El Blog de Julio C. Gambina
Notas y artículos de análisis sobre la actualidad político-económica.
El aumento en alimentos agrava la pobreza
Los datos de inflación a febrero del 2023 preocupan. En efecto, el 6,6% de febrero de 2023, un 13,1% en el primer bimestre del año y el 102,5% acumulado en 12 meses, preocupa en general, pero más aún en los sectores sociales empobrecidos.
Es un tema agravado cuando el rubro alimentos creció un 9,8% en febrero, un 17,2% entre enero y febrero y 102,6% en el acumulado de 12 meses.
Convengamos que, con ingresos populares en baja, sean salarios, jubilaciones o asistencia social diversa, el deterioro de las condiciones de vida cotidiana de la mayoría de la población agrava la situación de empobrecimiento.
Un dato de la realidad es la desigualdad, manifiesta en la concentración de ingresos y riqueza en muy pocas manos y una ampliación del empobrecimiento social.
Hace rato que preocupa el tema inflacionario, y no alcanza conque señalar que se trata de un fenómeno mundial, ya que la inflación en EEUU llegó al 8/9% anual y ahora está en torno al 6%.
En general, sea en Europa u otros países del sistema mundial, la inflación anualizada ronda entre el 8 y el 20%, claro que hay países con registros menores, muchos de ellos en la región latinoamericana y caribeña.
La especificidad de Argentina es que loa inflación anual para varios países es mensual en los registros locales. No es un tema nuevo, sino de largo aliento, que, en la última etapa, con alzas y bajas empezó a escalar desde el 2006/07.
Teoría, política, alimentos y pobreza
Hay un debate teórico y político sobre las causas de la inflación y las políticas antiinflacionarias. Es un debate inconciliable, sustentado en bases teóricas y políticas que pretenden objetivos diferenciados y expresan intereses económicos, políticos y culturales particulares.
Desde el liberalismo se sostiene un enfoque monetarista que desemboca en políticas de ajuste fiscal, elevando al déficit fiscal y a la emisión monetaria como los problemas esenciales.
La escuela keynesiana, con variantes sustenta políticas de “acuerdos” entre distintos eslabones del proceso de producción y circulación, y resuelven el diagnóstico abusando de una multi-causalidad que puede explicitar variadas causas y efectos.
Obvio que en cada corriente existen matices, como los hay en quienes polemizan desde el marxismo, que asientan sus posiciones en la ley del valor de Marx y, por ende, el carácter monetario mercantil de la sociedad capitalista.
El debate está inacabado y puede parecer un diálogo sin escucha, imposible de sintetizar, y en él mientras tanto, los precios generan la creciente desigualdad, lo que supone la extensión del empobrecimiento.
La suba de precios afe3cta en primer lugar a las y los generadoras/es de la riqueza social: las y los trabajadores. A ello se suman un conjunto de sectores pequeños de la producción y la actividad económica en general, sin capacidad de intervenir en la disputa por el excedente económico.
Desde esta preocupación, del deterioro agravado de los empobrecidos, es que nos interesa específicamente que ocurre con los alimentos, el rubro de mayor incidencia en el índice de inflación, que oscila entre el 25% en el Gran Buenos Aires (GBA) y el 38% en el Noreste.
El gasto de la pobreza es principalmente en alimentos y si estos crecen en precio con deterioro de ingresos populares, queda claro el resultado de mayor indigencia y pobreza.
Algunos datos provistos por el INDEC para febrero y el GBA evidencia una suba de precios respecto de enero del 35% en carne picada común, 34,3% el cuadril, 33,5% la paleta, 32,8% la nalga y 28,6% el asado; 14,6% el arroz blanco simple, 13,2% los huevos de gallina, 9,9% el queso cremoso o el yogur firme; y más aún, 72,4% la naranja, o 13% la batata.
Son solo algunos datos que ilustran la mayor suba de alimentos respecto del promedio de los precios que subieron 6,6% en febrero pasado, y recordemos 9,8% los alimentos.
Discutir el diagnóstico y las propuestas
Mucho se discute sobre la fijación de precios en general, y existen ramas monopolizadas en la producción y circulación de alimentos, al tiempo que existe una diversidad de productores de frutas y verduras distribuidos por todo el territorio que producen, en simultáneo con una red inmensa de puestos de ventas diseminados por todo el país.
Consultados pequeños comerciantes de barrio, productores de frutas y verduras, incluso profesionales que atienden a esos pequeños empresarios del campo o la ciudad, todos coinciden que un problema central está en la intermediación, por lo que una primera conclusión que habría que sacar remite a la necesidad de organizar la articulación entre esa masa de productores y distribuidores al menudeo, acercando la producción al consumo.
