Miles de mujeres se concentran en el Encuentro
Nacional de Mujeres (ENM) en Trelew, territorio patagónico para reclamar por
sus derechos contra el patriarcalismo imperante en nuestra sociedad.
Hace más de tres décadas que el conclave se repite y
transita por todo el territorio nacional y exacerba las contradicciones con la
cultura opresora del patriarcado a todo nivel, más allá de los ingresos,
riquezas y adscripciones ideológicas, culturales, religiosas o políticas de
mujeres y hombres.
Es cierto que hay demandas de mujeres desde mucho
antes, pero reconocemos que en el último tiempo, desde el “ni una menos”, el
movimiento de mujeres se transformó en una corriente que desafió la cultura
dominante. Incluso, más allá de logros o impedimentos jurídicos, caso del
aborto seguro y gratuito, la batalla cultural instaló la legitimidad del
reclamo y evidencia inadmisibles discriminaciones hacia las mujeres.
Una nueva cultura emerge en la Argentina y en el
ámbito mundial, relativa a la cuestión de los géneros y las opciones sexuales,
poniendo en evidencia la dinámica de la lucha social para instalar nuevas
agendas y derechos que modifican el sentido común patriarcal mayoritario.
Esas discriminaciones tienen materialidad en la
cuestión económica y queda claro cuando se repasan algunos datos muy concretos.
Mercado laboral
Según el INDEC, para diciembre del 2017 el nivel de
actividad involucraba al 58,1% de la población para los 31 aglomerados urbanos
que referencia la Encuesta Permanente de Hogares, EPH.
De ese total, para las mujeres supone un 47,6% y para
los varones un 70%. La tasa de empleo alcanza el 53,9% y se distingue para las
mujeres un 43,5% y un 65,7% para varones. La tasa de desocupación alcanza a
7,2% en general, siendo para la mujeres del 8,7% y del 6,1% para los varones.[1]
Queda en evidencia la discriminación hacia las
mujeres, ya que el mercado laboral privilegia la contratación de varones por
encima de las mujeres, evidente en las tasas de actividad y de empleo, con
mayor peso de los varones. Lo contrario ocurre al medir el desempleo, donde las
mujeres superan a los varones, algo que es más grave aún entre las jóvenes.
Trabajo no remunerado
Otro tema importante en la consideración del trabajo
de las mujeres se asocia con las actividades laborales no remuneradas.
En ese sentido vale considerar el trabajo doméstico no
remunerado, cuya última estadística del INDEC data del tercer trimestre del
2013.
Allí se señala que si el promedio de horas trabajadas
sin remunerar son de 5,3; las mujeres ocupan 6 horas, mientras son 3,4 horas para
los hombres.
Si vemos al interior de esos registros, para las
tareas domésticas el promedio es de 3,4 horas, con 3,9 las mujeres y 2,4 los
varones.
Para el apoyo escolar, con un promedio de 3,4, las
mujeres ocupan 3,9 horas y 2,4 los varones.
Si vemos las actividades de cuidado de personas, el
promedio es de 5,3 horas, ocupando las mujeres 6 horas y 3,8 horas los varones.[2]
Es evidente la explotación de la fuerza de trabajo en
general, agudizada para las mujeres con discriminación explícita en el mercado
de trabajo, con probados salarios menores y agravada con el trabajo no
remunerado, socialmente asignado con preeminencia a las mujeres derivado de la
dominación patriarcal.
Si además incluimos la distribución personal del
ingreso, allí verificamos que entre el 40% de las personas de más bajos
ingresos son mujeres, mientras que en el resto del 60% de la población de
mayores ingresos relativos, la mayoría son varones. Las mujeres son las más
empobrecidas.[3]
La actual situación agrava
el problema
Pretendemos llamar la atención sobre el tema no solo
por la realización del ENM, sino porque la realidad de Inflación y recesión
golpea más a mujeres que a hombres.
