El Blog de Julio C. Gambina
Notas y artículos de análisis sobre la actualidad político-económica.
Francisco en el debate contemporáneo; publicado en: https://www.pagina12.com.ar/820334-francisco-en-el-debate-contemporaneo
El fallecimiento del Papa Francisco trae múltiples debates sobre el presente crítico de la humanidad. No es para menos, ya que se trata de un jefe de Estado con influencia global, que no solo opera desde lo religioso, sino que interviene en dimensiones políticas, ideológicas y culturales. Desde la política se discute cuanto de reforma tuvo el papado y si el próximo pontífice mantendrá el rumbo o retomará una orientación conservadora, de una institución que arrastra una crisis asociada a causas deleznables, caso de la pedofilia, la corrupción y la complicidad en numerosas ocasiones con el poder.
Prevalece el carácter reformista de Francisco en la calificación de su gestión política e ideológica, en contraste con valoraciones de su accionar como principal en la orden religiosa en tiempos de dictadura genocida en la Argentina. Se trata de un tema controversial, como lo es la propia Iglesia y las particularidades de individuos comprometidos con una visión reaccionaria y retrógrada, como otros asociados a las expectativas de transformación social, incluso de revolución.
Durante el papado de Francisco se suscitan debates culturales esenciales en la sociedad, con límites culturales imperantes y muy especialmente en la Iglesia, e incluso en la figura del Papa, relativo a la novedad que supuso el movimiento de mujeres y diversidades, los feminismos populares y el conjunto de aspectos que involucra la lucha contra el patriarcado.
Imperativos de época
Resulta pertinente el debate, más allá de la institución Iglesia y de su feligresía. Si atendemos en la historia reciente, recordaremos la circunstancia histórico global de la asunción de Juan Pablo II, en el inicio de la debacle del socialismo real. Vale recordar el tránsito de la crisis polaca en 1980, la caída del muro de Berlín en 1989 y la desarticulación y desaparición de la URSS en 1991, y con ello, el fin de la bipolaridad entre capitalismo y socialismo, expresión de una síntesis global entre 1945 y 1991. Un Papa polaco sintonizaba con un nuevo tiempo histórico, que algunos apuraron con definiciones por el “fin”, de la historia o del socialismo y del marxismo. Auguraron tiempos de paz para el sistema mundial, algo desmentido por la realidad a más de tres décadas de esos acontecimientos.
Por lo que el 2013, año de asunción de Francisco, pone de manifiesto la emergencia de la región latinoamericana y caribeña como símbolo de nuevas experiencias en el debate epocal del cambio del siglo, con perspectivas de búsquedas en la reorganización económica de la sociedad. Tras décadas de hegemonía liberalizadora en el sistema mundial, la crítica discursiva sostenida desde acciones masivas de organización popular en un continente de inmensa presencia del cristianismo, se presentaba en la región bajo la imagen de nuevos gobiernos que auguraban cambios políticos.
En efecto, la novedad era el cambio político en la región, incluso recuperando categorías y proyectos por el socialismo, del siglo XXI, comunitario, o incluso la recuperación de categorías ancestrales como el vivir bien o el buen vivir, para identificar nuevos desafíos en la contemporaneidad. Cuba revivía en la expectativa de recreación de un proyecto por la independencia y el socialismo, preocupando al poder global que buscó nuevas formas de golpismo para frenar procesos de crítica al orden vigente y potenciar el aislamiento del proyecto revolucionario que había inspirado los 60/70 y era ahora parte de un renacer de la experiencia por una patria grande.
La región sembró expectativas en todo el mundo. La experiencia de la primera década del Siglo XXI puso a Latinoamérica y al caribe en el foco de atención. Era también el tema de la emergencia de China, cuya acumulación y expansión global se hizo evidente desde su inserción como actor global en esos tiempos. Entre otras cuestiones, desde Beiging se le disputaba un territorito que era considerado propio de EEUU, mucho más cuando los pueblos articulados con algunos gobiernos rechazaron en 2005 el proyecto de integración subordinada bajo la consigna del libre comercio, el ALCA.