No se trata de establecer vínculos individuales entre productores y consumidores, sino que bien podrían desarrollarse formas comunitarias, cooperativas y de autogestión para la producción y circulación de frutas y verduras, sin perjuicio de otros alimentos en los que el país tiene elevada experiencia y desarrollo tecnológico, sea en carnes o lácteos, por ejemplo.
La propuesta involucra a trabajadores y consumidores, incluso con participación universitaria en la asistencia técnica y ámbitos específicos de las administraciones municipales provinciales y nacionales.
Claro que también se explica que la sequía agrega problemas, que genera escases y pérdida de calidad en la mercadería. Es un tema asociado a otros países y vinculado al cambio climático, que pone de manifiesto que es un tema que transciende la coyuntura y que todo indica que es escasa la planificación de iniciativas que contemplen un problema estructural que debiera resolverse en el marco de la integración regional.
El mercado de alimentos, especialmente frutas y verduras demanda la extensión de los “mercados centrales”, no solo los que hoy existen en varios territorios, sino que debiera extenderse como política de articulación de la producción, la circulación, el intercambio y el consumo, vías “ferias” o “mercados populares” con participación de trabajadores, productores y usuarios, impulsado por la política estatal.
Debe reconocerse que el precio aparece inducido por las grandes cadenas de circulación, fuertes concentradores de la producción y formadores de precios, a los que se adecuan los pequeños establecimientos. Es un dato que el productor pequeño es el que menos posibilidades tiene de intervenir en la fijación de precios.
Eliminar o disminuir la intermediación resulta estratégico, lo que requiere una deliberada política estatal con recursos para sostener una logística adecuada y una planificación participativa que involucre a trabajadores, productores y consumidores.
La especulación intermediaria solo puede resolverse con planificación y participación, aunque es cierto que detrás de todo está la ley del valor y, por ende, unos precios atados al régimen de producción capitalista que domina las relaciones económicas y sociales en su conjunto. 15/03/2023
FMI flexibiliza metas presionando a más ajuste en un contexto de cierre de bancos en EEUU
El gobierno argentino celebra el acuerdo con los técnicos del FMI (https://www.imf.org/es/News/Articles/2023/03/13/pr2368-imf-staff-and-argentine-authorities-reach-staff-level-agreement-on-review-under-eff), el que tendrá que aprobarse próximamente por el directorio del organismo, y con ello, el cierre de la cuarta revisión trimestral (serán 10 en total) y un desembolso de unos 5.300 millones de dólares, para seguir cancelando el préstamo de 45.000 millones de dólares del 2018.
Claro que al mismo tiempo se engorda la cuenta del nuevo préstamo de Facilidades Extendidas que hipoteca al país hasta el 2034 y que con seguridad requerirá nuevas negociaciones en un par de años. De hecho, se tira la pelota hacia adelante, en beneficio de las partes.
El gobierno local se presenta cumpliendo con los compromisos, destacado por el FMI en su comunicado de prensa, que resalta el ajuste de las cuentas públicas para el 2022 y demanda asegurar la reducción del déficit fiscal para el 2023, a la meta del -1,9% del PBI.
Para el FMI se trata de no hacer ruido en un momento de gran incertidumbre financiera y económica global, especialmente en EEUU.
En efecto, en simultáneo con el acuerdo entre el país y el FMI se manifestó la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y otros bancos estadounidenses, con impacto en el sistema financiero y las bolsas y cotizaciones de acciones y títulos estadounidenses.
Así, el impacto se extiende al sistema mundial y agrega incertidumbre a un tiempo de desaceleración de la economía mundial con perspectivas de recesión, según manifiestan todos los informes especializados.
Por eso, en este contexto, el FMI no necesita evidenciar más problemas y favorece los necesarios “perdones” en las metas de acumulación de reservas, unos 2.000 millones de dólares menos, siempre que se mantenga el objetivo de ajuste fiscal, acelerando la eliminación de subsidios en tarifas y recortando gastos, situación favorecida por la elevada inflación.
Con precios en alza, el gasto en personal estatal se licua, al tiempo que mejora de manera relativa la recaudación. Entre otras cuestiones, la inflación favorece el ajuste desde el Estado, sobre cumpliendo las metas suscriptas con el FMI.
Quiebra del SVB
El colapso bancario en EEUU tiene referencia directa con una crisis presente, arrastrada desde el 2007/08 y también del 98/01.
La crisis del cambio de siglo en EEUU se la conoció como la de las “punto com”, con relación a la emergencia de las nuevas empresas de tecnología, que motivó la denominación de “nueva economía” y a Seattle como la ciudad emblema de proliferación de emprendimientos de tecnología, las “startups” y la atención de capitales excedentes para invertir como “capital de riesgo” para financiar ideas de innovadores, emprendedores.
