Es común que en los análisis de la
situación actual de Grecia se remita a la realidad de Argentina en el 2001. Sin
embargo conviene ver las diferencias y precisar las consideraciones para pensar
en superar los problemas que asume el pueblo griego, incluso el argentino.
Impago
a privados o al FMI
Argentina en diciembre del 2001
declaró la cesación de pagos de la deuda en manos de tenedores de bonos
públicos y mantuvo en situación regular los pagos a los Organismos
Internacionales. La Argentina nunca estuvo en cesación de pagos con el FMI u
otros organismos internacionales. Es más, casi la mitad de los bonos en
cesación de pagos estaban en manos de los fondos de pensión, las AFJP, que
administraban los aportes previsionales de las/os trabajadoras/es.
Grecia, el 30 de junio decidió
incumplir un pago al FMI por lo que está en MORA y no en cesación de pagos. El
proceso administrativo del FMI para llegar al default griego llevará un par de
años. El incumplimiento griego es con el FMI, mientras que la Argentina
incumplió el pago a los tenedores privados de la deuda pública. Claro que el
FMI está asociado a la autoridad política de la Eurozona y al Banco Central
Europeo, la denominada Troika.
Insistamos, en el caso de
Argentina se incumplió con acreedores privados, mientras que Grecia lo hace con
Organismos regionales y mundiales. Esa es la razón del gran escándalo con el
presente griego. Los impagos con inversores privados se reconocen el riesgo,
pero incumplir con el gobierno del sistema financiero mundial y el de una de
las regiones del capitalismo desarrollado es otra cosa.
Los privados pueden ir a juicio
y de hecho, el conflicto de la Argentina hoy se circunscribe al 7% de la deuda
impaga en 2001, con demandas ante la justicia de Nueva York. El poder de la
troika no admite la indisciplina de un miembro y es más, ni siquiera tiene
contemplado en sus normas que hacer, pues ni expulsar a un país indisciplinado está
contemplado en la normativa de la Unión Europea o la Eurozona.
Origen
y proceso de la deuda
Veamos otras diferencias. El
origen de la deuda pública de Argentina provenía desde el acrecentado volumen de
deudas en tiempos de la dictadura (1976.1983), incluida la estatización fraudulenta
de la deuda externa privada. En tiempos constitucionales y en sucesivas
reestructuraciones de la deuda, los bancos privados, principalmente
extranjeros, canjearon préstamos por títulos que se diseminaron por el mercado
mundial. Como señalamos, parte importante de esos bonos quedaron en manos de
los fondos de pensión, administrados por la privatización previsional entre
1994 y la re-estatización en 2009.
Mientras que en Grecia, el
problema deviene de la forma de resolución de la crisis del 2007/2010, la que
encontró salida en el rescate de la troika a los bancos expuestos en Grecia. A
cambio de ello se explica el fuerte endeudamiento deliberado del Estado, el que
hoy se manifiesta como imposibilidad de pago.
En Argentina los privados
transfirieron su deuda al Estado Nacional, mientras los Bancos expuestos con
créditos incobrables del Estado Nacional los canjearon por títulos públicos vía
Plan Brady en 1992. Nicholas Brady era el Secretario del Tesoro de EEUU por
esos años, algo así como el Ministro de Economía de la potencia imperialista.
Por ende, el Estado Nacional de
la Argentina estatizó la deuda privada y facilitó el salvataje de la banca
transnacional para transferir a inversores privados un riesgo que se expresó en
menos de 10 años, entre el canje de 1992 y la crisis de impago del 2001. Una
verdadera estafa que liberó a los bancos transnacionales, responsables del
endeudamiento ilegitimo, ilegal, insostenible y odioso asumido en tiempos de la
dictadura genocida.
Si observamos la situación en Grecia
del 2010, nos encontraremos con un despliegue de la crisis con especial
afectación a bancos expuestos a créditos incobrables. De ahí el millonario rescate
destinado al salvataje de los bancos, vía transferencia del problema a manos
del Estado griego, que desde entonces, para pagar, renovar e incrementar la
asistencia crediticia y cumplir con los vencimientos de la deuda pública
asumida viene ejecutando un brutal ajuste sobre trabajadoras/es y el conjunto
del pueblo.