Hubo quienes especularon que el liderazgo de la Iglesia intervendría en ese contexto, de luchas y esperanzas, algunos en sentido de freno al cambio, y en otros para estimular el cambio. Resulta una especulación aún vigente en las distintas consideraciones a propósito del horizonte de acción y el legado del papado de Francisco. Resulta prematuro adelantar una opinión al respecto, pero su último mensaje enfatiza la denuncia de la violencia y la guerra, que afecta entre las principales víctimas a niñas/os y mujeres. La denuncia a la militarización y al gasto bélico lo coloca junto a la demanda por el gasto social en alimentación, educación o salud, entre otros, necesarios para combatir la pobreza en tiempo de concentración de riqueza e ingreso y muy especialmente de desigualdad social.
La disputa por el sentido
Traemos estas reflexiones al debate por la brutal ofensiva del capital en contra del trabajo, la naturaleza y la sociedad operada en el último medio siglo, que en la actualidad tiene máscara de ultraderecha, promoviendo la discriminación hacia migrantes, pobres y explotados, con iniciativas y reaccionarias reformas laborales, previsionales, impositivas y de la función estatal. Todo en beneficio de restablecer rentabilidad disminuida por las condiciones de funcionamiento del capitalismo en crisis, especialmente desde 2007/9. Francisco es expresión de crítica a la hegemonía ultra liberal y conservadora, sin asumir la síntesis de afinidad electiva entre marxismo y cristianismo de los 60/70 del siglo pasado.
Si pretendemos asociar ideológicamente su prédica crítica al orden económico, hay que buscarla en una concepción de Economía Social de Mercado, de tradición en la institución eclesial y que lo acercaba a intelectuales y profesionales críticos de la ortodoxia liberal monetarista, como a movimientos sociales y cercanos de juventudes. Son interlocuciones no necesariamente insertas en una concepción anticapitalista, pero si críticas del orden ultra liberalizador de las ultraderechas en boga en nuestro tiempo.
En este recorrido de marco de época, resulta necesario resaltar que la teología de la liberación, emergente en los 60/70 del siglo pasado, es contemporánea de concepciones asociadas a la pedagogía de la liberación, a la teoría marxista de la dependencia y a variadas formulaciones intelectuales de crítica al capitalismo, como a novedosas formas de expresión cultural, de autogestión y de organización política de carácter anti sistémicas, todas en la búsqueda de nuevos horizontes civilizatorios por la emancipación.
Una parte, quizá minoritaria de la Iglesia asumió este destino, contribuyendo con mártires a una lucha popular extendida que desafió el poder del régimen del capital. No fue esta la trayectoria de Jorge Bergoglio en su práctica religiosa en Argentina, ni en el papado, aun cuando, desde su propio nombre, identificó una perspectiva de denuncia de la pobreza, la que debe buscarse eliminar más allá de cualquier concepción humanista, ya que la esencia del fenómeno está en la explotación y el saqueo, propios del régimen capitalista.
Ante las distintas consideraciones a propósito de Francisco, resulta de interés discutir el contexto de época del capitalismo en crisis para apuntar y contribuir a nuevos sentidos sociales que se asocien a una perspectiva de transformación social en beneficio de los pueblos. Una búsqueda que no tiene por qué separar a los creyentes de quienes no profesan ninguna religiosidad, puesto que son en conjunto sujetos que actúan en la resistencia cotidiana y en la búsqueda de nuevos senderos de alternativa popular en contra y más allá del capitalismo.
Buenos Aires, 22 de abril de 2025
No alcanza con diagnosticar la crisis del capitalismo De cara al Primero de mayo se requiere recomponer una estrategia por la revolución
La política económica de Donald Trump expresa la crisis mundial del capitalismo, ya que el jefe del gobierno estadounidense pretende intervenir en el desarrollo capitalista para mantener el statu quo de la dominación estadounidense en el orden capitalista contemporáneo. Aludo a una situación de dominación que viene desde el orden mundial construido desde 1945, y en decadencia desde los albores del siglo XXI. Entre otros aspectos, la decadencia de EEUU se asocia a la expansión acelerada en este siglo del papel económico, comercial, financiero de China, tanto en su expansión local como global, una cuestión acelerada en los últimos tiempos, que se proyecta en el corto y mediano plazo como disputa por la hegemonía del sistema capitalista.
