Cada celebración del día internacional de los
trabajadores nos da la oportunidad de discutir sobre el papel de los
proletarios en la sociedad contemporánea: el capitalismo en crisis.
No resulta una novedad si destacamos en la coyuntura
la ofensiva del capital sobre el trabajo en nuestro tiempo, el que consignamos
en las últimas cuatro décadas. Hace tiempo se inició el desarme histórico de
las conquistas logradas en memorables luchas del movimiento de trabajadores.
Ese desarme histórico se inició en Sudamérica, con el golpe de Estado en Chile
y sus émulos en los países vecinos. Fue una iniciativa de desorganización de
los trabajadores para facilitar el camino de transformación hacia la iniciativa
privada y el neoliberalismo.
El trayecto iniciado en Santiago y continuado en
el Cono Sur de América se proyectó a Londres y a Washington para recalar en el
primer mundo a caballo del paso de la década del 70´ a la del 80´, y desde
entonces generalizarse en el mundo hasta la presente crisis mundial del
capitalismo.
En este trayecto son cuantiosas las pérdidas de
derechos de los trabajadores en todo el mundo, especialmente de sus ingresos,
agudizando el fenómeno de la explotación, recreando la esencia del
funcionamiento capitalista. La relación salarial capitalista se extiende en
todo el mundo, universalizando el régimen de explotación. El capital, en la era
de la transnacionalización subordina a la población trabajadora del mundo a
vender, en condiciones cada vez más miserable, su fuerza de trabajo. Es cierto
que en esta década, en la región latinoamericana se verifican mejorías
relativas en los indicadores sociales, sea por salario o empleo, aunque sin
recuperar la media lograda hacia los años 70.
La mejora relativa de este tiempo es
contra el peor momento de la crisis emergente en el cambio del siglo XX al XXI.
La CEPAL informa que a fines del 2010 existen 177 millones de pobres en América
Latina y el Caribe (el 30,4% de la población), de los cuales, 70 millones son
indigentes (el 12,8% del total de habitantes).[1] La
cifra era mayor en el 2002, con 225 millones de pobres (43,9% de la población)
y 99 millones de indigentes (19,3% de los habitantes).
Es cierto que hubo una merma de la
pobreza en la región latinoamericana derivada del gran crecimiento desde 2003,
pero sobre la base del mantenimiento de una importante brecha entre los
sectores de mayores ingresos y los sectores sociales empobrecidos. Además, ese
crecimiento generó deformaciones en la estructura productiva y ocupacional, que
como señala la titular de CEPAL Alicia Bárcena al destacar que “…estos logros están siendo amenazados por las enormes
brechas que presenta la estructura productiva de la región, y por los mercados
laborales que generan empleos de baja productividad, sin protección
social".
La ofensiva del capital
sobre el trabajo es un fenómeno estructural que lleva cuatro décadas y que
empieza a tener límites en la múltiples indignaciones construidas en la década,
sean los movimientos de piqueteros, fábricas recuperadas y trabajadores en
búsqueda de nueva organicidad (CTA) hacia la crisis del 2001; el movimiento
indígena en la zona andina; los estudiantes chilenos y colombianos en el último
año y una multiplicidad de protestas que definen en el ciclo de crisis un
oponente al proyecto liberalizador de las clases dominantes.
Los trabajadores en la Argentina
Hablar de los trabajadores
en la Argentina remite a un universo de 17 millones de personas que componen la
población económicamente activa (PEA), o en edad de trabajar, entre los que se
cuentan, según el INDEC, más 1.216.000 desocupados (7%) y unos 15.762.000 (93%)
ocupados.
La PEA incluye a los
trabajadores y a los patrones, y excluye a los estudiantes y las amas de casa,
lo cual constituye una limitación, pues existen mujeres desocupadas que
reproducen la conducta impuesta de las tareas del hogar disminuyendo el impacto
del desempleo. Algo similar ocurre con los estudiantes, cuya situación disimula
el carácter de desempleado o posterga el ingreso de los jóvenes al mercado de
trabajo, induciendo una lectura inadecuada de los niveles reales de desempleo.
En el cuadro puede verse
que según sea el empleador, existen 2.649.000 trabajadores del sector público
(nacional, provincial y municipal) y casi 13 millones en el sector privado.
Los trabajadores
asalariados son 9.243.000; entre los cuales, se destacan 5.257.000 (57%)
trabajadores registrados y 2.866.000 (31%) no registrados.
Situación de la PEA en Argentina 2011
PEA
|
16.978.000
|
100%
|
Desocupados
|
1.216.000
|
7%
|
Ocupados
|
15.762.000
|
93%
|
Planes de empleo
|
131.000
|
1%
|
Estatales
|
2.649.000
|
17%
|
Privados
|
12.983.000
|
83%
|
Patrón y trabajadores
familiares sin remuneración
|
861.000
|
7%
|
Trabajadores x cuenta
propia
|
2.857.000
|
22%
|
Asalariados
|
9.243.000
|
71%
|
Registrados
|
5.257.000
|
57%
|
No registrados
|
2.866.000
|
31%
|
Servicio doméstico
|
1.120.000
|
12%
|
En los datos mencionados
sobresale el desempleo (7%) y los trabajadores no registrados (31%), porque hay
que retroceder mucho en la historia para encontrar esos registros de desempleo
y precariedad.
