Muchos hablan de empate en las
negociaciones que encara el gobierno Macri con variados opositores, sin embargo,
lo que se consolida es el ajuste.
Algo así como dos pasos adelante
y uno atrás. Lo que queda es la intención originaria amenguada, pero ajuste al
fin.
Impuesto
a las ganancias
Un caso es el de la reforma de
ganancias. La ley aprobada no es la que quería el gobierno con su proyecto de
mínima (escasa actualización del mínimo no imponible y las escalas) enviado al
Congreso, pero tampoco el que obtuvo media sanción en la Cámara de diputados,
promovido por la alianza del arco opositor que solo excluyó a la izquierda en
el Parlamento.
Finalmente, en acuerdo con la
CGT, los gobernadores empujaron a los representantes de las Provincias a
sumarse al nuevo proyecto, incluidos algunos referentes del kirchnerismo.
Se habló de empate, aun cuando
la realidad es que el salario continúa siendo gravado como si fuera una
ganancia, más allá de la denominación del impuesto.
La nueva ley no incluye la
tributación a la renta financiera, excluye la reinstalación de las retenciones
a las mineras y mantiene el carácter regresivo del sistema impositivo en la
Argentina.
El IVA sigue siendo el
estandarte de la recaudación tributaria y los de abajo financian el gasto del
Estado capitalista.
Recorte
en el CONICET
Otro caso remite al conflicto propiciado
por los becarios del CONICET.
Por razones presupuestarias se
dejaba afuera de la contratación a la mitad de los postulantes “recomendados”, casi 500. Estos reunían
las exigentes condiciones de incorporación al sistema de ciencia y técnica.
La masiva protesta y creciente
adhesión social a la demanda de los jóvenes científicos motivó el acuerdo a la propuesta
de incluir hasta diciembre del 2017 a los “recomendados y no seleccionados” y
discutir durante el año su reubicación en otros organismos de Ciencia y
Tecnología, en las universidades o en empresas.
La dura medida inicial fue
revertida vía negociación, aun cuando el achique del Conicet se pospone para la
discusión durante el próximo año. Eso es lo que promovió el descontento en el
interior, caso de Rosario.
Algunos hablaron de empate, pero
el ajuste como proyecto en el área científica se mantiene e incluso se avanza
en la privatización con la relocalización de los investigadores.
Más
ajuste y control del conflicto
La salida de Isela Costantini de
Aerolíneas Argentinas anima el mismo sentido del perpetuo ajuste.
No alcanzó con los retiros
voluntarios y el achique del gasto, por lo que se designa a un ajustador
convencido.
El objetivo apunta a disciplinar
la estructura de personal y facilitar el ingreso de la competencia privada y
extranjera de las rutas locales y hacia el exterior que monopoliza Aerolíneas.
En los tres casos que
mencionamos se procesa la línea del ajuste fiscal intentando eliminar el conflicto
explícito. Por eso la negociación privilegiada con el sindicalismo tradicional
en el caso del impuesto a las ganancias; o la postergación por un año con
promesas de relocalización de trabajadores científicos.
Algo que no terminó de
satisfacer a todos los movilizados, pero cuya condición era el levantamiento de
la toma del Polo Tecnológico, sede del Ministerio habitado en continuado por Lino
Barañao, el titular designado por Cristina Fernández a comienzo de su primer
mandato y seleccionado en el gabinete de Macri.
No solo es ajuste, sino al mismo
tiempo búsqueda de consenso entre la oposición que disputa la gestión, junto a
procesos de negociación con las mediaciones burocráticas capaces de contener el
conflicto social.
La exclusión de las CTAs y otras
organizaciones sociales de trabajadores en estas negociaciones queda clara para
el objetivo del gobierno Macri. Se trata de suplir la debilidad parlamentaria y
nula presencia en el movimiento social con conversaciones y concesiones que
hagan viable el ajuste fiscal.
Reestructuración
regresiva
Así, la táctica parece ser
golpear primero, negociar después y promover una imagen de empate que esconde
el logro de redistribución regresiva de los recursos fiscales.
No todo es ajuste, sino que el
propósito apunta a consolidar la reestructuración regresiva del orden económico
y social, por lo que sigue en perspectiva la reforma laboral y previsional.
Esta última sugerida desde el
FMI con elevación de la edad jubilatoria y concentración de las actualizaciones
de ingresos a una vez al año. Es parte de la ofensiva del capital contra el
trabajo para reducir el costo de producción y mejorar la tasa de ganancia en
tiempos de dificultades.
Desde el INDEC[1] se confirma el cuadro de
una profunda recesión, con un -2,4% de evolución económica entre enero y septiembre,
con un registro de -8,3% en la inversión, denotando problemas esenciales del
orden capitalista local.
Se acaba de anunciar un próximo
aumento de las naftas para enero y la continuidad de elevadas tasas de interés,
lo que confirma una expectativa de inflación superior a lo imaginado en el
Presupuesto 2017.
La
revolución es un sueño eterno
La recesión y la inflación son
condiciones para el descontento que puede motorizar el conflicto, por lo que
para el gobierno Macri, controlar la conflictividad es un objetivo político estratégico.
Obturar esa posibilidad es un
desafío para construir alternativa popular con la posibilidad de ir más allá de
la gestión y reforma del orden vigente.
Desde esa concepción es que nos
animamos a coincidir con el reciente desaparecido Andrés Rivera, sobre que “la
revolución es un sueño eterno”.
Buenos
Aires, 24 de diciembre de 2016
[1]
INDEC. Informe de avance del nivel de actividad. Buenos Aires, 22 de diciembre
de 2016, en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/pib_12_16.pdf
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