En rigor, se trata de un fenómeno estrechamente relacionado, ya que la caída de uno está asociado al auge del otro. La dinámica del capitalismo supone el crecimiento de la inversión productiva, punto de partida del ciclo de valorización, acumulación y reproducción ampliada. La tendencia inversora se trasladó desde occidente hacia oriente en busca de contrarrestar la baja de la rentabilidad manifestada entre los 60 y 70 del siglo pasado, especialmente en los principales países del capitalismo. La política de modernización en China desde 1978, atrajo capitales en busca de costos de producción más bajos, asociados a la inmensa fuerza de trabajo barata del gigante asiático, aunque no solo. La corriente inversora se extendió por el sudeste asiático y la India, en lo que se caracterizó como la nueva “emergencia” del capitalismo, incluyendo variados territorios del sur global.
La realidad de la desaceleración económica en “occidente”, especialmente luego de la recesión del 2009, y un mayor registro de la evolución de la producción y circulación en China o la India, expresa la complejidad de la situación del presente. Esa contradicción señalada expresa la expansión relativa de las relaciones sociales de producción bajo el régimen del capital, con base en la innovación tecnológica y científico técnica. En este aspecto, China está mostrando evidentes expresiones de estímulo a su preeminencia en la capacidad de su fuerza laboral y en la frontera tecnológica, caso reciente de la inteligencia artificial, la digitalización de la economía y especialmente de su moneda, ofrecida para el uso y difusión de la circulación mundial de bienes, servicios y capital. La pretensión en última instancia es lograr avances en la búsqueda de constituir al yuan en moneda de reserva mundial.
Estamos aludiendo a un movimiento contradictorio de crisis y desarrollo del capitalismo, que anima la crítica renovada de la civilización capitalista, una invariante en el pensamiento crítico desde que Karl Marx esbozara su búsqueda en un recorrido que transitó desde el Manifiesto en 1847/8 hasta su máxima obra, El Capital, entre 1857/67. Ahora, promediando la tercera década del siglo XXI, resulta imprescindible retomar al pensador y revolucionario de origen alemán para pensar críticamente el capitalismo. A pocos días del primero de mayo, fecha histórica de conmemoración de las reivindicaciones obreras y ante la ofensiva reaccionaria del capital por disminuir o eliminar históricas conquistas, se impone revalidar la crítica al orden vigente y actualizar las demandas, caso de la jornada laboral.
Hace mucho se luchaba por las 12 horas y luego por las 8, un tiempo que se quedó instalado pese al inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, lo que amerita una importante reducción de la jornada laboral, sin afectación de los ingresos populares, no solo del salario, sino de las pensiones, las jubilaciones y la política social que hace al bienestar de la población. Es un rumbo en la perspectiva crítica y de volver a instalar una lógica reivindicativa por otra sociedad, sin explotación ni saqueo, una aspiración histórica de la clase trabajadora. Por eso es que no alcanza con el diagnóstico de la crisis capitalista o sobre los problemas y cambios en el régimen del capital, sino de volver a pensar en términos de emancipación y liberación social, por otro mundo posible.
Todo un desafío en la Argentina con un gobierno de ultraderecha que retoma la ofensiva con el aval financiero y político del gobierno de EEUU, con recursos del FMI por 20.000 millones de dólares que habilitan otros fondos para recomponer reservas internacionales y sostener la antipopular política oficial, más el apoyo del Secretario del Tesoro del gobierno Trump. Scott Bessent visitó a Caputo y a Milei en clara señal de compromiso estratégico para atar a la Argentina a la lógica de reordenamiento mundial que impulsa Washington. La instrumentación de una estrategia en contra del capitalismo supera las fronteras nacionales, aun cuando las respuestas nacionales a las ofensivas del capital y las derechas, configuran experiencias que suman en un imaginario alternativo al orden capitalista global.
Desde los tiempos del Manifiesto Comunista la unidad del proletariado es la consigna a levantar, lo que requiere en el presente una cuidadosa lectura en las mutaciones y extensión de la relación de explotación y saqueo de los bienes comunes para recuperar un imaginario global por la revolución en contra del capitalismo y por el socialismo. Es una tarea local y mundial ante la ofensiva de los Milei y sus cómplices en el entramado institucional del capitalismo local, y de los Trump y sus socios, o incluso “adversarios” de occidente, que pugnan por recrear las condiciones de su dominación imperialista ante cambios sustanciales del régimen del capital contemporáneo.