Tal el trayecto de jóvenes como Bill Gates y empresas que hoy están en el top de la valorización financiera, escalando desde un inicio como “idea”, proyecto a materializarse.
Ese financiamiento se canalizó mediante fondos que canalizaban inversiones a los emprendedores, a quienes se les denominó Ventures Capital (VC) por su nombre en inglés, que puede traducirse como “Capital de Riesgo”. Se trata de fondos, los VC, que captan dinero excedente de inversores a la búsqueda de negocios y ganancias.
Las VC eligen a los emprendedores o startups a financiar y de allí surge la renta para devolver la inversión más la rentabilidad en tiempos de lógica financiera y especulativa exacerbada. No importa que muchos emprendimientos no finalicen exitosamente, porque el éxito de una o varias startups facilita la rentabilidad de todos los inversores. Algunos van a perdida, pero uno con éxito cubre el costo de gestión de la VC y ofrece altos rendimientos al capitalista inversor.
Las VC terminaron concentrando sus inversiones y depósitos en un banco, el SVB, que ahora hace visible una crisis sistémica, más allá de las innovaciones tecnológicas, la digitalización y la revolución del conocimiento en la producción y circulación del capital.
El SVB invirtió en bonos del tesoro a largo plazo en tiempos de baja de tasas, una oferta de largo aliento de los monetaristas al frente de la Reserva Federal de EEUU. Ante las subas de tasas y al pretender cambiar los activos en manos del SVB, más que mejorar el paquete de activos, de 209.000 millones de dólares a fines del 2022, motivó retiro de inversores y depósitos, que con anterioridad alcanzaban unos 175.000 millones de dólares.
Así, en pocos días perdieron más de 40.000 millones en depósitos, expresión de la corrida bancaria y, por ende, el banco fue intervenido. No solo hubo declaración conjunta de la Reserva Federal y la Secretaría del Tesoro, sino que el propio Joe Biden tuvo que hablar para tranquilizar a la sociedad ante la situación de colapso bancario.
No solo eso, sino que aseguraron devolución de depósitos más allá de lo estatuido previamente y líneas de crédito para otros bancos que presentaran problemas. Además, anunciaron la investigación sobre las responsabilidades en la política pública para arribar a la situación de quiebra y colapso de la banca.
El Mercado necesita del Estado capitalista
Insistiremos hasta el cansancio de la falacia liberal que sostiene que el “mercado” todo lo resuelve, ya que como en el 2007/09, o en el 1998/2001, el Estado capitalista sale a resolver la crisis del capitalismo. Es que para eso está el Estado capitalista.
No es cierto que el Estado somos todos o es para todos, y tal como vuelve a demostrarse cuando la situación afecta a unas de las instituciones del orden capitalista, caso de la banca. Ahí interviene el Estado sin prejuicio ideológico.
Tanto el “mercado” como el “estado”, son relaciones sociales. En uno domina el capital y en el otro, también.
La ampliación del mercado necesita la ampliación de las funciones estatales, no solo en la regulación, sino en la intervención directa.
No se puede pensar al neoliberalismo emergente hace medio siglo sin la intervención terrorista del Estado en las experiencias de las dictaduras del cono sur de América, como tampoco sobre el papel represivo del Estado británico o estadounidense bajo las gestiones de Thatcher o Reagan hacia 1979/80.
Hacia el 2001, la respuesta fue la militarización económica y social del mundo y el gran endeudamiento de los estados, las empresas y las familias, que motivó la crisis del 2007 y sus secuelas hasta la recesión mundial del 2009.
El orden capitalista en crisis desde el cambio de siglo muestra los límites al consenso neoliberal con la situación explicitada luego del 2010.
La tendencia es a la desaceleración, con bajas preocupantes de la productividad y de la producción, lo que deriva en pérdida de iniciativa productiva a manos de China e India, entre otros, que, ante sanciones unilaterales y obstaculizaciones de la universalización productiva, asumen las banderas de la liberalización de la economía mundial.
Es curioso ver como se cambiaron los papeles producto de las novedades del desarrollo capitalista contemporáneo.
Las quiebras bancarias en EEUU deben analizarse en ese contexto, y son parte de las dificultades para sostener una hegemonía construida en los últimos cien años.
El problema en este tiempo no es tanto reconocer la crisis capitalista, sino los límites para objetivar una conciencia colectiva organizada para construir un orden económico y social alternativo, en contra y más allá del capitalismo.
Sostenemos esta conclusión a 140 años de la muerte de Carlos Marx (14/03/1883), quien aportó en vida a la crítica del orden capitalista, como base sustancial para el despliegue de un proceso de revolución social.
Buenos Aires, 14 de marzo de 2023
Recuperar el objetivo por la revolución y el socialismo
La profunda crisis capitalista mundial en curso, con inflación y desaceleración económica; con mayor desigualdad en la apropiación del ingreso y la riqueza, en un marco del deterioro ambiental, con gigantescas ganancias de laboratorios y el complejo militar, entre otros, convoca a pensar en otro orden social.