En los 70´ el desempleo
oscila entre el 3 y el 5%; en los 80´ entre 4 y 8%; y en los 90´ entre el 7 y
el 11% en la primera mitad, y luego pasa a los picos del 18% en 1995 y 21,5% en
2002.
El saldo, luego de cuatro
décadas de ofensiva del capital constituye una brutal transferencia de recursos
desde los salarios a las ganancias, ya que la distribución de la renta muestra,
que recién en 2011, la participación del salario alcanza a los valores de 1999,
previo a la gran pérdida de ingresos que supuso para los trabajadores los
últimos años de la convertibilidad, durante la recesión entre 1998 y 2002, y el
proceso de devaluación del 2002, agravado con la emergencia de la inflación
desde el 2006.
El balance de la última
década (2002-2011) incluye para los trabajadores la contradicción de la
expansión del empleo a tasas no conocidas en la historia económica de la
Argentina, pero con salarios bajos y precariedad laboral, que en contrapartida
significó asegurar grandes ganancias derivadas de la reactivación de la
economía Argentina. La mejora salarial ocurrida en la Argentina se opera desde
el 2002, pero aún no alcanza los valores relativos del 2001, y bastante más
lejos del mejor momento previo a la recesión entre 1998 y 2002. Si la base de
cálculo del INDEC remite a valores de 1993, el índice salarial marca 88,6 para
1994, y baja hasta 77,4 en el 2001, siendo de 72,88 en el 2011[2].
Más allá de contar
trabajadores y sus niveles de ingreso, o situación laboral, conviene considerar
las condiciones de su organicidad. La ofensiva contra los trabajadores supuso
su desorganización social, sindical y política. El ataque contra los
trabajadores no fue solo en la represión, o en la expropiación del ingreso y en
la mayor explotación, sino en deterioro de su capacidad de respuesta sindical,
social y política. El resultado es la pérdida en términos de democracia
económica, política y social. Recuperar la capacidad de organización de los
trabajadores es una cuestión democrática, necesaria e imprescindible para
pensar en un pasaje de la larga resistencia contra la ofensiva del capital a
una contraofensiva de los trabajadores. La recuperación de la economía recreó
las condiciones de la negociación salarial, no así de las condiciones de
trabajo, pero solo para el tercio de trabajadores sindicalizados.
El modelo sindical en discusión
Resulta interesante
comprobar que en la última década, el movimiento de trabajadores en la
Argentina contiene colectivos sindicalizados y otros en similar cantidad
agrupados en organizaciones sectoriales ó territoriales, dando cuenta de un
fenómeno global de extensión de la masa de los trabajadores por fuera de la
relación laboral y por ende de la sindicalización. Hay que destacar que en los
90´ surgió en la Argentina la CTA, para intentar expresar ese fenómeno y
constituir un nuevo modelo sindical, superador de la contención corporativa y
burocrática persistente en el sindicalismo tradicional en las diferentes
variantes de la CGT. La CTA contiene en su seno a trabajadores ocupados o no,
sindicalizados o no, incluyendo afiliaciones individuales, solo por su carácter
de trabajadores.
La ruptura de la CTA en el
2010 desafía al nuevo modelo sindical a expresar la necesidad histórica y
contemporánea del movimiento de trabajadores en la Argentina. Claro que es una
situación que se procesa en la disputa mundial por hacer emerger una nueva
representación política y social de los trabajadores, tal como se intenta en el
Encuentro Sindical Nuestra América, que se apresta a desarrollar su próximo
cónclave anual entre el 21 y 23 de mayo próximo en la ciudad de México[3].
Es curioso como el viejo modelo reflota ante situaciones críticas. Días pasados
y a propósito de la expropiación de YPF, la Central Sindical española,
Comisiones Obreras (CCOO) se pronunció a favor de la empresa, de los
accionistas y la “seguridad jurídica” de los inversores, todo en defensa
corporativa de los trabajadores españoles de la transnacional REPSOL[4].
Es una actitud “nacionalista” en tiempos de transnacionalización. Claro que
sobraron los ejemplos en contra desde la misma España, tal el caso de la CIGa
de Galicia[5],
o LAB del país Vasco[6],
por solo considerar pronunciamientos hispanos, los que asociaron a múltiples
solidaridades de los pueblos de Europa y del mundo. No es distinto a la solidaridad
del sindicalismo europeo (tradicional) con los bombardeos sobre Libia, o las
solidaridades “humanitarias” ante variadas invasiones imperialistas sobre
soberanos países. También existe sindicalismo alternativo en el continente
europeo.
