Con la muerte de Videla y hace muy poco de Martínez de Hoz,
se van los dos principales organizadores del orden neoliberal en Argentina, que
completó el ensayo iniciado en Chile en 1973 y que pronto cumplirá cuatro
décadas de ofensiva del capital contra el trabajo. Ese ensayo se generalizó a
todo el mundo desde la revolución neo-conservadora de Thatcher y Reagan hasta
la crisis mundial en curso.
No se trata de agigantar a los dictadores del cono sur de
América, pero si enfatizar que la liberalización de la economía con
flexibilización salarial y laboral, las privatizaciones y la subordinación al
imperialismo se acrecentaron desde entonces, afirmando una institucionalidad de
dificultosa reversión a casi tres décadas de vigencia de gobiernos
constitucionales en la Argentina.
El mérito principal de la dictadura genocida fue la
“destrucción” de sujetos para el cambio social y político, un fenómeno que
empieza a revertirse en Nuestramérica en este comienzo del Siglo XXI, pero que
choca contra un orden económico, social, político y cultural construido desde
aquel experimento sustentado en el terrorismo de Estado.
La legislación financiera y el endeudamiento externo siguen
presentes para recordarnos el legado duro de aquel proyecto de reinserción subordinada
de la Argentina en el capitalismo mundial. Pero también la desarticulación
social, especialmente en el movimiento obrero, núcleo de la acumulación social
en los 70’ y eje concentrado de la represión. La fragmentación actual encuentra
su origen en aquellos años de la represión dictatorial. Es cierto también que
la desarticulación afectó también a otros sectores sociales de muy diversos
espacios culturales, intelectuales y estudiantiles, incluso a productores y
empresarios pequeños y medianos.
No solo se intervinieron organizaciones sociales de
trabajadores, productores y empresarios, y otros sectores, sino que se
prohibieron sus manifestaciones y acciones de protestas, limitando la
posibilidad de intervenir en la construcción del orden social. La violencia
explícita y visible resultó organizadora del orden que persiste, insistamos, no
solo en el país. La cooperación represora transnacional asoció vía Plan Cóndor
al poder económico, militar e ideológico para sustentar una modificación
civilizatoria que hoy se muestra en crisis en todo el mundo. Esa ofensiva
capitalista contra el trabajo iniciada en Chile y en las dictaduras del cono
sur marcó el camino del actual ajuste europeo y global, junto al mayor enriquecimiento
del 1% de la población enriquecida del planeta.
El desafío civilizatorio del presente pasa por desarmar el
entramado institucional de relaciones sociales en la economía que explican el
empobrecimiento relativo de la masa laboral del mundo. La tendencia a la caída
del salario como promedio mundial surge de los recientes estudios de la OIT, y
no debe sorprender la continuidad de iniciativas para contener la demanda de
mejoras salariales, la que se acompaña de masivos subsidios de renta en dinero
para sectores empobrecidos. Es una realidad en Argentina y en toda la región
latinoamericana, producto de mejoras fiscales logradas con saldos favorables
del comercio internacional de materias primas.
Vale la pena insistir en el tema, pues no solo se trata de la
muerte biológica de preso y condenado por la justicia y la sociedad, sino por
la necesidad de erradicar la institucionalidad que reestructuró regresivamente
a la sociedad en nuestro país y que marcara el rumbo del desarrollo
contemporáneo. Así como el neoliberalismo surgió en nuestro continente, el
laboratorio social y político en curso en estos territorios pueden otorgar
pistas novedosas para un desarrollo alternativo. Un desafío está en las
relaciones económicas. Nuestros países avanzaron en cambios políticos,
incluyendo reformas constitucionales muy avanzadas en algunos países. El
problema sigue siendo la economía, la economía capitalista en tiempos de
liberalización. Si no se modifica estructuralmente el orden económico
capitalista, la recidiva del legado de los Videla y los Martínez de Hoz pueden
ser parte esencial del orden social en un futuro cercano.
Buenos
Aires, 19 de mayo de 2013
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