Debates sobre el desarrollo económico y productivo


Esta semana pude participar en dos debates con intelectuales de la región a propósito del presente y del futuro de América Latina. En una reunión académica y política del Foro del Mercosur, FOMERCO, y en el IV Congreso de Economía Política y DDHH organizado por la Universidad Nacional de las Madres de Plaza de Mayo.
La primera consideración que hice en las presentaciones apuntaba a la cercanía del 11 de septiembre, que nos recuerda dos acontecimientos históricos contemporáneos que nos marcan a fuego para pensar y analizar nuestro tiempo y los desafíos que se presentan.
El primer acontecimiento es el 11-9-73 con el golpe genocida de Chile que inauguró una época del desarrollo del capitalismo a escala mundial y que trascendió como neoliberalismo, primero como ensayo bajo dictaduras en el sur de América, y luego extendido en todo el mundo en los 80´ y 90. El segundo es el 11-9-01 con los atentados en EEUU, que como respuesta y bajo el gobierno de George W. Bush se inauguró una ofensiva militarista a escala global. Se consumó en ese proceso el paso de una experiencia localizada de terrorismo de Estado a un Terrorismo de Estado mundial, ejercido por EEUU y con la complicidad del sistema capitalista.
En ambas efemérides está presente el terrorismo de Estado. Desde Chile, el Terrorismo de Estado se impuso en nuestros países para asegurar profundas transformaciones socioeconómicas que hoy son condicionantes institucionales que obstaculizan las transformaciones que el cambio político regional pretende abordar. Hablo de la flexibilización y precariedad laboral, de las privatizaciones y un estado al servicio del gran capital y una inserción internacional subordinada a los intereses de las transnacionales, los que buscan y encuentran la forma de explotar los recursos naturales de nuestra América, sea la tierra, el agua, el gas, el petróleo, la soja o la minería.
Ayer fue el Terrorismo de Estado en el cono sur, y hoy el Terrorismo de Estado internacional impulsado por la potencia hegemónica, que además, pretende recuperar terreno perdido en lo que considera su territorio, la América Latina y el Caribe. Se trata de un régimen para avanzar en la generalización de un capitalismo criminal que incluye la compraventa de armas, personas, el tráfico de drogas y toda forma de negocio que asegure ganancias concentradas para el gran capital.
Por ello, pensar el presente y futuro de la región, tiene ese contexto de una ofensiva de derecha que empezó hace 37 años y que se renovó hace 9 con la política antiterrorista de EEUU, y que se mantiene aunque ya hace dos años que los republicanos no gobiernan EEUU. Es un tema de interés para aquellos que sostienen el peligro de la derecha, ya que en esos debates intelectuales sosteníamos que la novedad no es la ofensiva de la derecha, sino que lo novedoso es lo que ocurre en la región, sean las dinámicas sociales de resistencia al neoliberalismo en los 80´ y 90´, los gobiernos resultados de la protesta popular y articulados en la primera década del Siglo XXI, como las múltiples iniciativas de integración y cambio político sustentados en estos últimos años.
Claro que el tema en discusión es como sigue esta batalla. El interrogante es si América Latina puede ser anticipadora de un nuevo tiempo, del modo regresivo en que lo fue hace 37 años. La pregunta es si el laboratorio que hoy representa la región puede anticipar cambios importantes a escala global ante la crisis capitalista. En ese sentido se discutía el modelo productivo y ente otros temas apareció el conflicto de Paraná Metal como ejemplo de las contradicciones que se presentan cuando la política anti crisis en todo el mundo apunta, entre otros aspectos, a la reactivación de la industria del automotor.
Es sabida la contribución a la contaminación ambiental de la industria automotriz, y de la consagración de la respuesta individual que alienta el consumismo de automóviles para resolver el transporte. Además, es creciente el deterioro de la industria de autopartes nacional en la composición del producto final. Entonces, el drama de la pérdida de ingresos y puestos de trabajo de los metalúrgicos de Villa Constitución convoca a pensar alternativamente y analizar las posibilidades de modificaciones estructurales al modelo productivo.
¿Por qué no pensar en transporte público de pasajeros? La iniciativa pasaría por recuperar el papel del transporte ferroviario y  la posibilidad de insertar a Paraná Metal como empresa proveedora de matrices para la producción de vagones de ferrocarril, u otros destinos posibles de una actividad de “fundición”. Ello puede suponer algunas adecuaciones en la empresa, y para ello se cuenta con capacidades y aptitudes que anidan en entidades oficiales como el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el INTI y la propia Universidad Nacional, sea la Tecnológica o la de Rosario, radicadas en el área de influencia de Villa Constitución.
Discutir el tema del modelo productivo es sustancial para pensar en soluciones de empleo y otorgarle funcionalidad al aparato estatal de educación, ciencia y técnica existente; que además aspira a ser demandado por una sociedad que incluya en su perspectiva superar el límite de lo posible para materializar los cambios necesarios.

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