El Blog de Julio C. Gambina
Notas y artículos de análisis sobre la actualidad político-económica.
Milei y sus falacias
El candidato de la ultraderecha habló en el “Council of Americas” y fue aplaudido por un auditorio de empresarios que escucharon lo que querían, un programa de máxima del gran capital, en defensa de la propiedad privada y la demanda por rentabilidad acrecentada en tiempos complejos del capitalismo contemporáneo, no solo en Argentina.
Milei les propuso un proyecto a 35/45 años y recuperar un plan liberal, el de Alberdi (1850/60), que logró “éxitos” en cinco décadas, hacia el 1910, desde el imaginario de la Argentina potencia, entre los principales países del capitalismo mundial por su PBI, obviando el retraso social y la dependencia del capital externo a la que se asociaba la oligarquía terrateniente en esos tiempos.
Además, 1910 es tiempo de “ESTADO de SITIO” y represión a trabajadorxs, base de la década infame en años siguientes y de golpes militares restauradores del poder oligárquico desde 1930.
Milei les propuso a los empresarios una REVOLUCIÓN LIBERAL, sustentada en cuatro aspectos:
1/ una reaccionaria reforma estatal, similar a la de los 90 con Menem, Cavallo o de la Rúa;
2/ una regresiva reforma laboral, denominada “modernización” dialogada con Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo (modelo UOCRA);
3/ apertura de la economía como en los 80 de la dictadura y Martínez de Hoz, los 90 o el macrismo (las 4 M: Martínez de Hoz, Menem, Macri y Milei);
4/ el cierre del BCRA con dolarización y más deuda y dependencia, ofreciendo los títulos en manos del Estado para sustentar el cambio de moneda, unos 40.000 millones de dólares.
Entre las falacias de Milei opera el ejemplo de la INDIA y de IRLANDA escamoteando el origen colonial dependiente de la dominación del Imperio británico, los usurpadores de Malvinas.
La lucha por la INDEPENDENCIA es una asignatura pendiente en todos los territorios colonizados por el CAPITAL. Es parte de la lucha independentista de Irlanda, subordinada al mismo tiempo que se liberaba Haití a comienzos del siglo XIX, jamás perdonada por ser la primera revolución antiesclavista triunfante del mundo. La independencia es el objetivo incumplido de la Argentina.
Otra falacia de Milei remite al escamoteo del reclamo de "la tierra para quien la trabaje" con la que los arrendatarios reclamaron la reforma agraria contra el poder terrateniente en el grito de Alcorta en 1912. La Argentina potencia del centenario se sustentaba en el poder terrateniente y el CAPITAL externo, sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación privada de los bienes comunes, especialmente la tierra.
Por eso la falacia de Milei sobre “Argentina potencia n°1 del mundo en 1910”, producto del auge liberal del programa de Alberdi, obviando el estado de sitio x el conflicto social extendido en el centenario. La riqueza hacia 1910 tiene base en la apropiación privada de las tierras (genocidio) y gran inmigración de trabajadorxs.
Las falacias de MILEI se sostienen en que "la riqueza la producen los privados (empresarios)", cuando los clásicos de la economía, incluso los fisiócratas, sostenían hace más de dos siglos que la riqueza tiene padre y madre: el trabajo y la tierra, que el CAPITAL es trabajo acumulado; no pagado a sus creadores, las trabajadoras y los trabajadores.
Milei se sustenta en un plan de largo aliento por instalar en la conciencia social la ideología de la liberalización y en la ausencia de un proyecto político alternativo en contra del régimen del capital. No quiere decir que no existan esos proyectos en grupos, partidos, organizaciones populares, sino que no logran una acumulación suficiente para ser opción de poder ante las miserias que sufre la mayoría de la sociedad.
La lucha y organización popular desde un proyecto político que acumule fuerza para la lucha anticapitalista será el desafío para la disputa del presente y el renovado escenario contrarrevolucionario de la ofensiva capitalista, sustentada hoy desde las falacias de la ultraderecha y que agreden a nuestro pueblo.
