de la inflación local, asistimos a un tiempo de elevación mundial de precios y pronósticos de una recesión mundial, tal como informa el FMI en su reciente informe de perspectivas de la economía mundial. Premios Nobel que legitiman el liberalismo y agendas ministeriales Un dato relevante de la coyuntura se presenta con la premiación del Banco de Suecia, que otorga anualmente el “Nobel de Economía”, y en esta ocasión a tres personajes: Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig, por “sus aportes a entender la importancia de los bancos y las crisis financieras”. Vale recordar que Ben Bernanke ha sido titular de la Reserva Federal estadounidense (FED) entre 2006 y 2014. Fue uno de los presidentes de la banca central estadounidense, no solo en plena crisis del 2007/09, sino uno de una saga iniciada en 1979 que impuso la lógica neoliberal de ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad e intentar ponerle fin a la inflación arrastrada a fines de los setenta del siglo pasado, un tema que ahora vuelve y como las mismas recetas neoliberales, monetaristas y ortodoxas del ajuste fiscal. Bernanke es uno de los responsables en el privilegio a la lógica financiera especulativa de este tiempo. Por eso es importante discutir esta coyuntura con la reestructuración del gabinete nacional, donde no solo se discute la política del ministerio de la mujer, sino que está en discusión la agenda de las nuevas funcionarias en los ministerios de Trabajo y en el de Desarrollo Social. Resulta adecuado interrogarse sobre la agenda para ambos casos. La pregunta es si, , Kelly Olmos en Trabajo o Vitoria Tolosa Paz en Desarrollo Social, apuntarán a resolver las demandas de trabajadores y trabajadoras, ocupadas/os, desocupadas/os, por los ingresos que van perdiendo claramente contra una inflación derivada de la gigantesca remarcación de precios que ya se proyecta por encima del 100% para el 2022, más allá de cualquier discusión paritaria que acerque los ingresos salarios de la minoría de los trabajadores y trabajadoras con convenio colectivo a esos valores de la inflación. La interrogación apunta a si resolverán las demandas a favor de la presión del capital más concentrado, local y extranjero, que vienen presionando por reaccionarias reformas laborales, previsionales e incluso recortes a los planes sociales. Planes sociales que están siendo auditados como no se auditan, por ejemplo, subsidios a grandes empresas que son superiores incluso a los intereses de la deuda que paga la Argentina. No se ha auditado la deuda con el FMI u otras deudas con inversores internacionales y si se auditan los planes sociales a movimientos territoriales de una población que esta entre las más sumergidas de la Argentina. Importan los cambios en el gabinete, que generan discusión, incluso al interior de la coalición de gobierno, expresión del deterioro político de la gestión actual. En rigor, la nueva conformación del gabinete de gobierno augura penurias sociales en ascenso en un momento de elevación de precios y deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Así como las luchas históricas de los feminismos populares prefiguran un programa de crítica y de rumbos alternativos al orden económico, político, social y cultural; la lucha de trabajadoras y trabajadores, tanto como el conjunto de la conflictividad social marcarán la pauta de las contradicciones entre una iniciativa política que pugna por una salida capitalista a la crisis contemporánea o un rumbo alternativo con eje en las demandas de los de abajo. La fecha del 12/10, de conmemoración de la inserción subordinada de los pueblos de nuestros territorios a la expansión mundial del régimen del capital hace más de medio milenio, convoca a retomar y resignificar una perspectiva de emancipación, que incorpore una síntesis de la tradición anticolonial, anticapitalista, antiimperialista y contra el patriarcado y toda forma de discriminación y racismo. Buenos Aires, 12 de octubre de 2022

Nobel de economía 2022 a defensores de la banca transnacional