El capitalismo, sustentado en la explotación y el saqueo transita una etapa de devastación social y natural, alejado del paradigma histórico del “progreso”, que nos desafía en pensar alternativamente.
Hace pocos días se celebró el 175 aniversario del Manifiesto Comunista, en el que Marx y Engels convocaban a superar el orden capitalista, aun cuando resaltaban la revolución liderada por la burguesía. Eran tiempos de revolución industrial y expansión de la relación capitalista, con crecimiento de la base obrera y la lucha por sus derechos.
En Nuestra América, hace un siglo, José Carlos Mariátegui sostuvo que nuestros pueblos debían sustentar el mito de la revolución socialista, una propuesta en polémica con la tesis que demandaba el desarrollo capitalista como etapa necesaria para el objetivo socialista.
Hay que recoger para el debate actual las últimas reflexiones de Marx sobre la opción socialista aun desde el retraso de las relaciones capitalistas, sustentado en la correspondencia con Vera Zasulich y los populistas rusos.
El capitalismo es mundial y, por ende, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas opera a escala global. Por eso el interrogante si es posible la propuesta para una revolución socialista. La respuesta está en los intentos de la tradición cultural que remite al Manifiesto e incluso a la Asociación Internacional de Trabajadores.
Desde la Comuna de Paris, pasando por la revolución en Rusia, en China, Cuba o Vietnam, se verifica un proceso de búsqueda por hacer efectiva la revolución. Cada una de ellas es una experiencia que continúa siendo evaluada y que aún resulta complejo hacer síntesis,
Por su parte, la experiencia del capitalismo nos devuelve sus efectos sobre la sociedad y la naturaleza, los cuales nos convocan nuevamente a pensar en revolución y en socialismo.
Socialismo en el siglo XXI
Recuperemos algunos debates recientes a propósito del socialismo.
El próximo 5 de marzo se cumplirá una década del fallecimiento de Hugo Chávez que, entre muchos aportes al debate teórico y político regional y global, propuso la recreación de la propuesta “socialista” ante los problemas del orden social en el siglo XXI.
La temporalidad en el nuevo siglo definía su pensamiento, lo que suponía una crítica a la experiencia del socialismo en el Siglo XX, que por supuesto no caía bien a proyectos que se asumían en esa trayectoria de construcción socialista.
Era la de Chávez, una contribución creativa de nueva propuesta civilizatoria en la perspectiva anticapitalista de la lucha de los pueblos.
Su formulación de “socialismo del Siglo XXI” data de 2004/05, tiempos de los acuerdos entre Cuba y Venezuela, que dieron lugar a la conformación de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de América, ALBA. Se trataba de una réplica al Área de Libre comercio de las américas, ALCA, proyecto impulsado por EEUU y todos los gobiernos de la región, excepto Cuba, entre 1984 y 2001.
El ALBA crecerá luego con varios países de la región instalando una agenda de transformaciones económico sociales que aun hoy tiene vigencia, más allá de los límites para su realización.
Fue en Quebec del 2001, cuando en la cumbre presidencial de las Américas, la presencia del dirigente venezolano empezó a cuestionar el consenso a la estrategia de integración subordinada sustentada desde EEUU y el capital concentrado en la región.
Chávez desde adentro del cónclave presidencial y en combinación con la inmensa movilización de la Cumbre Popular de Quebec en 2001 es que se potenció un contra consenso que terminó de materializar el rechazo al ALCA en noviembre del 2005 en Mar del Plata, Argentina.
El socialismo, como propuesta de Hugo Chávez se formula en tiempos de la mayor acumulación de poder popular en la lucha contra el Consenso de Washington y la liberalización de la economía para darle andamiaje al capitalismo en la región.
Vale recordar que durante el 2005 y en la Universidad de La Habana, Fidel Castro señaló: “…uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo”. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html
Para el líder de la revolución cubana, el socialismo es una experiencia de construcción, que involucra a los propios protagonistas, no solo a los dirigentes, sino al sujeto de la revolución, por lo que Fidel interpelaba a los estudiantes sobre el socialismo a construir en este tiempo histórico, ya avanzando en la primera década del siglo XXI.
Se trata de una imperdible conferencia del máximo constructor de la perspectiva socialista en la región latinoamericana y caribeña, para pensar que la propuesta socialista requiere de voluntad, decisión asumida de manera consciente por un colectivo social que debe ampliarse todo lo posible.
Vale aquí recordar que la dirección bolchevique de octubre imaginaba la expansión de la revolución soviética más allá del propio territorio, como la dirección revolucionaria cubana imaginó revolucionar la región latinoamericana y caribeña.