Retomar las banderas de la unidad de trabajadoras y trabajadores en todo el mundo constituye el requisito indispensable para hacer realidad un primero de mayo que reinstale una perspectiva por la revolución.
Buenos Aires, 20 de abril de 2025
FMI con más deuda, inflación y ajuste regresivo
El acuerdo con el FMI llegó con alza de precios, aumento de la deuda pública y compromisos para continuar con el ajuste fiscal y las reaccionarias reformas estructurales, especialmente laborales y previsionales.
Resultado del acuerdo se levantó parcialmente el cepo, las restricciones a las operaciones con divisas. Era una demanda del capital concentrado, que los medios y redes oficialistas instalaron como necesario para la salud de la economía local. Lo curioso es que muchísima gente no tenía ni idea de que era el “cepo” y que aun celebrando su levantamiento no le genera ninguna posibilidad de ahorrar o invertir en divisas.
En efecto, al nuevo tipo de cambio, de 1.230 pesos por dólar, en las primeras horas de la nueva política cambiaria, para comprar 100 dólares, lo permitido para efectuar por la ventanilla de un banco, el comprador tiene que tener un excedente de 123.000 pesos. Pretendemos señalar que luego de pagar todo lo necesario para la reproducción de la vida cotidiana, personal o familiar, al eventual comprador de divisas tiene que sobrarle esa magnitud para adquirir 100 dólares.
Además, es una operación que podría hacer todos los días hábiles por ventanilla bancaria. Es a todas luces imposible con los ingresos populares actuales, por ende, aun parcial, el levantamiento del cepo solo favorece a sectores concentrados del ingreso y la riqueza.
Por si fuera poco, por vía bancaria, con una cuenta en dólares, no hay límite para adquirir divisas. Algunos dicen “con mi dinero hago lo que quiero” y claro, falta agregar, con mucho dinero sobrante luego de satisfacer inmediatas necesidades, que es lo que no le ocurre a la población empobrecida de la Argentina, sean los 38% de pobres, los 42% de trabajadores/as en situación irregular, y muchos otros/as que apenas satisfacen las mínimas necesidades.
Levantar el cepo es la demanda de los grandes capitales que quieren libertad para ingresar capitales y sacar los excedentes que ellos generen en actividades económicas para remesar utilidades al exterior.
El FMI coloca recursos que, así como ingresan salen por una puerta giratoria para acumular en cualquier territorio del mundo.
La devaluación de la moneda, pasar de un tipo de cambio de 1.074 pesos por dólar a 1.230 o a donde llegue en el futuro cercano, es un mayor deterioro de la capacidad de compra de la mayoría de la sociedad que vive de ingresos fijos.
Además, como se esperaba la devaluación, aun cuando el gobierno juraba que no, los precios escalaron, tal como señala el INDEC en 3,7% en marco. Se esperan índices similares para abril e incluso mayo, lo que lleva al gobierno a imaginar que luego se recuperará una tendencia a la baja e incluso a cero a mediados del 2026. De ilusión también se vive. La realidad es el crecimiento de los precios, de la deuda pública, que convoca a mayor ajuste fiscal y más sufrimiento popular.
¿Es posible transitar otro rumbo?
La respuesta es afirmativa, si la sociedad hace crecer la resistencia a la política oficial y de sus cómplices, al tiempo que se enarbola una política alternativa, que privilegie resolver las necesidades elementales de la población empobrecida.
Se trata de confrontar con la lógica gubernamental y de poder en el país, lo que puede lograrse construyendo otro poder, que desarme lo construido durante esta gestión y especialmente rechace el acuerdo y la subordinación al FMI.
Buenos Aires, 15 de abril de 2025
Anuncios económicos en Argentina
El viernes 11 de abril hubo anuncios económicos en Argentina, enunciados en conferencia de prensa por el Ministro de Economía y el Presidente del BCRA. Luego se conoció el comunicado oficial del FMI informando del acuerdo del directorio para nueva deuda de la Argentina por 20.000 millones de dólares. Finalmente, Javier Milei en cadena nacional trasmitió un mensaje que oculta las enormes dificultades de la economía local, especialmente para los sectores de ingresos fijos, los más afectados por el ajuste fiscal encarado desde diciembre del 2023.