El Banco de Suecia otorgó el Nobel de Economía 2022 a Ben S. Bernanke, (1953) del “Brookings Institution” de Washington; a Douglas W. Diamond (1953) de la Universidad de Yale y la Universidad de Chicago; y a Philip H. Dybvig (1955), de Yale y la Universidad de Washington. Recordemos que Ben Bernanke fue titular de la Reserva Federal de EEUU (FED) entre 2006 y 2014. Es decir, quien actuó al frente de la banca central estadounidense en plena crisis del 2007/09, con medidas de salvataje a la banca transnacional que opera desde Washington como timón del sistema financiero mundial. Resulta una ironía que se sostenga que lo premian por su aporte al estudio sobre la banca y las crisis financieras. Si no supiéramos que el Banco de Suecia otorga los premios a la corriente hegemónica de la disciplina, parecería una broma del día de los inocentes. Solo en muy pocas excepciones, el banco sueco otorgó premios a referentes de la heterodoxia, caso de Stiglitz en 2001 y de Krugman en 2008, dos momentos de fuerte crisis económica mundial, especialmente en EEUU. Bernanke, desde la FED, promovió una gigantesca emisión monetaria para el salvataje de la banca transnacional de su país, amenazada ante la caída estrepitosa de Lehman Brothers en 2008. Se decía que eran “muy grandes” para caer y, por ende, había que salvarlos para evitar “mayores males” en la economía global. El resultado luego del salvataje devino en mayor concentración del ingreso y de la riqueza, con creciente desigualdad entre la cúpula reducida de población de mayores ingresos y la inmensa mayoría empobrecida de la población mundial. Bernanke es responsable de una lógica de política económica de fuerte emisión para el subsidio y financiamiento al capital concentrado, al tiempo que se restringía el gasto social, denominadas políticas de austeridad. El salvataje grosero de la banca trasnacional en la crisis 2007-09, se hizo en su gestión al frente de la FED para salvar a la banca en crisis y en contra del gasto social en todo el mundo. Fundamentación a los premios Los argumentos de la banca sueca señalan que se trata de una “…investigación fundamental sobre el papel de los bancos en la economía, particularmente durante las crisis financieras”. Así, los banqueros suecos aluden a “como los bancos tradicionales y otras instituciones similares a los bancos facilitan los préstamos entre los prestamistas y prestatarios”, de hecho, se trata de la función tradicional, históricamente estudiada desde los inicios de la función de intermediación financiera. Lo que escamotean estos argumentos es el papel definitorio, no solo en la orientación del crédito en la economía contemporánea, sino, y muy especialmente, en el papel para la promoción del negocio especulativo asociado al delito de la fuga de capitales, la evasión y la elisión fiscal, con múltiples mecanismos asociados al lavado de dinero y el estímulo a formas ilegales facilitadas por los paraísos fiscales. En la fundamentación se detienen en el papel del crédito, en tanto multiplicador de la actividad productiva y económica en general y enfatizan el papel jugado en tiempos de crisis, caso de 1930 y más reciente en 2007-09. Sobre esta última señalan “…que posiblemente comenzó en el sector financiero, y los intermediarios estaban en el centro a medida que se desarrollaba la crisis. Esta crisis condujo a una larga recesión, a veces llamada la Gran Recesión.” Destacan los banqueros suecos, que Ben Bernanke estudió la crisis del 30, contribuyendo a mejor comprender el papel de la banca en situación de crisis, y claro, luego, como banquero central estadounidense pudo aplicar sus estudios para el gran salvataje de la banca en desmedro de la situación socio laboral de millones de personas empobrecidas por una profunda crisis desatada en el corazón del sistema financiero mundial y que aún perdura ya transitando la tercera década del Siglo XXI. Aluden a la importancia de las investigaciones premiadas para la “politica” contemporánea. En ese sentido destacan los “…proyectos de investigación paralelos que se originaron a principios de la década de 1980” y que “…han mejorado significativamente nuestra comprensión del papel que juegan los bancos en la economía” Remiten a las investigaciones de Douglas Diamond y Philip Dybvig, quienes “…desarrollaron modelos teóricos para explorar el