Ni la revolución rusa, ni la cubana fueron pensadas con limites nacionales, si no que se asumieron como propuestas anticapitalistas de contenido global, como desafío para la humanidad.
Con estos antecedentes tiene sentido recuperar a Chávez y su evolución en el pensamiento económico, social y político.
En una nota que le realiza Manuel Cabieses, Director de la Revista de izquierda “Punto Fijo”, de Chile, y difundida en varios medios en 2005, en el fragor de un debate hacia donde se dirigía la región luego de años de hegemonía liberalizadora del Consenso de Washington, el comandante bolivariano recuperaba su trayectoria, que en origen no era por el socialismo.
Recuerda Hugo Chávez que: “…llegamos al gobierno en 1999 y se formula el planteamiento de la revolución bolivariana que da un salto -como debes recordar después del golpe de Estado de abril de 2002. Es entonces cuando esta revolución se declara antiimperialista. Nunca lo habíamos asumido así. Fue la respuesta que dimos al golpe y nuestro pueblo lo asumió con mucho vigor.” (4/10/2005, en: https://www.ambito.com/politica/chavez-se-declara-plenamente-socialista-n3342995
Señala en la misma nota que “…en los primeros años de nuestro gobierno -y te confieso que yo lo viví, aunque por poco tiempo-hubo la ilusión de que podíamos estar bien con Dios y con el diablo. Me dejé llevar por esa línea en los primeros años. Eran los días de mis reuniones con Clinton y con altos empresarios estadounidenses. Fui al Fondo Monetario Internacional, estuve en la Bolsa de Nueva York y toqué el martillo ése...”
Agrega: “En una época llegué a pensar en la tercera vía. Andaba en problemas para interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía lecturas equivocadas, tenía unos asesores que me confundían todavía más. Llegué a proponer un foro en Venezuela sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y escribí mucho sobre un «capitalismo humano». Hoy estoy convencido que es imposible. Pero esto ha sido producto de seis años de dura brega y de aprender de mucha gente. Me convencí de que el socialismo es el camino y así lo dije en Porto Alegre y después aquí, ante la Asamblea Nacional. He invitado al país a un debate.”
De propia fuente reconocemos el trayecto de su evolución. Recordemos que Bill Clinton y Tony Blair eran cultores de la “tercera vía”, entre la restauración conservadora de Reagan y Thatcher y la socialdemocracia europea. Una concepción menos radical que la del “tercer mundo”, entre capitalismo y socialismo, la que se sustentaba en tiempos de la bipolaridad socialismo y capitalismo.
La situación venezolana y el ascenso de las luchas contra el proyecto de poder, especialmente contra el ALCA, generó condiciones de luchas concretas y de organización que acercaron al líder venezolano a concepciones antiimperialistas, anticapitalistas y por el socialismo.
Se trata de un proceso que articula dinámica social en lucha con opciones de proyectos civilizatorios que definen un momento de la política. Vale recordar el giro al socialismo en Cuba es en las condiciones de 1961 y el ataque estadounidense a Playa Girón.
En efecto, a fines del 2004 al suscribir los acuerdos con Cuba que llevarán al ALBA, y en enero del 2005 en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil, en un estadio a pleno, es que Chávez sostuvo que el capitalismo no era solución para los pueblos y convocaba a crear el “socialismo del siglo XXI”.
Una formulación audaz que lanzó creativamente para alimentar la inventiva de la lucha popular en ascenso en ese momento de la lucha de clases.
Las ideas económico sociales del líder bolivariano que hoy recuperamos, a una década de su fallecimiento, nos interpela en las palabras de su maestro Fidel y en las propias, que el “pensamiento” es una creación de la lucha y organización popular, que no está predeterminado.
Mariátegui discutió hace un siglo con quienes sostenían que aún faltaba desarrollo del capitalismo para pensar en revolución socialista. Hoy también puede pensarse que hay capitalismo para rato y, de hecho, la innovación define al capitalismo de este tiempo.
Hemos señalado que Marx y Engels resaltaban la revolución burguesa, pero eso no impidió su involucramiento personal en la organización popular para la revolución y saludar y reflexionar sobre la experiencia de la derrotada Comuna de París.
Crítica, lucha y horizonte socialista
En todo caso lo único invariable, decimos con Marx, es la crítica al capitalismo y a lo que se dice sobre el orden económico, social y cultural contemporáneo. Todo lo demás es creación de los propios pueblos en lucha, incluso el horizonte socialista.
Con la crítica al capitalismo queremos sustentar hoy la vigencia de la revolución en contra y más allá del capitalismo, en la perspectiva inconclusa de un proyecto socialista como asignatura pendiente de un mito que hace un siglo sostuvo Mariátegui, y que la revolución cubana intenta sustentar por décadas más allá de bloqueos y errores.