Milei augura buenas noticias para el futuro, tal como Fernando De la Rúa anunció a fines del 2000 un blindaje del FMI para un mejor 2001, y ya sabemos que ese año culminó con una profunda crisis, movilizaciones populares, represión y muerte de manifestantes y renuncia del gobierno. No sustento que ahora es igual, pero la inflación de 3,7% de marzo, en ascenso, y la suba por la devaluación anunciada con la flotación cambiaria, aun cuando perjuren que “flotar” no necesariamente sea devaluar, más la nueva deuda asegura más AJUSTE permanente y reformas reaccionarias. Es un escenario de creciente conflicto social.
El acuerdo con el FMI incluye compromisos de reformas estructurales, como la eliminación de fondos fiduciarios, la privatización de empresas públicas incluidas en la Ley Bases, y la presentación de un nuevo régimen previsional, en contra de las reivindicaciones de la recurrente movilización semanal del movimiento de jubiladas y jubilados, que el pasado 9 de abril convocó la solidaridad de las centrales sindicales en un paro de 36 horas.
Lo que Milei propone y escamotea es una nueva ofensiva contra el régimen laboral y previsional, vestido de reformas estructurales, en rigor, una demanda del capital concentrado para mejorar la rentabilidad.
Estos anuncios significan una mayor injerencia del FMI en el monitoreo y dirección de la política económica local, agravando las penurias sociales de la población empobrecida, incluso de sectores pequeños y medianos del empresario que asocian su destino en el consumo popular, tremendamente deteriorado por las condiciones de la política económica del libertario en el gobierno.
Son anuncios en el marco de turbulencias en la economía mundial, que incorporan incertidumbres al horizonte político cercano, atravesado por un proceso electoral que se transita entre mayo y octubre.
En ese contexto, el camino múltiple de resistencias se profundizará para frenar el daño libertario y generar condiciones para una política alternativa.
Buenos Aires, 12 de abril de 2025
La política arancelaria de Trump agrava la situación social
El fenómeno de la crisis actual se presenta como caídas de las bolsas de valores en todo el mundo. Un proceso en desarrollo durante el mes de abril, que más allá de las idas y vueltas del presidente estadounidense en materia arancelaria, la incertidumbre no cesa. Es el resultado del anuncio de “aranceles para todos”, formulado por Trump bajo el pomposo anuncio de la “independencia” estadounidense del sistema mundial. En menos de una semana tuvo que dar marcha atrás, salvo para China, a quien elevó la carga arancelaria en una escalada sin fin, por ahora encima del 130%.
Más allá de las idas y vueltas, son millonaria las perdidas en término de valorización bursátil de las empresas, que arrastra perjudicados no solo entre los principales accionistas, sino que afecta a inversores diversos, muchos de ellos de baja magnitud que confiaron en el capitalismo de cupones. Entre otros, se ven afectados los fondos de pensión, impactando en los ingresos presentes y futuros de jubilados/as y pensionados/as. Aun cuando pierden grandes capitalistas, el impacto se difunde entre los sectores de menores ingresos, sin perjuicio del horizonte inflacionario y recesivo que se anuncia y que perjudica a la población empobrecida, especialmente a las/os trabajadoras/es.
El fenómeno comentado anticipa un horizonte complejo de inflación y recesión. La suba de precios en EEUU está asociada al encarecimiento de los bienes de consumo provenientes desde China, el tercer socio comercial de la economía estadounidense. Los primeros son Canadá y México, cuyos aranceles están en suspenso luego de variados anuncios de incrementos y sustanciales modificaciones realizados por Trump. Nadie sabe cómo terminará la película arancelaria, ni con China, ni con los vecinos que suscribieron oportunamente un tratado de libre comercio con Washington y que ya modificara Trump en el primer mandato. Trump devuelve la arbitrariedad de su gestión, incumpliendo acuerdos y forzando nuevas situaciones multilaterales desde su condición hegemónica histórica en el capitalismo. Estas medidas explican el debilitamiento de la hegemonía y tensiona al sistema mundial, con impactos en el propio territorio y en todo el mundo, agudizando la crisis del capitalismo. La inflación y la recesión estadounidense impactará en todo el planeta.