Es que la cuestión del
modelo sindical define el presente y el futuro del movimiento de trabajadores.
En este 1º de mayo conviene discutir el tema, ya que algunas organizaciones
sindicales y sus dirigentes privilegian la defensa de sus intereses nacionales
y sindicales por encima de los de la clase de trabajadores, mayoritariamente no
sindicalizados, informales y precarios en las condiciones en que se desarrolla
el mercado de trabajo en la actualidad.
Defender los intereses de
los trabajadores en 2012 supone recuperar la consigna del Manifiesto Comunista
de 1848: ¡proletarios del mundo, uníos! Pero ahora, sin la restricción
territorial que suponía un mundo “europeo” a mediados del Siglo XIX. La
transnacionalización de la economía impone la tendencia a la universalización
de la relación de explotación y la subsunción real del trabajo en el capital,
como señala Marx; una subordinación que involucra crecientemente a la
naturaleza y a la sociedad en su conjunto.
Un problema de nuestro
tiempo es la limitación “nacionalista” de las reivindicaciones de los
trabajadores, que subordina los intereses de los trabajadores a la dominación “burguesa
nacional” (crecientemente trasnacionalizada).
Muy distinto resulta la
confrontación con el imperialismo desde posiciones nacionales (populares), las
que se asumen articuladamente con las luchas de los trabajadores en todos los
territorios, sin mediaciones de los Estados capitalistas y sus compromisos con
las clases dominantes locales y globales. El comentario es pertinente ante la
situación de crisis mundial del capitalismo, ya que no hay Nación que pueda
quedar al margen de la crisis y de la ofensiva del capital para superarla.
Los trabajadores estamos
desafiados a luchar nacionalmente contra las manifestaciones de la ofensiva del
capital en cada uno de nuestros países, pero no se puede hacer al margen de una
lucha global contra el régimen del capital.
Como en el Manifiesto, 164
años después se requiere elaborar un programa de transformaciones
socioeconómicas que parta de la lucha por la reducción de la jornada de trabajo
sin afectar ingresos y que renueve las condiciones de una acumulación de poder
de los trabajadores para luchar contra la explotación del hombre por el hombre.
Del mismo modo que en los
comienzos de su constitución como sujetos por la emancipación, hoy, los
trabajadores debemos recuperar capacidad organización y lucha para la
transformación de la sociedad, en tanto problema social, económico, político y
cultural. La emancipación de los trabajadores es la búsqueda de la liberación
del conjunto de la sociedad.
¡Ante la crisis
capitalista, alentemos las búsquedas de la unidad de los trabajadores por la
emancipación social!
Buenos Aires, 1 de mayo de 2012
[1]
Informe de la CEPAL sobre la evolución de la pobreza en América Latina.
[2]
Los datos son resultados de informes sindicales preparados por el equipo de
investigación de empleo y salarios de la FISYP, coordinado por Germán Pinazo.
[3]
Convocatoria al 5º Encuentro Sindical Nuestra América. En: http://encuentrosindical.org/?p=4673
(consultado el 1/5/12)
[4]
“La Confederación Sindical de CCOO y su federación sectorial FITEQA, tras
conocer la decisión del Gobierno argentino de nacionalizar YPF, ha expresado su
desacuerdo y rechazo a una medida que causará graves perjuicios a los
accionistas, sobre todo a los pequeños accionistas, a los trabajadores y a la
economía española, en un momento especialmente delicado por la situación de
crisis y recesión por la que atraviesa, y por la presión de los mercados
financieros y especulativos. CCOO advierte que la decisión puede debilitar la
estructura industrial de la empresa YPF y deteriorar las condiciones laborales
de los trabajadores y trabajadoras de REPSOL.” En: http://www.ccoo.es/csccoo/menu.do?Informacion:Noticias:342969
(consultada el 1/5/12)
[5]
“Non se trata só que sexa nacionalizada, a Dirección de Repsol debería pedir
desculpas públicas e debería indemnizar ás poboacións afectadas polas súas
políticas en América Latina.” Clodomiro Montero M. Secretario nacional da
Federación da Banca. En: http://www.galizacig.com/avantar/opinion/18-4-2012/rajoy-repsol-duas-varas-de-medir
(consultada el 1/5/12)
[6] “A través de este
comunicado, el sindicato LAB desea manifestar su solidaridad con el pueblo
argentino y nuestro apoyo a su legítima aspiración por recuperar la soberanía
sobre los recursos energéticos. Al mismo tiempo, denunciamos la intervención
neocolonial del gobierno español que, empleando un tono belicista intolerable,
pretende intimidar y coaccionar al gobierno y, sobre todo, al Pueblo argentino
para que desista de su razonable intento por recuperar el control de la
petrolera YPF. Este proyecto, sin duda, le otorgaría al pueblo argentino
mayores beneficios de los que actualmente obtiene de la presencia de esta
multinacional.” Comunicado de LAB Nazioartea, remitido al autor.
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