Auditoría
y referéndum
Ese ajuste fue enfrentado con
movilizaciones callejeras y demandas de cambios profundos, estado de situación
que permite explicar la llegada al gobierno de SYRIZA en alianza con ANEL, más
allá de considerar el cumplimiento de ese programa a pocos meses de asumido el
gobierno de coalición. El programa electoral anunciaba la confrontación al
ajuste ejercido hasta comenzado el gobierno actual en enero del 2015. Hasta
ahora, a mediados del 2015 se transitó el camino de la negociación con la
troika. Ahora aparece la novedad del impago al FMI y la convocatoria al referéndum
para el que pueblo decida el ajuste o no, anunciando el gobierno la campaña por
el no.
Vale incluir en el análisis que
el pasado 17 de junio se expidió la Comisión parlamentaria de la Verdad sobre
la Deuda Griega, descalificando el proceso desde el 2010 hasta al presente,
validando de hecho el impago y coincidiendo con demandas al interior de Grecia
e incluso de la minoría del Partido de gobierno (la plataforma de izquierda)
por suspender los pagos en forma unilateral, sin negociación ni asistencia de
la troika.
Esa es otra de las diferencias.
El impago griego está asociado a una Auditoría de la deuda. Es recién ahora un
proceso encarado por la Argentina, tras negar la necesidad de la misma por más
de 30 años de gobiernos constitucionales. La auditoría y la consulta popular
son diferencias entre una situación y otra. La primera confirma la estafa y la
segunda libera la potencia de la soberanía popular.
Una expectativa es que la
Comisión bicameral de la Argentina asuma el Juicio Olmos, que en pocos días
cumplirá 15 años de una sentencia que denuncia los fraudes por deuda entre 1976
y 1983, más cuantiosas causas en la Justicia de la Argentina contra los fraudes
en tiempos constitucionales. Pero también podemos demandar la consulta al
pueblo de la Argentina para terminar con el cáncer de la deuda.
Lo
común
Es el corralito, medida
desesperada al final de la convertibilidad y 5 años de recesión profunda en la
Argentina entre 1998-2002 para ganar tiempo en la imposición de mayor ajuste,
pero con un pueblo movilizado que desató las jornadas del 19 y 20 de diciembre del
2001 y reabrió un ciclo inconcluso en la disputa por organizar un nuevo modelo
productivo y de desarrollo. La pesificación asimétrica con fuerte costo para
las/os trabajadoras/es fue la resurrección capitalista que hoy vuelve a discutirse
para definir las fracciones beneficiarias del poder capitalista.
Grecia acude a las mismas
restricciones bancarias y no puede devaluar como la Argentina, ya que está prisionera
del euro. Solo puede hacerlo desconociendo la subordinación que impone la
Europa Unida al mando del capital concentrado. Además, Grecia no tiene la
coyuntura de los precios internacionales que favoreció la recuperación
Argentina entre 2002 y 2013 y menos las ventajas de una demanda mundial de
materias primas. Solo tiene, quizás, el turismo como fuente destacada de
apropiación de divisas.
El problema no es la deuda en sí
misma, sino el orden capitalista, que utiliza a la deuda como mecanismo de
chantaje a los pueblos de Grecia y de Argentina.
No alcanza con el impago, ni
aquí ni allá, lo que hace falta es ir contra el sistema de la deuda y el capitalismo
para crear las condiciones de posibilidad para un orden económico social
sustentado en la satisfacción de las necesidades sociales y no en la obtención
de ganancias, la acumulación y la dominación.
Con el sistema de la deuda ganan
las transnacionales, incluidos los bancos y especuladores privados o
institucionales; que al acumular esas ganancias intervienen más aún en la
regulación de los Estados capitalistas y el sistema mundial para favorecer el
sostenimiento de la seguridad jurídica de los inversores capitalistas.
Son en definitiva mecanismos
para la reproducción de la dominación que recrea las condiciones de la explotación
de las/os trabajadoras/es, el saqueo de los bienes, la depredación de la naturaleza
y la condena a la vida miserable de los pueblos.
En Grecia y en Argentina resulta
imprescindible organizarse y luchar contra el flagelo de la deuda y sus
consecuencias en la afirmación del orden y la lógica del capital. Por eso, más
allá de los comodities y los precios internacionales, la devaluación o las
cesaciones de pago, lo que importa es la organización y lucha para pensar en
otro orden, no capitalista, con el eje en la soberanía de los pueblos. La
solidaridad con el pueblo de Grecia es hoy sustancial y puede reanimar la expectativa
de cambio político que alumbró el Siglo XXI en Nuestramérica.
Buenos
Aires, 2 de julio de 2015
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