Empezó el 2013 y uno de los temas en debate es la
actualización salarial, que como sabemos tiene el antecedente de la negociación
anual de salarios y condiciones de trabajo, que en general, apenas se reducen a
la cuestión de los ingresos monetarios mensuales, y no necesariamente a revisar
el conjunto de las condiciones en que se desarrolla la actividad laboral.
Es un tema de disputa, entre trabajadores y
empleadores, sean del sector privado o del estatal. Es una disputa mediada por el
Estado, quien actúa como árbitro ante la discusión entre patrones y
trabajadores. En rigor, el Estado no es solo árbitro, sino quien establece
algunas premisas, entre ellas el nivel de la inflación pasada, que según el
INDEC fue del 10,8% durante el 2012. Es un dato que condiciona la referencia
estadística para el 2013 y con lo cual, el Estado Nacional, Ministerio de
Trabajo mediante, intenta regular las actualizaciones que se pacten en
negociaciones colectivas en este comienzo de año.
Los
datos salariales al 2012
Para pensar el tema tomamos los datos de la
Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, la EPH[1],
con información al segundo trimestre del 2012.
De allí surge que para 8.258.207 trabajadores en
relación de dependencia en la Argentina, es decir, asalariados registrados y no
registrados, se observa lo siguiente:
- el 38,2% con salarios menores a $2.500 mensuales, unos 3.154.635 trabajadores perciben un ingreso promedio del orden de los $1.467 al mes, que completan con otros $153 de actividades secundarias, totalizando un ingreso mensual de $1.620.
- el 12,9% con salarios entre $2.500 y $3.000 al mes, unos 1.065.309 trabajadores obtienen un ingreso promedio de $2.912 mensuales, al que adicionan $146 por ocupaciones secundarias, sumando $3.058 al mes.
- Sumando ambas categorías, las de menores ingresos, se encuentra el 51,1% de los trabajadores, unos 4.219.944 trabajadores, con ingresos promedio menor a $3.000, cuando la canasta de consumo necesaria para satisfacer las necesidades del trabajador no baja de $5.000 mensuales (reclamados por la CTA y la CGT en el paro nacional del 20/11/2012, y en la movilización del 19/12/12).
- La información reseña que aquellos trabajadores que perciben ingresos mensuales entre $3.000 y $4.500 son el 24,7% del total, unos 2.039.777 de personas, con ingresos promedio al mes por $3.834, a lo que suman por actividades secundarias unos $215 por mes, totalizando unos $4.049 cada mes.
- Finalmente, los que ingresan en promedio al mes más de $4.500 representan el 24,2%, y son 1.998.486 trabajadores con ingresos promedio de $7.048, y al que adicionan por actividades secundarias unos $274 en promedio al mes, sumando por ambos conceptos unos $7.322.
Cuadro N°1: Categorías salariales del total de los asalariados y
remuneraciones por otras ocupaciones.
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Categorías Salariales
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% de los trabajadores por categoría.
|
Ingreso promedio mensual en la
ocupación principal ($).
|
Ingreso mensual promedio en la/s
ocupacion/es secundaria/s ($).
|
< $2500
|
38,2
|
1467
|
153
|
$2500-$3000
|
12,9
|
2912
|
146
|
$3001-$4500
|
24,7
|
3834
|
215
|
> $4500
|
24,2
|
7048
|
274
|
Elaboración
propia en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que brinda el
INDEC.
El dato relevante a destacar es que según los
datos oficiales, el 65.4% del total de trabajadores son registrados, mientras
que el resto, el 34,6% son trabajadores no registrados.
De ese modo, sobre 8.258.207 trabajadores:
·
unos 5.400.867 están registrados, y
·
otros 2.857.340 se encuentran en la
categoría de “no registrados”
A esta altura del desarrollo económico y social
debe considerarse a la cuestión como un tema estructural, que resulta muy difícil
reducirlo y que expresa la impunidad empresaria, que pese a los niveles de
organicidad de los trabajadores, aún se mantiene un elevado nivel de
trabajadores no registrados, sin la correspondiente seguridad social.
Asumiendo la escala salarial anterior nos
encontramos que los trabajadores registrados tienen una mejor situación
respecto del promedio de ingreso total de los trabajadores registrados y no
registrados, ya que:
- solo el 19,08% perciben menos de $2.500 al mes, contra un 38,2% del total de trabajadores;
- un 15,25% entre $2.500 y $3.000,
- un 32,15% percibe entre $3.000 y $4.500;
- y un 33,53% más de $4.500 al mes;
- así, solo el 34,33% de los trabajadores registrados perciben menos de $3.000, contra el 51,1% si sumamos a los trabajadores registrados, los no registrados del Cuadro Nº1;
- y el 65,68% percibe al mes más de $3.000; aunque solo un tercio de los trabajadores registrados ingresa mensualmente más que los $5.000 que se reclama como ingreso salarial mínimo por las Centrales de Trabajadores, la CTA y la CGT.
Cuadro N°2: Categorías salariales de los trabajadores registrados y
remuneraciones por otras ocupaciones.