Con Chávez, el socialismo volvió a mencionarse como una posibilidad en la experiencia de lucha y organización de los pueblos por otra sociedad, contraria a la lógica de la ganancia, la acumulación y la dominación capitalista, de la explotación y el saqueo, aun cuando Fidel destacaba que más allá de pistas y aprendizajes, el socialismo es una incógnita supeditada a la creación colectiva de los pueblos.
La lucha por el socialismo es el principal legado de la trayectoria política de muchos revolucionarios en la región y en el mundo, y en estos días, a una década de la muerte de Hugo Chávez, queremos desafiar al pensamiento y a la práctica sociopolítica sobre la vigencia de un horizonte socialista para la región y el mundo.
Buenos Aires, 28 de febrero de 2023
Discutir la revolución
El pasado 17 de enero publiqué un hilo de tres tuits, en donde señalaba:
1. Discutir la REVOLUCIÓN supone un sujeto colectivo en lucha, consciente en la necesidad de superar el orden capitalista. La lucha es fundamental, pero insuficiente si no hay proyecto político transformador que encarne en esa dinámica de la lucha de clases en condiciones concretas.
2. El triunfo revolucionario constituye un momento de procesos de transformación permanente, en camino de construir CULTURA social alternativa a la civilización capitalista. No se trata de un proceso único y limitado a un territorio. Tiene rumbo global que suma experiencias locales.
3. Resulta importante habilitar la discusión por la REVOLUCIÓN en nuestro tiempo. No está escrito el camino y la experiencia es fundamental ante siglos de explotación, saqueo y dominación capitalista. Hay que abrirse a revisar el momento actual y aprender de la experiencia histórica.
Hoy, 22 de febrero, terminé de leer “Revolución. Una historia intelectual”, de Enzo Traverso, editado por el Fondo de Cultura Económica, con versión en español de octubre del 2022. Es una obra extensa (644 páginas), con un repaso documentado de las “revoluciones”, la americana, la francesa, la haitiana y la rusa. Se trata de un texto interesante, polémico, con abundante bibliografía, con debate teórico y político.
El autor no pretende bajar línea con recetas del qué hacer en el presente y de cara al futuro, reconociendo ciertas pistas en las dinámicas de luchas de las últimas décadas luego de la desaparición de la URSS.
Traverso sostiene en el breve epilogo que “La izquierda del siglo XXI está obligada a reinventarse y distanciarse de patrones anteriores”, convocando a estudiar la experiencia histórica y a construir una “nueva imaginación revolucionaria”.
Existen variadas líneas de contacto entre mis tres mensajes de hace un mes, cuando no conocía la existencia del texto de esta reciente lectura. Aun cuando puedan discutirse muchas de las tesis, opiniones y conclusiones del autor italiano, constituyen una base para un debate necesario.
No pretendo polemizar, ni comentar el texto de Traverso, pero si enfatizar en esos tres ejes que difundí en enero pasado.
Uno: volver a Marx y a la crítica al capitalismo, con la esencialidad de El Capital y el conjunto de la obra, sean los primeros ensayos, como la correspondencia y los textos últimos, muchos de los cuales recién llegan a nuestra consideración.
Estudiar la integralidad de lo escrito por Marx, mucho de lo cual se viene conociendo en los últimos años, además de articularlo con los intentos organizativos desplegados, sean en la Liga de los comunistas o en la Asociación Internacional de Trabajadores.
Con Marx recuperamos el papel del trabajo como padre de la riqueza y a la tierra como madre. Trabajo y bienes comunes son dos categorías esenciales para pensar la creación de la base material de la cotidianeidad y, por ende, la necesidad de superar desde la crítica al capitalismo.
Son categorías que nos permiten discutir al capitalismo desde sus inicios y su derrotero, el presente y la necesidad de la transformación revolucionaria, lo que no acontece por sí mismo.
No hay revolución sin conciencia crítica del capitalismo, sustentada desde la lucha y organización de mujeres y hombres por la emancipación social, lo que supone resignificar el proyecto socialista o comunista.
La lucha abunda, por reivindicaciones democráticas e incluso estructurales, con pretensión anti-sistémica, pero no necesariamente encarnan en un proyecto político que discuta un horizonte alternativo al capitalismo.
Dos: el cambio cultural resulta esencial. No se trata de distribuir la riqueza, sino de cambiar sustancialmente el orden social, la forma de organización para la reproducción de la vida y de la naturaleza.
La organización de la vida cotidiana requiere de nuevas formas de articulación de las relaciones entre mujeres, hombres y diversidades, eliminado toda forma de racismo y discriminación.
Sostenemos que las relaciones sociales de autogestión, cooperación y solidaridad impregnan un orden a contramano de la explotación y el saqueo.