Buenos Aires, 19 de septiembre de 2023
El BCRA está incapacitado para retener divisas #
# Publicado por Página12 el 8/9/2023 en: https://www.pagina12.com.ar/586200-el-banco-central-esta-incapacitado-para-retener-divisas
Entre diciembre del 2019 y hasta fines del 2022 la Argentina tuvo un importante excedente comercial, por encima de los 10.000 millones de dólares promedio. Solo en 4 meses hubo déficit. Sin embargo, ese excedente no se visualiza como incremento de reservas internacionales en el balance del BCRA. Durante este 2023, solo un mes hubo superávit comercial y por lo tanto, menos capacidad para incrementar las reservas internacionales.
De enero a julio el BCRA resignó más de 21.000 millones de dólares por distintos mecanismos de salida de divisas y la recomposición de reservas con el desembolso del FMI luego de las PASO del 13 de agosto pasado ya se escurrieron. El monto de reservas registradas actualmente en la información diaria del BCRA es equivalente a las que había al comienzo de julio pasado, lo que supone un “barril sin fondo”.
No importa cuánto ingrese que termina escurriéndose. De hecho, es lo que informó la entidad cumbre del sistema financiero local respecto del ingreso de divisas durante el periodo 2015/19. En efecto, el 86% de los recursos ingresados había salido por cancelación de deuda, remesas de utilidades al exterior o constitución de activos externos del sector privado local.
De hecho, la posición internacional del país es acreedora, precisamente por esa situación de tenencias de activos en el exterior del sector privado por casi 400 mil millones de dólares, que, netos de pasivos, superan los 200 mil millones de la moneda estadounidense. Por el contrario, el sector público presenta una situación deudora.
La información comentada, cuya fuente es el propio BCRA nos lleva a interrogarnos sobre las causas. No se trata de ineficiencia, como algunos suponen, sino de una cuestión estructural. Remite a la apertura liberalizadora gestada desde 1976, que en lo financiero se gestó desde la aplicación de la Ley de Entidades Financieras de 1977.
El libre movimiento de capitales instaurado hace casi medio siglo induce un mecanismo de monetización del excedente económico, socialmente generado, pero destinado a la acumulación en el sistema mundial.
Así resulta la subordinación de la lógica económica local y que no permite retener divisas productos del comercio internacional o de inversiones, sin perjuicio de que gran parte son especulativas y destinadas a la valorización financiera, no productiva.
Que el BCRA no pueda acumular reservas no significa ineficacia operativa, sino que es el resultado de la lógica de apertura vigente en el país por décadas.
Revertir esa situación, supone un debate ausente sobre reestructuración del orden económico y social, que modifique la estructura económica y social aperturista y de primarización de las exportaciones, con efectos sociales que se miden en reducción de ingresos salariales con impacto en alza del empobrecimiento social.
Buenos Aires, 6 de septiembre de 2023
Libertarios a la ofensiva La pretensión de consensuar el legado de la dictadura genocida
El retorno discursivo de los dos demonios supone una reivindicación del propósito histórico de la dictadura genocida, que tiene base en el legado estructural explicitado en el régimen financiero. Por ahí viene el sentido del acto del 4/9 en la legislatura porteña auspiciado y liderado por la candidata a vice más votada en las PASO del 13/8. Los libertarios de La Libertad Avanza (LLA) se asumen en la tarea de hacer coincidir un consenso social mayoritario en correspondencia con los cambios estructurales regresivos y reaccionarios de la estructura económico social local operados entre 1975/76 y nunca afectados. Es algo que la derecha política e intelectual ensayó en los noventa del siglo pasado y más recientemente en el primer gobierno “ni radical, ni peronista”, de Mauricio Macri entre 2015 y 2019.
Los cambios profundos y reaccionarios en las relaciones capitalistas de producción remiten a la ofensiva contra derechos sociales, laborales, sindicales, colectivos e individuales de las patronales y que se manifiestan en precariedad laboral y salarial, desempleo, subempleo e irregularidades en la contratación, con millones de trabajadoras y trabajadores por fuera de la seguridad social. Pero también se expresan en la nueva función estatal orientada a consolidar la lógica privatista del orden contemporáneo y claro, la inserción subordinada en la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital.
