Los problemas financieros del gobierno ocupan el centro del debate

La agenda mediática y política se concentra en estas horas en la evolución del tipo de cambio y las cotizaciones de acciones, títulos o bonos, escamoteando el problema de ingresos populares deteriorados por las políticas de austeridad, del ajuste fiscal, la motosierra y la licuadora. Por eso, más allá de la volatilidad cambiaria, la acumulación de reservas y el crecimiento del endeudamiento público, el problema es la “economía real”, es decir, la producción y circulación de bienes y servicios, y en consecuencia el empleo y la seguridad social. Las tendencias recesivas son propias del circuito económico en el que actúa la mayoría de la población. El crecimiento solo se registra en sectores asociados al intercambio mundial (agro, energía, minería) y a la especulación, lo que se resume en la expansión del consumo de sectores de elevados ingresos y la fuga de capitales. El gobierno Milei está atrapado sin salida en su lógica libertaria y monetaria ortodoxa, aunque sea en lo discursivo, en la convicción de un sostén de consenso electoral suficiente que le permita sortear con éxito la elección de medio termino el próximo 26 de octubre. Luego vendrán profundas reformas estructurales en lo laboral, previsional y tributario, si es que la nueva composición del Congreso Nacional lo permite. De hecho, el aval político de Donald Trump y Scott Bessent apunta en ese sentido, anticipando financiamiento en tanto y en cuanto exista correspondencia con evidentes señales de “estabilización política”, no solo en términos de votos, sino de alianzas que reiteren la capacidad de gobernabilidad del primer año de gestión. En ese sentido se encamina el dialogo retomado de Javier Milei con Mauricio Macri y los convocados al Consejo de Mayo. La disputa por la hegemonía política de la derecha en Argentina, incluye las negociaciones de las principales referencias de la política y las corporaciones del ámbito socioeconómico. No alcanza con la captura de los votos por La Libertad Avanza (LLA), que parecen disminuir en la coyuntura. La exigencia del momento apunta a contener todas las voces de ese espacio político, especialmente cuando algunas terceras voces intentan, el radical Pullaro o los peronistas Llaryora/Schiaretti, aparecer por un carril del medio, entre libertarios y el peronismo. En la jerga del fútbol se podría decir que hay movimientos en el banco de suplentes. En este sentido, la actividad parlamentaria no parece acompañar la demanda gubernamental por disciplinar la institucionalidad en pos de reaccionarias reformas, mucho menos la calle, crecientemente poblada por organizaciones populares que demandan reivindicaciones económico sociales urgentes. Improvisación vestida de teoría El poder ejecutivo vendió la ilusión liberal libertaria, la del anarco capitalismo, la que se sustentaría en la “escuela austríaca”, la difundida por Ludwig von Mises (1881-1973) o Friedrich von Hayek (1889-1992), especialmente el estadounidense Murray Newton Rothbard (1926-1995) e incluso el monetarista de la “escuela de Chicago” Milton Friedman (1912-2006). Una concepción históricamente asociada a procesos autoritarios de ultraderecha, que se visibilizarían desde la dictadura chilena en 1973 y desde allí al terrorismo estatal de Sudamérica, mundializándose en los 80´ del siglo pasado como “neoliberales” con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. La ilusión se alimentó en el rebote económico luego de la mega devaluación de diciembre del 2023, expresado como crecimiento hasta marzo/abril del 2025, para iniciar un proceso de derrumbe y retroceso económico que se potencia en estas semanas. En rigor, asistimos a nuevas versiones de la lógica del capitalismo local y su tendencia al estancamiento estructural desde 2010. La baja de los índices de inflación sostuvo las expectativas entre sectores esperanzados, que, a la luz del freno a la reducción inflacionaria, y a la baja de los ingresos populares, salarios y jubilaciones, que impactan en la caída del consumo cotidiano, hacen dudar sobre cualquier posibilidad de resolver necesidades insatisfechas. Milei, Caputo o Sturzzenegger insisten en la ilusión monetarista y libertaria, desreguladora, anunciando etapas en un plan, que, en realidad, solo propone adecuación de la sociedad a una política de subordinación a la lógica transnacionalizada dirigida desde Washington. Es un liberalismo que hace intervenir al Estado según la necesidad, sea para eliminar transitoriamente las retenciones a las exportaciones agro ganaderas, negociación mediante con un núcleo concentrado de cerealeras, que en tres días de operatoria, menos de una decena de ellas se apropiaron de más de 1.500 millones de dólares. Se resignaron recursos fiscales para beneficiar al gran capital transnacional altamente concentrado. No existe respaldo teórico, sino improvisación y pragmatismo edulcorado con teorizaciones vacías. Lo que existe es un discurso desregulador, junto a una práctica de intervención desembozada, no solo en materia de retenciones, sino con relación a las restricciones cambiarias al comercio exterior, sacando o retomando parcialmente el CEPO, según conveniencia gubernamental. Todo acompañado de una intervención violenta en la represión a la organización y movilización popular. El problema no es solo la política pública, sino la discusión relativa al que hacer más allá de la crítica al oficialismo y las complicidades opositoras. Lo que hace falta es discutir, en un contexto de reconfiguración económica global, que modelo productivo y de desarrollo, incluso, en que inserción internacional para el país. Las elecciones parlamentarias de medio tiempo pueden ser un momento para un debate que parece ausente. Buenos Aires, 29 de septiembre de 2025

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