¿Estabilidad o inestabilidad monetaria y cambiaria? Nota publicada en Página12, en: https://www.pagina12.com.ar/2025/12/16/estabilidad-o-inestabilidad-monetaria-y-cambiaria/
La relación de los países de América Latina y el caribe con el dólar estadounidense es diversa, siempre en un marco de dependencia financiera y económica. Más allá del debilitamiento actual de la divisa hegemónica en el ámbito mundial y las tendencias a la desaceleración de la economía de EEUU, los países de la región sufren la dependencia del dólar. Hay países dolarizados de vieja data, como Panamá desde comienzos del siglo XX; otros desde comienzos del siglo XXI, como Ecuador o El Salvador; mientras que otros transitan caminos de dolarización creciente o con una tendencia al uso de la doble moneda, la local y el dólar, casos de Argentina, Venezuela o Cuba. En situación intermedia, con diferentes grados de soberanía monetaria existen países con fuerte vínculo económico dependiente con EEUU, caso de México; por su parte, Brasil protagoniza la novedad del nuevo polo de articulación global en los BRICS+. Este espacio intenta construir una relativa autonomía en diferentes ámbitos de la economía, el comercio y las finanzas, especialmente China, que crece a partir de la interdependencia lograda, en conflicto, con EEUU en las últimas cuatro décadas.
Región vulnerable y dependiente
De una manera u otra, en todos los países de la región latinoamericana y caribeña se procesan diferentes grados de vulnerabilidad a los vaivenes del dólar, la fijación de la tasa de interés por la Reserva Federal, y las definiciones de política nacional desde Washington, como producto de la disputa hegemónica de EEUU con China. Es una disputa que se procesa comercial, económica y financieramente ante la inserción creciente de China en la economía regional desde su papel acrecido globalmente durante el siglo XXI. Por eso, EEUU aceleró las medidas agresivas de su política exterior, no solo en lo atinente a la suba de aranceles desde abril de 2025, sino agravando sanciones unilaterales de violencia explícita, especialmente hacia Cuba y Venezuela, lo que incluye acciones militares de cerco agrupando contingentes militares en el Caribe y profundizando el bloqueo a Cuba y amenazas a Colombia. Junto a las sanciones, se despliega una campaña ideológica política favorecida por el poder concentrado de medios y redes de comunicación, algunos de los cuales intervienen en la desestabilización cambiaria (“dólar blue” en Argentina, “Dolartoday” en Venezuela, “elToque” en Cuba).
El manejo monetario y cambiario en nuestros países está en el centro de los debates teóricos y de política económica, especialmente desde la crisis del endeudamiento en los ´80, y con procesos inflacionarios en los ´70/´80 del siglo pasado. Fue un tiempo de generalización de planes de estabilización promovidos por los organismos internacionales, con graves consecuencias para el crecimiento y el deterioro de las condiciones de vida de una parte importante de nuestras sociedades. Son los años de los ´80 como década pérdida según la CEPAL. Ante la crisis de las políticas de fortalecimiento de los mercados internos y la industrialización sustitutiva de importaciones (subordinada), de los ´50/´80, se promovió un cambio del régimen de acumulación capitalista, consolidando en los ´90 una apertura dependiente a la dinámica de la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital. Se destacó en los ´90 el Consenso de Washington (CW) y su decálogo a favor de la iniciativa privada y la baja del gasto público social. Eran tiempos de fin de la bipolaridad global entre capitalismo y socialismo, por lo que se fortaleció una fortísima ofensiva del capital en contra del trabajo, incluyendo el aislamiento de Cuba que definió una política defensiva bajo el “periodo especial” y un nuevo régimen monetario y cambiario.
La política cambiaria en la región osciló entre tipos de cambio fijo, bandas cambiarias, dolarización y libre flotación en el marco de las metas de inflación que asumieron una parte mayoritaria de los bancos centrales.
Intentos limitados de cambio
Las reaccionarias políticas de estabilización de los 80/90 generaron resistencias populares que desafiaron la hegemonía “neoliberal” y habilitaron un tiempo de expectativas por cambios progresivos en las dos primeras décadas del siglo XXI. Cuba encontró nuevos socios regionales para volver a discutir políticas articuladas de integración productiva, comercial y financiera. Se destaca la suscripción de acuerdos bilaterales con Venezuela a fines del 2004, en tiempos que ésta verbalizaba su proyecto por el “socialismo del siglo XXI”. Una integración ampliada a otros países y a una diversidad de propuestas por políticas con pretensión de independencia.
En la década siguiente, entre 2005 y 2015, se habilitaron expectativas de cambios económicos con variados proyectos de transformación en la producción y circulación de bienes y servicios, que no prosperaron por límites propios e insuficiencias de los proyectos políticos y la contraofensiva de los poderes locales, especialmente del accionar de EEUU. Todo aconteció en el marco de la crisis 2007/09, la asunción presidencial de Donald Trump en 2017 y las condiciones generadas por la pandemia desde 2020. En ese marco, el cambio político regional encontró serios límites ante la creciente presencia de la ultraderecha en la disputa de los gobiernos, casos de Brasil y Argentina, más allá de las expectativas generadas desde México y las revueltas juveniles de Chile y Colombia.
Hay disputa de rumbo en la región y el límite de los procesos de cambio fueron condicionados al no avanzar en profundas transformaciones de las relaciones de producción, lo que habilitó el accionar de iniciativas de los poderes locales y mundiales en diferentes planos. Uno remite a las condiciones estructurales del orden capitalista, que empuja a la creciente mercantilización y a la subordinación a la hegemonía del dólar en un marco de guerras comerciales, monetarias y financieras. Otro apunta a una renovada reorganización productiva que fomenta la producción exportadora de bienes primarios en el sur de la región y a una dinámica subordinada de ensamble en el norte, especialmente México. Finalmente interviene la manipulación del consenso social vía medios y redes sociales en tiempos de digitalización económica.
Lo esencial y la manipulación
Lo sustancial pasa por las relaciones capitalistas de producción y su carácter monetario mercantil, las que inducen determinados comportamientos sociales mediados por acciones ideológicas y propagandísticas sostenidas por el poder económico en tiempos de innovación tecnológica y manipulación de los consensos. Desde ciertos portales se potencia la inestabilidad cambiaria y se manejan las expectativas sociales induciendo referencias cambiarias que definen el acceso a divisas escasas en países que intentan contradecir la lógica hegemónica del capital y de EEUU, que incentiva y recrea una política para la región latinoamericana y caribeña de espacio propio en la disputa global.
El tema es grave porque esa manipulación mediática interviene en la fijación de los precios a partir del tipo de cambio y afecta la calidad de vida de la población sin acceso a las divisas, potenciando la dependencia. Los ingresos populares en moneda local y los precios al alza en función del tipo de cambio manipulado genera una desigual e inequitativa distribución del ingreso y la riqueza, condicionando cada vez más la capacidad autónoma de una política soberana a contramano del régimen del capital. La región necesita retomar un rumbo de integración no subordinada que confronte con el régimen del capital y busque caminos de manejo autónomo de su política económica, de ingresos, fiscal, monetaria, cambiaria. Ello supone una importante acumulación de poder popular que otorgue sustento político social a la construcción de un proyecto en contra y más allá del capitalismo.
Buenos Aires, 15 de diciembre de 2025
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