El Ministro de Economía participó en estos días en
la reunión del FMI, entre otras cuestiones, intentando contrarrestar la
declaración de censura que pesa sobre la Argentina a propósito del manejo de las
estadísticas. La autoridad económica llevó la información sobre la aplicación de
los nuevos mecanismos de medición de precios antes de finalizar este año. La
sugerencia es que los nuevos índices estarán disponibles a corto plazo, pero aún
así, no evitó que se reiterara que el FMI se pronunciará sobre la cuestión de
fondo, es decir, la credibilidad de las estadísticas económicas, a fines de
octubre. Sin embargo, otras dos cuestiones atravesaban el interés de la
Argentina y su relación con el FMI y el sistema mundial.
Una es que los acreedores estadounidenses que
reclaman ante la justicia de Nueva York, los llamados Fondos Buitres, no
aceptaron la propuesta del gobierno argentino. Esta consistía en pagar bajo las
mismas condiciones a quienes ingresaron al canje de deuda del 2005 y del 2010.
Falta aún la decisión que asuma la Cámara de Apelaciones de la ciudad de Nueva
York, restando en caso de pronunciamiento negativo, el intento por acceder a la
Corte Suprema de EEUU, o entrar en cesación de pagos, sea por la demanda de los
acreedores ahora en litigio, y la que impulsarán todos los que aceptaron los
canjes y se sentirán discriminados. En el peor de los casos, el cálculo de la
nueva deuda emergente de esta posibilidad es superior a la totalidad de las
reservas internacionales de la Argentina.
La otra cuestión es que el Parlamento argentino
acaba de aprobar, a instancia y petición del poder ejecutivo nacional, una
ampliación del capital de la Argentina en el FMI cercana a los 5.000 millones
de dólares. Esta capitalización en el organismo internacional no supone
disposición de divisas o reservas, ni tiene impacto fiscal o monetario, pero
facilita el acceso del país al crédito del FMI, es decir, habilita mayor endeudamiento, por lo menos el doble de
la posición actual. El argumento oficial para la capitalización, ampliamente
aprobada por los legisladores, con muy pocas excepciones, remite a un acuerdo
con otros países, caso de Brasil, para incidir en la toma de decisiones del
organismo. De este modo, los países que capitalizan estarán en condiciones de
mejorar relativamente la capacidad de votación en el organismo internacional,
algo que se conoce como modificación de la arquitectura financiera
internacional. Vale aclarar que las capitalizaciones de los diferentes países,
en ningún caso modifican el poder de veto que de hecho tiene EEUU en la
dirección del FMI y que le otorga la hegemonía en la dirección.
Es evidente que la Argentina sigue incorporada al
FMI por múltiples motivos, más allá de las críticas discursivas que
recurrentemente se le hacen. Es que no solo Argentina es miembro del FMI y por
eso acepta las reglas del juego sobre la capitalización, y con ello la
posibilidad de incrementar el endeudamiento, con las gravosas consecuencias que
la deuda pública tiene sobre la política económica; sino que también la
Argentina participa junto al FMI del Grupo de los 20, máxima articulación
informal de los gobiernos de los países que deciden, principalmente EEUU, Europa
y Japón más las nuevas estrellas del sistema mundial, los denominados
emergentes, especialmente China y el vecino Brasil.
Argentina sigue atrapada en las redes de la deuda,
aún con la política de desendeudamiento. Pese a los cuantiosos pagos, la deuda
se incrementa y puja por incrementarse aún más, condicionando toda decisión de
política económica. Hace poco comentamos como en el mismo momento que la
inundación mostraba los límites de los recursos públicos, no solo para prevenir
el desastre, sino para compensar la tragedia de miles de familias desposeídas por
la inclemencia del agua, el BCRA autorizaba la disposición de 3.500 millones de
dólares para cancelar acreencias con organismos internaciones.
La crítica al orden neoliberal es sostenida, tanto
como a los organismos internacionales, los que viabilizaron y viabilizan esas
políticas en la actualidad, pero la deuda siempre está. La deuda es un fuerte
condicionante de la política económica local, con derivaciones múltiples
ejecutada por la institucionalidad financiera contemporánea, tal el caso del
CIADI, ámbito del Banco Mundial para defender la seguridad jurídica de los
inversores externos. En tiempos en que se discute la reforma a la Justicia,
bien valdría discutir la subordinación estructural a la justicia de otros
países, que permite y facilita se litigue contra el país, en Ghana o en Nueva
York.
La soberanía es un concepto a recuperar en
compañía de acciones impulsadas con países vecinos, algo que la Argentina puede
hacer retirándose del CIADI, o investigando la deuda. Ambas iniciativas han sido
realizadas con éxito por algunos de los países con que Argentina privilegia sus
relaciones externos, como Brasil, Bolivia, Ecuador, o Venezuela.
Buenos
Aires, 21 de abril de 2013
2 comentarios:
Que tal Julio.
Te escribo primero para felicitarte por el blog y tu opinion al respecto de algunos temas.
Me gustaria saber tu opinion respecto a la situacion actual del lavado de dinero por parte de los K.
Gracias
Es parte del capitalismo normal, serio, ocurre en Argentina y en todo el mundo.
Es el capitalismo criminal que de despliega en la trata de armas, de personas o drogas, en la corrupción, la especulación o la fuga de divisas, nada nuevo.
Exige dedicarse a conformar alternativa política.
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