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% de los trabajadores por categoría.
|
Ingreso promedio mensual en la
ocupación principal ($).
|
Ingreso mensual promedio en la/s
ocupacion/es secundaria/s ($).
|
|
19,08
|
1872
|
197
|
|
15,25
|
2918
|
151
|
|
32,15
|
3847
|
224
|
|
33,53
|
7086
|
245
|
Otro dato a considerar es que el 60% del total,
registrados y no registrados, trabajan más de 35 horas semanales; y el resto,
un 40% menos de esas horas, dando cuenta de un problema doble.
Por un lado existe subempleo, con menos de 35
horas a la semana y sobre empleo, con más de 35 horas de labor por semana.
Ambas situaciones explican el doble trabajo, donde existe la actividad
principal y la secundaria, para así poder completar ingresos que satisfagan
relativamente las necesidades de los trabajadores y sus familias.
Algunos
comentarios
Estos datos reflejan la situación de deterioro estructural
en los ingresos de los trabajadores en la Argentina, situación que no puede
entenderse sino en el ciclo de ofensiva del capital construido desde 1975,
cuando se produjo el “rodrigazo”, un brutal ajuste contra el salario y a favor de
una reconversión regresiva del capitalismo en la Argentina, construida desde
entonces y con dos momentos históricos sobresalientes: en tiempos de la
dictadura genocida (1976-1983) y durante el menemismo y la convertibilidad (1989-2001).
La devaluación de inicios del 2002 constituyó una
brutal transferencia de ingresos de los trabajadores al sector empresarial,
especialmente el más concentrado. Así se explican los elevados niveles del
desastre social en 2002 y 2003, con 57% de la población bajo la línea de la
pobreza y un 21,5% de desempleo, el máximo histórico en el país. La
recuperación del empleo y los ingresos de los trabajadores desde entonces,
2003-2012, no retrotrajeron aún la situación al momento previo al rodrigazo, y
verifica, según vemos en los datos la consolidación estructural de la ofensiva
del capital sobre el trabajo.
Pero no solo se trata de ingresos salariales, sino
de la capacidad de resistencia y organización de los trabajadores, del poder de
los trabajadores para defender sus derechos e intereses.
La situación de poder de los trabajadores a
comienzos de los 70´ fue deliberadamente debilitada desde el terrorismo de
Estado y la impunidad empresarial. Esta última se sostiene, pese a la
organicidad de los trabajadores y el avance en cantidad y calidad de las
negociaciones colectivas. Lo dicho sobre la impunidad incluye al patrón
estatal, principal precarizador de la Argentina, ya que un tercio del nuevo
empleo estatal gestado en la última década es precario, con contratos a
término, evitando la estabilidad en el empleo.
Convengamos entonces, que si en la coyuntura se
discuten ingresos en paritarias para contrarrestar el impacto regresivo de la
inflación sobre los ingresos salariales, en un marco más general, de carácter estructural,
lo que se disputa es la apropiación de la renta nacional gestada con el trabajo
asociado de 8,5 millones de personas asalariadas. Los destinos de esos recursos
se disputan entre salario y ganancia, fuente de todo gasto en nuestra sociedad.
Las familias, las empresas y el Estado, claro que también el delito, todos
obtienen sus recursos de salarios o de ganancias.
Cuando se habla de distribución funcional del
ingreso se remite a cuanto de la renta se apropian los trabajadores y cuanto
los propietarios de medios de producción. La lógica histórica remite al “fifty-fifty”
de 1952, o de 1974, como los mejores registros en la distribución entre
patrones y trabajadores, considerado también el registro “ideal”, ecuación
discutible, especialmente por los trabajadores, quienes desde los aprendizajes legados
desde la economía política clásica (Adam Smith y seguidores desde 1776), es el
trabajo social el creador del valor. La sociedad capitalista escamoteó este
descubrimiento, incluso para los principales cultores de la disciplina en
origen. Fue el pensamiento crítico con Carlos Marx y los estudios en torno a El
Capital, los que permitieron desentrañar en el trabajo socialmente necesario la
fuente de la ganancia, forma transfigurada de la plusvalía.
En definitiva y en nuestra coyuntura de comienzos
del 2013, es el poder de los trabajadores, el que desarrollará la potencia política
para la actualización salarial a lograr, aún cuando el Estado y las patronales
pretenden limitarla. Siendo la actualización salarial una cuestión económica,
es claro también que se trata de una cuestión política, que apunta a
restablecer la capacidad de lucha de los trabajadores, afectada estructuralmente
desde el rodrigazo y la saga dictatorial y neoliberal. Más que discutir la
capacidad de compra en el presente año, lo que está en juego en la disputa
paritaria y más allá, es el poder de los trabajadores para construir la
realidad social.
Buenos
Aires, 19 de enero de 2013
[1]
Tomado del Informe sobre la situación salarial y laboral de los trabajadores
asalariados en la Argentina, realizado por el equipo de investigación de la
Fisyp sobre cuestiones laborales y salariales: Julio C. Gambina; Germán D.
Pinazo; Arnaldo Ludueña y Guido Saccal.
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