papel que juegan los bancos en la economía y por qué son vulnerables a las corridas bancarias.” De este modo, en la fundamentación de la banca sueca se sostiene que “Los hallazgos teóricos y empíricos de Bernanke, Diamond y Dybvig se refuerzan mutuamente.” Enfatizan que “Los hallazgos han demostrado extremadamente valioso para los formuladores de políticas: las acciones tomadas por los bancos centrales y los reguladores financieros en torno a el mundo al enfrentar dos grandes crisis recientes: la Gran Recesión y la recesión económica que fue generado por la pandemia de COVID-19- fueron motivados en gran parte por la investigación de los laureados.” Apología liberal Toda una apología de las políticas hegemónicas asumidas para la liberalización de la economía en las últimas cuatro décadas, las de la ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad, fundamento de la actual crisis climática y deterioro de la condición de vida de millones de personas, afectando el metabolismo social y natural con graves consecuencias en el presente y futuro. Insistamos en el papel ideológico del premio Nobel de Economía, que no tiene otra función que legitimar reaccionarias “bases apologéticas” de políticas económicas que sustentan el orden capitalista contemporáneo. Es una conclusión que afianza nuestra prédica en la tradición crítica de la economía política para contribuir a gestar necesarias síntesis teóricas para procesos de transición en contra y más allá del capitalismo. Buenos Aires, 12 de octubre de 2022

En el FMI se hacen los distraídos y miran para otro lado

Resulta curioso escuchar a la Directora Gerente del FMI sobre la situación de la economía mundial. Nos dice con sorpresa: “En menos de tres años no hemos hecho sino afrontar un shock tras otro. Primero, la COVID. Luego, la invasión rusa de Ucrania, y catástrofes climáticas en todos los continentes.” Valdría la pena interrogarse si la pandemia nada tiene que ver con el modelo de desarrollo productivo capitalista e incluso con el deliberado deterioro de la salud pública luego de las políticas privatizadoras y de mercantilización de la sanidad en todo el planeta, incluso el creciente peso de las transnacionales farmacéuticas y su facturación en desmedro de la salud de la población empobrecida del sistema mundial. Del mismo modo, preguntar sobre las acciones de incremento del gasto militar de los últimos años, junto a la ampliación territorial y funcional de la OTAN pese al desarme de su par del “Tratado de Varsovia” hacia fines de la bipolaridad; incluso la ampliación de las sanciones unilaterales impuesta desde EEUU y sus socios globales, especialmente Europa, a un conjunto de países, sea China, Rusia, Irán, Cuba o Venezuela, entre otros. ¿No es expresión del desorden mundial la lógica “nacionalista” de Trump o el Brexit, desde 2016, a contramano de una mundialización construida por cuatro décadas? Entre aquellas cuestiones objetivas y estructurales del modelo productivo capitalista y estas, subjetivas, derivadas de iniciativas políticas de gobernantes de potencias imperialistas, caso de EEUU y del Reino Unido, es que deben buscarse las explicaciones de los problemas contemporáneos. Lo cierto es que en el FMI pretenden analizar la realidad con “objetividad”, sin considerar estas causas esenciales de los problemas actuales. Ese desentenderse de lo objetivo y la subjetividad del poder les permite posicionarse como si fueran “técnicos” y sugerir “medidas objetivas” para superar los problemas actuales. Así, Kristalina Georgieva propone “estabilizar” la economía, lo que traducido es “ajustar” en beneficio de la lógica de la producción de ganancias. Reitera la receta monetarista que hoy empuja el alza de las tasas de interés para contener la inflación, cuando ésta es producto de las remarcaciones de precios de los que definen precios a la salida de la pandemia y ante la situación derivada de la guerra en Europa, especialmente alimentos y energía. No son trabajadores y trabajadoras, ni los pobres del mundo los que aumentan los precios y por ende, las medidas fiscales y monetarias asumidas y sugeridas por el FMI reproducen la lógica de explotación y saqueo del capitalismo