Un ejemplo emblemático de esos cambios lo constituye el régimen financiero instrumentado desde 1977 con la ley 21526 de entidades financieras, el acontecimiento “más revolucionario” de la dictadura, sostenido en palabras de Martínez de Hoz. Hijo de familia tradicional del poder oligárquico, fue el ministro iniciador del modelo productivo y de desarrollo de inserción subordinada de la economía local a la lógica liberalizadora impulsada en el sistema mundial capitalista ante la crisis de rentabilidad de los sesenta y setenta del siglo pasado.
Liberalismo y violencia
En aquellos años se convocó a la tradición liberal a retomar la iniciativa ideológica y política, tarea asumida por las dictaduras del Cono Sur de América, quienes asumieron desde la violencia y el terrorismo de Estado la cruenta ofensiva capitalista en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. Se trataba de restablecer vía explotación, saqueo y consenso reaccionario la lógica esencial del funcionamiento del capitalismo: la obtención de ganancias y su acumulación para asegurar la dominación material y simbólica sobre el orden social, conmocionado por la masiva acumulación de poder popular en luchas y organización diversa en la disputa por otro orden social. Remito a procesos locales, regionales y globales que desafiaban al capitalismo desde distintas variantes por el socialismo.
Aquellos cambios estructurales se mantuvieron tras cuarenta años de gobiernos constitucionales (1983-2023), pero el consenso ideológico mayoritario se sostenía en la crítica a la dictadura genocida y la defensa de los derechos humanos, sostenida por una lucha histórica que desembocó en juicios, cárcel a los genocidas, el “Nunca Más” y la nulidad del punto final y la obediencia debida. Esa lucha popular hace ejemplar la experiencia local en el repudio y sanción, aun incompleta, a los responsables del genocidio.
Esa gran conciencia social no alcanzó para modificar el modelo primario exportador, de organización ensambladora de su sector industrial más dinámico, y en general, de inserción subordinada en la lógica mundial de dominación transnacional, de la mano del complejo de la soja y la minería, ahora de los hidrocarburos no convencionales y el litio, entre otros mecanismos, entre los que destaca el endeudamiento y la lógica de la especulación financiera.
Por efecto de estos mecanismos del orden económico social, el país no puede retener el excedente socialmente generado en el país, abonando una dinámica de fuga de capitales para una acumulación en el sistema mundial. No es una novedad y se reitera en las últimas décadas, sea por imperio de la cancelación de deudas, de remisión de utilidades al exterior o por compra de activos externos de quienes se apropian del excedente socialmente generado, especialmente de divisas atesoradas en cajas de seguridad.
En ese sentido se destaca la incapacidad de la política económica para atesorar el saldo comercial. Entre 2020 y 2022, en solo 4 meses hubo déficit comercial, con incapacidad de la política económica de intervenir para sostener reservas internacionales y orientarlas hacia una perspectiva productiva que atienda las demandas de ingresos, empleo y estímulo a las economía regionales y sectores comunitarios, cooperativos, pequeños y medianos, incluso estatal, asociado a una estrategia soberana en alimentación, energía o finanzas, sin perjuicio de activar una ampliación de la infraestructura social asociada a derechos constitucionales en alimentación, energía, educación, salud, entre muchos otros.
Solo entre enero y julio del presente año el BCRA perdió más 21.000 millones de dólares de reservas internacionales y se apropia del 60% de la capacidad prestable del sistema financiera mediante la absorción de dinero por medio de las Letras de Liquidez, LELIQ. No sorprende que el balance del BCRA muestre reservas netas negativas que inducen una mayor subordinación del país al ingreso de divisas, especialmente vía préstamos o inversiones especulativas, una lógica instaurada por décadas, que solo beneficia la acumulación transnacionalizada del poder económico local y la contracara de la inmensa pobreza y el deterioro de la seguridad social, del empleo y los ingresos populares.
¿Quién vence a quién?
El legado estructural del cambio económico de la dictadura genocida se sostuvo en el tiempo, en contradicción con el consenso mayoritario de impugnación al terrorismo de Estado. La política reaccionaria se sustentó históricamente en los golpes de Estado para restaurar el poder oligárquico asociado al capital externo, aquel que fundó la Argentina en 1880 tal como la conocemos hoy en su integralidad territorial, la capitalización de la ciudad de Buenos Aires y el poder del puerto en la inserción subordinada a una lógica de acumulación sistémica.