Impactos regresivos
La incertidumbre arrastra inestabilidad a varias puntas. Suben los precios de los alimentos y baja el precio del petróleo ante la segura caída de la producción, poniendo en duda la posibilidad de producir hidrocarburos no convencionales por vía de la fractura hidráulica, solo rentable si el piso de la “commoditie” no continua su tendencia a la baja. Vale recordar que EEUU recuperó su preeminencia en la producción petrolera hace 10 años con base en los no convencionales, incluso, la Argentina está supeditada a esa producción para intentar resolver su déficit de divisas. La inflación y la recesión golpeará muy fuerte entre los sectores de más bajos ingresos, agravando la situación social de millones de personas en todo el planeta.
Todos estos intentos de la política de Trump pretenden sostener a EEUU en el timón de mando de la economía mundial. Para ello imagina que podrá restituir capacidad de producción y circulación de bienes, servicios y capitales. Con la extensión de las cadenas globales de valores resulta difícil suponer que EEUU recupere capacidad inversora productiva, ni que pueda subordinar a China y a otros “castigados” vía aranceles, ante los canales alternativos desarrollados desde Beiging. Es más, hasta el dólar pierde terreno ante los avances de canales financieros y de compensación internacional desarrollados desde China, sustentados en el yuan digital y la tecnología blockchain, que involucra a un conjunto de países y define nuevos conjuntos de articulación de la producción y circulación mundial.
Donald Trump pretende frenar el deterioro económico social y político de EEUU, que sostiene su hegemonía por el peso global del dólar, en decadencia como sostenemos, sin precisar plazos, pero, sobre todo, por el peso militar y su capacidad de acción global. En este sentido, acaba de aprobar el gasto militar más alto de la historia, intentando distanciarse del acercamiento que le genera China y su asociación con Rusia, con ventajas operativas en varios terrenos de la confrontación de equipamiento. No es bueno para la humanidad esta aceleración de la carrera armamentista que se difunde en aumento del gasto bélico en la mayoría de los países, restando recursos para atender necesidades sociales agravadas por la política estadounidense, la que impacta en la suba de precios y condiciona la posibilidad de satisfacer necesidades sociales de alimentación, educación o salud, entre muchas otras.
El presidente de EEUU le habla a su país y al mundo e intenta que la Reserva Federal baje la tasa de interés, a contramano de la lógica monetarista que teme por el recalentamiento de la economía y una tendencia al fuerte endeudamiento de la economía estadounidense, no solo del Estado y de las empresas, sino y muy especialmente de las familias, estimulados por una lógica consumista y a crédito. Es un combo complejo que muestra el límite del endeudamiento ante la pérdida de posibilidad de seguir captando financieramente el excedente económico chino. Durante décadas, China financió los déficits gemirlos de EEUU. Japón y China son los principales tenedores de títulos estadounidense, algo que empieza a modificarse, especialmente por las restricciones que Trump impone a China.
Trump difunde un mensaje de reindustrialización, que ven con buenos ojos algunos sindicalistas y votantes del magnate. Son quienes vieron desaparecer la industria local por décadas de migración de inversiones hacia China y a otros países, la India o el sudeste asiático. Se buscaba mano de obra barata, bajo costo de producción y alta rentabilidad, un objetivo esencial del régimen del capital. Trump quiere que esos inversores retornen e incluso relocalizar en EEUU a inversores externos que exportan bienes y servicios en ese territorio.
El capitalismo está siendo desafiado por la iniciativa Trump, más allá de idas y vueltas. Es un signo de debilidad, sí, pero peligroso y con un costo social inmediato muy serio. Por eso puede ser también, una ocasión adecuada para una iniciativa de signo contrario, a favor de los pueblos por otro orden posible. La crisis del “capital” habilita a retomar la consigna que enarbolaron movimientos populares a comienzos de este siglo por “otro mundo posible”.
Buenos Aires, 11 de abril de 2025
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