El congelamiento de precios logrado por un acuerdo
entre el gobierno y los supermercados, al que luego adhirieron las cadenas de
comercialización de electrodomésticos y productos electrónicos, constituyen el
explícito reconocimiento gubernamental a la inflación.
La escalada de precios afecta el poder adquisitivo
de la moneda, perjudicando a los sectores de ingresos fijos, entre ellos,
aquellos que se encuentran en las escalas más bajas.
Puede mencionarse a la gran masa de jubilados, que
solo considerando los 6 millones de pasivos del sistema nacional, 2/3 de ellos
perciben la mínima, menos del 50% de la canasta necesaria para una vida digna.
Ni hablar del 35% de trabajadores no regularizados,
que adicionan al problema de la capacidad de consumo deteriorada por bajos salarios,
la ausencia de seguridad social y laboral.
Interesa el tema inflacionario también a los
trabajadores regularizados, ya que las patronales y el gobierno apuntan a
concretar ajustes salariales en torno al 20% en el proceso de paritarias en
curso.
El problema es que los precios aumentan
cotidianamente, mientras que la actualización salarial, si existe, procede al
momento del acuerdo paritario para ir deteriorándose con el tiempo.
Los ajustes de salarios en las convenciones
colectivas son apenas un correctivo de lo perdido en el periodo anterior y ante
la inflación diaria el deterioro de la capacidad de compra del salario es una
constante, por eso se intentan estos congelamientos, que abarcan una parte de
la canasta de consumo habitual de la población.
Insistamos, la inflación afecta a quienes perciben
ingresos fijos, es decir, a la mayoría de la población. Ello implica, contrario
sensu, una minoría no afectada por la aceleración de los precios. Esa población
vive de rentas o de ganancias, derivados de emprendimientos o inversiones, en
el área de la producción, los servicios, las finanzas, o la especulación.
Con lo cual, la mayoría de la población, unos 2/3 del
total no tiene defensa ante la inflación, salvo la administración de la penuria
o la escases en función de los ingresos de cada quién. La minoría enriquecida
no define su gasto en función del alza de los precios. No se frena el gasto
tradicional, ni el suntuario, de un tercio de la población. Este sector, minoritario,
pero numeroso, unos 13 millones de personas, que pueblan los lugares turísticos
en vacaciones o feriados largos (que ahora abundan en la Argentina), son el
principal beneficiario del mecanismo redistributivo que supone el fenómeno de
la inflación.
Se pretende señalar que no todos pierden con la
inflación, al contrario, la inflación es un mecanismo redistributivo del ingreso
y la riqueza socialmente creada. Es como lo hemos sostenida varias veces, un
mecanismo de poder.
¿Puede
la política económica frenar la inflación?
Convengamos que no es sencillo, especialmente por
ser una cuestión de poder. ¿Los acuerdos de congelamiento sirven? Solo por el
tiempo de vigencia del acuerdo, siendo una gran incógnita el día después, salvo
nuevos y seguidos acuerdos, que como expresa el “congelamiento”, suspenden la
discusión por el tema de fondo, que es el alza de precios como mecanismo de
defensa de la ganancia empresaria.
Para resolver el tema de la inflación se necesita
confrontar con el poder, con los fijadores de precios. Es una decisión política
que va más allá de cualquier acuerdo de precios, una estrategia ya utilizada
por la actual gestión y otras administraciones nacionales, no siempre con
éxito.
Para tener éxito en el control de los precios y la
inflación se requiere la participación popular consciente, especialmente de los
trabajadores sobre el sector con capacidad de elevar preciso en el mercado, en
general, los sectores económicos de mayor concentración del capital.
Ese protagonismo social es parte de la tarea de constituir
un sujeto popular muy amplio que intervenga en el control de precios donde
éstos se forman. Ello supone capacidad de los trabajadores para intervenir en
el establecimiento de los costos y los precios, lo que implica acceso a los
registros contables y a los mecanismos de la producción, el financiamiento y la
comercialización de los bienes y servicios. Es algo que seguramente no aceptará
el sector empresario, acostumbrado como viene a una lógica de impunidad ante el
debilitamiento sindical y político de los trabajadores.