Durante los años noventa del siglo pasado, bajo las identidades políticas tradicionales, el capitalismo local intentó la disputa del consenso mayoritario para la restauración conservadora, que estalló por el aire con la rebelión popular de un ciclo de lucha condensado en diciembre del 2001. El 2015 otorgó nueva posibilidad de restauración de ese poder histórico al gran capital local asociado a la transnacionalización, lo que explica el entusiasmo de Mauricio Macri con el resultado electoral de Javier Milei.
El descontento con las expectativas del actual gobierno otorga nueva posibilidad al intento restaurador de tipo conservador. El operativo por hacer coincidir la base estructural del capitalismo local con el consenso político está en marcha y augura el fin de la inflación y el orden restablecido.
Se trata del orden del régimen del capital, cuyas consecuencias sociales regresivas abonan la actual situación de pobreza y perdidas de ingresos populares, pero claro, estamos en Argentina y con una tradición de organización y lucha que puede recrear desde el conflicto social las condiciones para aguar la fiesta del poder.
Buenos Aires, 5 de septiembre de 2023
Los anuncios son paliativos tardíos
El candidato ministro asumió la iniciativa política con anuncios económicos en domingo, marcando la cancha del debate político en la semana.
Obliga a la oposición derechista a criticar medidas de impacto en el ingreso de sectores desfavorecidos en la distribución del ingreso, especialmente luego de la devaluación pos PASO.
Por eso, las medidas son tardías, ya que lo primero que hizo el gobierno fue favorecer la demanda del club de la devaluación, o sea, la del poder económico concentrado.
Ahora, cuando ya los precios se dispararon anuncian el congelamiento de combustibles y medicamentos hasta comienzos de noviembre, suspensión de aumentos de las prepagas y acuerdos de precios con grandes empresas y cadenas, que solo podrán aumentar un 5% por mes. Medidas que no aseguran impacto en los comercios de cercanía.
Claro que millones de personas recibirán mejoras de ingresos en septiembre y octubre y eso genera expectativas, no soluciones a los problemas de fondo, no solo de la mayoría empobrecida, sino de la dinámica de funcionamiento económico de la Argentina.
Es más, lo más probable es que con el solo anuncio, algunos intentan cubrirse y los precios escalen estimulando la ola inflacionaria en ascenso de agosto y hasta la definición del proceso electoral y más allá.
Las soluciones de fondo no están en la discusión política electoral en curso, ya que el condicionante del endeudamiento augura salidas regresivas, matizadas con el grado de shock que proponen los candidatos con posibilidad de triunfar en octubre y noviembre próximos.
Con los anuncios actuales, el gobierno pretende conquistar votos y entrar en el balotaje para disputar con la explícita posición por la devaluación o la dolarización, pero todos en el marco del acuerdo con el FMI y los fortísimos compromisos con los acreedores externos.
Lo más probable es que el próximo gobierno, gane quien gane vuelva a negociar el acuerdo con el Fondo, e incluso reestructure la deuda en divisas y en pesos, que como hemos sostenido es imposible de cancelarse.
Es algo que el FMI y los acreedores externos sabían en el 2018 cuando Mauricio Macri acudió al FMI para el préstamo de 45.000 millones de dólares y que luego renegoció Fernández y Guzmán, con compromisos hasta el 2034.
Sabía el FMI que Argentina no podía canelar el prestamos del 2018, ni la negociación del 2022 y que vamos a un ciclo de permanente renegociación, salvo que la lucha popular genere condiciones para la anulación del acuerdo y el repudio del crédito y los condicionantes de los acreedores externos, especialmente del organismo internacional.
Estos paliativos llegan tarde, aun cuando quien los reciba actualice mínimamente sus ingresos en el futuro cercano, sabiendo que la espiral de precios no se frena.
La demanda por actualización y mejoras de ingresos populares está a la cabeza de las reivindicaciones democráticas de los sectores más empobrecidos y constituyen la base de una lucha que debe extenderse y radicalizarse para hacer posible perspectivas más profundas y cambios revolucionarios que impacten en el modelo productivo y de desarrollo.
En rigor, la dinámica de lucha por reformas y revolución trascienden el momento electoral y constituyen un desafío del movimiento popular y la izquierda en su conjunto.
