Los cambios políticos en el poder y el contrapoder
Mientras se especula que dirá Milei en la inauguración del año legislativo, me animo a decir que reiterará la esencia de lo dicho en su carrera preelectoral como panelista de TV y en redes sociales; en su campaña para diputado porteño en 2021 y para presidente en 2023; tanto como el discurso de su asunción del 10/12/23; o lo enunciado en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre conservadora en EEUU.
El eje es la reformulación del orden capitalista en el país y que eso sirva como ejemplo para el mundo. Lo que ensayaron los “chicagos boys” desde el 73 dictatorial en Chile, a modo de ensayo, puede servir de referencia para pensar el presente y el futuro deseado para el mundo capitalista por los ultras liberales encarnados por el presidente argentino.
Con esos discursos viene sumando consenso a un programa de liberalización deseado por el gran capital, local y global.
Ello requiere de una fuerza política de consenso social mayoritario en la tradición de la “derecha” argentina, que supo ser conservadora y minoritaria, que gobernó desde el “fraude” y que necesitó de los golpes militares entre 1930 y 1976 para gobernar, pero que también se adaptó al “republicanismo” y empezó a ganar elecciones en 2015, incluso previamente a sumarse al proyecto peronista liderado por Carlos Menem en los 90, o al radicalismo de Fernando de la Rúa en los finales de la convertibilidad.
Cambia la forma del ejercicio de la política de los sectores que definen al poder. La tradición “democrática” del capitalismo realmente existente en el país, que empezó a construirse bajo gobiernos constitucionales luego de la Ley Sáenz Peña, desalojó del gobierno a las formas tradicionales del poder local, quienes retomaron sucesivamente el gobierno desde las “dictaduras” y condicionando todo lo que podían a los gobiernos emergentes de procesos constitucionales.
Esas idas y vueltas parecen haber encontrado la forma política adecuada para sintonizar al poder con el gobierno, dicho esto mas allá de desconfianzas de las cúpulas empresarias en el personaje en la casa de gobierno.
El poder oligárquico imperialista que definió la hegemonía del capitalismo local hacia 1880, se siente en capacidad de cerrar un ciclo histórico, eliminando derechos conquistados por las clases subalternas. ¿Una revancha histórica? Más que eso, se trata de reformular el orden capitalista local y global en tiempos de crisis y restablecer una lógica de ganancias concentradas que requiere amplio consenso, incluso de los perjudicados.
Por eso debe pensarse en la respuesta social ampliada, no para rescatar lo existente, sino para frenar la ofensiva conservadora y liberalizadora, excluyente y por más explotación y saqueo y construir un nuevo tiempo de la forma política popular, articulando todas las tradiciones de resistencia desplegadas desde la constitución de la Argentina como una Nación con pretensión autónoma.
Toda la experiencia de organización y lucha popular es necesaria. Nadie debe quedar afuera, pero se requiere una gran voluntad por sumar en una estrategia compartida un cúmulo de reivindicaciones democráticas construidas por el movimiento popular y definirlas en un proyecto político que confronte con la lógica capitalista y se proponga un rumbo de construcción de la vida cotidiana asentado en lo comunitario, lo solidario, la autogestión y la cooperación, en contra y más allá del capitalismo.
Diga lo que diga el 1/3 en el Congreso, el desafío será construir la alternativa política popular.
Buenos Aires, 1 de marzo de 2024
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