Resulta difícil resumir la situación económica de Venezuela tras once años de gestión de Hugo Chávez en la presidencia del país. A comienzos de enero se anunciaron cambios en la economía venezolana y un enfoque explicativo podría consistir en comentar esas medidas, difundidas con especial mención en el control de cambio establecido y el doble patrón de política cambiaria. Parece más adecuado pensar una explicación de tipo estructural y en todo caso, pensar la coyuntura aportando al debate sobre el modelo productivo y de desarrollo necesario en la región latinoamericana.
En Venezuela se sufrió profundamente la crisis de mediados de los noventa con fuerte impacto en todos los órdenes económicos de la sociedad. El modelo de acumulación rentístico, con base petrolero había llegado a su agotamiento. El Estado era incapaz de dinamizar al sector público y al privado, como parte sustancial de una crisis económica con proyección política y social. Ese es el marco para una dinámica social de descontento y protesta generalizada desde 1989 (caracazo) hasta la asunción de Hugo Chávez en 1999. La opción era por el cambio integral en materia política y económica. El régimen chavista privilegió hasta fines del 2004 una estrategia del tipo “tercera vía”[2] para formular en diciembre de ese año por vez primera su perspectiva de “Socialismo del Siglo XXI”[3], partiendo de un crudo diagnóstico relativo a que “el capitalismo no ofrece soluciones a los países de América Latina”.
El rumbo pretendido por el gobierno venezolano es el rasero para definir la situación económica social del país. Por ese objetivo se dieron varias batallas, del oficialismo y la oposición. De la última se destaca el golpe de Estado de abril del 2002 y el boicot de las autoridades de la petrolera estatal ese mismo año. Puede considerarse que ese es el punto de partida del nuevo pensamiento estratégico gubernamental y el cambio de rumbo discursivo, desde el capitalismo al socialismo. El ciclo económico 2003-2008 está atravesado por estas definiciones de “política económica” y un ciclo de crecimiento de la economía mundial que incluye la elevación del precio del petróleo, favoreciendo los ingresos fiscales. La renta petrolera administrada por el Estado favoreció un gasto público orientado a satisfacer postergadas necesidades sociales e intentar generar una restructuración productiva para modificar el patrón de consumo sostenido en la importación de bienes de consumo y de producción.
La crisis de la economía mundial (2007-2010) impactó en la contracción de la economía venezolana del 2009. Situación agravada con la caída del precio del petróleo de 140 dólares a poco más de 40 dólares la tonelada. Desde el segundo semestre del 2009 a la actualidad, la recuperación del precio del petróleo evolucionó hasta poco menos de 80 dólares, favoreciendo los ingresos fiscales, base de sustento aún de la política económica venezolana. La sustitución de importaciones, el desarrollo industrial, especialmente en alimentos, y la cooperación internacional para resolver el desarrollo tecnológico autónomo, constituyen uno de los principales objetivos sustentados oficialmente. Son parte de los objetivos del plan económico y monetario que pueden leerse en las páginas en internet del poder ejecutivo y del Banco Central de Venezuela para el primer semestre del 2010.
El 2009 es un punto de clivaje en la evolución económica. Se constata una caída del PBI y un deterioro de los indicadores sociales, agravados por la inflación (que afecta a sectores de menores ingresos) y un tipo de cambio paralelo más que duplicando el cambio oficial, con un desempleo que ronda el 8%. En esas condiciones se estableció en la primera semana de enero el control de cambios, con un dólar oficial a 2,60 bolívares por dólar y un dólar (petrolero) a 4,30. El primero se asocia a los precios de los alimentos, la salud, el sector de máquinas y equipos, ciencia y tecnología; las remesas familiares, el sector público y los recursos de consulados y embajadas en el país, como para estudiantes venezolanos en el exterior. El dólar “petrolero” se extiende a los automotores, el comercio, las telecomunicaciones, la química, metalúrgica e informática, el caucho, plástico, electrodomésticos, textil, eléctrico, servicios y construcciones, gráfico, tabaco y bebidas. Un doble rasero para favorecer a los sectores de menores ingresos e incidir sobre el patrón de consumo suntuario para beneficiar la satisfacción de necesidades populares. Por ello se presenta una fuerte intervención política del Estado, incluso de la Guardia Nacional Bolivariana para evitar el traslado a los precios del ajuste en el tipo de cambio.
Las medidas son parte de un sinceramiento de la realidad en el mercado. La devaluación ya había sido procesada, en un mercado que anticipó la devaluación. La preocupación oficial es por evitar el impacto en el deterioro del salario, los ingresos populares y por el ello la preocupación por combatir la especulación. Junto al tipo de cambio se implementó la constitución de un Fondo Nacional de Desarrollo (FONDEN) utilizando 7.000 millones de dólares de unas reservas internacionales de 34.295 millones de dólares[4]. El FONDEN tiene objetivos concentrados en avanzar en la industrialización sustitutiva de importaciones, principalmente de alimentos.
Pero, la realidad venezolana no puede analizarse si no es en el marco de la integración alternativa, lo que se manifiesta en la Alianza Bolivariana para las Américas, el ALBA, que incluye un conjunto de iniciativas económicas y financieras con 7 países y que se materializan en el Banco del ALBA, con operaciones desde el año 2009 y recientemente en enero del 2010 con el SUCRE, una moneda para el intercambio comercial entre los países del ALBA con pretensión de moneda regional. Es el aporte concreto a la discusión sobre la nueva arquitectura financiera que requiere la economía mundial en crisis.
1 comentario:
me parece sumamente interesante este documento sobre todo por que lleva un orden cronologico de la actividad economica venezolana
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