Buenos Aires, 28 de agosto de 2023
Argentina y la ofensiva capitalista A propósito de las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) y el triunfo de la ultraderecha
Las elecciones PASO del domingo 13/8 traen novedades políticas interesantes en la Argentina, las que se asocian a dinámicas similares en otras partes del mundo. Son resultados que merecen nuestra atención y reflexión de cara a una estrategia con perspectiva revolucionaria. En efecto, una de las novedades fue la elevada abstención y voto en blanco, por lejos, la primera minoría en torno al 35% de la población en condiciones de votar. No es una cuantía homogénea, ya que son voluntades dispersas y no necesariamente expresan unidad de criterio, aunque puede imaginarse el descontento y el desánimo por las propuestas electorales. Pero asumiendo los votos positivos, el candidato ultra liberal, Javier Milei, se constituyó en la fuerza ganadora con el 30,04% de la votación, unos 7.116.352 votos, seguido muy de cerca por la coalición Juntos por el Cambio liderada por Patricia Bullrich y apadrinada por Mauricio Macri, que lograron el 28,27%, 6.698029 votos; en tercer lugar, el oficialismo, con el candidato y Ministro de Economía Sergio Massa, con el 27,27%, unos 6.460.689 votantes. Apenas 655.663 de diferencia entre el primero y el tercero, por lo que se alude a una elección de tercios, los que disputaran los dos lugares para el balotaje.
El resultado constituyó una gran sorpresa, no prevista por ninguna consultora o analista en la previa electoral. Por eso la novedad política es tema de discusión en todo el arco político de la Argentina, e incluso más allá. En su momento fue sorpresa Bolsonaro en Brasil, cuando nadie imaginaba el triunfo de la ultraderecha, del mismo modo que ahora la ultraderecha, que sumada a las opciones de derecha en la oposición (salió segunda) e incluso existe derecha integrada en la coalición gobernante, lo que presenta un consenso mayoritario. Es una realidad a contramano de una tradición de organización y lucha del pueblo argentino, que aparece ahora desafiado ante un consenso electoral volcado a la derecha, sea por cansancio en una trayectoria definida por los gobiernos de Mauricio Macri entre 2015 y 2019 y el actual de Alberto Fernández entre 2019 y 2023. Se debe indagar en el sentido del voto, ya que no solo “ricos” votan a la derecha, puesto que una cantidad muy elevada de votantes optaron por propuestas claramente alineadas a la derecha del arco político.
Porque los pobres votan por sus verdugos es un interrogante difícil de responder. Puede pensarse que sectores muy afectados por años de ajuste y empobrecimiento social no sienten satisfacción con la propuesta política de la tradición local, sean peronistas o radicales, o coaliciones que ellos involucran. La búsqueda por terceros que ofrezcan dinamitar lo existente y colocando la responsabilidad de la miseria en la política tradicional, asumiendo un discurso ideológico intransigente y liberal, captó el interés de millones de votantes, sin con ello coincidir con los efectos que tendrá una política agresiva de liberalización, lo que augura conflictividad en alza e incluso, ingobernabilidad.
La inflación, el crecimiento de la pobreza y la precariedad laboral son quizás los datos relevantes de un impacto social acrecido en estos años, en un marco de estancamiento de mediano plazo. Argentina muestra un crecimiento ralentizado en la última década con deterioro de la calidad de vida y aumento de la desigualdad producto de la concentración del ingreso y la riqueza. Una parte muy importante de la sociedad empobrecida, trabajadoras y trabajadores, cercana a la mitad de la población, sin ninguna expectativa de resolver la cotidiana reproducción vital optaron por la ultraderecha y un discurso simplificador crítico del “orden” existente.
Ese “orden” es el capitalismo. Entonces, necesitamos discutir el capitalismo en sus manifestaciones locales y poder entender porque la primera minoría, de ultraderecha, pudo captar el consenso electoral. Eso nos lleva a discutir el capitalismo, su dominación política y la ausencia de alternativa de izquierda con posibilidad de disputar gobierno y poder. No es solo un problema nacional, sino de varios procesos en la región y en el mundo.
La opción por las derechas nos convoca a discutir desde las izquierdas el porqué del descontento no se canaliza en perspectiva anticapitalista y por el socialismo.