actual. Sostiene la Directora Gerente del FMI: “Debemos redoblar esfuerzos para hacer frente a la grave inseguridad alimentaria, que actualmente afecta a una cantidad de gente asombrosa: 345 millones de personas” Insistiremos que no es una calamidad, sino resultado directo del orden capitalista, y que eso es lo que debe enfrentarse, encarando una lógica de producción y circulación sustentada en la solución de los problemas de la humanidad y la naturaleza, a contramano de una lógica que aparece preocupada por la pobreza y el “cambio climático”, cuando lo que impulsa es el avance de la contaminación basada en el orden capitalista. Finaliza con optimismo el mensaje señalando: “Para abrirnos camino en este período de fragilidad histórica, debemos hilar un nuevo tejido económico y social, más fuerte y resiliente a las tensiones que enfrenta el mundo hoy en día.” Hay que contestar que ello resulta imposible en el marco del capitalismo. No pretendemos que el FMI tenga un mensaje crítico del régimen del capital, pero si es interesante desnudar un mensaje que aparece como humanista, cuando solo está interesado en el restablecimiento de los negocios para la reproducción de la explotación y el saqueo. El mundo está amenazado, agravando las condiciones de vida de la población y del propio planeta tierra, por lo que necesitamos reflexionar sobre el acontecer cotidiano y las respuestas desde el poder, para así configurar un tipo de respuestas alternativas desde los afectador por el orden capitalista. Los pueblos del mundo demandan de una acción conjunta que en el camino construya otras formas de relaciones económicas para la producidito y circulación de bienes y servicios, poniendo por delante las satisfacciones de la mayoría empobrecida de la población, al tiempo que se promueva la reproducción natural del planeta. Para un metabolismo social y natural con perspectivas de futuro debe criticarse el presente y recrear las condicione para otro mundo posible. Es un rumbo a contramano del que asume el poder global, especialmente el FMI. En estos días funcionará la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, en donde se hace el balance de gestión, con acento en las crisis potenciadas, en donde queda clara la mayor inequidad del sistema mundial. Nada puede esperarse desde los propios ámbitos del poder global, por eso, la crítica es lo primero y las expectativas colocarlas en la propia iniciativa del poder de los pueblos. Un mundo alternativo solo será posible si los pueblos encaminan una iniciativa compartida en un rumbo por la soberanía alimentaria, energética y financiera, en una perspectiva humanitaria y emancipadora. Buenos Aires, 6 de octubre de 2022

Incertidumbres de la coyuntura en Argentina

La incertidumbre es lo que permea la coyuntura económica de la Argentina en varios sentidos. Por un lado, el resultado del conflicto del neumático, la semana pasada, habilitó un proceso de negociaciones y actualizaciones en las negociaciones colectivas de una buena parte de los trabajadores y trabajadoras de la argentina. Son negociaciones que legitiman demandas de incrementos en los ingresos populares en general, es decir, aquellos trabajadores y trabajadoras asalariados que no están bajo convenio colectivo de trabajo, por supuesto presión sobre las jubilaciones y pensiones, expresado en las expectativas enunciadas para percibir un bono para las jubilaciones menores, e incluso para los planes sociales. He aquí una primera incertidumbre, respecto de la disputa por el ingreso, en principio entre el capital y el trabajo, es decir, ¿cuánto del ingreso va para ingresos populares (salarios, jubilaciones, planes sociales) y cuánto va como renta, ganancia e intereses es decir retribución a los propietarios de las fuerzas de trabajo? Existen otras incertidumbres, en lo que se plantea como la distribución del excedente económico entre los propios propietarios de medios de producción, en donde talla, entre otros aspectos, el tipo de cambio. Ya se conoce el balance de liquidaciones de la cosecha sojera ante la cotización especial otorgada para comercializar la soja durante septiembre (200 pesos por dólar). Puede considerarse un éxito macroeconómico