Por eso, no alcanza con la socialización de los medios de producción.
Es imprescindible la construcción de otro tipo de relaciones sociales, las que deben ser parte de la cotidianeidad del presente, anticipando la sociedad sin explotación ni saqueo de los bienes comunes, promoviendo la lógica reproductiva del metabolismo social y natural para las próximas generaciones.
Un cambio cultural que renueve el internacionalismo popular.
Tres: deben resignificarse las dinámicas organizativas del movimiento popular, especialmente las que recoge la historia de lucha del movimiento obrero, entre las cuales, se necesita volver a discutir al sindicalismo y variadas formas de la organización reivindicativa, social, económica, cultural y política.
Sindicatos y organizaciones económicas desarrolladas por trabajadores y trabajadoras en la historia deben repensarse en tiempos de la ofensiva del capital contra el trabajo desplegada en tiempos de hegemonía neoliberal, desde la salida de la crisis de los 60/70 hasta el presente.
Una ofensiva que fragmenta al movimiento entre ocupados y desocupados, regularizados y no regularizados, precarios, sin seguridad social o con ella, pero con tendencias a la baja del ingreso salarial. Qué actuó también en el plano ideológico y subjetivo, desestimando formas de construcción colectiva.
Aludimos a una realidad que escamotea la especificidad de la explotación y su relación con el conjunto de asuntos que definen la dominación capitalista y que es visible en la dinámica de la lucha reivindicativa de los feminismos populares o de quienes confrontan la destrucción de la Naturaleza, entre muchas otras manifestaciones de las luchas populares en nuestro tiempo.
Las formas políticas de esa organicidad en lucha necesitan ser resignificadas desde el protagonismo popular en la toma de decisiones de la vida cotidiana.
No se agota el debate con lo enunciado, es verdad, pero resulta imprescindible reinstalar la discusión por la revolución.
Buenos Aires, 22 de febrero de 2023
Un legado estructural de la genocida dictadura
La dictadura genocida cambió estructuralmente y de manera regresiva al país. La Argentina ya no fue como hasta entonces. El país de la industrialización construido entre fines del siglo XIX y la crisis del 70, con su desarrollo y expansión de la clase obrera y su organización sindical y política, mutó bajo la lógica “neoliberal”, instrumentada desde el rodrigazo y más aún bajo el terrorismo de estado desde 1976. La violencia del terror de Estado y los cambios políticos y económicos desde entonces pueden permitir explicar el momento actual, a casi medio siglo de los acontecimientos. El capitalismo local mutó en sintonía con la lógica mundial del capital, la crisis de las políticas keynesianas y el advenimiento de la liberalización impulsada por los capitales más concentrados en la dinámica de la transnacionalización.
Vale destacar, entre muchos y variados aspectos e instrumentos que asumió el reaccionario cambio, a la reforma financiera y al deliberado endeudamiento externo.
En efecto, hace 46 años, un 14 de febrero de 1977, de manera ilegítima bajo la dictadura genocida se sancionó la “ley de entidades financieras”, la 21.526, previo desarme de la “nacionalización de los depósitos bancarios”. La “nacionalización” fue la lógica del peronismo en el gobierno del 46 y del 73; una “política” que ya no volvió bajo otras gestiones del peronismo hasta el presente. La ley 21.526, de entidades financieras, es una legislación vigente en el presente, a 40 años de gobiernos constitucionales (1983-2023).
Aludimos a uno de los instrumentos que el entonces Ministro de la Dictadura genocida, José Alfredo Martínez de Hoz, reivindicó al hacer el balance de gestión como el “más revolucionario” de su función entre 1976 y 1981. Al momento de la fundamentación, el gran empresario (titular de Acindar, gran terrateniente y representante de la cúpula empresarial) devenido en funcionario señalaba que era necesaria la concentración y liberalización de la banca.
Lo “moderno” hacia 1976 era la “liberalización”, es decir, la apertura de la economía y el libre movimiento internacional de capitales. Corrían tiempos de transnacionalización y el país, o mejor, su burguesía hegemónica, no debía quedar afuera. Había que disciplinar al movimiento obrero y popular y por eso el “terrorismo de estado”. Bajo esas condiciones, nueva economía y finanzas.
Se hicieron realidad los objetivos de la dominación
Martínez de Hoz y su equipo, junto a los funcionarios del BCRA razonaban que existía una fuerte “sobredimensión de la estructura del sistema financiero”, que reconocía entonces casi 800 entidades, entre ellas, las Cajas de Crédito cooperativas, que ya habían recibido un fuerte golpe en la dictadura de Onganía en 1966.
En aquel tiempo redondeaban un 10% del sistema financiero y habían bajado a un poco más del 2% al momento del golpe del 76, pero la sola presencia contradecía los objetivos de la dictadura. El objetivo inicial era eliminarlas de la estructura financiera. Eran entidades asociadas a las economías pequeñas y medianas del conjunto del país.
