La industria cayó 1,1% en enero[1] y contradice todo discurso
oficial sobre mejora de la economía, tal como sugiere Macri en España, con el
Rey, con el Jefe de Gobierno o con los empresarios, los que son tentados a
invertir en un país que asegura jugosas ganancias. Algo de eso sabrá el
accionista heredero del Clan Macri.
Vale señalar que la contra cara
de ese discurso es el cierre de empresas y los despidos, proceso consustancial
al crecimiento de las importaciones, la falta de competitividad de la
producción local y por ende, la reconversión empresaria en aras de la
rentabilidad y contra el empleo, el salario y en definitiva, los trabajadores y
la mayoría de la sociedad.
El cierre de la única empresa productora
de llantas en Rosario (se reconvierte en importadora) o innumerables textiles,
o industrias del calzado, por solo nombrar las más difundidas en la prensa
cotidiana, dan cuenta del fenómeno de reemplazo de producción local por
externa. No siempre pierden los empresarios, algunos sí, pero varios otros se
transforman, de productores en importadores.
La política económica en la Argentina
promueve la producción externa en aras de la eficiencia del capitalismo
mundial. No son errores del gobierno, sino, la lógica de un proyecto de
inserción subordinada de la Argentina en el sistema mundial con algunos pocos socios
locales subsidiados por el Estado.
También el Ministro de Hacienda,
Nicolás Dujovne “comunica” que sus evaluaciones son de recupero de la economía
desde el último tramo del año pasado. En efecto, el INDEC señala que el nivel
de actividad económica de diciembre 2016 contra noviembre del año pasado crece
1,6%, pero es -0,1% entre diciembre del 2016 y el mismo mes del 2015.[2]
Además, el informe del INDEC relativo
a la evolución industrial (ya mencionado) lo desmiente en el sector que más
contribuyó a la recuperación del empleo luego de la recesión entre 1998 y 2002.
Más allá del promedio del -1,1%, la industria de la alimentación cayó
1,4% (es el rubro de mayor ponderación en el índice industrial); textil -11,1%;
industrias metálicas básicas -9,5% y acero crudo -11,6%. Son datos de rubros
relevantes cuando se piensa en industria manufacturera.
Sturzenegger
confirma el rumbo del ajuste y la recesión
El titular del BCRA es el
ortodoxo del “equipo” del gobierno Macri, encargado de la política monetaria y
cambiaria. Dilecto alumno de los monetaristas de Chicago, aplica a rajatabla
medidas de “contracción monetaria” y elevadas tasas de interés para frenar los
precios.
Su objetivo es bajar la
inflación a cualquier costo, aunque ello promueva la recesión o “enfriamiento”
de la economía con sus secuelas sociales regresivas en caída del consumo, el
nivel de actividad y el creciente desempleo, subempleo, baja del ingreso y
generalización de la tercerización y formas de la precariedad laboral. Todo en
aras de maximizar la ganancia y hacer atractiva a la Argentina al ingreso de
capitales externos.
Lo curioso es que parte de la
contención inflacionaria, de la que se ufanan el BCRA y el Ministerio de Hacienda,
incluye la contenida cotización del dólar y una demanda acrecentada de los
sectores productivos, no solo los más concentrados, por una nueva ronda de
devaluación. Es sabido que toda devaluación es una transferencia de ingresos
desde la mayoría de la sociedad, especialmente los sectores de ingresos fijos
asociados al mercado interno, a los capitales más concentrados y exportadores.
El titular del BCRA anticipa que
los próximos meses será difícil en materia de inflación por el impacto del
aumento de las tarifas definidos por el propio gobierno en acuerdo con las
empresas privatizadas de servicios públicos, los verdaderos ganadores con el
cambio tarifario y la continuidad de los subsidios que nutren sus cuentas de
resultados.
Resulta interesante analizar la
subordinación a la lógica global del capital, en momentos donde la tasa de
interés mundial tiende a crecer y a valorizar la divisa estadounidense
(política monetaria y cambiaria de la FED, el Banco Central de EEUU), encareciendo
importaciones demandadas desde la Argentina, agravado con el desestimulo a las exportaciones locales.
La
ortodoxia la pagan los sectores de más bajos ingresos
Con la ortodoxia del Banco
Central se asegura un horizonte de inflación y de lucha contra la inflación que
afecta principalmente al ingreso popular.
Por eso se intenta disciplinar a
maestros y docentes, médicos y trabajadores de la salud, de la Justicia, o del
Estado en general, ayudados con una campaña ideológica centrada en los “beneficios”
de los trabajadores y eximiendo la responsabilidad estatal que privilegia recursos
fiscales para cancelar deuda o subsidiar ganancias, base de la orientación de
la política económica en su conjunto. Todo para satisfacer demanda de seguridad
jurídica y cuantiosos recursos para concesionarios privados de servicios
públicos, caso del peaje, el transporte, o la prestación de luz, gas o agua.
El argumento del chantaje alude al
efecto sobre los menores o demandantes de salud ante las medidas de fuerza
sindical, eludiendo el reclamo a gobernantes que incumplen promesas electorales,
caso del combate a la pobreza.
Quien afecta la educación de
nuestros escolares y la salud de la población empobrecida es la política
oficial, orientada a satisfacer las necesidades del funcionamiento del capital,
que como sabemos, apunta a maximizar las ganancias y con ello asegurar la
lógica de la acumulación y valorización de los capitales.
25
de febrero de 2017
[1] INDEC.
Estimador Mensual Industrial, en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emi_02_17.pdf
[2]
INDEC. Estimador Mensual de Actividad Económica, en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emae_02_17.pdf
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