La propuesta del oficialismo perdió su principal apuesta en la Provincia de Buenos Aires, aunque colectó una buena cantidad de votos, el 32%. Con el resultado final de las elecciones se instaló una referencia política, Francisco De Narváez, con posibilidad de disputarle la gobernación al Kirchnerismo en el 2011 con el 34% obtenido por la alianza del PRO (derecha macrista) y los peronistas disidentes, cuyo dirigente más visible es Felipe Solá, ex gobernador en tiempos de la presidencia de Kirchner, es decir, un ex aliado y compañero en épocas de transversalidad en el discurso. La elección bonaerense habilitó la continuidad del radicalismo en alianza con la diáspora radical y los seguidores del vicepresidente, colocados en un tercer lugar con el 21%; pero más importante aún por la potencia de movimiento político en construcción pasa por el 6% obtenido por el Nuevo Encuentro que logra la diputación por Martín Sabatella (ex intendente de Morón) y Graciela Iturraspe que incluía entre sus aliados a fuerzas políticas de gravitación en la CTA, en la APYME, el movimiento cooperativo, territorial, vecinal; sectores del socialismo, el Partido Comunista provincial y otros sectores en una experiencia novedosa de pluralidad política y movimientismo con voluntad de articular proyecto con otros distritos. La experiencia del Nuevo Encuentro sintetiza una experiencia de gestión en el municipio de Morón con la práctica de movilización y organización popular de la CTA y parte de la izquierda política provincial.
Quizá deba consignarse la capacidad de recreación que mantienen los partidos tradicionales más allá de la crisis de la política que venimos mencionando. El dato es que en muchos distritos se procesó una interna dentro del peronismo. Vale mencionar que detrás de la lista de Unión PRO estaba la voluntad del ex presidente Eduardo Duhalde. El otro dato a considerar es la sobrevivencia del Partido Radical en su articulación panradical que les permite ubicarse como segunda fuerza parlamentaria y con disposición para disputar el 2011. El bipartidismo en crisis apuesta a su renovación bajo nuevas denominaciones para la construcción de una representación política hegemónica para el capitalismo local bajo las nuevas condiciones de la acumulación del capital.
Los datos de la Provincia de Buenos Aires pueden leerse en el Cuadro III, donde sobresale la capacidad del macrismo para articular una política metropolitana con perspectiva de disputar representación política nacional hacia la renovación presidencial en el 2011. La concentración poblacional en la provincia, de trabajadores y pobres, de pequeños y medianos productores y empresarios constituirá un desafío al bloque legislativo con pretensión de articular un proyecto popular y de izquierda. Igual que en la Ciudad de Buenos Aires, en el Cuadro IV puede percibirse el elevado ausentismo y la escasa importancia de los votos blancos, nulos e impugnados.
Similar a la derrota bonaerense ocurrió con la derrota en Santa Cruz, el distrito originario de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que aún con escasa población y por ende representación política en el conjunto, ocupa un lugar referencial en el plano simbólico del escenario de derrota oficialista. Si bien perdieron por poco, pues la primera fuerza obtuvo el 42%, la opción oficialista colectó el 41% relegado al segundo lugar, lo que representa un profundo significado negativo en el imaginario colectivo. En definitiva, el resultado final es la resignación de una veintena de legisladores y la mayoría en el Senado, comprometiendo las mayorías legislativas que se construyeron en el ciclo que termina. Aún manteniendo la primera minoría, el sentido del voto es de castigo a la administración gubernamental. La estrategia adoptada fue la de plebiscitar la gestión y el resultado fue crítico, aunque el gobierno mantiene un tercio de la voluntad electoral nacional. Desde los sectores hegemónicos y la derecha se busca sustituir la administración para una gestión más confiable y afín a las necesidades del capital en tiempos de crisis de la economía mundial. Para los sectores populares y la izquierda (en sentido plural) se castigó el posibilismo y se demanda una mayor radicalización de las propuestas que acerquen a la Argentina al ciclo de cambios políticos más radicalizados en nuestra América.
Lo que viene
Se habilita entonces un nuevo tiempo político sobre la base de una renovada crisis de la política, con oportunidades para estabilizar una hegemonía capitalista, por derecha, pero también para conformar una propuesta política de carácter popular y más asociada a los procesos de radicalización que avanzan en la región, con los 50 años de socialismo en Cuba y las experiencias venezolana, boliviana y ecuatoriana. A estas se suman otros procesos en la región que generan expectativas de cambios, y que en conjunto pueden definir propuestas de carácter anticapitalista y por otro orden social. Argentina puede ser parte de ese proceso si en la izquierda y el movimiento popular se hace una adecuada lectura del pronunciamiento del 28 de junio pasado. Ello supone consolidar lo logrado y articular en un bloque político con todos los sectores con voluntad de avanzar en cambios profundos.
Vale considerar que se ha abierto la campaña electoral para la renovación presidencial y hay varios postulantes, algunos candidatos ganadores en estas elecciones (Reutemann) y otros que sin disputar en esta ocasión, sus espacios políticos acumularon fuerza (Cobos, Binner, entre otros). Se habilita ahora una disputa a procesar en más de dos años hasta la renovación presidencial en el 2011. Es un tiempo que se llenará de tensiones al interior de los partidos políticos en crisis e incluso en el conjunto de las representaciones sociales. Una gran incógnita será el papel del sindicalismo tradicional y en particular el camino a seguir por la presidente y el ex presidente.
Pero la vida cotidiana no es solo el ámbito institucional y las elecciones. La conflictividad está presente ante el agravamiento de la crisis y el posible giro con concesiones al poder económico, en previsible errada lectura de hacer lo posible ante un corrimiento electoral por derecha. La verdad es que el voto capitalino demuestra que existe variación en la apuesta política, tanto con la reducción de votantes del macrismo, como por la incorporación de un bloque de diputados en potencia de articular un espacio alternativo con legisladores de otros distritos para disputar a la derecha porteña el gobierno del 2011, como la instalación de una agenda en el Parlamento que contacte con las demandas del movimiento popular.
El resultado electoral, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, demuestra que es posible enfrentar a la derecha y que para ello no hace falta resignar discurso y propuestas. Existe respuesta en la sociedad para una propuesta en defensa de la soberanía sobre los recursos naturales, la condena al hambre y la distribución del ingreso y la riqueza; el rechazo al cumplimiento de las demandas de los acreedores externos y la discusión sobre el modelo productivo y el patrón de consumo. Se puede defender un proceso de nacionalizaciones con participación popular en la toma de decisiones. Es la oportunidad para continuar con ese nivel de propuesta en la construcción de iniciativas como la Constituyente Social, con protagonismo popular en el debate sobre el país o ciudad que tenemos y pretendemos. Se trata nada más y nada menos que disputar la construcción de poder popular.
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