Decía el ex ministro de la dictadura que, con la aplicación de la nueva legislación, con solo 80 entidades financieras se podía atender la estructura económico social local. Se proponía como objetivo articular un sistema financiero moderno acorde a la lógica inaugurada en pos de la liberalización económica. Se apuntaba al libre movimiento de capitales y a la banca como instrumento de la liberalización.
A medio siglo de formulado el propósito, el BCRA informa la existencia de 78 entidades a octubre del 2022. De ellos, 63 son bancos y 15 son compañías financieras. Entre los primeros, se reconocen 13 bancos públicos y 50 privados. De estos 50, 35 son bancos locales de capital nacional; 9 son bancos locales de capital extranjero y 6 son sucursales de entidades financieras del exterior. La información surge del sitio en internet del BCRA, en: https://www.bcra.gob.ar/SistemasFinancierosYdePagos/Entidades_financieras_informacion_estructura.asp?bco=AAA00&tipo=1&Tit=1
El banco con mayores activos a octubre 2022 sigue siendo el Banco de la Nación (5.742 millones de pesos), seguido del Banco de la Provincia de Buenos Aires (2.439 millones), dos importantes entidades que eludieron la lógica privatizadora de los 90 del siglo pasado, aun cuando su política resultara funcional, como el conjunto del sistema financiero a la lógica de la política hegemónica de las finanzas y la producción en estos casi 50 años.
A los dos grandes bancos estatales les siguen en el orden 4 bancos privados: Galicia, Santander, Macro, BBVA, sumando activos por 8.262 millones, un poco más que la suma del BNA y el Provincia de Bs. As. El séptimo lugar es para el único banco cooperativo, el Credicoop con activos por 1.666 millones. Como señalamos, el proyecto legislativo excluía la forma cooperativa. Solo como resultado de la lucha del movimiento cooperativo es que fue posible mantener la forma cooperativa en la nueva legislación de la dictadura.
En efecto, una gigantesca lucha del movimiento cooperativo en tiempos de auge represivo, liderada por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, permitió la forma organizativa cooperativa en la reforma legal, para lo cual se impuso un plazo de un año para transformar centenares de cooperativas en bancos cooperativos. De aquellos bancos cooperativos solo resta el Credicoop.
Una legislación para la concentración y extranjerización
La consecuencia de la reforma de 1977 apuntó a la concentración y liberalización financiera, coherente con la lógica de política económica y financiera anunciada en abril de 1976, asociada al creciente endeudamiento público.
Aquellos años constituyeron la base estructural de cambios profundos en las relaciones económico sociales que explican las tendencias regresivas en la reestructuración de las relaciones laborales, el cambio de funciones del Estado y el aliento a la liberalización de las relaciones comerciales y financieras internacionales.
La reforma financiera y el endeudamiento externo marcharon de la mano en la política de la dictadura. Ambos aspectos son elementos esenciales de transformaciones que condicionaron las últimas cuatro décadas y el presente.
Resulta necesario un amplio debate para revertir sustancialmente las regresivas consecuencias derivadas de aquellos propósitos dictatoriales y construir otros instrumentos legales y políticos en materia financiera y económico social.
Un interrogante a realizar es la mora de la política entre 1983 y el presente para no desarmar el instrumental jurídico de las transformaciones. La respuesta solo puede asociarse a los límites de la “democracia realmente existente”, la que sustentó los reaccionarios cambios en la economía, la sociedad y el Estado, especialmente en los años noventa y el cuatrienio macrista. Agreguemos que, incluso con mayorías parlamentarias, no se avanzó en reformas a contramano de la liberalización.
Desde entonces, fue mucha la resistencia popular, con estallidos que hicieron visibles la crisis del capitalismo local, en 1989 o en 2001, entre otros momentos relevantes.
La respuesta al 89 fue reaccionaria y se explica con la hegemonía política de la década que siguió. Luego del 2001 se habilitaron expectativas y posibilidades que no se materializaron en revertir los aspectos esenciales de las mutaciones reaccionarias emergentes en la dinámica iniciada en 1975/76.
El presente nos devuelve una coyuntura de crisis, en donde la desconformidad es parte de la realidad, que puede devenir en revuelta y demanda de cambios, los que solo podrán avanzar en satisfacer necesidades populares si se confronta con la lógica estructural reaccionaria legada por la dictadura genocida. Se trata de confrontar con la dominación y el capitalismo para encarar una transición con potencialidad de construir otra sociedad, sin explotación ni saqueo. Eliminar el legado dictatorial es una asignatura pendiente como base de procesos de transformación profunda y revolución.
Buenos Aires, 13 de febrero de 2023
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