Los datos previos, sobre mercado de trabajo y de
trabajo no remunerado denuncian una discriminación efectiva hacia las mujeres,
que por esa misma razón soportan las consecuencias de la actual situación de
suba de precios y cesantías y suspensiones por la caída de la producción y las
ventas.
El futuro cercano y mediato no es tranquilizador, ya
que en la coyuntura se tramita en el Parlamento el Presupuesto 2019, un verdadero
plan de ajuste acordado con el FMI. Es más, el Fondo no avala aún el acuerdo a
la espera de la media sanción en Diputados el próximo 24/10.
Son especulaciones, es verdad, pero el gobierno
necesita mostrar capacidad para disciplinar a la sociedad en el ajuste fiscal y
monetario.
En ese sentido debe mostrarle al FMI capacidad de
acción legislativa o de consenso institucional de la política.
Claro que también existe la sociedad en lucha y se ha
convocado desde la CTA Autónoma a un paro y movilización al Congreso para
obstaculizar el instrumento legal del ajuste. Otras centrales sindicales y movimientos
sociales también han convocado a la movilización en la ocasión.
La pretensión oficial apunta a transformar al proyecto
presupuestario en ley con el tratamiento en el Senado y su aprobación antes de
que se realice la Cumbre de Presidentes del G20 el 30/11.
En esa Cumbre participan los que deciden en el FMI,
especialmente Donald Trump, presidente de EEUU.
El debate es quien triunfa
De aquí a fines de noviembre resulta una carrera
contra reloj para definir el instrumento legal del ajuste, que legaliza, aunque
no legitime, una política antipopular que confirma la tendencia inflacionaria,
recesiva y especulativa.
Lo último se asocia a la política monetaria y
cambiaria, de elevadas tasas de interés para contener el precio del dólar. El mínimo intento de reducir la tasa de
interés motivó un repunte de la cotización de la moneda estadounidense al
cierre de la semana.
En definitiva, las elevadas tasas seguirán aunque eso profundice
la recesión y alimente las ganancias de los pocos sectores que pueden volcar
excedente económico a la inversión financiera.
Como paliativo se incorporan restricciones al aumento
de la cuota de los créditos hipotecarios indexados, los UVA, a cambio de la
extensión del plazo. En el mismo sentido se intenta contener la demanda de
inquilinos con reformas a la legislación de alquileres.
Desde el gobierno se apuesta a que la sociedad aguante
la presión de la inflación y la recesión. Por su parte, la sociedad afectada
está desafiada a discutir esa premisa e instalar un debate que genere
condiciones de posibilidad para consensuar otra política con mutación
sustancial de beneficiados y perjudicados.
Hay quienes sustentan que las familias están en
default y convocan a una campaña para la condonación de deudas. Otros convocan
a la desobediencia civil ante la imposibilidad de hacer frente al sustento de
la familia de bajas y medios ingresos.
Son dilemas no sencillos, pero el rumbo actual
profundiza la discriminación hacia los de abajo y entre ellos reproduce una
lógica discriminatoria contra las mujeres, alejando cualquier materialización
de la demanda por la igualdad contra el patriarcalismo que anima al movimiento de
mujeres.
Buenos Aires, 13 de
octubre de 2018
[1] INDEC. Mercado de trabajo. Indicadores
socioeconómicos (EPH). Cuarto trimestre de 2017, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/indicadores_eph_4trim17.pdf
(consultado el 13/10/2018)
[2] INDEC. TERCER TRIMESTRE DE 2013.
ENCUESTA SOBRE TRABAJO NO REMUNERADO Y USO DEL TIEMPO (difundido en Julio 2014),
en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/tnr_07_14.pdf
(consultado el 13/10/2018)
[3] INDEC. Evolución de la distribución del
ingreso (EPH). Segundo trimestre de 2018, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ingresos_2trim18.pdf
(consultado el 13/10/2018)
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