Esto que proponemos nunca se aplicó en la
Argentina, siempre se confió en acuerdos de cúpulas empresarias y gobiernos, o
buena voluntad de los propietarios de empresas. En la práctica, la supervisión
de esos acuerdos queda en manos de los propios actores o de una debilitada
burocracia estatal, con escasa o nula capacidad para hacer efectiva la medida.
Al mismo tiempo se requiere modificar el régimen
tributario y en lugar de asentar la recaudación en el IVA, reorientar la
captura de fondos para el fisco sobre la base del impuesto a las ganancias, eliminando
exenciones (a los jueces, por ejemplo) y gravando las rentas derivadas de las
actividades bursátiles y financieras.
La inflación expresa una relación social de poder
y solo puede resolverse enfrentando el poder de aquellos que tienen capacidad
de incrementar los precios con impacto diferencial en diferentes capas de la
inflación. A solo modo de ejemplo podemos decir que el presupuesto estatal en
salarios alcanzaba al 30% del gasto público hace 40 años, y el deterioro
recurrente lo deja en la actualidad en un 10%. Nadie puede culpar al ajuste
salarial como responsable de la inflación con datos como el referido, no muy
distinto en el sector privado. En un largo periodo se demuestra la caída del
ingreso de los trabajadores y las mejoras relativas de las ganancias del sector
de la dominación.
El argumento contra la actualización salarial
supone pensar que es mejor que sea amplio el fenómeno de los trabajadores no
regularizados, y ni pensar en la materialización del 82% móvil para los
jubilados, ya que eso sería inflacionario en el argumento hegemónico. Un
disparate argumental para mantener a gran cantidad de la población con insatisfacción
de sus necesidades.
En definitiva, el problema está en el modelo
productivo y de distribución, que
favorece a las clases dominantes en la apropiación del producto social del
trabajo, y uno de los mecanismos de esa apropiación es la inflación. La inflación,
o su contrario, la deflación, son mecanismos del poder que utilizan las clases
dominantes para defender la rentabilidad del capital.
Como siempre decimos, el problema es quién tiene
el poder, y si los trabajadores y el pueblo, la mayoría de la población pueden
intervenir en frenar el alza de precios y revertir la ecuación de beneficiarios
y perjudicados en la Argentina.
Buenos
Aires, 9 de febrero de 2013
3 comentarios:
Y sin embargo hay gente muy pero muy seria que sigue considerando a este gobierno (represor, entreguista, autoritario y responsable de un número creciente de asesinatos, sea por perpetrarlos como por permitirlos o alentarlos)como de "centroizquierda". Las pocas medidas que podrían merecer tal categoría no solo han decaído o se han desnaturalizado sino que cada vez son compensadas con creces por medidas más conservadoras o retrógradas. Con el tema de la inflación como con el "cepo", como (ahora!) la cuestión de la regularización de los trabajadores (Yasky acaba de decir que no se puede pedir "ahora" eso porque el gobierno no lo puede hace "ahora")siempre te corren con que "ahora qué harías"... y esto merece dos aclaraciones: 1) se llega a esto (a cada uno de los desastres) POR las políticas equivocadas y/o reaccionarias de este gobierno. Y encima no lo reconocen. y 2) con estas medidas se entra en un escalón más hacia medidas entre reaccionarias y desesperadas, pero no se ve un plan a largo plazo que pudiera permitir conceder que estas medidas "heroicas" puedan ser aceptadas para salir de un pozo en el que nos van metiendo. O sea: confiar en medidas heroicas que hace gente que nos metió en esto y que no da muestras de tener intenciones serias termina por hacerme recordar a cuando Chacho Álvarez trajo a Cavallo para sacarnos de donde estábamos "porque él nos metió en esto". Y a esto se suma que este gobierno combate la democracia. Todo se orienta a salidas cada vez más autoritarias
El problema es la militancia con tradición en la izquierda y el movimiento popular que se empecina en destacar que nada existe a la izquierda dle gobierno, lo que es un error de posibilismo...
Gracias por comentar!!!
Querido Julio, buena nota como siempre, y yo diría que, más que error posibilista es seguidismo y quietismo cómplice lo que practican tanto el PCCE, PCA, NE, etc. esto a la larga termina siendo criminal, cuando esta fase concesiva del capital se termine como ya pasó antes. Saludos.
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