En vísperas de las elecciones de
renovación presidencial, se procesan problemas económicos que atraviesan
fenómenos coyunturales y otros estructurales. Algunos se asumen en la discusión
electoral, especialmente en la lógica de retomar la senda del crecimiento; y
otros, especialmente los estructurales aparecen ocultos o escasamente tratados,
aun cuando la sociedad demanda su atención.
Se destacan entre estos últimos
los relativos al modelo productivo, con escasa visibilidad en el debate
electoral, aun cuando tienen fuerte presencia en el conflicto social y en la
discusión por otra sociedad.
Entre ellos, sobresale el
episodio promovido por la Barrick Gold y el derrame de solución con cianuro en
San Juan, que movilizó a buena parte de la población, especialmente en la
ciudad de Jáchal, la zona directamente afectada. La novedad es la represión y
detención a los protagonistas del bloqueo para el ingreso a la mina Veladero,
la más importante en la producción de oro en la Argentina. Es un episodio que
genera múltiples debates entre el activismo crítico a la mega-minería y la
sociedad que asiste con asombro al cambio de clima respecto al consenso previo
a la gestión política de estas inversiones externas y su efecto de saqueo. Aún
está pendiente la opinión judicial y los estudios técnicos sobre el asunto y se
habilitó un debate escamoteado hasta el momento, con escasa intervención y
opinión de los principales aspirantes a ocupar la presidencia en el próximo
periodo gubernamental, entre 2015 y 2019.
Algo similar remite al bloqueo, que
ya acumula más de dos años, a la planta que Monsanto pretendió instalar en
Malvinas Argentinas, Provincia de Córdoba. Los tres candidatos presidenciales al
frente de las encuestas sostienen el modelo agrario de industrialización para
la exportación fundado en el paquete tecnológico abastecido por transnacionales
de la alimentación y la biotecnología.
Las opiniones críticas se sostienen desde el activismo social y político con
relativo éxito en la discusión pública, aun cuando existen extendidas voces
entre pobladores, campesinos, productores, comunidades, técnicos, profesionales
y ámbitos académicos en la discusión sobre la soberanía alimentaria, más allá
de la difundida seguridad alimentaria, que a diferencia de la anterior, no
discute el modelo agrario.
Tanto la mega-minería como el
modelo sojero y agrario, son aspectos trascendentes del modelo productivo y de
desarrollo en la Argentina, ampliamente elogiados por sus mentores, los
inversores externos y sus socios locales, como estratégicos para el crecimiento
y el desarrollo de la economía. En rigor, para sus ganancias y lógica de
acumulación de poder económico y político. Algo similar ocurre con la
explotación de los hidrocarburos no convencionales, ámbito en el que se esperan
ingresos de capitales externos para la explotación y superación de la crisis derivada
del déficit energético de la Argentina. Adicionemos que se trata de un sector
que acaba de recibir beneficios sustanciales en el precio de sus productos, muy
por encima del precio internacional de los hidrocarburos, aun cuando lleva
meses la caída del precio en el ámbito mundial.
Durante años se sostuvo la importancia
del fuerte ingreso de las inversiones para la realización de la mega minería a
cielo abierto y solo ahora aparecen más visibles los efectos regresivos sobre
la sociedad y la naturaleza. Es cierto que el asunto estuvo anticipado en
Esquel en 2003, contra el intento de radicar una inversión cercana en la
ciudad, y más recientemente en las denuncias contra la explotación del cerro
Famatina en La Rioja, o las denuncias y resistencias por La Alumbrera en
Catamarca. Pero el derrame en San Juan evidenció al país el riesgo del modelo
productivo de saqueo sobre nuestros bienes comunes.
En el mismo sentido debe
considerarse el cambio productivo en el agro, consolidado con la autorización
al uso de transgénicos en la década del noventa, que permitió la expansión de
la frontera agrícola sojera para la exportación. Ese fenómeno motivó la
salutación a las autoridades argentinas de los directivos de Monsanto,
principal proveedor del paquete tecnológico para el funcionamiento del modelo
agrario en el complejo de la soja. Hoy es cuestionado por un amplio movimiento
social que incluye a los pueblos fumigados y al sector productivo asociado a la
agricultura familiar y comunitaria, y no solo por razones económicos, sino
también sociales y culturales asociados al modo de desarrollo.
Con matices se afronta la
cuestión industrial, ya que todo parece reducirse en el debate electoral a la
necesidad del ingreso de capitales externos para la inversión, con escasa
discusión del carácter dependiente de insumos estratégicos que supone el sector
integrado en la economía mundial, el que definen las transnacionales y sus
socios locales. Lo que no aparece es la necesidad de discutir un modelo
industrial que resuelva insuficiencias históricas que promueven la dependencia
y el atraso, asociado a lo cual se inserta el debate sobre los sujetos de la
industrialización, algo en lo que pueden intervenir los protagonistas de las
fábricas recuperadas, las cooperativas de producción y los emprendimientos
autogestionarios. A ellos se puede sumar a un amplio abanico de pequeños empresarios
subordinados productivamente a la lógica hegemónica del gran capital fabril,
local y extranjero.
En el modelo productivo y de
desarrollo está el corazón de los que se necesita discutir. Sin embargo, son
aspectos alejados del debate electoral, que solo se concentra en la lógica de
lo visible en materia de política económica: evolución de los precios,
especialmente de las divisas; la confianza en las inversiones externas y la
reinserción en el sistema financiero, con más deuda pública, todo para superar
la desaceleración económica y la caída de la producción manufacturera.
No es menor discutir sobre la
inflación, sus impactos y medidas correctivas sobre impuestos, especialmente de
la 4ta categoría en ganancias, o el sentido y destino del gasto público; pero
son todas medidas derivadas de las cuestiones estructurales, en general ausente
en el debate electoral y presentes en la demanda de la sociedad que aspira a la
organización de otro modelo de producción y de desarrollo. Será algo a definir
en el proceso de la lucha y la disputa cotidiana por otra sociedad, una
cuestión que trasciende la contienda electoral.
Buenos
Aires, 23 de octubre de 2015
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