Breve recorrido histórico
El desorden político a fines de los 80 del siglo pasado, expresión de la crisis, se hizo manifiesto en la renuncia de Alfonsín (1989) antes de finalizado su mandato, sobre la base de un deterioro de las condiciones de vida de millones empobrecidos, una inflación creciente y una deuda pública heredada de la dictadura genocida que actuaba como condicionante de la política económica, todo lo cual había generado inmensas movilizaciones de resistencia y demanda de soluciones de trabajo e ingreso.
La “resolución” transitoria de la crisis provino bajo el liderazgo de Menem (1989-1999) y su capacidad de disciplinar desde el peronismo a la burocracia política, sindical, social, periodística e intelectual; y con su régimen de convertibilidad (1 peso igual a 1 dólar), que logró la estabilización de precios a costa de un fuerte ajuste en los ingresos populares. Era el tiempo de la caída del muro y el comienzo del fin de la experiencia socialista en el este de Europa y con ello el deterioro en el imaginario mundial de la posibilidad del socialismo.
La “estabilidad” de precios lograda durante el menemismo fue considerada un “valor”, pese al regresivo impacto social, algo que se sostuvo hasta la rebelión popular del 2001 y la salida devaluatoria de inicio del 2002, con un saldo inmediato del 57% de pobreza y el 21,5% de desempleo, según datos oficiales, en el marco de la miseria extendida en los sectores trabajadores e incluso de micro y pequeños empresarios a ellos vinculados. La estabilidad monetaria resolvió los conflictos por arriba, en el poder económico, aun cuando el debate de época se resolvía entre unos que pretendían la total dolarización de la economía y otros más vinculados al mercado interno pugnaban por una devaluación.
El modelo productivo y de desarrollo, continuador del inaugurado por la dictadura genocida, sustentado en la inserción subordinada del capitalismo local, promoviendo la producción primaria y sus exportaciones, bajo dominación de capitales locales y transnacionales, por ende, reduciendo el ingreso popular para favorecer la apropiación de ganancias, constituía el marco de acuerdo a la estabilidad de precios lograda y habilitaba un debate vía competencia entre capitales por la dolarización o la devaluación.
La rebelión popular definió el fin de la convertibilidad, volcando la dinámica del poder en condiciones de una salida del 1 a 1 vía devaluación. Con la devaluación del 2002 volvió el desorden en la cúpula del poder, afectando intereses de capitales concentrados del exterior y del país, asentados en empresas privatizadas de servicios públicos, al tiempo que reactivó la economía local favoreciendo ganancias, empleo e ingresos populares, reanimando consenso para el peronismo en el gobierno (Duhalde 2002/03) y su emergente líder con Néstor Kirchner desde el 2003/07 y Cristina Fernández de Kirchner en dos periodos entre 2007 y 2015.
Un nuevo tiempo emergió en 2002, que en este trayecto de dos décadas explicitó novedades políticas, entre ellas, el surgimiento del kirchnerismo, liderando al peronismo y a otros sectores políticos del centro izquierda y la izquierda (tres periodos presidenciales). Pero también al macrismo, constituyendo una alianza que arrastró al radicalismo y a otras formaciones políticas para constituir una coalición identificada con las propuestas liberalizadoras de la derecha. En rigor, ambas coaliciones integraron peronismo y radicalismo. Se había terminado un ciclo histórico de disputa hegemónica electoral entre peronismo y radicalismo desplegado entre 1945 y 2001.
Esas dos nuevas coaliciones son las que acaban de perder la primera minoría a manos de la ultraderecha, por eso la “novedad”. En la Argentina de hace poco, todo se dirimía en la “grieta” entre kirchnerismo y macrismo, ahora apareció una opción que les quitó la punta en el último tramo de la disputa electoral. La incógnita es si esto se mantiene y se transforma en nuevo ciclo de liderazgo político. Es parte del debate actual hacia la elección de octubre e incluso la segunda vuelta en noviembre.