según los datos ofrecidos desde el ministerio de economía, que “superó altamente las expectativas, al alcanzar los 8.123 millones de dólares de ingresos” , una parte de lo cual fortaleció la acumulación de reservas internacionales, una de las exigentes metas acordadas con el FMI. El tema tranquiliza “políticamente” la relación con el FMI, ya que esta semana, el Directorio del organismo internacional debe considerar y aprobar el segundo tramo de auditoria trimestral (ya aprobado técnicamente pero que falta ratificar por el Directorio) y junto con ello un desembolso. Hay que señalar el “éxito” del dólar soja a un costo financiero gigantesco, porque para comprar esos dólares a 200 pesos por dólar hubo que hacer una importante emisión de dinero y al tiempo, retirarla del mercado, con el crecimiento de las Letras de Liquidez, las LELIQS. Las LELIQS vienen creciendo a un nivel abismal con un stock que supera los 7 billones de pesos, muy por encima de una base monetaria arriba de 4 billones de pesos. El stock de letras a comienzos del 2022 era de 1,8 billones de pesos, evidenciando un problema adicional de deuda a la contraída con el FMI y los acreedores externos. Esa emisión de títulos resulta una operación altamente onerosa, que tiene costos, y ese costo presiona a la disminución de otros tipos de gastos, sobretodo el gasto social. Por eso hay una doble tenaza: por un lado, el compromiso con el FMI para reducir el déficit fiscal, que venía de arrastre y ahora con este incremento del costo financiero por sacar de circulación la emisión monetaria, por sacar del mercado de dinero, presiona para profundizar aún más la disminución del gasto fiscal y por lo tanto proveer un mayor ajuste. Incertidumbre a varias puntas La incertidumbre tiene que ver con la disputa entre el capital y el trabajo, por un lado, pero también una disputa entre distintos capitales en función de su fortaleza para apropiarse de la ganancia de una manera o de otra. Es decir, que sector de la producción y circulación de bienes y servicios se apropia del excedente económico, la plusvalía. Está claro que hay un gran sector ganador, claramente demostrado en el mes de septiembre, el complejo oleaginoso, constituido por grandes productores y exportadores de materia prima, y la disputa que hay con el sector agro-industrial especialmente, incluso, el propio sector industrial. Para este caso, se evidenció en el conflicto del neumático, con impacto en la industria automotriz y el sector siderometalúrgico, un complejo que intentó contener la suba de los ingresos salariales y mejorar su capacidad de competencia, de competitividad y de disputa en la apropiación de la ganancia. Todo lo comentado ocurre en un marco de inflación que septiembre mantendrá en torno al 7% y una proyección de tres dígitos para el 2022, algo que dificulta sobremanera al 60% proyectado del presupuesto 2023, un proyecto de presupuesto que claramente sigue siendo un dibujo muy lejano de superar la incertidumbre que hay en la economía nacional en un marco de grandes incógnitas sobre la evolución económica regional y mundial. Las propias elecciones de Brasil agregan incertidumbre económica, porque incluso aun ganando Lula en segunda vuelta, la importantísima votación de Bolsonaro, que quedaría como opositor, con un congreso de primera minoría de sus seguidores y segunda minoría del PT, y una importante presencia de parlamentarios de derecha y centroderecha, genera condiciones muy complicadas, no solo en Brasil sino también en la relación Brasil-Argentina y en la región. En rigor, genera dificultades para pensar cómo encarar un momento de la economía regional y mundial que tiende a la desaceleración, cuando no a la recesión en los principales mercados del mundo. Por eso no es un pequeño detalle que Argentina más allá de datos macroeconómicos que aparecen “auspiciosos” para el gobierno y/o para el poder, tenga un horizonte de incertidumbre del presente y del futuro cercano y mediano. La conflictividad presente y latente induce interrogantes sobre el corto y mediano plazo, evidenciando problemas políticos más allá de cualquier índice relativo al orden económico. Buenos Aires, 4 de octubre de 2022