“Lo que pide el poder” (Página12- 23/9)
(Fragmento de la nota publicada en el Diario Página/12 del día 23/9)
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“Lo que pide el poder”
Es evidente que este gobierno está haciendo todo lo que le pidió el poder económico mundial. La premisa principal era arreglar todo lo que estaba en cesación de pagos, primero fue con el Club de París y ahora con los holdouts. Lo que me parece positivo es que se consulte al Congreso, algo que no se hizo al momento de renegociar la deuda con el FMI. El tema del endeudamiento externo es el gran condicionante de la política exterior del país y la Argentina está buscando reinsertarse en el mundo financiero. Lo que ocurre es que con la actual crisis bancaria internacional este gesto sólo significa hacer “buena letra” en el corto plazo, cumpliendo con actores financieros internacionales. Da la sensación de que el anuncio fue bien receptado, pero dada la coyuntura y con un marco global poco claro, los operadores internacionales aún no creen que valga la pena invertir en Argentina, ya que la hipótesis es seguridad, no rentabilidad y la magnitud del país en el sistema financiero mundial es pequeña. Hay que esperar a que se enfríe la crisis para ver cómo impacta la medida en las inversiones.
"Danza de millones en la crisis capitalista de EEUU." (Diario Crítica de Argentina 25/9)
(Fragmento de la nota publicada en el diario Crítica de Argentina del 25/9)
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Los jubilados y sus ingresos
Es un dato la pobreza entre nuestros mayores. Un tercio de ellos no tienen ingresos previsionales. Entre los 5.500.000 que integran el universo de jubilados y pensionados, el 80% percibe el ingreso mínimo, entre 640 y 670 pesos mensuales; y el 92% con menos de 1.000 pesos cada mes está por debajo de la línea de pobreza. Los ingresos se congelaron entre 1991 y comienzos del 2002, el periodo de la convertibilidad, ese que reintrodujo masivamente a buena parte de nuestra población en la miseria y la pobreza. Luego, desde el 2002 en adelante se actualizaron los mínimos para achatar la pirámide de ingresos y resultar los guarismos empobrecedores antes mencionados.
La inflación en este periodo se encargó del deterioro recurrente de la mayoría. Resulta así un cuadro dramático, en una edad que se supone deben garantizarse las condiciones de vida adecuada luego de años de esfuerzo en la actividad laboral. Lo que decimos está en un marco de cinco años de crecimiento importante de la economía local, con incrementos sustanciales de la productividad del trabajo y las ganancias empresarias. Una riqueza acrecentada que no se distribuye progresivamente, especialmente si tenemos en cuenta a la población pasiva.
El asunto es que la Corte Suprema emitió sentencias de actualización de ingresos para casos particulares desde el 2002 y encomendó resolver la movilidad de los ingresos de jubilados y pensionados. La propuesta del Poder Ejecutivo, modificada en la Cámara de Diputados y en tratamiento en Senadores incluye tecnicismos no simples para la interpretación de los propios autores, pero que claramente establece topes para esos incrementos automáticos que supone toda movilidad. Ese techo se fija en la relación entre la recaudación previsional y la cantidad de jubilados registrados, que de la mano de moratorias varias se incrementa regularmente. Es una situación deseable, pues no debería haber mujer mayor de 60, u hombre mayor de 65 que no perciba beneficio previsional. El tema es que a medida que crecen los beneficiarios de seguridad social disminuye el cociente entre la masa recaudada y el total de beneficiarios más un plus establecido en el 3%.
Así se configura el límite de la movilidad y con ello se condena a los jubilados a la continua lucha por mejorar sus haberes. La cultura histórica remite al 82% móvil. Es una relación con el ingreso de los trabajadores en actividad en la misma función o cargo. No debe existir fórmula mágica para resolver la distribución del ingreso con los jubilados. El tema es sencillo: 82% móvil.
¿Existen recursos para ello? La recaudación previsional presenta superávit que está siendo aprovechado financieramente con bajo costo por el fisco. Desde el Estado se los considera fondos propios a partir de su registro en el presupuesto desde la reforma fiscal impulsada por Menem y Cavallo a comienzos de los 90´. Situación legitimada desde entonces por distintas legislaturas que consideraron y aprobaron Presupuestos Nacionales que se apropian de recursos que pertenecen a los trabajadores para atender los ingresos de jubilados y pensionados.
Argentina cancela deuda externa con el Club de París
La Presidenta Cristina Fernández anunció el pago de 6.706 millones de dólares al Club de París, un organismo que reúne en su seno a 19 países, entre los cuales tienen carácter hegemónico el Grupo de los 7 poderosos países capitalistas que se autodesignan como supervisores del sistema mundial.
El argumento utilizado repite fundamentos ofrecidos por el gobierno de Néstor Kirchner: el desendeudamiento. Un gran interrogante es la primacía de la deuda externa sobre la interna, de la cancelación ante los acreedores financieros con anterioridad a la deuda social gigantesca producto de años de transferencia de recursos, riqueza y poder a un núcleo concentrado del capital transnacional.
Se trata de una medida controvertida, porque la persistencia del incumplimiento cerraba las puertas del país al financiamiento externo, salvo las operaciones solidarias provenientes de Venezuela, con tasas de interés creciente, las que devolvían una imagen de vulnerabilidad externa de la economía local. ¿Para qué se requería ese financiamiento? Esa es la cuestión de fondo, ya que la Argentina sigue presa del condicionante que supone el endeudamiento originado en tiempos de la dictadura genocida. Argentina se endeuda para cancelar deuda en un derrotero sin fin. Con la política de desendeudamiento, el país pretendía sacarse de encima el problema y la realidad demuestra que se continúa con un obstáculo estructural.
Hace 25 años que bajo gobiernos constitucionales se escamotea la investigación de la deuda pública externa. Se sugiere el carácter de “odiosa” de buena parte de la misma, contraída en tiempos dictatoriales y sin embargo, cada turno gubernamental organizó una reestructuración de los pagos, redefiniendo plazo e hipotecando el futuro. Incluso, las quitas obtenidas en la negociación del Plan Brady en 1992 y en el reciente canje del 2005, presentadas como resoluciones definitivas han mostrado sus límites con los crecimientos posteriores del stock de deuda, que finalmente absorbe recursos fiscales que podrían asignarse a resolver demandas sociales insatisfechas.
Argentina necesita compartir una estrategia común de abordaje del problema con otros países de la región y del mundo. Ecuador está avanzando en soledad en su auditoria de la deuda externa, con colaboración de profesionales y expertos argentinos. Sería deseable un mayor acercamiento y consulta con la experiencia ecuatoriana y ensayar un camino conjunto, tal como se presume con el Banco del Sur y otros emprendimientos productivos y financieros que se procesan en la búsqueda de una integración alternativa.
No sirve el aislamiento internacional, pero la inserción bajo las reglas del poder mundial no es el único camino posible. No es sencillo transitar senderos alternativos, pero reiterar los ya transitados nos condena a la eterna hipoteca.
Buenos Aires, 3 de septiembre de 2008