Convengamos que la ultraderecha se expresó históricamente con los golpes militares entre 1930 y 1976/83 para restaurar el poder oligárquico y del capital externo, que se sustentaba históricamente bajo el “fraude electoral”. Todo indica que esa restauración ya no proviene bajo los tradicionales golpes militares. En efecto, ya en 2015 ganó la presidencia Mauricio Macri, siendo el primer presidente constitucional que no accede al cargo desde las dos tradiciones que ocuparon el poder ejecutivo, desde Irigoyen en 1916 hasta Cristina Fernández en 2015. El gobierno Macri no pudo cumplir su papel restaurador del poder oligárquico imperialista y transnacional, aun con el apoyo de un préstamo gigantesco del FMI por 45.000 millones de dólares, incumpliendo el Fondo las normas estatutarias y a sabiendas acreedor y deudor la imposibilidad de la Argentina para cancelar esa odiosa deuda.
Ante el fracaso del gobierno actual, que asumió con la expectativa del voto popular de retrotraer la situación en una perspectiva favorable a los intereses de la mayoría social empobrecida, la ultraderecha aparece con la posibilidad de disputar con éxito la renovación presidencial en la votación de octubre. El gobierno de Alberto y Cristina perdieron la oportunidad de denunciar el préstamo con el FMI ni bien asumieron en 2019, y al contrario se embarcaron en una negociación que incluyó a los acreedores privados, grandes fondos de inversión, que solo trajo miseria al pueblo, y con ello el descontento que hoy se castiga electoralmente con la opción de la ultraderecha.
Elecciones presidenciales
La elección de octubre se discute entre 5 fórmulas, 3 de ellas con posibilidades de disputar, incluso en segunda vuelta (noviembre) la presidencia del país. Milei, Bullrich y Massa lideran esos tres espacios. Muy lejos se encuentran Juan Schiaretti, actual gobernador de la provincia de Córdoba, con un 3,83% captado en las PASO, unos 907.437 votos, y Myriam Bregman, única opción de izquierda con menos del 2,65%%, unos 628.893 votos.
El resultado electoral es incierto y cualquiera de las tres opciones puede quedarse con el gobierno para el próximo periodo que inicia en diciembre del 2023, por lo que buscan que voten aquellos que se abstuvieron y se orientan a la búsqueda de los votos de quienes no ingresan en la disputa presidencial. El resultado es motivo de discusión diversa y tiene como trasfondo la crisis del capitalismo y sus manifestaciones locales. En efecto, el capitalismo en la Argentina presenta problemas específicos, entre ellos la inflación y sus regresivas consecuencias sociales.
Argentina reconoce una inflación anualizada del 114%, muy lejos de los registros de los países de la región e incluso del mundo. Mucho se discute sobre esa especificidad. En el capitalismo rige la ley del valor explicada por Marx. Por ende, el interrogante es que tiene de especifico la economía local que no logra, aun con tendencia a la suba de los precios en todo el planeta, especialmente de alimentos y energía, registros aminorados tal como se manifiestan en otras economías capitalistas vecinas o del mundo. Cada país tiene sus especificidades de expresión de la crisis del capitalismo, siendo la inflación el fenómeno principal a considerar, en tanto mecanismo de redistribución del ingreso producido socialmente.
Nuestra hipótesis apunta al desorden en la dominación y que se manifiesta en la tendencia a la exportación del excedente económico local, lo que se designa como fuga de capitales. La burguesía hegemónica no logra estabilizar un ciclo político que favorezca la dinámica de acumulación capitalista con mínima satisfacción y consenso de la población. No solo se confronta en la cúpula de la burguesía hegemónica, sino entre éstos y el conjunto del pueblo trabajador, en tanto expresión compleja y concreta de la lucha de clases local.
En los 90 del siglo pasado pudo estabilizarse el orden capitalista sobre la base de la convertibilidad y el disciplinamiento social con el peronismo en el gobierno, algo que subsistió hasta 1999. La coalición liderada por el radicalismo entre 1999 y 2001 no pudo sostener el “orden” pese a sostener la “convertibilidad”, signo de la estabilización de precios, y sobrevino la rebelión popular, sustentada en un ciclo de luchas populares desplegadas con movilizaciones y resistencias diversas en los años previos. Un tiempo de construcción de subjetividades e identidades de organización y lucha popular para sustentar un programa de profundas transformaciones, pero que no cristalizó en una propuesta política revolucionaria.
