Las elecciones son procesos de
masas que manifiestan en una foto el sentir político de la población.
Una primera conclusión es que el
ausentismo es relativamente bajo o estacionario, sin constituir un dato
relevante. En general, la población se manifiesta mediante el voto y los
encuestadores, periodistas u opinólogos fueron sorprendidos en el recuento de votos,
que confirmó la polarización con matices en todos los territorios entre
“macrismo” y kirchnerismo”.
Ya dijimos alguna vez que
macrismo y kirchnerismo eran las novedades políticas en la Argentina en este
nuevo siglo y no termina de consolidarse un rumbo hacia la derechización social
como algunos sostienen, ya que todavía existe un voto de inspiración negativa,
el voto “contra”, que no define una posición o clara orientación. En la
elección bonaerense sigue pesando el voto “anti Cristina”, que como en otras
ocasiones aspiró las expectativas de una tercera vía.
Estas elecciones Primarias,
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) fungen como ordenadora hacia la
elección de medio término del 22/10, donde se elige la composición del
Parlamento para el ciclo que empieza en diciembre del 2017 y culmina en
diciembre del 2019, ya con un nuevo periodo presidencial entre 2019 y 2023. Hay
que ver todavía como se construye el consenso para el nuevo Parlamento que
surja en la elección de Octubre. En ese sentido y con la foto actual, el
macrismo en su conjunto crece en parlamentarios y el kirchnerismo, como segunda
fuerza mantendría la cantidad de legisladores. Continúan así siendo la base de
la disputa política en la coyuntura y expresan diferentes proyectos de gestión
del capitalismo local.
No hay claridad en la hegemonía
del sistema, con un 36/37% del macrismo; un 19/20% del kirchnerismo; un 17/18%
de otras fuerzas que remiten al peronismo. El peronismo, como arco diverso
inspira aún fragmentado una primera minoría de simpatías políticas. En el conjunto
referido estamos hablando del 70% de las opciones electorales. El otro 30% se
divide en variadas fuerzas en las que destaca la mayoría de votos del FIT en
torno al 4/5%.
Crisis
política
Con base en esos datos, una
primera reflexión remite a una disputa por el gobierno del capitalismo en la
Argentina y que incluso puede expresarse como bipolaridad entre el macrismo y
el kircherismo/peronismo. Es un horizonte en disputa hacia el 2019 y todo
pareciera no resolverse a favor del kirchnerismo si no avanza en audaces
reflexiones y alianzas más abarcativas.
Por un lado, la primera minoría
intenta construir una nueva fuerza política más allá de la tradición peronista
y radical, aun cuando hay apoyo mayoritario de la UCR, e incluso de sectores
del peronismo. Es la primera vez, que con éxito, la derecha disputa consenso electoral
para constituirse en mayoría. Por otro lado el kirchnerismo y la potencialidad
de alianza con otros sectores del peronismo y más allá.
Es por este lado que se puede
avizorar la crisis de las representaciones políticas tradicionales: el
peronismo y el radicalismo, aunque no solo de ellos y la emergencia de nuevas
representaciones de poder político en la Argentina. Es lo que definimos como
crisis política.
Pero también se puede aludir a una
crisis por izquierda, de alternativas, con importante fragmentación de
propuestas que no alcanzan el mínimo 1,5% exigido por la legislación electoral,
e incluso los sectores mejor posicionados como el FIT, que aspiran al 5% del
electorado total, con resultados destacados en algunos distritos, caso Jujuy
con el 13% o Mendoza cercano al 9%.
En términos electorales gana el
macrismo que reitera su dominio en Capital y adiciona otros distritos
importantes y cuando menos empata o pierde por poco en Provincia de Buenos
Aires, lo que supone un avance respecto de la imagen instalada previamente. No
es menor para el oficialismo nacional mejorar la fuerza parlamentaria,
entendida como consenso electoral social para sus objetivos de ajuste y
reestructuración regresiva, con reforma laboral y previsional en agenda y una
lectura para ofrecer a inversores externos sobre acompañamiento de la sociedad
respecto de un clima favorable a los negocios y los inversores. Solo no podrá y
como en 2016 necesita de pactos y alianzas para hacer aprobar la agenda
regresiva contra los de abajo.
Aun así, está muy lejana la
situación mundial para ser auspiciosos sobre el desembarco de inversores reales
más allá de las visitas de apoyo ideológico y político como la 11° reunión
ministerial de la OMC en diciembre próximo, o la coordinación del G20 para el
2018 y un cónclave mundial en noviembre del año entrante. Argentina es destino
marginal de inversiones en la región latinoamericana y caribeña, tal como
informó recientemente la CEPAL al evaluar el estado de las Inversiones Externas
Directas en la región. Es por eso que el gobierno aprovechará el respaldo
electoral para profundizar el ajuste y la reestructuración regresiva, procesos
tendenciales iniciados en la dictadura y potenciados en los 90´.
Pensar
y discutir la alternativa
Una reflexión especial merece la
situación de la izquierda y del movimiento popular en general para organizar
fuerza política y social en condiciones de disputar consenso para una
transformación profunda de la sociedad. Algunas propuestas políticas que no
llegan a superar el mínimo de las PASO, e incluso otras que si lo pasan por
poco y no necesariamente podrán acceder al Parlamento necesitan discutir las condiciones
de acumulación de poder popular necesarias para la disputa electoral. No muy
distinto es el razonamiento para aquellos que acceden a minorías parlamentarias
con escasa densidad política en la sociedad.
¿Cuánta densidad social y
política se requiere para obtener mayoría parlamentarias que disputen poder? Es
un interrogante interesante que nos sirve para analizar más allá de la realidad
nacional y pensar en los 18 años de triunfos electorales en Venezuela, o los
procesos de Bolivia y Ecuador de la última década. La estrategia del cambio
social está en discusión luego de la ola revolucionaria de los 60/70, donde se
mantiene la vigencia del proceso cubano y las duras disputas ante la agresión
del imperialismo y las clases dominantes, especialmente en Venezuela. Los
mecanismos políticos, sociales, económicos, culturales de acumulación popular ensayados
en estos 50/60 años están también en discusión.
No solo hay crisis política en
el sistema de dominación, sino también en la perspectiva de la construcción de
alternativa, lo que constituye un gran desafío para el movimiento popular.
En este sentido no hay atajos y
se requiere una profunda reflexión sobre la crítica de la realidad, no solo de
la iniciativa del poder, sino de las alternativas en construcción. El
capitalismo en crisis se recrea a pasos acelerados y agiganta la ofensiva del
capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad, convocando a una mirada
sobre los cambios en las relaciones sociales de producción y organizar una
respuesta para la emancipación social propia de nuestro tiempo.
Alguna vez dijimos que era
tiempo de barajar y dar de nuevo, cada quien desde lo propio construido y
pensar en diversas articulaciones, en primer lugar del movimiento obrero, por
su especificidad y tradición histórica en la Argentina, pero junto a ello en
todos los ámbitos de agrupamiento del movimiento popular. Hacen falta nuevas
formas de organización y movilización para conformar una estrategia de poder de
la mayoría popular.
La política no es solo el ámbito
electoral, sino la cotidianeidad, no solo las movilizaciones y la calle, sino
la construcción cotidiana que anticipa la sociedad del futuro. Esa es la
asignatura pendiente y el desafío de la época.
Buenos
Aires, 14 de agosto de 2017
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