Si bien el kirchnerismo reactivo la dinámica económica sin cambiar sustancialmente el modelo productivo y de desarrollo, de acumulación asociado a la fuga de capitales, y aun recomponiendo empleo e ingresos no pudo evitar la reaparición del fenómeno inflacionario desde el 2006, en proceso ascendente, habilitando la disputa inter-capitalista (competencia por la apropiación de la plusvalía) y del capital en contra del trabajo. Esa dinámica de lucha de clases es el trasfondo de la aparición de una derecha electa por el voto en 2015 (Macri) y que ahora resumen las dos primeras minorías en las PASO (Milei y Bullrich), claro que la opción gubernamental también disputa desde una lógica asociada al ajuste y a la regresiva reestructuración, especialmente condicionada por el acuerdo con el FMI.
La resolución está abierta y se juega en la disputa electoral hasta el 22 de octubre, para ver si ahí se resuelve lo que requiere que el ganador obtenga el 45% de los votos, o 40% y una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. De no ser así, habrá segunda vuelta el 19 de noviembre. La campaña está en proceso y las especulaciones y operaciones de todo tipo proliferan en el debate mediático, incluso si el gobierno termina el mandato. Las propuestas ultra-liberales de Milei, que incluyen la dolarización, previa eliminación del BCRA y un violento ajuste del gasto público genera temor en sectores del poder asociado al presupuesto público, incluso la política exterior definida hacia occidente, privilegiando a EEUU y a Israel, pone en discusión la realidad de acercamiento económico de Argentina con sus principales socios comerciales, Brasil y China. Existe el desafío para discutir con el voto a Milei sobre las consecuencias de ese programa ultra liberal, que es probable que sea ampliamente resistido en su intento de ejecución.
Bullrich está desafiada a diferenciarse y el propio Macri parece más cercano al ultra-liberal que, a su propia creación, aun cuando sostiene a la presidenta de su partido. Señala que ahora hay condiciones para avanzar en el sentido que el propuso y no pudo en su tiempo del 2015 al 2019. No solo se alude al ajuste, sino a las reformas estructurales, especialmente las regresivas reformas laborales y previsionales, para generar mejores condiciones a la apropiación de ganancias para favorecer un ciclo de reactivación inversora para el desarrollo capitalista. El perdón a los genocidas es parte de la propuesta sustentada por la aspirante a la vice presidencia.
El gobierno, condicionado por el acuerdo con el FMI respondió al día siguiente de las PASO con una devaluación que aceleró la suba de precios y con ello elevó las condiciones sociales de miseria y empobrecimiento, al tiempo que esboza algunas medidas paliativas complementarias, de dudoso éxito en la colecta del voto descontento.
Hay incertidumbre sobre el futuro cercano y cualquier resultado bajo estas condiciones supone profundización del ajuste y la reestructuración regresiva del capitalismo local.
La izquierda puede intentar alguna representación electoral, que con los números actuales no logra, y está presionada para orientar la preferencia electoral presidencial en contra de la ultraderecha. Lo acumulado, pese a lograr el mínimo requerido legalmente para disputar la elección, la coloca en situación compleja. Una amplia izquierda existente en la Argentina demanda la ampliación política para disputar el descontento más allá del proceso electoral. Esa articulación es un desafío para el presente y el futuro, dejando de lado sectarismos y habilitando ante la nueva situación de alza del consenso electoral en la ultraderecha para convocar a la más amplia unidad de las izquierdas, incluso de sectores que renuevan su rechazo a la dinámica electoral, pero que nutren la lucha cotidiana en contra el capitalismo.
Es un dato la novedad de la ultraderecha encabezando las opciones electorales en el país, claro que existen dudas que su proyecto liberalizador a ultranza puede encaminarse sin lucha y resistencia del pueblo. Sería especular sustentar un resultado desde hoy, pero sin duda, evidencia la ausencia de una alternativa política popular con perspectiva emancipadora, que, en rigor, trasciende la realidad local y se presenta como un desafío para la izquierda mundial en su totalidad. La caída de la experiencia socialista en el este de Europa hace más de tres décadas desafía la reconstrucción de una estrategia por transformar revolucionariamente la sociedad.
Buenos Aires, 21 de agosto de 2023
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